Preguntas inesperadas

por

Roger L. Smalling, D.Min

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

© Copyright December, 2014, Miami, FL.

 

 


 

Contenido

Preguntas inesperadas aparecen en nuestro correo electr—nico de vez en cuando. Algunas son solicitudes de consejer’a personal, otras de naturaleza teol—gica. Incluido hay algunas inesperadas y algo inquietantes.

 

Cap’tulo 1: ÁMe duele! ŔPor quŽ Dios lo permite?

Cap’tulo 2: ŔDebo casarme con Paula?

Cap’tulo 3: ŔHay mitos en las Escrituras?

Cap’tulo 4: Lenguaje obsceno en la iglesia

Cap’tulo 5: ŔCu‡l es el pecado que lleva a la muerte?

Cap’tulo 6: ŔQuiŽn cre— el pecado?

Cap’tulo 7: ŔPueden los calvinistas explicar el mal?

Cap’tulo 8: ŔNo es el Nuevo Testamento il—gico?

Cap’tulo 9: ŔQuiŽn cre— a Dios?

Cap’tulo 10: ŔC—mo debo tratar con un l’der incompetente?

Cap’tulo 11: ŔPueden las mujeres predicar en la iglesia?

Cap’tulo 12: ŔDebo volverme a bautizar?

Cap’tulo 13: ŔC—mo debo tratar con mi novio celoso?

Cap’tulo 14: ŔEs l’cito que un cristiano practique la yoga?

Cap’tulo 15: ŔC—mo puedo ayudar a mi amigo involucrado en el evangelio de la prosperidad?

Cap’tulo 16: ŔQuiŽn es un hermano dŽbil en la fe?

Cap’tulo 17: ŔEs l’cito el Ecumenismo?

Cap’tulo 18: ŔC—mo puede un cristiano combatir la apostas’a?

 


Cap’tulo 1:ÁMe duele! ŔPor quŽ Dios lo permite?  

Un amigo, Javier,  me escribi— cuando su vida se le ven’a abajo. Hab’a perdido su empleo, su casa iba en proceso de pŽrdida y estaba atacado de una enfermedad grave. Me preguntaba por quŽ Dios le hac’a tales cosas. A continuaci—n, mi respuesta. Felizmente, mi amigo se ha recuperado ya de todas estas circunstancias.

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Querido Javier:

Cuando alguien lanza un grito de dolor como en tu carta, se genera cierta frustraci—n ya que desear’a decir algo m‡s substancioso que una versi—n espiritualizada de Ňagu‡ntateÓ. Citar vers’culos es siempre una buena idea pero incluso eso me deja frustrado.

La raz—n es que me he dado cuenta que la śnica forma de ayudar a alguien dolido es quit‡ndole el dolor. Si no puedo hacerlo, entonces ŔquŽ deber’a yo hacer como pastor?

Gritar ÁAy! es natural. Pero no quita el dolor. Cuando preguntas Ŕpor quŽ, Dios m’o? Esa es otra forma de decir, ÁAy!

No estoy totalmente seguro cu‡ndo est‡ bien hacer esa pregunta y cu‡ndo no. Los te—logos debaten y no se ponen de acuerdo, especialmente cuando no son ellos los que sufren.

El dolor tampoco ayuda en la facultad cerebral de razonar. Causa confusi—n mental. Cuando me quemo la mano con aceite hirviendo, dejo de ser anal’tico y empiezo a buscar la soluci—n m‡s inmediata, aunque no sea la mejor.

Desafortunadamente, me expresas tu dolor en forma de preguntas para que yo las conteste. Me pones la bola en mi lado de la cancha de pastor y debo darte una respuesta.

Muy bien, te contestarŽ. Pero mi respuesta no te quitar‡ el dolor de forma mejor de los comentarios de tus amigos bien intencionados. Quiz‡ hasta cause m‡s dolor. ÁOjal‡ que no! De todos modos es la śnica respuesta que vas a recibir.

La respuesta al por quŽ est‡ sucediendo esta serie de eventos es la misma raz—n por lo que todo sucede o suceder‡, sea bueno, malo o neutral. Todo sucede para la gloria de Dios.

No existe otra raz—n a todo cuanto sucede.

Porque de Žl, y por Žl, y para Žl, son todas las cosas. A Žl sea la gloria por los siglos. AmŽn. Romanos 11:36
La pregunta inmediata es Ŕc—mo puede la desgracia de Javier glorificarle a Dios? No tengo ni idea. Pero eso es exactamente lo que dice la palabra de Dios. Si esto no es verdad, entonces nada del evangelio es cierto. Esta verdad es tanto consoladora como angustiante. Consoladora en el sentido de que al menos sabemos que el dolor tiene un prop—sito.

Angustiante, digo, ya que significa que algo fuera de nosotros es m‡s importante que nuestro dolor; algo cuyo precio lo paga el dolor.

Para poner la crema al pastel, nos dicen que Dios no est‡ siendo cruel, insensible ni egocŽntrico. Para poner la cereza en la crema, se nos informa que —al final— experimentar el dolor es infinitamente mejor que no experimentarlo.

TambiŽn me preguntas si tus experiencias dolorosas podr’an ser castigos a algśn pecado. Pueden serlo, pero pienso que no. Si lo fuera, ya sabr’as que lo es. A travŽs de la escritura,  por ejemplo cuando Dios castigaba  a Israel,  siempre les informa la raz—n del castigo. Como lo dijo un pastor, ŇDios no abusa de ni–osÓ.

Comprendo que en medio de tu dolor, probablemente es inapropiado que yo trate de corregirte en teolog’a. Hasta sonar’a impertinente, como si alguien me reprendiera por gritar cuando el aceite me quemaba la mano. Me dar’a ganas de devolverle un s‡nduche de pu–etazos y pasarle algo del dolor al que me reprende.

Jesśs se encuentra con un ciego de nacimiento. Los disc’pulos le interrogan a Jesśs:

Rab’, ŔquiŽn pec—, Žste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondi— Jesśs: No es que pec— Žste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en Žl. Juan 9:2-3

No se trata de que el ciego o sus padres no fueran pecadores. Lo eran. Lo que Jesśs dec’a es que hay acontecimientos en la vida de la gente que no est‡n conectados directamente a su condici—n moral. Podr’an estarlo, pero vuelvo y repito, podr’an no estarlo. Si viviŽsemos en un mundo perfecto de castigo-recompensa, la palabra gracia no significar’a nada.

La naturaleza humana f‡cilmente asume que si somos lo suficientemente buenos, esto constituye un escudo defensor para que no nos ocurran cosas malas. Grave error. Justicia basada en las obras. Eso no es cristianismo.

Lo que estoy tratando hacer es llevarte a un punto que no te cause m‡s angustia. Me has dicho, ŇHe hecho lo que Jesśs ordena. Amo, ayudo, doyÓ.

Pero Áno! ÁNo has hecho esas cosa! Jesśs dijo, Sean perfectos, como mi Padre en los cielos es perfecto. ŔEres tś perfecto? Jesśs dej— claro que cuando hayamos hecho todo lo que nos ordena, aun siendo perfectos, debemos servir sin deseos de remuneraci—n alguna. Hemos solo hecho lo que debemos hacer. Esto significa que no merecemos premio alguno. ŔPor quŽ esperar un premio por cumplir con un deber?

Si Dios nos recompensa, es en verdad un regalo de gracia. Si Dios nos castiga, es porque quiere ponernos en una posici—n para ser m‡s recompensados.

La buena noticia es que cuando aceptamos a Jesśs, no solo ganamos perd—n de nuestros pecados, sino que somos adem‡s revestidos de la justicia perfecta de Cristo. Este regalo sobrepasa cualquier aceptaci—n basada en la actuaci—n de uno.

De nuevo, comprendo que estos comentarios m’os no te alivian el dolor. Si Dios quiere que sufras por un tiempo, Žl  se interpondr‡ en cualquiera de mis esfuerzos para aliviarte.

Quiero que sepas que te mantenemos en nuestras oraciones.

Con amor en Cristo,

Roger


Cap’tulo 2: ŔDebo casarme con Paula?

Roger,

Usted conoce acerca de mi relaci—n con Paula, sabe que hemos sido amigos ya  por casi un a–o. Incluso, hemos hablado abiertamente sobre matrimonio. Sin embargo, para tomar una decisi—n de tal magnitud, quisiera estar totalmente seguro de la voluntad de Dios. Estoy en espera de una serie de se–ales de Dios. ŔLe parece a usted que hago bien?

ÉÉÉÉ..

Querido JosŽ,

Aprecio profundamente su confianza al preguntarme acerca de este delicado tema en su relaci—n con Paula. Sabe que puede esperar de mi una respuesta con franquesa.

Me parece que est‡ tratando a Paula injustamente ya que ha venido posponiendo indefinidamente una decisi—n clara en uno u otro sentido. Me baso en un texto b’blico que se refiere a la psicolog’a femenina.

( 1 Cor. 7:36-37 )

Este texto implica que llega un momento en la relaci—n de un hombre con una mujer, en que debe actuar decididamente sobre la direcci—n de dicha relaci—n en el sentido que fuere. ŔPor quŽ?

La psicolog’a femenina es diferente. La relaci—n matrimonial determina la vida de una mujer en una forma m‡s profunda que la del hombre. El enfoque masculino es generalmente su carrera, mientras que la mujer se orienta m‡s hacia su esposo y su familia inmediata. La esposa es una parte importante en la vida del hombre. El esposo es la vida de la mujer.

Una mujer, por lo tanto, est‡ ansiosa de definir el rumbo de su vida. Para lograrlo, debe definir su relaci—n con un posible pretendiente, y mientras m‡s pronto. Dejarla en suspenso luego de que la relaci—n se ha vuelto seria, es tratarla injustamente.

Esto, en efecto, es la esencia de lo que Pablo dice en el texto arriba mencionado.

Entonces, Ŕcu‡l es mi respuesta? Tomando en cuenta lo ya dicho, la decisi—n es suya propia, mas no una revelaci—n de Dios. Dios aceptar‡ su decisi—n de casarse con Paula o de no hacerlo.

Dios ya conoce su decisi—n y ha programado un plan para su vida, antes de la creaci—n. El tiene el poder de ayudarnos a evitar decisiones erradas, cuando sinceramente buscamos Su Voluntad.

Una manera en la que Dios nos gu’a es simplemente por nuestros propios deseos. Esto presupone, por supuesto, deseos puros. Hay decisiones en la vida que se dan entre dos opciones igualmente morales, como en el texto anterior, no siempre entre algo bueno y algo malo. Dios permite que un cristiano maduro ejerza su libertad al tomar decisiones entre dos buenas opciones, bas‡ndose en su sabidur’a y car‡cter de gente madura.

Pablo expone este punto a travŽs de todo G‡latas. En Cristo, Dios nos trata como adultos, capaces de tomar decisiones maduras sin tener que ser guiados por guardianes o ayos como si fuŽramos unos ni–os. (G‡l. 4: 1-2)

Corremos el riesgo de ser malentendidos por cristianos inmaduros. Ellos pueden pensar que decimos que los cristianos podemos hacer lo que nos plazca y que Dios lo aprobar‡ de antemano. No me dirijo a un cristiano inmaduro sino a un cristiano maduro de carrera profesional, capaz de entender conceptos abstractosÉ como la libertad de la madurez.

Parece que Dios en su sabidur’a no le revela claramente su voluntad en este asunto. En el futuro, asumiendo que se case con Paula, ser‡ mejor decir que se cas— con ella porque la ama, no porque otra entidad, incluso Dios, se lo orden—.

Perm’tame expresarlo en una forma m‡s personal:

Cuando yo considerŽ casarme con Diana, saltaron a mi mente algunas inquietudes como: ŔPodrŽ seguir soltero y ser feliz as’? SI. ŔSer’a la vida m‡s simple sin ella? SI ŔPodr’a vivir sin ella? SI ŔQuiero hacer eso? NO.

TomŽ mi decisi—n basado en eso.

Un amigo m’o lo expres— graciosamente. ŇCasarse es doloroso. Problemas inesperados. Nunca me habr’a casado,  si no fuera por Susy.Ó

Otra dama dijo: Yo era perfectamente feliz de soltera. Pero Juan era muy bueno como para dejarlo pasar. 

Otro punto: ŔQuŽ es eso que mencion— acerca de se–ales? La gu’a divina hoy en d’a se basa en principios de sabidur’a, fundados en conceptos b’blicos de madurez como se expresa en Santiago 3:17É. No en se–ales.

S’, Dios a veces gu’a a los cristianos con circunstancias inusuales que podr’amos llamar se–ales. Aquellos cristianos que dependen habitualmente en ese tipo de gu’a, demuestran inmadurez espiritual.

Los creyentes del Antiguo Testamento fueron a menudo guiados por se–ales, precisamente porque estaban bajo un ayo o guardi‡n, la Ley, a m‡s de la voz infalible de los profetas.

No es as’ ahora. Nosotros vivimos bajo la nueva dispensaci—n de la gracia. Junto con ella viene una nueva libertad. Con la libertad viene el riesgo, y con el riesgo una cierta sensaci—n de inseguridad. La madurez y la libertad van de la mano. No podemos llegar a la madurez sin el riesgo inherente cuando obtenemos la libertad.

La f—rmula es simple. Si desea tener seguridad al tomar decisiones, acuda a la Ley. A cambio de la seguridad – sin embargo- estar’a renunciando tanto a la libertad, como a la madurez.

La respuesta a su pregunta sobre casarse con Paula es: ŔLe parece algo prudente y piadoso hacerlo?

Parece que ya ha escuchado de Dios todo lo que va a escuchar. La decisi—n es suya. Y no hay forma de escaparse de tomarla, de una u otra manera, y ahora es cuando.

En Cristo,

Roger


Cap’tulo 3: ŔHay mitos en las Escrituras?

Un candidato a la ordenaci—n ministerial escribi— lo siguiente:

Una de las preguntas que debo contestar por escrito ante el tribunal de examinadores es ŔHay mitos en las Escrituras? ŔC—mo respondo esta pregunta?

ÉÉÉÉÉÉ.

Querido Esteban,

Quienes dicen que la Biblia contiene mitos asumen que lo sobrenatural no existe. Para que esta presunci—n sea v‡lida, primero deber’an probar que Dios no existe o que Dios no hace milagros.

Rudolf Bultmann, te—logo liberal alem‡n declar— que cualquier milagro es un mito. Esta es un punto de vista extremo, ni siquiera reconocida por un diccionario comśn. La declaraci—n de Bultmann es correcta solo si Dios no existiera. Pero entonces, Ŕpor quŽ es te—logo?

ŔQuŽ es un mito? ŔCu‡l es la diferencia entre un mito y una leyenda o una leyenda hist—rica; entre narrativa aleg—rica y un mito?

El libro de Apocalipsis, por ejemplo, es narrativa aleg—rica con fines profŽticos. El escritor lo dice en su primer cap’tulo. ŔEs por eso mito?

Un mito es un evento o persona enteramente imaginario en una historia. Esto pondr’a al libro de Apocalipsis fuera de esta categor’a, ya que su autor aclar— que emplea lenguaje simb—lico al describir eventos futuros reales. Ese simbolismo no excluye lo milagroso ni hace mitol—gica a la narrativa.

No habr’a problema de que existieran mitos en la Biblia, asumiendo que el escritor indicara que lo son. Al fin y al cabo, la Biblia contiene todo tipo de literatura, incluso poes’a y profec’a en lenguaje literal o figurado.

Si un escritor b’blico deseaba que su texto fuera entendido como mitol—gico, por cualquier motivo, hubiera tenido la entereza de manifestarlo. No se me viene a la mente ninguno que haya hecho eso.

Pienso que el tribunal examinador que le exige escribir sobre esta pregunta se est‡ refiriendo al GŽnesis o quiere conocer su actitud sobre los milagros. Si usted no ha deducido lo que desean, solo diga que NO, aunque requiera de mil palabras para expresarlo.

Roger


Cap’tulo 4: Lenguaje obsceno en la iglesia

Un maestro utiliz— lenguaje vulgar varias veces en una clase de Escuela Dominical. Fue algo espor‡dico. Lo ignoramos hasta que las vulgaridades llegaron a un punto en que sentimos que deb’amos hacer algo al respecto.

Roger le mand— una carta lo m‡s cortŽs posible, pero el maestro la rechaz—. Entonces pareci— necesario ser m‡s contundente.

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Estimado Carlos,

Sus clases de Escuela Dominical son excelentes. Podr’an incluso ser mejores si dejara de usar palabras vulgares. Permitir que la voz de nuestra naturaleza carnal se manifieste para demostrar nuestra autenticidad o la del evangelio, no parece concordar conÉ

Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificaci—n, a fin de dar gracia a los oyentes. Efes. 4:29

Su compa–ero en Cristo,

Roger

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Respuesta de Carlos

Oh, estoy de acuerdo. No es necesario. Por lo que vale, no considero que la palabra maldita sea lenguaje obsceno. Pienso que Pablo tiene en mente algo mucho m‡s profundo que eso. Pienso que Žl se refiere al chisme y la calumnia. Su preocupaci—n es que nos edifiquemos, siendo los chismes y calumnias los que nos destruyen. Yo prefiero estar en compa–’a de alguien que use palabras vulgares que con alguien que parece muy espiritual y luego destruye a otros con sus palabras. Lo primero resulta inofensivo; lo segundo, extremadamente destructivo.

Pero yo no uso ese tipo de lenguaje siempre. Solo cuando estoy entusiasmado. Y esa clase ha sido incre’ble porque la gente, incluido tś, se han abierto y han sido autŽnticos. Ver ese tipo de interacci—n me da gran esperanza en la eficacia del ministerio de la iglesia.

Gracias por tu esp’ritu amable.

Carlos 

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Estimado Carlos,

Gracias por responder.

Yo citŽ un vers’culo blando, el de Efesios 4:29, por cortes’a. Yo hab’a pensado originalmente en Col.3:8,

Pero ahora dejad tambiŽn vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.

Griego= AISCHROLOGIA = obsceno, lenguaje vergonzoso que incluye temas culturalmente inapropiados; vocabulario vulgar, lenguaje obsceno, palabras suciasŐ  LŽxico Louw y Nida.

No me refer’a a una sola palabra como maldita, porque es solo una. Pensaba en las palabras (ÉborradasÉ) y a otras referencias sexuales.

Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sŽ ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, esp’ritu, fe y pureza. 1Tim. 4:12

Demostrar nuestra autenticidad dejando ver nuestra corrupci—n no es b’blico. Debemos ocultar nuestra corrupci—n, pero no que todav’a tenemos corrupci—n. Esto es parte del ejemplo que damos como ministros del evangelio. La lucha de Pablo con su carnalidad en Romanos 7 muestra este balance.

Son relativamente pocos los tipos de lucha que la gente tiene con la carne: la comida, la bebida, el sexo o el orgullo. Pablo no pensaba que debiŽramos saber su problema espec’fico, pero s’ que Žl tambiŽn luchaba, como todos los creyentes. Y no parece que piense que esta postura es inautŽntica o hip—crita.

No es mi intenci—n hurgar en las palabras ni en interpretaciones dudosas que he escuchado sobre los comentarios de Pablo en G‡latas o Filipenses. Mi punto es que las obscenidades son malsanas. Son pecados y punto.

Favor de continuar su excelente trabajo y seguirlo mejorando.

En Cristo,

Roger


Cap’tulo 5: ŔCu‡l es el pecado que lleva a la muerte?

Roger,

ŔCu‡l es el significado de 1 Juan 5:16, si entendemos que Cristo perdona todo pecado?

Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedir‡, y Dios le dar‡ vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida.  1Jn. 5:16

Querido Trevor,

La primera ep’stola de Juan es uno de los pocos libros de la Biblia en el que el escritor aclara as’ el tema. Otros libros requieren la deducci—n del prop—sito a partir de su contenido. Juan establece su punto en 5:13,

El tema de la carta es la certeza de la vida eterna para los genuinos creyentes. Juan quiere que confiemos en que Cristo nos protege del Malo y nos libra de caer.

El mencionado prop—sito  eclipsa todos los versos de la carta y requiere que los interpretemos bajo esa luz solamente. Por lo tanto, sea cual fuere el significado del verso 16, no puede ser el de que el cristiano pueda perder su salvaci—n. Tal interpretaci—n dejar’a de lado el contexto del cap’tulo y la intenci—n primera del libro en su totalidad.

Probablemente Juan se halla reiterando lo que afirma en el Cap’tulo Tres, (3:1-10), pasaje en el cual explica una forma de distinguir a los verdaderos creyentes de los falsos. Estos śltimos practican una vida de pecado. Lo hacen porque la semilla de Dios, Jesucristo, no est‡ en ellos.

Un creyente genuino puede caer en un pecado, pero no llevar‡ una vida de pecados escandalosos. La palabra practican del vers’culo 9, aunque no est‡ en el griego original, se justifica por el tiempo presente continuo del verbo pecar.

Consideremos ahora ciertos hechos que muchas veces se pasan por alto al ense–ar la ep’stola 1 Juan.

á      Esta es una carta jud’a, escrita por un ap—stol a jud’os, dirigida a creyentes jud’os. Sabemos que Juan fue un ap—stol a los jud’os porque se lo enuncia claramente en G‡latas 2.

á      Los comentarios dados en el cap’tulo 2 de 1Juan, solo ser’an dirigidos a jud’os, por ejemplo el mandamiento antiguo que habŽis tenido desde el principio. Los gentiles nunca hab’an tenido ningśn mandamiento.

á      Las leyes jud’as tienen categor’as de acuerdo a la pena. Algunas leyes requer’an la pena de muerte. Los jud’os sab’an bien cu‡les eran.

á      El tŽrmino pecado puede usarse genŽricamente en el sentido de si una persona vive en pecado, lo cual significa que dicha persona se encuentra en un estado y condici—n pecaminosa por los muchos pecados en naturaleza escandalosa.

Me agrada que los traductores modernos digan pecado y no un pecado. Usted debe recordar que el griego no tiene el art’culo indefinido un, solo el definido el. En consecuencia, podemos asumir que Juan se refiere m‡s a un estado del ser y no a un pecado en particular.

Al sumar estos factores, llegamos a una interpretaci—n que cabe en el contexto del libro en su totalidad y respeta el prop—sito mencionado por el escritor. Parece que dice que si se ve a un hermano en Cristo cometiendo un pecado , pero no de manera escandalosa o grotesca, debemos orar por Žl y Dios lo perdonar‡ aun cuando el creyente no sepa que est‡ pecando. Por otro lado, si vemos que practica el pecado de forma que indique que la semilla de Dios, Jesucristo, no est‡ en Žl, no debemos orar por su perd—n pues no es lo que necesita. La salvaci—n es lo que necesita.

A travŽs de toda su carta, Juan camina en una floja, al desear que los creyentes tengan seguridad y confianza en su caminar con Cristo, sin darles licencia para pecar. Esto explicar’a por quŽ en el siguiente verso dice, Toda injusticia es pecado. (V.5:17)

TambiŽn desea establecer una medida para que los verdaderos creyentes puedan detectar a los falsos que se infiltran. La iglesia primitiva estaba infestada de ellos, tal como lo est‡ actualmente. Esa medida incluye ‡reas como la fidelidad a la iglesia, permanece para siempre, 2:17, amando a nuestros hermanos y no manifestando odio hacia ellos. La caracter’stica m‡s importante, sin embargo, es la justicia, no practicar una vida de pecado.

Si analizamos el verso 16 a la luz de estos prop—sitos, se aclara mucho m‡s y encaja dentro de la regla hermenŽutica de que los textos confusos deben ser interpretados a la luz de los m‡s claros.

En su Amor

Roger


Cap’tulo 6: ŔQuiŽn cre— el pecado?

Roger,

Un estudiante me pregunt— ŇŔQuiŽn cre— el pecado? Si Dios es el Creador de todo lo existente, lo l—gico es que Dios tambiŽn cre— el pecado y por lo tanto es el autor del malÓ Luego me desafi— a mostrarle un verso espec’fico de la Biblia donde diga que fue Satan‡s y no Dios quien cre— el pecado. ŔPuede ayudarme a responder?

JosŽ

ÉÉÉÉÉÉ..

Querido JosŽ:

ŔPor quŽ necesita su alumno un vers’culo para probar este punto? Bajo nuestros est‡ndares doctrinales no es necesario que todo cuanto creemos deba basarse en un texto espec’fico sino que se puede deducirÉpor buena y necesaria consecuencia. [i] Esto significa que la conclusi—n es inevitable al aplicar la l—gica.

No contamos con an‡lisis en las Escrituras sobre la Trinidad o sobre si las mujeres pueden tomar la comuni—n o sobre otros asuntos y pr‡cticas comunes a los cristianos. Las basamos en consideraciones inevitables en la Biblia, aunque no estŽn expl’citamente enunciadas.

En numerosos textos vemos que Dios es santo, justo  y que nunca tienta a nadie. Esto es suficiente para deducir que Dios no puede ser el autor del mal. El peso de prueba, por tanto, cae sobre el alumno, en cuanto a mostrar que Dios y no Satan‡s es el autor del mal.

Usted podr’a devolver la pregunta al alumno en esta forma absurda:  S’, la Biblia dice que Dios es santo. Pero no dice que no es imp’o. Por lo tanto, quiz‡s Dios no sea santo al fin y al cabo. As’ queda  expuesto lo irracional de su pregunta.

Dios no nos trata como a ni–os, incapaces de conectar dos puntos en un papel.  El asume que somos adultos capaces de simples razonamientos como: si no es X, es Y. O, si no es Dios, entonces es  Satan‡s. O, si Dios no es Žl que tienta y Satan‡s lo es, quiŽn es Žl que tienta?

TambiŽn puede ayudar si le muestra al estudiante la diferencia entre control y manipulaci—n. Un prisionero se encuentra bajo el control de un carcelero. Esto significa que el carcelero limita las oportunidades del prisionero de cometer errores. Al ser soltado, obtiene m‡s libertad para cometer lo malo. El carcelero no es el autor del mal que un prisionero liberado comete.

Si un hombre tiene un hijo que comete un asesinato, Ŕejecutamos al padre? Aunque los padres son los creadores del hijo, esto no les transforma en causantes del crimen.

Espero que esto le ayude.

Roger


Cap’tulo 7: ŔPueden los calvinistas explicar el mal?

Roger,

Un amigo me ha dicho que los calvinistas no podemos explicar el problema del mal desde su perspectiva teol—gica.  ŔC—mo responderle?

Pablo

ÉÉÉÉÉ

Querido Pablo,

ŔQue los calvinistas no pueden explicar la existencia del mal? ÁQuŽ afirmaci—n tan rara! ŔQuŽ rama teol—gica ha podido explicar alguna vez la existencia del mal?

La Biblia llama al mal, el misterio de la iniquidad. (2Tes. 2:7) Por lo tanto, el mal es un misterio. ŔAcaso su amigo ha resuelto este misterio con el cual los te—logos han luchado a lo largo de la historia? Si lo ha resuelto, el mundo espera escucharlo. ÁD’gale que lo haga en seguida!

Agust’n coment— algo como, Ňparecer’a como si Dios consider— mejor que el mal existiera temporalmente que si nunca hubiera existido.Ó Eso es lo obvio y tal vez sea mejor dejarlo all’.

El mal, por definici—n, es algo malo. No es lo mismo que decir que el hecho de que existe sea malo. Ejemplo: La crucifixi—n de Cristo fue una injusticia y las injusticias son malas. Sin embargo, la existencia de esta injusticia es algo bueno, pues nos salv—.

Otra forma de describirlo es decir: Todo lo que se debe mostrar es que el bien no puede venir del mal, y habr‡ validado su afirmaci—n sobre los calvinistas. Si su amigo afirma que algo bueno no puede salir de lo malo, entonces que explique la cruz. Si est‡ de acuerdo con que algo bueno puede salir de lo malo, entonces ya ha obtenido la explicaci—n que tanto Žl como los calvinistas necesitamos hasta que Cristo vuelva.

ŔEsta respuesta le ayuda?

Roger


Cap’tulo 8: ŔNo es el Nuevo Testamento il—gico?

Recibido de un escŽptico que encontr— un art’culo en nuestra p‡gina web:

En su ensayo sobre la gracia irresistible, parece implicar que aunque hayamos escuchado el mensaje y asistido a la iglesia por a–os y le’do el Nuevo Testamento completo dos veces, pero igual lo encontramos il—gico y sin sentido, que no se puede ser salvo.

ŔC—mo puedo creer en algo que no creo?

Javier,

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Estimado Javier:

Normalmente paso por alto cualquier correo que parezca reflejar m‡s animosidad que una seria bśsqueda de la verdad. Por lo general, se trata de dos ruedas que giran infinitamente sin progreso en ninguna direcci—n.

Su pregunta me interesa porque es raro encontrar que alguien que no sea un cristiano comprometido, haya le’do dos veces el Nuevo Testamento. Primero deseo comentar en su reacci—n, antes de contestar su pregunta.

Cuando alguien denomina il—gico sin sentido a algo, a menudo est‡ expresando su disgusto, no necesariamente un comentario acerca del funcionamiento de la l—gica misma. No les gusta el mensaje porque les hacer sentir inc—modos. Pocos de aquellos con quienes he hablado, tienen una idea clara de las reglas de la l—gica y si el mensaje se ci–e a dichas reglas.

Supongo que usted sostiene que el mensaje es falso, no que las ideas sean contradictorias entre s’. Usted tiene el derecho a lo primero, pero no a lo segundo.

ŔPor quŽ? La l—gica es como la matem‡tica. Excluye opiniones y puntos de vista. Toda l’nea de razonamiento puede ser reducida a s’mbolos y demuestra si es o no consistente. Si las proposiciones de un argumento tienen o no que ver con la realidad es otra cuesti—n.

Supongamos que alguien dice, Su matem‡tica no vale. Puede ser. ŔAcaso descuidŽ transponer un nśmero? ŔPuse mal los decimales? MuŽstreme. Si la persona no puede demostrarlo, est‡ expresando inventiva, NO l—gica.

Puede que mi matem‡tica no tenga nada que ver con algo real. Eso no viene al caso cuando trata de la consistencia de la l—gica. Es lo que los fil—sofos quieren decir cuando describen la diferencia entre validez y verdad.

Si es que su frase il—gico sin sentido significa que usted rechaza el Nuevo Testamento porque contiene inconsistencias racionales, se ha asestado un golpe de muerte a su objeci—n. Tal afirmaci—n es contraria a los hechos, como el ejemplo anterior. El mensaje del Nuevo Testamento sigue l—gicamente de las premisas dadas. No sŽ si alguien las habr‡ reducido a l—gica simb—lica, lo cual se puede hacer y mostrar’a consistencia interna.

Deber’a mostrarse el punto il—gico. ŔAcaso un ap—stol cometi— una falacia non sequitur? Si no es as’, usted no pude decir que el Nuevo Testamento es un sinsentido il—gico, sin importar cu‡ntas veces lo haya le’do.

Fil—sofos no cristianos, incluso ateos, han notado la consistencia interna del cristianismo b’blico. Recientemente le’ un comentario sobre esto por del fallecido ex ateo Mortimer Adler. El ex presidente de la Sociedad Brit‡nica de Ate’smo, Anthony Flew, quien se volvi— te’sta, aunque no cristiano, tambiŽn admiti— tal cosa.

Si usted desea cuestionar al cristianismo b’blico, perm’tame sugerirle c—mo mejorar en su intento. Cuestione las presuposiciones: ŔExiste alguna verdad absoluta? ŔHay un Dios? Si es as’, Ŕcu‡les son sus atributos? ŔC—mo sabemos esto? ŔEs la revelaci—n contraria a la raz—n? ŔQuŽ evidencia hist—rica existe para las afirmaciones del Nuevo Testamento?

Al proceder as’, usted se estar’a acercando al tema razonando y mostrando un genuino interŽs en la bśsqueda de la verdad.

En cuanto al significado de la gracia irresistible de mi ensayo:

Ese ensayo es un cap’tulo de un manual escrito para mis alumnos de Teolog’a. He colocado algunos cap’tulos para facilitar el enfoque en temas sin tener que buscar por todo un manual.

La respuesta a su pregunta del primer p‡rrafo es NO. No quise decir que sea imposible la salvaci—n incluso si algunos la deseen, solo que los pecadores est‡n contaminados de pecado en toda parte de su ser. Son incapaces de arrepentirse y confiar en Jesśs, a no ser que Dios primero haga un milagro en ellos. Ese milagro incluye un cambio en sus percepciones sobre su propia condici—n, el valor de Cristo y la necesidad de arrepentirse.

Su palabra mensaje debe aclararse. No estoy seguro de quŽ habr‡ usted estado escuchando en la iglesia. Tampoco estoy seguro de si usted entiende el Nuevo Testamento, aśn cuando lo haya le’do dos veces.

El mensaje del Nuevo Testamento tiene dos partes simples: arrepentimiento ante Dios y fe en Nuestro Se–or Jesucristo. Hechos 20:17. Este aspecto dual expone algo en la mayor’a de escŽpticos que he conocido.

Tengo un pariente que no es cristiano, aunque es te’sta. Me explic— que no cree en Jesśs. Antes que discutir con Žl, le mencionŽ este vers’culo y le preguntŽ cu‡l es la raz—n de no hacer lo primeroÉarrepentirse ante Dios. El no pudo contestar, as’ que le animŽ a que fuera a su casa y confesara sus pecados a Dios, y pida a Dios que le muestre algo m‡s que deber’a hacer para agradarle.

ŔLo hizo? NO. Mi objetivo era exponer su hipocres’a. Su rechazo hacia Cristo es producto de su autonom’a pecadora, no de sus consideraciones intelectuales. Cuando sus pecados lo agobien y vea su autonom’a como rebeli—n, Žl hallar‡ una mir’ada de razones para confiar en el Se–or Jesucristo.

La similitud de este caso al suyo, queda a su propia conciencia.

Su śltima pregunta ŇŔC—mo puedo creer algo que no creo? No puede hacerlo, por supuesto. Ningśn cristiano se lo pedir’a tampoco.

Primero, ŔquŽ tiene eso que ver con el arrepentimiento ante Dios? Asumo que usted cree en Dios. No puedo concebir por quŽ un ateo estar’a asistiendo a la iglesia por a–os y hubiera le’do el Nuevo Testamento dos veces.

Segundo, su definici—n de creer debe estar sesgada. A un cristiano esto le suena a que usted est‡ preguntando m‡s bien ŔC—mo puedo confiar en una Persona en quien no puedo confiarÉ i.e. Jesśs) ŔQuŽ encuentra en Žl no confiable? Esto no significa un salto ciego a una fe sin base en hechos. Significa una confianza basada en conocer su personalidad y poder.

Este es el mensaje del Nuevo Testamento y nada aqu’ es il—gico. Espero que esto aclare el asunto. Mi esposa y yo oraremos por usted.

Roger

Nota: En subsiguientes correos con este joven, supimos que estaba luchando con la homosexualidad. Como suele suceder con los escŽpticos, su problema era algśn pecado oculto, no las consideraciones intelectuales. Su śltima carta expres— – lamentablemente- su decisi—n de buscar su autonom’a, en base de que el Nuevo Testamento no aprueba su pecado.


Cap’tulo 9: ŔQuiŽn cre— a Dios?

Roger:

Tengo un buen amigo que no es creyente y a quien le gusta juguetear con la filosof’a. Es muy inteligente y a veces me hace preguntas que no puedo contestar. Una de ellas fue ŔCu‡l es el origen de Dios? Usted dijo una vez haber discutido esto con alguien. ŔCu‡l fue su explicaci—n?

JosuŽ

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Querido JosuŽ:

En su pregunta se confunde la diferencia entre auto-creado y auto-existente. La primera es irracional, pero no la segunda.

El solo sugerir que algo se haya creado a s’ mismo viola toda l—gica. Un ente tendr’a que existir antes de existir para poder auto crearse. Esto es un enunciado carente de sentido y contradice su propia premisa.

Ninguna ley l—gica es violada al decir que algo pueda existir eternamente como una realidad no creada. Esto no es auto-creaci—n. De hecho, hay una l’nea l—gica que lo requiere.

Tal l’nea l—gica es la llamada ley de causalidad. En tŽrminos llanos, se la conoce como la ley de causa y efecto. Esta ley dice que cada efecto debe tener una causa por la misma definici—n de la palabra efecto.

Lo que es m‡s, la causa deber ser igual o mayor que el efecto. Si usted va a lanzar una piedra, la fuerza de su brazo debe ser mayor que el peso de la piedra.

Este supuesto de causa suficiente es b‡sico a toda la realidad y aspecto de nuestra existencia. Si nos ponemos a cuestionar su absoluta validez, todo lo racional se hace imposible, incluido el conocimiento, la raz—n y la ciencia.

Esto, de paso, no es lo mismo que decir que todo deba tener una causa; sino que todo efecto debe tener su causa. O sea que cada evento debe tener una causa. Esto, de nuevo, no es lo mismo que decir que cada cosa que pasa debe tener una causa.

Otra forma de explicar el Argumento de causa primera es decir que todo lo que est‡ en movimiento o que cambia, algo debe haber iniciado ese cambio o movimiento. En algśn punto, la causa de todo cambio y movimiento debe ser algo que ha existido desde la eternidad y por lo tanto, es permanente. La sucesi—n debe terminar en algśn lugar o si no, nada podr’a ser iniciado.

Por otra parte, si existiera un momento dado en que nada ha existido, ni siquiera Dios, entonces nada podr’a existir ahora. Algo debe existir desde toda la eternidad como la base de todo lo dem‡s,  sus movimientos y los cambios y es una entidad sin una causa.

Esto es lo que los te—logos quieren decir cuando dicen que Dios es un ente necesario. Lo que significa es que Dios NO puede NO existir. Sin una causa primera, no puede haber causas secundarias. Si esta l’nea no fuera v‡lida, igual lo ser’a todo el conocimiento.

Debido a que la Primera Causa debe ser igual o superior a su efecto m‡s obvio, el universo, Žsta debe mostrar ciertos atributos. Primero, debe ser eterna, como se lo demostr— ya.

Segundo, debe ser infinitamente poderosa porque la energ’a para la creaci—n del universo no tiene otra fuente aparte de s’ misma.

Tercero, debe ser omnipresente ya que vivimos en un universo de billones de a–os luz de di‡metro.

Debe ser infinita en todos los aspectos, pues de otra manera, su energ’a podr’a perderse en algśn momento. De esto se deducen los tres atributos incomunicables: omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia.

Esta conclusi—n tambiŽn lleva a ver que la Primera Causa debe ser de una cualidad y tipo de existencia infinitamente diferente a cualquier otra cosa creada. Eso lo llamamos trascendencia. Si esto no es Dios, ŔquŽ otra cosa podr’a ser?

Espero que esto le ayude a su amigo

Roger


Cap’tulo 10: ŔC—mo debo tratar con un l’der incompetente

Estimado Sr. Smalling,

Trabajo en una organizaci—n cristiana, donde mi supervisor me da —rdenes, luego olvida que las ha dado y me culpa del resultado. Ya no conf’o en Žl y necesito saber c—mo tratar con esta persona.

Siempre he sentido que Dios es quien designa a quienes son mis l’deres, de manera que si me opongo a mi supervisor, estar’a yendo en contra de Dios. SŽ tambiŽn que debo compartir en el sufrimiento de Cristo y no quiero entristecer al Esp’ritu Santo. Solo necesito saber c—mo someterme a esta autoridad que parece ser incompetente.

Raquel

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Querida Raquel:

Lo he sufrido en carne propia.

Partes de mi libro LIDERAZGO CRISTIANO fueron inspiradas por el estrŽs de tener que trabajar bajo l’deres incompetentes. Creo que lo śnico peor ser’a una enfermedad terminal.

He dicho tener que trabajar porque eso era lo que yo supon’a. A la larga, pude caer en cuenta de que no ten’a que hacer tal cosa. Yo hab’a decidido hacerlo, simplemente porque pensaba que era mi tarea como cristiano, el someterme a l’deres incompetentes. No encuentro ningśn mandato en el Nuevo Testamento en que se nos ordene a los cristianos someternos a ese tipo de liderazgo, cuando Žste genera estrŽs y descontento en nuestro caminar con Cristo.

Alguna vez, alguien me aconsej—: -Cargue el estrŽs en aquellos que lo causan. Si no encuentra formas de hacerlo, entonces ret’rese.

Afortunadamente, he tenido formas de cargar ese estrŽs sobre los que lo causaron pues nuestra denominaci—n tiene un sistema de cortes dentro de la iglesia. Por tanto, pod’a usar la amenaza de una corte, junto a documentaci—n requerida, para obtener resultados. Las disculpas llegaban. El estrŽs se aliviaba.

En otra circunstancia, un amigo me aconsej—: -Roger, debes comenzar a orar que Dios te lleve a gente ’ntegra con quien trabajar. Eso fue como un soplo divino a mi esp’ritu. Supe que Dios me estaba indicando: -No debes trabajar con gente sin integridad.

Fue as’ c—mo lleguŽ a otra organizaci—n, donde nos tratamos con la cortes’a y respeto acorde a la imagen de Dios y como colegas en el ministerio. Un verdadero oasis.

En resumen, debe comprender sus derechos en Cristo. Nadie tiene el derecho moral de pasar por alto la dignidad que Dios le otorga ni de maltratarle. Corregir errores es un asunto aparte.

Usted tiene derecho:

á      A ser tratada con el respeto y gentileza debidos a todo ser humano.

á      A ser feliz. Cristo compr— la felicidad para usted. No permita que nadie se la robe.

á      A estar libre de acusaciones sin fundamento o ser echada la culpa por otro.

á      A acudir a un mediador y presentar sus problemas a su autoridad espiritual, sea a su esposo y/o a los l’deres de su iglesia. Estos no son chismes. Esto cae bajo la responsabilidad suya y de la organizaci—n. Usted no est‡ obligada a sufrir en silencio.

Su l’der o supervisor no tiene el derecho a :

á      Tratarle con desdŽn.

á      Culparle por los errores que Žl comete.

á      Exigir autoridad espiritual sobre usted o de ser su consejero espiritual. Esta es una funci—n de su esposo en primer lugar, y de los l’deres de su iglesia. Su supervisor tiene –śnicamente- derechos administrativos sobre usted. La condici—n de ser una organizaci—n cristiana es irrelevante.

Unas sugerencias:

á      Aclare a su l’der que necesita las directivas por escrito para evitar malos entendidos.

á      Mantenga por escrito una lista de incidentes.

Si llega el momento en que deba defenderse de esta persona, delante de autoridades m‡s altas, usted dispondr‡ de un portafolio de hechos. Usted no necesitar‡ acusarlo ante sus superiores. Los papeles mostrar‡n la verdad y los superiores llegar‡n a sus propias conclusiones en cuanto a la competencia o incompetencia.

á      3. Usted indica que nunca le he dicho a nadie sobre esto que Žl hace. ŔPor quŽ no? Usted tiene el derecho a un grupo de consejeros personales que le gu’en en este problema. Esto no constituye chisme. Su esposo, y tal vez un par de creyentes maduros podr’an ser su comitŽ personal de consejeros que le ayuden.

Si se halla en una posici—n de ser acusada, solo diga: Vuelvo despuŽs de discutirlo con mi grupo de apoyo de la iglesia.

En resumen, refuto algunas de sus suposiciones.

á      Su analog’a sobre Cristo y su sufrimiento es errada. ŔPor los pecados de quiŽn est‡ muriendo usted? Jesśs sufri— persecuci—n por defender la verdad. Usted no est‡ sufriendo persecuci—n. Lo que usted sufre es por la ineptitud de un l’der en una instituci—n que – de paso- es cristiana. Su condici—n de cristiana no justifica la ineptitud ni le excusa a ese l’der de su responsabilidad.

á      Usted tambiŽn dice que no quiere entristecer al Esp’ritu Santo. Es posible que el Esp’ritu Santo ya estŽ entristecido por razones que usted ni se las sospecha. Puede ser porque usted ha permitido un abuso a la imagen de Dios. Esa imagen es usted misma.

á      Otra suposici—n cuestionable es, ŇSolo necesito saber c—mo someterme a dicha persona.Ó

No tiene que someterse. Lo que debe hacer es lidiar con este maltrato. Es tan errado someterse en silencio al maltrato de un cristiano, como lo es que Žl la maltrate. Jesśs dijo : Si tu hermano peca contra ti, reprŽndeloÉ

Uno de los mejores supervisores con quien he trabajado, dijo que una vez se hallaba en un dilema del mismo tipo que yo pasaba. El me dijo, Me di cuenta que ten’a tres opciones: Cambiar a la otra persona, cambiarme a m’ mismo o cambiar de circunstancias. En el caso de Žl, lleg— a la conclusi—n de que las dos primeras eran imposibles, entonces se retir— de ese trabajo y vino a ser el jefe de departamento de un ministerio mejor que el anterior.

En su caso, va a requerir una gran dosis de valent’a moral, haga lo que haga.  Esto puede ser lo que el Esp’ritu Santo quiere que aprenda por esta experiencia.

Aprecio mucho su dedicaci—n a la obra del Se–or. Oraremos por usted.

En Cristo,

Roger


Cap’tulo 11: ŔPueden las mujeres predicar en la iglesia?

Un creyente colombiano, que iniciaba una iglesia reformada, me escribi— preguntando sobre las limitaciones de las mujeres que desean hablar a la congregaci—n. El dice:

Me gustar’a saber su opini—n sobre el rol de las mujeres en la iglesia. Nosotros aceptamos la sumisi—n de las mujeres en la iglesia y creemos que ellas no pueden ser ordenadas, que no pueden predicar o tener autoridad sobre los varones, ni gobernar en la iglesia, pero tenemos dudas sobre algunas de las aplicaciones de esto.

Tenemos una hermana, graduada en sicolog’a, quien se ha ofrecido para dar algunas charlas en la iglesia sobre la sicolog’a desde una perspectiva b’blica. Nos preguntamos si esta hermana debe dar las charlas solamente a las mujeres o tambiŽn a mi y a otros varones.

Sergio

Mi respuesta fue,

Querido Sergio,

Evidentemente, Dios est‡ concediŽndole ocasiones para definir los par‡metros de trabajo de su iglesia, lo cual indica que Dios considera sus esfuerzos merecedores de gran atenci—n, indicando que su trabajo tiene futuro.

Antes de contestar la pregunta, me gustar’a repetir algo que dije anteriormente. Recuerde la diferencia entre una ley y un principio. Las leyes son absolutas. Violar una ley es una transgresi—n. Un principio, en cambio, es una idea general para guiar en la pr‡ctica ordinaria. Violar un principio no es necesariamente una transgresi—n y puede tener muchas excepciones.

Tal como hice en la correspondencia previa, prefiero exponer algunos principios como puntos de referencia en lugar de dar una respuesta simplista.

El asunto involucra una pregunta simple: Ŕejercer‡ esta mujer una funci—n que es del dominio exclusivo de un ministro ordenado? A travŽs de toda la Biblia, ciertas funciones aparecen como de dominio propio y exclusivo de los ministros ordenados, las cuales son:

á      La proclamaci—n de la Palabra de Dios a la congregaci—n durante el culto.

á      La administraci—n de los sacramentos.

Estas funciones implican autoridad espiritual sobre el pueblo de Dio mediante la predicaci—n y la ense–anza.

Tanto los sacerdotes del Antiguo Testamento como los ministros del Nuevo Testamento parecen tener estas funciones. En teolog’a, las llamamos "funciones sacerdotales", las cuales normalmente se celebran en los cultos formales.

Por tanto, con respecto a la propuesta de esta dama en su iglesia, yo me har’a estas preguntas: ŔSe convoc— la conferencia a la misma hora y en el mismo lugar donde la congregaci—n se reśne normalmente para el culto pśblico? ŔEs el prop—sito de la reuni—n exponer la Palabra de Dios a la congregaci—n? Basado en la informaci—n que usted me da, concluyo que el prop—sito de la reuni—n no es el culto pśblico. Lo que ella va a exponer es sicolog’a, no la Biblia. No es un serm—n. No es una lecci—n b’blica. Es una conferencia.

No encuentro ninguna violaci—n de los principios b’blicos aqu’ porque nada de esto tiene que ver con las "funciones sacerdotales".

Como l’der cristiano, es su responsabilidad proveer a todos los miembros de la iglesia amplias oportunidades para que ellos puedan manifestar sus dones, cualesquiera que estos sean.

Usted sabe esto o no har’a la pregunta. Una mujer puede poseer cualquier don espiritual, incluyendo el mayor en esta dispensaci—n, es decir, la ense–anza, pero ella no puede duplicar las funciones de un ministro ordenado, administrando la Palabra de Dios y los sacramentos a la congregaci—n.

Algunas iglesias reformadas han pecado contra las mujeres al no permitirles expresar ampliamente sus dones. Hacer esto es un error, tan serio como el ordenarlas. Si yo tuviera que escoger, preferir’a una mujer que traspase las limitaciones b’blicas inadvertidamente, antes que despojarla de sus dones. Obtener una cosa que no merecemos parece m‡s consistente con la gracia que echar a perder una bendici—n que ya tenemos.

Por tanto, si debe arriesgarse a cometer un error, h‡galo en el lado de la libertad mas bien que en el de la ley. Las oportunidades de agradar a Dios son mejores. Ignore a los fariseos.

Afortunadamente es f‡cil evitar los riesgos. Las iglesias reformadas hacen esto para tener una mujer parada en frente del pślpito. Esto, no es porque el pślpito sea sagrado. Ningśn mueble, en esta dispensaci—n es sagrado.

Pero, en las mentes de muchas personas de la congregaci—n, el pślpito representa el lugar donde la autoridad espiritual y el liderazgo son expresados a travŽs de la predicaci—n de la Palabra.

Ayuda tambiŽn en hacer las reuniones en otra sala que la sala principal donde se celebran los cultos. Otra forma de evitar confusi—n es disponer que un anciano presida las reuniones. La reuni—n puede ser anunciada as’Ó ŇConferencia sobre Sicolog’a Cristiana. Expositora: Dra. S‡nchez. Preside: Anciano Fulano".

De esta forma queda muy claro que no es su intenci—n causar confusi—n entre el rol de un ministro y el rol de la mujer compartiendo sus conocimientos especiales. Sin embargo, tenga cuidado de crear muchas reglas y restricciones. Ser’a un error rid’culo comenzar una iglesia dedicada al concepto de la gracia y al mismo tiempo atarla con un mont—n de reglas. Recuerde este dicho: " La cosa que las leyes producen m‡s, es m‡s leyes". Mejor aśn, recuerde este pensamiento de Pablo......

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estŽis otra vez sujetos el yugo de esclavitud. Ga. 5:1.

En los lazos de libertad,

Roger


Cap’tulo 12: ŔDebo volverme a bautizar?

Querido Dr. Smalling:

Tengo una pregunta sobre el Bautismo. Yo fui bautizado en una iglesia que,  aunque cree en la Trinidad, bautiza solamente en nombre de Jesśs, como representante de la Trinidad. En la iglesia reformada a la que asisto actualmente, los maestros me han dicho que debo volverme a bautizar ya que mi bautismo no es v‡lido, al no haber sido invocados los otros dos miembros de la Trinidad.

ŔQuŽ debo hacer?

Roberto

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Estimado Roberto:

Algunos maestros pasan por alto un aspecto clave del bautismo, cual  es la respuesta a Dios, de una buena conciencia . 1 Pedro 3:21

Si usted hubiera estado negando la Trinidad, su bautismo habr’a sido un acto de rebeli—n, no un paso de obediencia.

ŔEra su intenci—n obedecer a Dios y honrarlo de la mejor manera a saber? Si la respuesta es S’, entonces no veo problema alguno.

Comprendo la posici—n adoptada por la iglesia en la cual usted fue bautizado. All’ se invoca el nombre de Jesśs como el representante de la Trinidad. Lo considero inapropiado pero no un pecado, y no volver’a a bautizar a una persona que viniera de dicha iglesia.

A veces, los maestros reformados olvidan las ra’ces de las cuales salieron. El movimiento reformado entero es sobre la gracia versus la ley. Yo no veo c—mo un aspecto inapropiado del bautismo anule el valor de la conciencia del creyente.

Al as’ pasar por alto la conciencia, se pone m‡s  peso en el modo del bautismo que en su significado. ŔEs esta la intenci—n original de Calvino y Lutero? ÁNi hablar!

ObservŽ cierta vez a un pastor que sumerg’a a los convertidos en agua sucia. Aun cuando el agua representa al Esp’ritu Santo, Žl prefer’a bautizar en agua sucia antes que rociarles con agua limpia, en su af‡n de cumplir su doctrina de inmersi—n. Esto me disgust—; pero aunque as’ fue, no volver’a a bautizar a esas personas. porque tengo m‡s respeto a sus conciencias, que a mi propia opini—n de si el modo fue apropiado o no.

ŔAcaso sus maestros reformados suponen que Dios le har‡ algo malo si no se vuelve a bautizar? ŔHa estado Dios esperando todo este tiempo para castigarle, porque fue bautizado por alguien con una teolog’a alrevesada? Si ellos asumen tales cosas, transm’tales mi sugerencia de volver a estudiar el significado de la gracia.

En Amor de Cristo

Roger.


Cap’tulo 13: ŔC—mo debo tratar con mi novio celoso?

Queridos Roger y Diana,

Ustedes conocen a mi novio y creo que les cae bien. Lo que tal vez no sepan es que Juan es un hombre muy celoso y a veces furioso. A menudo exige saber lo que hago en mi tiempo libre y con quiŽn. ŔC—mo puede cambiar este aspecto y si estarŽ cometiendo un gran error al casarme con Žl?

Jenny

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Querida Jenny:

Deja que describamos el tipo de hombre con el que ninguna mujer en su sano juicio se casar’a. Debes evaluar si Juan entra en alguna de estas categor’as.

Los celos persistentes y extremos son un s’ntoma de un serio desorden emocional. La causa se halla en la persona, no en ninguno de sus relacionados.

Las relaciones entre j—venes suelen experimentar cierta confusi—n emocional. Pero lo que tś describes parece fuera de los l’mites normales.

Juan puede tener un tipo de personalidad llamada el controlador. Este tipo tiene una necesidad patol—gica de querer controlar todo y a todos en su c’rculo de relaciones.

Los controladores tienden a percibir a sus relaciones en tŽrminos de dominio y no de asociaci—n. Los hombres controladores ven a su mujer e hijos como su propiedad. Sienten ser los due–os de sus vidas.

Puede haber una variedad de razones por las que un hombre se transforme en un controlador, por lo general en cuanto a las mujeres. Esto puede manifestarse en unos celos patol—gicos.

Esos hombres son peligrosos.

Con ellos, la furia es un arma manipulativa. Nunca ceda a la intimidaci—n.

Ahora echemos un vistazo a algunas realidades desagradables:

Los controladores no pueden cambiar

Su percepci—n de la realidad hace casi imposible que cambien. Si no pueden controlar a alguien, lo consideran una amenaza y por lo tanto, un enemigo. Esto puede incluir a los seres queridos.

Para ellos, esto es lo correcto, entonces asumen que deben hacerlo. A los que cuestionan sus acciones los acusan de cometer injusticias contra ellos. Otros son el problema, nunca ellos.

Los controladores reconocen r‡pidamente sus propios derechos, pero son lentos en reconocer los derechos de los dem‡s. Son muy sensibles en cuanto a su propia dignidad e insensibles a la de los otros.

Un programa de TV que vi era sobre un comitŽ de libertad condicional donde aparec’an los prisioneros. A veces, un controlador que hab’a cometido abusos contra otros, aparec’a para pedir su libertad condicional. Ver c—mo ellos trataban de manipular al comitŽ, era algo fascinante. Ni siquiera se daban cuenta de lo que estaban haciendo. Tras a–os en prisi—n, algunos eran todav’a incapaces de verse como lo que son.

Un psic—logo me dijo que en algunos casos benignos, un controlador puede cambiar, pero que no hab’a visto cambiar nunca a un caso severo.

El amor no les ayuda

Es natural que una mujer sienta atracci—n por un hombre fuerte. Esto explica c—mo los hombres celosos y controladores logran llegar a casarse. Se casan con mujeres que no tienen discernimiento.

Muchas veces, las mujeres imaginan que su amor tiene el poder de cambiar al hombre. Esto es un mito. El discernimiento de una mujer mejora en el momento que se da cuenta que su amor no es la fuerza poderosa que ella imaginaba.

Un antiguo refr‡n dice que los hombres se casan con la ilusi—n de que la mujer nunca cambiar‡; las mujeres en cambio se casan con la ilusi—n de que van a poder cambiar al hombre. Hay algo de verdad en esta creencia popular.

Tratar de complacer a un controlador lo empeora.

Apaciguar las cosas puede traer algo de paz, pero generalmente vuelve con m‡s fuerza a demandar mayor control. Aplacar a un controlador es como tratar de apagar un fuego con gasolina.

Relacionarse con un tipo controlador de celos patol—gicos resulta imposible. Su sentido de propiedad sobre aquellos que controla, vuelve imposible una relaci—n en paz. No puede existir igualdad en una relaci—n de dos personas, cuando una de ellas es esclava de la otra.

Un hombre as’ llegar‡ a robar a la mujer su personalidad, si ella lo permite. Es como una espiral descendiente que se estrecha m‡s y m‡s a medida que Žl gana m‡s control. Al final, si no se pone un alto al proceso, Žl manipular‡ no solo las acciones, sino tambiŽn los pensamientos de la mujer. Ella dejar‡ de tener sus propias ideas y cesar‡ de ser una persona por s’ misma.

Esta es la raz—n por la que algunas mujeres permanecen junto a un hombre abusivo o violento. Han perdido demasiado de su propia persona, y no son capaces de resistir m‡s.

A las mujeres que tienen que tratar con hombres celosos, les damos el siguiente consejo. Si esto aplica a Juan, debe usted misma evaluarlo.

No se racionalice con Žl en asuntos que no le incumben a Žl. Usted sigue siendo una persona adulta soltera y no responde ante Žl.

A Žl nunca le satisfar‡n las explicaciones ya que el problema est‡ en Žl, no en las circunstancias. No permita que una persona celosa le trate a usted como sospechosa de un crimen. Usted solo es responsable ante Dios y usted misma.

Al negarse a justificar todas sus acciones, lo fuerza a Žl a decidir entre confiar que usted es una persona responsable o no. Esto pone el estrŽs en el lugar donde pertenece, es decir sobre Žl.

El problema es de Žl, no suyo

Nada de cuanto haga o diga es la causa de este problema. La causa se halla dentro de Žl. No permita que Žl le pase este problema a usted como si fuera suyo. No pierda ni un momento considerando quŽ usted habr‡ hecho mal.

Un estudio de las relaciones b’blicas matrimoniales en Efesios 5 revela algunos puntos interesante. Lo siguiente describe a un marido piadoso:

- potenciar‡ a la persona,  no la disminuir‡

- motivar‡ a la mujer a desarrollar sus talentos y personalidad, no los disminuir‡

- La har‡ menos dependiente y no lo contrario. Cualquier sumisi—n ser‡ voluntaria , por lo tanto una contribuci—n valiosa para ambos en su relaci—n y mutuas metas

- Permitir‡ que ella tenga sus propias ideas, no la sacar‡ de quicio.

- la ayudar‡ a sobrellevar sus problemas personales y no la har‡ receptora de los problemas de Žl/

En resumen, no se trata de juzgar a nadie ni tomar partido, solo se dan lineamientos generales. En resumen, no estoy juzgando a nadie ni tomando partido, solo dando lineamientos generales.

A las mujeres que consideran el matrimonio, les recomendamos que observen ciertas se–ales de peligro en un hombre. No deben casarse si el hombre :

- es dado a celar de forma extrema e irracional

- es un controlador

- es dado a la ira

- tiene cualquier historia de adicciones

Para una mujer que se casa sabiendo que el hombre tiene alguno de estos problemas, existe un tŽrmino especial en Psicolog’a, que en griego se llama moronos, en lat’n insipiens, en francŽs fou y en espa–ol necia. Esperamos que no se ofenda por nuestro sarcasmo.

A aquellos que sean solteros, el ap—stol Pablo les dice, Dios nos ha llamado a la paz. Queda a su criterio el decidir si es a eso lo que lleva esta relaci—n.

Roger


Cap’tulo 14: ŔEs licito que un cristiano practique la yoga?

Querido Roger,

Conozco a algunos cristianos que practican yoga. ŔHacen bien?

Brianna

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Querida Brianna,

Probablemente no. 

Aunque no sŽ casi nada sobre el yoga, estoy enterado de que fue pensado originalmente como una tŽcnica para facilitar la Meditaci—n Trascendental (MT). Los occidentales lo usan como un ejercicio para aliviar el estrŽs y llegar a un estado mental de paz.

Una amiga que anteriormente practicaba MT explicaba que la idea es la de vaciar la mente con el fin de trascender la realidad presente y recibir las fuerzas m’sticas del universo. Al hacer esto, se corrige las fuerzas desniveladas por las luchas de la vida.

Ella recalcaba que durante las sesiones de MT algo suced’a, m‡s all‡ de vaciar la mente. Algo ingresaba a uno. Esa fue la parte que le alarmaba.

Antes de endosar la pr‡ctica de yoga por cristianos, habr’a que responder las siguientes preguntas:

á      ŔPor quŽ querr’a un cristiano involucrarse en una pr‡ctica central del Hinduismo, que es la religi—n m‡s id—latra y demon’aca conocida por la humanidad?

Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Se–or, Y no toquŽis lo inmundo;      Y yo os recibirŽ, 2Cor 6:17

á      ŔPor quŽ querr’a un cristiano vaciar su mente cuando la palabra de Dios nos instruye que la llenemos con pensamientos de Dios?

Tś guardar‡s en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Is. 26:3

La ense–anza de la palabra acerca del uso que debemos dar a nuestra mente es exactamente lo opuesto a la MT. En el cristianismo, logramos tener paz por medio de una actividad particular que es la oraci—n.

Por nada estŽis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oraci—n y ruego, con acci—n de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardar‡ vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesśs. Filip. 4:6-7

á      ŔPor quŽ querr’a un cristiano no pensar en nada, cuando la palabra de Dios nos da pensamientos espec’ficos que debemos tener en nuestra mente?

Por lo dem‡s, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Filip. 4:8 

á      ŔPor quŽ querr’a un cristiano practicar algo fundamentalmente contrario a la cosmovisi—n b’blica?

El misticismo divide la realidad en dos esferas separadas, como si fueran los dos pisos de un edificio. En el piso inferior se encuentra el mundo tangible de la materia, l—gica y los hechos. Mientras este nivel inferior es s—lido, no contiene espiritualidad ni significado o valor moral.

Si esta cosmovisi—n fuera correcta, lo m‡s obvio que uno deber’a hacer ser’a encontrar la forma de escaparse del piso bajo. O sea, evitar la l—gica, la realidad y la raz—n, es decir todo lo material. El yoga y la MT vienen a ser una tŽcnica para lograrlo.

A esta forma de ver la realidad se la denomina misticismo. Aunque algunos cristianos a travŽs de la historia han sostenido esta cosmovisi—n, Žsta es totalmente pagana y anti-b’blica.

En la Biblia, los dos campos se encuentran inseparablemente mezclados. No existe el piso alto. Esto lo ilustra la encarnaci—n de Jesśs. Sabemos que Žl es tanto Dios como hombre, al mismo tiempo. ŔD—nde deja de ser lo uno para que empiece lo otro?

Hay numerosas historias en el Antiguo Testamento donde vemos a Dios entremezclado con los asuntos humanos de tal forma que, si no hubiera la mezcla, no existir’an las historias.

Si un cristiano encuentra que la cosmovisi—n b’blica es inadecuada a sus necesidades, el problema est‡ en Žl o ella, no en las formas b’blicas de c—mo se logra la paz. Algo anda mal en su relaci—n con Dios el Padre.

ŔPor quŽ querr’a yo participar en una actividad de tan dudoso origen, cuando un buen trote y un descanso sirven igual de bien?

Personalmente, me agrada examinar el origen de las ideas y las pr‡cticas. Si veo que alguna pr‡ctica sale de un pozo negro, no siento la necesidad de descender al fondo para ver los detalles.

Una sugerencia para el cristiano que practica yoga:

Perm’tame que exprese con delicadeza para que no haya confusi—n: La raz—n por la que un cristiano pueda sentir la necesidad de practicar yoga o MT para relajarse y estar en paz, puede ser el pecado inconfesado. Si Žl o ella desean practicar una posici—n yoga, dejen que les sugiera una buena postura que supera cualquier cosa que ofrezca el yoga:

Uno: Coloque las rodillas firmemente en el suelo.
Dos: Junte las manos en su regazo.
Tres: Incline la cabeza hacia las rodillas.
Cuatro: Repita este mantra varias veces: ÁOh Se–or, muŽstrame d—nde he fallado!

No pasar‡ mucho tiempo antes de que alguna experiencia espiritual suceda, aunque tal vez no sea algo que le agrade. Es probable que el Esp’ritu Santo le indique algo en su conciencia que estaba suprimiendo, porque no quer’a encararlo.

Espero que esto ayude,

Roger


Cap’tulo 15: ŔC—mo puedo ayudar a mi amigo involucrado en el evangelio de la prosperidad?

Roger,

Solo quisiera decir ŇgraciasÓ por ser un instrumento de Dios al escribir el libro El Movimiento de la Prosperidad. Tenemos amigos en el movimiento y me gustar’a tener algunas pistas sobre c—mo ayudarlos cuando choquen con la realidad y salgan con su fe da–ada, como ya les ha sucedido a otros.

Judy

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Querida Judy,

Para ayudar a sus amigos, sostŽngase en la doctrina de Dios. Desp—jese de comentarios sobre sanaci—n, prosperidad o calidad de fe. A ellos les han ense–ado que les falta fe por estas cosas. No han sido preparados para escuchar que est‡n rompiendo el Primero y Segundo mandamiento, al servir a un dios inventado por la imaginaci—n de sus maestros. El dios de ellos no es soberano.

RecuŽrdeles que el primer mandamiento es, ŇNo tendr‡s dioses ajenos delante de m’Ó. Adorar a un concepto falso de Dios  no difiere en nada con hacerse una imagen y arrodillarse ante ella.

El nivel de agresividad con que expresemos este punto depende de cada persona y su  propio temperamento. A personas muy sensitivas les podemos decir: ŇNo tengo nada en contra de que los cristianos prosperen o se sanen. Mi preocupaci—n es que usted puede estar pecando al adorar a una presentaci—n distorsionada de Dios.  El dios de este movimiento no es el Se–or soberano de la BibliaÓ.

AfŽrrese a este punto. Ellos invariablemente regresar‡n al tema de la fe para sanidad y prosperidad. Aunque su concepto de fe no es m‡s b’blico que su dios, no ser‡ de ayuda en este punto el se–alar este problema.

Sirve de ayuda reconocer que la mayor’a de cristianos han visto provisi—n divina o han sido sanados, ellos mismos u otros. No tenga problema con esto. Exprese su temor de que en algśn momento  ser‡n castigados por Dios debido a que rinden culto a una forma seriamente distorsionada de El.

Una vez que el concepto de soberan’a penetra en su mente, el sistema  entero colapsa.

P—ngalo a prueba.

Roger

 


Cap’tulo 16: ŔQuiŽn es un hermano dŽbil en la fe?

El l’der de un estudio b’blico en Bolivia escribe:

En nuestro grupo de estudio, tuvimos una conversaci—n animada sobre lo que significa ser dŽbil en la fe, segśn Romanos 14, y sobre c—mo vivir con libertad en Cristo. ŔPodr’a ampliar esto?

Nicol‡s

Estimado Nicol‡s,

Con base en los tres ejemplos que nos da Pablo, un creyente dŽbil en la fe es el que aplica a s’ mismo ciertas normas Žticas no dictadas por Dios y asume que as’ se har‡ m‡s aceptable. El tŽrmino que define a tal persona es el de legalista.

Dado que los ejemplos de Pablo no son ambiguos, la discusi—n en su grupo debe haber tocado  otro punto, el cual me arriesgo a adivinar: En discusiones acerca de las libertades cristianas, noto que la palabra ofender sale a relucir muchas veces. ŔQuŽ significa ofender a un hermano m‡s dŽbil?

Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite. V.21

Las definiciones cuentan mucho. La palabra ofender normalmente significa Ňcausar disgusto a alguienÓ. Si esto fuera lo que Pablo indica en Romanos 14, nos llevar’a a evitar cualquier cosa que otro creyente encuentre objetable.

Afortunadamente para nuestra libertad en Cristo, no es Žse el significado en  griego original. La palabra usada para ofender es skadalizo y Žsta denota que se incita a otro a pecar. Esto es diametralmente diferente a provocar disgusto o repugnancia.

La palabra ofender como la usa Pablo, significa que debemos abstenernos de incitar a otro a violar su conciencia. Si un cristiano cree que hay pecado en el vino, no se lo ofrezca. Si alguno cree que la abstinencia de carne lo hace m‡s agradable a Dios, s’rvale vegetales. Si otro supone que ir al parque despuŽs de la iglesia a patear una pelota es violar el d’a del Se–or, no le invite a hacerlo.

Por otro lado, tampoco el otro debe imponer su criterio a otros acerca del vino o de jugar pelota el domingo.

Pablo explica su punto en los versos siguientes,

As’ que, ya no nos juzguemos m‡s los unos a los otros, V.13

      No sea, pues, vituperado vuestro bien; V16

Una vez, yo hice un truco con una moneda para divertir a unos ni–os. Una dama cristiana que lo vio, se enoj— y se ofendi—. Ella pensaba que era algo malo pues lo asociaba con la magia y me reprendi—. Mi defensa de que un truco con una moneda dif’cilmente podr’a tener conexi—n con el ocultismo, no la convenci—. As’ que,  le asegurŽ que nunca m‡s lo har’a en su presencia.

Pero esto no la satisfizo. Ella trat— de obligarme a decir que nunca m‡s lo har’a. All’ es donde yo puse l’mites. Su ofensa personal no le daba derecho de imponerme su criterio.

Si yo le hubiera presionado a que ella hiciera el truco, yo hubiera estado incit‡ndole a pecar, porque ella cre’a que era algo malo. Si yo ced’a a sus presiones, yo hubiera pecado al permitir que alguien superara a Cristo como el Se–or de mi conciencia.

Un incidente similar ocurri— en Guatemala, cuando mi esposa y yo estudi‡bamos espa–ol. Viv’amos en un complejo de misioneros con otros estudiantes. El director era un deportista consumado y me fui de cacer’a con Žl algunas veces.

Un d’a, en la mesa del comedor, mencionŽ lo bien que la hab’amos pasado el s‡bado anterior. Una de las estudiantes se ofendi—. De alguna manera, ella hab’a llegado a la creencia de que la cacer’a no era algo piadoso. No se sabe c—mo ella habr’a llegado a creer tal cosa, ya que ninguna ley de Dios proh’be la cacer’a.

El director sugiri— que evitara hablar sobre la cacer’a en la mesa. Esto era aceptable para m’. Sin embargo, lo que ella buscaba era que dej‡ramos de salir de cacer’a y punto. Aqu’ es donde puse l’mites. No ten’a derecho a imponernos eso.

Si hubiŽramos tratado de poner una escopeta en la mano de esa estudiante y convencerla de disparar a una pava, entonces hubiŽramos estado incit‡ndole a pecar,  al violar su dŽbil conciencia. Por otro lado, no iba a dejar que ella me quitara la escopeta. Esto es lo que Pablo sostiene al decir escandalizar, ofender.

Otro punto de confusi—n sobre las libertades cristianas gira alrededor de la pregunta, Ŕes posible que un cristiano sea fuerte en un aspecto y dŽbil en otro? ŔSi la conciencia es dŽbil en un ‡rea, hace eso al creyente dŽbil en toda ‡rea?

De vez en cuando,  escucho que los cristianos reciŽn convertidos son considerados dŽbiles. Esto puede no ser b’blicamente sano. No encuentro ninguna indicaci—n clara en la Palabra de que los ap—stoles hayan considerado dŽbiles a los creyentes nuevos. En realidad, los creyentes nuevos a menudo son m‡s dedicados que los anteriores. Entonces, no voy a poner un punto cronol—gico como referencia en la definici—n de dŽbil en la fe.

Ya con eso, puede quedar contestada su petici—n de ampliaci—n. De no ser as’, valdr’a la pena revisar los ejemplos que pone Pablo. De ellos, podemos inferir la definici—n de dŽbil en la fe.

Vegetarianos

Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es dŽbil, come legumbres. V.2

El vegetarianismo es el primer ejemplo que nos da Pablo. Hay vegetarianos por razones dietŽticas o de salud. Otros piensan que abstenerse de comer carne los hace moralmente superiores. Estos son los vegetarianos de conciencia. Pablo revela que est‡n equivocados y los llama dŽbiles.

Pablo aclar— a Timoteo que las restricciones de dieta del Antiguo Testamento no aplicaban m‡s. Somos libres de comer lo que queramos, dando gracias a Dios.

Porque todo lo que Dios cre— es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acci—n de gracias;  5 porque por la palabra de Dios y por la oraci—n es santificado. 1Tim.4:4-5

Sabatizas estrictos

Estos creen que es ciertamente incorrecto realizar cualquier actividad en el d’a de reposo. Algunos cristianos creen que Jesśs cambi— el d’a de reposo jud’o (Sabbat) del s‡bado al domingo. Ellos sienten que las reglas generales del d’a de reposo ordenado en el Antiguo Testamento y su observancia aplican a los cristianos hoy en d’a.

Otra rama mira al d’a de reposo como un principio piadoso de obtener descanso de nuestra propia justicia  en Cristo, no un d’a solamente, como algo opuesto a buscar justicia en la ley.

Los argumentos de estas posiciones son secundarios al tema que Pablo expone en Romanos 14. Mucho depende de la actitud de la persona.

Uno hace diferencia entre d’a y d’a; otro juzga iguales todos los d’as. Cada uno estŽ plenamente convencido en su propia mente. V.5

Bebidas alcoholicas

Algunos ven a las bebidas alcoh—licas como un pecado. Pablo aclara que esto es incorrecto.

Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite. V.21

Pablo da a entender que no es m‡s pecaminoso beber vino que comer un bistec. Aquellos que sienten que estar’an pecando al tomar cualquier cantidad de vino con su comida, se identifican como hermanos dŽbiles.

Pablo finaliza su discurso con la advertencia de no hacer gala de nuestra libertad ante otros. Manteng‡mosla sin sacar a relucirla.  

ŔTienes tś fe? Tenla para contigo delante de Dios. V.22

Vivir nuestra libertad

La primera forma de vivir nuestra libertad en Cristo es bajo un enfoque correcto. Si lo que se busca es vivir en justicia, paz y gozo,  estaremos menos preocupados sobre la comida, bebida o d’a de reposo.

Éporque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Esp’ritu Santo. V.17

En un grupo de estudio b’blico cristiano, justo antes de que empezara la reuni—n, dos hombres comentaban sobre su vino favorito. Lo hac’an sin pensar en los dem‡s del grupo. Afortunadamente, ningśn hermano dŽbil los escuch—.

Estos dos caballeros ostentaban su libertad imprudentemente. Aunque es leg’timo disfrutar de nuestra libertad, no lo es si arriesgamos el bienestar de un hermano dŽbil en la fe.

Por lo tanto, una  segunda gu’a  es no ostentar esta libertad.

ŔTienes tś fe? Tenla para contigo delante de Dios. V.22

Reflexionen sobre preguntas Žticas. Algunos cristianos son mentalmente perezosos y adoptan cualquier norma que le dicte su cultura evangŽlica , en cosas menores. Cualquiera sea la pregunta que enfrentemos sobre asuntos de conciencia, la respuesta siempre es una de las siguientes: Sea algo correcto o incorrecto, si nos hallamos en un ‡rea gris, inseguros de d—nde pisamos, ah’ es cuando estamos en peligro de pecar. Pablo dijo en el verso 23

La tercera gu’a para la libertad en temas menores es, piense y reflexione.

Aun cuando evitamos herir la conciencia de creyentes dŽbiles, tampoco les damos el derecho a ellos de imponernos sus reglas a nosotros. V.22

Una cuarta gu’a para ejercer nuestra libertad de conciencia es no permitir que otros fuercen sus normas no b’blicas a nosotros.  V.16

Existe tensi—n entre dos principios: Evitar herir la dŽbil conciencia de otros versus rehusar que algśn hermano dŽbil en su fe trate de imponernos su criterio personal. Tan solo eso es una buena raz—n de mantener reservados los temas de conciencia l.

Conclusion

Si una persona come carne, toma vino o juega con sus hijos el domingo, pensar que es pecado, se hace pecado para Žl mismo. En temas menores que no son mandatos de Dios, nuestra conciencia personal es la que rige.

Dios nos ordena no incitar a otros a pecar tent‡ndoles a hacer algo que nosotros aprobamos, pero contrario a la conciencia de ellos. Pero tampoco permitiremos que otros nos roben nuestra libertad.

Los creyentes que comprenden esto son los m‡s fuertes.

A los que disfrutaron de este ensayo, tambiŽn les gustar‡
nuestro libro
Avivamiento Personal.

 


Cap’tulo 17: ŔEs l’cito el ecumenismo?

Roger,

En un seminario de  preparaci—n para el ministerio, el presentador declar— que se debe asociar con cualquier movimiento cristiano donde se presume que existe un movimiento de poder del Esp’ritu Santo. Incluy— al Catolicismo entre los grupos que dio como ejemplo.

Yo me incomodŽ, ya que otros han dicho que el ecumenismo cat—lico-protestante es un error. ŔQuŽ opina usted?

-JosŽ

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Querido JosŽ,

El presentador se atuvo a la siguiente premisa: Una profesi—n verbal sincera de fe en Jesucristo es suficiente para la unidad y asociaci—n cristiana.

Eso suena benevolente. Pero es tambiŽn totalmente err—neo.

El ecumenista asume que una condici—n necesaria es tambiŽn suficiente. Eso es igual que decir que el motor es necesario para mover un veh’culo sin considerar que faltan las ruedas. Ambas condiciones son esenciales. Ninguna por s’ sola es suficiente.

El Nuevo Testamento requiere dos condiciones para la confraternidad y cooperaci—n en la labor cristiana. La premisa del presentador es correcta hasta donde alcanza. Tener asociaci—n y confraternidad con aquellos que no han profesado fe en Cristo es imposible por definici—n.

El evangelio

Una persona debe profesar el evangelio b’blico. Existe un mensaje de salvaci—n de acuerdo con G‡l.1:5-6, un evangelio diferenteÉ.no hay otro.

A travŽs de todo el libro de G‡latas, Pablo clarifica que la justificaci—n por fe solamente en Cristo ES el evangelio. Cualquier variaci—n es anti-evangelio o no es un evangelio del todo. Aquellos que sostienen cualquier otro evangelio son anatema, malditos por Dios.

Pablo es normalmente conciliador y benevolente. Pero aqu’ parece totalmente harto. ŔPor quŽ?

Pablo tuvo que confrontar a cierta gente que insist’a que los gentiles conversos siguieran la Ley de MoisŽs y cre’an que la circuncisi—n era una condici—n para ser salvos. Ellos son los llamados judaizantes. Se aten’an a la f—rmula: La fe m‡s las obras resultan en la salvaci—n.

La pregunta clave es, Ŕprofesaban a Cristo los judaizantes? ÁS’! Hasta ten’an suficiente influencia en la asamblea general de JerusalŽn como para iniciar una disputa sobre la cuesti—n de la circuncisi—n.

Sin embargo, Pablo no toleraba a tales personas.

Éa los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros.. Gal.2:5

 

Por s’ solo, esto destroza la suposici—n ecumenista de que la profesi—n de fe en Cristo es suficiente para establecer unidad. Una profesi—n del evangelio b’blico es la siguiente condici—n necesaria para establecerla.

Estilo de vida

M‡s bien os escrib’ que no os juntŽis con ninguno que, llam‡ndose hermano, fuere fornicario, o avaro, o id—latra, o maldiciente, o borracho, o ladr—n; con el tal ni aun com‡is. 1Cor.5:11

Una vida libre de pecados escandalosos que degradar’an el nombre de Cristo, es la segunda condici—n necesaria para la confraternidad y unidad.

Ambas condiciones son necesarias. Ninguna por s’ sola es suficiente. Si alguna de ellas falta en una iglesia, organizaci—n o persona, entonces le incumbe al creyente no asociarse all’.

El catolicismo y el evangelio

ŔC—mo aplica esto al Catolicismo? La Iglesia Cat—lica Romana sostiene la misma f—rmula que los judaizantes: La fe m‡s las obras resultan en la salvaci—n. El catolicismo simplemente a–ade un diferente grupo de obras, diferentes a las de los judaizantes.

En el Concilio Contrarreforma de 1545, Roma declar— que quienquiera que ense–e que la justificaci—n es por sola fe y no por obras, sea anatema.

No existe una diferencia fundamental entre Roma y el tipo de evangelio que ense–aban los judaizantes. Ambos son anatema.

La mentalidad ecumŽnica

El ecumenista pone a la unidad como el valor supremo. En la palabra de Dios, se urge que haya unidad pero no a costo de la verdad. Tampoco su valor es m‡s alto que los tres criterios ya mencionados.

En la mente del ecumenista, la divisi—n entre cristianos es un mal impensable. Tiene raz—n. Pero lo que le falta considerar es que un evangelio falso es infinitamente peor.

Los ecumenistas mencionan frecuentemente las virtudes de amor y tolerancia entre creyentes como justificaci—n para su alta estima de la unidad. En el proceso, tienden a olvidar que su deber de proteger a las ovejas de Dios de los lobos es de valor infinitamente superior al de la unidad. 

Nunca Pablo nos exhort— a ser vengativos, ni siquiera con profesantes de evangelios falsos. Aunque debemos exhorta con toda paciencia y doctrina,[ii] no se nos permite considerarlos hermanos en la fe, ni buscar unidad espiritual con ellos hasta que se arrepientan.

El profesor que usted menciona en su pregunta, estaba errado.

Roger

 


Cap’tulo 18: ŔC—mo puede un cristiano combatir la apostas’a?

Un creyente en Colombia pregunt—, ŔC—mo puede un cristiano combatir la apostas’a? ŔPuede un cristiano genuino apostatar?

Querido JosŽ,

ŔC—mo combatimos la apostas’a? Mi respuesta puede parecer extra–a, pero me parece que es b’blica: ÁNo la combatan!

La apostas’a, tal como yo la veo, implica el abandono de la fe cristiana.

Esta definici—n no incluye a los cristianos que se aferran a doctrinas seriamente falsas. El tŽrmino preferido para eso es herej’a. Mientras que la apostas’a puede incluir la herej’a, no toda la herej’a es apostas’a.

En lugar de combatir con aquellos que han dejado el cristianismo, es mejor ministrar a los fieles, ense–‡ndoles c—mo llevar a otros a Cristo.

Por ejemplo, nuestros seminarios ense–an a refutar los argumentos de los liberales teol—gicos. No conozco a ningśn liberal teol—gico que se haya convencido y convertido con tales argumentos. Eso es como discutir con el diablo. Es una pŽrdida de tiempo.

Por lo tanto, Dios les env’a un fuerte enga–o, para que crean lo que es falso, 12 para que sean condenados todos los que no creyeron en la verdad, pero se complacieron en la injusticia.
2 Tesalonicenses 2:11,12

Estos versos muestran c—mo Dios puede entregar a una persona a la apostas’a porque le falta el amor por la verdad. Puede que sea la voluntad de Dios dejar a esas personas en sus manos.

Cuando los supuestos "disc’pulos" le dieron la espalda a Cristo por algunas situaciones dif’ciles, no los persigui— para restaurarlos.

Cuando me encuentro con un individuo verdaderamente ap—stata, que anteriormente profesaba la fe cristiana pero que la abandon—, mi procedimiento es hacer un intento de persuadirlo y advertirle del juicio inminente. Con estos, as’ como con los herejes flagrantes, el ap—stol nos advierte que no mostremos paciencia.

En cuanto a una persona que provoca divisi—n, [o herej’a] despuŽs de advertirle una y otra vez, no tiene nada m‡s que ver con Žl, Tito 3:10

ŔPuede un cristiano genuino, nacido de nuevo, caer en la apostas’a?

No. Jesśs lo preservar‡ de eso.

Nadie nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en Žl, y no puede seguir pecando porque ha nacido de Dios. 1 Juan 3:9

 

Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no sigue pecando, pero el que naci— de Dios lo protege, y el malvado no lo toca. 1 Juan 5:18  

Un tema central de 1 Juan es c—mo distinguir entre los verdaderos cristianos y aquellos que simplemente coinciden con una visi—n cristiana del mundo como una forma de vida sana. Juan nos da una pista,

Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubieran sido de nosotros, habr’an continuado con nosotros. Pero salieron, para que quedara claro que no todos son de nosotros. 1 Juan 2:19

Sin embargo, la Confesi—n de Westminster dice que un cristiano genuino puede caer en un pecado grave, pero eso ser‡ temporal porque Dios lo restaurar‡.

Esto complica la cuesti—n. Si la apostas’a o el pecado grave en la vida de un creyente fuera un asunto sencillo, Primera de Juan no existir’a. El mismo ap—stol insinśa que puede ser dif’cil discernir la diferencia entre un cristiano temporalmente en estado de pecado, versus aquellos que nunca se convirtieron en primer lugar. Pablo recomienda,

Y el siervo del Se–or no debe ser pendenciero sino amable con todos, capaz de ense–ar, soportando pacientemente el mal, corrigiendo a sus oponentes con dulzura. Tal vez Dios les conceda un arrepentimiento que les lleve al conocimiento de la verdad, 26 y puedan entrar en raz—n y escapar de la trampa del diablo, despuŽs de haber sido capturados por Žl para hacer su voluntad. 2 Timoteo 2:24-26

Los temas son complejos, pero Dios le dar‡ discernimiento en el contexto de su ministerio.

Bendiciones,

Roger

 

 

 

Otros ensayos y libros por los Smalling, se pueden ver en www.smallings.com/spanish/spanindex.html

 

 

 

 

 

 



[i] Confesi—n de Fe de Westminster, Cap.1, Art.VI

 

[ii] 2Tim.4:2