Salmod’a

por

Roger Smalling, D.Min

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El tŽrmino salmod’a es usado por algunos maestros reformados para afirmar que solo se deber’an cantar salmos en los tiempos de adoraci—n pœblica. Estos maestros presentan argumentos elaborados para demostrar que no es b’blico cantar cualquier otro tipo de canciones. Algunos de los que sostienen este punto de vista tambiŽn excluyen el uso de instrumentos musicales.

Un amigo me escribi— pidiŽndome que le explique mi punto de vista con respecto a la salmod’a. Mi respuesta le sorprendi—.

Querido Karl,

No he invertido en el estudio de la salmod’a el tiempo que quiz‡s piensas que se merece. Esta decisi—n la tomŽ porque estoy convencido de que este tema merece poco estudio. El Nuevo Testamento refleja una posici—n que hace del estudio detallado de la salmod’a una tarea innecesaria.

Quitemos la mirada de reglas y pong‡mosla en Cristo. En hacer esto, nace un nuevo sentimiento de libertad y gozo a travŽs del Nuevo Testamento.

Algunos pueden argumentar que la palabra sentimiento es muy vaga y que puede ocasionar caos. Libertad es una palabra dif’cil de definir porque es intangible. Es por esa raz—n que me siento inc—modo cuando alguien pide vers’culos de respaldo en el asunto de la adoraci—n.

No podemos ignorar el sentimiento del Nuevo Testamento, sin importar cuan impreciso pueda ser ese tŽrmino. Por esta raz—n, por el momento rechazo la ense–anza de la salmod’a, ya que muestra un sentimiento diferente al de la espontaneidad y el gozo que se ven en el Nuevo Testamento.

S’, la libertad es riesgosa. Pero es precisamente ese riesgo el que Dios quiere que tomemos.

La estructura de la Biblia es igual a la de un corno francŽs, que comienza estrecho en la boquilla y es ancho a la salida. El Antiguo Testamento es restrictivo, as’ como la boquilla estrecha del corno. El Nuevo Testamento declara una libertad de expresi—n en nuestro servicio a Dios, siempre y cuando estŽ dentro de las directrices generales.

Los que apoyan la idea de la salmod’a tratan la relaci—n entre el Antiguo y el Nuevo Testamento como una persona que desaprueba la forma del corno FrancŽs. Dichas personas toman un martillo y laboriosamente hacen que la salida de este instrumento sea estrecha, al igual que la boquilla. Luego la presentan con una sonrisa satisfecha, contentos de que con su trabajo y visi—n han transformado el corno FrancŽs a su forma correcta.  

Quiz‡s el tono del corno suena mejor para ellos. Pero para m’, suena vac’o.

La libertad art’stica sufre da–o cuando es confrontada con la salmod’a. El ejemplo m‡s claro que he visto es lo que uno de sus allegados hizo con la majestuosa obra de Lutero Poderosa Fortaleza. ƒl reemplaz— la letra original con un salmo, pero no el salmo as’ como aparece en las escrituras. Tuvo que reorganizar las palabras para que se ajusten al ritmo y las rimas del himno.

Reemplaz— la magn’fica poes’a de Lutero con un salmo reorganizado. ÀEl resultado? Magnifica poes’a reemplazada por poes’a pobre. ÁQue tragedia!

No deseo cometer sacrilegio cuando admito que algunos salmos son art’sticamente inferiores a algunas poes’as fuera de la Biblia. El prop—sito y valor de un salmo es primariamente en su inspiraci—n divina y la verdad que Žste transmite. Los mŽritos art’sticos son secundarios. El himno de Lutero supera art’sticamente a muchos de los salmos en calidad, incluyendo en mi opini—n, al salmo usado para reemplazar sus palabras. La cualidad de inspiraci—n de un salmo no es justificativo suficiente para reemplazar una obra de arte extraordinaria con una obra mediocre. DespuŽs de todo, el himno de Lutero expresa magn’ficamente el significado de los salmos.

La poes’a hebrea estaba basada en el ritmo del pensamiento, no en la mŽtrica y la rima. Ellos cantaban mœsica que parecer’a extra–a para nuestros o’dos occidentales contempor‡neos. No podr’amos adaptarnos al uso de los salmos de la forma en la que los Hebreos lo hac’an. Incluso los m‡s apasionados allegados a la salmod’a concuerdan con esto. ÁFue fascinante ver que el hombre que reescribi— el himno de Lutero reorganice las palabras del salmo para que rimen! Ni siquiera Žl no pudo escapar a su propia cultura.

Existen momentos en mi vida en los que preferir’a ser un poeta y no un te—logo. Uno de esos momentos es cuando estoy adorando.

Algunos maestros reformados tienden a interpretar la vida del Nuevo Testamento a la luz del Antiguo Testamento. Esto parece ser un retroceso. Cada vez que empiezo a prohibir cosas que no se hallan prohibidas en el Nuevo Testamento, una alarma suena en mi mente. El legalismo podr’a estar al acecho. Cuando el legalismo entra, el Esp’ritu Santo sale. ƒl prefiere morar en medio de gente libre.

La ley es un maestro que nos lleva a Cristo. Antes de la venida de Cristo, Dios trataba a su pueblo como a ni–os. Ten’a que hacerlo as’ porque ellos actuaban como ni–os mimados la mayor’a del tiempo. En Cristo, Žl nos trata como adultos responsables. Eso requiere que nos soltemos de la mano del maestro. A pesar de que somos hijos de Dios para siempre, no debemos confundir ser como ni–os con ser inmaduros.

Hay algo extra–o en ver a un adulto caminando por la calle agarrado de la mano de un maestro.

Un allegado de la salmod’a me pregunt— si escuchŽ una exposici—n detallada de su posici—n. Le respond’, ÒNo, no lo he hecho. Tampoco estoy interesado en hacerlo porque cuando acabes tu explicaci—n, yo escribirŽ G‡latas 5:1 encima de todos tus argumentos.Ó

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estŽis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.

Con abrazos,

Roger

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