por
Roger Smalling, D.Min
Roger,
En un seminario de preparaci—n para el ministerio, el presentador declar— que se debe asociar con cualquier movimiento cristiano donde se presume que existe un movimiento de poder del Esp’ritu Santo. Incluy— al catolicismo entre los grupos que dio como ejemplo.
Yo me incomodŽ, ya que otros han dicho que el ecumenismo cat—lico-protestante es un error. ÀQuŽ opina usted?
-JosŽ
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Estimado JosŽ:
El presentador se atuvo a la siguiente premisa: Una profesi—n verbal sincera de fe en Jesucristo es suficiente para la unidad y asociaci—n cristiana.
Eso suena benevolente. Pero es tambiŽn totalmente err—neo.
El ecumenista asume que una condici—n necesaria es tambiŽn suficiente. Eso es igual que decir que el motor es necesario para mover un veh’culo sin considerar que faltan las ruedas. Ambas condiciones son esenciales. Ninguna por s’ sola es suficiente.
El Nuevo Testamento requiere tres condiciones para la confraternidad y cooperaci—n en la labor cristiana. La premisa del presentador es correcta hasta donde alcanza. Tener asociaci—n y confraternidad con aquellos que no han profesado fe en Cristo es imposible por definici—n.
Una persona debe profesar el evangelio b’blico. Existe un mensaje de salvaci—n de acuerdo con G‡latas 1:5,6, un evangelio diferente É no hay otro.
A travŽs de todo el libro de G‡latas, Pablo clarifica que la justificaci—n por fe solamente en Cristo es el evangelio. Cualquier variaci—n es anti evangelio o no es evangelio del todo. Aquellos que sostienen cualquier otro evangelio son anatema, Òmalditos por DiosÓ.
Pablo es normalmente conciliador y benevolente. Pero aqu’ parece totalmente harto. ÀPor quŽ?
Pablo tuvo que confrontar a cierta gente que insist’a que los gentiles conversos siguieran la Ley de MoisŽs y cre’an que la circuncisi—n era una condici—n para ser salvos. Ellos son los llamados judaizantes. Se aten’an a la f—rmula: La fe m‡s las obras resultan en la salvaci—n.
La pregunta clave es, Àprofesaban a Cristo los judaizantes? ÁS’! Hasta ten’an suficiente influencia en la asamblea general de JerusalŽn como para iniciar una disputa sobre la cuesti—n de la circuncisi—n.
Sin embargo, Pablo no toleraba a tales personas.
Éa los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros.. G‡latas 2:5
Por s’ solo, esto destroza la suposici—n ecumenista de que la profesi—n de fe en Cristo es suficiente para establecer unidad. Una profesi—n del evangelio b’blico es la siguiente condici—n necesaria para establecerla.
M‡s bien os escrib’ que no os juntŽis con ninguno que, llam‡ndose hermano, fuere fornicario, o avaro, o id—latra, o maldiciente, o borracho, o ladr—n; con el tal ni aun com‡is. 1Corintios 5:11
Una vida libre de pecados escandalosos que degradar’an el nombre de Cristo, es la tercera condici—n necesaria para la confraternidad y unidad.
Todas tres son necesarias. Ninguna por s’ sola es suficiente. Si alguna de ellas falta en una iglesia, organizaci—n o persona, entonces le incumbe al creyente no asociarse all’.
ÀC—mo aplica esto al catolicismo? La iglesia cat—lica romana sostiene la misma f—rmula que los judaizantes: La fe m‡s las obras resultan en la salvaci—n. El catolicismo simplemente a–ade un diferente grupo de obras, diferentes a las de los judaizantes.
En el Concilio Contrareforma de 1545,
Roma declar— que quienquiera que ense–e que la justificaci—n es por sola fe y no
por obras, sea anatema.
No existe una diferencia fundamental
entre Roma y el tipo de evangelio que ense–aban los judaizantes. Ambos son anatema.
El ecumenista pone a la unidad como el valor supremo. En la palabra de Dios, se urge que haya unidad pero no a costo de la verdad. Tampoco su valor es m‡s alto que los tres criterios ya mencionados.
En la mente del ecumenista, la divisi—n entre cristianos es un mal impensable. Tiene raz—n. Pero lo que le falta considerar es que un evangelio falso es infinitamente peor.
Los ecumenistas mencionan frecuentemente las virtudes de amor y tolerancia entre creyentes como justificaci—n para su alta estima de la unidad. En el proceso, tienden a olvidar que su deber de proteger a las ovejas de Dios de los lobos es de valor infinitamente superior al de la unidad.
Nunca Pablo nos exhort— a ser vengativos, ni siquiera con profesantes de evangelios falsos. Aunque debemos exhorta con toda paciencia y doctrina[1], no se nos permite considerarlos hermanos en la fe, ni buscar unidad espiritual con ellos hasta que se arrepientan.
El profesor que usted menciona en su pregunta, estaba errado.
Roger
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ensayos y libros por los Smalling, se pueden ver a
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