Una introducci—n a las doctrinas de la
gracia
por
Roger
Smalling, D.Min
ÀEn alguna ocasi—n le ha parecido muy peculiar la forma indirecta en la que Dios hace sus cosas a veces? Tomemos por ejemplo la definici—n de la palabra gracia.
Considerando que somos salvos por gracia, nos parece que hubiera sido m‡s pr‡ctico que Dios la definiera en el inicio mismo de la Biblia. Dios podr’a haber inspirado a alguno de sus profetas para que escribiera la definici—n al estilo de un diccionario, comenzando con algo como gracia se define como...etc. Esto ser’a ir al grano, tal como al hombre moderno le agrada.
Sin embargo no es eso lo que aparece al principio de las Escrituras. A su vez, se nos presenta una serie de historias sobre gente imperfecta quienes, aunque aparentemente no lo merec’an, Dios se agrad— de ellos y les otorg— su gracia. Aunque esto nos ayuda en algo para comprender la gracia, el asunto sigue ambiguo.
Profundizando en el an‡lisis, vamos descubriendo enunciados sobre lo que No es la gracia: no es por obras, no se la merece, no proviene del hombre, etc. Y, aunque nuestra investigaci—n sobre lo que significa la gracia ha avanzado, llegar a una definici—n concluyente parece tan dif’cil como agarrar neblina.
Luego, notamos que los escritores b’blicos conectan la gracia con ciertas ense–anzas que ellos establecen como importantes. R‡pidamente, estas doctrinas llegan a ser las claves que nos van a revelar la definici—n de la gracia. Pero, al toparnos con la ense–anza b’blica sobre la cruz, es cuando todo el material previo toma sustancia. Nuestra neblina mental se disipa y la raz—n de por quŽ Dios define la gracia de maneras indirectas se vuelve evidente.
Dios podr’a habernos dado una definici—n corta, pero esta forma de proceder tendr’a poca profundidad. La ruta m‡s larga resulta ser infinitamente m‡s satisfactoria. Una definici—n breve nos ahorrar’a tiempo, pero aparentemente la cantidad de tiempo empleado no es lo prioritario para Dios. Para el Creador es m‡s importante un trabajo bien hecho, especialmente cuando Žste tiene que ver con bendecir a su pueblo.
Es tan gloriosa la gracia en las Escrituras, que una definici—n trivial no ser‡ jam‡s la adecuada. La gracia refleja un elemento esencial de su car‡cter. Cada miembro de la Trinidad contribuye en su propia manera sobresaliente. Al percibir la cuesti—n bajo tal perspectiva, resulta asombroso como el Se–or se las arregl— para definir la gracia en su totalidad, puesto que la definici—n est‡ involucrada con definirse a s’ mismo.
Con todo, una vez que entendemos la gracia, exclamamos, ÁOh, cu‡n simple es! Y un instante despuŽs decimos, ÁPero cu‡n profundo! Tal paradoja no deber’a sorprendernos. DespuŽs de todo, eso es t’pico del estilo de Dios, Àno es verdad? ÀO es que acaso esper‡bamos algo diferente? Esa es una raz—n por la que creo que las doctrinas de la gracia son b’blicas. En cada una de ellas se encuentran plasmadas las huellas digitales de Dios mismo.
Por lo tanto, el estudio de la gracia resulta ser un viaje con virajes inesperados. Aunque el camino es largo, no es aburrido. Adem‡s, su recorrido es verdaderamente emocionante. Uno de estos virajes es que a medida que vamos definiendo la gracia, tambiŽn nos definimos a nosotros mismos con m‡s claridad... aunque esto no nos agrade. En este viaje hay panoramas gloriosos. Algunos se regocijan ante la autoridad de una voluntad soberana. Otros saborean la seguridad de un pacto eterno. Otros son cautivados con el poder de la cruz. Personalmente, lo que me encanta del viaje es que la ruta dura para siempre.
Disfrute del camino.
Contenido
Unidad Espiritual y Universal de los Creyentes
La reforma protestante permiti— un nuevo descubrimiento de la Biblia y sus doctrinas revolucionarias. Siete de estas doctrinas entraron en conflicto con las ense–anzas de la Žpoca, porque todas llevan a la conclusi—n de que la salvaci—n es por gracia solamente, sin ninguna contribuci—n humana. Por este motivo, los cristianos actualmente las conocemos como Las doctrinas de la gracia.
La controversia sobre las doctrinas de la gracia no ha terminado. Son tan opuestas al orgullo humano que la raz—n carnal siempre se rebela ante ellas. La naturaleza pecaminosa humana pretende ser due–a de su propio destino, plenamente capaz de contribuir a su propia salvaci—n.
Podemos formar un acr—stico con la frase S’, Jesœs en el que cada letra es la primera de una doctrina de la gracia. Una descripci—n breve de cada doctrina est‡ a continuaci—n.
La palabra soberan’a quiere decir controlar todo. Esta doctrina significa que Dios controla todo lo que pasa. Indica que toda la realidad es la consecuencia de decretos divinos hechos en la eternidad antes de la creaci—n del mundo.
La ca’da de Ad‡n caus— la pŽrdida de todo poder espiritual que podr’a contribuir a la salvaci—n. El pecado infecta cada parte del ser humano y lo esclaviza. Esta doctrina trata mayormente de la cuesti—n del libre albedr’o. Ella muestra que la voluntad del pecador es incapaz de escoger a Cristo, producir fe salvadora o hacer cosa alguna que lo gu’e a la salvaci—n, hasta que la gracia de Dios lo alcance.
Dios requiere que la justicia absoluta de la Ley sea cumplida en los cristianos. El no acepta menos que la perfecci—n. ÀC—mo pues, es posible ser justo delante de Dios, sabiendo que no podemos cumplir con la Ley? Cristo cumpli— la Ley como nuestro sustituto. Cuando recibimos a Cristo, Dios nos atribuye a nosotros la justicia perfecta de Cristo, y nos quita el pecado. As’, adquirimos una perfecci—n prestada, la cual es la base de nuestra aceptaci—n permanente frente a Dios.
Antes de la fundaci—n del mundo, Dios escogi— a quienes ser‡n los recipientes de su maravillosa gracia. Lo hizo sin condiciones previstas en nosotros. Dios no escogi— a nadie porque vio de antemano que iba a escoger a Cristo, porque nadie puede escoger a Cristo, estando muerto en pecado. Aunque la elecci—n es sin mŽritos, no es por eso arbitraria. Esta doctrina expone que la gracia se basa enteramente en la voluntad soberana divina y no constituye respuesta a algo que el hombre piensa o realice.
El sacrificio de Jesœs es la œnica causa eficaz de la salvaci—n de los elegidos. La crucifixi—n no s—lo provey— la salvaci—n, sino que tambiŽn la cumpli—.
Aunque el sacrificio de Cristo en la cruz es suficiente para salvar a todos, el Padre lo dispuso solamente para los elegidos. El sacrificio en la cruz, no la voluntad humana, es la causa de la fe, la obediencia, la buena voluntad y la seguridad eterna de los elegidos. Cristo muri—, no para dar una mera posibilidad de salvaci—n, sino para garantizar la certeza de ella a todos los elegidos.
La iglesia de Cristo es principalmente un organismo invisible, no una organizaci—n visible. Se compone de todos los elegidos de toda la historia.
La unidad que debe existir entre los cristianos es espiritual, no organizacional. Es universal en el sentido de que la espiritualidad del Cuerpo de Cristo y de la comuni—n que los elegidos tienen unos con otros, traspasa todos los l’mites de las diferentes culturas y edades.
La misma gracia que nos eligi— y salv—, tambiŽn nos preserva hasta el fin. Por medio de exhortaciones, amenazas y reprensiones paternales, Dios preserva a sus elegidos de manera que ninguno de ellos se perder‡.
Preguntas
para repasar: Introducci—n
1. Todas las doctrinas de la Reforma llegan a la conclusi—n de que la salvaci—n es por _____________solamente, sin ninguna contribuci—n humana.
2. Las siete doctrinas de la Reforma son conocidas hoy como __________________.
3. Verdadero o Falso:_____ La doctrina de la gracia ha dejado de ser controversial hoy en d’a.
4. La naturaleza pecaminosa quiere ser________ de su propio ______________.
5. Verdadero o Falso: _____Somos capaces de contribuir a nuestra salvaci—n.
6. ÀQuŽ quiere decir la palabra soberan’a?
7. Verdadero o Falso: _____ La realidad es consecuencia de los decretos divinos.
8. ÀCu‡ndo decidi— Dios todas las cosas?
9. ÀCu‡ntas partes del ser humano fueron infectadas por el pecado?
10. Esta doctrina ense–a que la voluntad del pecador es_________ de ____________ a Cristo.
11. Verdadero o Falso:_____ La fe salvadora proviene de nuestra propia buena voluntad.
12. ÀDe d—nde proviene la fe?
13. Nuestra incapacidad de contribuir a nuestra salvaci—n vino por la ca’da de_________.
14. Verdadero o Falso:_____ La justicia de la Ley no tiene nada que ver con el cristiano.
15. Dios acepta œnicamente la ________________________.
16. ÀQuiŽn cumpli— la Ley por nosotros?
17. ÀPodemos cumplir la Ley por nosotros mismos?
18. ÀCuando recibimos a Cristo, Dios nos ____________a nosotros la _________ perfecta de Cristo.
19. Justificaci—n quiere decir __________________________.
20. Verdadero o Falso:_____ Dios escogi— a todos para ser recipientes de su gracia.
21. Verdadero o Falso: _____ Nadie puede escoger a Cristo por su propio esfuerzo.
22. Antes de conocer a Cristo est‡bamos ___________ en pecado.
23. ÀQuŽ hace eficaz la salvaci—n de los elegidos?
24. La muerte de Cristo no solo _________ la salvaci—n, sino la _____________.
25. Verdadero o Falso:_____ La cruz no fue suficiente para salvar a todos.
Respuestas a las preguntas: Introducci—n
1=gracia; 2=Las doctrinas de la gracia; 3=F; 4=due–o, destino; 5=F; 6=controlar todo; 7=V; 8=antes de la creaci—n del mundo; 9=todas; 10=incapaz; 11=F; 12=de Dios; 13=Ad‡n; 14=F; 15=justicia de Cristo; 16=Cristo; 17=no; 18=atribuy—, justicia; 19=declarado justo; 20=F; 21=V; 22=muertos; 23=la cruz; 24=provey—, cumpli—; 25=F
La soberan’a de Dios es la œnica base leg’tima para una fe s—lida. Aunque algunos dicen que tienen fe sin creer en la soberan’a de Dios, una investigaci—n de lo que creen revela que su fe est‡ puesta en alguna capacidad humana.
La doctrina de la soberan’a de Dios es tan b‡sica a la cristiandad b’blica que sin ella, nuestra fe no merece llamarse cristiana. Mas, a causa de la influencia de religiones y de movimientos pol’ticos dirigidos a la gloria del hombre, es una de las doctrinas m‡s descuidadas en la predicaci—n hoy en d’a. Aun as’, sigue siendo el œnico cimiento posible para una fe s—lida. Todo otro cimiento fracasa bajo las presiones de la vida.
La soberan’a de Dios consiste en que toda la realidad es producto de los decretos divinos hechos antes de la creaci—n del mundo. Esto quiere decir que Dios est‡ en control de todo lo que pasa, sea bueno o malo. Esto no quiere decir que Dios sea la causa de la maldad, ni que sea autor del pecado, ni que se goce en los sufrimientos de sus criaturas. Sino que todo lo que pasa forma parte de un gran plan que resultar‡ inevitablemente en su gloria.
Primero, solo un Dios soberano puede garantizar sus promesas. Si no controla todo, no podemos confiar en ƒl para la salvaci—n, porque podr’a existir algo que le impedir’a salvarnos. ÀEs l—gico confiar en un Dios que no controla todo?
Segundo, si Dios soberano, ser’a imposible obtener lecciones espirituales de los eventos de nuestras vidas. Ser’a imposible saber si Dios est‡ ense–‡ndonos algo o si los eventos de la vida son meras casualidades. Dar’a igual tener fe en la suerte que confiar en Dios.
Tercero, la soberan’a de Dios es la œnica base para darle gloria. Si esto no fuera as’, ÀPor quŽ darle a El toda la gloria, si no es autor de toda la obra?
Cuarto, es la œnica base para la oraci—n. ÀPara quŽ orar a un Dios que no es soberano? Si El no est‡ en control de todo, quiz‡s no pueda contestarnos.
La palabra soberano no puede ser limitada. Es imposible que Dios sea un poco soberano, o 90% soberano. Es il—gico decir, Dios es soberano, pero... Al a–adir la palabra pero, confesamos que no creemos que Dios es soberano. Tal afirmaci—n equivale decir que Dios es un poco infinito, o que Dios es m‡s o menos todopoderoso. Cualquier intento de calificar la soberan’a de Dios, es una negaci—n de la misma.
Hay cuatro fundamentos b’blicos para creer en la soberan’a de Dios. Estos siguen un orden l—gico:
1. Los atributos divinos de omnisciencia y omnipotencia.
2. La voluntad inmutable de Dios.
3. La realidad es producto de los decretos divinos.
4. Dios es due–o de todo, y por lo tanto, lo controla todo.
Primero, la Biblia ense–a que Dios es Omnisciente. Esta palabra significa saber todo.
Dice el Se–or, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos. Hch.15:18.
Omnipotente significa todopoderoso.
...porque el Se–or nuestro Dios
Todopoderoso reina. Ap.19:6
Una negaci—n de la soberan’a de Dios equivale a la anulaci—n de uno de estos atributos divinos. Ejemplo: Supongamos que algo que Dios no hubiera ordenado sucediera. Tendr’a que ser por una de estas dos razones: que El no sab’a que suceder’a, o porque Le falta poder para impedirlo. En el primer caso, no ser’a Omnisciente. En el segundo caso, no ser’a Omnipotente. La existencia de estos dos atributos en Dios confirma la imposibilidad de que algo pase sin el permiso divino.
La palabra inmutable significa: que nunca cambia. Tiene tambiŽn la idea de irresistible. Se encuentra esta palabra en la Biblia en Heb.6:17-19.
Para entender este concepto, hay que distinguir entre dos aspectos de la voluntad Divina. Estos son:
á
Su voluntad de mandamientos
á Su voluntad de prop—sitos
Dios expres— su voluntad de mandamientos en forma de edictos morales, tales como los Diez Mandamientos. Dios permite que los hombres trasgredan estas leyes y al hacerlo, pecan. Pero cuando Dios decreta que El va a cumplir algœn prop—sito, no permite que nadie lo invalide ni que Le impidan cumplir con ese prop—sito.
Ejemplo: Supongamos que Dios dijera, ÀVen ustedes ese ‡rbol? Yo ordeno que nadie lo corte. Esto ser’a un mandamiento divino, una expresi—n de su voluntad de mandamientos. ÀPermitir’a Dios que alguien corte ese ‡rbol? S’. Porque Dios permite que sus mandamientos sean transgredidos.
Pero supongamos que Dios dijera, Mi prop—sito soberano es que este ‡rbol nunca sea cortado. Permitir’a Dios que alguien corte ese ‡rbol? No. No existe en la tierra fuerza suficiente, ni de hombre ni de diablo, para que corte ese ‡rbol. Dios lo impedir’a.
Si no fuera por su Voluntad de Mandamientos, al hombre no le ser’a permitido pecar. Si no fuera por su voluntad de prop—sitos, no tendr’amos confianza de que Dios pueda cumplir con sus promesas.
Al no distinguir entre estos dos aspectos de la voluntad de Dios nos enfrentamos a un desastre teol—gico.
As’, su voluntad de mandamientos es resistible y mutable. No solo que Dios permite que sus mandamientos sean transgredidos, sino que tambiŽn El mismo abroga, a veces, estos mismos edictos. Las leyes ceremoniales, por ejemplo, ya no est‡n en vigor.
Pero su Voluntad de Prop—sitos es irresistible e inmutable. Nadie puede impedir que Dios cumpla con sus designios, ni persuadirlo para cambiarlos. Son prop—sitos eternos.
Este concepto de la inmutabilidad de la voluntad divina se expresa, a veces, como consejos de Dios. Ejemplos son:
Mi consejo permanecer‡, y harŽ todo lo que quiero. Is.46:10
Por lo cual, queriendo Dios mostrar m‡s abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo,...tengamos un fort’simo consuelo... Heb.6:17-18
Otros textos enfatizan la palabra prop—sitos para comunicar el mismo concepto. Ejemplo:
...conforme al prop—sito del que hace todas las cosas segœn el designio de su voluntad. Ef.1:11
Muchos textos hablan de la voluntad de Dios de una manera tan clara que no deja duda sobre el concepto de inmutabilidad. Ejemplos:
...Y El hace segœn su voluntad en el ejŽrcito del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ÀQuŽ haces? Dan. 4:35
Porque Jehov‡ de los ejŽrcitos lo ha determinado, Ày quiŽn lo impedir‡? Y su mano extendida, ÀquiŽn la har‡ retroceder? Is.14:27
Es por medio de la doctrina de la Inmutabilidad de los prop—sitos divinos que se ve m‡s claramente la soberan’a de Dios. Dios no podr’a cumplir con sus promesas si permitiera que cambiase su Voluntad de Prop—sitos. Sin la inmutabilidad, no podr’amos tener ninguna seguridad de la salvaci—n.
Porque El dijo, y fue hecho; El mand—, y existi—. Sal.33:9
El tercer fundamento de la soberan’a de Dios contesta a la pregunta, ÀDe d—nde proviene la realidad? Segœn la Biblia, toda la realidad es producto de los decretos divinos hechos antes de la fundaci—n del mundo.
Heb.11:3- Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios...
Este vers’culo puede ser traducido como: Por la fe entendemos que fueron establecidas las Žpocas... Es decir, que los eventos hist—ricos buenos o malos, se han desarrollado por la voluntad de Dios. Esto incluye tanto los eventos m‡s importantes, como los m‡s insignificantes.
Se–or, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque Tœ creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas. Apoc. 4:11
Esta afirmaci—n es terminante. Todas las cosas deben su existencia a la voluntad de Dios.
A menudo en los Evangelios leemos: Esto aconteci— para que se cumpliese lo dicho por el profeta... Esta frase no dice que el profeta simplemente habl— del evento. Dice que el evento aconteci— a fin de cumplir con los decretos de las Escrituras. Normalmente las personas involucradas en cumplir estas profec’as no ten’an conciencia de que estaban cumpliendo un decreto divino. En esto se ve el principio b‡sico de la soberan’a de Dios:
La realidad es producto de la voluntad de Dios.
Una profec’a es simplemente una declaraci—n de esa voluntad. La realidad sigue a lo que Dios manda. Por lo tanto, ciertas profec’as causan los eventos profetizados, y no simplemente que la profec’a pronostica el evento. Ejemplos:
Jesœs mand— a sus disc’pulos a buscar cierto asno atado en una aldea. Seguramente los due–os no sab’an de la profec’a de Zacar’as respecto a la entrada triunfal de Cristo en JerusalŽn. Todo el incidente tiene las marcas de la soberan’a de Dios, en el sentido de que la profec’a era m‡s que una simple predicci—n. Era un designio divino. Mt. 21:1-4
Cuando vino la multitud para apresar a Jesœs en Getseman’, El dijo que esto suced’a para que se cumplan las Escrituras. Mt.26:55-56 En los textos que tratan del arresto y crucifixi—n de Jesœs, se indica claramente que todo sucedi— segœn el consejo divino. ...para hacer cuanto tu mano y tu consejo hab’an antes determinado que sucediera. Hechos 4:28
Los soldados romanos se repartieron los vestidos de Jesœs, para cumplir con lo dicho por el profeta. Pero no ten’an conciencia de haber cumplido las Escrituras ya que eran paganos.
ÀC—mo conoce Dios el futuro con certeza? Unos dicen que Dios tiene una facultad mental que le permite ver el futuro e investigar cu‡les eventos van a pasar. Es como si tuviera un telescopio para observar el futuro. Dios forma luego sus planes a base de esta presciencia. Esta teor’a se llama el Concepto de Presciencia.
Esta es la opci—n que multitudes de cristianos creen hoy en d’a. Es cierto que la palabra presciencia se encuentra en la Biblia. Pero interpretarla en tŽrminos de una mera observaci—n divina pasiva es una definici—n deficiente. Esta deficiencia se revela al preguntar, ÀQuiŽn cre— el tiempo? ÀLo cre— Dios? O, Àes el tiempo algo que Dios descubri— por casualidad en el transcurso de la eternidad?
Si Dios cre—
todo, tambiŽn cre— el tiempo.
Y si es Creador del tiempo, tambiŽn es Creador de los eventos que suceden en ello.
Si negamos esto, estamos afirmando que Dios cre— el universo sin ningœn prop—sito, o sin saber lo que estaba creando.
La œnica opci—n que queda es el Concepto de los Decretos Soberanos. Dios conoce el futuro porque la realidad es producto de su voluntad. El futuro no es algo que Dios prevŽ. Es algo que ha creado. La presciencia de Dios es simplemente su propio entendimiento de sus prop—sitos, que ningœn poder en el universo puede alterar.
La Biblia entera y la experiencia personal de los creyentes son testimonios de la veracidad de los principios ya expuestos. Toda la realidad es producto de decretos divinos hechos antes de la creaci—n del mundo. Sus decretos son inmutables. No pueden ser ni cambiados ni resistidos. El hombre, los ‡ngeles y los demonios est‡n limitados a lo que Dios les permite hacer. Todo forma parte de un gran plan que resultar‡ para la gloria de Dios.
En un estudio b’blico una dama pregunt—, ÀQuiŽn es due–o de la tierra? ÀDios o Satan‡s? Con toda la maldad que pasa aqu’, Áuno dir’a que es del Diablo!
ÀQuŽ dicen las Escrituras?
...para que sepas que de Jehov‡ es la tierra. Ex. 9:29b
...porque M’a es toda la tierra Ex.19:5b
He aqu’, de Jehov‡ tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella; Deut. 10:14
Todo lo que hay debajo del cielo es m’o Job 41:11
Tuya es, oh Jehov‡, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que est‡n en los cielos y en la tierra son tuyas. 1Cron. 29:11
Tuyos son los cielos, tuya tambiŽn la tierra; El mundo y su plenitud, tœ lo fundaste. Sal.89:11
En la ca’da de Ad‡n, Dios no perdi— nada. El œnico perdedor fue Ad‡n.
Miremos con m‡s detalle algunas categor’as de la realidad que Dios controla.
ÀNo se vende dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Mt.10:29
Segœn Jesœs, el Padre controla las vidas de los animales. Ni el pajarillo m‡s insignificante puede morir sin que Dios no lo permita.
Es igual con nosotros, dice Jesœs. Valemos m‡s que muchos p‡jaros. Tampoco podemos morir sin permiso del Padre.
Dios trajo codornices a los israelitas. El cerr— las bocas de los leones en la presencia de Daniel. El puso una moneda en la boca de un pez para que Pedro lo atrapara. El us— ranas, piojos, y moscas para juzgar a los egipcios. El mand— saltamontes contra Israel, trajo los animales al arca de NoŽ, le dio a comer a El’as por medio de cuervos.
Incluso en los fen—menos de la naturaleza Dios mostr— su soberan’a. El control— el diluvio de NoŽ; mand— tinieblas, granizo y fuego sobre Egipto. Cristo reproch— y calm— a la tormenta. Dios hizo que se detuviera el sol, a la demanda de JosuŽ, etc.
Ni una mosca vuela sin el permiso divino.
Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los l’mites de su habitaci—n. Hechos 17:26
Lo primero que Pablo predic— a los paganos de Atenas fue acerca de la soberan’a de Dios. Pablo se dio cuenta de que el entendimiento correcto del Evangelio se basa en eso.
El libro de Daniel es un estudio completo sobre la soberan’a de Dios en gobiernos humanos. Al rey Nabucodonosor Dios le ense–— una lecci—n fuerte sobre Quien establece reyes en la tierra. (Da.4:17) DespuŽs de haber recibido un castigo divino por su orgullo, el rey Nabucodonosor reconoci— esto con las palabras,
...y El hace segœn su voluntad en el ejŽrcito del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ÀQuŽ haces? Da.4:35
ÀSe puede Dios traspasar los l’mites de la voluntad humana? ÀExtiende la soberan’a divina hasta la misma voluntad y los pensamientos del hombre? Las Escrituras contestan:
Como los repartimientos de las aguas, as’ est‡ el coraz—n del rey en la mano de Jehov‡. Prov.21:1
Porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que El quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios. Apoc.17:17
Si para Dios no es dif’cil cambiar el curso de un r’o, entonces tampoco es dif’cil cambiar el coraz—n de un rey. Y si puede cambiar hasta el coraz—n de un re cu‡nto m‡s a los hombres comunes y corrientes.
Dios favoreci— a los Israelitas ante los ojos de los egipcios. Luego Dios endureci— los corazones de los egipcios para mostrar su poder, Ex.12:36; 14:4.
Muchos pensamientos hay en el coraz—n del hombre; mas el consejo de Jehov‡ permanecer‡. Prov.19:21
Es verdad que el hombre tiene una voluntad. Pero no es una voluntad soberana. La œnica voluntad soberana es la de Dios.
Dios nunca obliga a nadie a pecar. Tampoco se le puede acusar a Dios, en base de su soberan’a, de ser el autor del pecado. Las personas pecan porque su naturaleza es pecaminosa.
Sin embargo, nadie puede pecar sin que Dios lo permita. Las Escrituras nos revelan que hasta las mismas circunstancias del acto de pecar est‡n bajo el control soberano divino. En la mano divina est‡ el poder para impedir o permitir el pecado del hombre. El afirmar que Dios no puede impedir que una persona peque, es igual de blasfemo como declarar que Dios es la causa del pecado.
ÀC—mo limita Dios el pecado, y controla las circunstancias de su manifestaci—n, sin incurrir en la culpa de ser la causa del pecado?
Cuando un rat—n es puesto en una jaula, siempre explora los l’mites de ella. Raras veces se sienta el rat—n en medio de la jaula, porque su ambiente natural es lugares encerrados, como sus tœneles, bajo la hierba, etc. Dios lo hizo as’. Los ratones est‡n m‡s c—modos cuando est‡n cercados de algo. Si uno quiere ver correr a un rat—n en c’rculos, basta s—lo ponerlo en una jaula circular. Sus movimientos son predecibles, sin ninguna violaci—n de su naturaleza o poder para actuar.
Sucede igual con el hombre. Dios controla las acciones pecaminosas de los hombres, con solo basta arreglar el momento y las circunstancias envueltas en el acto. Por su conocimiento ’ntimo de la naturaleza y car‡cter de las personas involucradas, Dios queda en control de todo, sin que nadie pueda inculparle de ser el autor del pecado.
Las Escrituras abundan en ejemplos del control divino sobre la maldad. Dios permite, impide, o usa la maldad segœn su voluntad soberana. El ejemplo m‡s destacado de esto es la entrega y la crucifixi—n de Cristo.
Jesœs les dijo: ÀNunca le’steis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ‡ngulo. El Se–or ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos? Mt.21:42
El rechazo de los Jud’os a Cristo fue un prop—sito de la voluntad de Dios. No s—lo lo sab’a de antemano, sino que, El Se–or ha hecho esto. Sin embargo, los l’deres de los Jud’os actuaban conforme a sus propios deseos, sin influencias externas de parte de Dios. Transgredieron la voluntad de Dios en lo tocante a sus mandamientos, y fueron condenados por eso.
Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesœs, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo hab’an antes determinado que sucediera. Hechos 4:27-28
La soberan’a de Dios y la libertad del hombre corren paralelas en las Escrituras como los rieles de un tren. Los escritores de la Biblia nunca pensaban que fueron auto contradictorias. Afirmaban los dos, tal como en el texto anterior, sin el menor recelo.
Los hermanos de JosŽ lo vendieron como esclavo por motivo de celos y odio. La idea de obedecer a Dios ni siquiera les pas— por la mente. Sin embargo, las Escrituras describen este acto traicionero como un acto divino.
...As’, pues, no me enviasteis ac‡ vosotros, sino Dios... GŽn.45:8
Vosotros pensasteis mal contra m’, mas Dios lo encamin— a bien,... GŽn.50:20
Como parte del juicio divino sobre David por su acto pecaminoso con Besaba, y el asesinato de Ur’as, Dios declara que otro hombre se acostar‡ con las esposas de David a la vista de todo Israel.
La manera en que se expresa este decreto es muy reveladora:
As’ ha dicho Jehov‡: He aqu’ yo harŽ levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomarŽ tus mujeres delante de tus ojos, y las darŽ a tu pr—jimo, el cual yacer‡ con tus mujeres a la vista del sol. Porque tœ lo hiciste en secreto; mas yo harŽ esto delante de todo Israel y a pleno sol. 2Sam. 12:11-12
Cuando Absal—n ocup— el reino temporalmente, cometi— incesto con las esposas de David. Aunque parece extra–o decirlo, esto ocurri— como juicio de Dios sobre David. Era Dios mismo quien levant— a Absal—n como rebelde en contra de David, y decret— que esto tendr’a lugar. No obstante, Absal—n es culpable del pecado de rebeld’a, y de incesto, a pesar de que tales pecados fueron decretados por Dios.
ÀC—mo pudo Dios decretar esto y a la vez mantenerse santo? El Se–or simplemente le provey— a Absal—n la oportunidad para expresar lo que ya estaba en su coraz—n rebelde.
Doctrinas como estas son como carne cruda; dif’ciles de soportar para algunas personas. Pero son las ense–anzas claras de la palabra de Dios. Si Dios es soberano sobre todo, entonces es soberano tambiŽn sobre la maldad. De otro modo, no podemos llamarlo soberano.
Otros ejemplos b’blicos de la soberan’a de Dios sobre la maldad son:
El Rey Saœl se suicid— al caer sobre su propia espada, segœn 1Cro.10:4 Pero v.14 dice que era Dios quien lo mat—.
Y no consult— a Jehov‡; por esta causa le mat—.
El Ap—stol Pablo ense–a que la incredulidad de los Jud’os forma parte del plan divino para incluir a los gentiles en la gracia, Rom. 11:7-11.
Cuando David huye de JerusalŽn, le maldice Shimei. Estas acciones de Shimei son imp’as. Sin embargo, David reconoce que Shimei est‡ haciendo esto por decreto divino.
Dejadle que maldiga, pues Jehov‡ se lo ha dicho. 2Sam.16:11b
Hasta los esp’ritus malignos est‡n bajo control divino. Dios mand— un esp’ritu maligno para hablar por las bocas de los profetas falsos durante el reino Acab.
Y ahora, he aqu’ Jehov‡ a puesto esp’ritu de mentira en la boca de todos tus profetas, y Jehov‡ ha decretado el mal acerca de ti. 1Reyes 22:23
Los enga–os que afligen a los hombres a veces provienen de Dios como juicios por rechazar la verdad. El soberano mismo escoge la clase de enga–os que sufrir‡n.
Por esto Dios les env’a un poder enga–oso, para que crean la mentira, 1Tes.2:11
La testarudez de los hijos de El’ al ignorar los reproches de su padre, se atribuye a Dios en 1Sam. 2:25.
Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehov‡ hab’a resuelto hacerlos morir.
Jehov‡ les permiti— expresar la maldad de sus corazones como juicio en contra de El’ por su negligencia paternal y mal ejemplo como sacerdote.
Es verdad que la enfermedad vino al mundo como resultado del pecado. Sin embargo:
Y Jehov‡ le respondi—: ÀQuiŽn dio la boca al hombre? Ào quiŽn hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ÀNo soy yo Jehov‡?. Ex. 4:11
Un hurac‡n destruye un pueblo. Un deslave entierra a una aldea.
ÀHabr‡ algœn mal en la ciudad, el cual Jehov‡ no haya hecho? Am—s 3:6b
Aunque Satan‡s es el agente activo en la maldad, sus actividades se extienden solamente a los l’mites del permiso divino. Como un perro atado, tiene libertad solo hasta donde alcanza los l’mites de la correa. Igual con los hombres. Y nosotros sabemos Quien sostiene el otro extremo de la correa.
Nos hallamos en una tensi—n filos—fica entre la soberan’a Divina y la responsabilidad humana. Es inc—modo vivir con tal tensi—n. ÀC—mo, entonces, escapamos para llegar a una posici—n menos incomoda?
Respuesta: No nos escapamos. Parad—jicamente, Dios desea que obtengamos consuelo de esta tensi—n inc—moda. ƒl considera que esta tensi—n es la mejor situaci—n para nuestro bienestar. Nos damos cuenta que por m‡s crueles que sean nuestros enemigos, Dios los tiene bajo su control. Sin embargo, son completamente responsables de sus acciones.
Para que Dios sea Dios, y que el hombre sea hombre, ambos lados de la tensi—n son necesarios.
Jesœs fue a la cruz consciente de que era la hora de las tinieblas. Aunque sab’a que los agentes de las tinieblas lo atrapar’an, no era a las tinieblas que entregaba su esp’ritu, sino a las manos del Padre. Comprend’a que su Padre, no Satan‡s, le hab’a entregado la copa para beber. Acept— la copa, no como proveniente de las tinieblas, sino de la luz. No se regocij— en el dolor, sino en el bien que de Žl provendr’a.
Este es el consolador punto de tensi—n en donde Dios quiere que vivamos.
Preguntas
para repasar: La soberan’a de Dios
1. ÀCu‡l es la œnica base para una fe s—lida? _____________________________
2. Los que no creen en la soberan’a de Dios ponen su fe en la capacidad______________.
3. ÀCual es la doctrina central en lo de las doctrinas de la gracia?
4. ÀQuŽ pasa cuando la fe de uno no est‡ basada en la soberan’a de Dios?
5. Soberan’a de Dios quiere decir que toda la realidad es fruto de los_________________ _________________ hechos antes de la creaci—n del mundo.
6. Ni lo bueno ni lo ________escapa de la ____________de Dios.
7. Verdadero o Falso: _____ Dios es autor del pecado.
8. Todo lo que pasa es por la__________________ de Dios.
9. Solo un Dios___________________ puede garantizar el cumplir con sus promesas.
10. Verdadero o Falso: _____ Satan‡s puede impedirle algo a Dios.
11. Verdadero o Falso:_____ Los eventos de nuestras vidas son causados mayormente por la suerte o la casualidad.
12. Verdadero o Falso:_____ Dios ha decretado todo lo que pasa .
13. ÀCu‡l es la œnica base para dar gloria a Dios?
14. Damos toda la gloria a Dios porque es El que hace ________ la obra.
15. ÀEs l—gico orar a un Dios que no es soberano?
16. ÀPor quŽ?
17. La palabra soberan’a es__________________.
18. Hoy en d’a se est‡ predicando un nuevo evangelio en beneficio del__________________, en lugar de dar la __________________a Dios.
19. Verdadero o Falso: _____ La voluntad de Dios respecto a sus prop—sitos eternos puede ser resistida y no cumplirse.
Las
bases de esta doctrina
1. ÀCu‡les son los cuatro fundamentos b’blicos para la soberan’a de Dios?
a.______________________________________________________
b.______________________________________________________
c.______________________________________________________
d.______________________________________________________
2. La Biblia ense–a que Dios es Omnisciente. Esto quiere decir que El ______________.
3. La palabra Omnipotente quiere decir que Dios es _______________________.
4. Escriba aqu’ dos atributos de Dios. ____________________, ____________________.
5. ÀCu‡l es la palabra que significa incambiable?
6. Esta palabra tambiŽn tiene la idea de___________ _____________________
7. Verdadero o Falso:_______ Dios permite que los hombres pequen.
8. Cuando Dios ha propuesto algo, El no permite que nadie le_________________.
9. Verdadero o Falso:_____ Dios no puede ir en contra de la voluntad de una persona.
10. ÀEst‡ Dios en control de la voluntad humana?
11. Ponga
un vers’culo aqu’ para comprobar su respuesta del
nœmero 10.
12. La realidad es producto de ________________________.
13. ÀPor quŽ se ha desarrollado la historia humana de tal forma?
14. Verdadero o Falso:_____ Los eventos importantes en la historia fueron decretados por Dios. Pero las cosas insignificantes pasaron por casualidad.
15. Ciertas profec’as ________________ los _____________________profetizados.
16. Verdadero o Falso:_____ Aunque Dios es responsable por todo lo que pasa en el mundo, no es Autor del pecado.
Respuestas a las preguntas: Soberan’a de Dios
1=Soberan’a de Dios; 2=humana; 3=Soberan’a de Dios; 4=Se fracasa; 5=Decretos divinos; 6=malo; soberan’a 7=F; 8=voluntad; 9=soberano; 10=F; 11=F; 12=V; 13=Soberan’a de Dios; 14=Toda; 15=No; 16=No merece toda la gloria; 17=Absoluta; 18=hombre, honra, 19=F;
Las bases de esta doctrina: 1=Sus atributos, su inmutabilidad, sus decretos; 2=Sabe todo; 3=Todo poderoso; 4=Omnisciente, Todopoderoso; 5=Inmutable; 6=irresistible; 7=V; 8=resiste; 9=F; 10=S’; 11=(ver texto); 12=Los decretos divinos; 13=la voluntad decretativa de Dios; 14=F; 15=Producen, eventos; 16=v.
V
La humanidad perdida en el pecado tiene muchos mitos. Entre estos est‡ el mito de la neutralidad moral del Libre Albedr’o. El pecador se imagina en una posici—n neutral entre lo bueno y lo malo, con la capacidad de escoger entre ellos cuando le conviene. Presupone una capacidad para arrepentirse y venir a Dios en cualquier momento. Se ve a s’ mismo en control integral con respecto a las cuestiones morales. Se piensa due–o de su propio destino.
Todos los grupos religiosos apoyan de alguna manera la doctrina del Libre Albedr’o. Difieren entre ellos en lo que significa la palabra libre. Est‡ claro que nuestra voluntad posee limitaciones. No podemos hacer brotar alas y volar solamente por desearlo. Tampoco aumentamos nuestro Cociente Intelectual al nivel de Einstein por fuerza de voluntad. Hasta en las luchas morales nuestra voluntad es a veces un amigo y a veces un enemigo. Nuestra voluntad est‡ limitada en algunas formas pero no en otras.
Algunos grupos creen que el libre albedr’o del hombre escap— a los efectos de la ca’da y permanece moralmente neutral. Piensan que es la œnica facultad que no fue afectada por el pecado. Otros creen que la voluntad est‡ debilitada por el pecado, pero que todav’a puede contribuir a la salvaci—n. Finalmente, algunos afirman que el pecado domina cada ‡rea del ser humano, y que el pecador es incapaz de buscar la salvaci—n sin la obra eficaz de la gracia.
Nuestro concepto de la gracia divina depender‡ en gran parte de lo que pensemos acerca de las capacidades y limitaciones de nuestra voluntad. Por esa raz—n es imprescindible definir cuidadosamente estas capacidades y limitaciones.
á Que todos los aspectos del ser humano, antes del nuevo nacimiento, son dominados por el pecado y controlados por Satan‡s.
á Que la voluntad humana, siendo ella tambiŽn dominada por el pecado, jam‡s podr’a desear la salvaci—n ni aceptar a Cristo por su propia iniciativa, sin la gracia de Dios.
á Que el nuevo nacimiento es un acto soberano de Dios, en el cual el pecador es enteramente pasivo, y que resulta en fe. No somos nacidos de nuevo porque tuviŽramos fe. Tenemos fe porque nacimos de nuevo. La voluntad humana, no es la causa del nuevo nacimiento.
La palabra libre es la fuente de mucha confusi—n por su ambigŸedad. Libre puede significar capaz, o permiso o tambiŽn neutral. Es imprescindible definir estos tŽrminos antes de entrar en cualquier discusi—n sobre el libre albedr’o. Frente a las ense–anzas de la Biblia, ciertas definiciones son v‡lidas, y otras no.
á El derecho para escoger lo bueno, aunque el derecho para hacer una cosa no comprueba la capacidad para hacerla.
á El poder para decidir entre las cosas moralmente neutrales, como, por ejemplo, lo que uno come en el almuerzo.
á El poder para escoger entre ciertas acciones exteriormente buenas o malas, como el dar una caridad o no; o decidir leer la Biblia en lugar de una revista pornogr‡fica.
á La capacidad para cumplir con ciertas actividades o devociones religiosas; asistir a los cultos, aprender coritos, orar, etc.
á Un poder inherente en el hombre para arrepentirse y aceptar a Cristo.
á Una capacidad para contribuir, por obra o pensamiento, con cualquier cosa que podr’a atraer la gracia de Dios.
á Neutralidad moral.
á La facultad que gobierna al hombre.
El instante en que el cristiano se da cuenta de que su libre albedr’o no es la base de su salvaci—n, se aclara la definici—n correcta de la palabra gracia. Se da cuenta que no se convirti— a s’ mismo, y que la salvaci—n no es una obra mutua entre el hombre y Dios. La Salvaci—n es del Se–or.
Llegar a entender la Incapacidad Total Humana ayuda para abatir el orgullo en el cristiano. ÀC—mo puede uno estar orgulloso respecto a lo que no pudo hacer? A la vez, le da una nueva seguridad en su relaci—n con Dios. DespuŽs de todo, si Dios pudo superar la resistencia de nuestra naturaleza pecaminosa para cambiar nuestros corazones obstinados, seguramente puede preservarnos para su reino eterno, a pesar de la corrupci—n de nuestra carne.
Dios creo a Ad‡n con dones maravillosos. Uno de estos fue el poder escoger entre el bien y el mal. A esto llamamos libre albedr’o.
Cuando Ad‡n cay— en pecado, todo su ser se hizo esclavo del pecado, incluyendo su voluntad. La Biblia nunca ense–a que hubo alguna parte de Ad‡n que escap— del poder del pecado. Afirmar la neutralidad moral de la voluntad humana, es insinuar que ella escap— milagrosamente cuando cay— Ad‡n. ÀAfirma la Biblia esto? Sin lugar a dudas que no.
Los efectos de la ca’da de Ad‡n los efectos en nosotros est‡n expuestos en Romanos 5:12-21. En este texto aprendemos que heredamos de Ad‡n la muerte, la condenaci—n y el juicio divino. Es decir, la culpa del pecado de Ad‡n se atribuye a toda su descendencia.
De esto se desprende una verdad de importancia primordial: El hombre peca porque es pecador, y no pecador porque peca. El hombre est‡ condenado primeramente por lo que ES; segundo por lo que hace. No existen ni–os inocentes. Todos nacen condenados y esclavos del pecado.
Sobre toda cosa guardada, guarda tu coraz—n; porque de Žl mana la vida. Prov.4:23
Existe la presuposici—n de que la voluntad humana es lo que decide las acciones del hombre. Esto no solo contradice las Escrituras, sino que contradice tambiŽn a la l—gica. ÀC—mo podr’a la voluntad humana ser libre de la naturaleza de la persona en que se encuentra? Uno siempre escoge lo que le agrada. Lo que nos agrada refleja lo que somos en el coraz—n. As’, es el coraz—n, es decir, la naturaleza interior que dirige al hombre, no su voluntad.
La voluntad nunca puede ser libre de la naturaleza interna del ser en la que se encuentra.
Un pato, por ejemplo, puesto entre un estanque de agua y un mont—n de arena siempre escoge el agua. ÀPor que? El pato escoge segœn sus gustos. Tiene libre albedr’o solo dentro de los l’mites de su naturaleza.
Cristo
mismo subray— este principio al decir a los Fariseos,
ÀC—mo podŽis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del coraz—n habla la boca. Mt.12:34
La Biblia ense–a claramente que el coraz—n del hombre lo gobierna. (Mt.12:33-37; 15:18-19 y Pr.4:23) Si el coraz—n es dominado por el pecado, entonces tambiŽn lo es la voluntad.
Una ilustraci—n: El coyote es un animal indomesticable. Por naturaleza siempre quedar‡ silvestre, incluso si es criado por humanos. Sin embargo supongamos, que en el transcurso de una caminata en el bosque, te encuentras con un coyote. Piensas, ÁQuŽ lindo ser’a tener un coyote como mascota! Voy a persuadir al coyote para que venga conmigo. Entonces, te acercas al coyote, y dices: Tendr‡s, mi querido coyote, buena comida en cantidad. Tendr‡s protecci—n del tiempo y de los enemigos. Seremos buenos amigos, y nos divertiremos mucho. Pensando ahora que el coyote ya est‡ persuadido, extiendes tu mano para recogerlo.
ÀQuŽ har‡ el coyote? Siendo la clase de animal que es, obviamente te morder‡.
La pregunta clave es esta: ÀTiene o no tiene el coyote, libre albedr’o?
Esta pregunta es tramposa. No existe respuesta absoluta, porque depende de nuestra perspectiva del libre albedr’o. Si definimos no a la voluntad del coyote como una capacidad de escoger entre ser silvestre y ser domesticado, entonces no tiene libre albedr’o. Si decimos que la voluntad del coyote es la facultad de escoger en base de sus deseos naturales, entonces s’, tiene libre albedr’o.
Esta ilustraci—n nos sugiere una definici—n m‡s realista del libre albedr’o y m‡s de acuerdo con los datos b’blicos: El pecador tiene libre albedr’o dentro de los l’mites de su naturaleza. Si su naturaleza es gobernada por el pecado, siempre escoger‡ el pecado porque el pecado es lo que m‡s le gusta. Para que cambie de mente, es preciso que Dios obre cambios en su naturaleza. Esto estudiaremos posteriormente al tratar el tema del nuevo nacimiento.
Y Žl os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al pr’ncipe de la potestad del aire, el esp’ritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales tambiŽn todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne y de los pensamientos, y Žramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los dem‡s. Ef.2:1-3
El hombre carnal se percibe como pecador, pero no moralmente muerto. Pero la Biblia dice que est‡bamos ...como muertos en delitos y pecados. Sectas que creen en el libre albedr’o moral predican a menudo sobre el pecado como si fuera una enfermedad. Usan ilustraciones en sus predicas sacadas de la medicina. Perciben a los pecadores como gravemente enfermos, pero con cierta capacidad de aceptar la medicina del Evangelio si quieren. Tal concepto es anti-b’blico. La Biblia presenta al pecador como muerto, no como enfermo; totalmente incapacitado, no con algunos restos de poder para escoger.
ÀSon los muertos capaces de resucitarse? La muerte implica la incapacidad total. Pero el orgullo humano no tolera la noticia de esta incapacidad.
Luego, Pablo nos indica que Žramos conformistas. Siguiendo la corriente de este mundo. And‡bamos bajo la ilusi—n de que nuestros pensamientos eran realmente nuestros. Nos imagin‡bamos originales, sin darnos cuenta que Žramos productos t’picos de una sociedad perversa.
Pablo nos revela tambiŽn que Žramos t’teres de un ser maligno....el esp’ritu que ahora opera en los hijos de desobediencia...
Finalmente, Pablo expone que nuestra voluntad no era lo que nos gobernaba, porque ella estaba esclavizada a nuestra carne. ...haciendo la voluntad de la carne.
Otro texto que subraya la incapacidad total humana es Ro.3:9-18. Segœn v.9, todos est‡n bajo pecado. Es decir, est‡n bajo el control y dominio del pecado. El efecto de este dominio se expresa en la descripci—n que sigue:
No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda,
no hay quien busque a Dios....No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera
uno.
Si no hay quien entienda, Àpuede llegar el pecador por si solo a entender el evangelio?... Si nadie busca a Dios, Àtiene el pecador poder para hallarlo?... Si no hay quien hago lo bueno, Àpor quŽ suponer que un pecador es capaz de entregarse a Cristo?... ÀNo es eso lo bueno? Si no hay temor de Dios en ellos, Àde d—nde proviene el deseo para entregarse a El?
Ilustra este
estado de ser el erudito C.S. Lewis,
ÒLos agn—sticos
hablan con agrado acerca de la bœsqueda del hombre a Dios. Para m’, mejor que
hablen de la bœsqueda del rat—n al gato...Dios me atrap— a m’.Ó [1]
Si existe la menor sospecha de que la naturaleza carnal humana tiene alguna capacidad de someterse a Dios, Ro.8:7 es suficiente para descartarla:
Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la Ley de Dios, ni tampoco pueden;
El pecador no entiende ni busca a Dios, Ro.3:11. Su entendimiento est‡ obscurecido (Ef.4:18), no percibe las cosas espirituales y las considera insensatez, (1Cor.2:14). Su mente no puede someterse a Dios (Ro.8:7) y es enemigo de Dios, (Col.1:21), cegado por Satan‡s (2Cor.4:4). Los pensamientos de su coraz—n son malos continuamente, (Ge.6:5).
Su voluntad es controlada por Satan‡s, (Ef.2:3), de manera que no puede arrepentirse sin que Dios le conceda el arrepentimiento, (2Ti.2:26). No puede venir a Cristo sin que Dios lo traiga, (Jn.6:44,65). Est‡ bajo el dominio de Satan‡s, (Col.1:13).
Alguien pregunt— al gran Te—logo San Agust’n, ÀCrees tœ en el libre albedr’o? contest— Agust’n: Áclaro que s’! Sin Cristo estamos totalmente libres de toda justicia.
Es simple. El no las percibe en absoluto, porque los no-regenerados nunca han realizado una buena obra.
ÁImposible!, exclam— un Doctor en uno de mis cursos de Teolog’a. ÁAhora est‡ usted realmente exagerando, profesor! Žl dijo. Yo conozco a muchos no-cristianos buenos quienes proveen para sus familias, dan caridades, sirven a la comunidad. ÀEst‡ usted diciendo que aquellas obras buenas son malas?
Aunque parezca chocante dentro de una cultura humanista moderna, basada en la justicia por las obras, la respuesta a la pregunta del Doctor es un contundente ÁSê!. Las buenas obras de los no-regenerados, incluso las que concuerdan con los mandamientos divinos, son contadas por El como actos pecaminosos. Por dos motivos esto es verdad: Porque estas obras proceden de una fuente corrupta y se practican por motivos impuros.
Primero, el coraz—n no-regenerado est‡ dominado por el pecado, con el YO entronado como la persona central, y su propio beneficio como el valor m‡s alto. Hasta que esta naturaleza haya sido transformada, y el YO destronado, la naturaleza entera del hombre es una fuente corrupta. Por esta raz—n Dios no aceptar‡ nada de tal fuente. Lo que proceda de una fuente corrupta contendr‡ elementos de corrupci—n. Jesœs dice, El ‡rbol malo da frutos malos. Mt. 7:17
No es de extra–arse de lo que dijo
Isa’as, ÀTodas nuestras justicias son como trapos de inmundicia?[2] Coge trapos inmundos, haz una
ropa, y presŽntalo a un pr’ncipe. Mira cuan complacido est‡ Žl. As’ est‡n
haciendo los no-regenerados cuando imaginan que Dios se complace de sus
acciones.
Las obras de uno no son aceptadas hasta que su persona es aceptada. Y esto ocurre œnicamente cuando la persona es justificada por la fe en Cristo.
Segundo, los motivos de los no-regenerados son siempre impuros. ÀC—mo sabemos esto? Porque todo lo que no proviene de fe, es pecado.[3] Y lo que es hecho por otros motivos que no sea la gloria de Dios y sumisi—n a su voluntad es una forma de rebeli—n sutil.
Los no-regenerados nunca son m‡s corruptos que cuando est‡n realizando caridades. La œnica cosa que podr’a ser m‡s pecaminosa ser’a la realizaci—n de actos religiosos. Tales obras sirven para convencerse que son b‡sicamente buenas personas, y que seguramente Dios est‡ contento con ellos.
Si fueran motivados a agradar a Dios y a someterse a su voluntad, har’an la primera cosa que El requiere: Arrepentirse, someterse a la autoridad de su Palabra y al Se–or’o de su Hijo.
ÀQuŽ debemos hacer para poner en
pr‡ctica las obras de Dios?, preguntaron los
Ap—stoles. Jesœs respondi—, Cre‡is en
el que El ha enviado. [4] Este tŽrmino cre‡is implica algo m‡s profundo que el realizar una
obra. Esto sugiere la creencia personal en Cristo que conduce a una obediencia
que destrona el YO. Esto coloca a Jesœs como la persona central en la vida de
una persona, su voluntad como el valor m‡s elevado.
En realidad, los no-salvos hacen obras buenas y actos religiosos como substitutos para la sumisi—n, antes que como se–ales de la auto abnegaci—n de un coraz—n purificado. El yo permanece entronado.
ÀNo era este el problema de los Fariseos? ÀNo dijo Jesœs que las prostitutas y los ladrones estaban m‡s cerca del reino de Dios que ellos? ÀEra esto solamente una exageraci—n poŽtica?
Muchas de las obras de los Fariseos estaban de acuerdo con la Ley Divina. De hecho, la obediencia a la Ley era el enfoque del movimiento Farisaico. ÀEn quŽ sentido eran, pues, las obras de los Fariseos peores a las de la prostituci—n y al robo? El autoenga–o en una obra que procede de un coraz—n corrupto y con motivos impuros transforma cualquier obra, por buena que sea, en una obra peor que las mencionadas.
No es de extra–arse que Pablo, al hablar de la humanidad no-regenerada, tanto a Jud’os como a gentiles, dijo, ...no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. [5]
ÀEs esta alguna doctrina nueva, reciŽn inventada? N—tese que un documento evangŽlico antiguo, escrito en 1648, la Confesi—n de Westminster, dice:
ÒLas obras
hechas por hombres no-regenerados, aun cuando por su esencia puedan ser cosas
que Dios ordena, y de utilidad tanto para ellos como para otros, sin embargo,
porque proceden de un coraz—n no purificado por la fe y no son hechas en la
manera correcta de acuerdo con la Palabra, ni para un fin correcto, (la gloria
de Dios); por lo tanto son pecaminosas, y no pueden agradar a Dios ni hacer a
un hombre digno de recibir la gracia de parte de Dios. Y a pesar de esto el
descuido de las obras por parte de los no-regenerados es m‡s pecaminoso y
desagradable a Dios.Ó[6]
Dios requiere que los no-regenerados hagan obras buenas. Pero al hacerlas, cometen pecado. Si ellos no las hacen, estas omisiones son aœn m‡s pecaminosas. El hombre no contribuye con nada para su salvaci—n, solo para su condenaci—n.
Nada menos que el milagro maravilloso de la regeneraci—n basta para cambiar esta situaci—n.
Pregunta 1: ÀC—mo puede Dios hacernos responsables de hacer lo bueno si no podemos hacerlo? ÀC—mo puede Dios condenarnos por practicar el pecado si uno no puede hacer otra cosa?
Usemos un ejemplo para ilustrar:
Ponga una Biblia a un extremo de una mesa larga y una botella de vino al otro extremo. Luego, tome a un borracho y siŽntelo entre la Biblia y el vino, diciŽndole que tiene toda libertad para escoger lo que quiere. Aparte de toda otra influencia o persuasi—n ÀquŽ escoger‡ el borracho? Obviamente escoger‡ el vino, porque as’ es su naturaleza. El tiene la libertad de escoger el vino, y la responsabilidad de escoger la Biblia. Pero le falta la capacidad para escoger la Biblia. El tiene la libertad de escoger lo que quiere. Pero lo que quiere se determina por su naturaleza interna.
Se puede interpretar mal ciertos textos b’blicos por confundir la diferencia entre libertad y capacidad. Tales textos manifiestan lo que el hombre debe hacer, no lo que puede hacer.
El pecador nunca est‡ libre de su responsabilidad para obedecerle a Dios. El bosquejo abajo muestra esta paradoja entre la responsabilidad del hombre y su incapacidad.
Responsabilidad versus Incapacidad
Venir a Cristo: Mt.11:29 — Nadie puede venir: Jn.6:44
Arrepentirse: Hch.3:19 — Arrepentirse es concedido por Dios: I1Tim.2:25
Creer: Jn.3:16 — Creer es concedido por Dios: Fil.1:29
Guardar La Ley: Ro.2:13 — Nadie puede guardar la Ley: Ro.8:4
La incapacidad total del hombre no le libra de su responsabilidad. DespuŽs de todo, no es culpa de Dios que el hombre peque. El pecado del hombre no Le quita a Dios su propia santidad, ni tampoco su derecho de mandar lo que es justo.
No son fuerzas exteriores al
hombre que le obligan a pecar, sino una fuerza interior; su propia
naturaleza pecaminosa.
Peor aœn es afirmar la neutralidad moral
de la voluntad. Si es que ella flotara independiente de nuestro, libre estado
moral natural, ÀEn quŽ sentido, pues, ser’a nuestra
voluntad? ÀC—mo podr’amos estar bajo la obligaci—n de dar cuentas por lo que
nuestra voluntad decide, si fuera independiente de lo que somos?
La Biblia presenta que la voluntad humana es una extensi—n del car‡cter de la persona. Cuando no existe regeneraci—n, uno rechaza a Cristo hasta que Dios lo cambia.
Finalmente, la base b’blica de nuestra responsabilidad ante Dios no es nuestra capacidad, sino nuestro conocimiento. Se ve esto en Romanos 1:18-20. El pecador sabe ciertas cosas por revelaci—n en la naturaleza. Pero no busca a Dios porque a Žl le gusta el pecado.
Pregunta 2: En el primer cap’tulo, Soberan’a Absoluta Divina, se expres— que Dios est‡ en control de todo, hasta de la misma voluntad humana. ÀNo hace esto del hombre un t’tere? No est‡n en conflicto estas dos doctrinas, la soberan’a de Dios y la responsabilidad humana?
Es verdad que existe una tensi—n filos—fica entre estos dos aspectos de la teolog’a b’blica. Es una de las materias m‡s profundas que se puedan discutir. Se entiende mejor, sin embargo, cuando consideramos que el control que Dios ejerce es normalmente indirecto, a travŽs de la misma naturaleza humana. Ya que la persona escoge lo que est‡ de acuerdo con su propia naturaleza, Dios tiene que cambiar esa naturaleza a fin de que la persona sea motivada a escoger la salvaci—n.
De esta manera, la voluntad de la persona escoge libremente, de acuerdo con la revelaci—n que Dios le da. Dios se conserva soberano sin forzar a la persona en contra de su voluntad. En el caso de algunos, Dios los deja en el camino que ellos mismos han escogido.
Si el pecador no tiene ninguna motivaci—n en s’ mismo de arrepentirse y escoger a Cristo, Àc—mo es que algunos se convierten y otros no? Esta pregunta se resuelve cuando consideramos el orden de eventos en el nuevo nacimiento.
Existen dos puntos de vista respecto a lo que pasa en el nuevo nacimiento:
Primero, un punto de vista dice que el
pecador hace una decisi—n para creer en Cristo, esto resulta en nacer de nuevo.
El pecador produce fe en s’ mismo por un acto de su libre albedr’o. Dios
responde a ese acto, concediŽndole la gracia y le hace nacer de nuevo. As’, el
pecador mismo inicia el proceso. Dios es pasivo, esperando la iniciativa
humana. La fe produce el nuevo nacimiento, de manera que el pecador contribuye
a su salvaci—n en forma de fe y obediencia. (Este punto de vista es cre’do por
la rama Arminiana entre los evangŽlicos.
Segundo, otro punto de vista dice que el
pecador est‡ muerto en pecado por lo tanto, incapaz de creer. Dios, pues, por
un acto soberano suyo, hace nacer de nuevo a los que El ya hab’a escogido para
la salvaci—n antes de la creaci—n del mundo. El pecador es totalmente pasivo en
el acto de nacer de nuevo. Dios es el que lo inicia. Al nacer de nuevo, el
pecador tiene una nueva naturaleza, percibe las cosas divinas, y pone su fe en
Cristo. As’, el nacer de nuevo produce la fe, no viceversa. La fe y la
obediencia, son resultados del nuevo nacimiento y no sus causas. El pecador no
contribuye en nada a su salvaci—n.
Este œltimo punto de vista es cre’do por la rama Reformada entre los evangŽlicos.
ÀCu‡l de estas dos posiciones es b’blica?
Al examinar los textos b’blicos relativos al nacer de nuevo, podemos comparar
entre causa y efecto. ÀEs nuestra obediencia la causa de nacer de nuevo? O, Àes
el nacer de nuevo la causa de nuestra obediencia?
Nacer de nuevo—Ver el reino de Dios Jn.3:3
Dios dar‡ coraz—n—Para que Le conozcan Jer.24:7
Dios confirmar‡—Perdonar‡ los pecados Ez. 16:62,63
Dios dar‡ un coraz—n nuevo —Obediencia Ez. 36:26, 27
El, de su voluntad—Primicias de sus criaturas Sant.1:18
Escogido por Dios—Atra’do a El Sal.65:4
Si aœn queda duda de que el punto de vista Reformado sea el correcto, lea Jn.1:13,
los cuales no son engendrados de sangre,
ni de la voluntad de carne, ni de la voluntad de var—n, sino de Dios.
Existe otra manera de entender que nacer de nuevo es un acto soberano divino, contestando la pregunta, ÀDe d—nde proviene la fe salvadora? ÀProviene del libre albedr’o del hombre?, Ào es una obra de la gracia de Dios? Note el juego de causas y efectos en el bosque siguiente:
los que fueron ordenados para vida eterna, creyeron. Hch.13:48
por la gracia hab’an cre’do. Hch.18:27
Jesœs, el Autor y consumador de la fe. Heb.12:2
por gracia sois salvos por medio de la fe Ef.2:8
concedido a causa de Cristo creer en El. Fil.1:29
dado por mi Padre venir a M’. Jn.6:65
ÀJuega algœn papel la voluntad humana en la salvaci—n? ÀQueda inerte la voluntad antes, durante y despuŽs de la conversi—n? ÀEs nuestra voluntad un t’tere inconsciente manipulado por un maestro de t’teres celestial? ÁDe ninguna manera!
Cuando se cambian nuestras percepciones, se conforman entonces las otras facultades. Al ver el Reino de Dios por la iluminaci—n de la regeneraci—n, entonces la conversi—n llega a ser inevitable. Dios nos revela a Cristo tan atrayente, que su Persona misma llega a ser irresistible. Lo irresistible de la gracia consiste m‡s en esta percepci—n, que en la dominaci—n forzada de una voluntad humana resistente. Cristo es demasiado excelente para resistir cuando se revela como El es. Esa iluminaci—n no transgrede ningœn aspecto de la libertad del hombre, ni hace injusticia a los que se niegan a mirarlo.
El motivo por el cual Dios concede esta iluminaci—n a algunos y no a otros no, es un misterio escondido en la eternidad.
Las palabras de los Art’culos de Dort, un documento reformado escrito en 1618, lo expresa con claridad y belleza:
Òƒl abre
el coraz—n que est‡ cerrado; El quebranta lo que es duro;...Žl infunde en la
voluntad propiedades nuevas, y hace que esa voluntad, que estaba muerta,
reviva; que era mala, se haga buena; que no quer’a, ahora quiera realmente; que
era rebelde, se haga obediente; Žl mueve y fortalece de tal manera esa voluntad
para que pueda, cual ‡rbol bueno, llevar frutos de buenas obras.Ó[7]
El orden correcto de los eventos en la salvaci—n es:
Nacer de nuevo - Fe - Justificaci—n
La fe salvadora es obsequio divino, no fruto del libre albedr’o humano. Nacer de nuevo es acto soberano de Dios. El pecador no se convierte a s’ mismo.
La idea del libre albedr’o neutral es como una mala hierba en el jard’n. Justo al momento que se la cree desarraigada, brota otra vez. De todas las ideas err—neas respecto a la salvaci—n, esta es la m‡s dif’cil de arrancar de los cristianos. En la ense–anza de la gracia, siempre habr‡ m‡s resistencia respecto a la Incapacidad Total Humana que cualquier otra de las doctrinas de la gracia, porque el hombre carnal insiste en a–adir algo a la salvaci—n.
En la ense–anza de la incapacidad total humana, es aconsejable repetir constantemente lo que no se est‡ diciendo. Esto ayuda a evitar malentendidos, aunque nunca ser‡n evitados por completo. Por ejemplo, vale decir:
á No estamos afirmado que el hombre carece de voluntad. S’ tiene; pero su voluntad est‡ esclavizada. El hombre es responsable por sus acciones, aunque le falta fuerza para cumplir con su responsabilidad a causa del poder del pecado. Dios nos manda a hacer lo justo porque El es santo, no porque somos capaces de obedecerle.
á No estamos diciendo que el pecador no tiene permiso para escoger la salvaci—n; solo que no puede hacerlo sin la gracia de Dios.
Como pastor, te costar‡ aclarar esto de la incapacidad del hombre a tu congregaci—n. Pero vale la pena insistir. Dios usar‡ tus ense–anzas para revelar a algunos lo que es la gracia de Dios en verdad. Les dar‡s as’ una preciosa joya que les enriquecer‡ toda la vida.
Los estudiantes generalmente suponen que me entendieron mal cuando oyen que una comprensi—n de su incapacidad total es una de las bendiciones m‡s grandes que se puede experimentar. Aunque se habitœan a mis paradojas, esta siempre les sorprende. Por lo menos les capta la atenci—n, y les prepara para la cita siguiente del gran Reformador Mart’n Lutero:
Del Consuelo de Saber Que la Salvaci—n No Depende del ÔLibre Albedr’oÕ
ÒYo confieso francamente que, de mi parte, incluso
si fuera posible, no querr’a que me sea dado el libre albedr’o ni cosa cualquiera
dejada a mis propias manos para capacitarme para trabajar para la salvaci—n; no
solamente porque frente a tantos peligros, y adversarios, y asaltos de
demonios, no podr’a aguantar y sostener mi Libre Albedr’o. (porque un s—lo
demonio es m‡s fuerte que todos los hombres, y bajo tales condiciones ningœn
hombre podr’a salvarse); pero a causa de que, incluso si no fueran peligrosos,
sean adversarios o diablos, estar’a todav’a esforzado a trabajar sin ninguna
garant’a de Žxito, y golpear el aire en vano.
Si yo viviera y trabajara hasta toda la eternidad,
mi conciencia nunca alcanzar’a una certeza reconfortante sobre la cuesti—n de
cu‡nto falta para satisfacerle a Dios. En cualquier obra que haya cumplido,
quedar’a todav’a una duda persistente si Dios estaba complacido, o si requer’a
otra cosa. La experiencia de todos los que buscan justicia por obras comprueba
esto; y yo mismo lo aprend’ suficientemente bien por un per’odo de muchos a–os,
para mi propia gran desgracia. Pero, ya que Dios ha quitado mi salvaci—n del
control de mi propia voluntad, y la ha puesto bajo el control de la Suya, y
prometi— salvarme, no segœn mis esfuerzos, pero segœn su propia gracia y
misericordia, yo tengo la certeza c—moda que El es fiel y no me mentir‡, y que
El es tambiŽn grande y poderoso de manera que ningœn demonio ni oposici—n le
puede derrotar a Žl o quitarme de Žl. Nadie, El dice, las arrebatar‡ de mi
mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos. Jn.10:28-29. As’ es que, si no todos, sin embargo
algunos, en realidad muchos, son salvos; pero en cambio, por el poder del libre
albedr’o ninguno podr’a ser salvo, pues todos perecer’amos.
Adem‡s, tengo la certeza reconfortante de que yo
agrado a Dios, no por causa del mŽrito de mis obras, sino por raz—n de su favor
misericordioso que me prometi—; a fin de que, si trabajo demasiado poco o malo,
no me lo atribuye a m’, sino con compasi—n paternal me perdona y me hace mejor.
Para todos los santos eso es gloriarse en su Dios.Ó [8]
Tales vers’culos pueden ser puestos en las siguientes categor’as:
Vers’culos que demuestran que el hombre escoge el pecado
Se supone por esto que si puede escoger el pecado, debe tener la capacidad tambiŽn de escoger la justicia. Pero esto es il—gico. Ser’a igual que decir que un tronco de ‡rbol tiene poder de flotar r’o arriba solo porque puede flotar r’o abajo. Insistir en que el hombre tiene el poder para escoger lo malo no es una evidencia de que pueda escoger lo bueno.
Se citan a menudo vers’culos del Antiguo
Testamento en que Dios manda que los Jud’os escojan lo bueno. ...os he puesto delante la vida y la
muerte...escoge, pues la vida... Deut.30:19
...escogeos hoy a quiŽn sirv‡is. Jos.24:15
Es il—gico suponer que un mandamiento para hacer una cosa compruebe la capacidad para hacerla. Dios mand— a Israel a que guardara su Ley. ÀAcaso eso es evidencia de que el hombre puede guardar la Ley? Claro que no. El Nuevo Testamento nos indica que nadie puede guardar la Ley. Ella fue dada, en realidad, para revelar lo que el hombre no puede hacer. ÀPara quŽ, entonces, sacar vers’culos de la Ley a fin de comprobar el libre albedr’o neutral?
Dios nos manda, sean perfectos. ÀAcaso eso comprueba que tenemos el poder para ser perfectos sin Dios y sin gracia? ÀPor quŽ, pues, imaginar que el hombre no convertido tiene la capacidad de escoger lo bueno? ÀPorque eso le fue mandado? Dios nos manda lo bueno porque no hay otra cosa que pueda mandar. Siendo bueno, no podr’a mandarnos a hacer lo malo. Dios nos manda a hacer lo justo solo porque Žl es justo, no porque somos capaces de hacerlo.
No negamos que el hombre es responsable por su conducta. Solo negamos que la responsabilidad implique capacidad.
La œnica clase de vers’culos que podr’an refutar la doctrina de la incapacidad total humana, ser’an los que dicen que el hombre pecador, sin Dios y sin su gracia, puede convertirse. Pero tales vers’culos, no existen. Mandamientos y exhortaciones, ejemplos de pecadores escogiendo lo malo y explicaciones de nuestra responsabilidad, no tienen nada que ver con la cuesti—n.
Preguntas
para repasar: Incapacidad total humana
1. Un mito popular entre la humanidad es ______________.
2. Este mito es la base de toda ________y toda distorsi—n del _________________.
3. Verdadero o Falso:_____ Todas las partes del pecador son dominadas por el pecado excepto su voluntad.
4. Verdadero o Falso:______ La voluntad humana, por s’ sola, nunca puede desear la salvaci—n sin una obra de gracia.
5. Verdadero o Falso:______ El nuevo nacimiento es un acto soberano de Dios en que el pecador es enteramente pasivo.
6. El mito que estamos refutando en este cap’tulo se llama__________________.
7. La definici—n de la gracia se aclara cuando un cristiano se da cuenta de que ____________________________.
8. Verdadero o Falso:______ La salvaci—n es una obra mutua entre Dios y el hombre.
9. ÀEn quŽ formas le ayuda al cristiano entender la doctrina de la incapacidad total?
10. ÀQuŽ le paso a Ad‡n cuando cay— en pecado?
11. La culpa del pecado de Ad‡n se atribuye a quienes?
12. ÀCu‡l de las frases siguientes es la m‡s correcta segœn nuestro entendimiento de la ca’da de Ad‡n?
A. Pecamos porque somos pecadores.
B. Somos pecadores porque pecamos.
13. ÀCu‡l de estas partes del ser humano determina lo que va a decidir?
A. Su voluntad
B. Su naturaleza/coraz—n
C. Su sangre
14. ÀCu‡l de estas dos frases es correcta?
A. El coraz—n gobierna la voluntad.
B. La voluntad gobierna el coraz—n.
15. Verdadero o Falso:______ El pecador est‡ espiritualmente enfermo, pero no espiritualmente muerto.
16. Los que rechazan la doctrina de la Incapacidad Total Humana est‡n confundidos respecto a la diferencia entre la _______________de escoger y la ________________ de escoger.
17. (Marque la frase correcta): La frase libertad de escoger quiere decir que:
A. El pecador tiene el poder para escoger lo bueno.
B. No hay obligaci—n fuera de su propia naturaleza que le obliga a escoger.
C. Que Dios le obliga a escoger lo malo.
18. Explique en sus propias palabras, Àpor quŽ los vers’culos de las siguientes categor’as no son v‡lidos como evidencias de que la voluntad humana es libre para escoger la salvaci—n sin la gracia?
A. Vers’culos que demuestran que el
hombre escoge el pecado.
B. Exhortaciones y mandamientos para escoger
lo bueno.
C. Vers’culos que demuestran que el
hombre es responsable por sus acciones
19. La base
b’blica de la responsabilidad es el ______________________.
20. ÀCu‡l de las siguientes ramas de la cristiandad
no ense–a que el nacer de nuevos frutos de una decisi—n de la voluntad humana?
A. Arminiana
B. Reformada
C. Cat—lica
Respuestas
a las preguntas: Incapacidad total humana
1=El libre
albedr’o moral; 2=Religi—n falsa, Evangelio; 3=F; 4=V; 5=V; 6=El libre
albedr’o; 7=No se convirti— a s’ mismo; 8=F; 9=A. Destruye el orgullo, B. Da
seguridad; 10=Todo su ser se hizo esclavo al pecado; 11=Su descendencia; 12=A;
13=B; 14=A; 15=F; 16=Responsabilidad, Capacidad; 17=B; 18=(Ver el texto);
19=Conocimiento; 20=B
El grito de guerra de la Reforma, justificaci—n por la fe, reson— por toda Europa en el Siglo 16. Miles entregaron sus vidas en lugar de renunciar a esta doctrina. Se desataron guerras en varios pa’ses de Europa. ÀPor quŽ tanta controversia? Porque esta doctrina representaba una denuncia de lo que se ense–aba en aquel entonces sobre la salvaci—n.
A fines del Siglo DiecisŽis en Alemania, un sacerdote cat—lico llamado Mart’n Lutero, leyendo la Biblia, se dio cuenta que Ro. 1:17 declara lo siguiente: El justo por la fe vivir‡. Dios ilumin— su coraz—n por medio de este texto. Comprendi— entonces que los mŽritos humanos no ten’an nada que ver con la salvaci—n.
Pasmado por esta revelaci—n, continu— sus estudios en Romanos y lleg— a entender esta importante doctrina de gracia. Con esto comenz— el redescubrimiento de la teolog’a de la Biblia que se conoce hoy en d’a como la Reforma.
ÀPara quŽ sirve entender esta doctrina?
Primero: Nos libera de temores e inseguridades respecto de nuestra relaci—n con Dios. Cuando vemos que nuestra aceptaci—n con Dios est‡ basada en la justicia de Cristo, y no en la nuestra propia, experimentamos un profundo alivio emocional.
Segundo: Nos ayuda en la oraci—n, ya que nos damos cuenta de que las respuestas a nuestras plegarias no dependen de nuestros mŽritos.
Tercero: Nos ayuda a evitar toda clase de legalismo, al entender que nuestra justicia es un hecho cumplido interiormente y que no consiste en pr‡cticas exteriores.
La justificaci—n es una declaraci—n legal hecha por Dios, de que una persona es justa respecto a la Ley Divina, a causa de la justicia perfecta de Cristo, concedida a la persona por medio de la fe en Cristo.
Un mŽdico dijo que la manera mejor de entender lo que es una buena salud, es estudiar la enfermedad. Igual sucede con esa doctrina. Una buena manera de entender lo que es la justificaci—n es estudiar lo que no es.
La justificaci—n no se refiere al proceso de crecimiento espiritual en la vida cristiana. Esta œltima se llama santificaci—n. La justificaci—n es cuesti—n de nuestra aceptaci—n legal por el Padre, frente a la Ley divina. Un error comœn entre los cristianos en el estudio de la justificaci—n, es el imaginar que la justificaci—n quiere decir ser hecho justo. M‡s bien, significa declarado justo.
Tampoco es una recompensa por nuestra fe. Como ya comprobamos en la secci—n anterior bajo el nuevo nacimiento, la fe salvadora es una obra de la gracia divina. Aunque Dios requiere la fe como condici—n de La justificaci—n, no debemos suponer por eso que la justificaci—n es una recompensa por nuestra fe, puesto que es Dios mismo quien nos la da, por medio de la regeneraci—n.
Tampoco afirmamos que la fe reemplaza a la Ley Moral Divina. Esta Ley, representada por los Diez Mandamientos, forma parte de un pacto eterno y no puede ser reemplazada. Algunos acusaron a los reformadores de ense–ar que si tenemos fe, no tenemos que hacer buenas obras. La realidad del asunto es que las obras de los pecadores no son v‡lidas para su salvaci—n porque provienen de una fuente corrupta. Las obras no son aceptadas si la persona no es aceptada primeramente. Y la persona ser‡ aceptada solamente si es justificada por la fe.
La fe no reemplaza a la Ley Moral, porque los Diez Mandamientos forman parte de un pacto eterno y siempre est‡n vigentes. La idea b‡sica en la justificaci—n, no es c—mo ser salvo sin la Ley, sino c—mo la justicia perfecta de la Ley puede ser atribuida a nuestra cuenta. Segœn la Biblia, se cumple esto por medio de la fe en Cristo, quien es nuestro sustituto bajo la Ley.
Por medio de las siguientes preguntas vamos a llegar a un entendimiento completo de la definici—n anterior:
Ro.8:4...para que la justicia de la Ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Esp’ritu.
Estas palabras son claras. Dios exige que la justicia de la Ley Moral sea cumplida en nosotros. Sobre este punto muchos cristianos se equivocan. Leen vers’culos que afirman que no estamos bajo la Ley, y que no somos justificados por ella. De esto sacan la conclusi—n il—gica de que la Ley no cuenta para nada, y de que Dios no exige la justicia que ella representa.
Los Jud’os entendieron bien que la Ley representaba la justicia de Dios. Por eso, ellos supon’an que la justificaci—n proven’a de la obediencia a la Ley. Erraban porque nadie pod’a guardar la Ley. San Pablo nos muestra que la justicia que la Ley representa, viene a nosotros por medio de la fe en Jesucristo, como un don gratuito de Dios. Pero cuidado. Es tambiŽn un error suponer que por eso Dios no requiere la justicia de la Ley en el creyente.
Nosotros y los Jud’os estamos de acuerdo sobre este punto esencial, ...Dios requiere de nosotros la justicia de la Ley. En lo que diferimos de los Jud’os es en el mŽtodo de obtener esta justicia. Ellos creen que se obtiene guardando la Ley. Nosotros creemos que se obtiene como un don gratuito de Dios por la fe en Cristo.
Es esencial entender que no se anula la Ley en todo sentido. Es abrogada solamente como medio de la justificaci—n. Sigue en vigor en el sentido siguiente:
La Ley sirve todav’a como definici—n de ciertas palabras b’blicas, como justicia y pecado. Dice 1Jn.3:4, pues el pecado es infracci—n de la Ley. L—gicamente, la palabra pecado no tendr’a significado si no fuera por la Ley. TambiŽn Pablo dice en Ro.5:13, donde no hay Ley, no se inculpa de pecado. Y, porque por medio de la Ley es el conocimiento del pecado. (Ro.3:20) La Ley sirve como norma de la justicia. Sin la Ley, no habr’a pecado, y nadie podr’a ser condenado.
El problema con las exigencias divinas respecto a la Ley, es que nadie puede cumplir con ellas. Como dijo Pablo, Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la Ley de Dios, ni tampoco pueden. (Ro.8:7) Con esto, llegamos a la segunda pregunta:
Aqu’ entra uno de los principios b’blicos m‡s importantes: la Sustituci—n de Cristo. Jesucristo fue nuestro sustituto frente a la Ley. Cristo cumpli— la Ley en nuestro lugar en dos sentidos. Primero, vivi— una vida perfecta bajo la Ley, cumpliendo as’ con todas sus exigencias. Ro. 3:21-26 Segundo, Cristo acept— en su cuerpo la pena que la Ley requiere para los transgresores, la muerte.
Pablo revel— eso en Gal.4:5-6:
Dios envi— a Su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la Ley, para que redimiese a los que estaban bajo la Ley, a fin de que recibiŽsemos la adopci—n de hijos.
Vemos entonces por quŽ Pablo dice en Ro.3:31, Luego por la fe invalidamos la Ley? De ninguna manera, sino que confirmamos la Ley. La muerte de Cristo era necesaria precisamente porque la Ley Moral siempre est‡ en vigor. Si la Ley no valiera nada, no habr’a pecadores...y Cristo no hubiese venido a morir. La fe, pues, no es un sustituto para la justicia de la Ley. Mas bien, la fe es la œnica manera en que podemos recibir esa justicia.
En realidad, Pablo nos asegura que la Ley misma servir’a como medida de justificaci—n si el hombre pudiera guardarla. porque no son los oidores de la Ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la Ley ser‡n justificados. Ro. 2:13. Punto clave: La gracia no consiste en que Dios haya cambiado las condiciones de la salvaci—n de algo que el hombre no pod’a hacer, guardar la Ley, a algo que puede hacer, poner fe en Cristo. La fe, como ya vimos en la secci—n anterior, es un don de Dios, no algo que el hombre suscite por su propia voluntad. El pecador nunca ha tenido la capacidad de creer, ni tampoco capacidad para guardar la Ley.
A riesgo de ser malentendido, contestamos no a esta pregunta. La fe no es la base de nuestra justificaci—n. La justicia perfecta de Cristo lo es. La fe es simplemente el medio necesaria para recibirla.
Tomemos como ilustraci—n el proceso de poner los cimientos para un edificio. El encofrado nos representa a nosotros. El cemento representa la justicia perfecta de Cristo. El conducto representa la fe por la cual el cemento se derrama en el encofrado. El encofrado, antes de recibir el cemento, est‡ vac’o. Es igual a nosotros, antes de aceptar a Cristo. Est‡bamos vac’os de toda justicia. No ten’amos nada. Pero Dios instal— el conducto, es decir la fe. Por medio de la fe, Dios derram— en nosotros el cemento, es decir la justicia perfecta de Cristo, y eso forma la base s—lida sobre la cual construimos la casa de nuestra vida.
Tenemos que distinguir aqu’ la diferencia entre la justificaci—n y la Santificaci—n. La santificaci—n es como la construcci—n de la casa despuŽs de poner el fundamento. Es un proceso que dura toda la vida y var’a entre los cristianos. Pero la justificaci—n no es un proceso. Es un acto divino hecho una sola vez y para siempre en el creyente al momento de su conversi—n a Cristo, y nunca puede cambiar ni variar. Esto es obvio, porque la justicia perfecta de Cristo, que forma la base de la justificaci—n, no puede cambiar. La santificaci—n significa ser hecho justo; es decir, nuestra pr‡ctica cotidiana de la vida cristiana. La justificaci—n en cambio, significa ser declarado justo; es decir, frente a las exigencias de la Ley.
Al analizarlo, se puede ver f‡cilmente por quŽ algunos cristianos sienten inseguridad respecto a su aceptaci—n frente a Dios. Es porque confunden la diferencia entre la Santificaci—n y la justificaci—n. Imaginan que su aceptaci—n con Dios se basa en su nivel de Santificaci—n. As’, experimentan inestabilidad emocional porque la Santificaci—n es variable.
Es igual con el concepto de que el cristiano puede perder una y otra vez la salvaci—n. Este concepto basa la salvaci—n sobre el grado de Santificaci—n del creyente y no en la justificaci—n, como la Biblia ense–a. Sobre tal base, es imposible tener la seguridad de la salvaci—n en esta vida, porque el fundamento es variable y relativo.
De acuerdo con la ense–anza de Pablo, Dr. Carlos Dodge se–ala,
ÒFue porque Ad‡n era el representante de su raza que
su pecado es la base judicial para la condenaci—n de ellos; y es debido a que
Cristo es el representante de su pueblo, que su justicia es la base judicial de
la justificaci—n de los creyentes.Ó
[9]
La justificaci—n es un acto absoluto e invariable. Por eso un gran Ap—stol no es m‡s justificado que un reciŽn nacido en Cristo. Claro, habr‡ una diferencia enorme entre ellos en el grado de santificaci—n. Pero no en justificaci—n. En el cielo no seremos m‡s justificados que ahora. M‡s santificados, s’. Pero no m‡s justificados.
Todo el cap’tulo cuatro de Romanos fue
escrito para ilustrar c—mo la justicia perfecta de Cristo nos es contada a
nosotros. Pablo usa a Abraham para esta ilustraci—n. Abraham vivi— m‡s de
cuatrocientos a–os antes de la Ley de MoisŽs. No ten’a la Ley de Dios escrita.
Lo œnico que ten’a era la fe. Y Pablo dice, Crey— Abraham a Dios y le fue
contado por justicia. Romanos 4:3.
Eso no quiere decir que su fe fue contada en lugar de la justicia. Solamente que la fe fue el medio que Dios us— para justificarle. La palabra por usada aqu’, es una palabra dif’cil de traducir del griego. Su sentido es en vista de. No significa que Dios acept— su fe como base de la justicia, sino como medio para recibir la justicia.
Y a los que predestin—, a estos tambiŽn llam—; y a los que llam—, a estos tambiŽn justific—; y a los que justific—, a estos tambiŽn glorific—. Ro.8:30
La justificaci—n por la fe est‡ reservada para los predestinados, a los que Dios escogi— para la salvaci—n antes de la fundaci—n del mundo. La glorificaci—n de estos es inevitable.
ÀQuiŽn acusar‡ a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. Ro.8:33
Dios no acepta acusaciones de pecado en contra de su pueblo escogido y justificado. ÀPor quŽ no? Porque Cristo les ha prestado su justicia. Y la justicia perfecta de Cristo no cambia jam‡s. Si se pudiera perder la justificaci—n, tendr’a que ser por otras causas, pero no por ser pecador. Pablo dice claramente que Dios no acepta acusaciones de pecado en contra de sus elegidos. Pablo nunca dijo que los cristianos no tienen pecados, solamente que los rastros de corrupci—n que quedan en nosotros han dejado de ser causa de condenaci—n.
De la misma forma en que Abraham lleg— a ser amigo de Dios....justificaci—n por la fe solamente.
Preguntas
para repasar: Justificaci—n por la fe
1. Verdadero o Falso: _____Dios requiere que la justicia de la Ley sea cumplida en nosotros.
2. Verdadero o Falso: _____La fe es la base de nuestra justificaci—n.
3. Verdadero o Falso: _____Dios acepta la fe en Cristo como sustituto para la justicia.
4. Verdadero o Falso: _____La palabra justificaci—n quiere decir ser hecho justo.
5. Verdadero o Falso: _____La justificaci—n es algo que Dios cumple en nosotros cuando recibimos a Cristo y nunca cambia.
6. Verdadero o Falso: _____La justificaci—n es un proceso.
7. Verdadero o Falso: _____La santificaci—n es un proceso.
8. Verdadero o Falso: _____La santificaci—n es s—lo una doctrina te—rica no m‡s, y no tiene aplicaciones pr‡cticas en la vida del creyente.
9. Verdadero o Falso: _____Ya que somos justificados por la fe, la Ley no sirve para nada.
10. Verdadero o Falso: _____Era la intenci—n de Dios de que la justificaci—n fuera para toda la humanidad.
11. El grito de guerra de la Reforma fue, _______________.
12. El sacerdote cat—lico del Siglo 16 que descubri— en la Biblia la justificaci—n por la fe, se llamaba, ________________________.
13. La doctrina de la justificaci—n por la fe sirve para:
A. _________________________
B. _________________________
C. _________________________
14. Cristo era nuestro sustituto bajo la Ley en dos sentidos: En su ________ y en su __________.
15. Verdadero o Falso: _______Es posible que un creyente pierda la justificaci—n.
16. Verdadero o Falso: _______Dios no acepta acusaciones en contra de su pueblo escogido y justificado.
17. ÀC—mo se caracterizan los justificados?
Respuestas
a las preguntas: Justificaci—n
1=V; 2=F; 3=F; 4=F; 5=V; 6=F; 7=V; 8=F; 9=F; 10=F; 11=Justificaci—n por la fe 12=Mart’n Lutero; 13=Nos libera de temores, nos ayuda en oraci—n, nos ayuda a evitar legalismo; 14=Vida, muerte; 15=F; 16=V; 17=Una vida recta
Un cuento:
En una ciudad lejana, viv’a un hombre de raras combinaciones. Era un famoso escultor y practicaba tambiŽn las artes marciales. Es preciso mencionar que tanto en la una como en la otra aptitud, era un verdadero maestro.
Lastimosamente, varios de sus amigos no lo entend’an. Algunos cre’an que para ser escultor se necesitaba un car‡cter dulce y manso. El resto pensaba que un karateka deb’a ser un hombre duro y violento y le ten’an miedo.
Invit— entonces a todos sus amigos. Quer’a que ellos observaran sus dos habilidades.
Antes de que los amigos llegaran a la reuni—n, el hombre tom— una masa de barro y la dividi— en dos partes. Con el primer pedazo molde— una hermosa escultura. Se trataba de un conjunto de personas, animales y flores en un gran bosque. Pint— la obra de arte y la fragu— en el horno. Con el otro trozo de barro, construy— un bloque sin forma y tambiŽn lo coci—.
Los amigos llegaron el d’a acordado y Žl decidi— sacar primero la escultura.
- ÁQuŽ sensible y dulce eres! ÁTu obra es muy fina!- exclamaron maravillados los presentes.
Dijo el maestro, -ÁGracias por sus halagos! Pero en realidad no solamente me dedico a la escultura-. La contestaci—n del artista dej— perplejos a muchos de sus amigos. Se dirigi— a su taller y carg—, hasta el lugar donde la gente se hab’a agrupado, el gran pedazo de barro cocido.
- Existen otras artes que no requieren sensibilidad- dijo con voz muy profunda. DespuŽs de breves segundos, lanz— un grito y con su mano extendida rompi— de un solo golpe todo el bloque solidificado.
Aquellos que asistieron, se dieron cuenta de lo que el maestro les comunicaba. Verdad que Žl era sensible y dulce, pero tambiŽn era fuerte. Mejor ser su amigo.
Jehov‡ es como ese artista. Algunos lo ven como un Padre amoroso que no har’a da–o a nadie; otros lo perciben como un Dios que establece justicia, castiga y reprende. Sin embargo, ninguno de los dos grupos piensa correctamente. El ap—stol Pablo ten’a la idea correcta de Dios al decir, Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios. Ro. 11:22 En el cuento arriba, el barro moldeado representa a los elegidos y el bloque sin forma a los reprobados.
Si bien la misericordia de Dios no podr’a manifestarse sin la existencia de pecadores, tampoco el juicio justo de Dios podr’a hacerlo sin la existencia de condenados. Debemos amar y temer a nuestro Dios. La misericordia y la justicia divinas son complementarias; no se contradicen.
Si un d’a le llega al lector la idea de provocar una disputa viva entre cristianos, perm’tame ofrecerle una sugerencia: Exclame esta sola palabra, Ápredestinaci—n!
Para algunos esta palabra es un tesoro consolador que les ayuda a entender mejor la gracia de Dios. Para otros es la peor de las calumnias en contra del car‡cter justo de Dios.
La controversia que existe en cuanto a la predestinaci—n no se encuentra en una falta de evidencias b’blicas. Es inevitable que sea controversial cualquier cosa que desaf’a la independencia humana, su orgullo y la supremac’a de su voluntad.
Muchos eruditos en teolog’a b’blica han observado que...
ÒLas
dificultades que sentimos con respecto a la predestinaci—n no son derivadas de
la Palabra. La Palabra est‡ llena de ella, porque est‡ llena de Dios. Y cuando
decimos Dios, hemos dicho Predestinaci—n.Ó[10]
En realidad, la predestinaci—n es cuatro veces m‡s f‡cil de comprobar que la misma deidad de Jesucristo. En el Nuevo Testamento hay m‡s o menos 10 vers’culos que expresan directamente la Deidad de Jesœs. Pero m‡s de 40 expresan la predestinaci—n.
Sin embargo, los mismos cristianos dispuestos a defender hasta la muerte la Deidad de Jesucristo, luchar‡n con igual furia para refutar la predestinaci—n. ÀPor quŽ? Como lo expres— un erudito evangŽlico, J.I. Packer, Ò...la mente carnal del hombre, incluso entre los salvos, no soporta tener que abandonar la ilusi—n de que ella misma es capit‡n de su propio destino y due–a de su propia alma.Ó[11]
Predestinaci—n quiere decir destinado antes. Se refiere al arreglo divino de las circunstancias de la realidad, para cumplir con sus decretos hechos antes de la fundaci—n del mundo.
La elecci—n se refiere al decreto divino de crear, de entre la humanidad condenada, a ciertos individuos para ser beneficiarios del don gratuito de la salvaci—n. Dios hizo esto sin referencia a los mŽritos, al estado de la voluntad o la fe prevista en los elegidos. Dios no lo hizo arbitrariamente, sino en base de su gracia.
La reprobaci—n tiene que ver con el decreto divino mediante el cual Dios deja a una parte de la humanidad pecadora, siga su camino hac’a la condenaci—n eterna, siendo as’ objetos de la ira divina.
Dios no los obliga a pecar. Tampoco es el autor del pecado de ellos. Simplemente les deja continuar hac’a su destino, como castigo por sus pecados.
Aunque los conceptos de predestinaci—n y elecci—n son semejantes, no son exactamente iguales. La elecci—n encierra la decisi—n divina de salvar a algunos; en cambio la predestinaci—n se refiere al poder de Dios para arreglar las circunstancias a fin de cumplir con sus decretos.
Una ilustraci—n: Supongamos que deseamos que un caballo pueda correr en c’rculos perfectos. Primero, escoger’amos el caballo. Esto es la elecci—n. Luego, construir’amos un corral circular para que aprenda a correr en c’rculos. Esto es la predestinaci—n. El corral representa las circunstancias de la vida en que ponemos al caballo es exactamente como Dios arregla las circunstancias de nuestras vidas para asegurar que cumplamos con su decreto hecho en la eternidad.
La elecci—n es como una luz que ilumina el significado de la palabra gracia. Sin ella, la gracia es percibida como la recompensa por alguna actividad o disposici—n humana y no como la causa de esta disposici—n.
Si la definici—n correcta de la palabra gracia es un favor inmerecido, entonces la gracia tiene que ser independiente de cualquier actividad humana. El momento en que aceptamos este concepto, entendemos por quŽ la gracia y la elecci—n son inseparables. Es il—gico proclamar la doctrina de la salvaci—n por gracia mientras negamos la de la elecci—n. Pablo expres— esta unidad con estas palabras:
Ro.11:5 As’ que tambiŽn aœn en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia.
La elecci—n es como
un reflector
que ilumina la palabra gracia.
Existen dos argumentos que se presentan para intentar refutar la doctrina de la elecci—n: el concepto de la justicia y tambiŽn el concepto de la presciencia. Sin embargo, Žstos se convierten en las evidencias m‡s fuertes para comprobar la certeza de la predestinaci—n. Son las pruebas parad—jicas.
Los anti-predestinacionistas dicen: La predestinaci—n no puede ser verdad porque Dios ser’a injusto en escoger a algunos y no a otros. Y si la voluntad de Dios es irresistible, Àc—mo puede Dios hacerle responsable por el pecado? Pablo anticip— esta objeci—n en Ro.9:14-16:
ÀQuŽ pues diremos? ÀQue hay injusticia en Dios? De ninguna manera. Pues a MoisŽs dice: TendrŽ misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadecerŽ del que yo me compadezca. As’ que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
Notemos que en el texto anterior, Pablo no se disculpa de ninguna manera frente a la objeci—n. Tampoco la contesta. Pero afirma otra vez el derecho de Dios a tener misericordia, o no, segœn su criterio. TambiŽn subraya que la elecci—n no depende, ni de la voluntad humana, ni de sus esfuerzos. ...no depende del que quiere ni del que corre. v.16
Pablo anticipa aqu’ una objeci—n basada en el libre albedr’o neutral. Curiosamente, esta anticipaci—n indica que la predestinaci—n soberana es precisamente lo que est‡ afirmado. Su respuesta, por lo tanto, suena m‡s como un reproche
Pero me dir‡s: ÀPor quŽ, pues, inculpa? porque ÀquiŽn ha resistido a su voluntad? Mas antes, oh hombre, quiŽn eres tœ, para que alterques con Dios? Dir‡ el vaso de barro al que lo form—: ÀPor quŽ me has hecho as’?
Decir que la elecci—n es injusta, es altercar con Dios. Pablo entendi— la imposibilidad de satisfacer el orgullo de los que se creen capaces de encargarse de su propio destino, y Žl se contenta con reprocharlos con À...quiŽn eres tœ, para que alterques con Dios?
Decir que la elecci—n es injusta,
es altercar con Dios.
Existe tambiŽn otra respuesta l—gica para contestar la objeci—n anterior. Todos merecemos la condenaci—n. Si Dios nos condenara a todos, no har’a injusticia a nadie. ÀPor quŽ inculpar a Dios de injusticia por salvar a algunos? Varios reciben de Dios misericordia. Otros reciben justicia. Nadie recibe injusticia.
Dios se reserva para S’ mismo el derecho de hacer lo que a bien le parece con su propia creaci—n. Dios no se sujeta a otro criterio que a su propia voluntad. Sus acciones no son susceptibles a las evaluaciones humanas. La œnica manera correcta de responder a la cuesti—n de la Predestinaci—n es agradecerle a Dios, cerrar la boca y temblar.
Segœn este punto de vista, Dios escogi— a unos porque ve’a de antemano quiŽnes ser’an las personas que iban a obedecer y a creer.
Los que sostienen este punto de vista se basan en dos vers’culos:
Elegidos segœn la presciencia de Dios Padre en santificaci—n del Esp’ritu, para obedecer... 1Ped.1:2
Porque los que antes conoci—, tambiŽn los predestin— para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo... Ro.8:29
Estos vers’culos podr’an defender, en un primer an‡lisis, la posici—n anti-predestinacionista, pero m‡s bien sostienen lo contrario. Es necesaria una pregunta para rescatar el sentido real de los textos b’blicos: ÀQuŽ es lo que Dios previ— en los hombres?
1. No pudo ser la fe, porque Žsta se basa en la predestinaci—n: ... y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. Hch.13:4. La fe es, adem‡s, fruto de la gracia de Dios: ... y los que por la gracia hab’an cre’do. Hch.18:27
2. No pudieron ser las buenas obras. Dice Ef.2:10 que las obras fueron predestinadas al igual que las personas que las ejecutan. Las buenas obras se basan en la fe y la fe en la predestinaci—n.
3. No
pudo ser la buena voluntad porque la voluntad del pecador no es buena. No hay quien entienda. No hay quien busque a
Dios. Ro.3:11
En vista de la depravaci—n y la rebeli—n del hombre, no existe ninguna calidad buena en el pecador para prever. La palabra presciencia significa aqu’ lo mismo que pre-ordenaci—n. Es decir, Dios sab’a de antemano a quienes hab’a escogido para arreglar las circunstancias de sus vidas, a fin de confirmarlos a la imagen de su Hijo.
No existe ninguna
cualidad buena
en el pecador para
prever.
ÀQuŽ significa la palabra presciencia en los vers’culos citados?
La palabra griega traducida presciencia es proginosko y significa tambiŽn pre-ordenado. En los dos vers’culos citados, la obediencia es mencionada como resultado de la presciencia y no la causa de ella. Dice Pedro, ...para obediencia y no ...por obediencia. TambiŽn Pablo expresa en Ro.8:29 para que fuesen y no porque vio que eran. Estos dos vers’culos, entonces, sirven como apoyos a la predestinaci—n en lugar de refutarla.
Es interesante que en 1Pedro Cap’tulo Uno, El Ap—stol usa esta misma palabra proginosko relacion‡ndola con la venida de Jesœs, y se traduce destinado antes. (V.20) ...ya destinado antes de la fundaci—n del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos... Ser’a absurdo decir que Dios el Padre simplemente previ— que Jesœs iba a venir. Igual con Hch.2:23 ...a este, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios... Aqu’, la frase, anticipado conocimiento, es esta misma palabra griega, traducida como presciencia en 1Ped.1:2.
Queda claro de que la palabra presciencia significa pre-ordenaci—n cuando se usa en el sentido de la actividad divina. Esa palabra apoya, y no refuta, la predestinaci—n.
Es interesante que en las Escrituras no existe ninguna concordancia entre la elecci—n y el conocimiento previo que Dios tiene de la reacci—n de la gente. Por ejemplo, Jesœs dijo:
Porque si en Tiro y en Sid—n se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y ceniza. Mt. 11:21
Si aquellas poblaciones pod’an arrepentirse, Àpor quŽ no envi— Dios un profeta para predicarles? Simplemente porque no eran escogidos.
Dios escogi— a Israel como pueblo Suyo aunque conoc’a de mucho antes su rebeld’a.
Todo el d’a extend’ mis manos a un pueblo rebelde y contradictor. Ro.10:21
Dios
escogi— a Israel a pesar de su prevista reacci—n negativa,
...no ha desechado Dios a su pueblo al cual desde antes conoci—. Ro.11:1
Dios escoge a Ezequiel y lo env’a a los jud’os, aunque le anunci— el rechazo del pueblo a su mensaje. ÀPor quŽ Dios actœa de esta manera? Porque los Jud’os de esa Žpoca fueron escogidos como pueblo nacional de Dios, no en base a sus reacciones o actitudes sino en base a la voluntad divina.
En 1Cor. 2:7-10, Pablo asegura que Dios ha predestinado para nosotros una sabidur’a especial, pero escondida para los pr’ncipes de este mundo. Dios sab’a que si la hubiese revelado a los pr’ncipes de la Žpoca de Cristo, no habr’an crucificado a su Hijo. ÀPor quŽ, entonces, Dios no revel— su verdad a los poderosos? Simplemente porque ten’a esa sabidur’a predestinada para nosotros y no para aquellos.
Dios no fundamenta sus decisiones en la reacci—n prevista del hombre porque nadie busca a Dios de todas formas. Romanos 10:20 dice,
Fui hallado de los que no me buscaban; me manifestŽ a los que no preguntaban por m’.
Incluso la l—gica nos ayuda a entender por quŽ la presciencia no explica la elecci—n. Todos sabemos que Dios es Todopoderoso y Omnisciente. Es obvio, pues, que cualquier cosa que Dios ve de antemano es tambiŽn predestinada. Si Dios es Todopoderoso puede impedir que acontezca cualquier cosa contraria a su voluntad.
Ejemplo: Supongamos que Dios prevŽ que el Se–or Fulano naciera en circunstancias que le provocaran rechazar a Cristo. Si Dios quisiera que fuese salvo, podr’a cambiar esas circunstancias de manera que tenga otra influencia. No se puede escapar de la conclusi—n. Si Dios no cambia esas circunstancias, es porque el Se–or Fulano no es elegido. As’, la œnica manera de usar la objeci—n basada en presciencia, es negar que Dios es Todopoderoso.
El cap’tulo nueve de Romanos contiene las evidencias m‡s din‡micas sobre la elecci—n porque est‡ dedicado exclusivamente a este tema. Por esta raz—n, lo estudiaremos cuidadosamente.
Pablo expone sus razones por medio de tres ejemplos gr‡ficos: Jacob y Esaœ, el Fara—n y el Alfarero.
Pablo insiste en dos conceptos: la elecci—n nacional y la elecci—n personal. Utiliza la primera para explicar la segunda. Es importante aclarar que Pablo no se refiere œnicamente a la elecci—n nacional. Los versos 6 al 8 aclaran que el Ap—stol centra su mensaje en la elecci—n individual:
...no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham son todos hijos...Esto es, no los que son hijos segœn la carne son los hijos de Dios, sino los que son hijos segœn la promesa son contados como descendientes.
Se subraya lo mismo en v.27 para hacer una distinci—n entre Jud’os salvos y Jud’os perdidos.
Si fuere el nœmero de los hijos de Israel como la arena del mar, tan solo el remanente ser‡ salvo... v.27
En el vers’culo 11 del cap’tulo nueve de Romanos, Pablo toma como ilustraci—n una historia del Antiguo Testamento para explicar la elecci—n de Dios:
Épues no hab’an aœn nacido, ni hab’an hecho aœn ni bien ni mal, para que el prop—sito de Dios conforme a la elecci—n permaneciese, no por las obras sino por el que llama.
Jacob y Esaœ eran gemelos. Sin embargo, antes de que nacieran, Dios ya hab’a escogido a Jacob en lugar de Esaœ, sin tomar en cuenta las caracter’sticas previstas en ellos.
Si Dios hubiese escogido a Jacob porque vio de antemano que ten’a un coraz—n sensible a las cosas espirituales, el vers’culo deber’a decir: ... para que el prop—sito de Dios permaneciese segœn un buen coraz—n y no segœn El que llama. Es claro que la base de la elecci—n no fue ninguna cualidad prevista en Jacob.
En el vers’culo 11 Pablo enfatiza el v’nculo entre el amor divino y la elecci—n:
A Jacob amŽ, m‡s a Esaœ aborrec’.
Dios ama por su libre elecci—n, no por mŽrito alguno de los elegidos. Su amor es una fuerza poderosa y personal que le empuja a buscar, salvar y preservar a los elegidos. El es el Pastor que busca a la oveja perdida.
Su amor es activo, no pasivo; personal y no general; voluntario y no forzado.
Jacob y Esaœ son s’mbolos de los elegidos y de los reprobados. El ama a los elegidos y aborrece a los reprobados.
Esta interpretaci—n representa uno de los tres puntos de vista b‡sicos con respecto al tema delicado y complejo del amor de Dios. Estos tres tratan con ciertas preguntas claves: ÀA quiŽnes ama Dios? ÀQuŽ distinciones existen relativas a las diferentes clases de individuos? Estas dos preguntas pueden ser resumidas en dos elementos: Extensi—n del amor, y clase de amor.
ÀAma Dios a todos por igual? ÀAma tanto a Adolfo Hitler en el infierno como a San Juan en el cielo; a Fara—n tanto como a MoisŽs? ÀEs el amor de Dios tanto universal como equivalente?
La existencia de textos como Rom.9:13 hace este concepto problem‡tico. Aœn si recibimos la universalidad del amor divino, es claro que no es equivalente. No existen formas de tomar la frase, A Jacob amŽ y a Esaœ aborrec’ e interpretarla como que Dios am— a Esaœ tanto como a Jacob. Aœn si la palabra aborrec’ significara un amor inferior, como algunos han dicho, esto no alivia la distinci—n. Peor todav’a, el profeta Malaqu’as indic— que el aborrecimiento divino hacia Esaœ result— en una aniquilaci—n total de su descendencia. Es un poco dif’cil imaginar la aniquilaci—n total como una expresi—n de amor.
Aœn el vers’culo famoso Juan 3:16, De tal manera am— Dios al mundo..., no apoya el punto de vista universalista. Incluso si se podr’a mostrar que la palabra ambigua mundo significara todo ser humano, nada indica que el amor de Dios es equivalente para todos.
De igual forma, nosotros podemos
verificar con una concordancia que la Biblia NUNCA habla del amor de Dios
excepto en referencia al pueblo de Dios. Tampoco se pueden evitar los textos
que indican un amor particular para los elegidos. ...escogidos de Dios santos y amados... Col.3:12 Porque conocemos
hermanos amados de Dios vuestra elecci—n. 1Tes.I:4
Cierta vez, una mujer que fue a hablar con Carlos Pungen, le dijo que le molestaba la afirmaci—n, ... m‡s a Esaœ aborrec’, porque pensaba que Dios amaba a todos por igual. La respuesta de Spurgeon fue, Eso no es lo que me molesta, se–ora. Lo que me molesta es c—mo pod’a Dios amar a Jacob...siendo que Jacob no lo merec’a.
Es muy valioso proclamar el amor de Dios como uno de sus atributos principales, mientras estŽ equilibrado con la santidad de Dios y el Se–or’o de Cristo. De otro modo, tal proclamaci—n puede producir en la mente del oyente un concepto de Dios como un gran abuelito celestial que nunca har’a da–o a nadie; que tiene un amor pasivo y frustrado; amando a todos en general sin amar a nadie en particular; un Dios impotente y frustrado que espera en vano que el hombre responda a sus rogativas. Tal concepto agrada mucho al hombre moderno, porque no representa ningœn peligro.
No es por nada que vivimos en una generaci—n que no teme a Dios.
En el Nuevo Testamento, los Ap—stoles predicaron el arrepentimiento ante Dios y la fe en el Se–or Jesucristo, pero reservaron el mensaje de amor mayormente para los creyentes. Algunos textos sobre este punto son: Sal.5:5; Pr.15:9; Jn.13:1; Jn.14:21,23; Ro. 1:7; Ro.11:28; 2Tes.2:13; Heb.12:5,6; Sant.2:5
Un tercer punto de vista argumenta que Dios ama al mundo entero en su capacidad de Creador, pero a sus hijos en su capacidad como Padre. Su amor como Creador se extiende a todos porque sus hijos tambiŽn son parte de su creaci—n. Es decir, elegidos= amor paternal. Reprobados= amor creador.
Este concepto se basa mayormente en que Dios tiene ciertas bendiciones para todos sin distinci—n ninguna. Estas bendiciones incluyen la preservaci—n de la raza, (1Tim.4:10), lluvia y cosechas para todos (Mt.5:45) y provisi—n de habitaciones para los pueblos varios, (Hch.17:26). En la teolog’a, llamamos estas bendiciones gracia comœn para distinguirla de la gracia especial, es decir, la salvaci—n.
Estas bendiciones comunes, comparadas con el amor particular divino para los elegidos, han guiado a algunos te—logos a crear esta distinci—n en el amor de Dios.
ÁQue consuelo profundo para los elegidos
el conocer que Dios los ama con un amor especial y eterno! Un autor cristiano, J.I. Packer lo
expresa as’:
ÒNingœn
cristiano verdadero duda de que Dios lo ama. Pero la cantidad de amor que Žl
siente estar‡ principalmente determinada por su concepto de c—mo y cuando le
lleg— el amor de Dios. Si Žl siente que la decisi—n divina fue condicional,
dependiente de su aceptaci—n a Dios, entonces Žl puede imaginar que el amor de
Dios tambiŽn es condicional. El amor significar‡ que es el resultado de un
contrato ofrecido por Dios: ÔYo te amarŽ primero,Õ dice Dios, ÔY si me amas a
m’ tambiŽn, entonces te amarŽ m‡s todav’a.Õ
Pero
si Žl cree que Dios lo ha amado con un amor eterno, y por lo tanto lo ha
escogido y lo ha llamado, el sentido del amor es m‡s profundo. Porque ya
tenemos un amor que floreci— antes de que tomara lugar la reconciliaci—n.
Tenemos un amor que no fue dependiente de un ÔarregloÕ. Tenemos un amor id—neo, incondicional e
irresistible. Es inexhaustible en sus dimensiones.Ó [12]
Regresando ahora al tema principal, precisemos sobre Ro.9:16:
As’ que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
Este vers’culo tal vez es el m‡s importante en todo el cap’tulo. Con la frase, As’ que, Pablo introduce una conclusi—n devastadora.
La elecci—n no tiene ninguna base en la voluntad humana. Tal vers’culo deja en vano todo intento de argumentar en favor del poder de la voluntad humana como base de la elecci—n. Sin embargo, Pablo nunca niega la existencia de la voluntad humana, ni comenta sobre sus habilidades. El pasa por alto la cuesti—n, e indica que la voluntad humana no tiene nada que ver con el asunto. Para Žl, tal discusi—n ser’a como disputar sobre la calidad de un cimiento puesto para una casa, aunque la casa nunca sea construida sobre esa base.
La elecci—n no tiene
base alguna
en la voluntad humana.
Pablo presenta aqu’ la dif’cil doctrina de la Reprobaci—n, segœn la cual Dios ha pasado por alto a algunos en el decreto de la elecci—n. Si Dios elige a algunos para la salvaci—n, es evidente que existen otros que no son escogidos.
Aunque la elecci—n y la Reprobaci—n son las dos caras de la predestinaci—n, no funcionan igual. En la elecci—n, Dios cambia la mente para disponerle a aceptar la salvaci—n en Cristo. En la Reprobaci—n, Dios no necesita actuar en el hombre porque Žste ya est‡ dispuesto a pecar sin ninguna ayuda.
En ƒxodo, unos cuantos vers’culos dicen que Dios endureci— el coraz—n del Fara—n; otros, que el Fara—n endureci— su propio coraz—n. ÀCu‡l afirmaci—n es correcta? Las dos. Dios endurece el coraz—n del reprobado al confrontarlo con la verdad. Fara—n reaccion— de acuerdo con su naturaleza pecaminosa, y endureci— su propio coraz—n.
Dios no hace ninguna injusticia a los reprobados. El permite que tengan lo que m‡s desean...el pecado. Ellos desean que Dios se aparte y no los moleste. Es una paradoja que algunos reciben de Dios lo que m‡s desean, y lo lamentar‡n por toda la eternidad. Otros reciben de Dios lo que menos deseaban, hasta que Dios les da nuevos deseos y ser‡n agradecidos para siempre. No es una injusticia. Es una justicia poŽtica.
Recordemos que cada uno de nosotros merec’a el mismo destino del Fara—n. Antes de acercarnos a Cristo, todos ten’amos un coraz—n duro. La diferencia est‡ en la misericordia de Dios y no en la superioridad moral de los elegidos.
De manera que de quien quiere tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece. v.18
Los anti-predestinacionistas creen que la ilustraci—n de Pablo no se puede aplicar a la situaci—n humana. Piensan que el hombre tiene voluntad y pensamiento, caracter’sticas superiores a las que puede poseer un simple vaso de barro.
Sin embargo, Pablo no niega que el hombre tenga voluntad; simplemente rechaza la idea de que la voluntad humana sea la base de la elecci—n.
Dios, el alfarero, prepara vasos para deshonra como una demostraci—n del justo juicio de Dios; y vasos para honra a fin de expresar la gloria de su gracia.
Los contrastes son obvios: El amor y la misericordia de Dios hacia los elegidos son eternos. Su ira hacia los reprobados tambiŽn. Estos dos grupos est‡n en los extremos de la eternidad y nunca se reconcilian. Todo ser humano es uno de los dos vasos.
Una vez m‡s el orgullo humano es derribado, y la verdad triunfa: Nosotros existimos para Dios y no El para nosotros.
Todas las bendiciones espirituales que nos llegan tienen su causa en que Dios nos escogi— antes de la fundaci—n del mundo. As’, la elecci—n es la causa, y las bendiciones espirituales son el efecto. Una de estas bendiciones es la santidad. ...para que fuŽsemos santos y sin mancha delante de El. (v.4) Pablo no nos concede el lujo de poner al revŽs el orden de las cosas e imaginar que la santidad prevista en nosotros es la causa de nuestra elecci—n. Si fuera as’, tendr’amos que decir que Dios nos puso en Cristo porque vio que Žramos santos, no porque vio que Žramos pecadores. Tendr’amos as’ un Evangelio de elecci—n por mŽritos, no por gracia.
ÀCu‡les son estos beneficios, segœn el contexto? Santidad v.4, amor de Dios v.5, adopci—n v.5, aceptaci—n completa v.6, redenci—n por la sangre v7, sabidur’a e inteligencia espiritual v.8, conocimiento de la voluntad de Dios v.9, herencia en el cielo v.11, sellados con el Esp’ritu Santo v.13.
El primer argumento dice: la elecci—n mencionada aqu’ se refiere al plan divino de incluir a los gentiles en la oferta de la salvaci—n, no a la elecci—n de individuos espec’ficos. El problema con tal interpretaci—n es que Pablo no era gentil. Era Jud’o. Pero persisti— en usar nuestros y nos y el plural de verbos como tuvimos herencia y d‡ndonos. Se incluy— Žl mismo en el plan de la predestinaci—n. Mas, en el v.13 Žl dice en El tambiŽn vosotros... Lo cual muestra que no estaba pensando en los gentiles espec’ficamente hasta el v.13. Entre los vers’culos v.1-12, estaba pensando en los creyentes en general, no en gentiles solamente.
El segundo argumento asegura que las frases en Cristo y en El quieren decir que Dios sab’a que estar’amos en Cristo y que en base a ello nos escogi—.
Pero la fe salvadora es en s’ misma una obra de la gracia de Dios basada en la predestinaci—n, (Hch.13:48) y es, adem‡s, una bendici—n espiritual.
L—gicamente, la frase en Cristo tiene que
ser un resultado de la elecci—n y no la causa de ella. Si fuera de otro modo,
el texto deber’a leerse ... escogido por
ser en Cristo y no escogido en
Cristo.
El orden correcto que establece Efesios 1 es: La Voluntad de Dios produce la gracia. La gracia produce la elecci—n. La elecci—n produce fe, santidad, redenci—n y toda otra bendici—n espiritual.
Nuestra salvaci—n es como un anillo de diamante con muchas facetas. La base del anillo es la elecci—n que sostiene todo el diamante. La base tiene que ser bien preparada antes de que la joya sea montada. De la misma manera, era necesario que el decreto de la elecci—n precediera todo otro aspecto de nuestra salvaci—n. Veamos otras facetas de la salvaci—n, fuera de Efesios Uno, que hablan de la precedencia de la elecci—n.
La elecci—n precede a la fe salvadora. ...y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. Hch.13:48
La elecci—n precede a las buenas obras: ...creados en Cristo Jesœs para buenas obras, las cuales Dios prepar— de antemano para que anduviŽsemos en ellas. Ef.2:10
La elecci—n precede a los pactos: Hice pacto con mi escogido Sal.89:3
La elecci—n precede a la llamada eficaz: Y a los que predestin—, a estos tambiŽn llam—; Ro.8:30
El conocimiento de nuestra elecci—n es una fuente inagotable de gozo. Sus beneficios pr‡cticos y profundos nos conducen a la alabanza de su gracia y produce estabilidad como ninguna otra ense–anza puede hacerlo. Ef.1:6; 2Ped.1:10
...la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Se–or Jesucristo. Porque conoc’amos, hermanos amados de Dios, vuestra elecci—n. 1Tes.1:3-4
Pablo sab’a que esos hermanos eran elegidos porque reconoci— en ellos estas tres virtudes principales: Fe, amor y esperanza. Reconoc’a que el desarrollo de estas cualidades caracteriza a los elegidos.
Si bien la voluntad de Dios es que
tengamos seguridad de nuestra elecci—n, dicha confianza no viene f‡cilmente. Se
necesita diligencia para practicar las virtudes arriba mencionadas. Referente a
estas virtudes, Pedro exhorta: ... tanto m‡s procurad hacer firme vuestra
vocaci—n y elecci—n; porque haciendo estas cosas, no caerŽis jam‡s. 2Pedro 1:10
Algunos incrŽdulos, por medio de su voluntad, alcanzan cierto progreso en el desarrollo de tales virtudes. A pesar de su esfuerzo, su interŽs tiene un fin y regresan a su naturaleza pecaminosa. Un proceso de perfecci—n a largo plazo es solo posible por el poder del Esp’ritu Santo. Es en este proceso largo que se distinguen los elegidos.
Los textos de Pablo y Pedro nos ayudan a reafirmar nuestra elecci—n. El progreso espiritual para la gloria de Dios es la confirmaci—n del decreto divino.
La doctrina de la predestinaci—n expone la cuesti—n central en lo de la salvaci—n: ÀCon quŽ contribuye el hombre para su salvaci—n?
La naturaleza humana presupone que la salvaci—n es una obra mutua y cooperativa entre Dios y el hombre. El hombre a–ade su parte y Dios responde con la gracia, de manera que la gracia no es soberana. Muchas opiniones difieren acerca de lo que el hombre debe contribuir. Algunos quieren contribuir buenas obras, penitencias, etc. Otros insisten en que tal evangelio de obras es anti-b’blico porque nuestra contribuci—n debe consistir en nada m‡s que buena voluntad para que Dios reciba mayor gloria.
Un sutil autoenga–o se esconde aqu’. El
punto central no es lo que contribuyen,
sino que no pueden contribuir nada, en
absoluto.
La predestinaci—n nos lleva a una confrontaci—n con nuestra naturaleza corrupta, con nuestra incapacidad total y con un Dios realmente soberano. Es un asalto sin tregua en contra del orgullo y autosuficiencia humanas. Es un asalto que la mente carnal no puede tolerar. La elecci—n nos agarra por la nuca y nos obliga a hacer frente a esta realidad: Dios es soberano en la salvaci—n.
Aunque es una doctrina dif’cil de aceptar al principio, pronto se torna vuelve en un profundo consuelo. Da fuerza en las pruebas, perseverancia en la persecuci—n, confianza en la oraci—n y seguridad en nuestra relaci—n con el Padre. Esta doctrina nos anuncia que Dios nos am— antes de la fundaci—n del mundo, y nos preservar‡ para siempre. Llega a ser para los creyentes m‡s que una mera doctrina. Es como entrar en otra dimensi—n, donde se experimenta algo profundo y escondido. Le sienten la eternidad en el alma.
Pregunta 1: En 2Ped. 3:9 leemos, ...no queriendo
que ninguno perezca. ÀNo contradice esto la idea de la elecci—n.?
Respuesta:
El contexto del vers’culo comprueba la elecci—n en lugar de refutarla:
En el v.8 encontramos que los destinatarios de la carta de Pedro son los elegidos: Mas, oh, amados.... Los amados de Dios son, segœn Col. 3:12, los elegidos.
Adem‡s, Àde quŽ promesa escribe Pedro en el vers’culo 9? El v. 10 revela que la promesa es la segunda venida de Cristo, el D’a del Se–or. No es la oferta de una salvaci—n para toda la humanidad, es la promesa de liberaci—n para la iglesia de Cristo.
Pedro exhorta en este pasaje a los cristianos que se turban porque Cristo tarda en regresar. Les recuerda que todo tiene un prop—sito y que cuando el œltimo miembro de la iglesia de Cristo estŽ a–adido, el Se–or volver‡.
TambiŽn existe una falla de l—gica en la objeci—n. Si Dios deseara que ningœn ser humano perezca, Àpor quŽ no env’a a Cristo inmediatamente?. ÀO es que acaso Dios ha olvidado que 5 millones de ni–os nacen en el mundo cada d’a y que muchos de Žstos no ser‡n salvos?.
Por lo tanto, segœn el contexto y la l—gica, la œnica interpretaci—n posible de la frase ... no queriendo que ninguno perezca, es la intenci—n divina de redimir a todos los elegidos y no a la humanidad en general.
Tratemos de explicar 2Pedro 3:9 con frases entre parŽntesis:
El Se–or no retarda su promesa, [de la venida de Cristo], segœn algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros [los elegidos], no queriendo que ninguno [de los elegidos] perezca, sino que todos [los elegidos] procedan al arrepentimiento.
Pregunta 2: Pablo afirma en 1Timoteo 2:4 que Dios ...quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. ÀNo sugiere esto que Dios quiere que todos se salven, y por lo tanto, que la elecci—n y la Reprobaci—n son falsas?
El contexto de la frase todos los hombres sacar‡n a la luz la interpretaci—n correcta:
En el verso 1, Pablo exhorta a Timoteo a orar por todos los hombres; luego, en el vers’culo 2, a–ade que se refiere a los reyes y los que est‡n en eminencia. Pablo le pide a Timoteo que no limite sus oraciones a los pobres, sino que extienda su visi—n a las clases gobernantes tambiŽn. Vemos, de esta manera, que la frase todos los hombres significa todos sin distinci—n de clases y no todos sin excepci—n de personas.
La expresi—n todos los hombres se repite cientos de veces en las Escrituras. En menos del 10 por ciento significa toda la humanidad. Normalmente significa toda clase de personas.
Otro texto que nos ayuda a entender el vers’culo de 1Timoteo, es Tito 2:11. Pablo dice: Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvaci—n a todos los hombres. El mensaje de Jesucristo no hab’a sido revelado a los chinos o los aztecas. Pablo se refiere a la universalidad del Evangelio que trasciende barreras raciales y culturales.
Finalmente, en el v. 7, Pablo revela su pensamiento acerca de todos los hombres al decir: ...fui constituido predicador y ap—stol y maestro de los gentiles... Para Pablo, todos los hombres significa gentiles tambiŽn y no los Jud’os solamente.
Pregunta 3: Si la elecci—n es verdad, Àpor quŽ evangelizar?
Predicamos el Evangelio porque Dios nos mand— a hacerlo. Aunque Dios es Todopoderoso, y puede salvar a quien El quiera y de la manera que quiera, puso su Palabra para salvar a los elegidos.
Pregunta 4: Si la elecci—n es verdad, Àpor quŽ orar para que Dios salve a las almas?
La respuesta es: Si la salvaci—n dependiera de la voluntad del hombre, Àpor quŽ orar a Dios? No podr’a hacer nada. Estar’a en el cielo esperando pasiva e impotentemente que el hombre decida.
Dios nos pide oraci—n y la usa para cumplir con sus prop—sitos.
Aunque la Biblia es la historia de los decretos electivos de Dios, las limitaciones de este estudio impiden el an‡lisis de todos los textos que evidencian la elecci—n.
Recomendamos al estudiante evitar un error comœn en el estudio de este tema; perderse en los detalles y olvidar el patr—n de la Biblia en su totalidad. Este patr—n b’blico es sencillo: Dios, por su voluntad soberana, escogi— a un pueblo para la salvaci—n, sin tomar en cuenta sus mŽritos. Con este pueblo, Dios instituy— un pacto de gracia, provey— un sacrificio de sangre para confirmar el pacto y los preserv—. El orden y el patr—n queda as’: Elecci—n, Pacto, Sacrificio, Preservaci—n. Cualquier otro intento de orden es apostas’a.
Es positivo para el estudiante investigar los pactos, el sacrificio eficaz de Cristo, los consejos divinos y la incapacidad total humana, para saber c—mo se relacionan estas doctrinas con la elecci—n.
Algunos otros textos individuales a estudiar sobre la elecci—n son:
Jn.13:18; Mc.13:20; Ro.11:5; 1Cor.1:27-28; Ti.1:1; I Tes.1:4; 2 TŽs. 2:13; 2 Ti.1:9
La Biblia es la
historia
de los decretos electivos de Dios.
Preguntas
para repasar: Elecci—n
1. La elecci—n es controversial porque: (Marque uno)
A. Existen pocas evidencias b’blicas para ella.
B. El orgullo humano se rebela en contra de ella.
C. Esa doctrina deshonra a Dios.
2. La predestinaci—n quiere decir ___________________.
3. La elecci—n quiere decir ___________________.
4. Verdadero o Falso: ______ Las palabras Predestinaci—n y Elecci—n son semejantes pero no exactamente iguales.
5. Verdadero o Falso: ______ Los que niegan la doctrina de la elecci—n, no entienden el significado de la gracia.
6. Las dos pruebas de paradoja son:
A._________________________________
B._______________________ __________
7. ÀEn quŽ texto anticipa Pablo la objeci—n basada en injusticia?
8. La œnica doctrina correcta acerca de la elecci—n es la que tienta al hombre a decir, __________________________.
9. Pablo contest— a la objeci—n basada en injusticia por: (Marque uno)
A. Disculparse frente a la objeci—n.
B. Contestar a la objeci—n por una explicaci—n detallada.
C. Afirmar el derecho de Dios para hacer lo que quiere con lo Suyo.
10. Decir que Dios es injusto en la elecci—n, es nada menos que _______________.
11. En la elecci—n, unos reciben ________________, otros la _________, pero nadie recibe la _________________.
12. La
palabra presciencia quiere decir
_____________________.
13. Hay tres cosas que Dios no pod’a ver
de antemano en el pecador como causas de elecci—n, porque todas son obras de la
gracia. Estas son:
A. _______________________________
B. _______________________________
C. _______________________________
14. Por la l—gica de los contextos en que la palabra presciencia consta respecto a las actividades divinas, ella no puede significar otra cosa que _________________.
15. Verdadero o Falso: ______ En las Escrituras existe una conformidad exacta entre la elecci—n y la manera en que Dios ve que la gente va a responder.
16. Para afirmar la objeci—n basada en presciencia, se tiene que negar uno de dos atributos importantes de Dios: Estos son:
A. _______________________________
B. _______________________________
Preguntas Sobre Romanos 9
17. Romanos 9 contiene tres ilustraciones de la elecci—n. Estos son:
A. _______________________________
B. _______________________________
C. _______________________________
18. Verdadero o Falso: ______ En la primera ilustraci—n, Pablo habla solamente de la elecci—n personal.
19. Algunos dicen que en Romanos 9 Pablo est‡ hablando de la elecci—n nacional y no de la elecci—n personal. Algunas refutaciones son:
A. ________________________________________
B. ________________________________________
20. Jacob y Esaœ son s’mbolos, respectivamente, de los__________
y de los __________.
21. Verdadero o Falso: ______ Dios escogi— a Jacob y no a Esaœ, porque vio de antemano que Jacob tendr’a un buen coraz—n.
22. Verdadero o Falso: ______ Dios tiene un amor particular para los elegidos que no tiene para la humanidad en general.
23. El amor de Dios es ____________y no ________________.
24. El vers’culo m‡s importante en Romanos 9 para mostrar que la elecci—n no tiene ninguna base en la voluntad humana es _______________.
25. En la segunda ilustraci—n, la de Fara—n, se revela la doctrina de la____________.
26. Explique en sus propias palabras por quŽ la elecci—n y la Reprobaci—n no funcionan igual.
27. Verdadero o Falso:_____ En la tercera ilustraci—n, Pablo niega categ—ricamente que el hombre tiene una voluntad.
28. El reprobado existe para demostrar __________. El elegido existe para demostrar___________________.
29. Verdadero o Falso:_____ La prioridad m‡xima en la mente de Dios es el beneficio del hombre.
Preguntas
respecto a Efesios Uno
30. Todas las bendiciones espirituales nos llegan porque:. (Marque uno)
A. Dios nos eligi— antes de la fundaci—n del mundo.
B. Dios nos vio en Cristo de antemano.
C. Somos evangŽlicos.
31. ÀCu‡les son algunos de los beneficios espirituales concedidos a los elegidos?
32. Dos de los argumentos anti-predestinaci—n frente a Efesios 1 son:
A.__________________
B.__________________
33. Verdadero o Falso:_____ La frase escogido en Cristo quiere decir escogido porque est‡bamos en Cristo.
Preguntas Sobre Reprobaci—n
34. Verdadero o Falso:_____ La doctrina de la Reprobaci—n es agrada al hombre.
35. Para reprobar a una persona, Dios: (Marque uno)
A. Le obliga a pecar, aunque el pecador quiera o no.
B. Le tienta.
C. Le deja en el estado pecaminoso que el pecador mismo ha escogido.
36. Verdadero o Falso: ______ Dios no hace ninguna injusticia a los reprobados.
37. Verdadero o Falso: ______ Dios es pasivo en la Reprobaci—n.
38. Dios endurece los corazones de los reprobados al: (Marque uno)
A. Esconder de ellos la verdad del Evangelio.
B. Presentarles la verdad, dej‡ndoles actuar de acuerdo con la misma naturaleza pecaminosa de ellos.
C. No hacerles caso.
39. Verdadero o Falso: ______ Dios da el don de fe a todos.
40. Verdadero o Falso: ______ Dios siempre obra para la salvaci—n de todos.
Respuestas a las preguntas: Elecci—n por gracia
1=B; 2=Destinado antes; 3=Decreto divino escoger algunos para salvaci—n; 4=V; 5=V; 6=objeci—n basada en justicia y objeci—n basada en presciencia; 7=Romanos Cap.9; 8=; Esto no parece justo; 9=C; 10=Altercar con Dios; 11=misericordia, justicia, injusticia 12=Saber antes; 13=A, Fe, B. Buenas obras, C. Buena voluntad; 14=Pre-ordenado; 15=F; 16=omnipotente; omnisciente; 17=Jacob y Esaœ; el fara—n; barro y el alfarero; 18=F; 19=A. Las naciones se componen de personas. B. En el texto, se refiere a individuos. 20=Elegidos, reprobados; 21=F; 22=V; 23=Particular, universal; 24=v.16; 25=Reprobaci—n; 26=Ver texto; 27=F; 28=La justicia de Dios, La misericordia de Dios; 29=F; 30=A; 31=Santidad, Amor, Adopci—n, Redenci—n, Sellados. (Ver Ef.1); 32=A. Se refiere al plan de Dios para incluir a los gentiles; Dicen que en Cristo significa que Dios previ— que ’bamos a aceptar a Cristo; 33=F; 34=F; 35=C; 36=V; 37=F; 38=B; 39=F; 40=F
En la parte anterior vimos que la humanidad se divide en dos grupos: Los elegidos y los reprobados. Vimos que los reprobados sirven como ejemplo de la justicia divina. La cuesti—n que vamos a considerar ahora, es: ÀMand— Dios a Jesucristo con el prop—sito de salvar tambiŽn a los Reprobados?
La respuesta es obvia. Dios es demasiado sabio para mandar a Cristo a salvar a los que no ha elegido. Dios mand— a Cristo para salvar a los elegidos solamente.
La muerte de Jesœs garantiz— la salvaci—n de todos los elegidos. Su muerte cumpli— todas las condiciones, tales como la fe, la obediencia, el arrepentimiento y la perseverancia, de manera que el hombre no contribuye en nada. La fe y la obediencia de los elegidos provienen de la cruz, no del libre albedr’o de ellos.
Por lo tanto, la frase Sacrificio Eficaz significa que la cruz cumpli— con el prop—sito para el cual se realiz—. Si decimos que un martillo es eficaz, se entiende que introduce clavos en las tablas. Si decimos que un detective es eficaz, se entiende que cumple bien con su trabajo. L—gicamente, no podemos decir que una cosa es eficaz si no cumple con su prop—sito. Si perecen algunos por los cuales Cristo muri—, no podemos decir que fue un sacrificio eficaz.
Otro nombre para esta doctrina es redenci—n particular, o expiaci—n limitada, porque significa que el sacrificio de Jesœs ten’a como prop—sito salvar a unos individuos en particular, y no a toda la humanidad en general. En cambio; la doctrina de que Cristo muri— con la intenci—n de salvar a toda la humanidad, se llama expiaci—n universal.
Antes de proceder con este estudio, tenemos que clarificar un malentendido: La cuesti—n de la suficiencia de la cruz para todos, nunca ha sido un punto de desacuerdo entre los cristianos. El sacrificio de Cristo conten’a suficiente virtud y poder para salvar hasta un universo lleno de pecadores, incluso al diablo y todos los demonios,... si esa hubiera sido la intenci—n del Padre. La cruz no es limitada en su poder salvador.
Esta cuesti—n trata con dos preguntas inseparables: ÀPor quiŽnes vino Cristo a morir? Y ÀQuŽ efecto ten’a su sacrificio en ellos?
Es importante porque se centra en nuestra seguridad de la salvaci—n. Si la salvaci—n en parte depende de lo que el hombre contribuye, entonces no podemos tener ninguna seguridad de la vida eterna. Si la fe y la obediencia de los elegidos se atribuyen a la voluntad humana, y no a la eficacia de la cruz, entonces Cristo es un salvador a medias, y no merece toda la gloria.
Antes de la Reforma, los que ense–aron que Cristo vino solamente por los elegidos fueron llamados Eruditos Juanistas, porque se basaban mucho en el Evangelio de San Juan. TambiŽn se llamaban Agustinianos porque San Agust’n, del Siglo V, fue uno te—logos que ense–aba de manera sistem‡tica las doctrinas de la gracia. La doctrina correcta que ellos ense–aban acerca de la redenci—n puede ser deducida por las siguientes consideraciones:
á Cristo vino para cumplir con la voluntad del Padre, (6:38).
á La voluntad del Padre era de salvar solamente a los que le dio, (6:39).
á Hab’a cumplido con Žxito la obra que el Padre le hab’a dado, (17:4).
La conclusi—n l—gica es que Cristo vino a salvar los que el Padre le dio, no al mundo entero, y que cumpli— con este prop—sito. Su ministerio no fue un intento a medias frustrado de salvar a los que pudiera. Su cometido fue cumplido en forma total.
En este cap’tulo Jesœs revela que vino para dar su vida por las ovejas. ...y pongo mi vida por las ovejas. v.15
Durante un culto cristiano, un hermano se levant— y testific— que el Se–or le hab’a cambiado de cabra a oveja. Sus intenciones eran buenas, pero la ilustraci—n ten’a un defecto: las cabras nunca cambian a ovejas ni las ovejas en cabras. Son especies diferentes. Muchas desgracias les pueden pasar a las ovejas. Pueden perderse, ensuciarse, ser robadas, heridas o morir. Pero nunca cambian a cabras.
En esta ilustraci—n la limitaci—n y la eficacia del sacrificio de Cristo se revelan. Primero, Jesœs percibe a las ovejas como Suyas antes de que viniera para salvarlas. Yo he venido para que tengan vida... v.10 Suyas eran. Pero estaban muertas.
Segundo, Cristo comunic— su vida a las ovejas a travŽs del sacrificio de su vida por ellas. ...el buen pastor da su vida por las ovejas. v.11 Notemos que Cristo nunca dice, Yo vine para dar mi vida tanto por las cabras como por las ovejas.
Pero, Àno tienen las ovejas que creer? Cierto. Sin embargo, la fe no es la causa para que sean ovejas. La fe es un resultado de ser oveja, no la causa. Veamos v.26:
...pero vosotros no creŽis, porque no sois de mis ovejas...
Miremos cuidadosamente a este vers’culo. Jesœs no ense–a aqu’ que somos ovejas porque creemos. Dice que creemos porque somos ovejas. La fe es dada a las ovejas de Dios. No es la fe que las hace ovejas.
Subraya Packer,
ÒEl poder salv’fico de la cruz no depende de que la
fe sea a–adida a ella; este poder salv’fico es tal que la fe fluye de ella.Ó [13]
Finalmente, la vida eterna es dada a las ovejas, v.28. No es por recibir la vida eterna que se hacen ovejas, pues ya eran ovejas.
ÀQuŽ determina que algunos sean ovejas y a otros no? ÀSu propia fe? ÀSu libre albedr’o? NO. Son ovejas por decreto electivo del Padre.
La frase de Jesœs, los que el Padre Me dio se cita a menudo en Juan, y contesta a la pregunta central, ÀPara salvar a quiŽnes vino Cristo?
Sigue con tu Biblia el an‡lisis de los vers’culos siguientes:
Se puede sacar de este texto ciertas conclusiones t’picas de todo el Evangelio de San Juan.
Primero, pertenecimos a Dios Padre por un decreto divino, antes de pertenecer a Cristo. Todo lo que el Padre me da, vendr‡ a m’, v.37. Esta frase, los que el Padre me da es la clave para entender todo el Evangelio de San Juan. Dios entreg— a Cristo ciertas personas como obsequios, para que Cristo los salve. No mand— el Salvador para salvar a los que pudiera, sino solamente a los que el Padre le dio.
Segundo, todos los que el Padre le dio, vendr‡n a Cristo. ÀC—mo vendr‡n? El Padre los traer‡, v.44. No vendr‡n por su propia cuenta, porque no pueden.
Tercero, la voluntad del Padre determina todo. Cristo sabe que la voluntad del Padre se cumplir‡. En v.39 Cristo indica el contenido de esta voluntad: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el d’a postrero. Es imposible que alguno de los que el Padre dio a Cristo se pierda, porque una voluntad irresistible cumpli— la salvaci—n de ellos gracias a un Salvador infalible.
Con tŽrminos similares, Packer subraya,
ÒCristo no gan— una salvaci—n hipotŽtica para
creyentes hipotŽticos, una mera posibilidad de salvaci—n para quien
posiblemente crea, sino una salvaci—n real para su propio pueblo escogido.Ó [14]
El v.44 es un resumen de todo el discurso de Jesœs en este pasaje, y merece atenci—n especial. Contiene casi todas las doctrinas de la gracia que estamos estudiando.
Ninguno puede venir a m’, si el Padre que me envi— no le trajere; y yo le resucitarŽ en el d’a postrero.
En una sola frase brillante, Jesœs declara varias doctrinas de la gracia:
á Que el hombre es totalmente incapaz de escoger a Cristo por su propia iniciativa, Incapacidad Total Humana.
á Que es el poder del Padre solamente el que trae a los hombres a Cristo y que El Padre vence la resistencia natural del pecador, La Llamada Eficaz.
á Que todos los que el Padre trae, son invariablemente salvados y preservados hasta la resurrecci—n de los justos, regeneraci—n soberana y seguridad de los elegidos.[15]
An‡lisis de Juan 17
Esta oraci—n sacerdotal de Jesœs, antes de ir a la cruz, nos revela mucho en cuanto a las intenciones de Dios a mandar a Cristo a la tierra. ÀCu‡les eran estas intenciones? Las cumpli— Cristo en parte o en su totalidad?
v.2 - Cristo tiene toda potestad sobre todos. Esto indica que la carnalidad humana no se puede resistir la voluntad de Cristo. De acuerdo con la voluntad del Padre, Cristo da la vida eterna a todos los que el Padre le ha dado. La frase clave los que me diste se repite siete veces en este cap’tulo.
v.4- Cristo cumpli— con la obra que el Padre le dio. Algunos han preguntado, ÀPor quŽ Cristo no salv— al mundo entero? Si Žsa hubiera sido la obra que el Padre le encarg—, la habr’a cumplido.
v.6- Cristo manifiesta al Padre solamente a quienes el Padre le dio.
v.9 -Si Cristo vino a salvar al mundo entero, Àpor quŽ no or— por todos? Pero se neg— a orar por todo el mundo. Or— por los elegidos solamente.
v.11- Cristo ruega que el Padre preserve a los que le dio. ÀContesta el Padre a las oraciones de Jesœs? Ver Jn.11:41
v.12 - Ninguno de los que Cristo guarda, se pierde. El guarda a todos los que el Padre le dio. ÀHablaba de los doce disc’pulos solamente? (v.20) Guardados del mal (v.15), santificados (v.17), enviados al mundo (v.18), unidos en Dios (v.21), la gloria de Dios en ellos (v.22), estar siempre con Cristo. (v.24).
v.23- El amor particular de Dios para los elegidos. Dios ama a los elegidos, igual como Cristo.
v.24- Cristo ora para que aquŽllos que el Padre le dio, estŽn con El para siempre.
Si creemos que la intercesi—n de Cristo es eficaz, entonces los elegidos recibir‡n del Padre estos beneficios por los cuales Cristo or—.
Somos un obsequio del Padre a Cristo. Dios mand— a Jesœs con el prop—sito de asegurar la salvaci—n de todos los que el Padre le dio. Cristo provey— una redenci—n cierta y eficaz por su muerte en la cruz y por su ministerio de intercesi—n.
Con su poder irresistible, El Padre trae a los elegidos a Cristo. Los regenera, y los preserva infaliblemente para su gloria.
Pablo afirma, sin ambigŸedad alguna, la imposibilidad de que se pierda alguien por quien Cristo muri—, pues la cruz es sacrificio eficaz.
El que no escatim— ni a su propio Hijo, sino que lo entreg— por todos nosotros, Àc—mo no nos dar‡ tambiŽn con Žl todas las cosas? (33) ÀQuiŽn acusar‡ a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. (34) ÀQuiŽn es el que condenar‡? Cristo es el que muri—; m‡s aœn, el que tambiŽn resucit—, el que adem‡s est‡ a la diestra de Dios, el que tambiŽn intercede por nosotros.
Con su poder
irresistible, el Padre
trae a los elegidos a
Cristo.
Segœn v.32, los beneficios del sacrificio de Cristo alcanzan invariablemente a aquellos por los cuales Cristo fue entregado. La frase todos nosotros se entiende en el contexto como todos los creyentes. Se refiere a los predestinados, llamados y justificados, v.30. A los que tienen el favor de Dios, v.31. A los elegidos, v.33, a los que no son condenados, v.34, a los que Dios ama y preserva v.35-39.
En v.33, Pablo indica que Dios no recibe acusaciones en contra de sus elegidos porque los justifica, ya que Cristo muri— por ellos.
En v.34, es imposible que se condenen aquellos por los cuales Cristo muri—, resucit— e intercede.
Por este texto vemos que el concepto del sacrificio eficaz no es una fantas’a filos—fica, ni fruto de razonamientos teol—gicos. Es una doctrina que Pablo expresa sin la menor ambigŸedad.
Imag’nese estar de pie frente a una casa con un plano arquitect—nico en la mano. La casa es bonita. La estructura es l—gica. Todo es funcional y normal.
Pero la casa no corresponde con el plano. Las ventanas son diferentes. La puerta est‡ en otro lado. Es obvio que el plano es para otra casa.
El Antiguo Testamento es el plan de la redenci—n divina, y se cumple en el Nuevo Testamento. Podemos estudiar la redenci—n en dos perspectivas: Estudiando las historias del Antiguo Testamento, podemos predecir quŽ clase de redenci—n veremos en el Nuevo. O por estudiar el Nuevo Testamento, podemos predecir quŽ clase de historias veremos en el Antiguo.
Supongamos que la redenci—n b’blica fuera como lo siguiente: Dios quiso salvar a todos. Mand— a Cristo a morir en la cruz por ellos. Esto cre— un pacto de gracia para todos los que quieren entrar por su libre albedr’o. Al creer, entran en el pacto donde tienen la salvaci—n garantizada, a condici—n de que sigan contribuyendo con su buena voluntad y obediencia evangŽlica.
ÀEs as’ la redenci—n b’blica? Al existir esta posibilidad, debemos leer en el Antiguo Testamento lo siguiente: Dios am— a todas las naciones, y quiso hacer pacto con todas ellas. Sacrific— un cordero para que las naciones que tienen buena voluntad puedan entrar por su libre albedr’o. Mand— profetas por el mundo entero, a los Romanos, Chinos, Aztecas, etc., invit‡ndolos a entrar en su pacto. Pero el œnico pueblo que quiso entrar, fue un pueblito amable, generoso, lindo y muy obediente, llamado los Jud’os.
ÀEs este el plan de redenci—n que vemos tipificado en el Antiguo Testamento?
ÀQuŽ leemos realmente en el Antiguo Testamento? Vemos que todas las naciones estaban perdidas en la idolatr’a y depravaci—n. Sin embargo, Dios escogi— a un pueblo por pura elecci—n soberana. Estos eran los Jud’os. Lo hizo por su gracia, no a causa de mŽritos ni obediencia previstos en ellos. Dios hizo con ellos un pacto. Para ratificar ese pacto, instituy— el sacrificio de un cordero. Este sacrificio sirvi— para ellos solamente, y no para ninguna otra naci—n. Por medio de este sacrificio, Dios hizo aceptable al pueblo elegido.
Por este esquema de arriba, podemos deducir la clase de redenci—n que se debe encontrar en el Nuevo Testamento. Dios tiene un pueblo elegido por su gracia, sin mŽritos previstos en ellos. Dios hizo pacto con sus elegidos, y mand— a Cristo para confirmar este pacto, con el sacrificio de S’ mismo. Por medio de este sacrificio, Dios salv— a todos los elegidos.
ÀCu‡l de estos dos esquemas es b’blico? Notemos el orden de eventos: Primero, Dios eligi— a un pueblo para S’. Luego, hizo un pacto eterno con ellos. Y finalmente provey— un sacrifico para confirmar el pacto y santificar a estos. Si el sacrificio sirvi— para confirmar un pacto con sus elegidos y santificarlos, entonces el sacrificio no es universal, sino particular.
Elecci—n, Pacto, Sacrificio. Esta es la redenci—n b’blica. Cualquier otra cosa es apostas’a.
Porque esto es mi sangre del nuevo pacto que por muchos es derramada para remisi—n de los pecados. Mt.26:28
El sacrificio de Cristo
es
Particular, no
universal.
Muchos no quiere decir todos. La sangre que derram— Cristo era pacto en Mi sangre. Si solamente los elegidos participan en el pacto, y si Cristo derram— su sangre para confirmar el pacto, entonces Cristo muri— s—lo por los elegidos.
Cu‡nto m‡s la sangre de Cristo...limpiar‡ vuestras conciencias de obras muertas para que sirv‡is al Dios vivo? As’ que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisi—n de las transgresiones que hab’a bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. Heb.9:14-15
Cristo es mediador del nuevo pacto para los que son llamados a ello. Note aqu’ la Llamada Eficaz. Su sangre limpia las conciencias de ellos, y reciben la promesa de una herencia eterna. El poder y la limitaci—n de su sacrificio se ven claramente expresados aqu’. Muri— para garantizar la limpieza de todos los llamados a una herencia eterna.
Jesucristo es nuestro Sumo sacerdote. El ministerio del sacerdocio Jud’o consist’a en dos actividades: Primero, ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo. Segundo, interceder por ellos, en base de los sacrificios ofrecidos.
Hab’a pues, una ligadura inseparable entre el sacrificio ofrecido, y las personas por las cuales el sacerdote interced’a. Nunca interced’a por alguien sin hacer sacrificio por Žl. Nunca se hizo sacrificio por alguien sin interceder por Žl.
Supongamos que fueras transportado en el tiempo hace 2500 a–os atr‡s. Al entrar en el templo de JerusalŽn para mirar los ritos, observas que frente al altar un sacerdote est‡ degollando un cordero. Le preguntas: Se–or sacerdote, Àpor quŽ mata ese cordero? El sacerdote contesta: Porque tengo que entrar al altar para interceder por una familia que ha pecado. Jehov‡ no me permite entrar sin la sangre del cordero. Al instante comprendes que el cordero fue sacrificado por esa familia.
Supongamos ahora, que regresas al d’a siguiente, pero llegas tarde. El cordero ha sido sacrificado y el sacerdote ya est‡ en el templo orando. Te preguntas, ÀPor quiŽnes fue sacrificado este cordero? Supongo que nunca lo sabrŽ, porque el sacerdote ya entr— en el templo. De repente piensas, Si puedo o’r al sacerdote orando, sabrŽ por quienes fue sacrificado el cordero. R‡pido, corres detr‡s del tabern‡culo y acerca el o’do a la pared. Oyes al sacerdote que dice: Se–or, perdona los pecados de la familia de Jos’as, y ten misericordia de ellos. Ya sabes que el cordero fue inmolado por la familia de Jos’as, porque sabes que el sacerdote s—lo intercede por quienes fue sacrificado el cordero.
ÀC—mo corresponde esto al ministerio de nuestro Sumo sacerdote Jesucristo? Vamos a la pared a escuchar otra vez. Pero esta vez, no estamos escuchando a un sacerdote humano, sino a Jesucristo mismo, en su ministerio de intercesi—n:
Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son. Jn. 17:9
Si Cristo muri— con la intenci—n de salvar a todos, Àpor quŽ no or— por todos? Pero si intercede por algunos, es porque su sacrificio fue eficaz solamente para ellos.
Jur— el Se–or, y no se arrepentir‡, Tœ eres sacerdote para siempre...Por tanto, Jesœs es hecho fiador de un mejor pacto. Heb.7:21-22
Los razonamientos teol—gicos no son las œnicas evidencias disponibles para comprobar nuestra doctrina. Las Escrituras declaran que Cristo vino a salvar:
A su
pueblo: ...y llamar‡s su nombre Jesœs, porque Žl salvar‡ a su pueblo de sus
pecados. Mt. 1:21
A las
ovejas: Éy pongo mi vida por las ovejas. Jn. 10:15
A su iglesia:
...la
iglesia del Se–or, la cual Žl gan— por su propia sangre. Hch.20:28
A los
elegidos: ÀQuiŽn acusar‡ a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. Ro.8:32-33
A los
que participan en el pacto: ...es mediador de un nuevo pacto para que...los llamados reciban
la promesa de la herencia eterna.
Heb.9:15
A aquellos
por los cuales intercede: ...no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos
son. Jn.17:9
A los
que el padre le dio: De los que me diste, no perd’ ninguno. Jn.18:9
Dado que algunos ser‡n eternamente salvos, y otros no, tiene que haber alguna limitaci—n en el sacrificio de Cristo. De otra manera, todos ser’an salvos.
Todo cristiano evangŽlico cree, por lo tanto, en un sacrificio limitado de Cristo. Pero diferimos respecto a los par‡metros del mismo.
ÀDepender‡ la eficacia de la cruz de la acci—n cooperativa del hombre? O, ÀDepender‡ la acci—n cooperativa del hombre de la eficacia de la cruz? Si fuera el primero, el poder de la cruz ser’a limitado y el sacrificio no ser’a eficaz ni completo.
En cambio, si los beneficios de la cruz llegan infaliblemente a todos aquellos por los cuales Cristo se entreg—, es claro que fue para algunos solamente y garantiza la cooperaci—n de aquellos. Es un sacrificio digno de confianza porque resulta en una seguridad de salvaci—n absoluta. Reflexiona el autor Kenneth Craig,
ÒLa cruz,
libre para atraer por su propio poder, permanece como el im‡n de las almas de
los hombres.Ó [16]
Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado. 1Cor.2:2
Para los que han entendido por primera vez la doctrina del sacrificio eficaz, se presenta un problema. Se sienten restringidos al decir a un incrŽdulo, Cristo muri— por ti. Y tienen raz—n. Es una restricci—n. Si no podemos andar diciendo a la gente sin discriminaci—n, Cristo muri— por ti, quŽ, pues, debemos decirles?
Anota el te—logo J.I. Packer esta tensi—n:
ÒDeseamos magnificar la gracia salvadora de Dios y
el poder salv’fico de Cristo. As’ declaramos que el amor redentor de Dios se
extiende a todos, y que Cristo muri— para salvar a todos, y proclamamos que la
gloria de la misericordia divina se mide por estos hechos. Y luego, a fin de
evitar el universalismo, tenemos que desvalorizar todo lo anterior, explicarlo
que, despuŽs de todo, nada de lo que Dios y Cristo han hecho puede salvarnos, a
menos que a–adamos algo a ello. El factor decisivo que realmente nos salva es
nuestra propia fe. Sin querer, insinuamos que Cristo nos salva con nuestra
ayuda; o m‡s bien, que nosotros nos salvamos a nosotros mismos con la ayuda de
Cristo. Esto suena vac’o.Ó [17]
La respuesta a este dilema es una bella paradoja. El prop—sito de nuestra doctrina no es limitar nuestra predicaci—n, sino provocarnos a enfocar nuestra predicaci—n en el poder de la cruz, donde Cristo derram— su sangre como el cordero de Dios para perdonar el pecado de sus elegidos.
Tenemos en la cruz una salvaci—n segura, un Salvador soberano que salva hasta lo œltimo, que causa una reconciliaci—n total con un Dios infinitamente santo, que perdona todo pecado, que nos incorpora en un pacto eterno y una cruz que nos preserva hasta la gloria. As’ predicaron los Ap—stoles.
En cambio, la doctrina de expiaci—n universal tiene contradicciones serias, que pueden causar que una persona pensante rechace el Evangelio.
Primero, si Cristo muri— con intenci—n de salvar a todos, entonces, no cumpli— con el m‡s m’nimo porcentaje de su intenci—n. Es un Salvador con poco Žxito. ÀC—mo se podr’a confiar en tal Salvador?
Segundo, no se podr’a predicar que la cruz es poderosa, si fuera el hombre, y no Dios, quien la hace funcionar.
Tercero, no se podr’a predicar de un Dios soberano, si El es impotente para salvar a los que desea salvar. Finalmente, no existir’a en tal cruz ninguna seguridad de salvaci—n para nadie, porque no contendr’a ningœn don de perseverancia. Si tal perseverancia proviene de los esfuerzos del cristiano, y no de la cruz, tendr’amos un evangelio de mŽritos.
Un incrŽdulo inteligente, al o’r que Cristo muri— para salvar a todos, pero que pocos ser‡n salvos, concluir‡ al instante que no est‡ oyendo de un salvador soberano. Entender’a que tal cruz no tiene poder en s’ misma para convertir, preservar y glorificar a nadie. Afortunadamente, la mayor’a de la gente no es tan reflexiva. No se dan cuenta de las contradicciones en la predicaci—n moderna. Dios usa tal predicaci—n de todos modos, para salvar a sus elegidos.
Cuando prediques la cruz, di que Jesœs es un Salvador eficaz. Su cruz garantiza una salvaci—n segura para todo creyente. Es la certeza de la perfecci—n futura. Expl’cales que las palabras finales de Cristo Consumado es, significan una salvaci—n completa a la cual no se puede contribuir con nada. Todo es por gracia.
Pregunta 1: El concepto de
propiciaci—n para todo el mundo parece ser pregonado en 1Jn.2:2:
Y Žl es la propiciaci—n por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino tambiŽn por los de todo el mundo. ÀNo refuta esto el concepto de un sacrificio limitado para los elegidos?
Respuesta:
Este vers’culo es considerado el baluarte de la doctrina de la expiaci—n universal. Explica, supuestamente, que la muerte de Cristo expi— no s—lo los pecados de los cristianos, sino tambiŽn de todos los perdidos. La palabra nuestro, se refiere a todos los cristianos, y todo el mundo, se refiere a todos los perdidos.
Depende de las reglas de interpretaci—n b’blica, si esta interpretaci—n es correcta, o no.
Primero, hay que definir exactamente las palabras dadas. ÀQuŽ significa la palabra propiciaci—n? Significa apaciguar la ira. Es usada unas 5 veces en el Nuevo Testamento para indicar que la ira de Dios se apacigua respecto al pecado. Segœn 1Jn.2:2, la ira de Dios est‡ apaciguada.
Pero si la ira de Dios est‡ apaciguada para todos en el mundo entero, ÀQuŽ de los cientos de vers’culos en toda la Biblia que hablan de la ira de Dios hacia los pecadores? ÀQuŽ de la ira de Dios en el Apocalipsis, que se derramar‡ sobre todo el mundo? El sacrificio de Cristo no apacigu— la ira de Dios hacia todo el mundo, porque de otro modo nadie ser’a condenado.
La palabra propiciaci—n se usa en Ro.3:25 para mostrar que la ira de Dios est‡ apaciguada solamente hacia los que son justificados por la fe en Cristo.
En 1Jn.2:2, el Ap—stol est‡ diciendo que la ira de Dios es apaciguada hacia los hermanos a los cuales escribe, y tambiŽn hacia todos los hermanos en el mundo entero. Otra interpretaci—n nos gu’a inevitablemente a la conclusi—n de que todos ser‡n salvos, porque Dios no est‡ enojado con nadie.
Segundo, ÀQuiŽnes eran estos hermanos a los cuales Juan escribi—? Esta ep’stola se dirige a los cristianos Jud’os. Esto no se puede negar, porque en G‡l.2:9 vemos que Juan era un ap—stol para los Jud’os. Adem‡s, en 2:7, leemos de un mandamiento divino que los oyentes ten’an desde el principio. S—lo los Jud’os ten’an mandamientos de Dios, no los gentiles.
Los Hechos de los Ap—stoles nos indica que los Jud’os cristianos del primer siglo tend’an a olvidar que los creyentes gentiles eran aceptados en Cristo igual que ellos. Se sent’an superiores debido a su ancestro Jud’o. Juan, en esta ep’stola, les declara que Cristo muri— por los hermanos esparcidos en el mundo entero, igual como por los creyentes Jud’os.
Sigue abajo un an‡lisis del uso b’blico de las palabras: mundo y todo el mundo, para comprobar que no se significan todo ser humano:
á Creyentes en el mundo: Lu.2:1; Jn.12:19.
á IncrŽdulos en el mundo: Jn.15:18; 16:20; 17:14; 2Ped.2:5; 1Jn.5:19; Apoc.3:10; 13:3; 16:14
á El universo: Hch.17:24
á Gente de varias clases en el mundo: Jn.1:29; Jn.1:10
á El pœblico en general: Jn.7:4; 12:19; 14:22
Entre las 105 veces que San Juan usa la palabra mundo en sus escritos, en s—lo 11 casos es posible que signifique todo ser humano. Incluso en estos casos, tal interpretaci—n es dudosa. La regla b‡sica de interpretaci—n de las palabras b’blicas consiste en que el significado mayor de una palabra es el correcto en cualquier vers’culo, si el contexto no obliga a otra interpretaci—n.
Pregunta 2: Existen textos que usan la palabra todos, refiriŽndose al sacrificio de Cristo. Ejemplos: 1Ti.2:4,6 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad...el cual se dio a s’ mismo en rescate por todos... Otros son: Heb.2:9 y 2Cor.5:14-15. ÀC—mo concuerda esa palabra con la idea del Sacrificio Eficaz para los elegidos?
Respuesta:
Nunca hemos negado la suficiencia te—rica de la cruz del Calvario para salvar a toda la humanidad. Lo œnico que hemos negado es que Žsta fuera la intenci—n divina. Sin embargo, es f‡cil mostrar que la frase todos y todos los hombres, en los textos arriba mencionados, no significan toda la humanidad, sin excepci—n. Enfoquemos mayormente en 1Ti.2:4,6, porque los mismos argumentos que usamos para este texto son v‡lidos tambiŽn para los dem‡s textos:
La palabra todos los hombres en este caso quiere decir: todos sin distinci—n de clase o raza, no todos sin excepci—n de persona. El contexto y un estudio de esta frase a travŽs de la Biblia lo confirma.
La frase todos los hombres aparece cientos de veces en la Biblia. En menos del 10% de los casos, puede decir todo ser humano que ha existido. Normalmente quiere decir: toda clase de gente.
Un ejemplo de esto es Tito 2:11, Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvaci—n a todos los hombres. Al momento en que Pablo escribi— esto, la gracia de Dios no hab’a sido manifestada a todos los hombres. ÀEstaba Pablo exagerando? No. Simplemente dec’a que el Evangelio es universal, y que transciende los l’mites de culturas y razas. Dios tiene elegidos entre las naciones tambiŽn, no solamente entre los Jud’os.
Otro ejemplo es Hechos 2:17- DerramarŽ de mi Esp’ritu sobre toda carne... En el d’a de PentecostŽs, no toda la humanidad recibi— el Esp’ritu. Toda clase de gente, sin distinci—n de edades o estado social.
ÀExiste algo en el contexto de 1Tim. Cap. 2 donde indica que debemos ignorar 90% de las evidencias b’blicas respecto al uso de la frase todos los hombres? Al contrario, el contexto muestra limitaciones muy estrechas respecto a este vers’culo. Notemos v.1y2, ...oraciones...por todos los hombres; por los reyes y por todos los que est‡n en eminencia... Pablo tiene en mente a las autoridades civiles. Dios tambiŽn tiene un pueblo elegido entre los reyes y los nobles. Los hermanos Jud’os como Timoteo, no ten’an el h‡bito de orar por reyes paganos.
Pablo revela en el vers’culo 7, que tiene en mente tambiŽn a los gentiles cuando dec’a todos los hombres en el contexto. El mensaje del cap’tulo es que Dios quiere salvar gente de toda clase, algunos reyes, y no solamente a los pobres. A algunos gentiles y no Jud’os solamente. Nada en el contexto confirma que Dios quiere que todo ser humano sea salvo.
Sigue a continuaci—n un estudio breve sobre el uso b’blico de las palabras Todos y Todo hombre:
á Todos los creyentes: 3Jn.12; Hch.17:31; Hch.2:45; 1Cor.7:7; Ro.16:19
á Todos los incrŽdulos: Lu.21:17; Apoc.19:18; 2Ti.4:16
á Gente de toda clase: Es decir, gente sin excepci—n de clase, pero no sin excepci—n de persona. Mc.1:37; Lu.3:15; Jn.3:26; 13:35; Hch.2:17; 21:28; 2Co.3:2; 2Ti.4:16; Ti.2:11
á Todos los presentes: Mc.5:20; Hch.4:21; 20:19; 20:26
Pregunta 3: Si el sacrificio eficaz es la doctrina correcta, entonces ÀNo es Dios insincero al ofrecer la salvaci—n a todos en base del sacrificio de Jesœs?
Respuesta: Esta pregunta contiene presuposiciones:
á Que el Evangelio es una oferta solamente, y no tambiŽn un mandamiento con autoridad.
á Que es ofrecido a todos los hombres.
á Que es una condici—n de salvaci—n creer que Jesœs muri— personalmente por nosotros.
Estas presuposiciones son algo defectuosas. ÀPor quŽ?
Primero: El Evangelio no es una oferta solamente, sino tambiŽn un mandamiento de arrepentimiento. As’ que, arrepent’os y convert’os para que sean borrados vuestros pecados... Hch.3:19
En nuestro siglo, se predica un Dios pasivo, esperando humildemente que responda el libre albedr’o del hombre. Dios presenta su caso frente al orgullo humano y ofrece el evangelio al gusto del hombre como si fuera algœn producto en el mercado. Verdad que debemos invitar a la gente que vengan a Cristo, y hacerlo con compasi—n. Pero a la vez, cuidemos de no ahogar la autoridad de nuestro Se–or soberano con una inundaci—n de sentimentalismo moderno y de presuposiciones humanistas.
Segundo: Dios nunca ha ofrecido el evangelio a toda la humanidad.
La mayor’a de la humanidad ya ha muerto sin haber o’do de Jesucristo. Frente a esta realidad, es dif’cil explicar por quŽ Dios, siendo soberano, mand— a Cristo a morir por todos y luego ocultar a muchos el conocimiento de ello.
Tercero: Creer que Jesœs muri— por uno, no es una condici—n de salvaci—n.
ÀD—nde dice en la Biblia que es necesario creer que Cristo muri— personalmente por m’ como condici—n de salvaci—n? ÀQuŽ ap—stol predic— esto a algœn incrŽdulo? Es verdad que predicaron a Cristo crucificado. Pero nunca predicaron que uno tiene que creer que Cristo muri— por uno a fin de ser salvo.
Dios no requiere un entendimiento del sacrificio de Cristo como condici—n de salvaci—n. Simplemente requiere que creamos en El. La œnica condici—n es la fe en Cristo. Un entendimiento de la expiaci—n del Se–or es para los que ya son salvos.
Tenemos que evitar imponer condiciones sobre la gente que Dios no requiere. El evangelio b’blico es sencillo, bello, suficiente y eficaz. ÁPrediquŽmoslo como tal!
Preguntas para repasar: Sacrificio eficaz
1. Verdadero o Falso: _____ La muerte de Cristo cumpli— todas las condiciones de salvaci—n por los elegidos, excepto la fe y la obediencia.
2. Otros nombres para nuestra doctrina son _______ ________o __________.
3. La expiaci—n universal significa que Cristo muri— por: (Marque uno)
A. Los elegidos solamente
B. Toda la humanidad
4. La Expiaci—n Particular significa que Cristo muri— por: (Marque uno)
A. Los elegidos solamente
B. Toda la humanidad
5. Explique en sus propias palabras por quŽ esta doctrina es importante.
6. Verdadero o Falso:_____ Conversi—n a Cristo significa que Dios cambia cabras a ovejas.
7. Cristo vino a dar su vida por las _____________, segœn Juan 10.
8. ÀC—mo comunic— Cristo su vida a las ovejas?
9. Verdadero o Falso:_____ La fe de los creyentes es resultado de ser ovejas, no la causa de que sean ovejas.
10. Verdadero o Falso:_____ Nos hacemos ovejas del Se–or a recibir la vida eterna.
11. Llegamos a ser ovejas del Se–or por: (Marque uno)
A. Una decisi—n de nuestro libre albedr’o.
B. Por nuestra fe en Cristo.
C. Por un decreto eterno de Dios el Padre en darnos a Cristo.
12. La frase clave para entender el Evangelio de San Juan es ________________.
13. Verdadero o Falso:_____ Pertenecimos a Dios el Padre por un decreto divino, antes de pertenecer a Cristo.
14. Un an‡lisis de Jn.6:37-45,65 nos revela tres verdades importantes. Estas son:
A.____________
B.____________
C.____________
15. ÀCu‡les de nuestras doctrinas de la gracia son comprobadas por Jn.6:44?
16. ÀEn quŽ cap’tulo de la Biblia se encuentra la oraci—n sacerdotal de Jesœs antes de ir a la cruz?
17. Segœn Juan 17, a quiŽnes da Cristo la vida eterna?
18. Cristo cumpli— con: (Marque uno)
A. Toda la obra que el Padre le dio.
B. Parte de la obra que el Padre le dio.
C. Lo que pudo, segœn la cooperaci—n de los hombres.
19. Cuando Cristo dijo que preserva a todos los que el Padre le dio, estaba hablando de: (Marque uno)
A. Los doce disc’pulos solamente.
B. Todos los creyentes de todas las Žpocas.
C. Los que se mantienen fieles por su libre albedr’o.
20. ÀLa gran imposibilidad que Pablo expuso en Ro.8:32-34 consiste en que?
21. En Ro.8:33, Pablo indica que Dios no recibe acusaciones en contra de sus elegidos justificados porque:
A. Dios solo justifica a los que sabe de antemano van a ser fieles.
B. Cristo muri— por ellos
C. Son merecedores.
22. Verdadero o Falso:_____ Nuestra doctrina es producto de razonamientos teol—gicos solamente, porque no est‡ expresada claramente en la Biblia.
23. El patr—n b’blico de la redenci—n sigue tres pasos espec’ficos en los dos Testamentos. Estos son: ___________, ______________, _______________.
24. ÀDe quiŽnes es Cristo mediador del Nuevo Pacto, segœn Heb.9:14-15?
25. Los dos aspectos del ministerio sacerdotal de Cristo, al igual que el de los sacerdotes Jud’os en el Antiguo Testamento son:
A. __________________
B. __________________
26. Verdadero o Falso:_____ Como fiel Sumo sacerdote, Cristo intercede solamente por aquellos por los que hizo sacrificio.
27. Verdadero o Falso: _____ Cristo intercedi— por la salvaci—n del mundo.
28. Llene los espacios blancos siguientes:
A. Segœn Mt.1:21, Cristo muri— por _______________.
B. Segœn Jn.10:15, Cristo muri— por ______________ .
C. Segœn Ef.5:25, Cristo muri— por _______________.
D. Segœn Heb.9:15 Cristo muri— por _______________.
E. Segœn Jn.17:9 Cristo intercede por ______________.
29. La conclusi—n l—gica de la doctrina de la expiaci—n universal, si fuera verdad, nos llevar’a invariablemente a la conclusi—n de que ____________________.
30. El hecho de que no toda la humanidad se salva, nos lleva a la conclusi—n de que la cruz tiene una de dos limitaciones: (Marque uno)
A. Limitaci—n de eficacia
B. Limitaci—n de extensi—n
31. La palabra propiciaci—n quiere decir ______________.
32. La interpretaci—n correcta de 1Jn.2:2 es: (Marque uno)
A. Cristo apacigu— la ira de Dios hacia toda la humanidad.
B. Cristo apacigu— la ira de Dios hacia todos los creyentes en el mundo entero.
C. Cristo no apacigu— la ira de Dios hacia nadie.
33. Verdadero o Falso:_____ La palabra mundo, o todo el mundo en la Biblia, normalmente se refiere a todo ser humano que existe.
34. En la Biblia las palabras todos, o todos los hombres, normalmente quiere decir:
A. Todo ser humano que ha existido.
B. Algunos seres humanos de toda clase.
C. Todos los gentiles pero no todos los Jud’os.
35. Verdadero o Falso:_____ La doctrina de la expiaci—n universal, en realidad contiene m‡s limitaciones que la Expiaci—n Limitada.
Respuestas
a las preguntas: Sacrificio eficaz
1=F; 2=Redenci—n Particular; Expiaci—n Limitada; 3=B; 4=A; 5=VŽase texto; 6=F; 7=Ovejas; 8=Dio su vida por ellas; 9=V; 10=F; 11=C; 12=Los que El Padre Me dio; 13=V; 14=Primero, pertenecimos a Dios por un decreto divino antes de pertenecer a Cristo; Segundo, todos los que El Padre Le dio, vendr‡n a Cristo; Tercero, la voluntad de Dios determina todo; 15=Incapacidad Total Humana; Llamada Eficaz; Regeneraci—n Soberana; Seguridad De Los elegidos; 16=Cap.17; 17=Los que el Padre le dio; 18=A; 19=B; 20=Aquellos por los cuales Cristo muri— pueden ser condenados; 21=B; 22=F; 23=Elecci—n, Pacto, Sacrificio; 24=Por los llamados; 25=A. Sacrificio B. Intercesi—n; 26=V; 27=F; 28=A. Su pueblo, B. las Ovejas, C. Su iglesia, D. Los Llamados, E. Los que El Padre Le dio; 29=Todos ser‡n salvos; 30=B; 31=Apaciguar la ira; 32=B; 33=F; 34=B; 35=V
ÀCu‡l iglesia es la verdadera? Esta pregunta se oye a menudo cuando testificamos a la gente sobre la salvaci—n. Algunas se declaran la œnica, fuera de la cual no hay Salvaci—n. Todas las sectas se declaran la verdadera iglesia.
Un an‡lisis de los textos b’blicos nos revela algo sorprendente.
La iglesia de Cristo consiste en un organismo invisible, no una organizaci—n visible. su formaci—n es espiritual, no material. Ser miembro de una iglesia b’blica no es garant’a de ser miembro de la verdadera iglesia de Cristo. Igualmente, es posible ser miembro de una iglesia local que no forma parte de la iglesia de Cristo, siendo a la vez miembro de la verdadera iglesia de Cristo invisible. Todo esto puede parecer confuso, hasta que analicemos lo que queremos decir con el t’tulo de este art’culo.
La iglesia de Cristo
es un organismo invisible,
no una organizaci—n visible.
Efesios 4:11-13 Y Žl mismo constituy— a unos, ap—stoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificaci—n del Cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de DiosÉ
Primero, la iglesia de Cristo tiene oficiales. Estos son ap—stoles, profetas (predicadores), evangelistas, pastores y maestros. (v.11) Sirven para preparar a los cristianos para ministrar a la humanidad, y llevar a los creyentes a la unidad de la fe con un conocimiento preciso del Se–or Jesucristo. (v.12-13) Es interesante notar que en estos textos Pablo no menciona ni papas, ni cardenales, ni sacerdotes como oficiales de la iglesia.
Sin embargo, ser’a un error suponer que la iglesia de Cristo es principalmente una organizaci—n. Los vers’culos siguientes indican una verdad de suprema importancia: La iglesia de Cristo es un organismo, no una organizaci—n. Es un cuerpo, cuya œnica cabeza es Cristo. ...aquel que es la cabeza, esto es, Cristo. v.16. Nadie tiene derecho de tomar para s’ este t’tulo.
La iglesia de Cristo consiste en todos los que son salvos por la fe en Cristo. En Hechos 2:47 leemos,
Y El Se–or a–ad’a cada d’a a la iglesia los que hab’an de ser salvos.
As’, se ve que todos los que son salvos, y ellos solamente, forman parte de la iglesia de Cristo. En 1Cor.1:2 leemos,
A la iglesia de Dios que est‡ en Corinto, a los santificados en Cristo Jesœs, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Se–or Jesucristo, Se–or de ellos y nuestro.
Segœn este texto, la iglesia de Dios consiste en personas santificadas en Cristo, que fueron llamadas por Dios a una vida santa, que oran en el nombre del Se–or Jesœs, y que reconocen su Se–or’o. Esto es distinto a una asistencia ocasional a los cultos con algunas pr‡cticas religiosas.
Bajo esta perspectiva, podemos decir sin recelo, que algunas personas son en realidad miembros del Cuerpo de Cristo aunque pertenecen a iglesias que no son b’blicas. Igualmente, existen otros que asisten a iglesias donde el verdadero Evangelio se predica, sin pertenecer a Cristo. No todos los que participan en los cultos son regenerados. Algunos participan por fuerza de voluntad, sin nunca haberse entregado al Se–or.
Jesœs aclar— en Juan 17, que los que le pertenecen tienen vida eterna v.2, conocen a Dios v.3, reciben las palabras de Dios v.8, son odiados por el mundo v.16, son santificados v.17, y unidos en amor v.21-23. Estos solamente estar‡n con El en la gloria v.24.
El car‡cter universal de la iglesia se ve en las palabras de Jesœs en Juan l0:16,
TambiŽn tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas tambiŽn debo traer, y oir‡n mi voz; y habr‡ un reba–o y un pastor.
Los Jud’os de la Žpoca de Jesœs cre’an que solamente ellos pod’an ser salvos, no los gentiles. Aqu’ Jesœs indicaba que ten’a otros adem‡s de los presentes, pero que formar’an un reba–o.
En el contexto, Jesœs indicaba que estas ovejas son caracterizadas por su fe en El, (v.26), por o’r su voz (v.27), por seguirle (v.27). Son preservados infaliblemente por el Padre, de manera que no pueden perecer (v.28-29).
En un sentido legal, Dios percibe a la iglesia Universal de Cristo como unida en Cristo, justificada y aceptada delante del Padre.
Sin embargo, el Cuerpo de Cristo tiene sus manifestaciones visibles en forma de iglesias locales que todav’a carecen de la perfecci—n en el sentido pr‡ctico. Algunas iglesias tienen tantos defectos en doctrina y en organizaci—n que nos preguntamos si realmente son expresiones leg’timas de la iglesia del Se–or. Aunque deseamos evitar un Esp’ritu de cr’tica, es preciso tener un criterio claro para ayudarnos a distinguir entre iglesias leg’timas e iglesias falsas.
La palabra de Dios nos da tal criterio, lo cual vamos a estudiar ahora. Aunque ninguna iglesia cumple siempre con todos estos puntos, por falta de madurez o de ense–anza, la iglesia debe procurar alcanzar el ideal expuesto en la Biblia si quiere ser considerada como parte leg’tima del Cuerpo de Cristo.
Hemos organizado este criterio bajo cuatro divisiones para facilitar el estudio: Pureza de doctrina, de organizaci—n, de comportamiento y de culto.
Siempre habr‡n divergencias entre cristianos sobre doctrinas menores; tales como la forma de bautizar, la manera mejor de llevar el culto, etc. Pero ciertas doctrinas son esenciales al pensamiento b’blico, de manera que la negaci—n de una de ellas es motivo para declarar a una iglesia como doctrinalmente impura, y por lo tanto sin el derecho de llamarse una expresi—n leg’tima del Cuerpo de Cristo. Estas doctrinas esenciales son: La infalibilidad de la Biblia como Palabra de Dios y como suficiente en toda cuesti—n de doctrina y pr‡ctica; la Santa Trinidad; La deidad de Cristo, su nacimiento virginal, su muerte y resurrecci—n corporal y su segunda venida; la salvaci—n por la gracia sin mŽritos; el juicio eterno para pecadores y la felicidad eterna para los creyentes. [18]
Si un cristiano se encuentra en una iglesia que niega cualquiera de estas doctrinas, debe separarse de ella.
Una asamblea leg’tima reconoce a Jesucristo como la œnica Cabeza de la iglesia universal. Rechaza toda autoridad, sea religiosa o civil, que reclame el derecho para gobernar a todos los cristianos en la tierra.
Tiene una pluralidad de ancianos. (Hechos 14:23 y Tito 1:5) Los ancianos son los l’deres espirituales de la iglesia, tales como pastores, evangelistas, misioneros, predicadores. (Ef.4:11-12) Ellos gobiernan con autoridad, pero no son autoritarios. (1Ped.5:1-3) Apacientan a la iglesia y la cuidan espiritualmente. (Hechos 20:28) La iglesia no debe ser gobernada por un solo hombre dictatorial y autoritario, que reina sobre todos como un dictador protestante local. Tal iglesia es organizacionalmente impura.
La autoridad final en la iglesia reside en los ancianos, y no en la congregaci—n. El reino de Dios no es una democracia. Dios gobierna por los ancianos y no por votos de la congregaci—n. El anciano es funcionario de Dios, no de la congregaci—n. (Hch.20:28; 1Tes.5:12-13; Heb.13:17)
La iglesia local no tiene autoridad para decidir por s’ sola cu‡l es la buena y sana doctrina. Las dificultades doctrinales deben ser resueltas en el Concilio, que consiste en todos los ancianos y misioneros asociados en la misma organizaci—n de iglesias. Los decretos de tal Concilio son impuestos sobre las iglesias locales. (Hechos 15:1-31 y 16:4)
Ejemplo b’blico:
En la controversia del primer siglo respecto a la circuncisi—n, es importante prestar atenci—n a lo que no hicieron: No escribieron a ninguna autoridad eclesi‡stica para que decrete lo que es correcto. Tampoco dejaron a cada congregaci—n decidir por voto lo que le conven’a. Ni anunciaron que la verdad es cuesti—n de conciencia personal ni que cada cristiano tiene derecho a su propia opini—n.
En la vida cotidiana de la iglesia, los ancianos deben trabajar en la doctrina y la ense–anza, vigilando que la sana doctrina se mantenga. Cuestiones controversiales que no pueden ser resueltas por los credos de la iglesia, se deben presentar al Concilio de Ancianos.
Aunque algunas iglesias evangŽlicas carecen de pureza organizacional, esto en s’ no es motivo para separarse de ellas. Unas no han recibido ninguna instrucci—n en organizaci—n b’blica, pero sirven al Se–or con buen coraz—n. Cuestiones organizacionales no son tan importantes como cuestiones de doctrina o de pureza moral. Pero si la conducta de los l’deres es autoritaria hasta el punto en que obstaculizar el desarrollo espiritual de un cristiano, entonces puede ser leg’timo buscar otra iglesia.
La disciplina moral se ejercita en una iglesia b’blica. Los miembros que practiquen pecado grave son aconsejados por los ancianos o puestos bajo disciplina, segœn el caso. (Gal. 6:1) Los miembros que persisten en el pecado, rechazando los consejos de los ancianos, son excomulgados. (1Co.5:11-13) La iglesia b’blica no debe tener mala reputaci—n en la comunidad como tolerante de pecados graves. (Ef.5:13)
Practica separaci—n del mundo. Una iglesia leg’tima no tendr‡ comuni—n ni cooperaci—n con otras iglesias u organizaciones religiosas que no mantienen la sana doctrina b‡sica, o que practican idolatr’a. La unidad sin la verdad es nada m‡s que una conspiraci—n imp’a. (2Cor.6:14-18)
No practica el legalismo. La justicia predicada en una iglesia b’blica est‡ basada en la fe en Cristo, no en cosas exteriores como ropa, comida u observaci—n del s‡bado. (G‡l.3:1-6; Col.2:16)
Una iglesia leg’tima evangeliza. Es una contradicci—n que una iglesia se considere normal, si no cumple con uno de sus prop—sitos mayores de su existencia, segœn la Gran Comisi—n de Jesœs, en Mt.28:19, Id, y haced disc’pulos a todas las naciones...
á La Palabra de Dios es predicada y ense–ada fielmente...no el activismo social ni teor’as pol’ticas ni filosof’as humanas ni opiniones personales. (2Ti.4:1-2)
á Los sacramentos del Bautismo y Santa Cena son administrados fielmente y no descuidados. (Hch.2:42)
á Existe orden en los cultos. No hay ni bulla ni desorden. (1Cor.14:23,40)
Nota importante: Las iglesias nuevas est‡n en proceso de desarrollo y no han tenido el tiempo para llevar a cabo todos estos criterios. Esto es tolerable. La que no tiene excusa es una iglesia que antes conoc’a y los obedec’a, pero despuŽs los abandon—.
La iglesia de los Corintios era carnal, fuera de orden e inmoral. Sin embargo, Pablo los llam— iglesia de Dios. ÀPor quŽ lo hizo cuando la iglesia estaba en tal estado espiritual? Porque sab’a que eran ni–os en Cristo y que les faltaba ense–anza. Hab’an salido de una cultura pagana. Era por falta de entendimiento. ÀHubiera sido leg’timo separarse de tal iglesia? No. Hasta que sea evidente que la iglesia no acepta correcciones y que no est‡ en camino al est‡ndar b’blico, es mejor quedarse y luchar por el bienestar de los miembros.
Esta cuesti—n tiene dos lados. La divisi—n entre cristianos es se–al de carnalidad e inmadurez espiritual. En cierto sentido, las denominaciones contribuyen a la divisi—n por incentivar a los cristianos a adoptar ciertas actitudes anti-b’blicas. Algunos imaginan que su denominaci—n es espiritualmente superior a todas las dem‡s. Compadecen a los cristianos que no pertenecen a su denominaci—n, por lo cual su conciencia no les molesta si roban ovejas de otras iglesias leg’timas.
Del otro lado, las denominaciones pueden ser muy beneficiosas. Con tantas sectas malsanas hoy en d’a es aconsejable que un grupo de iglesias se apoyen y se junten para mantenerse puras. Mas, es de considerar tambiŽn que no puede existir un Presbiterio, ni un Concilio nacional de iglesias sin que exista tambiŽn alguna denominaci—n. Y la idea del Presbiterio y del Concilio es b’blica. (1Ti.4:14 y Hch. Cap.15) Si la œnica manera de poner en marcha un sistema organizacional b’blico es formar una denominaci—n, entonces es leg’timo hacerlo.
Los l’deres espirituales cumplen este papel segœn G‡l.6:1. El œnico motivo por el cual la congregaci—n entera debe involucrarse es en el caso de excomuniones, Mt.18:15-18
Provocar divisiones, Tito 3:10; herej’a, Ro.16:17; pecado grave y persistente, 1Cor.5:9-13
La verdadera iglesia de Cristo es un organismo vivo y formado por todos los que son salvos por la fe en Jesucristo, cuya œnica cabeza es Cristo. Su formaci—n es sobrenatural, no humana. En su expresi—n local, la iglesia de Cristo manifiesta pureza de doctrina, de organizaci—n, de conducta, y de culto.
Preguntas para repasar: Unidad Espiritual
1. Verdadero o Falso:_____ La iglesia de Cristo no tiene ninguna clase de organizaci—n.
2. Verdadero o Falso:_____ La iglesia de Cristo es principalmente un organismo y no una organizaci—n.
3. Verdadero o Falso:_____ La iglesia de Cristo tiene una sola Cabeza, el Papa.
4. Verdadero o Falso:_____ Los que son salvos y estos solamente, forman parte de la iglesia de Cristo.
5. Verdadero o Falso:_____ Es muy posible que existan algunos cat—licos que forman parte del Cuerpo de Cristo, mientras que algunos EvangŽlicos sean excluidos.
6. Verdadero o Falso:_____ La iglesia de Cristo, en su sentido universal, es un organismo visible.
7. Verdadero o Falso:_____ La formaci—n de la iglesia de Cristo es principalmente espiritual, no terrenal.
8. Verdadero o Falso:_____ Ser miembro de una iglesia local que predica la Biblia garantiza la salvaci—n.
9. Verdadero o Falso:_____ Todas las iglesias que se dicen cristianas son expresiones leg’timas del cuerpo universal de Cristo.
10. Verdadero o Falso:_____ Toda iglesia leg’tima cumple siempre con todos los criterios b’blicos mencionados en el estudio.
11. ÀCu‡les son las cuatro criterios b’blicos mencionados en el estudio?
12. Verdadero o Falso:_____ Para ser correctamente organizada, una iglesia local debe tener una pluralidad de ancianos.
13. Verdadero o Falso:_____ Ancianos quiere decir los hombres viejos en la iglesia.
14. Verdadero o Falso:_____ El Presbiterio consiste en todos los ancianos de todas las iglesias asociadas en una regi—n o una ciudad.
15. Verdadero o Falso:_____ El Concilio consiste en todos los ancianos de todas partes que pertenecen a las iglesias asociadas.
16. Verdadero o Falso:_____ Un buen miembro de una iglesia local, aunque no anciano, puede tener voz y voto en el Presbiterio y en el Concilio.
17. Verdadero o Falso:_____ De acuerdo con el pensamiento democr‡tico de la Biblia, una congregaci—n local tiene autoridad para decidir por s’ sola lo que es buena y sana doctrina.
18. Verdadero o Falso:_____ Si una iglesia local no est‡ perfectamente organizada, el cristiano debe separarse de ella inmediatamente.
19. Verdadero o Falso:_____ Para ejercer un esp’ritu tolerante, las buenas iglesias pueden participar en movimientos ecumŽnicos a fin de tener comuni—n y cooperaci—n con iglesias que no mantienen sana doctrina.
20. Verdadero o Falso:_____ Es normal, en una buena iglesia del Siglo Veinte, que el pœlpito se use para el activismo social.
Respuestas
a las preguntas: Unidad Espiritual
1=F; 2=V; 3=F; 4=V; 5=V; 6=F; 7=V; 8=F; 9=F; 10=F; 11=Doctrina, Organizaci—n, Testimonio, Culto; 12=V; 13=F; 14=V; 15=V; 16=F; 17=F; 18=F; 19=F; 20=F
Un Se–or Fulano viv’a una vida perversa hasta el d’a en que asisti— a una reuni—n evangelista. All’ respondi— a la llamada del predicador para aceptar a Cristo, e hizo una confesi—n pœblica de fe. Durante los meses siguientes, asist’a fielmente a los cultos. Aprendi— los coritos, le’a la Biblia y parec’a cambiado.
Pero un d’a apareci— borracho en la calle. Al transcurso de las semanas siguientes, los hermanos procuraron ayudarle, pero rehus— escuchar. Volvi— a sus viejos h‡bitos de borracho, mujeriego y renegando el Evangelio. Qued— en este estado por varios a–os, y despuŽs muri—.
ÀFue este Se–or Fulano al cielo o al infierno?
Por varias generaciones los cristianos han discutido esta importante cuesti—n, ÀPuede o no un cristiano perder la salvaci—n?
En el Siglo DiecisŽis, el partido Arminiano en Holanda suscit— esta cuesti—n, insistiendo en que un cristiano regenerado puede perder la salvaci—n, por persistir en pecado grave o apostatar de la fe. Los Arminianos dir’an que ese Se–or Fulano est‡ en el infierno.
Otros rechazaron el punto de vista Arminiano y dijeron que ese Se–or Fulano est‡ en el cielo, a pesar de su apostas’a, en base de que una vez naci— de nuevo.
Los Arminianos sosten’an que su doctrina era necesaria para evitar que los cristianos tengan una licencia para pecar. Los otros dec’an que una doctrina de seguridad eterna era la œnica que evitaba un evangelio de salvaci—n por mŽritos.
Afortunadamente, los dos puntos de vista
arriba mencionados no son los œnicos. Existe otro, expresado por los
reformadores. Los otros dos anteriores son perversiones hist—ricas de Žste. Tal
doctrina reformada se llama: Preservaci—n
de los elegidos.[19]
Dios tiene un pueblo elegido y justificado, que El preserva de apostatar finalmente de la fe, para que no pierdan la salvaci—n. Lo cumple por gracia, por medio del Esp’ritu Santo, la Palabra, castigos, amenazas, exhortaciones, admoniciones, y tambiŽn depositando amor y temor en sus corazones.
Notemos que esta definici—n contiene varios puntos importantes que difieren de los otros dos puntos de vista.
Primero, nuestra preservaci—n est‡ basada
en dos doctrinas principales: Elecci—n y justificaci—n.
Segundo, afirmamos que existe una condici—n hipotŽtica por la cual un cristiano podr’a perder la salvaci—n, por apostatar de la fe y vivir una vida de pecado. En este sentido, nuestra doctrina est‡ de acuerdo en parte con el punto de vista Arminiano...por lo menos en teor’a. Difiere en que afirmamos que Dios preserva a su pueblo, porque la base de la preservaci—n est‡ en una obra de Dios y no una obra humana.
Tercero, la doctrina afirma que en la pr‡ctica, un nacido de nuevo no pierde su salvaci—n. En este sentido est‡ de acuerdo con la segunda doctrina arriba mencionada.
Finalmente, esta gracia preservadora se opera por medios pr‡cticos, involucrados con la totalidad de nuestra vida cristiana.
Para clarificar todav’a m‡s nuestra doctrina, vamos a expresar lo que no creemos:
á No ense–amos que la doctrina de Preservaci—n es una licencia para pecar. Nuestra seguridad se basa en el poder de Dios para impedir que perdamos nuestra salvaci—n.
á Tampoco afirmamos que los cristianos sean exentos de la responsabilidad de aplicar los medios de preservaci—n. Dios sabe como hacer la vida inc—moda a los que entre su pueblo son negligentes.
á Tampoco decimos que la preservaci—n priva a la gente de su libre albedr’o. El pueblo de Dios es totalmente libre para apostatar... si Dios lo permite. Pero Dios aplica los medios arriba mencionados para asegurar que nunca deseen hacerlo.
Si la elecci—n es verdad, tambiŽn lo es la preservaci—n. Ser elegido implica que Dios aplicar‡ los medios necesarios para guardar a los suyos hasta el fin. Este v’nculo entre elecci—n y preservaci—n se confirma con varios textos neo-testamentarios.
Nuestra glorificaci—n es fruto final de la predestinaci—n en Ro.8:30. Y a los que predestin—...a estos tambiŽn glorific— En 2Jn.1-2, el Ap—stol Juan saluda a la se–ora elegida y luego le declara que en verdad, estar‡ para siempre con nosotros. Segœn Judas, los llamados son santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo. (Judas 1)
Las buenas obras que hacen los elegidos como confirmaci—n de su elecci—n son tambiŽn predeterminadas al igual que los elegidos mismos. En Ef.2:10 leemos:
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesœs para buenas obras, las cuales Dios prepar— de antemano para que anduviŽsemos en ellas.
Igualmente, Isa’as observa que todas las buenas obras del pueblo de Dios son hechas en ellos por Dios.
Jehov‡, tœ nos dar‡s paz, porque tambiŽn hiciste en nosotros todas nuestras obras. Is.26:12
Si las buenas obras de los elegidos son predestinadas, y as’ ciertas, Àc—mo pueden hacer obras que les trae la condenaci—n?
Si la justificaci—n es verdad, tambiŽn es verdad la preservaci—n. Aqu’ el concepto de la imputaci—n de la justicia de Cristo toma su importancia. Somos justos, no por mŽritos, sino por el don gratuito de la justicia de Cristo. Si este don no proviene de nuestros mŽritos, tampoco se quita por nuestras fallas.
No existe en la Biblia ninguna doctrina de desjustificaci—n. Nunca se dice que una persona justificada puede llegar a ser otra vez injustificada.
Por esto, Pablo explica que Dios rechaza toda acusaci—n en contra de su pueblo elegido y justificado.
ÀQuiŽn acusar‡ a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. Ro.8:30
ÀEnse–a Pablo que Dios cierra los ojos para no hacer caso de los pecados de su pueblo? Claro que no. Solo indica que el pecado ha dejado de ser la causa de una condenaci—n eterna para el cristiano.
El resto de Romanos 8 sirve como descripci—n de c—mo es el pueblo elegido de Dios. No viven segœn la carne, sino segœn el Esp’ritu. Tienen el testimonio interior del Esp’ritu. No viven una vida de pecado. Seamos claros sobre este punto. Pablo no est‡ poniendo condiciones, como si dijera, haz estas cosas y ser‡s salvo. Si fuese as’, ser’a una contradicci—n porque Pablo acababa de escribir siete cap’tulos para explicar por quŽ la salvaci—n es por sola gracia.
El Cap’tulo Seis de Romanos tambiŽn enfatiza la imposibilidad de vivir en el pecado, si ya estamos muertos al pecado por la justificaci—n.
ÀPerseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? De ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, Àc—mo viviremos en Žl? (v.1-2)
Son muertos al pecado. El pecado ya no reina sobre ellos. Son esclavos de la justicia. ÀC—mo ser‡, pues, que no perseverar‡n?
Tratemos ahora con una l’nea de l—gica
frecuentemente dirigida en contra de la preservaci—n. Este argumento sigue as’:
El pecado grave trae la condenaci—n. Algunos cristianos cometen pecado grave. Algunos cristianos son condenados.
Esta l’nea de razonamiento falla por dos motivos: En primer lugar, la Biblia nunca ense–a que solamente los pecados graves traen condenaci—n. Todo pecado trae la condenaci—n. Si fuera as’, ningœn cristiano se salvar’a, porque todos cometen pecados todos los d’as.
Pero el error m‡s serio en esta objeci—n es que hace caso omiso de la doctrina de la justificaci—n. El prop—sito entero de la justificaci—n es echar una cu–a entre el pecado y la condenaci—n eterna. Caso contrario, la doctrina de la justificaci—n no servir’a de nada.
La primera presuposici—n antes mencionada, es decir que el pecado grave siempre trae la condenaci—n, es err—nea. No es verdad que el pecado trae la condenaci—n inevitablemente. Esto es verdad solamente para los que no son salvos. Para los cristianos, ningœn pecado trae la condenaci—n, porque Dios no acepta acusaciones en contra de su pueblo elegido y justificado.
Esto no les da a los cristianos licencia para pecar. Les da una nueva seguridad para con su Padre celestial. Segœn la Biblia, as’ es exactamente como los justificados reaccionan.
Si Dios es soberano, y todas las cosas existen por su consejo inmutable, entonces, es imposible que sus intenciones sean frustradas, incluyendo la salvaci—n de sus elegidos.
Si somos Totalmente Incapaces de salvarnos a nosotros mismos, pues tampoco podemos preservarnos. Dios cumple ambas.
Si el sacrificio de Cristo es realmente eficaz, y ninguno de aquellos por los cuales muri— pueden perecer, pues su pueblo ser‡ preservado. Cu‡nto m‡s, si Jesœs intercede eficazmente por su pueblo como Sumo Sacerdote, Fiador y Mediador.
Los elegidos est‡n unidos espiritualmente con el cuerpo de Cristo. Jesœs no corta los miembros de su cuerpo.
Nuestra santificaci—n y llamado eficaz tambiŽn est‡n ligados a nuestra reservaci—n, segœn Judas 1,
Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo.
Aunque el razonamiento teol—gico es leg’timo para confirmar una doctrina, no tenemos que depender en ello solamente. Abundan textos b’blicos que dicen que Dios preserva o guarda a su pueblo.
El [Jehov‡] guarda las almas de sus santos; Sal.97:10
Y el Se–or me librar‡ de toda obra mala, y me preservar‡ para su reino celestial. 2Tim.4:18
...guardados en Jesucristo. Judas 1
Y a Aquel que es poderoso para guardaros sin ca’da, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegr’a... Judas 24
...que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvaci—n que est‡ preparada... 1Ped.1:5
...Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca. 1Jn.5:18
á Cualquier doctrina negando la preservaci—n resulta en un evangelio de salvaci—n por obras.
á La Biblia declara la posibilidad de tener una seguridad de la salvaci—n en esta vida. Esto ser’a imposible si la doctrina de la preservaci—n fuera incorrecta. 2Ped.1:10; Heb.6:11,19; 10:22; 1Jn.5:13
á Las Escrituras hablan del sello del Esp’ritu Santo que los creyentes reciben cuando creen. Este sello dura hasta el d’a de la redenci—n. Ef.1:13; 4:30; 2Cor.1:22. Tal sello no tiene valor si puede ser quitado.
á La Biblia siempre habla de la preservaci—n como obra de Dios y no del hombre. La fidelidad de Dios garantiza la fidelidad nuestra.
á El amor particular para los Suyos garantiza nuestra P\preservaci—n.
á Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolonguŽ mi misericordia. Jer.31:3
Comenta Boettner,
ÒEl amor infinito, misterioso y eterno de Dios para su
pueblo es la garant’a de que nunca se pierdan. Este amor no est‡ sujeto a las
fluctuaciones, sino que es inmutable como el ser de Dios. Es tambiŽn gratuito y
nos sostiene m‡s firmemente que nosotros de Žl. No est‡ fundado en la
amabilidad de sus objetosÓ. [20]
La fidelidad de Dios nos preserva y nos establece segœn 2Tes.3:3. El poder de Dios nos guarda, 1Ped.1:5. Dios completar‡ la buena obra que comenz— en nosotros, Fil.1:6.
El famoso predicador InglŽs Carlos Spurgeon lo expres— en estos tŽrminos,
ÒEsta fidelidad de Dios es el fundamento y la piedra
angular de nuestra esperanza de la perseverancia final. Los santos perseverar‡n
en santidad, porque Dios persevera en gracia. El persevera para bendecir, y por
lo tanto, los creyentes perseveran en ser bendecidos. El continœa guardando a su
pueblo, y por lo tanto ellos continœan guardando sus mandamientosÓ. [21]
Nuestra preservaci—n depende de la voluntad del Padre y no del hombre.
La voluntad del Padre es que ninguno de los que son dados a Jesœs perezcan, Jn.6:39. Jesœs confirma esto al declarar que ninguno de estos jam‡s se han perdido; De los que me diste, no perd’ ninguno. Jn.18:9 La voluntad inmutable del Padre es nuestra gran consolaci—n, Heb.6:17-18.
á Los elegidos no pueden ser enga–ados. Mt.24:24 ÀQuŽ podr’a causar su apostas’a?
á La intercesi—n de Cristo implica nuestra preservaci—n, porque la preservaci—n no es menos cierta que la eficacia de las oraciones de Cristo
á Su intercesi—n nos salva perpetuamente, Heb.7:25. Cristo ora para que nuestra fe no falle, Lc.22:32, y que el Padre preserve a los suyos, Jn.17:11.
á La doctrina de la Santificaci—n implica la preservaci—n, porque nuestra santificaci—n final est‡ garantizada.
á Hemos sido legalmente perfeccionados para siempre por el
sacrificio de Cristo, Heb.10:10,14. La fidelidad de Dios resultar‡ en nuestra
santificaci—n entera, 1Tes.5:23-24.
Los cristianos
perseverar‡n en santidad,
porque Dios persevera
en gracia.
ÀSi un nacido de nuevo vive una vida de pecado, ir’a al cielo de todas formas? Para contestar, podemos plantear algunas preguntas semejantes:
ÀC—mo puede un c’rculo ser cuadrado? ÀC—mo es el color azul cuando est‡ verde? ÀSi un pecador fuera perfecto, ser’a salvo?
Todas estas preguntas est‡n en la misma categor’a: Son auto-contradictorias. Un santo perdido no puede existir m‡s que un pecador perfecto, o un c’rculo cuadrado. Una de las primeras leyes de la l—gica es que no existe ninguna respuesta a las preguntas il—gicas. La œnica manera de contestar es ÁEst‡s hablando contradicciones!
ÀRecuerda el lector al Se–or Fulano que naci— de nuevo y luego muri— en pecado? Unos dec’an que el Se–or Fulano est‡ en el infierno. Otros dec’an que est‡ en el cielo. Nosotros decimos que el Se–or Fulano no exist’a.
Este concepto no puede ser expresado con m‡s claridad que en el libro de Primera de Juan:
Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en Žl; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. 1Jn.3:9
Segœn la teolog’a de Juan, lo que es nacido de Dios no puede practicar una vida de pecado. Sabemos, claro, que no se refiere a los pecados individuales ni a los lapsos temporales, porque trata de mentirosos a quienes dicen que no tienen pecado. (1Jn.1:8-10) Mas, si pecamos, tenemos a Jesucristo como nuestro abogado. Pero en 1Jn.3:9, Žl est‡ hablando de una vida continua de pecado. El uso del verbo practica confirma esto.
Juan nos explica tambiŽn por que los regenerados no practican una vida de pecado.
Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca. 1Jn.5:18
Es porque Jesœs los guarda.
Segœn Juan, Àc—mo reaccionan los regenerados cuando oyen la noticia de su preservaci—n? ÀLa toman como licencia para pecar? ÁNo!
Y todo aquel que tiene esta esperanza en Žl, se purifica a s’ mismo, as’ como Žl es puro. 1Jn.3:3
Tal noticia les conduce a purificarse m‡s.
ÀExisten personas que intentan aprovecharse de la gracia de Dios y usar la preservaci—n como pretexto de pecado? ÁS’! Tales personas est‡n descritas en Judas 4,
Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes hab’an sido destinados para esta condenaci—n, hombres imp’os, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios...
Todos los que se aprovechan de la doctrina de la preservaci—n para vivir en libertinaje se descubren como reprobados. Ya han sido destinados para condenaci—n. En consecuencia, no son salvos.
Pero con respecto a los nacidos de nuevo, recordamos que Dios nunca ha roto el certificado de nacimiento de un cristiano.
Una de las objeciones m‡s frecuentes en contra de la preservaci—n se basa en la existencia de textos b’blicos relativos a los mandamientos y exhortaciones para perseverar.
ÀC—mo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvaci—n tan grande? Heb.2:3
El libro de Hebreos est‡ lleno de advertencias en contra de recaer, con amenazas de condenaci—n inminente para los que apostatan. Se supone que la apostas’a, con su condenaci—n resultante, debe ser un peligro real para el pueblo de Dios. De otra manera, Dios estar’a amenazando en vano.
La respuesta a esta objeci—n est‡ involucrada con una paradoja expresada en Jer.32:40,
Y harŽ con ellos pacto eterno, que no me volverŽ atr‡s de hacerles bien, y pondrŽ mi temor en el coraz—n de ellos, para que no se aparten de m’.
Dios preserva a su pueblo del Pacto al poner su temor en el coraz—n de ellos. ÀTemor de quŽ? Temor de Dios mismo. ÀC—mo logra Dios esto? Por medio de exhortaciones, advertencias y admoniciones. Estas mismas advertencias son los medios que Žl emplea para asegurar la fidelidad de su pueblo.
Segœn la primera parte de este vers’culo, es imposible que Dios deje de hacerle bien a su pueblo. Uno de los bienes que Dios les hace es poner su temor en ellos, para asegurar que queden en su Pacto.
Existe pues una paradoja divina entre la responsabilidad del creyente para obedecer, de un lado, y la actividad divina, del otro lado. Esto garantiza que el creyente cumpla con esa responsabilidad.
Pablo expresa esta paradoja en Fil.2:12-13,
...ocupaos en vuestra salvaci—n con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce as’ el querer como el hacer, por su buena voluntad.
En la primera parte, Pablo exhorta a la iglesia de ocuparse en su salvaci—n como si fuera responsabilidad de ella misma. Y la es. Pero ya sabemos que nadie puede cumplir esto a causa de la incapacidad total humana.
El querer y el hacer es algo
que Dios produce en nosotros.
Otro ejemplo de la misma estrategia es la advertencia compulsiva divina de la condenaci—n eterna a todos los que rehœsan arrepentirse. ÀEs una amenaza insincera para los elegidos? A primera vista, parece as’, porque dentro del contexto de los decretos divinos, es imposible que los elegidos no sean salvos. Pero Dios usa esa misma advertencia como el medio para conducir a los elegidos al arrepentimiento. Aunque el arrepentimiento es tambiŽn un don de la gracia, este don viene por medio de tal advertencia.
Ocurre lo mismo con la preservaci—n. Dios revela a su pueblo el grave peligro de apostatar, poniendo as’ en sus corazones el temor de Dios. La paradoja est‡ en la amenaza misma, como medio para garantizar que las consecuencias de la amenaza nunca les alcance.
Una advertencia acerca de la apostas’a no comprueba nada respecto a la cuesti—n de si alguien realmente ha apostatado o no. Es imposible demostrar por medio de la Biblia que alguno de los nacidos de nuevo ha apostatado y se ha perdido eternamente.
Advertencias y exhortaciones en contra de la apostas’a no constituyen, por lo tanto, ninguna evidencia en contra de la doctrina de la preservaci—n.
Nos enfrentamos con un problema dif’cil: ÀC—mo distinguir entre los que son nacidos de nuevo y los que solo dan apariencia de ello? Algunos son buenos actores. Otros son sinceramente religiosos y se imaginan salvos, sin serlo.
Nos consolamos con esto: El problema no es nuevo. Los Ap—stoles ten’an la misma dificultad en su tiempo. Algunas personas viven una vida de tal consagraci—n al Se–or y tienen tales frutos del Esp’ritu, que es absurdo dudar de ellos. Otras viven en los m‡rgenes obscuros entre la luz y las tinieblas de manera que nos preguntamos si son realmente salvos.
Este fen—meno espiritual se ha notado por muchos te—logos,
ÒÉA veces
las operaciones comunes del Esp’ritu sobre la consciencia iluminada conduce a
una reforma ion y a una vida externamente religiosaÉEsta ÔfeÕ continœa tanto
como el estado de la ;mente que la produjo tambiŽn continœa. Cuando esta
cambia, Žl vuelve al estado usual de insensibilidad, y su ÔfeÕ desaparece.Ó[22]
El libro entero de 1Juan fue escrito para tratar con este problema. Juan puntualiza su deseo de que tengamos la seguridad de nuestra salvaci—n...una declaraci—n que no tendr’a sentido si la seguridad de los elegidos fuera una doctrina errada. Estas cosas os he escrito...para que sep‡is que tenŽis vida eterna. 1Juan 5:13
Adem‡s, Juan quiere que tengamos plenitud de gozo en el conocimiento de esta seguridad. Pero no nos vende barato esta seguridad. Nos da criterios a travŽs del libro para ayudarnos a distinguir entre creyentes verdaderos y los que fingen. Si vemos que no alcanzamos los criterios dados, debemos seguir el consejo del Ap—stol Pablo; examinarnos, para ver si estamos en la fe. (2Cor.13:5)
ÀCu‡l es el criterio del Ap—stol Juan? ÀC—mo viven los nacidos de nuevo? Est‡n en comuni—n con Dios y con los hermanos, aman a los hermanos, permanecen fieles a la iglesia, no viven una vida de pecado, vencen el mundo por su fe, son generosos en ayudar a los hermanos necesitados y testifican al mundo de su fe en Jesœs.
Una boca elocuente, llena de palabras religiosas, no parece ser uno de los criterios b’blicos. Jesœs dijo:
No todo el que me dice: Se–or, Se–or, entrar‡ en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que est‡ en los cielos. Muchos me dir‡n en aquel d’a: Se–or, Se–or, no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararŽ: Nunca os conoc’: apartaos de m’, hacedores de maldad. Mt.7:21-23
Cristo no dir‡, Apartaos de m’, reca’dos. Dijo, Nunca os conoc’.
Las personas religiosas mencionadas aqu’ fallaron en dos cosas necesarias. Es cierto que practicaban alabanzas, diciendo Se–or, Se–or. Es verdad que eran muy activos para el Se–or. ÀNo profetizamos en tu nombre? Pero estas dos cosas no contaron para nada.
Las dos cosas que no cumplieron eran el hacer la voluntad de Dios y vivir una vida correcta. Eran hacedores de maldad.
Es verdad que somos salvos por la fe, y no por obras. Sin embargo, no es cualquier clase de fe que nos salva.
Un ejemplo impactante es Sim—n el Mago, Hechos Cap.8. El texto dice que crey— y fue bautizado. Pero luego, vemos al Ap—stol Pedro reproch‡ndole, porque percibi— que su coraz—n no era recto delante de Dios. Sim—n ten’a una clase de fe superficial, pero no era una fe salvadora. El particip— en las actividades religiosas del pueblo de Dios al ser bautizado, pero no era regenerado.
Se dedica el cap’tulo de Santiago enteramente a tratar con esta cuesti—n de la fe falsa. Hasta los mismos demonios tienen alguna clase de fe, y tiemblan. Pero no una fe salvadora. La fe verdadera resulta en una vida obediente que produce buenas obras, tal como en los casos de Abraham y de Rahab, mencionados en el cap’tulo.
La gente tiene experiencias religiosas de toda clase, sin ser salvos. Algunos hacen una especie de arrepentimiento, en que se liberan de ciertos vicios. Es el caso de los profetas falsos mencionados en 2Pedro 2. El cap’tulo entero est‡ dedicado a estas personas religiosas que se infiltran dentro de las asambleas cristianas y llegan a tener ministerios. Pedro dice que escaparon de la corrupci—n en el mundo por el conocimiento de Cristo, v.20. Ellos no s—lo conoc’an intelectualmente el camino de justicia, sino por una cierta experiencia personal limitada. Sin embargo, son fuentes sin agua, es decir, sin el Esp’ritu, nacidos para destrucci—n.
Por fuera, su profesi—n religiosa es muy correcta. Interiormente, tienen ojos llenos de adulterio. Predican por dinero, y tienen maneras encantadoras con las cuales decepcionan a los sencillos. Hablan de libertad, pero ellos mismos son esclavos de la corrupci—n.
S’, es posible. David cay— en los pecados de adulterio y asesinato. Pero era una ca’da temporal, no un estilo de vida a lo largo. Dios lo restaur—. Un hombre cometi— incesto en 1Cor.5. Por medio de la disciplina de la iglesia, fue restaurado segœn 2Cor.2. Visto de que la disciplina aplicada era con el prop—sito de salvar su alma, es leg’timo suponer que era creyente.
S’, los cristianos caen en pecado, y a veces en pecados graves. Mientras que el cristiano est‡ en tal estado, puede ser imposible distinguirlo de los perdidos. A veces, s—lo con el pasar del tiempo se puede saber.
Algunos caen de la profesi—n de fe, pero ninguno cae de la gracia salvadora de Dios.
Es costumbre en algunos grupos decir a los nuevos que tienen vida eterna inmediatamente despuŽs de cumplir con algœn acto de compromiso religioso, (tal como decir una oraci—n o acercarse a un altar, o levantar la mano en una reuni—n). El dar tal seguridad a los nuevos puede ser peligroso, puesto que ninguno de los actos arriba mencionados tienen que ver con la regeneraci—n. Y peor, ninguno de tales actos puede ser base suficiente para dar una seguridad de la salvaci—n. Por eso, no es sabio dar este tipo de seguridad inmediatamente.
Es mejor proceder exactamente como hicieron los Ap—stoles. Primero, les exhortaron a continuar en la fe. Luego les ense–aron privadamente en sus casas. En el transcurso de los estudios, la base de nuestra salvaci—n se pone clara para los nuevos, de manera que pueden deducir por s’ mismos su propia seguridad de salvaci—n.
Algunos reciben esta seguridad directamente del Esp’ritu Santo, sin que nadie les diga. Para otros, la seguridad viene poco a poco, al ver la operaci—n de la gracia de Dios en sus vidas.
Esencialmente, podemos dar seguridad de la salvaci—n a los creyentes, s—lo cuando muestran evidencias de una vida que corresponde a las caracter’sticas de los nacidos de nuevo.
La doctrina de la preservaci—n afirma que Dios tiene un pueblo que se preserva hasta la gloria. Suficientes textos b’blicos muestran que esta doctrina se sostiene por s’ misma, sin necesidad de la ayuda de la l—gica teol—gica. Sin embargo, los argumentos teol—gicos basados en las otras doctrinas de la gracia ser’an suficientes para comprobarla, incluso si tales textos claros estuvieran ausentes. As’, desde una perspectiva de honestidad intelectual, es imposible rehusar a la doctrina de la preservaci—n.
ÀEs acaso sea malentendido una licencia para pecar? Tal concepto ser’a un, porque los cristianos sinceros no desean una licencia para pecar. Hemos mostrado tambiŽn que otra doctrina diferente a la preservaci—n constituye una salvaci—n por mŽritos.
La preservaci—n es, por lo tanto, un don de la gracia, concedida por Dios a sus elegidos y aplicada por varios medios. Los cristianos son responsables para aplicar los medios de gracia que Dios ha provisto.
La preservaci—n
es un don de la gracia.
Mas Dios mismo se ocupa en asegurar que los medios sean aplicados.
La doctrina de Preservaci—n provee una consolaci—n inestimable para los cristianos sinceros en su lucha contra el pecado, d‡ndoles una base firme de seguridad respecto a la victoria final.
A Aquel que es poderoso para guardaros sin ca’da, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegr’a, al œnico Dios, nuestro salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. AmŽn. Judas 24-25
Pregunta 1: Parece que Hebreos 6:1-6 afirma que algunos nacidos de nuevo pueden caer permanentemente de la gracia, de manera que es imposible restaurarlos. ÀC—mo concuerda esto con la Perseverancia?
Respuesta:
Primero, se dice que las doctrinas aqu’ expresadas son t’picamente cristianas, es decir, arrepentimiento, bautismo, juicio eterno. Segundo, que las personas mencionadas en el texto fueron iluminadas, gustaron del don celestial, y fueron part’cipes del Esp’ritu Santo. Gustaron tambiŽn de la Palabra de Dios y de los poderes del siglo venidero. Tercero: Expusieron al Hijo de Dios a la vergŸenza por la apostas’a de ellos; mostrando que ten’an algœn conocimiento del Evangelio.
Respuesta a la objeci—n: Una lectura cuidadosa del cap’tulo entero revela que las suposiciones arriba expresadas son muy dŽbiles. En primer lugar, se nota que el cap’tulo tiene una divisi—n natural en dos partes. Esta divisi—n ocurre al v.9 donde el autor dice:
Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvaci—n, aunque hablamos as’.
A partir de este vers’culo, el autor se dirige a un grupo diferente de personas que en la primera parte del cap’tulo. El texto se refiere a los que son salvos, mientras que antes, hablaba de personas perdidas. El autor est‡ persuadido de cosas mejores para ellos que las maldiciones ya mencionadas. Mas, los llama amados, lo que es una palabra nunca usada en la Biblia excepto para el pueblo de Dios. Luego menciona un pueblo que hace obras de amor en el nombre de Jesœs, quienes ministran a los santos. Son herederos del Pacto con Abraham, con una ancla segura y firme del alma. Ninguna de estas cosa se dice de los mencionados en v.1-8. Es claro, por lo tanto, que el autor hace distinci—n entre los que son salvos y los que hacen profesi—n de religi—n sin ser salvos.
Existe una consecuencia seria si suponemos que v.1-6 se refiere a cristianos reca’dos. Tom‡ndolo de forma m‡s literal, estar’amos obligados a afirmar que ningœn cristiano reca’do podr’a ser salvo. La experiencia de las iglesias, sin embargo, esta repleta de ejemplos de cristianos que han experimentado ca’das temporales y que han sido restaurados. La Biblia misma menciona tales ejemplos. L—gicamente, entonces, estos vers’culos no se refieren a los cristianos reca’dos.
Examinemos una por una las tres evidencias dadas arriba, para ver si el contexto se refiere a los cristianos reca’dos.
Primero, no es verdad que las doctrinas mencionadas en v.1-3 son t’picamente cristianas. Son tambiŽn t’picamente jud’as. El Antiguo Testamento las ense–a todas. Tengamos en mente que Jesœs no vino a ense–ar algo nuevo, sino a cumplir con lo que ya fue ense–ado en el Antiguo Testamento. Las doctrinas judaicas b‡sicas formaron, pues, el cimiento de su ministerio. No existe motivo para insistir en que estas doctrinas son distintivamente cristianas.
Si todas estas doctrinas son primero judaicas, la iluminaci—n y el gustar en v.4 no tienen nada que ver con alguna experiencia cristiana. Los Jud’os fueron iluminados por la Palabra de Dios en el Antiguo Testamento. Hab’an gustado del Esp’ritu Santo por los milagros de los profetas y por su ministerio de ense–anza. Participaron del Esp’ritu Santo al obedecer las ordenanzas que Dios les hab’a dado.
ÀEn quŽ, pues, consiste el recaer en v.6? Tengamos en mente que el autor escribe a lectores Jud’os que hab’an sido influenciados por la cristiandad. Por eso la Ep’stola se llama, a los Hebreos. Algunos de estos Jud’os hab’an abandonado el juda’smo, para venir a la iglesia. Pero entonces comenzaron a dejar la asamblea cristiana para regresar a sus antiguas costumbres judaicas. (Heb.10:25)
La exhortaci—n consiste en animar a estos Jud’os a que dejen las doctrinas fundamentales del juda’smo para entrar plenamente en Cristo. Al volver a sus antiguas costumbres, declaraba que el sacrificio de Jesœs era insuficiente para ellos. As’, se cortaban de toda esperanza de salvaci—n, comprobando que son almas estŽriles, tierra infŽrtil, sin fruto y reos a la maldici—n divina.
Segundo, es posible ser iluminado por el Esp’ritu Santo, inclusive tener alguna participaci—n en El, sin ser regenerado. El texto nunca dice que gustar del Esp’ritu constituya ser nacido de nuevo. El Esp’ritu convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio. A menudo la gente tiene su conciencia despierta sin ser convertida. El uso de palabras, como iluminaci—n y gustaron en este texto, no comprueba que las personas mencionadas fueron nacidas de nuevo.
Tercero, el v.6 s—lo comprueba que las personas citadas ten’an algœn conocimiento del Evangelio, no que era un conocimiento salvador.
En resumen, Hebreos 6 no habla de cristianos reca’dos. Es un contraste entre Jud’os inestables, vacilando entre la cristiandad y el juda’smo, versus Jud’os que se hab’an entregado totalmente a Cristo. Cualquier otra interpretaci—n distorsiona la unidad del cap’tulo.
Pregunta 2: ÀNo dice G‡l.5:5 que los creyentes pueden perder la salvaci—n si vuelven a la justificaci—n por la Ley?
Respuesta:
Tal interpretaci—n ignora el intento del libro como una totalidad. Pablo nunca dice que han perdido su salvaci—n. Siempre les habla como cristianos. Por eso la frase ca’do de la gracia no puede ser visto como equivalente a perder la salvaci—n. Pablo advierte a la iglesia entera del peligro de poner parte de su justificaci—n sobre otra base adem‡s de Cristo. Hacer esto contradice el Evangelio y trae debilidad en la iglesia.
Pregunta 3: ÀNo es contraria la doctrina de la preservaci—n con la del libre albedr’o?
Respuesta:
La objeci—n se basa en un malentendido de la libertad humana. Libertad significa el poder hacer lo que uno quiere. Pero lo que uno quiere, se determina por lo que uno es en su car‡cter. Como vimos en el cap’tulo Incapacidad Total Humana, la voluntad es esclava de la naturaleza humana. Los regenerados cambian su mente porque tienen nuevo coraz—n. No desean regresar a su vida pecaminosa anterior porque Dios les ha dado nuevos deseos.
Argumenta Boettner,
ÒNadia niega que los redimidos en el cielo ser‡n
preservados en santidad. Si Dios preserva a sus santos en el cielo sin
transgredir su libre albedr’o, Àno puede ser tambiŽn que El preserve a sus Santos
en la tierra sin transgredir su libre albedr’o?Ó[23]
Pregunta 4: ÀNo existe el peligro de que la doctrina de la preservaci—n sea tomada como licencia para pecar?
Respuesta:
Los nacidos de nuevo no desean licencia para pecar. Toman esta doctrina como motivo para purificarse, segœn 1Jn.3:3 y 9. Los que buscan licencia para pecar se muestran reprobados. Judas 4
Pregunta 5: Muchos textos advierten a los creyentes de los peligros de recaer. Jesœs mismo dijo: el que persevere hasta el fin ser‡ salvo. ÀNo contradice esto la doctrina de la preservaci—n?
Respuesta:
No hay nada en tales textos que desmienta que la perseverancia es don de Dios, ni que existen elegidos que no perseveran.
Pregunta 6: Ver 1Cor.9:27. Este texto parece expresar la preocupaci—n de Pablo sobre la posibilidad de perder la salvaci—n. ÀC—mo se relaciona esto con la preservaci—n?
Respuesta:
Nada en el texto se relaciona con la salvaci—n de Pablo. El tŽrmino eliminado no especifica si la eliminaci—n se refiere a la salvaci—n misma o a su ministerio. Visto que el texto no es claro, no sirve como prueba en contra de la preservaci—n.
Supongamos, sin embargo, que la palabra eliminado signifique la pŽrdida de salvaci—n. Esto todav’a no constituir’a una negaci—n de la preservaci—n. S—lo mostrar’a que Pablo reconoci— la importancia de aplicar los medios de perseverancia hasta el fin. As’, el vers’culo no contradice la doctrina de la preservaci—n.
Preguntas
para repasar: Seguridad
1. El partido religioso en el siglo XVI que cre’a que un regenerado puede perder la salvaci—n se llamaba _________.
2. Nuestra preservaci—n se basa mayormente en otras dos doctrinas, que son ________ y _______.
3. La base de nuestra preservaci—n est‡ en la voluntad de ______ no en la voluntad del _______.
4. Verdadero o Falso:_____ No existe ninguna condici—n por la cual un cristiano puede perder la salvaci—n, incluyendo si apostata de la fe y vive una vida pecaminosa.
5. Verdadero o Falso:_____ La doctrina de la preservaci—n es una licencia para pecar.
6. Verdadero o Falso:_____ Visto que la preservaci—n es por la gracia de Dios, los cristianos son aliviados de toda responsabilidad para aplicar medidas para su preservaci—n.
7. Verdadero o Falso:_____ Un dilema l—gico con la preservaci—n es que priva al hombre de su libre albedr’o.
8. Explique por quŽ la preservaci—n es verdad si la elecci—n es verdad.
9. Explique por quŽ la preservaci—n es verdad si la justificaci—n es verdad.
10. Explique por quŽ la preservaci—n es verdad si Dios es soberano.
11. Explique por quŽ la preservaci—n es verdad si la doctrina de la Unidad Espiritual y Universal de los creyentes es verdad.
12. Explique por quŽ la preservaci—n es verdad si la doctrina de la incapacidad total es verdad.
13. Verdadero o Falso:_____ Un aspecto significativo de la preservaci—n es que Dios no castiga a su pueblo por sus pecados.
14. Verdadero o Falso:_____ Los que son nacidos de Dios no pueden practicar una vida de pecado.
15. En base de 1Jn.5:18, explique por quŽ los regenerados no practican una vida de pecado.
16. Verdadero o Falso:_____ HipotŽticamente hablando, podemos decir que el alma de un cristiano reca’do ir’a al infierno.
17. ÀC—mo reaccionan los regenerados frente a la doctrina de la preservaci—n?
18. Los que se aprovechan de la doctrina de la preservaci—n para practicar el libertinaje son __________ segœn Judas 4.
19. El problema principal con el punto de vista Arminiano es_______________.
20. Verdadero o Falso:_____ La Biblia ense–a que los creyentes pueden tener seguridad de la salvaci—n en esta vida.
21. Verdadero o Falso:_____ Cristo ense–— que los elegidos no pueden ser enga–ados.
22. Explique por quŽ la intercesi—n de Cristo implica nuestra preservaci—n.
23. Explique los medios que Dios usa para garantizar nuestra preservaci—n.
24. Verdadero o Falso:_____ Una advertencia en contra del peligro de recaer comprueba que algunos cristianos han perdido la salvaci—n.
25. Segœn Jesœs en Mt.7:21-23, a los condenados aqu’ mencionados les faltaban dos cosas. Estas son:
A._____________________
B._______________________
26. Verdadero o Falso:_____ Un elemento importante de la doctrina de la preservaci—n es que un regenerado nunca puede cometer ningœn pecado grave.
27. Verdadero o Falso:_____ La doctrina de la preservaci—n es tan linda que es sabio explicarla a los nuevos convertidos al instante de su conversi—n.
28. Verdadero o Falso:_____ Es posible que las doctrinas fundamentales en Heb.6:1-3 se refieran tambiŽn a doctrinas b‡sicas del Antiguo Testamento.
Respuestas
a las preguntas: Seguridad
1=Arminiano; 2=Justificaci—n, Elecci—n; 3=Dios, Hombre; 4=F; 5=F; 6=F; 7=F; 8,9,10,11y12=VŽase Texto; 13=F; 14=V; 15=VŽase Texto; 16=V; 17=Les inspira a purificarse, 1Jn.3:3; 18=Reprobados; 19=Supone que la salvaci—n es una obra cooperativa entre Dios y los hombres; 20=V; 21=V; 22=Dios siempre contesta las oraciones de Cristo. Por lo tanto, las oraciones de Cristo para nuestra preservaci—n ser‡n contestadas; 23=Temor de Dios, exhortaciones, amenazas, advertencias; 24=F; 25=Hacer la voluntad de Dios y vivir una vida recta; 26=F; 27=F; 28=V
Las doctrinas de la gracia son semejantes a siete perlas preciosas, unidas por un hilo de oro en forma de un collar que llevamos al coraz—n. Son inseparables la una de la otra. Este hilo unificador se llama El Pacto de gracia.
Pacto quiere decir contrato, acuerdo o alianza. La Biblia a veces usa la palabra testamento. Esencialmente un pacto significa un acuerdo hecho entre dos personas.
Cuando los hombres hacen acuerdos entre s’, es en base de beneficios mutuos en que cada uno da algo para recibir algo. Todo contrato humano se funda en este principio de beneficio mutuo. Pero en el pacto divino existe otro principio. Dios hace pacto con el hombre, aunque el hombre no puede contribuir en nada.
No tenemos nada que ofrecerle a Dios a cambio de su gracia. El pacto divino tiene, pues, un car‡cter distinto. Es m‡s como un decreto inmutable en que todos los beneficios est‡n de nuestro lado. El œnico beneficio que Dios tiene es la oportunidad para demostrar su gracia y su amor.
A veces el pacto se llama Pacto con Abraham, porque con Žste, Dios instituy— el pacto. Aunque la gracia de Dios ya se manifest— antes con NoŽ, Enoc y otros, sin embargo, se inaugur— con Abraham en el sentido de una declaraci—n formal.
En GŽnesis Cap’tulo 12, Dios habl— a Abraham sobre el contenido del Pacto. Pero en el Cap’tulo 17, se presentan los elementos b‡sicos:
En v.1, Dios revela la condici—n b‡sica: Andar con Dios y ser perfecto. Aqu’ se presenta un problema. Nadie llega a la perfecci—n en esta vida. ÀTendremos que esperar hasta el cielo para gozarnos de los beneficios del Pacto? Gracias a la justificaci—n por la fe, y la imputaci—n de la perfecci—n de Cristo, podemos experimentar ahora los beneficios del Pacto.
Por eso, el pacto es a la vez condicional e incondicional, segœn la perspectiva con la cual lo examinamos. Por un lado, es condicional porque Dios requiere la perfecci—n. Por otro, es incondicional, porque Cristo cumpli— a la perfecci—n como sustituto para todos los elegidos.
El pacto es eterno porque Dios lo llam— pacto perpetuo, GŽn.17:7. Pablo, en G‡l.3, subraya el car‡cter inmutable del Pacto al compararlo con contratos humanos. Incluso si fuera solamente un pacto entre humanos, dice el Ap—stol, nadie puede a–adir ni quitar nada. Cu‡nto m‡s, pues, un Pacto hecho por Dios.
Hermanos, hablo en tŽrminos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le a–ade. G‡l.3:15
El car‡cter eterno del Pacto se repite continuamente a travŽs de la Biblia en los textos, tales como Is.55:10; 59:21; 61:8-9; G‡l.3:6-15.
El pacto incluye a los creyentes y a sus hijos. v.7,19 Este punto es de suprema importancia, porque es en base de Žste que nosotros entramos en el pacto hecho con Abraham. Pablo nos explica, en G‡latas Cap’tulos 3 y 4, que Jesucristo es la simiente prometida a Abraham. Por la fe en Cristo, nosotros somos hijos de Abraham tambiŽn, y participantes en el mismo Pacto.
Aunque la palabra descendientes de Abraham tiene este aspecto figurativo y espiritual, tambiŽn queda el elemento literal. Los hijos carnales de los creyentes poseen ciertas ventajas por el pacto, incluso si no llegan a ser salvos. El elemento familiar es central al Pacto.
Se nota esto en el discurso divino a Abraham. En GŽn.17:18, Abraham dijo, Ojal‡ Ismael viva delante de ti. Abraham supon’a que Dios se refer’a a Ismael cuando indicaba que su descendencia tendr’a parte en el pacto. Pero Dios le explic— que de Sara nacer’a otro hijo, Isaac, que ser’a heredero del Pacto. Sin embargo, Dios bendijo tambiŽn a Ismael con bendiciones terrenales, por el solo hecho de que Ismael era descendiente de Abraham.
Promesas hermosas abundan en la Biblia respecto a los hijos de los justos:
Y este ser‡ mi pacto con ellos, dijo Jehov‡: El Esp’ritu m’o que est‡ sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltar‡n de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehov‡, desde ahora y para siempre. Is.59:21
A la descendencia de los justos no le faltar‡ comida, Sal.37:25. Habitar‡n seguros, Sal.102:28. Tendr‡n esperanza, Pr.14:26. Ser‡n benditos. Pr.20:7.
Los Ap—stoles tambiŽn reconocieron este aspecto familiar del Pacto. Pedro dijo en el serm—n de PentecostŽs que, ... la promesa, es para vosotros, y para vuestros hijos, y para todos los que est‡n lejos; Pablo reconoci— una cierta santificaci—n legal, aunque no espiritual, sobre las familias de los creyentes, en 1Cor.7:14:
Porque el marido incrŽdulo es santificado en la mujer, y la mujer incrŽdula en el marido; pues de otra manera, vuestros hijos ser’an inmundos, mientras ahora son santos.
Dios dio a Abraham la circuncisi—n como se–al exterior del Pacto, GŽn.17:10 y Ro.4:11. Esta se–al continœo en vigencia hasta que vino Jesœs y cambi— la se–al al bautismo, Col.2:11-12. Las dos se–ales simbolizan la misma cosa: El cambio de coraz—n que Dios da a los Suyos, Ro.2:28-29 con Tito 3:5-6.
La palabra se–al quiere decir s’mbolo, para indicar la relaci—n del creyente con el pacto. La palabra sello indica la promesa divina para cumplir los beneficios del Pacto.
Se cuenta que un Europeo pobre, quiso emigrar a los Estados Unidos para tener una vida mejor, ten’a. Apenas dinero para el boleto del barco, pero no lo suficiente para las comidas en el viaje. Compr— el boleto. Subi— al barco con la poca comida que pudo llevar, un pan y un queso. Esperaba que esta comida le mantendr’a hasta llegar a Nueva York.
Por tres semanas este hombre viv’a de su pan y queso, evitando pasar por el comedor, donde sufr’a al ver a los otros pasajeros disfrutando de los platos suntuosos. En el œltimo d’a del viaje, descubri— unas palabras escritas al reverso de su boleto, ÒTodas las comidas est‡n incluidas.Ó
El pacto de gracia puede compararse al boleto del pobre pasajero. Muchos cristianos viven desprovistos de los beneficios prometidos, porque no saben lo que se incluye en el boleto. Sus oraciones toman el car‡cter de rogativas como mendigos, no de una fe s—lida, porque no entienden sus derechos bajo el pacto.
En G‡l.3:14 leemos,
...para que en Cristo Jesœs la bendici—n de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiŽsemos la promesa del Esp’ritu.
Cristo muri— en la cruz, segœn v.13, para garantizar que el poder del Esp’ritu alcance a todos, Jud’os como gentiles. Esto incluye todo lo que se refiere al Esp’ritu Santo...su poder, sus dones, su ministerio de santificaci—n y liberaci—n en la vida del creyente.
El Diablo asalta a los creyentes, tratando de darles un complejo de inferioridad. A las mujeres dice, Tœ no puedes tener el poder del Esp’ritu, ni dones poderosos, porque s—lo eres mujer. A los hombres les dice, Esto es para mujeres. A los j—venes les dice, Tœ eres demasiado joven. Necesitas m‡s madurez para tener dones espirituales. A los ancianos les dice, Tœ eres demasiado viejo. Esto es para j—venes.
Pero la promesa del Esp’ritu es para todos los hijos de Abraham. Pedro dijo en el D’a de PentecostŽs que Dios derramar’a su Esp’ritu sobre toda carne:
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizar‡n; Vuestros j—venes ver‡n visiones, y vuestros ancianos tendr‡n sue–os. Hch.2:17
Al entender lo incluido en el pacto, oramos con la confianza de que Dios nos concede su poder y sus dones ministeriales, porque esto est‡ incluido en nuestro boleto.
El diablo miente a los padres, diciŽndoles que no vale la pena orar por sus hijos descarriados, porque despuŽs de todo, los hijos tienen libre albedr’o y por eso sus oraciones no valen.
Pero Dios no pidi— permiso a Isaac para que sea descendiente de Abraham. Dios promete bendiciones a los hijos de los creyentes solamente porque son hijos de creyentes... no porque cooperan por su libre albedr’o. A Dios le interesa m‡s su propia voluntad que la de ellos.
El pacto de gracia da a los padres cristianos una base firme para orar por sus hijos. Satan‡s no puede impedir que Dios bendiga a tus hijos, porque la base de estas bendiciones es el pacto, no la voluntad de tus hijos.
Cristo vino y muri— para garantizar que los llamados por Dios alcancen la herencia eterna, Heb. 9:15.
A veces los cristianos se desaniman al
considerar sus fallas y debilidades. No entienden c—mo ser‡ posible llegar a la
entera perfecci—n que la Biblia promete. La lucha con la carne parece tan
dif’cil. Pero tenemos Pacto con Dios, con un Fiador que garantiza la victoria. Fiel es El que os llama, el cual tambiŽn lo
har‡. 1Tes.5:24
Dios prometi— a Abraham, BendecirŽ a los que te bendijeren, y a los
que te maldijeren maldecirŽ; GŽn.12:3
Zacar’as, padre de Juan el Bautista, or—,
Y acordarse de su santo pacto; del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, que nos había de conceder que librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días. Lucas 1:72-75
Dios tiene métodos sorprendentes para librarnos de nuestros enemigos. ¡A veces se convierten al Señor! Aunque los cristianos son perseguidos, saben que Dios tiene eso bajo su control, y no permite otra cosa que lo que ayuda al evangelio. Pablo reconoció esto al decir, Porque nada podemos contra la verdad, sino por la verdad. 2Cor 13:8
Este acróstico es nada más que una expresión de los elementos contenidos en el pacto de gracia. Examinemos ahora cada una de estas doctrinas para ver cómo se relacionan con el pacto.
El pacto se basa directamente en la inmutabilidad de la voluntad soberana de Dios. En el primer capítulo, vimos que nada en Dios cambia, incluidos sus decretos eternos. Todos sus consejos son irresistibles.
Ningún texto de la Biblia trae a luz la ligadura entre el pacto y la voluntad inmutable de Dios con tanta claridad como Hebreos 6:13-20. Era costumbre en los tiempos antiguos que los pactos se efectuaban por juramentos entre los pactantes. Dios, acomodándose a esta costumbre, inauguró el pacto con un juramento:
Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por él mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia, y te multiplicaré grandemente. Hebreos 6:13-14
Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; Hebreos 6:17
Algunos desconocen que los consejos divinos son inmutables. Imaginan que hay riesgo de que Dios les quite del pacto por sus fallas. Tales temores son causados por una mentalidad de justificación por méritos. Para descartar tal idea, Dios concedió un juramento basado en su propio carácter diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente.
Por la soberanía absoluta divina se ve claramente el carácter incambiable y eterno del pacto.
La nación de Israel no tenía nada que ofrecer cuando Dios hizo el pacto con ella. Hablando por Ezequiel en parábola, Dios dijo:
Y yo pasé junto a ti, y te vi sucia en tus sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije: ¡Vive! Ezequiel 16:6
Israel era como un niño recién nacido y abandonado. Sólo la muerte lo esperaba. Pero Dios, como hombre rico y compasivo, lo recogió y adoptó como su propio hijo.
Igual con nosotros. Nacimos muertos en pecado. Insensibles a las cosas divinas. Egoístas e insensatos. Pero Dios entró en pacto con nosotros. Lo único que teníamos para dar eran nuestros pecados. En la doctrina de la incapacidad total humana, se ve el aspecto incondicional del pacto. En nada contribuimos.
Dios puso a Abraham frente a un dilema terrible cuando dijo: Anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti... Génesis 17:1-2 ¡Cuán desanimado oír que se requiere la perfección para tener los beneficios del pacto! Basta esto para desanimar a cualquier santo, porque nadie entre nosotros es perfecto. ¿Hay remedio?
Sí, lo hay. ¡Jesucristo! Es el único que cumplió con la condición necesaria para tener todos los beneficios del pacto. En este sentido, el pacto que Dios ha hecho es solamente con Cristo. Pero nosotros estamos en Cristo por la fe. En él tenemos todos los beneficios, porque nos atribuyó su perfección por la fe (Gálatas Capítulos Tres y Cuatro). No es por nada que Cristo dijo: La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Juan 17:22
La elección precede al pacto, ya que Dios la realiza solamente con sus elegidos. Hice pacto con mi escogido. Salmos 89:3 Nunca hizo pacto con otras naciones, excepto Israel, porque era la nación elegida. Es pacto particular, no universal.
La cruz compró algo para Cristo mismo. Le compró el derecho de actuar como el fiador, sumo sacerdote y mediador del pacto según Hebreos 7:22 y Capítulos Ocho a Diez de Hebreos.
Un fiador es una persona que tiene autoridad y poder para asegurar que ambas partes de un pacto cumplan con los requisitos y que reciban los beneficios prometidos. Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto. Hebreos 7:22
Cuando Dios dio a Moisés el pacto de la ley, éste esparció con sangre los libros, el arca del testimonio, y todos los demás elementos de culto como señal de confirmación del pacto, Hebreos Ocho y Nueve.
El mismo principio de confirmación por sangre existe en el pacto de gracia. La sangre de Cristo es la confirmación absoluta del pacto divino con nosotros.
El pueblo de Dios en ambos testamentos, Antiguo y Nuevo, están ligados en una relación de pacto. No existen dos pueblos de Dios, sólo uno. Como Pablo muestra por medio del ejemplo de Abraham, los del Antiguo Testamento fueron salvos de la misma manera que nosotros. Fueron justificados por la fe, tenían el mismo salvador, participaban en el mismo pacto. Incluso, Pablo llama el pacto con Abraham, la buena nueva (Gálatas 3:8). La unidad del pueblo de Dios en el pacto es ilustrada por la Santa Cena. Cristo dijo:
esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada… Mateo 26:28
Al decir, bebed de ella todos (v.27), indicaba que es un pacto no sólo es con Dios, sino los creyentes, los unos con los otros.
Pablo enfatiza lo mismo en 1Corintios 10:16, al comparar el pan de la comunión con nosotros, la iglesia. El pan representa no solamente a Cristo, sino también el vínculo espiritual que tenemos por medio del pacto.
La inmutabilidad del pacto, la eficacia del ministerio de Jesucristo como mediador, la imputación de la justicia de Cristo, la eficacia de su sacrificio para confirmar el pacto, la llamada eficaz del Espíritu....todos estos elementos del pacto forman la seguridad de los elegidos.
Dios promete castigar a los hijos del pacto que andan descarriados, pero no hasta destruirlos. Dios destruyó otras naciones por haber cometido los mismos pecados que hacía Israel.
Mas Jehová tuvo misericordia de ellos, y se compadeció de ellos y los miró, a causa de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob; y no quiso destruirlos, ni echarlos de delante de su presencia hasta hoy. 2Reyes 13:23
Un inexpresable consuelo para nosotros reside en que esta cadena de oro que es el pacto es capaz de soportar el peso de la carga más pesada del creyente.
Desde el punto de vista de pura justicia, no existe motivo porque los israelitas existen hasta hoy. ¿Dónde están los edomitas, los filisteos, o los gabaonitas? Son razas extintas. La única explicación es, Porque yo Jehová no cambio: por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. Mal 3:6
Dios nunca desecha a su pueblo elegido. Los castiga, sí. Sabe darles remordimiento por sus pecados. Digo pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera...No ha desechado Dios a su pueblo al cual desde antes conoció. Romanos 11:1-2
Que nadie imagine que nuestra participación en el pacto nos alivia de castigos correctivos por los pecados. Al contrario. Es precisamente por causa del pacto que Dios castiga a sus hijos. A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades. Amós 3:2
Si no fuera por su pacto con Israel, Dios no les hubiera castigado. Les habría dejado que anden en sus errores hasta la perdición.
Pero el pacto es una paradoja. A la vez es una seguridad profunda y también una advertencia. Garantiza una herencia eterna, pero con correcciones. Es una seguridad incómoda, en que Dios no se detiene ante nada a fin de que se cumpla nuestra obediencia.
El pacto es una paradoja.
A la vez es una seguridad profunda
y también una advertencia.
Por la voluntad soberana de Dios, los elegidos tienen un pacto inviolable, con la garantía de una herencia eterna. Incluye promesas para sus hijos, victoria sobre sus enemigos, y la provisión para sus necesidades. Aunque eran totalmente incapaces e indignos para entrar en el pacto, Cristo vino para morir en la cruz a fin de confirmar el pacto con sus elegidos. Por medio del don de la fe, los justifica, a fin de unirlos con el pueblo de Dios de todas las épocas, formando así un solo cuerpo con Cristo, salvados para siempre.
La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, Hebreos 6:19
pasar: Hilo de oro
4. Verdadero o Falso:_____ El pacto es condicional e incondicional a la vez, según nuestra perspectiva.
5. Verdadero o Falso:_____ Dios requiere la perfección como condición en el pacto.
6. Cuando Dios hace pacto con un creyente, él incluye también a ______________.
7. Dios dio a Abraham la ________________ como señal exterior del pacto. Pero en el Nuevo Testamento, esta señal fue cambiada en ____________________.
8. Los beneficios del pacto son:
Respuestas a las preguntas: Hilo de oro
1=B, 2=Pacto con Abraham, 3=F, 4=V, 5=V, 6=a los hijos, 7=Circuncisión; bautismo, 8=A Espíritu Santo, B Bendición sobre hijos 9=Fe, 10=La base del pacto es la voluntad inmutable de Dios, 11=El hombre no contribuye en nada al pacto, 12=Cristo cumplió como nuestro sustituto el requisito de perfección en el pacto, 13=El pacto es para los elegidos solamente. 14=La sangre de Cristo confirmó el pacto, haciéndole a Cristo el fiador y mediador de ello, 15=Existe un solo pueblo de Dios por medio del pacto, 16=El pacto es la base de nuestra seguridad de salvación, 17=F 18=F
De vez en cuando alguien me pregunta por qué escribí este libro. Eso produce en mí una pequeña sensación de desilusión porque sospecho que el lector no captó el corazón del mensaje de la gracia.
La gracia es inquieta. No puede quedarse quieta sin hacer nada. Quiere ir a lugares y hacer cosas. Lo que más desea hacer es glorificar a Dios. El lugar al que más anhela ir es a su sitio de origen. Aquellos que han recibido una generosa porción de la gracia saben eso y cada uno a su manera, siente un impulso de devolver algo en gratitud.
¿Qué padre no ha tenido un niño entregarle un regalo que vino del padre en primer lugar? La diferencia con la gracia, sin embargo, es que cuando la entregamos, la encontramos todavía en nuestra mano pero alterada, mucho más amplia. Siempre quiere retornar a su fuente para convertirse en más de lo que era antes.
Soy escritor. No conozco otra manera de devolver mi porción. Así que escribí este libro por una simple razón.
Lo escribí porque no podía detenerme de hacerlo.
Roger Smalling y su esposa Diana son misioneros de la Iglesia Presbiteriana de las Américas, trabajando en desarrollo de liderazgo y preparación teológica en Latinoamérica.
Tiene Roger un doctorado en ministerio cristiano del Seminario Internacional de Miami, una maestría en Biblia de la Universidad cristiana Bautista de Louisiana, más un título en Educación Hispánica de la Universidad de Colorado de Norte, Magna Cum Laude.
Roger es fundador de Visión R.E.A.L. (Reforma En América Latina), que se dedica al avance de la Reforma en América Latina por medios impresos y por establecer centros de preparación de líderes cristianos en américa latina. Sus recursos son accesibles a www.smallings.com
Esta pareja ha trabajado como misioneros por más de treinta años en Francia, Guatemala, México y Ecuador. Si bien su ministerio ha sido mayormente en la educación, los Smalling han trabajado con equipos de misioneros en fundar varias iglesias en el campo misionero.
La esposa de Roger, Diana, dicta conferencias para esposas de líderes cristianos y también participa con Roger en proyectos literarios.
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