Relativismo y la Naturaleza de la Verdad

 

por

Roger L. Smalling, D.Min

 

 

La verdad existe

Cualquier otra presuposici—n es auto-contradictoria. Tomemos por ejemplo, esta otra presuposici—n: "La verdad no existe". ÀEs una verdad? Si es, pues una verdad existe y la presuposici—n est‡ refutada.

 

Normalmente decimos que las presuposiciones auto-contradictorias son falsas. Supongamos que decimos que la presuposici—n arriba es una excepci—n a esa regla. ÀQuŽ pues? ÀAyuda eso a negar la idea de que "la verdad existe"? No, porque tenemos que enfrentarnos con otra cuesti—n: ÀEs verdad que excepciones a las reglas existen? Si decimos que si, pues hemos establecido la existencia de otra verdad, y volvemos a lo mismo. Pero si negamos que existen excepciones a las reglas, estamos confesando que las reglas existen, lo que es otra "verdad".

 

ÀEs posible encontrar una posici—n entre estas dos presuposiciones de que "la verdad existe" y "la verdad no existe"? ÀAcaso un equilibrio que satisfaga a todos? Hagamos el intento con esta: Acaso la verdad existe.

 

Esto parece muy abierto, pero no ayuda mucho. ÀPor quŽ? Porque la presuposici—n est‡ expresada como una verdad. Si es verdad que "acaso la verdad existe", pues hemos establecido la existencia de una verdad. As’, la verdad existe.

 

Un laberinto de auto-contradicciones nos asecha en el instante que jugamos con cualquier otra presuposici—n que la verdad existe.

 

Intentar encontrar l—gica en otra cosa es como masticar un cart’lago.  Mientras m‡s lo masticamos, m‡s duro se pone. No se lo puede tragar.

 

Las personas raras veces dicen francamente: "la verdad no existe". Pero encontramos a menudo la presuposici—n semejante de Relativismo, que es lo mismo expresado en otra forma: La verdad es relativa al individuo. El Relativista dice que cuando una persona reclama haber percibido una verdad, est‡ observando un proceso en su propia mente, no una realidad objetiva.

 

Pero eso es nada mas que la misma presuposici—n como antes, "la verdad no existe", y la refutaci—n es f‡cil. Ejemplo: Si la verdad es "relativa al individuo", Àpues que, de la verdad de que la verdad es relativa al individuo? ÀEs una verdad absoluta o una verdad relativa? Si es absoluta, pues existe una verdad que no es relativa a ningœn individuo. Si es relativa, la presuposici—n no tiene validez absoluta y podemos hacerle ningœn caso. L—gicamente, pues, quienquiera que dice, "eso es verdad para ti", est‡ simplemente echando al aire palabras necias.

 

Algunos relativistas afirman que la realidad es nada m‡s que un estado de la mente. La realidad es alterable o controlada por nuestro estado de consciencia. Los relativistas aparentemente ignoran que esa idea es tambiŽn la presuposici—n b‡sica tras el ocultismo y el satanismo, lo que ha sido la causa de perturbaciones mentales en algunas personas.

 

Sin embargo, este relativismo ha penetrado nuestra cultura. El sistema educacional entero, desde la primaria hasta la universidad est‡ infectada con ello. Forma la base de muchos programas de televisi—n y pel’culas de cinema, incluyendo algunas series para ni–os. Estos hŽroes alteran la realidad por medio del poder de sus mentes o simplemente creyendo suficientemente fuerte hasta que producen en la realidad lo que quieren.

 

Bajo ninguna circunstancia es posible sostener l—gicamente la noci—n de que la verdad es "relativa al individuo". Es una presuposici—n auto-reputante porque se contradice a si misma y por eso no necesitamos ninguna refutaci—n m‡s.

 

No obstante, otras refutaciones existen. Aunque el Relativismo se mata a si mismo, como la serpiente que se mordi—, podemos matarlo a si mismo si queremos. Lo hacemos as’:  Antes de que una persona comience a razonar tocante a cualquier idea, tiene que aceptar la l—gica como un absoluto. Es decir, la l—gica tiene que ser aceptada como criterio v‡lido para la evaluaci—n de verdades.

 

Aœn mas, tiene que ser aceptado absolutamente. Negar hacer eso nos despoja del derecho de razonar sobre cualquier cosa , o usar la l—gica como base v‡lida para conclusiones sobre cualquier asunto. Si alguien quiere cuestionar la validez de la l—gica, tendr‡ que hacerlo sin ayuda de la l—gica, visto de que es la l—gica misma que est‡ cuestionando. Por ejemplo:  Un anti-intelectual religioso intentaba persuadir a un amigo de que la raz—n no es buen est‡ndar para evaluar la verdad. El amigo contest—: "Estoy contento de escucharte. Pero solo bajo la condici—n de que no uses ninguna forma de l—gica, visto de que es la validez misma de la l—gica lo que intentas refutar". El se–or anti-intelectual se qued— con la boca cerrada.

 

Es precisamente a este punto que el Relativismo estalla en contra de la pared de la realidad. ÀEs absolutamente verdad de que la raz—n es v‡lida? Si es as’, pues una verdad absoluta existe. Si el relativista se rebela en contra de esto, se niega a si mismo el derecho de usar la l—gica como medida para validar su propia filosof’a. La œnica manera en que el relativista puede evitar la contradicci—n es cerrarse la boca y evitar pensar. O, si quiere pensar, debe cuidarse de no considerar alguna de sus conclusiones como teniendo validez absoluta, incluyendo la presuposici—n b‡sica del Relativismo.

 

Parad—jicamente, Žl se despoja tambiŽn del derecho de considerar absolutamente verdad de que sus conclusiones no son absolutamente verdad!  El Relativismo es una buena filosof’a, en tanto uno se cuida de no pensar, ni actuar, ni hablar. El Relativismo est‡ tan lejos de la realidad que el que intenta seguir las presuposiciones hasta sus conclusiones l—gicas representar’a un peligro para si mismo y otros. Posiblemente tendr’a que ser restringido por la fuerza. DespuŽs de todo, se le debe quitar la licencia a un chofer de carro que piensa que el autom—vil que le est‡ viniendo no est‡ realmente all‡ tanto que no cree que est‡ all‡.

 

Nadie cuerdo se meter’a en un autom—vil con un relativista que realmente intenta vivir consistentemente con sus ideas. Peor, el relativista podr’a imaginarse un p‡jaro, solo a base de que pensarlo lo hace as’. Esto no ser’a grave en tanto no intente lanzarse de un edificio y volar. Si no est‡ restringido, su filosof’a tendr‡ una vida corta.

 

Hasta este punto en la tesis, me arriesgo a parecer severo o intolerante por lo que voy a decir luego, pero le aseguro al lector que mi intenci—n no es nada de tal. Quiero demostrar cuan irracional es el Relativista.

 

ÀQuŽ m‡s es una persona mentalmente enferma que un relativista consistente con su filosof’a? O, para decirlo de otro modo, el œnico motivo por el cual los relativistas no est‡n encarcelados por su propio seguridad es porque no hacen ningœn intento de vivir l—gicamente con su propia filosof’a.

 

En una clase de sicolog’a hace varios a–os, aprend’ que la esquizofrenia se define como una separaci—n de la realidad. La esquizofrenia se caracteriza por la negaci—n persistente de reconocer alguna discrepancia entre su estado mental y la realidad.

 

Curiosamente, esto es precisamente lo que la filosof’a relativista afirma respecto a la relaci—n entre la mente y la realidad. Se Niega a reconocer la distinci—n entre la realidad misma y nuestra percepci—n de ella.

 

En tŽrminos pr‡cticos, esto quiere decir no solamente que los psic—logos que son relativistas son descalificados de practicar, sino que deben tambiŽn clasificar el Relativismo como una forma de esquizofrenia.

 

Un punto de referencia tocante a la naturaleza de la verdad absoluta tiene que existir en la mente del psic—logo antes de que pueda declarar a un paciente como enfermo mental. Pero si el psic—logo es un relativista, ÀCu‡l es pues su punto de referencia tocante a la realidad? Si no tiene, pues ÀquŽ derecho tiene para hacer declaraciones sobre el estado mental ajeno? Si el Relativismo es correcto, el paciente tiene igual derecho de declarar al psic—logo como loco.

 

Si esta conclusi—n es irracional, me gustar’a que alguien me muestre el punto exacto en el cual la irracionalidad ocurre. Pero si mi l—gica es firme, entonces, o el Relativismo es una aberraci—n mental, o la esquizofrenia es una filosof’a.

 

Habiendo establecido que la verdad absoluta existe, podemos tambiŽn concluir que ella es universal. Visto de que la verdad es independiente de la percepci—n humana, pues no importa si estamos hablando de la percepci—n de un individuo o de millones. Es independiente en todo caso porque la base de la verdad es la realidad misma y no nuestra percepci—n. Por ejemplo: Hace siglos la mayor’a de la humanidad cre’a que la tierra era plana. Pero era una percepci—n equivocada. El mundo era tan redondo entonces como lo es hoy.

 

Otro ejemplo: Es verdad que en este momento, usted est‡ leyendo este papel. Esto es un hecho verdadero en todo el universo. Al otro lado del mundo es todav’a verdad que usted est‡ leyendo este papel. Todo lo que es verdad, es verdad universalmente, cualquiera que sea la percepci—n de quienquiera.

 

En todo momento, en discusiones como esta, tenemos que recordar que no estamos hablando de la percepci—n humana. La naturaleza de la verdad, no las capacidades humanas, es la œnica cuesti—n. Es obvio que las personas perciben los eventos en formas diferentes. Pero eso no cambia la naturaleza del evento.

 

Si la verdad es universal, es tambiŽn aplicable a todo ser en el mundo. Por aplicable, no queremos decir que tiene la misma importancia para todos. Queremos decir que un hecho es un hecho, no importa quien lo perciba.

 

Finalmente, toda verdad es eterna. Ejemplo: Ser‡ siempre verdad que en este momento usted est‡ leyendo este art’culo. Esto ser‡ para siempre un evento real del pasado, como del ma–ana y un mill—n de a–os despuŽs.

 

A veces los relativistas usan ejemplos de la ciencia para refutar esto. Se refieren a varias teor’as que fueron cre’das como hechos por siglos, pero que luego fueron descomprobadas. La astronom’a CopŽrnica fue descomprobada por Galileo. La F’sica Newtoniana ha sido derrocada por Einstein. Pero estos ejemplos son nada m‡s que errores de percepci—n.

 

Ningœn cient’fico de hoy dir’a que en los d’as de CopŽrnico el sol realmente estuvo en —rbita alrededor de la tierra.

 

Lo mismo es verdad con el intento del relativista de mostrar las grandes diferencias entre las culturas. Tales ejemplos son fuera de prop—sito. Respecto a la verdad absoluta, no importa si es un individuo que mal-interpreta la realidad, o una sociedad entera. El error es el error. Si por ejemplo, Dios existe, las sociedades ateas est‡n en error. Si Dios no existe, las sociedades creyentes est‡n equivocadas. Uno pensar’a que esto es f‡cil hasta un punto infantil. Pero para el relativista, es demasiado profundo.

 

Concluimos pues, que la verdad tiene tres caracter’sticas b‡sicas: Es absoluta, universal y eterna. Por esto queremos decir que no depende de nadie para su existencia, que es v‡lida para todos en el mundo entero, que todo esto es verdad para siempre. Los relativistas modernos gritan protestas en contra de esta conclusi—n, pero nunca han podido refutarla l—gicamente.

 

Habiendo establecido la naturaleza de la verdad, podemos ahora prestar atenci—n a un asunto relacionado: la moralidad.

 

ÀEs posible establecer una conexi—n l—gica entre la verdad absoluta y la presuposici—n de que la moralidad tambiŽn es absoluta? Creo que s’. Es m‡s, no ser‡ dif’cil. Solo falta mostrar que decir la verdad es una cuesti—n moral. De otro modo, tendr’amos que decir que la mentira no tiene nada que ver con cuestiones de verdad. Claro, siempre existir‡ algœn burl—n que negar‡ esto. Pero podemos preguntarle  si lo que est‡ diciendo es una verdad absoluta o si est‡ hablando relativamente.

 

Si pues existe ligadura inseparable entre la verdad y la moralidad, (y creo que el ejemplo tocante a la mentira muestra que hay), pues todo lo que es v‡lido decir respecto a la naturaleza de la verdad tiene que ser v‡lido para la moralidad tambiŽn. El Relativismo Moral muere bajo el mismo cuchillo de la l—gica como el Relativismo Filos—fico. Leyes morales absolutas, universales y eternas existen si la verdad absoluta existe. Esto quiere decir que algunas acciones son siempre malas, no importa a quien le guste, si lo cree o no. Las leyes morales absolutas son aplicables a toda sociedad en toda la tierra no importa si corresponden o no a su cultura.

 

Finalmente, las verdades morales tienen que ser eternas. Esto quiere decir que la naturaleza absoluta y universal de la moralidad nunca puede cambiar. No vale decir, "las costumbres cambian". Las costumbres pueden cambiar, pero la verdad y la moralidad no, si son eternas.

 

En esta discusi—n de relativismo, tenemos que clarificar ciertas cosas. El mero hecho de mostrar que la verdad y la moralidad son absolutas no dice quienes en el mundo est‡n en posesi—n de ellas. Para descubrir la verdad, tenemos que recurrir a hechos observables.

 

Obviamente, los hechos observables y verificables existen, sin los cuales no podr’amos sacar conclusiones tocante a alguna cosa, ni podr’amos pensar ni vivir. Pero esta tesis no es una discusi—n sobre todo. No estoy intentando mostrar lo que es la verdad en algœn contexto preciso. Mi intenci—n es meramente mostrar la irracionalidad de todas las formas de relativismo, ya sean filos—ficas o morales.

 

Es m‡s, no estoy denigrando el valor de la percepci—n humana, sino solamente mostrando que la verdad no depende de ella para su existencia.

 

Tenemos que   mantener cierta fe en nuestra percepci—n de la realidad, sin la cual no podr’amos pensar con suficiente para vivir. No una fe absoluta, claro, porque hemos aprendido por experiencia que hacemos errores de percepci—n. El ilusionista/mago depende de este hecho para sus artificios.

 

En conclusi—n, hemos visto que los que valorizan la l—gica tienen que abandonar el relativismo. No tiene defensa racional. Al darse cuenta de que la verdad absoluta existe, uno puede perseguir con confianza los "hechos observables" para sacar conclusiones sobre lo que es la verdad.

 

EL RELATIVISMO EN LA IGLESIA  

 

El Relativismo ha penetrado todos los rincones de la vida moderna. Domina la educaci—n moderna, influye en las decisiones de las cortes y se presenta en formas diversas en el televisor. Ahora est‡ comenzando a influir en la Iglesia tambiŽn.

 

El Relativismo lleva varias disfraces cuando entra en la Iglesia.

 

Ejemplos son: ÔLas doctrinas no importan," (Lo que no es diferente que decir que no importa la verdad"). O, "siento que tal doctrina es verdad" (como si las doctrinas se basaran en sentimientos subjetivos y no en la Biblia).

 

Pero uno de los disfraces m‡s populares hoy en d’a es el concepto de "Equilibrio de la Verdad".

 

Una congregaci—n estaba discutiendo la siguiente cuesti—n: ÀEs la salvaci—n por gracia solamente o es que el hombre contribuye algœn mŽrito de si mismo? Aunque la noci—n de "mŽritos" merec’a un reproche firme por parte del pastor, no lo hizo. Temiendo divisi—n, dijo: "Yo veo un equilibrio de verdad en eso". Luego sigui— con un discurso sobre como las Escrituras permiten una variedad grande de opiniones. "DespuŽs de todo" dijo, "la verdad probablemente est‡ entre estas dos opiniones". Algunos aprobaron este discurso creyŽndolo razonable, sin darse cuenta que el pastor estaba socavando todo lo que el Cristianismo representa.

 

Dicen que la Biblia es demasiado ambigua para resolver cuestiones esenciales fue muy malo. Pero, peor era sugerir que la verdad es mayormente una cuesti—n de perspectiva personal. El intento del pastor de reconciliar la congregaci—n lo llev— hacia la trampa del Relativismo......la negaci—n de la verdad absoluta.

 

Es posible comparar conceptos opuestos. Pero es il—gico "equilibrar verdades". El principio b‡sico en toda l—gica es que lo que es verdad no puede ser falso tambiŽn. En el estudio de la l—gica esto se llama "A no es no-A", y quiere decir que una cosa no puede ser  y no ser lo mismo a la vez. Sin este principio b‡sico, el pensamiento l—gico es imposible. En consecuencia, ninguna verdad puede ser opuesta a si misma. Es imposible, pues, "equilibrar" la verdad.

 

ÀPero no existen facetas diferentes de la misma verdad? Claro que si. La Deidad de Cristo, por ejemplo es una verdad multi-facetada, Envuelve Su nacimiento virginal, la relaci—n entre las dos naturalezas, Su pre-existencia, etc. Pero esta verdad no puede ser "equilibrada", porque comprender’a una absurdo tal como: "Cristo es Dios versus Cristo no es Dios, y la verdad est‡ entre estas dos opciones". Algunas cuestiones no son negociables en lo de la doctrina y una de estas es la cuesti—n de la naturaleza absoluta de la verdad. Lo normal para el cristiano es tener un hambre insaciable por entender la verdad sobre todo lo revelado en la Biblia.

 

Los primeros cristianos entendieron que vale la pena luchar por la verdad absoluta.  En Hechos cap’tulo 15, se realizaba una disputa con los del partido de la circuncisi—n. Algunos afirmaron que la salvaci—n es por Gracia solamente. Otros dec’an que era una mezcla de Gracia y de Ley. iQuŽ bueno que esta disputa no tom— lugar en el siglo veinte! Alguien seguramente hubiera declarado: "Pues, yo entiendo lo que Pablo dice. Pero los de la circuncisi—n tambiŽn tienen algunos puntos v‡lidos. Tenemos que darnos cuenta que la verdad est‡, a lo mejor, entre los dos puntos de vista. DespuŽs de todo, no vayamos a los extremos. Acaso nunca sabremos por seguro. En el nombre del amor fraternal, olvidemos el asunto y vivamos en paz".

 ÀQuŽ hubiera sido de la Reformaci—n si los Reformadores habr’an tomado la l’nea Relativista? Imaginemos a Mart’n Lutero diciendo:  "Yo creo en la Justificaci—n por la Fe. Pero yo se que no todos est‡n de acuerdo. Si son sinceros y aman al Se–or, pues no importa lo que creen. DespuŽs de todo, debemos cuidar de no crear divisiones".

 

 Los Reformadores nunca dijeron tales cosas. Lutero, Calvino, Knox y todos sus contempor‡neos tuvieron una noci—n que suena "extremo" al o’do del hombre del siglo veinte. Ellos creyeron que las divisiones val’an la pena frente al valor de la verdad absoluta. Pensaron que si estamos cansados de disputas doctrinales es porque estamos cansados de la verdad. Y en tal caso, estamos no solamente cansados, sino espiritualmente enfermos hasta poner en peligro nuestras almas.

 

ÀC—mo comenz— el Relativismo?   En el siglo pasado, viv’a un fil—sofo danŽs llamado Kierkegaard, quien propuso otra manera de razonar tocante a las doctrinas, que la tradicional "A no es no-A". El pensaba a–adir otro paso llamado "s’ntesis".

 

Esto quiere decir que podemos tomar dos presuposiciones opuestas e irreconciliables, (tal como Cristo es Dios versus Cristo no es Dios), poner estas presuposiciones opuestas la una a la otra, y luego sacar algœn "bien" de cada una. Esto ser’a un compromiso, un arreglo llamado "s’ntesis". La nueva s’ntesis forma una nueva presuposici—n "A". El proceso continua desde ese punto.

 

Esta nueva l—gica suena muy democr‡tica y razonable, pero tiene un defecto fatal. ÀQuiŽn decide lo que es bueno tomar de las presuposiciones para formar la "s’ntesis"? Kierkegaard contest—: "iEl individuo!"

 

Mire a donde gui— Kierkegaard al hombre moderno. La verdad ya no est‡ en la realidad objetiva, sino en "el individuo". La realidad es nada m‡s que lo que el individuo decide que es. ÀPor quŽ es esto un defecto fatal? Porque ninguna raz—n existe porque debe ser un individuo que tiene derecho a tomar estas decisiones. ÀPor quŽ un individuo y no un grupo, una sociedad entera, la pura suerte, Dios, o el perro del vecino? Si le hacemos a Kierkegaard esta pregunta, la respuesta es idŽntica: Es el individuo quien decide que debe ser el individuo. Resultado: Razonamiento circular irracional. Obviamente, el DialŽctico no es del todo una forma de l—gica.

Es anti-l—gica. Es suicidio intelectual. Y esto es la base de toda forma de Relativismo.

 

Pero saber esto no frena del todo al hombre moderno. Mire esta lista de movimientos corrientes basados en la DialŽctica: El Relativismo, el Comunismo, el Humanismo Secular, el Existencialismo y la Psiquiatra. En la educaci—n moderna el Relativismo Pragm‡tico, fruto del Relativista norteamericano Juan Dewey, es la filosof’a m‡s influyente en la educaci—n norteamericana hoy.

 

Ahora vemos la trampa en que caen los cristianos cuando subjetivizan la verdad. El pastor que hablaba del "equilibrio de la verdad" estaba sin darse cuenta, ense–‡ndoles a los cristianos a pensar en una manera DialŽctica/Relativista.

 

ÀPero no tenemos derecho a nuestra propia opini—n, o punto de vista, o doctrina? Si la verdad es absoluta, pues NO. Nadie tiene derecho a ninguna opini—n sobre cualquier asunto hasta que haya examinado los hechos y haya evaluado esos hechos por la l—gica. Esto es verdad tanto para doctrinas cristianas como para cualquier otra ciencia.

 

Nunca en la historia de la iglesia ha existido tanta necesidad de cristianos pensadores que estŽn dispuestos a ser intransigentes respecto a la verdad objetiva y absoluta. Solamente as’ podemos cumplir con el mandato b’blico de contender "ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos".

 

 

Otras obras por Dr. Smalling se ven a

www.smallings.com/spanish/spanindex.html