La providencia, los medios y
el problema del mal

por

Roger Smalling, D.Min

www.espanol.visionreal.info

 

La providencia y los medios

Son pocas las ocasiones en que Dios interviene directamente con su poder. Como ejemplos tenemos la resurrecci—n de Jesœs, la transformaci—n del agua en vino y algunas sanidades. Nosotros llamamos a estas ins—litas intervenciones milagros. Usualmente Dios trabaja en forma indirecta, usando las fuerzas de la naturaleza, las personas y las circunstancias. Pero, haya o no milagros, el Se–or Soberano est‡ gobernando su creaci—n. A esta idea de gobierno divino, la llamamos providencia.

La providencia incluye el concepto de que Dios trabaja indirectamente. Dios se esconde detr‡s de la gente y de las cosas y las usa para cumplir sus prop—sitos. ƒl usa medios para el fin. A esta forma indirecta de trabajar se la conoce como la doctrina de los medios y es un elemento importante dentro de todo el concepto de la providencia.

Casi todo lo que Dios hace, lo hace indirectamente. Dios es ciertamente un Dios de milagros, pero aun en los milagros, Žl usualmente trabaja a travŽs de algœn medio. Cuando Dios dividi— el Mar Rojo, us— un fuerte viento oriental que sopl— toda la noche. Para salvar a las almas, Dios usa la predicaci—n. Cuando comunica la verdad, lo hace por medio de su palabra.

Aparte de la resurrecci—n y de algunos milagros de Jesœs, es dif’cil encontrar milagros en los cuales Dios no haya usado algo o a alguien como un medio. El tŽrmino medios es an‡logo a la palabra herramienta.

Una herramienta es un instrumento que usamos para realizar un trabajo. Si comemos macarrones, usamos un tenedor como herramienta. Por tanto, el tenedor es el medio para comer los macarrones.

Es posible comer macarrones sin un tenedor. Podemos hacerlo directamente o con algœn otro utensilio. Sonar’a tonto decir que dependemos de los tenedores a tal punto que sin ellos nunca podr’amos comer macarrones. Ser’a igualmente tonto suponer que los tenedores son inservibles porque se puede comer sin ellos.

As’ es Dios. ƒl tiene un caja de herramientas muy grande, llena de medios a su disposici—n, para cumplir su voluntad. Como Dios es soberano, Žl puede usar las herramientas o pasarlas por alto segœn sus deseos. A medida que avancemos en este curso, vamos a encontrar que en esta caja de herramientas hay medios que no esper‡bamos que estuviesen all’.

La confesi—n de fe de Westminster[1] (CFW) expresa as’:

 Dios en su providencia ordinaria hace uso de medios, a pesar de esto, Žl es libre para obrar sin ellos, sobre ellos y contra ellos, segœn le plazca. CFW Cap’tulo 5, Art. 3

Esta declaraci—n expresa la idea de que Dios normalmente est‡ trabajando mediante cosas y personas. No obstante, Žl puede ignorarlas y hacer milagros directamente si Žl quiere, e incluso invalidar las leyes naturales si le place.

Mart’n Lutero estaba pensando en esto cuando mencion— que Dios es el Dios escondido que se revela a s’ mismo.[2]

La doctrina de los medios complementa en forma esencial el concepto de la soberan’a de Dios.

ƒl es soberano, indirectamente. De otra manera, sin esta importante doctrina, caer’amos en el fatalismo, o en la absurda idea de Çque ser‡, ser‡È. Tal actitud absurda podr’a llevarnos a la negligencia en la aplicaci—n de los medios que Dios nos provee para cumplir con nuestra propia santificaci—n.

Dios usa los medios para cumplir su voluntad soberana, pero nunca depende de ellos.

El problema del mal

La Biblia indica en numerosos ejemplos que Dios permite el mal para producir un bien mayor. Nosotros no siempre vemos el bien mayor, pero tenemos suficientes ejemplos escriturales para aceptar por fe este principio, en los momentos cuando no somos capases de ver el resultado.

Esta es la respuesta de la Biblia para la pregunta sobre la soberan’a de Dios y el mal.

El mejor ejemplo b’blico de la soberan’a de Dios sobre el mal es la crucifixi—n de Jesœs. Nuestra redenci—n fue el resultado de esta gran injusticia. Sin embargo, los que la cometieron son culpables ante Dios por este mal indecible y ser‡n castigados. Esto es verdad a pesar de que Dios orden— el tiempo, las circunstancias y las personas que estuvieron involucradas.

 a este, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucific‡ndole. Hechos 2:23

En este sentido, el mal en s’ mismo pasa a ser una de las tantas herramientas que Dios usa como un medio para cumplir sus prop—sitos. Por tanto, la existencia del mal no es una prueba en contra de la soberan’a, la providencia o la bondad de Dios. Por el contrario, la habilidad de Dios para obtener un bien a partir de un mal prueba su soberan’a.

La idea de ÇpermisoÈ

Algunas personas explican la existencia del mal usando la idea simplista del Çpermiso divinoÈ. Esto es bueno hasta cierto punto, siempre y cuando evitemos la impresi—n de que Dios es totalmente pasivo en algunas cosas. Dios no es pasivo en nada, sea lo que fuere. ƒl nunca se sienta s—lo a observar y deja que las cosas pasen, aunque as’ lo parezca.

Dios Çpermiti—È que Jesœs sea crucificado. No obstante, todo lo que pas— concerniente a este hecho, incluyendo las personas involucradas y todas las circunstancias, fue controlado y limitado por Dios. El permiso divino jam‡s significa que Dios se retira y deja que las cosas simplemente sucedan. Si el ÇpermisoÈ es un concepto correcto, nunca debe estar divorciado del gobierno providencial divino sobre todas las cosas.

Dios permite que la gente haga algo malo, pero Žl est‡ limitando y gobernando las circunstancias que rodean ese mal. De esta forma, el mal no procede de Dios y Žl permanece soberano. Vea la CFW, Cap’tulo 5, Art.4 como una buena expresi—n de este concepto.

Ataques filos—ficos a la providencia de Dios Una objeci—n comœn de los escŽpticos se basa en la existencia del mal. El razonamiento es: ÒSi Dios es bueno y tambiŽn soberano, ÀC—mo podr’a permitir el mal? Por tanto, Dios no existe.Ó

Este argumento supone que el bien existe por s’ mismo, sin Dios. Sin embargo, el concepto completo del bien est‡ basado en la suposici—n de la existencia de un Dios bueno. Aqu’, el escŽptico est‡ practicando el razonamiento circular, porque usa un concepto el bien que se deriva de Dios para refutar la existencia de Dios. La pregunta en s’ misma es auto contradictoria y sin sentido.

Para m‡s refutaciones de argumentos escŽpticos basados en la existencia del mal, vea el art’culo de Smalling ÀC—mo puede un Dios bueno permitir la maldad?

En esta lecci—n aprendimos

á      La providencia se refiere al gobierno de Dios sobre toda su creaci—n.

á      La doctrina de los medios ense–a que Dios hace casi todo indirectamente, usando cosas y personas para cumplir sus prop—sitos.

á      El mal es uno de los medios que Dios usa para cumplir sus prop—sitos, peroŽl no es la causa del mal.

á      Aunque Dios ÇpermitaÈ el mal, no significa que Žl es completamente pasivo en su desarrollo. ƒl gobierna y limita de varias maneras las circunstancias y las condiciones en las cuales la gente hace el mal. Por tanto, la existencia del mal no contradice la providencia de Dios, ni Dios es el autor del mal.

á      Los ataques a la providencia de Dios debido a la existencia del mal son auto contradictorios y carentes de sustancia.

 

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S’, Jesœs

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[1] Est‡ndar doctrinal escrita en Inglaterra en 1648 por 151 te—logos para definir las doctrinas de la Reforma Protestante. Usada hoy por las iglesias presbiterianas y en partes por la mayor parte de los bautistas.

[2] Dicha por Lutero varias veces en su libro Esclavitud de la voluntad. Existen varias ediciones del mismo.