El coraz—n del mentor

por

Roger Smalling, D.min

www.espanol.visionreal.info

 

Este ensayo es el cap’tulo diecinueve del libro Liderazgo cristiano por el Dr. Smalling, ofrecido aqu’ como muestra.

 

ÁExcelentes noticias! La preparaci—n de l’deres es simple.

Pero ÁOjo! No he dicho que sea f‡cil. Los seres humanos son complejos, cada uno con su personalidad y pecados.

En el cap’tulo uno, ya descubrimos que existe una sola filosof’a cristiana de liderazgo ... el liderazgo del siervo que est‡ dispuesto a sufrir por sus seguidores y servirlos con la dignidad acorde al hombre como imagen de Dios.

As’ como existe una sola filosof’a b’blica de liderazgo cristiano, tambiŽn hay solamente una perspectiva b’blica de preparaci—n de l’deres: La labor de mentor.

ÀEn quŽ consiste la labor de un mentor?

Este trabajo es un proceso que involucra una relaci—n entre el l’der y el seguidor que se prepara para el liderazgo. Esta obra incorpora conceptos abstractos que siempre giran alrededor de las relaciones

Aunque el tŽrmino mentor no aparece como tal en las Escrituras, s’ se describen sus funciones a travŽs de toda la Biblia. Podemos observar este proceso entre MoisŽs y JosuŽ, El’as y Eliseo, Cristo y sus disc’pulos, Pablo con Timoteo y con sus candidatos a ancianos.

El primer principio de mentores es: La labor de mentores es relacional.

Un proceso hol’stico

Este trabajo es relacional y hol’stico, pues abarca todas las esferas humanas É cuerpo, alma y mente. Las disciplinas acadŽmicas son importantes, mas no prioritarias. Las relaciones anteceden a lo acadŽmico, en su orden espec’fico: Primero con Dios, despuŽs con los hombres.

Cristo, por ejemplo, se mostr— m‡s interesado en lo concerniente a la relaci—n de los disc’pulos con Žl como su Se–or, que en lo que tuviera que ver con el ministerio o la comprensi—n de la ley de MoisŽs. Si no existe esta relaci—n, ya estar’amos rompiendo la ley, de todas maneras, aun cuando la hayamos cumplido al pie de la letra, porque hemos ido contra el esp’ritu mismo de dicha ley.

Esta es la raz—n por la cual, en el programa de preparaci—n de Visi—n R.E.A.L., la vida devocional ocupa el primer lugar. Es nuestra relaci—n con Dios. El curso de liderazgo ocupa un segundo puesto. Es nuestra relaci—n con los dem‡s.

Este tipo de aproximaci—n la vemos en las exhortaciones de Pablo al joven pastor Timoteo.  Pablo consideraba que todos los aspectos de la vida de Timoteo daban soporte a su liderazgo, por lo tanto, Pablo tomaba en cuenta todas las ‡reas de la vida de Timoteo.

Pablo incluso se refiri— a la salud de Timoteo, d‡ndole algunos consejos al respecto.

Porque el ejercicio corporal, para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovechaÉ 1Timoteo 4:8

Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu est—mago y tus frecuentes enfermedades. 1Timoteo 5:23

La preparaci—n de Pablo a Timoteo no refleja en nada la delimitaci—n del pensamiento que prima en nuestra actual cultura occidental. Hoy en d’a, algunos podr’an considerar esto como una intrusi—n. Pablo, en cambio, lo ve’a como natural el dar consejo a Timoteo en estas ‡reas privadas de su vida. Las razones para proceder as’ se las encuentra en el amor y cuidado hacia Timoteo.

El segundo principio de mentores es: La labor del mentor es hol’stica.

ÀQuŽ del intelecto?

ÀEl trabajo de mentores reemplaza a la preparaci—n acadŽmica? ÁDe ninguna manera!

En el diagrama uno, los c’rculos son de diferentes di‡metros, a prop—sito. El trabajo de mentores es lo primero y lo m‡s importante. Lo acadŽmico es valioso, pero secundario.

ÀPor quŽ es secundario? Si a una persona que ha sido discipulado le faltan conocimientos, se sentir‡ motivada a adquirirlos, incluso en forma autodidacta por medio de libros. Dios lo usar‡, a pesar de estos vac’os de conocimiento.

En cambio, ÀquŽ de la persona con una docena de t’tulos, pero pobremente discipulado? ÀQuŽ si no tiene vida devocional o su familia est‡ desorganizada o mantiene desacuerdos con sus colegas? Todo su conocimiento no suple esas deficiencias.

Varios mentores de la Biblia escribieron obras extensas para ser estudiadas y aprendidas por sucesivas generaciones. MoisŽs, Pablo y Santiago no eran anti intelectuales de ninguna forma. Eran personas brillantes que valoraban el conocimiento.

Hay que evitar las influencias que no valoran el intelecto. Tales tienden a disminuir la imagen de Dios a pesar de recalcar otros aspectos de la vida cristiana. Lo acadŽmico no es prioritario, pero s’ indispensable.

El principio nœmero tres es: La labor del mentor es inseparable de lo acadŽmico.

La caja de herramientas de un mentor

Cuando nos referimos a las relaciones en la obra de mentores, estamos hablando de dos ‡reas espec’ficas en el siguiente orden: Relaciones con los colegas, como lo vimos en el cap’tulo dieciocho y, relaciones con las personas que ministramos.

ÀQuŽ debe exactamente hacer un mentor? ÀQuŽ mŽtodos emplear‡?

Modelar E Ense–ar

Modelar: —Observe c—mo lo hago. DespuŽs, haga lo mismo.

Ense–ar: —DŽjeme explicar por quŽ hago esta obra de esta manera y no de otra. La raz—n de que no le salieran bien a usted las cosas de esa manera esÉ.etc.

ÀC—mo trasladar la teor’a a la pr‡ctica? Muchas teor’as proponen ciertas respuestas. La respuesta que da la Biblia es Çun mentorÈ.

El preparador de l’deres por excelencia es Cristo. El model— c—mo echar fuera demonios y sanar a los enfermos. Luego, mand— a sus disc’pulos que lo hicieran, y funcion—.

Hubo un d’a en que no pudieron echar fuera un demonio (Marcos 9:28-29). Entonces, Jesœs les revel— que ese gŽnero de demonio requer’a otra t‡ctica, la de la oraci—n.

Vemos all’ un excelente escenario did‡ctico. Primeramente, Jesœs ense–a el procedimiento b‡sico. Luego, permite una excepci—n y adem‡s, modela c—mo manejarla.

ÀPor quŽ es eficaz el modelar? Porque se aprende mejor mientras m‡s sentidos usamos. Si escuchamos algo, utilizamos solo el o’do. Si lo escuchamos y lo vemos escrito, estamos utilizando el o’do y la vista. Si lo escuchamos, vemos, palpamos y hablamos acerca de algo, la retenci—n se multiplica exponencialmente.

Un ejemplo de lo dicho es la impresi—n tangible que Cristo hizo sobre Juan, como expresado en 1Juan 1:1:

Lo que era desde el principio, lo que hemos o’do, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida.

El’as y Eliseo ten’an un estilo de ministerio tan similar, que me confundo entre ellos. ÀSe tratar‡ de una coincidencia? Lo dudo.

El’as era el mentor y Eliseo el estudiante atento. ÀC—mo sabemos que era atento? Porque cuando El’as fue tomado y llevado al cielo, Eliseo comenz— a actuar exactamente como El’as, con el mismo tono de autoridad.

Tener un buen mentor constituy— una gran ventaja para Eliseo, quien luego desarroll— su propio estilo posteriormente.

Sitio de charla

Escuchemos a tres seminaristas y su profesor, mientras juntos discuten el concepto de mentor. El profesor Jaime es adem‡s un respetado y exitoso pastor. Guillermo estudia para pastor y a la vez trabaja como contador. JosŽ est‡ cursando su œltimo semestre y es pastor de j—venes en una iglesia local. Es un tipo atlŽtico y serio. Sara est‡ en su segundo a–o y es una chica muy vivaz y graciosa. Los cuatro se encuentran en la sala de conferencias, luego de su clase con el profesor Jaime:

—ÁOye! Esto es como tratar de agarrar humo—, dice JosŽ, inclinado hacia delante.

—No me gustan las ambigŸedades y toda esta idea de las relaciones me suena muy ambiguo. Si esta cuesti—n sobre los mentores no se me aclara pronto, creo que me marcho pronto. Lo filos—fico me aburre.

Jaime comienza a dar una explicaci—n, cuando Guillermo irrumpe. —No tanto JosŽ. Creo que ya capto un poco por d—nde va lo de Jaime. La idea de las relaciones es difusa hasta que no nos metemos en el asunto. A medida que una relaci—n avanza, deja poco a poco de ser una idea, y se vuelve una realidad.

Guillermo hace una corta pausa y continœa. —De hecho, mientras m‡s larga y profunda es una relaci—n, m‡s concreta se vuelve.

—Me suena a que no existe un sistema r‡pido para formar l’deres—, dice Sara.

JosŽ se r’e y a–ade, —Y a m’ me suena a que tœ ya est‡s llegando al punto, Sara.

—Ahora bien, Jaime, parece que ya entiendo un poco—, dice JosŽ. —Pero, tengo una pregunta. Tœ nos hab’as dicho que es f‡cil, pero establecer relaciones no es f‡cil, Àc—mo cuadras esto con lo que nos hab’as dicho de que el proceso de mentores es algo b‡sicamente f‡cil?

—JosŽ, yo no dije que fuera f‡cil. Dije que era simple. Quiero decir simple en su idea b‡sica. El proceso en s’ no es f‡cil en absoluto, porque la gente es compleja con toda clase de problemas.

—ÀNo hay atajos?— pregunta Sara.

—ÁOh, s’! Hay uno. El que muchos emplean en la preparaci—n de l’deres. Es f‡cil, m‡s r‡pido y no representa peligro alguno para el ego de nadie. Manden a la gente a tomar una serie de cursos. Ya se mencion— antes.

—ÁO algo aœn mejor!— dice Sara con sarcasmo. —ÁQue reciban cursos por correspondencia! 

JosŽ comenta, siguiendo la misma t—nica: —As’ ganan sus crŽditos y su t’tulo sin tener que interactuar con nadie. Tienen prueba de su preparaci—n para el liderazgo, la enmarcan y la cuelgan en la pared.

Guillermo murmura algo no muy bajito para que todos escuchen, —Ah, JosŽ ya lo va captando. Los cursos, crŽditos y diplomas no son atajos. Son formas que permiten a ambas partes, el l’der y el estudiante, evitar el proceso de relacionarse, porque toma tanto tiempo y es una amenaza a los egos. Este tipo de preparaci—n puede ser bueno, pero deja algo fuera.

—ÁS’!— exclama Sara, —ÁLo que deja fuera es el Cristianismo!

Todos se r’en, Jaime pone las manos en la mesa, para llamar la atenci—n del grupo. —Tal vez lo han exagerado un poco, pero casi es as’. Quedan fuera el alma y coraz—n del cristianismoÉ Álas relaciones! ÀY c—mo queda un cuerpo sin alma ni coraz—n?

Todos, a una voz, contestan, —ÁMuerto!—

Otra vez, se les oye re’r.

El concepto occidental

En el comentario final del grupo se expone un defecto fundamental de programas de preparaci—n de l’deres vigentes: Domina lo acadŽmico.

En cat‡logos de seminarios, los programas de preparaci—n de l’deres son descritos como una serie de ÇcursosÈ. Los programas de correspondencia se basan tambiŽn en la premisa de Ç!Tome estos cursos y estar‡ listo para el liderazgo cristiano!È

ÀC—mo se desarroll— este procedimiento? La respuesta apunta a una diferencia entre dos tipos de cosmovisi—n.

Las culturas occidentales tienen a ser dualistas, percibiendo la realidad como dos esferas distintas, lo espiritual versus lo material. El pensamiento oriental es mas hol’stico, viendo la realidad como una unidad, lo espiritual y lo material inseparablemente mezclados.

Por este motivo, el pante’smo permea en las religiones orientales como el budismo y el hinduismo. El pante’smo sostiene que Çtodo es diosÈ. Para ellos, esto no significa que Dios est‡ en todas partes. Los pante’stas asumen que un ‡rbol, un animal o un ser humano, son literalmente partes de ÇdiosÈ.

Las pel’culas de artes marciales reflejan el pensamiento hol’stico oriental. En estas pel’culas, a menudo se describe un fuerte lazo entre el hŽroe y el mentor que lo entrena en tales artes.

En tŽrminos simples, un oriental afirma que el universo es uno solo. Un occidental lo mira como dos o m‡s cosas. Adem‡s, el pensamiento occidental es humanista y se enfoca en la gloria del ser humano.

Este dualismo y humanismo se originan en la antigua Grecia. Alejandro Magno conquist— el mundo antiguo junto con el humanismo griego.

La filosof’a griega asume que el conocimiento produce sabidur’a y virtud. Los est—icos supon’an que el estudio de la naturaleza les permitir’a penetrar en el significado del universo y la fuerza que lo sostiene. Eso no result—; fue un fracaso.

La Biblia sostiene que la sabidur’a es esencialmente relacionalÉ primero con Dios y luego con los dem‡s. Adquirir conocimientos es parte de la sabidur’a, pero no su principio. El intelecto es importante, pero no es lo esencial.

El temor de Jehov‡ es el principio de la sabidur’a, Y el conocimiento del Sant’simo es la inteligencia. Proverbios 9:10

Alrededor del Siglo V, el cristianismo dominaba el mundo occidental. Al inicio de la Edad Media, los acadŽmicos se enamoraron de la cultura griega pre-cristiana. Se refer’an a la Žpoca griega, antes de las conquistas romanas, como la Edad Dorada. Las filosof’as griegas les parec’an tan profundas y verdaderas.

Estos acadŽmicos se preguntaban, ÀQuŽ suceder’a si se pudiera fusionar lo mejor de la cultura griega con el cristianismo? ÀNo ser’an as’ mejores cristianos? Se asegurar’a el nacimiento de una nueva Žpoca dorada. Lo que los acadŽmicos de entonces no consideraron era las ra’ces humanistas y su Žnfasis en el intelecto humano.

Los acadŽmicos medievales inventaron el sistema universitario. Los requisitos para todos los estudiantes de universidades eran: Teolog’a, acompa–ada de los cl‡sicos griegos y latinos. Para graduarse de abogado o doctor, tomaban ÇcursosÈ que inclu’an estas materias.

ÀY quŽ si un estudiante quer’a dedicarse a la obra de Dios? Asimismo, tomaba ÇcursosÈ y se graduaba de l’der cristiano. ÀFue exitoso tal sistema en producir algœn nueva Žpoca de oro? ÁDe forma ninguna!

Las escuelas b’blicas y seminarios actuales a menudo realizan un trabajo reconocido en la preparaci—n acadŽmica de l’deres. Sin embargo, estas instituciones son un reflejo del sistema universitario en un esquema religioso con premisas filos—ficas similares a las de la universidad medioevo. Sin darse cuenta, repiten el error filos—fico de arriba, al revertir las prioridades entre lo relacional y lo acadŽmico.

El punto: La Biblia es un libro oriental. Su mensaje es hol’stico, sin distinci—n entre lo secular de lo religioso, o entre lo espiritual y lo material. Un sistema de preparaci—n de l’deres b’blico debe reflejar esta cosmovisi—n hol’stica.

Tradici—n b’blica vs. Tradici—n en la preparaci—n de l’deres

Biblia: Relacional

Tradici—n: AcadŽmica

Biblia: Relaci—n personal con un mentor

Tradici—n: La relaci—n con los maestros no es esencial. Algunos profesores incluso no la recomiendan, para mantener ÇobjetividadÈ.

Biblia: La sabidur’a se adquiere a travŽs de una relaci—n con Dios y los dem‡s   

Tradici—n: La sabidur’a se adquiere por medio del conocimiento, especialmente de filosof’a

Biblia: MŽtodo de ense–anza: Modelar.

Tradici—n: MŽtodo de ense–anza: Una serie de cursos con profesores.

Biblia: Se aprende haciendo.

Tradici—n: Se aprende oyendo.

Biblia: La teor’a y la pr‡ctica se las aprende simult‡neamente, a travŽs del ministerio.  

Tradici—n: La teor’a precede a la pr‡ctica.

Biblia: Lo acadŽmico es importante, pero secundario. 

Tradici—n: Lo acadŽmico es la œnica parte esencial.

De este ensayo aprendemos

á      La preparaci—n de l’deres es principalmente relacional, por medio de la labor de mentores.

á      La labor de mentores es un proceso de discipulado que involucra la existencia de una relaci—n entre el mentor y el estudiante.

á      La labor del mentor es hol’stica y trata de la persona en su totalidad.

á      La labor del mentor es inseparable de lo acadŽmico.

á      Los medios de esta labor son el modelar y ense–ar.

á      El concepto occidental de preparaci—n enfoca primordialmente en lo acadŽmico.

á      La tradici—n occidental coloca la teor’a antes de la pr‡ctica, a diferencia del procedimiento b’blico, donde ambas van simult‡neas, por medio de la labor del mentor.

á      Algunas instituciones afirman estar preparando l’deres, cuando m‡s correcto ser’a decir que imparten preparaci—n acadŽmico.

Preguntas

1.    Describa la filosof’a b’blica de la labor del mentor en la preparaci—n de l’deres.

2.   ÀCu‡les son dos herramientas para la labor del mentor y c—mo se vinculan?

3.   ÀCu‡les son los tres principios de la labor de un mentor, descritos en este cap’tulo?

4.   ÀCu‡les son algunas de las diferencias fundamentales entre las premisas de un sistema b’blico de preparaci—n de l’deres y la tradici—n occidental?

 

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Liderazgo Cristiano

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