Creaci—n, Conciencia y Cristo
Las 3 ÒCÓ de la apologŽtica b’blica

 

por

Roger Smalling, D.Min

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© Abril, 2018 por Roger Smalling. Miami, Florida

 

 


Indice

Prefacio

Sobre el autor

Parte 1: Las 3 ÒCÓ

1. ÀPor quŽ las 3 ÒCÓ?

2. ÀTe sientes competente?

Parte 2: Psicolog’a de la incredulidad

3. Todos los no creyentes creen en Dios sea que lo reconozcan o no

4. La l—gica versus la l—gica

5. ÀEs la verdad relativa segœn el individuo?

Parte 3: Creaci—n

6. ÀC—mo la palabra eterno revela la existencia de Dios?

 7. ÀC—mo la palabra poder revela la existencia de Dios? s

 8. ÀC—mo la creaci—n demuestra la naturaleza divina?

 9. Vana sabidur’a d

10. Intercambiando la gloria

11. Lidiando con idolatr’a

12. Por quŽ el ate’smo es indefendible

Parte 4: Conciencia

13. ÀC—mo la conciencia muestra la existencia de Dios?

14. Hecho y fe

15. Injusticia en el mundo, parte uno

16. Injusticia en el mundo, parte dos

Parte 5: Cristo

17. Jesœs es Dios y esta es la prueba, parte uno

18. Jesœs es Dios y esta es la prueba, parte dos

Parte 6: Herramientas œtiles

19. La efectividad de la Escritura

20. Peque–a armadura, apologŽtica para ni–os

21. Programa de evangelismo: El camino del maestro

De este libro aprendemosÉ

ÁTu puedes!

Bibliograf’a

Notas finales


Prefacio   

La ApologŽtica es la defensa racional de la fe cristiana.[1] Tiene dos prop—sitos:

á      Confirmar a los cristianos la credibilidad de su fe.

á      Exponer a los no creyentes a su supresi—n de la verdad para prepararlos para escuchar el evangelio.

ÀPor d—nde empezamos?

El t’tulo ApologŽtica B’blica significa que he decidido limitar este libro a los argumentos que usa la Biblia. TambiŽn he decidido limitarlo a una audiencia en particular: cristianos laicos, que apreciaran estas herramientas b‡sicas para lidiar con sus pares no-creyentes, sin las complejas elaboraciones filos—ficas. Este libro no est‡ dise–ado como un recurso evangel’stico para incrŽdulos.

Romanos cap’tulos uno y dos, forman la base de este libro con aportes de otros textos. Este enfoque es mejor en relaci—n a las necesidades de los miembros de la iglesia que conozco y con mi propio llamado como misionero y maestro de la Biblia en AmŽrica Latina.

ÀEstoy sugiriendo que est‡ mal hacer uso de argumentos filos—ficos que no se encuentren en la Biblia? De ninguna manera. ÁEres libre de usar todo lo que funcione para ti!

Mucho ha sucedido desde que el canon de la Escritura se cerr—. Movimientos falso cristianos, descubrimientos cient’ficos y razonamientos filos—ficos han inundado la humanidad. Todo esto debe abordarse. Sin embargo, existen otros libros escritos para todo ello.

ÀLa apologŽtica dirige a las personas a Cristo?

Imagina una rampa que lleva hacia la carretera. Observas un peque–o ‡rbol ca’do al frente de dicha rampa que te impide continuar con tu viaje. Retiras el ‡rbol y luego continuas con tu viaje hacia la carretera.[2]

El rol de la apologŽtica es como quitar el obst‡culo. El ‡rbol representa los argumentos intelectuales en contra de la existencia de Dios, la autoridad de Cristo o la validez de la Biblia. La carretera simboliza el evangelio, que como el ap—stol Pablo lo puso, es el arrepentimiento hacia Dios y la fe en nuestro Se–or Jesucristo.[3] Lo que deseas es eliminar los escombros fuera del camino tan pronto como sea posible para poder recuperar el acceso para escuchar el evangelio.

Detenerse mucho tiempo en argumentos intelectuales ser’a como discutir la historia de los ‡rboles antes de quitarlos. Probablemente nunca llegaras a la carretera, que es precisamente la raz—n por la cual el no creyente puso el ‡rbol en primer lugar.

As’ que la respuesta a la pregunta anteriormente citada es no, la apologŽtica no conduce a las personas a Cristo. Sirve para quitar las barreras para hacer posible que los incrŽdulos escuchen el evangelio y lo consideren posible.

El evangelio en s’ mismo, es el poder de Dios para salvaci—n, y ninguna otra cosa lo es. (Romanos 1:16).

Mis propias limitaciones

La doctrina de la salvaci—n es mi especialidad como misionero dentro del contexto latinoamericano. Aun as’, la apologŽtica, hasta cierto nivel, es una obligaci—n dentro de cualquier ministerio por la naturaleza de su vocaci—n.

He encontrado una herramienta muy œtil. Perm’teme compartirla contigo. 


Sobre el autor   

El Dr. Roger Smalling y su esposa Diana son misioneros para LatinoamŽrica con la Iglesia Presbiteriana en AmŽrica, una rama teol—gica conservadora del movimiento Reformado. Roger es tambiŽn profesor del Seminario Internacional de Miami MINTS), el cual comparte su visi—n por la reforma en LatinoamŽrica.

Los Smallings viajan extensivamente por LatinoamŽrica, realizando seminarios en iglesias de varias denominaciones.

Gu’as de estudio gratuitas, ensayos y libros de los Smallings est‡n disponibles en espa–ol y en inglŽs en  www.smallings.com

 

 

 

 


Parte 1: Las 3 ÒCÓ

 

 


 

Cap’tulo 1: ÀPor quŽ las 3 ÒCÓ? 

He limitado la apologŽtica de este libro a las 3 ÒCÓ: Creaci—n, Conciencia y Cristo. Si hay una creaci—n, tiene que haber un Creador. Si tenemos conciencia de una ley moral universal, tiene que existir un dador de esa ley. La persona y vida de Cristo es inexplicable sin la noci—n de deidad.

Imagina un pastel de tres capas. La capa de abajo est‡ etiquetada como creaci—n. Esta es la fundaci—n para las otras dos. Colocamos la conciencia en segundo lugar porque la conciencia de una persona es parte de la creaci—n.

La capa de arriba es Cristo. As’ como lo puso el ap—stol Pedro: y mediante el cual creŽis en Dios (1Pedro 1:21). Pedro quiere decir que Cristo es la cumbre de las evidencias por su vida, muerte y resurrecci—n; no quiere decir que Žl sea la œnica prueba.

Cada capa tiene sus propias evidencias. Vamos a examinar los principales aspectos de cada una de ellas, aquellas evidencias presentadas con el mayor potencial para confirmar la fe del creyente y permitirle usarlas f‡cilmente con la gente comœn tienen prioridad.

Las 3 ÒCÓ resumen el tipo de apologŽtica que la Biblia ense–a en s’ misma, pero sin necesidad de restringirla solamente a ellas. Son œtiles para la mayor’a de los escenarios y ayudan a confirmar la fe del creyente y presentar defensa de la esperanza que hay en nosotros. 1Pedro 3:15

He aqu’ como ayudan las 3 ÒCÓ.

Se encuentran en un solo lugar

Es conveniente que los cap’tulos uno y dos de Romanos lo contengan.

Las evidencias afirman al creyente

Cada ma–ana, me despierto y me doy cuenta de que la creaci—n est‡ aœn testificando la existencia del Creador; mi conciencia confirma la existencia de un dador de la ley y Cristo sigue siendo el mismo. ÁEsto es profundamente reconfortante! Para que Satan‡s inserte dudas, deber‡ hacerlo en algœn lugar en medio de estas tres evidencias y la carga est‡ sobre sus hombros porque deber‡ descifrar como hacerlo.

Estas pruebas nunca cambian. Esto le da una base objetiva a mi fe.

F‡cil de recordar

Incluso los ni–os pueden aprender las 3 ÒCÓ. En mi opini—n, los padres deber’an ense–‡rselas a sus hijos, no solo porque son b’blicas, sino porque se arraigar‡n en ellos de una manera que Dios pueda usar m‡s adelante.

Coraje al testificar

            Por su simplicidad

Cuando un incrŽdulo me pregunta por quŽ creo en Dios, yo le respondo: ÒSi hay una creaci—n, entonces hay un Creador. Si tenemos una conciencia que define las leyes morales universales, entonces un dador de esa ley moral universal tambiŽn existe. Cristo habla por s’ mismo.Ó

Las 3 ÒCÓ se encuentran en un lugar en la Biblia, Romanos cap’tulos uno y dos, aunque no en ese orden. Esto facilita la introducci—n de no creyentes a la apologŽtica en escenarios como la Escuela Dominical. Estos cap’tulos pueden servir como trampol’n para otros textos de la Escritura.

            Para eliminar la suposici—n de que Òno tenemos evidenciasÓ

Hoy en d’a, la sociedad pagana relativista ense–a que las ideas religiosas y filos—ficas existen œnicamente dentro de un ‡mbito personal y sin pruebas. Esta noci—n esta tan bien cimentada en las mentes de los no creyentes que para ellos parece inconcebible que podamos probar cualquier cosa de lo que creemos.

Innumerables veces hemos tenido personas diciendo: Òno pueden probarloÉetc.Ó. En una conversaci—n con un joven que me dijo eso, yo le respond’: ÒÀC—mo lo sabes? ÀC—mo tienes acceso a todo el conocimiento que hay en mi cabeza para decir eso?Ó Luego le dije: ÒAc‡ est‡ la pruebaÉÓ

Estuvo atento, pero poco convencido. Le dije, ÒEres libre de pensar que la prueba es inadecuada. Sin embargo, desde un punto de vista racional, ya no puedes decir que las pruebas no existenÓ. El acept— ese punto y tuvimos una conversaci—n muy amigable acerca del evangelio. Y aunque no acept— al Se–or, prometi— considerar el asunto.

En la universidad, a la edad de 19 a–os, me sent’a muy atrofiado en mi testimonio por Cristo porque me faltaban las evidencias necesarias para demostrar lo que cre’a. Asum’a que, si el liderazgo de mi iglesia hubiese tenido pruebas sustanciales acerca de la fe cristiana, ya la habr’an compartido conmigo. Al mirar atr‡s, me doy cuenta de que los l’deres ten’an perspectivas muy dŽbiles acerca de l—gica, verdad y evidencia.

       Para abrir m‡s oportunidades de usar la Escritura

Podemos parafrasear textos b’blicos sin que el no creyente se dŽ cuenta de que lo estamos haciendo. Esto le da la oportunidad a la palabra de Dios de tener efecto. Ejemplo: ÒLa existencia y los atributos de Dios, tales como su eterno poder y deidad son claramente visibles mediante las cosas que han sido creadas.Ó No necesitamos mencionar que estamos parafraseando Romanos 1:20.

O tambiŽn podemos decir, ÒMira, todos tenemos una ley moral escrita en nuestra conciencia que nos acusa o nos excusa todos los d’as. No tenemos motivos para rechazar la noci—n de un dador de la ley moral.Ó Nuevamente, no necesitamos decir que estamos parafraseando Romanos 2:14,15. [4]

En la mayor’a de las oportunidades para testificar, estos ejemplos son suficientes para el momento. DespuŽs de todo, son las verdades de la Escritura lo que Dios utiliza para regenerar, y no as’ argumentos complejos, de acuerdo a Santiago 1:18,

ƒl, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.

Revelaci—n general versus revelaci—n especial

Las primeras dos, creaci—n y conciencia, entran bajo la categor’a de revelaci—n general,  ya que toda la humanidad en general, tienen acceso a ambas. Dentro de este contexto, cada persona sobre la tierra rendir‡ cuentas delante de Dios, tal y como veremos en Romanos uno y dos.

La œltima revelaci—n, Cristo, es llamada la revelaci—n especial porque es dada solamente a algunos, los elegidos.

ÀFuncionan las 3 ÒCÓ?

Si con el tŽrmino funcionan queremos decir que estas evidencias persuaden a las personas para convertirse en cristianos, entonces la respuesta es no. ònicamente la gracia funciona - esa especial atracci—n por Dios el Padre sin la cual nadie puede venir a Cristo (Juan 6:44). Estas pruebas sirven œnicamente para quitar las objeciones y proveer una posible plataforma para que el evangelio sea escuchado, porque œnicamente el evangelio es el poder de Dios para salvaci—nÉ Romanos 1:16

Para hacer esto mejor, debemos entender claramente lo que la Biblia se–ala como el m‡s grande obst‡culo en el coraz—n del no creyente. Lo descubriremos en el siguiente cap’tulo.

 

 

De este cap’tulo aprendemosÉ        

á      La apologŽtica B’blica puede ser resumida como creaci—n, conciencia y Cristo, basados en Romanos uno y dos.

á      El creyente se beneficia de estos puntos porque reafirman de su fe, son f‡ciles de recordar y producen mayor coraje al testificar.

á      La revelaci—n general se refiere a creaci—n y conciencia, las cuales todos conocen. La revelaci—n especial se refiere a Cristo y el evangelio, revelados solo a algunos.

á       Es œnicamente la gracia de Dios a travŽs del evangelio de Cristo la que puede persuadir a la gente. Las evidencias sirven œnicamente para conseguir una oportunidad para presentar el evangelio.


Cap’tulo 2: ÀTe sientes competente?  

No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto É
2Corintios 3:5,6

ÀTe sientes competente como para abordar las preguntas de los no creyentes? No te preocupes al respecto. El Ap—stol Pablo no se sent’a competente en s’ mismo y tampoco nosotros debemos hacerlo. A pesar de su vasto conocimiento, que incluso sus detractores reconoc’an, Pablo sab’a que todo ello estaba vac’o sin la unci—n especial de Dios.

ÀCu‡ntas veces has recordado una alguna oportunidad que tuviste para evangelizar y ha sentido lo siguiente? — Tal vez hubieran sido persuadidos si lo hubiera dicho de otra forma o usado un mejor argumento. ÀYo fallŽ? 

Ese sentimiento de incompetencia es perfectamente normal porque la verdad es que realmente somos incompetentes en nosotros mismos. TambiŽn es verdad que esto es irrelevante.

Es Dios quien abre los corazones, as’ como con Lidia en Hechos 16:14, El Se–or abri— su coraz—n para poder responder al mensaje de Pablo. Jesœs tambiŽn fue muy claro cuando dijo que nadie pod’a venir a Žl a menos que el Padre lo traiga (Juan 6:44).

No son nuestros argumentos persuasivos lo que traen a las personas a Cristo, aunque Dios podr’a utilizarlos. Es la obra del Esp’ritu Santo, sobre el cual no tenemos ningœn tipo de control. 

Dios podr’a usar una frase que nosotros consideramos irrelevante para abrir un coraz—n. Por lo tanto, no podemos tomar crŽdito por los buenos resultados ni tampoco culparnos por la falta de ellos.

 


Parte 2: La psicolog’a del incrŽdulo  

Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifest—. Romanos 1:18,19 [5]

 


Cap’tulo 3: Lo que dice la Biblia acerca de los incrŽdulos

Todos los incrŽdulos creen en Dios, lo sepan o no.

ÀSuena eso peculiar?, lo copiŽ del Ap—stol Pablo. Demos un vistazo a Romanos 1:16-24.

Pablo menciona que el evangelio es poder de Dios para salvaci—n a todo aquŽl que cree (Verso 16) pero no dice salvaci—n de quŽ. Luego de explicar que la justificaci—n se obtiene por fe, Žl describe a continuaci—n de quŽ es precisamente de lo que nos salva el evangelio.

Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que por su injusticia detienen la verdad. Romanos 1:18

ÁEs impactante para algunos creyentes escuchar esto, pero de lo que nos salva el evangelio es en realidad del mismo Dios! No es de la pobreza, no es de la enfermedad, aunque eso podr’a pasar. Pero en realidad de lo que necesitamos ser salvados es de la ira de Dios.

ÀQuŽ es lo que enoja tanto a Dios segœn este texto? Para empezar, la impiedad y la injusticia son motivos suficientes. Aunque hay una injusticia en particular que es mencionada al final del vers’culo: La supresi—n de la verdad.

La impiedad en s’ misma es una causa justificable para la ira de Dios. El suprimir la verdad que podr’a liberar al hombre es una raz—n que convierte el enojo en ira.

Una vez que entendemos esto, todo el fundamento de la apologŽtica cristiana entra en perspectiva y cobra sentido. Todos los incrŽdulos, sin excepci—n, caen en el juego de suprimir la verdad claramente revelada. Hacen esto porque prefieren la impiedad de sus vidas y un pecado central en particular — el pecado de la autonom’a. No podemos despertar a alguien que finge estar dormido.

Este fue el pecado de Ad‡n, su declaraci—n de un auto gobierno, separado de Dios —la actitud de que ser obediente a su Creador, incluso por su propio bien y para salvar su propia vida, era inaceptable. De all’ provienen todas las otras formas de pecado.

Esta autonom’a pecaminosa engendra las filosof’as y las religiones id—latras del ser humano. Ninguna de estas est‡ dise–ada para conducir hacia la verdad o hacia Dios, sino para evadir ambas. La verdad, como cualquier otra cosa, se distorsiona cuando se suprime. Cuando una persona suprime la verdad por mucho tiempo, puede llegar a convencerse a s’ mismo de que dicha verdad nunca existi—.

ÁOh, la maravillosa gracia de Dios! Nosotros tambiŽn nos encontr‡bamos ah’ antes de que Cristo nos rescatara. Nunca debemos olvidar eso. Eventualmente, Pablo llegar‡ a Romanos cap’tulo cinco, donde habla del amor de Dios; sin embargo, debe tomarse su tiempo para asegurarse de que hemos entendido claramente la profundidad de sus palabras, mientras aœn Žramos pecadores, Cristo muri— por los imp’os.

En nuestros d’as, se ha vuelto muy popular entre los cristianos hablar del quebrantamiento de las personas y de c—mo el evangelio puede sanar ese quebrantamiento. Ese enfoque es perfectamente v‡lido en muchas situaciones, especialmente cuando las personas son abusadas por los pecados de otros. Esto puede ser bastante atractivo para atraer a algunas personas a Cristo. DespuŽs de todo, era la compasi—n de Cristo, en su ministerio de sanidad y consejer’a, la que atrajo a muchos hacia Žl.

Debemos tener en cuenta, sin embargo, que la ra’z del problema del hombre es la rebeli—n en contra de la autoridad de Dios. El quebrantamiento es una consecuencia. A menos que lidiemos con la pecaminosa autonom’a, la sanidad del quebrantamiento ser‡ como poner un curita sobre un c‡ncer.

Tu y yo Žramos antes imp’os supresores de la verdad; cada minuto de cada d’a, al ver aves, ‡rboles, el cielo y espejos en nuestra cara, Žramos maestros en el arte de la indiferencia a la verdad, la forma m‡s insidiosa de supresi—n.

Esta es la raz—n por la que cada apologista que he escuchado, deja en claro que siempre debemos recordar la palabra compasi—n. Cuando lidiamos con personas, debemos preocuparnos por ellos como individuos, y no solamente de tratar de probar nuestro punto de vista.  Podemos expresarles esto en la medida que parezca apropiado. 

Recuerdo al Dr. Francis Schaeffer mencionando esto en LÕAbri[6] durante una de mis visitas. ƒl dijo que debemos hacerles saber a las personas que estamos preocupados por ellos como personas, incluso cuando parece que no est‡n escuchando. Los escogidos escuchar‡n. Ganar personas y no argumentos, es el objetivo. 

ÀEs la autonom’a tan mala?

Depende de la forma de autonom’a; existe una buena y una mala.

En un anuncio de reclutamiento de la Marina de los EEUU, la frase que se repet’a era: ÒSe todo lo que puedas serÓ.

ÁBuen punto! Me gust—, aunque me las arreglŽ para controlarme y no enlistarme. La dificultad de convertirse en Òtodo lo que puedas serÓ como soldado, es que el reclutado debe someterse a la autoridad. Tal sumisi—n puede volverse un tanto fastidiosa. 

En palabras simples, si un muchacho trata de ser un soldado sin someterse al programa de entrenamiento, se encuentra en serios problemas. Est‡ auto enga–ado y ciertamente no es muy patriota.

Una vez que el reclutado se gradœa del entrenamiento en el ejŽrcito, se encuentra capacitado para convertirse en lo mejor que pueda ser. No solo eso, sino tambiŽn mejor que aquellos que no se enlistaron; m‡s fuerte, m‡s sano, con m‡s capacitaci—n y equipados de forma que no est‡n a la disposici—n del hombre comœn. Ir—nicamente, Žl es ahora capaz de un nivel de autosuficiencia mucho m‡s grande que antes. Tiene un tipo de autonom’a superior a la de los dem‡s. 

Esa es la paradoja de la disciplina y las reglas que encarnan a la disciplina propiamente dicha: conduce a un buen tipo de autonom’a con la m‡s profunda satisfacci—n y realizaci—n.

La autonom’a negativa es aquella que Ad‡n eligi— en el jard’n del EdŽn. ƒl quer’a las comodidades del jard’n, pero separados de la autoridad y disciplina de Dios. As’ que perdi— ambas, a Dios y al jard’n. TambiŽn perdi— algo m‡s; la oportunidad de ser lo mejor que pod’a llegar a serÉun compa–ero del Dios Todopoderoso en el gobierno y cuidado de la creaci—n. Un glorioso futuro fue desechado.

Cuando hablo con no creyentes, me gusta usar frases tales como, una forma mala de independencia. La palabra autonom’a es un poco austera. Algunas veces, simplemente la palabra orgullo comunicar‡ muy bien el concepto.

Esto ayuda a tener en mente que el problema con el incrŽdulo no es la ignorancia, filosof’a o religi—n. Es un deseo fundamental de ser independiente de cualquier autoridad, leg’tima o ileg’tima.

Los no creyentes imaginan que estamos tratando de atarlos a reglas religiosas y de robarles su independencia. De hecho, lo que estamos tratando de hacer es de liberarlos para ser en Cristo todo aquello que Dios desea que ellos sean.

A continuaci—n, veremos el tipo de l—gica que Pablo utiliza para probar la existencia de Dios.

De este cap’tulo aprendemosÉ

á      El prop—sito del evangelio es el de rescatar a las personas de la ira de Dios. Cualquier otra cosa es secundaria.

á      Todos los no creyentes suprimen la evidencia de la existencia y los atributos de Dios para mantener una autonom’a pecaminosa.

á      Nuestra motivaci—n en la apologŽtica siempre deber’a ser la compasi—n, no el ganar argumentos. Necesitamos pedirle eso al Se–or.

á      El deseo de un mal tipo de independencia es la ra’z de la condenaci—n del hombre.

 


 

Cap’tulo 4: L—gica versus l—gica

Éatributos invisibles É han sido claramente percibidosÉ Romanos 1:20

Antes de proceder con las evidencias de Pablo, necesitamos echar un vistazo al tipo de l—gica que Žl utiliz— para ver por quŽ es v‡lida.

Cuando Pablo us— la frase atributos invisibles, Žl estaba reconociendo que Dios es invisible, pero que, sin embargo, tiene atributos que podemos entender a base de evidencias adecuadas. Dios no puede ser observado directamente, pero su existencia puede ser inferida indirectamente.

Esta aproximaci—n a la evidencia se denomina l—gica inferencial. Y entender esto nos ayuda porque a veces las personas preguntan: ÀPor quŽ no podemos ver a Dios?

Dicha pregunta no nos preocupa cuando viene de un ni–o. Porque a los ni–os podemos contestarles algo como: ÒDios es como el viento. Est‡ ah’ pero no podemos verlo.Ó

Un adulto que hace esta pregunta probablemente est‡ tratando de evadir la verdad. La manera en que yo respondo depende del tono y la actitud del que pregunta. Mientras que la forma de la pregunta puede ser la misma a la de un ni–o, la intenci—n podr’a ser una especie de argumento: Si no podemos ver a Dios, entonces probablemente no existe. Por lo tanto, mi rechazo a tu mensaje cristiano es leg’timo. La suposici—n ac‡ es que, todas las cosas que existen deben ser visibles.

A dicha persona, simplemente la referimos hacia el poder eterno y le mencionamos que mucho de lo que conocemos est‡ basado en conclusiones extra’das de pistas. DespuŽs de dar un ejemplo, ya sea desde la ciencia o desde una corte de justicia, podemos decirle que la evidencia de la creaci—n, conciencia y Cristo es m‡s que suficiente.

No necesitamos saber la diferencia entre l—gica inferencial versus l—gica deductiva para poder dar testimonio del evangelio. Sin embargo, ayuda a entender el contexto de Pablo en el texto de Romanos que estamos estudiando.

Supongamos que un detective est‡ tratando de probar que un sospechoso camin— recientemente por cierta playa. ÀQuŽ es lo que Žl har’a para recabar evidencia?

En primer lugar, encontrar testigos oculares. Eso es deductivo. Podemos denominar a ese tipo de evidencia como observaci—n directa. Supongamos que los testigos no estuvieran disponibles. El detective ir’a entonces a la playa a observar las huellas del sospechoso en la arena.

Cualquiera de los dos enfoques es v‡lido. A pesar de que la arena no es un ser humano, la forma que toma cuando una persona camina sobre ella nos concede un mundo de informaci—n acerca de dicha persona. Esas huellas describen sus atributos humanos; estatura, peso, etc. Eso es l—gica inferencial, y en una corte de justicia, ser’a una prueba perfectamente v‡lida.

Aprendemos de los programas de cr’menes que la mayor’a de los homicidios son juzgados por pistas de l—gica inferencial; en vez de testigos oculares. Mucho de la ciencia est‡ basado en l—gica inferencial, a travŽs de la observaci—n de fen—menos y de las conclusiones a las que se llega acerca de las causas. Podr’amos citar innumerables ejemplos en este punto, pero eso ser’a superfluo.[7]

Pablo considera que la evidencia inferencial de Romanos 1:20, es adecuada para que toda la humanidad sea responsable por el hecho de conocer la existencia de Dios y conocer la clase de Dios que es. En nuestro testimonio con no creyentes debemos actuar y hablar con confianza acerca de esa evidencia. Tenemos el derecho de declararla como totalmente adecuada y que la humanidad no tiene excusa para suprimirla. Pablo no retrocedi— al respecto cuando se encontraba en frente de algœn fil—sofo griego o romano, as’ que nosotros tampoco debemos hacerlo.

La diferencia entre l—gica y raz—n

Algunos cristianos, en particular aquellos a los que les falta educaci—n formal, reaccionan negativamente a la palabra l—gica en discusiones sobre apologŽtica. Usualmente, la raz—n es porque han escuchado a fil—sofos, ateos o cualquier otro elemento anticristiano usando una supuesta l—gica. Uno de esos creyentes me dijo una vez, ÒLos ateos usan la l—gica para probar sus puntosÓ, insinuando que la l—gica no es un elemento confiable para alcanzar a la verdad. 

El creyente mencionado con anterioridad asumi— que los ateos utilizan argumentos l—gicos, pero en realidad no lo hacen. Los argumentos de los ateos son irracionales, tal y como han demostrado consistentemente los apologistas cristianos. El ate’smo en s’ mismo viola una ley importante de la l—gica, tal y como veremos en el cap’tulo 12.

Si vamos a atacar a la l—gica debemos ser cuidadosos de no utilizar l—gica para ese cometido. Eso ser’a hacer trampa. Los ataques a la l—gica son en s’ mismos contradictorios, indignos de una mente pensante.

Las actitudes anti intelectuales entre los cristianos son indefendibles. Lo que Pablo utilizaba en la defensa de la existencia de Dios, en Romanos cap’tulo uno, era precisamente la l—gica. Los apologistas cristianos han demostrado consistentemente que los argumentos anticristianos no son l—gicos sino il—gicos.

Interesantemente, en una clase de filosof’a de la educaci—n de una universidad, el profesor mencion— que el cristianismo era una de dos filosof’as que era internamente consistente en s’ misma.[8] Los no creyentes que intentan se–alar inconsistencias en la doctrina cristiana, simplemente muestran un despliegue de ignorancia.[9]

La l—gica es como la matem‡tica, sigue reglas fijas. Dos m‡s dos es igual a cuatro, independientemente de quiŽn se haya equivocado. En ese sentido, la l—gica es un absoluto.

La raz—n hace referencia a nuestra habilidad de ser consistente con nuestra l—gica. Todos cometemos falacias l—gicas intentando razonar. Algunos razonan mejor que otros, lo que significa que cometen menos falacias l—gicas. Cuando nos referimos al razonamiento, nos referimos a la habilidad de una persona de organizar argumentos l—gicos sin cometer falacias.

Una buena forma de recordar esto es haciendo la diferencia entre un matem‡tico y las matem‡ticas. La matem‡tica no se equivoca, el matem‡tico s’.

Evita cortarte la garganta

En mi conversaci—n con un compa–ero creyente sobre algunos asuntos de astronom’a, Žl pregunt—: "ÀAlguna vez has visto evolucionar una estrella?[10], ÀHab’a alguien all’ cuando ocurri— el Big Bang?".[11] Estaba dando a entender que la observaci—n directa es el œnico tipo v‡lido de evidencia y que las inferencias derivadas de los efectos no tienen sentido.

Gran error. Simplemente respond’: "ÀAlguien ha visto a Dios?"

Algunas veces los cristianos atacan la l—gica inferencial que los no cristianos podr’an usar. Es leg’timo cuestionar la validez o suficiencia de la evidencia o si las premisas iniciales son verdaderas. Sin embargo, si atacamos la naturaleza de la l—gica involucrada, simplemente nos cortamos la garganta.

A la inversa, si un incrŽdulo ataca el valor de la l—gica inferencial de Pablo, podemos intercambiar los papeles y hacer las mismas preguntas: ÀAlguna vez has visto evolucionar una estrella? Luego repite las evidencias de la existencia y los atributos de Dios.

A continuaci—n, veremos por quŽ los individuos no pueden racionalmente escoger su propia verdad.

De este cap’tulo aprendemosÉ

á      Existen dos tipos de evidencia: la observaci—n directa llamada observaci—n deductiva y la observaci—n indirecta, llamada inferencial. Ambos tipos son suficientes para establecer la verdad.

á      Pablo usa la l—gica inferencial en Romanos y la considera v‡lida como fundamento de la ira de Dios contra la supresi—n de la evidencia por parte de la humanidad.

á      Los cristianos deben tener cuidado de atacar la l—gica inferencial utilizada por los incrŽdulos, porque al hacerlo, debilitan las evidencias cristianas usadas en las Escrituras.

 

 


Cap’tulo 5: ÀEs la verdad relativa al individuo?

Cuando Pilato le pregunt— a Jesœs: "ÀQuŽ es la verdad?", no negaba que la verdad exista, solamente cuestionaba si puede conocerse con certeza.

Sabemos esto desde la literatura antigua, porque la pregunta siempre fue: ÀQuŽ es la verdad? y no, ÀExiste la verdad?

Si hoy le preguntamos a diez personas: "ÀEs la verdad relativa al individuo?", es probable que obtengamos diez respuestas afirmativas. De hecho, recuerdo haber escuchado acerca de una encuesta entre cristianos evangŽlicos que afirmaba que el 75% dio una respuesta afirmativa a esa pregunta. Eso es deplorable.

Esa es una perspectiva de la verdad conocida como relativismo. Es contradictorio y profundamente irracional. Todo lo que necesitamos para refutarlo es preguntar: "ÀEs esa afirmaci—n absolutamente cierta o es solo relativa para usted?"[12]

A veces el relativismo est‡ tan profundamente arraigado en la mente de una persona que, en realidad negar‡ la existencia de una verdad absoluta y no ver‡ la contradicci—n. ÀEs absolutamente cierto que la verdad absoluta no existe?

Esa es una de las formas en las que el hombre ca’do suprime la verdad hoy en d’a; no rechazando ninguna verdad en particular sino suprimiendo todo el concepto de la verdad en s’ misma. Esto logra que evitemos tener que confrontar a Dios y al arrepentimiento desde cualquier ‡ngulo posible. El relativismo, es en realidad, un ate’smo disfrazado, porque si Dios existe, entonces la verdad debe ser, en œltima instancia, relativa a lo que Žl es.[13] 

El relativismo es una negaci—n, no solo de la verdad absoluta, sino de la validez de la raz—n misma. Cuando los personajes de la Biblia usaban la palabra verdad, como lo hizo Jesœs, se refer’an a que la misma realmente existe, lo comprendamos o no.

Los cristianos deben constantemente tener en cuenta esta distorsi—n de la verdad cuando testifican del evangelio, porque lo que decimos a las personas, no es necesariamente lo que escuchan. Lo que nos escuchan decir cuando usamos la palabra verdad es, mis sentimientos personales y mi perspectiva.

Supongamos que tenemos un balde y queremos llenarlo con la verdad. ÀA d—nde ir’amos? En filosof’a, esta pregunta se llama locus veritas, que significa, el lugar donde se encuentra la verdad.

Si le preguntamos a la gente a d—nde ir en busca de la verdad, la respuesta probablemente ser‡ algo como: "Mire dentro de usted", o: "Depende de su perspectiva personal". Para la sociedad actual, el lugar de la verdad est‡ dentro del individuo. Esto asume que ser‡ lo mismo con cualquier tema abstracto, tal como la filosof’a o la religi—n.

Si pudiŽramos hacer la misma pregunta a cualquier persona antes de los œltimos dos siglos, incluidos los escritores de la Biblia, la respuesta podr’a ser: "Ve a buscar la evidencia", o bien, "Descubre los hechos del asunto". En este sentido, el lugar de la verdad estar’a en los hechos, no en las percepciones o sentimientos internos.

Por lo tanto, la visi—n b’blica de la verdad es la que realmente existe, independientemente de si nos gusta o no, la sepamos o no, la creamos o no. A su vez, estamos diciendo que la naturaleza de la verdad es absoluta, universal y eterna.

Por ejemplo, es un hecho que est‡s leyendo este p‡rrafo ahora mismo. Ese hecho no cambiar‡ jam‡s y continuar‡ siendo verdad dentro de un mill—n de a–os a travŽs de todo el universo, exista o no alguna persona para conocerlo.

Esta es la œnica definici—n del tŽrmino verdad que no se contradice ni nos saca de la realidad, aunque la mayor’a de los relativistas responder‡n irracionalmente que esta visi—n de la verdad, es meramente nuestra perspectiva. En este sentido, podemos decir objetivamente, sin pretender arrogancia, que los cristianos que mantienen una definici—n de la verdad como absoluta, son racionales y la sociedad que los rodea, no lo es.

En un ensayo en mi sitio web, demuestro el por quŽ no existe tal cosa como la verdad relativa para ningœn individuo, si es que respetamos la raz—n como tal.14

ÀPor quŽ entrar en detalles en este punto filos—fico? En nuestro testimonio de hoy en d’a, debemos comunicar constantemente que lo que estamos diciendo es un hecho, y no solamente nuestra opini—n. Debemos ser conscientes de que, entre nuestra boca y sus o’dos, cualquier evidencia que demos, aunque sea concreta, se escuchar‡ como "perspectiva personal".

Podemos decirlo de muchas maneras, tal como: "Me refiero a evidencia concreta y no a cosas m’sticas", o: "Esto es un hecho, no mi opini—n personal". Intercalar estos comentarios dentro de nuestra conversaci—n para tratar de romper con el relativismo, puede ser de mucha ayuda.

Un profesor de una universidad cristiana estaba compartiendo algunas evidencias sobre el cristianismo a un estudiante que ignor— totalmente las pruebas y le dijo al profesor: "Esa es su perspectiva". El profesor le respondi—: "No tengo perspectivas. Lo que tengo es la verdad; verdad racional basada en hechos absolutos ".

Esto puede sonar un poco torpe, pero a veces es necesario. Dependiendo de la conversaci—n y de la persona con la que estamos lidiando, podemos hacerlo m‡s suave. Mi preferencia personal es la frase: "Me respaldo con la evidencia".

De este cap’tulo aprendemosÉ

á      El hombre moderno sostiene una visi—n de la verdad llamada relativismo, radicalmente diferente de la asumida por los escritores de la Biblia; esa verdad se encuentra en perspectiva individual.

á      La œnica visi—n racionalmente consistente de la verdad es que se basa en evidencia objetiva no relativa a ningœn individuo.

á      En nuestro testimonio, debemos ser conscientes de que los incrŽdulos de hoy en d’a interpretan todo lo que decimos como nuestra propia perspectiva y no como una verdad absoluta. Debemos intercalar en nuestra conversaci—n, que nuestras creencias se basan en evidencia y no en opiniones.

 

 


Parte 3: Creaci—n 

 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; 19porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifest—.20 Porque las cosas invisibles de Žl, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creaci—n del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Romanos 1:18-20

 


Cap’tulo 6: ÀC—mo es que la palabra eterna muestra
la existencia de Dios?

É su eterno poder y deidad, se hacen claramente visiblesÉ
Romanos 1:20

El poder que caus— la creaci—n debe haber existido desde siempre. ÀPor quŽ? Los fil—sofos antes de la Žpoca de Pablo lo expresaron as’, Ex nihilo nihil fit, o "de la nada, nada viene".[14] Esto significa que, si alguna vez existi— un tiempo en la eternidad en el que no exist’a nada, ni siquiera Dios, entonces nada podr’a existir ahora.

No hace falta ser fil—sofo para deducir que algo debi— haber existido por toda la eternidad para poder causar todo lo dem‡s. Tampoco toma mucho tiempo; un par de segundos es suficiente para que lo obvio nos explotŽ en el cerebro. Hasta los ni–os pueden resolverlo.

Pablo est‡ dando fe de que, todos los adultos con mentes normales del planeta, ya han concluido eso. Pueden suprimir la conclusi—n, pero es inevitable. Esto es cierto incluso si carecen del vocabulario para expresarlo.

ÀQuiŽn hizo a Dios?

A veces las personas preguntan: ÀQuiŽn hizo a Dios? Los ni–os podr’an plantear esta pregunta porque sus mentes carecen del desarrollo necesario como para lidiar con conceptos abstractos como la eternidad. Algunos adultos, sin embargo, tienen problemas con la cognici—n abstracta y tambiŽn podr’an formular la pregunta.

El error aqu’ confunde la diferencia entre auto creaci—n y la auto existencia. La auto creaci—n es una contradicci—n en sus propios tŽrminos. Para que algo sea creado por s’ mismo, tendr’a que haber existido antes de que existiera para hacerse Žl mismo. Eso es una simple algarab’a.

Sin embargo, que algo pueda existir desde siempre, no viola ninguna ley de l—gica conocida. De hecho, el ap—stol Pablo afirma que la l—gica exige que una entidad haya existido desde siempre para ser la fuente de todo lo dem‡s. Que algo debe tener el poder de la existencia en s’ mismo o nunca podr’a haber existido para dar existencia a otra cosa.

Parte del problema es el pensamiento lineal sobre la palabra eternidad. Si le pedimos a un grupo de personas una definici—n de esa palabra, escucharemos definiciones como, la eternidad significa un tiempo realmente largo; o, eternidad significa tiempo sin fin. Este tipo de definici—n es err—nea porque la eternidad es una dimensi—n sin referencia alguna al tiempo.

Si definimos el tiempo como la relaci—n que existe entre objetos materiales, tal y como el movimiento de las manecillas de un reloj, entonces el tiempo comenz— en la creaci—n. Por lo tanto, para que la creaci—n haya tenido lugar, tiene que haber venido de una dimensi—n fuera del tiempo y de una fuente auto existente, independiente del tiempo y de la creaci—n.

Esta es una de varias razones por las que podemos decir que Dios es un ser necesario. Queremos decir que es l—gicamente imposible que Dios no exista.

Esa es la versi—n larga de la afirmaci—n de Pablo: atributos invisibles, su eterno poderÉ La versi—n corta es simplemente que el poder que cre— el universo debi— haber existido por toda la eternidad.

La simplicidad del argumento de Pablo cuando dice eterno poder podr’a hacer que nos preguntemos porquŽ algunas personas preguntan: ÀQuiŽn hizo a Dios? Mucho depende del tono de voz y de la actitud de la persona que formula la pregunta.

Para algunas personas, el tono de voz, puede indicar un grado de investigaci—n honesta. Sin embargo, en mi experiencia personal, este no es el caso con la mayor’a de la gente. La œltima persona que me hizo esa pregunta, lo hizo con una actitud sarc‡stica, como si la pregunta en s’ misma refutara la existencia de Dios y, por lo tanto, invalidara mi testimonio evangŽlico. Esto es lo que llamamos punto de supresi—n, que era de lo que Pablo estaba hablando en Romanos 1:18 cuando dijo, ... que detienen con injusticia la verdad.

Si la persona es capaz de formular la pregunta con una actitud negativa, entonces ya sabe la respuesta. Ya ha reprimido la verdad, ya sea que no se dŽ cuenta o lo haga conscientemente, de lo contrario no habr’a motivos para una actitud negativa.

ÀC—mo le respondemos entonces a un adulto que hace esa pregunta? Si creo que el individuo es intelectualmente honesto, entonces puedo entrar en la explicaci—n anterior, describiendo brevemente la diferencia entre la auto creaci—n y la auto existencia; lo primero es imposible, lo segundo es inevitable.

En el caso de una persona antag—nica, mantengo la respuesta lo m‡s breve posible, sabiendo que probablemente rechazar‡ la respuesta sin importar lo que le diga, porque su motivaci—n es la supresi—n de la verdad, no la bœsqueda de ella. Simplemente le digo que le darŽ una respuesta y que luego me gustar’a hacerle una pregunta sobre si mismo.

Luego, doy una breve respuesta como, algo que no se cre— debe haber existido desde toda la eternidad para poder crear todo lo dem‡s. Ahora tengo una pregunta sobre ti. ÀTe consideras una buena personaÉ?  etc. Luego procedo con el plan de evangelismo que veremos en el Cap’tulo 21, para poder sacar a la luz la impiedad particular que est‡ ocultando y que lo motiv— a suprimir esta verdad desde el principio.

Recuerde, estamos afuera para ganar personas y no argumentos. Romanos continua luego del cap’tulo uno y eventualmente nos conducir‡ a que Dios muestra su amor para con nosotros en que, siendo aœn pecadores, Cristo muri— por nosotros. Romanos 5:8

Hemos visto c—mo el uso de la palabra eterna por parte de Pablo, sugiere la existencia de Dios. A continuaci—n, veremos c—mo el concepto de poder lo termina de afirmar.

De este cap’tulo aprendemosÉ

á      Algo tiene que haber existido por toda la eternidad para que todo lo dem‡s exista ahora. Ese algo tiene que ser auto existente y no creado.

á      Aquellos que preguntan con honestidad: "ÀQuiŽn hizo a Dios?", necesitan entender la diferencia entre la auto creaci—n y la auto existencia. Lo primero es imposible, lo œltimo es inevitable.

á      Si una persona hace la pregunta anterior con un tono hostil, entonces debemos dar una respuesta breve y proceder con el evangelio.


Cap’tulo 7: ÀC—mo es que la palabra poder muestra
la existencia de Dios?

Ésu eterno poder y deidad, se hacen claramente visiblesÉ Romanos 1:20

Una mirada a la creaci—n nos dice que la entidad que existi— desde el principio debe ser inimaginablemente poderosa.

Mientras los cient’ficos se adentran m‡s en los fen—menos naturales, m‡s sorprendente se vuelve este punto, ya sea que los cient’ficos atribuyan dicho poder a Dios o no. Los astr—nomos saben que una taza de materia que comprende una estrella de neutrones pesa m‡s que la tierra; la cantidad de poder necesaria para hacer que el universo se expanda es extremadamente alucinante.

ÀPor quŽ el poder en la creaci—n prueba la existencia de Dios?, ÀQuŽ posee en s’ mismo ese poder que llevar’a a la inevitable conclusi—n de que Dios es su fuente?

ÀQuŽ es el poder? En su forma m‡s simple, podemos decir que el poder es una fuerza que hace que otras cosas se muevan o cambien.

Una noche, vi en la televisi—n, una mesa de billar vista desde arriba. Desde la parte inferior de la pantalla, una bola emergi—, rodando sobre la mesa. Era evidente que una persona, probablemente con un taco, era la causa del movimiento de dicha bola.

ÀPor quŽ asum’ eso?, ÀPor quŽ no creer que la pelota se movi— sobre la mesa por s’ misma? Las bolas de billar no tienen poder de movimiento en s’ mismas. Para moverse, deben adquirir movimiento de una fuente externa.

Esto es cierto para cualquier objeto material. Para que una cosa f’sica se mueva o cambie, debe obtener ese poder de una fuente externa porque la materia no posee esa habilidad inherentemente. El movimiento o cambio de cualquier tipo de sustancia material debe ser adquirido.

Esto tambiŽn es cierto para los seres vivos como nosotros. Nuestro poder de movimiento se adquiri— de padres que lo obtuvieron de sus padres y as’ sucesivamente.

Al igual que una l’nea de fichas de domin— paradas indefinidamente, debe existir un dedo que empuje la primera ficha.

ViŽndolo en reversa de esta manera, vemos que al comienzo de la creaci—n, algo debi— haber existido con el poder de mover la materia, porque en si misma es inamovible.[15] Ese algo se llama, la causa inm—vil.

La idea de ese causa inm—vil no viola ninguna ley de la l—gica. De hecho, la l—gica lo exige. Esto est‡ incorporado en el significado de la palabra poder que utiliza el ap—stol Pablo.

El tŽrmino causa inm—vil no es nuevo. Existi— en los d’as de Pablo. ƒl pudo haberlo conocido, siendo el hombre culto que era. De todos modos, el concepto todav’a es deducible de la creaci—n misma, como afirma Pablo.

Creer en Dios no es una cuesti—n de fe ciega. Confiar en Žl, s’ lo es. Someterse a su autoridad tambiŽn. Creer en su existencia, no. Es un hecho basado en evidencia adecuada. Ese es el punto que Pablo est‡ recalcando en Romanos 1:16-20, y la raz—n por la cual toda la humanidad, incluidos los romanos paganos, son responsables ante Dios.

Esta es la raz—n por la que Romanos es tan œtil. Podemos usar las mismas evidencias que Pablo us—, creaci—n, conciencia y Cristo.

Primera causa

Todo lo anterior se conoce como el argumento desde la primera causa.[16] Algunos pueden pensar que esto se refiere al comienzo del universo. Ese no es el significado de la primera causa. Algo pone movimiento en la materia independientemente de si la materia es eterna o no.

A veces, en este punto las personas pueden confundirse. Podr’an preguntar: "Si todo tiene una causa, ÀquŽ caus— a Dios?" El error est‡ en decir que todo tiene una causa. Este no es el significado de la primera causa. Simplemente significa que cada evento debe tener una causa. Aplicar la pregunta a Dios es, por lo tanto, un error.

Otra forma de expresar esto es simplemente argumentar a partir de la causa y efecto. Detr‡s de esta frase est‡ la suposici—n de que cada efecto debe tener una causa adecuada, igual o mayor que el efecto. El conocimiento, incluida toda la ciencia, se basa en œltima instancia en esa suposici—n. Sin ella, ningœn cient’fico buscar’a una respuesta sobre la causa de algœn fen—meno natural.

Los cient’ficos generalmente son consistentes con esto hasta que llegamos a la existencia de Dios como un ser necesario. En ese punto, pueden ignorar la l—gica de causa y efecto y, por lo tanto, ignorar a Dios. Los cient’ficos tambiŽn son humanos.

Si preguntamos cu‡les podr’an ser los atributos de la fuente de la creaci—n, la respuesta es lo suficientemente clara ... a menos que queramos suprimir la respuesta.

En resumen, la breve frase de Pablo, eterno poder, resume un mundo de evidencia que deja al incrŽdulo sin excusa. Romanos 1:20

A continuaci—n, veremos por quŽ el poder eterno debe ser una deidad.

De este cap’tulo aprendemosÉ

á      Para que cualquier objeto f’sico se mueva o cambie, el poder para hacerlo debe adquirirse desde el exterior.

á      Este poder debe ser inamovible y auto existente. Este puede ser œnicamente Dios. 

á      No se requiere fe para creer en Dios. Se requiere honestidad intelectual.

 


Cap’tulo 8: ÀC—mo es que la creaci—n nos muestra
la naturaleza divina?

Ésu eterno poder y deidad, se hacen claramente visiblesÉ
Romanos 1:20

Esto se denomina argumento del dise–o. Si un objeto parece haber sido dise–ado, es porque debe tener un dise–ador. La creaci—n refleja eso.

Note que Pablo separa el poder eterno de la deidad ÀPor quŽ?

Primero, el poder eterno no debe ser material. Si estuviera compuesto de materia, entonces tendr’a el mismo problema que cualquier otra cosa f’sica; su poder de moverse o cambiar tendr’a que venir de algo externo.

En segundo lugar, la causa inm—vil debe tener la inteligencia para hacer que la materia se mueva y cambie con la asombrosa complejidad que observamos en la naturaleza. Esto puede explicar por quŽ Pablo separa la deidad del poder eterno como si fuera un punto separado.

En los œltimos cien a–os, algunos cient’ficos ateos han se–alado que, la ley natural por s’ misma es ciertamente capaz de crear dise–os complejos. Las complejidades resultantes no necesitan tener una inteligencia detr‡s de ellas, o eso es lo que ellos nos dicen.

Esa actitud est‡ cambiando en algunos c’rculos. ÀPor quŽ? Aunque los cient’ficos sab’an que la naturaleza es compleja, no se dieron cuenta de cuan compleja es. Cuanto m‡s profundizan en el tema, m‡s inimaginablemente complejo aparece. Esto ha causado algunas reacciones peculiares entre algunos cient’ficos e intelectuales no cient’ficos.

El fallecido Anthony Flew de Inglaterra fue el presidente de la British Atheist Society (Sociedad Atea Brit‡nica) durante 50 a–os. Renunci— a su puesto unos a–os antes de su muerte. Su œltimo libro fue titulado: Hay un Dios.[17]

En su libro, Flew explica por quŽ cambi— de opini—n. Estudi— la incre’ble complejidad del genoma humana (ADN) y concluy— que no podr’a haberse formado solo por una ley natural. Otra raz—n que dio fue el argumento de Aquino sobre la causa inm—vil.[18]

Ha sido fascinante observar la reacci—n de otros estudiosos de las ciencias de la vida, respecto de la complejidad del ADN. Un cient’fico brit‡nico anticristiano, Sir Fred Hoyle y un colega[19], despuŽs de haber hecho c‡lculos sobre la posibilidad de que una sola cŽlula se uniera por s’ sola, segœn las leyes naturales de la tierra, afirmaron que la probabilidad era un nœmero mayor que los ‡tomos en el universo. Concluyeron que nuestro planeta no podr’a haber producido vida por s’ mismo.

Es as’ que ellos apoyaron la noci—n de panspermia22, lo que significa que, la vida debe haber venido a la tierra desde algœn lugar en el espacio exterior. Esto simplemente transfiere el problema a otro planeta que no sea el nuestro.

ÀVemos alguna supresi—n de la verdad aqu’?

No todos los cient’ficos han reaccionado de esta manera. El Dr. Francis Collins, ganador del premio Nobel por dirigir el equipo que descifr— el ADN, era ateo antes de estudiar la biolog’a en detalle. Se rindi— ante la evidencia y finalmente se convirti— al cristianismo.[20]

Cuando un incrŽdulo da fe de la evidencia que tiene, Dios le dar‡ m‡s. No existe ninguna raz—n l—gica para obligar a Dios a otorgar m‡s pruebas a alguien que suprime la verdad que ya tiene. Sin embargo, eso es exactamente lo que Dios hace en algunos casos. Se llama gracia para los elegidos.

Tengo en mi estante un libro de astronom’a de los cient’ficos, Barrow y Tipler[21], con un t’tulo intimidante, El principio cosmol—gico antr—pico.[22] El libro est‡ dirigido a otros cient’ficos y parte de Žl es incomprensible para aquellos de nosotros que no lo somos.

El t’tulo del libro, traducido a un espa–ol comprensible, significa que la estructura de todo el cosmos parece seguir cuidadosamente un principio, para hacer posible la vida de nuestra especie en un planeta como el nuestro. El punto planteado por estos dos astr—nomos, es que, el universo parece haber sido creado para acomodar a la humanidad.

Los autores est‡n conscientes de que esto parece rid’culo porque la gente se pregunta: ÀquŽ relaci—n podr’a tener con nosotros una galaxia que se encuentra a miles de millones de a–os luz de distancia? Ellos responden que la vida no existir’a en ninguna parte a menos de que el universo hubiera sido construido exactamente como es, con esas galaxias tal como son. Indicaron que no se trata de que una galaxia en particular pueda afectarnos. El punto es m‡s bien que toda esta bola en expansi—n, el universo en el que existimos, debe ser exactamente este tipo de bola o no estar’amos aqu’.

Otro astr—nomo, Hugh Ross de Canad‡, un cristiano devoto, emplea el mismo tipo de informaci—n en conferencias a otros cient’ficos. Menciona que, si la expansi—n del universo fuera un quintillonŽsimo del uno por ciento diferente, la vida de cualquier especie ser’a imposible, en cualquier parte del universo. Todo lo que implica esa puesta a punto, parece deliberada.[23]

 

Precauci—n

Al hablar de datos cient’ficos con los no creyentes,  debemos recordar la advertencia de Agust’n: ƒl dijo, en esencia, que si un no creyente nos escucha hablando cosas sin sentido de los fen—menos naturales sobre los cuales ellos tienen mucho conocimiento, eso hace que nuestra credibilidad sobre las cosas espirituales disminuya y puede da–ar nuestro evangelismo. Si queremos mencionar asuntos de la ciencia para ilustrar algo, tengamos cuidado de hacerlo acertadamente.

Nunca ha existido en la historia de la humanidad una Žpoca en la que los cient’ficos tengan menos excusa para el ate’smo que esta. Recordemos que los cient’ficos tambiŽn son pecadores. Si rechazan a Dios, es por causa del coraz—n, no porque sean cient’ficos.

Aunque el ap—stol Pablo no era cient’fico, fue capaz de deducir, como lo hacemos hoy, que el poder eterno que cre— todo, debe ser inimaginablemente inteligente. Aunque la ley natural puede crear complejidades, esas leyes tienen una fuente. La conclusi—n es clara. La fuente debe ser deidad.

Cuando resumimos las posibles ramificaciones de la frase, el poder eterno y la deidad, no es de extra–arse que Pablo terminara el vers’culo con, de modo que no tienen excusa.

De este cap’tulo aprendemosÉ

á      El poder eterno que pone todo en movimiento, debe ser incre’blemente inteligente debido a la asombrosa complejidad de todo.

á      Algunos evitan esa conclusi—n, no porque sean inteligentes, sino porque eligen suprimirla para quedarse con su autonom’a pecaminosa.

á      Dios ha utilizado la complejidad en la creaci—n para abrirles los ojos a muchos cient’ficos y que as’ puedan encontrarlo.

 


Cap’tulo 9: Sabidur’a vac’a

Profesando ser sabios, se hicieron necios, Romanos 1:22

Las personas llenas de filosof’a est‡n vac’as. Lo dice el ap—stol Pablo.

Mirad que nadie os enga–e por medio de filosof’as y huecas sutilezas, segœn las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no segœn Cristo. Porque en Žl habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros est‡is completos en Žl, que es la cabeza de todo principado y potestad. Colosenses 2:8-10

Si hemos de estar llenos de algo, que sea de Cristo.

Pablo ten’a muy poco respeto por las filosof’as de los hombres y lo dej— muy claro en varios lugares del Nuevo Testamento.

ƒl vio la filosof’a por lo que es; un instrumento preferido para suprimir la verdad mientras est‡s pretendiendo buscarla. Pocos de los antiguos fil—sofos griegos y romanos mostraron una verdadera disposici—n para reconocer al Dios claramente percibido en la creaci—n (Romanos 1:19). Entre algunos que lo hicieron, parecer’a haber una falta de verdadero celo en el arrepentimiento.[24] Pablo estaba muy consciente de esta desconexi—n en el alma no regenerada entre el intelecto y la vida que las personas llevaban.

Sin embargo, Pablo no ignoraba las filosof’as de su tiempo. Esto se hace evidente en su encuentro con los fil—sofos epicœreos y est—icos en Atenas y las citas que us— de algunos de sus poetas para ilustrar un punto.27 Del mismo modo, debemos ser conscientes de los vientos predominantes del pensamiento en nuestra propia cultura, si vamos a ganar a la gente.

Al igual que Pablo, debemos ser lo suficientemente astutos como para evitar enredarnos en filosof’as sin poder llegar al mensaje de arrepentimiento hacia Dios y fe en nuestro Se–or Jesucristo, ya que dichos enredos son precisamente la raz—n por la cual el hombre invent— la filosof’a en primer lugar. 

Pablo no mostr— inclinaci—n alguna que validara la forma de pensar de sus d’as, sin embargo, no dud— en utilizarla como plataforma en los momentos convenientes, tal y como lo hizo cuando cit— a los dos poetas y fil—sofos griegos en Hechos 17:28.

Cautivante

Pablo reconoce que la filosof’a es cautivante. Incita al intelecto de formas muy placenteras, de la misma manera que lo hacen ciertos juegos y puede volverse adictiva. Por ejemplo, el ajedrez es altamente adictivo porque estimula la facultad de razonamiento junto con el placer de la competencia. Algunos video juegos desempe–an el mismo papel.

Los deportes que requieren estrategias complejas, como el futbol americano, tambiŽn cuentan con elementos mentalmente placenteros. Todos ellos son pasatiempos disfrutables y leg’timosÉhasta que se vuelven adictivos y se convierten en ’dolos.

La filosof’a puede funcionar exactamente igual, especialmente con gente joven que empieza a desarrollar sus habilidades de razonamiento. Es cautivante pero vac’a; tan vac’a como un juego cuando finaliza. ÀCu‡ntos de nosotros tenemos que rompernos la cabeza pensando para poder recordar cu‡l fue el equipo perdedor en el campeonato de futbol del a–o pasado?

Enga–o vac’o

Pablo llama hueca sutileza a la filosof’a por varias razones. Es hueca porque no te conduce hacia la realidad. El Ap—stol usa una palabra griega bastante fuerte en este punto, KENOS, que significa: ÒPerteneciente a una completa falta de comprensi—n y perspicacia." [25] La burla de Pablo de la filosof’a de su Žpoca, llega hasta ese nivel, porque la comprensi—n y la perspicacia eran precisamente lo que los fil—sofos afirmaban haber logrado.

La palabra griega para sutileza o enga–o, es igual de fuerte, APATƒ, Òhacer que alguien tenga puntos de vista enga–osos o err—neos con respecto a la verdad". [26]Enga–oso, porque hace que las personas piensen que han llegado a la verdad solo por tener la capacidad de captar abstracciones complejas.

Otro problema con la filosof’a es que raramente eleva a una persona sobre el nivel del suelo. No elevar‡ la vida de una persona tan alto como pretende hacerlo. Pablo expresa esto con la peculiar frase esp’ritus elementales en el texto citado con anterioridad. El griego es STOICHEIA, una palabra casi imposible de traducir. Puede significar: "los materiales de los que est‡n compuestos el mundo y el universo". O bien, "los poderes o fuerzas sobrenaturales que se considera que tienen control sobre los acontecimientos de este mundo". [27]

Pablo expone sobre este punto al final de Colosenses dos, al repetir la palabra STOICHEIA y denominar a tal filosof’a como preceptos y ense–anzas humanas. ƒl reconoce el enga–o central diciendo: Estos tienen una apariencia de sabidur’a ... (Vers’culo 23) y muestra la inconsistencia de estar en Cristo y aun as’ seguirlos. Las filosof’as de los hombres, pueden conducir a un ascetismo inœtil, a la severidad con el cuerpo, que no tiene ningœn valor para detener la indulgencia de la carne. Colosenses 2:23

Los fil—sofos estoicos y otros griegos pensaban que, a travŽs del estudio de la naturaleza, podr’an encontrar la respuesta al significado de la vida. Otros, los gn—sticos, supusieron que los eventos estaban bajo el control de criaturas m’sticas o de las leyes que necesitamos entender para controlar nuestros destinos. Pablo nos est‡ diciendo, no miren hacia ah’, miren al Creador de todo.

Eso es precisamente lo que debemos hacer en nuestra apologŽtica. Trata de alejar los ojos de la persona de las cosas sin importancia y confrontarlos con el Creador. Dependiendo de la persona, puede ser necesario demostrarle que, en lo que se est‡ enfocando es, de hecho, un enga–o vac’o de bajo perfil; luego dirigirlos a la carretera del evangelio lo m‡s r‡pido posible con arrepentimiento hacia Dios y fe en nuestro Se–or Jesucristo.

A continuaci—n, veremos otras de las estrategias favoritas para suprimir la verdad.

De este cap’tulo aprendemosÉ

á      La filosof’a a menudo puede ser un instrumento para evadir la verdad bajo el pretexto de estarla buscando.

á      La filosof’a puede ser cautivante para la mente, pero tambiŽn puede ser una forma de auto enga–arse.

á      Necesitamos estar conscientes de los pensamientos prevalentes de nuestra Žpoca, para poder ser capaces de lidiar con ellos y as’ dar pie a que el evangelio pueda ser escuchado.

 

 


 Cap’tulo 10: Intercambiando la gloria

Proclamando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de hombre corruptible, de aves, de cuadrœpedos y de reptiles. Romanos 1:22,23

As’ como la filosof’a es el instrumento favorito del hombre para evitar la verdad, la religi—n id—latra es su instrumento favorito para evitar a Dios. Esto sucede porque algo se ha intercambiado, tal y como lo expres— el Ap—stol Pablo.

Todas las religiones id—latras tienen una cosa en comœn: dejan al hombre a su propia autonom’a. El hombre controla a Dios, no al revŽs.

Aunque el hombre ca’do percibe correctamente al verdadero Dios, tal y como lo muestra Pablo en Romanos uno, esa percepci—n es vista como amenaza. Lo m‡s obvio de una deidad eterna y poderosa es que no puede ser controlado. Ah’ radica la amenaza. Desaf’a la autonom’a del hombre.

El hombre quiere adorar. Es parte de su naturaleza porque para eso fue creado. En su estado ca’do, eso representa un problema; c—mo tener un sentimiento de adoraci—n sin renunciar a su autonom’a pecaminosa.

La respuesta se encuentra en poder reducir a Dios a un tama–o manejable. Reemplazar la gloria del Dios inmortal por una imagen que pueda ser controlada. Dado que es dif’cil representar el poder eterno mediante una imagen, la soluci—n obvia es crear una imagen de algo en la creaci—n, tal como el hombre corruptible, de aves, de cuadrœpedos y de reptiles.... Romanos 1:23

Peque–o dios, peque–o hombre

Ahora viene la gran iron’a de la religi—n id—latra: cuando una persona reduce a Dios a menos de lo que Dios es, por lo general se reduce a s’ mismo como ser humano. Termina adorando algo menor que Dios, e incluso menor que Žl mismo. Los ’dolos son menos que los humanos, tal y como expresaron los profetas del Antiguo Testamento.

Tienen bocas, mas no hablan; tienen ojos, mas no ven, ni tampoco hay aliento en sus bocas. Salmos 115:5

Semejantes a ellos son los que los hacen. Y todos los que en ellos conf’an. Salmos 135:16-18

La iron’a de la bœsqueda del hombre de la religi—n hecha por el mismo, es que, tanto Dios como el hombre se reducen a menos de lo que son. Pablo no es cruel, solo es realista cuando dice que se hicieron necios.

Por quŽ las buenas obras no valen

Esta es la raz—n por la cual todas las religiones fuera del cristianismo, sin excepci—n, basan su rectitud en las obras realizadas por sus seguidores. Les permite tener completa autonom’a, a la vez que les proporciona una sensaci—n de rectitud. El evangelio, por otro lado, se basa en una obra realizada œnicamente por Dios para con nosotros y la recibimos solo por gracia.

Las obras de tales religiones, por s’ mismas, pueden ser buenas. Sin embargo, esas mismas obras pueden ser un medio para suprimir la verdad; precisamente lo que Jesœs conden— en los fariseos y lo que Pablo censura en la religi—n id—latra.

En Romanos 10, Pablo aclara lo que la religi—n sin Cristo est‡ tratando de lograr:

Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; Romanos 10:3

Cristo no vino a complementar lo que falta en nuestra justicia. ƒl vino a reemplazarla. ƒl nos atribuye su propia justicia. Esto requiere el abandono de la propia autonom’a, lo que un pecador religioso nunca har‡ a menos que la gracia de Dios lo alcance.

Es sorprendente lo que un pecador religioso est‡ dispuesto a hacer para poder establecer su propia justicia: rituales tediosos, privaciones e incluso tortura. Mientras la justificaci—n se produzca a partir del yo aut—nomo, es aceptable para Žl.

Dios rechaza todo aquello; no porque un elemento particular de una religi—n sin Cristo sea malo, sino por la fuente de la cual proviene.

ÁPero ellos parecen tan sinceros!

Éy cambiaron la gloria del Dios incorruptible por im‡genesÉverso 22

ÀEs posible cambiar una cosa por otra sin reconocer la existencia de lo intercambiado? Si intercambiamos una pelota de fœtbol por una pelota de baloncesto, es porque tenemos una pelota de fœtbol para intercambiar. Entonces, si un pagano intercambia la gloria de Dios por un ’dolo, es porque ya ha percibido la gloria de Dios en la creaci—n y en su conciencia.

Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia sus obras.
Salmos 19:1

ÀC—mo cuadra eso con el concepto de sinceridad? El tŽrmino doble pensar describe la capacidad de las personas de convencerse a s’ mismas acerca de su propia mentira.[28] Esto puede conducir a una forma de sinceridad en la cual, una persona, realmente termina creyendo su propia mentira.

Esto puede parecer una cr’tica intolerante a otras religiones, pero es exactamente lo que Pablo est‡ diciendo en Romanos uno. Esta es la progresi—n:

á      Primero, ellos perciben la existencia y los atributos de Dios a travŽs de la creaci—nÉclaramente percibidoÉ Verso 20

á      Segundo, ellos conoc’an a Dios (verso 21). Esto significa un claro reconocimiento de Dios y de sus atributos, aunque no se trate de un conocimiento para salvaci—n.

á      Tercero, ellos eligieron no honrarlo como Dios ni darle las gracias.  Verso 21

á      Cuarto, ellos inventan otras ideas, ya sea filos—ficas o religiosas, que son contrarias a lo que ellos ya conocen. Verso 22

á      Quinto, ellos intercambiaron al Dios real por im‡genes, ya sea f’sicas o mentales, im‡genes que ellos pueden controlar. Verso 23

á      Sexto, Dios los entrega a la inmundicia. Verso 24

Pablo concluye que la idolatr’a es la consecuencia del previo rechazo a la revelaci—n de la existencia de Dios y que la misma facilita la autonom’a pecaminosa del hombre.

Esta podr’a ser una forma de corrupci—n mucho m‡s profunda que el ate’smo. Mientras que el ateo rechaza abiertamente la revelaci—n de Dios y simplemente la ignora, el pecador religioso toma la misma revelaci—n y la pervierte.

Desde aqu’ veremos c—mo lidiar con la idolatr’a.

De este cap’tulo aprendemosÉ

á      La religi—n id—latra es otro de los recursos que la humanidad utiliza para suprimir el conocimiento de Dios revelado en la creaci—n.

á      Normalmente, la humanidad no solo termina adorando algo mucho menos que Dios, sino que tambiŽn adora algo mucho menos que ellos mismos.

á      La idolatr’a de las religiones no cristianas puede disfrazar un rechazo subyacente de Dios.

 

 


Cap’tulo 11: Lidiando con la idolatr’a

Lidiamos con la idolatr’a de la misma manera que lo hizo Pablo en Atenas y en otros lugares. RecuŽrdales a los id—latras que el Creador no puede ser representado por im‡genes y hacerlo es una necedad. El verdadero Dios ahora les ordena arrepentirse.

Mientras estaba en el campo misionero en SudamŽrica, estaba intrigado por la forma en la que algunos de los nuevos creyentes hablaban del evangelio con sus amigos y parientes. Pasaban mucho tiempo hablando en contra de la idolatr’a. Al principio pensŽ que esto podr’a obstaculizar el proceso de llegar al evangelio. Los resultados me demostraron lo contrario.

Ahora me doy cuenta de que la idolatr’a religiosa es como un mont—n de escombros situados en la entrada hacia el evangelio, y que debe abordarse antes de que el mismo tenga impacto.

La idolatr’a no es ignorancia

En parte es ignorancia, pero no en esencia. El discurso de Pablo a los atenienses ilustra esto:

Porque en Žl vivimos y nos movemos; como algunos de vuestros propios poetas tambiŽn han dicho, porque linaje suyo somos. Hechos 17:28

ÁNote la manera incre’ble en que estos griegos paganos entend’an con claridad acerca de Dios y de sus atributos! Dos poetas son citados aqu’.[29] La primera frase muestra que entienden que hay un Dios que:

á      Es una deidad y no una simple fuerza sin sentido. Esto lo deducimos por el uso de la palabra en Žl.

á      Abarca todo porque en Žl nos movemos.

á      Es la Fuente de vida, porque en Žl vivimosÉ

á      Es la fuente del poder del movimiento, ... y se mueve.

á      Es el terreno y la base de la existencia, ... y tiene nuestro ser.

Igual de notable es la segunda afirmaci—n del poeta griego: porque linaje suyo somos, mostrando hasta cierto punto una comprensi—n de la imagen de Dios en el hombre.[30]

Ninguno de los griegos, a los que Pablo se dirigi—, lo contradijo sobre estos puntos. ÀIgnorancia? ÁNi hablar! ÀEntonces, c—mo lidiaron ellos con este conocimiento de Dios? Levantaron un monumento al Dios desconocido y volvieron a adorar ’dolos.

Su ignorancia no era sobre Dios sino sobre su Hijo y c—mo llegar a conocerlo. Lo mismo es cierto para los incrŽdulos de hoy, sin importar cu‡n religiosos sean.

La acusaci—n de Pablo a sus oyentes es clara, pero igual de clara es su compasi—n. Sin embargo, Žl no est‡ lejos de cada uno de nosotros. Hechos 17:27

Una vez que lidiemos con la idolatr’a, podemos tomar el camino del evangelio y hablar acerca del arrepentimiento hacia Dios y la fe en nuestro Se–or Jesucristo.

ÀTodos los incrŽdulos son id—latras?

S’, independientemente de si son o no religiosos. Vivir por cualquier cosa menos que Dios, normalmente resultar‡ en vivir por algo menos que uno mismo.

Recientemente vi un excelente documental sobre un hombre que dedic— su vida a la preservaci—n de lobeznos. No hay nada malo en eso. Preservar especies en peligro de extinci—n es una ocupaci—n muy noble, una forma respetable de ganarse la vida. Eso puede encajar bastante bien con la descripci—n del trabajo original del hombre como cuidador de la creaci—n de Dios en GŽnesis Uno.

Lo que podr’a ser menos noble es si ese naturalista hace de los lobeznos su raz—n de vivir. ÀCu‡l es mayor?, ÀUn lobezno o un hombre? En este caso, el naturalista podr’a estar haciendo lo que Pablo advirti— en Romanos 1:25, É cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al CreadorÉ El riesgo est‡ en servir a algo menos que uno mismo, como cualquier otro id—latra, religioso o secular.

Ojal‡ que el naturalista no estŽ haciendo eso. De ser as’, entonces no existe diferencia moral entre Žl y un pagano con un hueso en la nariz, bailando alrededor de una piedra.

Recordemos que, en un determinado tiempo, cada uno de nosotros estaba en la misma condici—n moral. Cuando Pablo us— la palabra ellos, se estaba refiriendo a nosotros.

De este cap’tulo aprendemosÉ

á      Nos ocupamos de la idolatr’a de la misma manera que Pablo lo hizo; exponiŽndola y luego procediendo a predicar el evangelio.

á      Todos los incrŽdulos son id—latras porque invariablemente viven no solamente adorando algo mucho menor que Dios, sino frecuentemente algo menor que ellos mismos.

 

 


Cap’tulo 12: PorquŽ el ate’smo es racionalmente indefendible

Suponga que alguien le dice: ÒNo hay vida existente en ningœn lugar m‡s del universo.Ó, ÀC—mo respondemos?

Respuesta: ÒÀC—mo lo sabes?Ó

Para afirmar con certeza que no existe vida en ninguna otra parte del universo, necesitar’amos un conocimiento completo de todo el cosmos en todas sus posibles dimensiones. Por lo tanto, no podemos hacer tal afirmaci—n de manera l—gica ya que nuestro conocimiento es parcial. Tendr’amos que ser Dios para poder afirmar que la vida no existe en ninguna otra parte.

El error cometido aqu’ se llama la falacia de los negativos universales. Simplemente, significa que no podemos hacer declaraciones universales positivas sobre la inexistencia de algo a menos que, sepamos lo suficiente sobre la circunstancia o el lugar donde podr’a existir, si es que existiera.

Ese es el problema con el ate’smo. Encarna esa falacia.

Por supuesto que probar que el ate’smo es irracional no prueba la existencia de Dios. Hacer una afirmaci—n positiva sobre la existencia de algo que ha sido respaldado con evidencia, no es lo mismo que proclamar su inexistencia sin los datos adecuados.

David, un amigo creyente, se encontraba hablando con un conocido que le dijo, ÒSoy ateo. No creo en Dios.Ó

Mi amigo le contest—, "ÁEstoy fascinado! Me gustar’a hablar con un ateo porque no he encontrado uno en mucho tiempo. Si entiendo correctamente, tœ est‡s seguro de que no hay Dios en la luna. ÀEs eso correcto?"

ÒSi,Ó replic— el amigo, ÒEstoy seguro de eso.Ó

David continu—, ÒEntonces, Àest‡s seguro de que no hay Dios en ningœn lugar del sistema solar?Ó

ÒS’, estoy convencido de eso tambiŽnÓ

ÒÀEntonces, asumo que est‡s seguro de que no hay Dios en ningœn lugar de nuestra galaxia ni en ninguna otra?Ó

El ateo repuso, ÒNo creo que lo haya.Ó

David dijo: ÒEntonces, Àc—mo adquiriste el conocimiento absoluto de todo el universo como para saber con certeza que no puede haber ningœn Dios en ningœn lugar o dimensi—n?

El hombre respondi—, ÒBueno, lo que quiero decir es que, no sŽ si hay un Dios en algœn lugar.Ó

David respondi—, ÒOh, estoy muy decepcionado. Estaba esperando hablar con un ateo genuino. Y tœ no lo eres. Eres agn—stico. Simplemente no sabes si hay o no un Dios en algœn lugar. Ahora hablemos de algunas pruebas de su existencia.Ó

Aunque David no us— el tŽrmino falacia de los negativos universales, lo expuso h‡bilmente.

En mi experiencia, los ateos que se convierten en agn—sticos al darse cuenta de esta falacia, rara vez cambian sus actitudes. Con frecuencia optan por condenar a todas las religiones, se–alando algunos de los horrores que la misma religi—n ha practicado a lo largo de la historia.[31] Esto presenta otro problema. Si afirman que no saben si Dios existe, Àsobre quŽ base pueden declarar que toda religi—n es falsa?

Esto comete nuevamente la misma falacia, pero en otra esfera. Para afirmar que toda religi—n es falsa, necesitar’an poseer todo el conocimiento y toda la experiencia de cada ser humano que haya existido. ÀC—mo obtuvieron esa gran cantidad de conocimiento?

Adem‡s, ÀC—mo es que la conducta de cualquier religi—n prueba la inexistencia de Dios?, ÀEs que acaso Dios escoge apartarse del universo por el comportamiento de los movimientos religiosos de nuestro planeta? En general, tales ataques a la religi—n son irrelevantes para la cuesti—n.

ÀAl se–alar esto convencemos al ateo? ÁPara nada! Esto solo prueba que hay otra din‡mica en juego que no tiene nada que ver con la l—gica; la supresi—n de la verdad para mantener la autonom’a pecaminosa. Sin embargo, exponer la falacia como escombros en la escampada, puede abrir la oportunidad que conduce al arrepentimiento hacia Dios y la fe en nuestro Se–or Jesucristo.

De este cap’tulo aprendemosÉ

á      El ate’smo comete la falacia de los negativos universales; afirmando la no existencia universal de Dios sin un pleno conocimiento universal.

á      Los ateos pueden recurrir a criticar a todas las religiones y de esta manera cometer la misma falacia l—gica.

á      Exponer la falacia puede ganar una audiencia para el evangelio.


Parte 4: Conciencia 

Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, Žstos, aunque no tengan ley, son ley para s’ mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acus‡ndoles o defendiŽndoles sus razonamientosÉ Romanos 2:14,15

 

 


Cap’tulo 13: Conciencia, la segunda evidencia principal

En un curso universitario de antropolog’a, en el estudio de la humanidad, mi profesor mencion— la forma en que, los antrop—logos comparaban los est‡ndares Žticos de las sociedades humanas y se encontraban desconcertados.

El profesor dijo que los cient’ficos se sorprendieron al descubrir dos cosas: La Žtica de todas las sociedades, incluidas las m‡s primitivas, era notablemente parecida. Segundo, ninguno de ellos segu’a su propia Žtica de manera consistente. Hasta el d’a de hoy, dijo, los antrop—logos no han encontrado una explicaci—n adecuada para ese fen—meno.

El ap—stol Pablo o cualquier otro cristiano con un conocimiento m’nimo de Dios y de su palabra, podr’a haberlo predicho.

Porque cuando los gentiles que no tienen ley hacen por naturaleza lo que es de la ley, Žstos, aunque no tengan ley, son ley para s’ mismos. Romanos 2:14

Los paganos no tienen los Diez Mandamientos ... Ào s’?, Pablo dice que s’, al menos su esencia general. Lo mismo ocurre con el incrŽdulo en un campus universitario.

Mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acus‡ndoles o defendiŽndoles sus razonamientosÉ Romanos 2:15

Todos tienen conciencia, independientemente de las condiciones econ—micas, geogr‡ficas o sociales. La ley de Dios est‡ escrita en ella y la gente sabe que es responsable por eso.

Éen el d’a en que Dios juzgar‡ por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio. Romanos 2:16

Una forma de parafrasear el argumento de Pablo cuando hablamos con no creyentes, es decirles que la ley de Dios se ha escrito en todas partes, por lo que es imposible negarla. La escribi— en nuestras conciencias, en la raz—n y en el sentido comœn, en las leyes de las sociedades civilizadas, en la mayor’a de las filosof’as y religiones, en los Diez Mandamientos y finalmente en la vida perfecta de Jesucristo. No tenemos excusa para ignorarla.

Si la ley moral est‡ escrita en nuestra conciencia, entonces debe haber un dador de la ley. Adem‡s, esta ley moral, para tener significado, debe ser universal y absoluta. Por universal quiero decir comœn a toda la humanidad y absoluta en su aplicaci—n.

Si tratamos de negar la existencia de una ley moral absoluta y universal, entonces nos privamos del derecho de juzgar cualquier cosa, incluso a Dios por permitir injusticias. Dif’cilmente podemos categorizar algo como incorrecto si no existe alguna ley moral absoluta.

En su cl‡sico sobre el argumento moral, Mero cristianismo, C.S. Lewis[32] ilustr— esta naturaleza universal y absoluta de la conciencia. Se–al— que las naciones se pelean y a veces entran en guerra por cuestiones de justicia social. Incluso las sociedades ateas, como los comunistas, afirman que su sistema cumple mejor con los requisitos de la justicia social que otros.

Sin embargo, ninguno de ellas parece dispuesta a detenerse y preguntarse de d—nde obtuvieron el concepto de justicia en primer lugar. El argumento es siempre sobre el concepto de lo que es la verdadera justicia y c—mo debe aplicarse, no de si existe o no.

Peor aœn, tanto las naciones como los individuos critican a los dem‡s por hacer el mal y luego, hacen las mismas cosas que ellos mismos critican. Pablo nota,

Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quiŽn quiera que seas tœ que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tœ que juzgas haces lo mismo. Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es segœn verdad. Romanos 2:1,2

Parece que Dios juzga a las personas segœn el est‡ndar que ellos mismos establecen al condenar a los dem‡s. Esto muestra que reconocen la ley moral absoluta. Cuando hacen las mismas cosas, esto expone la hipocres’a. ÀResultado? ... no hay excusa, oh hombre ...

Estaba evangelizando a un hombre que afirmaba: "No hay justicia en el mundo de hoy". Le dije que podr’a estar de acuerdo con Žl en algunos aspectos, pero que la justicia debe existir en algœn lugar o sino, el concepto no estar’a en su mente. Eso lo dej— perplejo. ƒl no hab’a pensado en eso. Pude continuar con el evangelio.

No hace falta ser un fil—sofo profundo para darse cuenta de que, solo una fuente de ley moral, se ajusta a nuestra realidad, y esa fuente es Dios. Esto a su vez resalta su atributo de santidad.

Podemos preguntarle a una persona: "ÀHas obedecido las leyes escritas en tu conciencia?". Esta pregunta es un trampol’n para entrar en el evangelio del arrepentimiento hacia Dios y la fe en nuestro Se–or Jesucristo.

De este cap’tulo aprendemosÉ

á      La conciencia es la segunda evidencia principal de la existencia de Dios. Si hay una ley moral, hay un dador de la ley.

á      La ley moral de Dios est‡ escrita en todas partes, no solo en los Diez Mandamientos, para que nadie pueda escapar de ella o evitar la responsabilidad de no conocerla ni obedecerla.

á      La capacidad de hacer preguntas morales, incluso sobre Dios y la injusticia, muestra la ley moral escrita en nuestra conciencia. La pregunta en s’ misma confirma la conciencia.

á      La gente revela la existencia de la ley moral en su conciencia al juzgar a otras personas.

 


 

 

Cap’tulo 14: Evidencia y fe

No hechos versus fe.

En el pr—logo de un art’culo de la revista National Geographic sobre el cristianismo, el editor defini— la fe como "una creencia firme en algo para lo cual no hay pruebas".[33]

El editor, un hombre educado, simplemente estaba reflejando la ignorancia de la cultura en cuanto al significado de la fe. La definici—n que dio no es judeocristiana. De hecho, es bastante anticristiana.

La definici—n cristiana de fe es simplemente confianza, en el sentido de confiar que alguien cumplir‡ su promesa. Esto est‡ reflejado en Romanos 4:21 É plenamente convencido de que  era tambiŽn poderoso para hacer todo lo que hab’a prometido.

Si confiamos en que alguien cumplir‡ una promesa, presupone conocimiento y comprensi—n sobre la persona en quien confiamos. Ese conocimiento, asumiendo que estamos actuando con sensatez, se basa en hechos adquiridos a travŽs del conocimiento de esa persona. Nuestra fe, en ese sentido, est‡ basada en hechos.

Si usamos la palabra fe en nuestra evangelizaci—n, una simple frase ayudar’a a definir el tŽrmino, Òal decir fe, me refiero a que podemos confiar en que Dios cumplir‡ sus promesas. No me estoy refiriendo a una fe ciega.Ó

Hoy en d’a, toda nuestra cultura se basa en la dicotom’a que denominamos de fe versus evidencia. Esto significa que las personas de hoy ven la fe como una experiencia personal o una opini—n no racional desconectada de la evidencia. Ellos asumen que la fe y la evidencia son mutuamente excluyentes.

Cuando presentamos la evidencia de la existencia de Dios como lo hizo Pablo, con frecuencia no se computa porque, desde el punto de vista actual, es imposible que la fe tenga alguna conexi—n con la l—gica basada en hechos. Algunas personas muestran una incomodidad con esto porque golpea en el coraz—n de su visi—n secularista del mundo.

Recuerdo al difunto Dr. Francis Schaeffer discutiendo este punto en L'Abri a–os atr‡s, cuando un estudiante pregunt—: "ÀY si rechazan la evidencia?" Schaeffer respondi—: "De todos modos, denles la evidencia y deje que Dios lidie con esa persona.Ó

El Esp’ritu Santo puede romper estas barreras. Una de mis frases favoritas en la ense–anza a cristianos y no cristianos es: "Me apoyo en las evidencias.Ó Mencionamos la evidencia independientemente, dejando en claro que no tenemos perspectivas u opiniones personales cuando se trata de la verdad basada en hechos. Tenemos verdad, no perspectivas basadas en la evidencia.

Fe demostrable

Ciertos elementos de la doctrina cristiana tienen una fuerte evidencia hist—rica para su defensa, tal y como la resurrecci—n de Cristo, su vida y obras y la confiabilidad de las Escrituras. Debemos usarlos con discreci—n porque los hechos hist—ricos sobre estos puntos, no llevan a la gente a la convicci—n de pecado que los motive al arrepentimiento. Para defender la fe, necesitamos un conocimiento m’nimo de las evidencias, teniendo cuidado de no dejarnos engatusar en un laberinto que obstruya el arrepentimiento hacia Dios y la fe en nuestro Se–or Jesucristo.

De este cap’tulo aprendemosÉ

á      Hoy en d’a, muchos consideran que la fe est‡ separada de la evidencia y, por lo tanto, ven el evangelio como una cuesti—n de perspectiva personal.

á      Ayuda el expresar que tenemos evidencia para defender lo que creemos y las personas son responsables de responder a esa evidencia.

á      Aunque ciertas doctrinas cristianas tienen una fuerte evidencia hist—rica, debemos tener cuidado de exponer los hechos y luego volver al evangelio lo antes posible.

 

 

 


Cap’tulo 15: El porquŽ de la injusticia, parte uno

C. S. Lewis, probablemente el m‡s grande apologista cristiano del siglo XX, dijo que, mientras era ateo, "Mi argumento contra Dios era que el universo parec’a muy cruel e injusto. Pero, Àc—mo hab’a llegado a esta idea de justicia e injusticia? Un hombre no puede llamar torcida a una l’nea, a menos que tenga alguna idea de una l’nea recta. ÀCon quŽ estaba comparando este universo cuando lo llamŽ injusto?[34]

Esto lo llev— a reconsiderar su posici—n, lo que eventualmente lo condujo a Cristo. TambiŽn lo condujo a una de sus mejores obras, El problema del dolor[35],  en el que h‡bilmente destruye la objeci—n ate’sta a la existencia de Dios sobre la base de la injusticia en el mundo.[36]

Ir—nicamente, este es el argumento m‡s popular para el ate’smo, mientras que al mismo tiempo es el m‡s f‡cil de refutar. Existen m‡s formas de refutarlo que cualquier otro argumento en contra del cristianismo.

El argumento dice algo as’: si Dios existiera y fuera bueno, no permitir’a el mal en el mundo. Por lo tanto, Dios no existe.

La mayor’a de las veces, esto se plantea en forma de pregunta: "Si Dios es bueno, Àpor quŽ permite tanto mal en el mundo?".

Personas en dolor

La forma en que respondemos a la pregunta depende mucho de la persona que la formula. Podemos encontrarnos lidiando con una persona luchando con alguna enfermedad o sufriendo la pŽrdida de un ser querido. En ese caso, el enfoque es m‡s pastoral y puede requerir asesoramiento fuera de los l’mites de este libro en particular.

Especular sobre los porquŽs de eventos espec’ficos en la vida de las personas, nos convierte en jueces y Jesœs no nos llama a eso. No existe una conexi—n necesaria entre los pecados de un individuo y un evento desagradable en su vida. Puede ser as’, pero tal vez no, tal y como lo se–al— Jesœs en la curaci—n de un ciego en Juan cap’tulo nueve.[37]

A veces solo podemos decir: "No sŽ por quŽ sucedi— tal o cual cosa". Solo sŽ que Dios encajar‡ todas las piezas al final de los tiempos y borrar‡ las l‡grimas de su pueblo ".

Lo que sigue a continuaci—n es m‡s dirigido a las personas con dudas intelectuales acerca de Dios, porque el mal existe. El tono en el que respondemos, depende de nuestro discernimiento de la persona con la que estamos tratando.

 

Primera respuesta b’blica: Dios es paciente 

Tengo una respuesta inicial favorita para guiar una discusi—n sobre las leyes morales de Dios y c—mo el objetor mismo las est‡ rompiendo: "En tu opini—n, ÀquŽ les deben los reyes a los rebeldes?" Otra forma de decirlo es: "En tu opini—n, ÀNuestro gobierno le debe algo a los traidores?Ó.

Los reyes y los gobiernos no le deben sino justicia a los rebeldes y traidores. No se les debe beneficios en absoluto.

Entonces, si la humanidad se rebela contra Dios, podemos revertir la pregunta: "ÀPor quŽ no hemos sido destruidos de la faz del planeta?". Respuesta: Porque Dios es paciente.

ÀO menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te gu’a al arrepentimiento? Romanos 2:4

La Biblia expone un aspecto de la bondad de Dios que lo hace retrasar su juicio. Es la virtud de la paciencia. Su retraso en "hacer algo al respecto", es dar lugar al arrepentimiento.

Ir—nicamente, la respuesta de por quŽ un buen Dios permite que el mal continœe en el mundo, es precisamente porque es bueno. Podemos hacer que esto sea particular a cada persona se–alando que, la raz—n por la que Žl o ella todav’a est‡ vivo, es porque Dios pacientemente les est‡ dando la oportunidad de estar a cuentas con Žl.

John Gerstner en su folleto, El problema del placer[38], toma un enfoque diferente al de C.S. Lewis. ƒl pregunta: si la humanidad es tan corrupta como la Biblia dice que es, entonces Àpor quŽ tenemos tantas bendiciones? Puedo entender el infierno, dice. Es el cielo lo que no puedo entender.

La respuesta es la misma; Dios es bueno. Su bondad es un llamado al arrepentimiento.

El Ap—stol Pedro lo puso as’,

El Se–or no retarda su promesa, segœn algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento É Y tened entendido que la paciencia de nuestro Se–or es para salvaci—nÉ 2Pedro 3:9,15

Otro abordaje sobre el mismo punto es mostrar que, si Dios hiciera que todo salga bien para la humanidad pecaminosa e impenitente, ÀquŽ dir’a eso de su santidad? Ser’a una injusticia flagrante, porque har’a que todos supusieran que Dios esta complacido con la humanidad. Eso har’a de Dios el mayor enga–ador del universo.

La principal respuesta b’blica a la pregunta de por quŽ un buen Dios permite el mal en el mundo, es precisamente porque es bueno. Esa bondad se expresa en la virtud de la paciencia para poder otorgar a las personas la oportunidad de arrepentimiento hacia Dios y la fe en nuestro Se–or Jesucristo.

De este cap’tulo aprendemosÉ

á      La misma Biblia otorga respuestas adecuadas a la pregunta sobre por quŽ un buen Dios permite que el mal continœe en el mundo.

á      Dios permite que el mal continœe, precisamente porque es bueno. ƒl es paciente, dando a las personas la oportunidad de arrepentirse.

á      Debemos tener cuidado y evitar emitir juicios en casos de injusticias particulares porque podemos estar lidiando con personas lastimadas.


Cap’tulo 16: El porquŽ de la injusticia, parte dos  

É por cuanto ha establecido un d’a en el cual juzgar‡ al mundo con justicia, por aquel var—n a quien design—, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. Hechos 17:31

La segunda respuesta B’blica: El juicio final

Una respuesta al por quŽ Dios permite la injusticia, es que Dios tiene un calendario de citas. Una de las citas es para la humanidad en general, tal y como vimos en el vers’culo anterior.

Romanos cap’tulo dos, comienza con el concepto de juicio. Si va a haber un juicio final que encuadre todos los acontecimientos de injusticia en el mundo, entonces, ese hecho responde a la pregunta.

A pesar de que habr‡ un juicio final para la humanidad en general, cada individuo enfrentar‡ su propio juicio al morir.

É Y de la manera que est‡ establecido para los hombres que mueran una sola vez, y despuŽs de esto el juicio, É Hebreos 9:27

ÀY piensas esto, oh hombre, tœ que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tœ escapar‡s del juicio de Dios? Romanos 2:3

Desde el concepto de juicio final, podemos guiar a la persona a una discusi—n sobre su propia disposici—n para ser juzgado por Dios.

La tercera respuesta b’blica: Algo bueno puede resultar de lo malo

Un reparador de aire acondicionado estaba en mi departamento trabajando en una m‡quina averiada. Cuando intentŽ hablar con Žl sobre el Se–or, me mencion— sus experiencias de guerra en Vietnam y c—mo eso le hizo cuestionar la bondad y la existencia de Dios. ƒl me pregunt—: "ÀPor quŽ un buen Dios permite que sucedan cosas malas?".

Le preguntŽ si alguna vez hab’a visto algo bueno saliendo de un incidente malo. ƒl respondi—: "S’, el a–o pasado tuve un accidente automovil’stico con mi camioneta y fue destrozada. Estaba devastado porque era el veh’culo que necesitaba para mi trabajo. Cuando recib’ el cheque de la compa–’a de seguros, me sorprendi— ver que era mucho m‡s de lo que yo esperaba. Con eso, pude comprar una camioneta mejor que la anterior ".

Le preguntŽ, ÒÀAs’ que reconoces que es posible que algo bueno proceda de eventos malos?Ó ƒl estuvo de acuerdo.

Dije: "Entonces, Àno es posible que Dios pueda producir algo bueno de las cosas malas del mundo?"

El hombre se encontraba dubitativo, as’ que continuŽ, "Perm’tame explicarle acerca de una grave injusticia hecha a un buen hombre, que result— en bendiciones incre’bles para millones de personas". Luego hablŽ de Jesœs y de c—mo su sacrificio en la cruz, con todo lo injusto y horrible que fue, result— en una oferta de salvaci—n eterna para todos aquellos que pongan su confianza en Žl.

Luego le expliquŽ que Dios hab’a planeado todo eso. Que no fue un accidente. Y si podemos confiar en eso, entonces tal vez podamos confiar en que Žl lidiar‡ justamente con toda la injusticia al final de la historia.

Esto es precisamente lo que los ap—stoles estaban diciendo en su oraci—n,

É Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesœs, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo hab’an antes determinado que sucediera. Hechos 4:27,28

De este cap’tulo aprendemosÉ

á      La ignorancia o incredulidad con respecto a un juicio final, genera la pregunta: Àpor quŽ Dios permite la injusticia?

á      Al igual que con la crucifixi—n, Dios puede sacar cosas buenas de la injusticia. Esto tambiŽn ayuda a abordar la pregunta.


Parte 5: Cristo 

Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser ap—stol, apartado para el evangelio de Dios, 2 que Žl hab’a prometido antes por sus profetas en las Santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Se–or Jesucristo, que era del linaje de David segœn la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, segœn el Esp’ritu de Santidad, por la resurrecci—n de entre los muertosÉ
Romanos 1:1-4

 

 


 

Cap’tulo 17: Jesœs es Dios y ac‡ est‡ la prueba, parte uno

Éel evangelio de Dios, que Žl hab’a prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, É Romanos 1:2

Los primeros cuatro vers’culos de Romanos presentan evidencias de la deidad de Cristo: 

á      Profec’as cumplidas

á      Su poder para sanar

á      Su santidad

á      Su resurrecci—n

Estas evidencias sirven primeramente para confirmar la fe de los cristianos. Como apologŽtica, su significado es limitado. Para la mayor’a de los incrŽdulos, estas pruebas parecen remotas en tiempo y espacio, irrelevantes a su realidad y de dominio exclusivo de las personas religiosas.

Sin embargo, ocasionalmente alguien pregunta: "ÀC—mo sabes que Jesœs ten’a naturaleza divina?" O, "ÀC—mo sabes que Jesœs fue quien dijo que era?". Vale la pena tener en mente estas pruebas y aplicar una o m‡s de manera breve y sin mucha elaboraci—n antes de continuar con el evangelio.

Esto le recuerda al incrŽdulo que nuestra fe en Cristo es racional, basada en evidencias. Podemos decir eso con toda franqueza. Elaborar demasiado puede enredar la conversaci—n en medio de los detalles. Eso podr’a entorpecer nuestro camino hacia el mensaje de arrepentimiento hacia Dios y la fe en nuestro Se–or Jesucristo.

En la pr‡ctica, cuando una persona est‡ convencida de pecado, normalmente no recurrir‡ a tales preguntas.

Dado que se han escrito extensos volœmenes sobre cada una de estas tres evidencias, nos limitaremos a algunos de los puntos m‡s llamativos.

Profec’as cumplidas

Podemos tener en mente cuatro o cinco de las profec’as clave sobre Cristo en el Antiguo Testamento y mencionarlas en un par de oraciones. Simplemente explique que cientos de a–os antes de la venida de Cristo, ciertos eventos de su vida fueron predichos para probar su identidad como el Hijo de Dios, el Mes’as.

Por ejemplo: el lugar de su nacimiento, la manera de morir con manos y pies traspasados por clavos, su traici—n por 30 piezas de plata, el rechazo de parte de su pueblo, su entierro en la tumba de un hombre rico y su resurrecci—n. Todos estos sucesos y muchos m‡s, fueron eventos sobre los cuales Žl no pose’a control como un simple humano.

A continuaci—n, una lista de referencias a las profec’as mencionadas anteriormente

Lugar de nacimiento

(Circa 750 A.C.)

 Pero tœ, BelŽn Efrata, peque–a para estar entre las familias de Jud‡, de ti me saldr‡ el que ser‡ Se–or en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los d’as de la eternidad. Miqueas 5:2

Los jud’os eruditos del primer siglo no ten’an dudas sobre el lugar de nacimiento del Mes’as. En Mateo cap’tulo dos, cuando el Rey Herodes escucha de los sabios que el Mes’as hab’a nacido, pregunt— a los principales sacerdotes d—nde era ese lugar. Los sacerdotes citaron el vers’culo anterior.[39]

Forma de la muerte

(Circa 1100 A.C.) Salmos 22

Este Salmo, escrito por el Rey David, es denominado el Salmo de la Crucifixi—n porque describe los sufrimientos del Mes’as con notable detalle: Sus manos y pies est‡n perforados con clavos; sus huesos no se romper‡n, aunque esto generalmente se hac’a en las crucifixiones; los soldados echaron suertes por su vestimenta.

Traici—n por 30 piezas de plata

(Circa 500 A.C.)

É Y tomŽ las treinta piezas de plata, y las echŽ en la casa de Jehov‡ al Tesoro. Zacar’as 11:13

Judas tom— el dinero de la traici—n, lo arroj— al templo y luego se ahorc—. Los sacerdotes tomaron el dinero y compraron el campo de un alfarero para usarlo como cementerio. Mateo 27: 3-7

Rechazo de su propio pueblo

(Circa 700 A.C.)

Despreciado y desechado entre los hombres; var—n de dolores y experimentado en quebranto É Isa’as 53:3

Enterrado entre los ricos

(Circa 700 A.C.)

Y se dispuso con los imp’os su sepultura, m‡s con los ricos fue en su muerteÉ Isa’as 53:9

Resurrecci—n

(Circa 1100 A.C.)

ÉPorque no dejar‡s mi alma en el Seol, ni permitir‡s que tu santo vea corrupci—n. Salmos 16:10

Otras profec’as

Podemos mencionar que existen muchas m‡s profec’as de este tipo en las Escrituras y que un estudio honesto de ellas convencer’a a una persona, no solo acerca de Jesœs, sino tambiŽn sobre la veracidad de la palabra de Dios en general.

Isa’as 53 es muy œtil para jud’os o escŽpticos interesados en ver esto por s’ mismos en las Escrituras. Con los jud’os, nos gusta que lo lean ellos mismos, sin decirles que es una porci—n del Antiguo Testamento y preguntarles de quiŽn creen que est‡ hablando. Con frecuencia estar‡n de acuerdo en que se est‡ hablando de Jesœs. Les sorprende escuchar que es del profeta Isa’as en la Tor‡ (Antiguo Testamento), 700 a–os antes de Cristo.

Del Nuevo Testamento podemos mencionar que Jesœs mismo predijo que ser’a traicionado, asesinado y resucitado despuŽs de tres d’as. Nadie lo entendi— en ese momento, probablemente porque pensaban que estaba hablando en sentido figurado. (Marcos 9: 30-32)

De este cap’tulo aprendemosÉ

á      En Romanos uno encontramos tres pruebas de la deidad de Cristo: profec’as cumplidas, su santidad y su resurrecci—n de entre los muertos.

á      Generalmente, las personas no est‡n interesadas en pruebas acerca de la identidad de Cristo porque les parece una idea remota. Ocasionalmente, alguien preguntar‡ y por eso es importante para el cristiano tener algunas evidencias en mente. 

á      Las predicciones del Antiguo Testamento acerca de la venida del Mes’as jud’o son prueba suficiente de su deidad.

 


Cap’tulo 18: Jesœs es Dios y ac‡ est‡ la prueba, parte dos

Éy fue declarado Hijo de Dios con poder, segœn el esp’ritu de santidad por la resurrecci—n de entre los muertos, Jesucristo Se–or nuestro, É
Romanos 1:1-4

Su poder

Sin las incre’bles curaciones milagrosas realizadas por Jesœs, la gente no le habr’a prestado m‡s atenci—n que a cualquier otro maestro. Incluso sus enemigos m‡s vehementes reconoc’an su poder.

Los fariseos lo criticaban por realizar los milagros en el d’a Sab‡tico y ocasionalmente atribu’an sus obras a poderes demoniacos. Ellos nunca negaron la veracidad de esas curaciones.

Santidad

Si tuviera que plantearles la misma pregunta a mis hermanos que Jesœs le hizo a sus detractores en Juan 8:46, el resultado ser’a una carcajada que ir’a acompa–ada de un recuento de nuestras travesuras juveniles, de las cuales yo era el instigador.

La pregunta que Jesœs plante— era: "ÀAlguien me ha visto alguna vez cometer un pecado?" Respuesta: Nadie.

Imagine viajar a pie en compa–’a de un hombre durante tres a–os; caminando por los mismos senderos bajo el ardiente sol, comiendo la misma comida, durmiendo en el mismo suelo. DespuŽs de tres a–os con Jesœs, el ap—stol Juan concluy— que Jesœs solo pod’a ser Dios en la carne (Juan 1: 1-5).

Ninguna persona que me acompa–e en ese viaje, ni siquiera por tres d’as, podr’a llegar a la conclusi—n de que soy un ser divino.

La absoluta perfecci—n moral de Cristo en cada aspecto de su palabra y obra, desde el nacimiento hasta la muerte es una de las tres evidencias que Pablo presenta. En nuestro testimonio, podemos mencionar esto como una plataforma para preguntar al incrŽdulo: "ÀY tœ? ÀEres una buena persona?Ó Desde aqu’ podemos conducir al mensaje de arrepentimiento hacia Dios y la fe en nuestro Se–or Jesucristo.

Resurrecci—n

Un amigo que es un historiador calificado[40]  me dijo que el criterio para aceptar eventos como hechos, consiste en tres categor’as de evidencia: relatos de testigos oculares, documentaci—n escrita y descubrimientos arqueol—gicos. La resurrecci—n de Jesucristo cumple con los tres de estos criterios.

Testigos oculares

No solo los disc’pulos, sino que tambiŽn m‡s de 500 testigos presenciales testificaron de la resurrecci—n de Jesœs (1Corintios 15:16). Muchos de ellos murieron como m‡rtires en lugar de retractarse de lo que afirmaron haber visto.

Documentaci—n

Los cuatro evangelios relatan eventos que rodean la crucifixi—n y la resurrecci—n. Escritos por testigos oculares[41], estos documentos contienen elementos espec’ficos verificables; costumbres, ubicaciones y autoridades de gobierno son algunos datos para nombrar. Los evangelios se superponen, a veces incluyen u omiten detalles, junto con estilos muy diferentes que excluyen cualquier posibilidad razonable de colusi—n. La mœltiple documentaci—n de esta naturaleza constituye evidencia en cualquier terreno de estudio hist—rico, religioso u otro.

Evidencia Arqueol—gica

La tumba vac’a de Jesœs es visitada por miles de turistas cada a–o. Nunca se ha dado una explicaci—n adecuada para descifrar la desaparici—n del cuerpo. El entusiasmo de los disc’pulos sobre la resurrecci—n, especialmente considerando que no lo creyeron al principio, junto con el compromiso de sus vidas para testificar sobre lo que hab’an visto, da credibilidad al evento.

Filosof’a versus hechos

Estas evidencias establecen el hecho. Si un historiador rechaza la resurrecci—n de Jesucristo, la raz—n es filos—fica, no hist—rica. Si Žl supone que Dios no existe o que Dios no hace milagros, entonces l—gicamente se deduce que Jesœs no resucit— de los muertos.

Sin embargo, esa suposici—n es solo filos—fica y no tiene nada que ver con la evidencia. La presuposici—n misma puede ser una forma de suprimir la verdad.

Los historiadores que insisten en excluir lo milagroso de la consideraci—n de los acontecimientos hist—ricos tambiŽn deben excluir la creaci—n del universo como hist—rico. ÀFue eso un milagro?

Si Dios existe y cre— el universo, entonces Žl tambiŽn puede resucitar a los muertos. En este punto, la cuesti—n de la resurrecci—n se elimina del terreno de la filosof’a, la religi—n o la fe. Se convierte en una cuesti—n de investigaci—n hist—rica.

A los incrŽdulos que sugieren que nuestra creencia en la resurrecci—n es simplemente una cuesti—n de fe, me gusta decirles: "Me mantengo firme en la evidencia". Hago esto para mostrar que la fe y el hecho no son mutuamente opuestos, como se explica en el Cap’tulo 14. De todos modos, presentamos los hechos y procedemos al arrepentimiento hacia Dios y la fe en nuestro Se–or Jesucristo.

De este cap’tulo aprendemosÉ

á      La perfecta y santa vida de Cristo es prueba de su deidad.

á      El poder milagroso de Cristo para sanar es prueba de su deidad.

á      La resurrecci—n de Cristo de entre los muertos es prueba de su deidad. Las pruebas de la resurrecci—n consisten en:

o   Testigos oculares

o   Documentos hist—ricos escritos y cre’bles

o   Evidencia arqueol—gica: La tumba vac’a

á      Los que rechazan la resurrecci—n lo hacen por razones filos—ficas, sin tener en cuenta la evidencia.

 

 


Parte 6: Herramientas œtiles  

 

 


 

Cap’tulo 19: La efectividad de las Escrituras

Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz y m‡s cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el esp’ritu, las coyunturas y los tuŽtanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del coraz—n. Hebreos 4:12

Mientras charlaba con un hombre joven, y yo sosten’a mi Nuevo Testamento. El se–al— y pregunt— con desdŽn, "ÀBasas tus creencias en eso?"

ÀC—mo debemos responder en esos casos? Mi respuesta fue, ÒNo, yo baso mis creencias en todo.Ó ƒl me mir— contrariado y me pregunt—, ÒÀQuŽ quieres decir con eso?Ó

ContinuŽ: "La evidencia del cristianismo se encuentra en la creaci—n, la conciencia y otras fuentes. La Biblia simplemente refleja la realidad tal como es ". Mi intenci—n no era minimizar la importancia de las Escrituras sino poner en evidencia su estrategia para tratar de evadir la responsabilidad moral.

Los incrŽdulos frecuentemente suponen que basamos nuestra fe œnicamente en la Biblia. Nos hemos encontrado con personas que critican la Biblia incluso antes de mencionarla. Cuando un incrŽdulo lo hace, es normalmente con la intenci—n antag—nica de evadir la responsabilidad y la obediencia a Dios que la Biblia exige.

Una forma de responder es ignorando la cr’tica y yendo directamente a la ley moral. "ÀCrees que los Diez Mandamientos son buenos o malos?" Luego proceda con el enfoque mencionado en el Cap’tulo 21.

Aunque existen suficientes pruebas objetivas para demostrar la inspiraci—n divina de la Biblia, disputar sobre esto con los incrŽdulos no es muy efectivo. Convencerlos de la autoridad de la Escritura no los motiva a someterse a su mensaje.

òselo de todos modos

Dios usa su Palabra independientemente de lo que alguien piense de ella. Por lo tanto, œsela. Parafrasear es suficientemente bueno. La persona no necesita saber que est‡ hablando de la Escritura. La verdad de la que se habla puede ser una bomba de tiempo que Dios use m‡s tarde para llevar al oyente a Cristo.

Evidencias

De vez en cuando, algœn incrŽdulo podr’a preguntar acerca de la autoridad de las Escrituras con un interŽs honesto. En la mayor’a de los casos, basta con compartir una breve evidencia o dos, y luego hablar a su conciencia con el tipo de problemas morales que la Biblia presenta, a fin de traer convicci—n de pecado. Aqu’ hay un par de evidencias que podemos usar:

Perfecci—n milagrosa

La Biblia fue escrita durante un per’odo de 1600 a–os por unos 35 escritores de diferentes idiomas, costumbres, ocupaciones y ubicaciones geogr‡ficas. La mayor’a de los escritores vivieron con cientos de a–os de separaci—n, lo que hizo que la colaboraci—n fuera imposible. Sin embargo, el resultado final es un detallado sistema auto consistente de teolog’a con un mensaje de salvaci—n que normalmente ser’a inesperado. Esto es inexplicable sin intervenci—n divina.

Profec’a

Podemos usar las profec’as acerca de Cristo mencionadas en el Cap’tulo 17 de este libro para una doble tarea. Ellas prueban la inspiraci—n de las Escrituras y tambiŽn llevan directamente a una discusi—n sobre la persona de Cristo.

En una conversaci—n m‡s prolongada, podr’amos mencionar el destino de las naciones e imperios predicho a lo largo de la Biblia, tal y como los cuatro imperios en Daniel o las naciones que rodean a Israel en Sofon’as y otras profec’as.

El mismo Pablo ten’a una gran confianza en la autoridad de las Escrituras cuando dijo que el evangelio es el poder de Dios para la salvaci—n. (Romanos 1:16)

De este cap’tulo aprendemosÉ

á      Los incrŽdulos podr’an desafiar la autoridad de la Biblia solo para evitar su mensaje de convicci—n de pecado. En ese caso, podemos ir directamente a los asuntos morales para atacar a la conciencia.

á      Debemos usar la palabra de Dios sin importar si los oyentes aceptan su autoridad o no, porque Dios puede usarla m‡s tarde para impactarlos.

á      A veces las personas preguntan acerca de la autoridad de las Escrituras con una indagaci—n intelectualmente honesta. En tales casos, podemos mencionar un par de evidencias y luego pasar a las cuestiones morales.

á      Las evidencias que son buenas para usar son, la perfecci—n de la Biblia y las profec’as de Cristo. Esto conduce al evangelio propiamente dicho.


Cap’tulo 20: Armadura peque–a, apologŽtica para ni–os

Ésino santificad a Dios el Se–or en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande raz—n de la esperanza que hay en vosotros,É 1Pedro 3:15

La sociedad le est‡ lavando el cerebro a nuestros hijos en presupuestos relativistas y anticristianos. Desde la escuela, la televisi—n, la literatura y los amigos, est‡n escuchando que la verdad es relativa al individuo, que la creencia en Dios no es racional, la moralidad es una cuesti—n de gusto personal y no importa lo que creamos mientras creamos en algo.

Disparates como estos se convertir‡n en parte de la estructura misma del ser del ni–o si no se refutan con anterioridad.

La mayor’a de los catecismos se escribieron antes de que el relativismo se convirtiera en la religi—n pol’ticamente correcta de la cultura. Nuestros hijos necesitan que se les ense–e a contrarrestar estas formas de pensamiento imp’o con presupuestos racionales y b’blicos.

A continuaci—n, se presentan ejemplos de preguntas basadas en los cap’tulos uno y dos de Romanos. Los ni–os peque–os pueden aprender estas defensas b’blicas.

PREGUNTA 1: ÀCu‡les son las tres formas en que sabemos que Dios existe?

      RESPUESTA:     Creaci—n, conciencia y Cristo.

PREGUNTA 2: ÀC—mo nos muestra la creaci—n que Dios existe?

      RESPUESTA: Si hay creaci—n, entonces tiene que haber un Creador.

PREGUNTA 3: ÀQuŽ es una conciencia?

      RESPUESTA: Conciencia es nuestra mente diciŽndonos lo que es bueno y lo que es malo.

PREGUNTA 4: ÀPor quŽ nuestra conciencia prueba que hay un Dios?

      RESPUESTA: Si conocemos la ley moral, lo correcto y lo incorrecto, entonces tiene que haber un dador de esa ley moral.

PREGUNTA 5: ÀQuŽ queremos decir cuando decimos que Cristo es una prueba de que Dios existe?

      RESPUESTA: Sus milagros, su perfecta santidad y la resurrecci—n de entre los muertos son una muestra de que Dios existe.

PREGUNTA 6: ÀEst‡ claro para todos que Dios existe?

RESPUESTA: S’. Est‡ muy claro para todos.

PREGUNTA 7: ÀPor quŽ decimos que est‡ claro para todos?

      RESPUESTA: Porque todos son parte de la creaci—n y todos tienen una conciencia. As’ que todos pueden ver las pruebas.

PREGUNTA 8: ÀPor quŽ algunas personas dicen que la existencia de Dios no es clara?

RESPUESTA: Porque no quieren que Dios los gobierne.

PREGUNTA 9: ÀPor quŽ algunas personas no quieren que Dios las gobierne?

      RESPUESTA: Porque aman sus pecados.

PREGUNTA 10: ÀQuŽ queremos decir cuando decimos que algo es cierto?

      RESPUESTA: Queremos decir que realmente existe.

PREGUNTA 11: ÀPuede la verdad ser solo una cuesti—n de opini—n?

      RESPUESTA: No. Algo es verdadero sin importar lo que la gente piense.

PREGUNTA 12: ÀQuŽ queremos decir cuando decimos "tener fe en Dios"?

      RESPUESTA: Queremos decir que confiamos en sus promesas.

 


Cap’tulo 21: Programa de evangelismo: Los pasos del maestro

Un muchacho repartidor se sent— a mi lado en un banco en MŽxico, esperando que abriera la oficina de una aerol’nea. Su nombre era JosŽ y Žl estaba all’ para dejar un paquete.

DespuŽs de unos minutos de conversaci—n y de mencionarle que yo era misionero, lo enganchŽ con una pregunta para poder hablarle del Se–or: "JosŽ, Àte consideras una buena persona?".

"S’", respondi—. "No soy perfecto, pero en general creo que s’ lo soy". Luego expres— algunos detalles sobre su buen car‡cter; buen chico, no le hace da–o a nadie, etc. 

"ÀRecuerdas haber escuchado acerca de los 10 Mandamientos?", le preguntŽ.

"Recuerdo algunos de ellos desde el catecismo".

"Veamos c—mo te est‡ yendo como una buena persona en relaci—n con los 10 mandamientos. ÀAlguna vez has mentido?

El medit— unos segundos y luego dijo: ÒS’, lo he hecho.Ó

"El dŽcimo mandamiento dice: 'No dar‡s falso testimonio contra tu pr—jimo', que es una forma de mentir. ÀHas mentido?Ó  ƒl respondi—, "s’ ". 

"ÀQuŽ hay de tomar el nombre de Dios en vano, es decir, usar su nombre con malas palabras, por ejemplo? ÀAlguna vez has hecho eso?" 

ÒBueno, s’. De vez en cuando.Ó

"Eso se llama blasfemia. Quebranta el tercer mandamiento ".

ContinuŽ, "El octavo mandamiento dice 'No robar‡s.' Supongo que no has robado un banco o nada por el estilo porque sino estar’as en la c‡rcel. ÀQuŽ hay de las cosas peque–as?

Pens— un poco y mencion— un par de veces que hab’a robado algunas cosas de poco valor.

Conclu’: "Entonces, Àpor quŽ una persona que ha mentido, blasfemado y robado se considera una buena persona?"

JosŽ guard— silencio durante aproximadamente medio minuto y luego dijo: "Me quedo mudo". Luego le preguntŽ: "Si estuvieras frente a Dios esta noche, Àc—mo te presentar’as? ÀComo culpable o inocente?

ƒl estuvo de acuerdo con que culpable era la respuesta correcta. Luego preguntŽ: "ÀSabes lo que Dios ha hecho por ti para que no tengas que sufrir su juicio?"

Luego le expliquŽ el sacrificio de Cristo en la cruz. JosŽ escuch— atentamente y expres— que algunos amigos cristianos le hab’an estado hablando sobre las mismas cosas, pero que les hab’a prestado poca atenci—n. Con una actitud y tono de seriedad, dijo que iba a hablar m‡s con sus amigos sobre esto e ir a las reuniones de j—venes a las que lo hab’an invitado.

El enfoque que utilicŽ hizo que JosŽ reconsiderara que ten’a una necesidad que no hab’a percibido antes. Nunca volv’ a ver a JosŽ, pero estaba claro que el evangelio hab’a comenzado su trabajo.

Esta t‡ctica es el mŽtodo utilizado en el programa Los pasos del maestro con el evangelista Ray Comfort. El enfoque es b’blico porque ataca lo que yo denomino: la ilusi—n del tipo bueno.

La mayor’a de la gente se ve a s’ misma como buena, con algunas fallas excusables. Este es uno de los enga–os favoritos de Satan‡s y contradice lo que Dios dice acerca de la humanidad en el Cap’tulo 3 de Romanos.

En relaci—n con los est‡ndares de la sociedad, la mayor’a de la gente puede considerar que es lo suficientemente buena como para ir al cielo. En relaci—n con los est‡ndares de Dios, todos est‡n perdidos y se dirigen al infierno, sin nada acerca de ellos que Dios acepte como justo.

Hasta que el enga–o del tipo bueno se destruya, el incrŽdulo no sentir‡ la necesidad de un Salvador. El prop—sito de la Ley, como los 10 mandamientos, es hacer estallar ese enga–o, exponer el pecado y revelar su necesidad.

Ray Comfort resalta de una manera magn’fica la manera en la que Dios otorga la Ley como un dispositivo que prepara a las personas para ser evangelizadas.

Recomendamos encarecidamente al lector examinar detenidamente el programa Los pasos del maestro. No es el œnico enfoque de buen evangelismo, pero nos parece uno de los m‡s f‡ciles de usar.

Todas las evidencias de la fe cristiana en este libro pueden usarse no solo para eliminar los escombros del camino, sino tambiŽn como una plataforma para la pregunta: "Àte consideras una buena persona?"

Otra gentil aproximaci—n

Otro de nuestros acercamientos favoritos va de la mano con la pregunta: "ÀC—mo podemos orar por usted?" Podemos preguntar esto despuŽs de haber compartido el evangelio y despuŽs de que la discusi—n estŽ llegando a su fin. Esto muestra nuestra preocupaci—n por sus necesidades como personas y proporciona un cierre positivo a la conversaci—n. La mayor’a de la gente acepta esta oferta con gracia y, por lo general, con gratitud.

 

 


 

De este libro aprendemosÉ   

Creer en Dios no es un asunto de fe ciega. Es un asunto de integridad moral e intelectual. Las evidencias para la existencia de Dios y sus atributos, como su eterno poder y su deidad, son claramente reveladas en las cosas creadas para que ningœn ser humano cuerdo tenga una excusa para la incredulidad. 

Adem‡s de la creaci—n, est‡ la evidencia de la conciencia, la cual tiene a la moralidad escrita en s’ misma. Estas leyes son universales, mostrando la existencia de un dador universal de la ley quien solamente puede ser el Dios revelado en la creaci—n.

Estas dos evidencias, creaci—n y conciencia, constituyen la revelaci—n general dada a todos. Por lo tanto, la humanidad es culpable moralmente por su incredulidad, as’ como por su inexcusable incredulidad intelectual.

La persona de Jesucristo, como Dios encarnado, se suma a las evidencias previamente mencionadas, por su demostraci—n de control sobre la naturaleza y su perfecta santidad. Cristo es la tercera prueba de la existencia de Dios y su car‡cter.

La corrupci—n de la humanidad la ha llevado a suprimir estas evidencias para mantener su autonom’a pecaminosa. Los instrumentos principales para dicha supresi—n son la filosof’a y la idolatr’a.  

Estas evidencias no son relativas a ningœn individuo en particular, sino que son absolutas, universales y eternas. Todo ser humano rendir‡ cuentas delante de Dios por la forma en la que responda a ellas.

El termino fe, en vista de la evidencia, significa ÒconfiarÓ y no significa creer sin pruebas. Saber que Dios existe, no est‡ necesariamente acompa–ado de confiar en Žl.

Estas evidencias solas son insuficientes para guiar a las personas al arrepentimiento. El mensaje del evangelio es necesario para quebrantar la corrupci—n interna de la naturaleza humana y guiar al arrepentimiento, confianza en Cristo y a recibir la misericordia de Dios. 

Los cristianos deben mantener una actitud de compasi—n hacia otros cuando presenta el evangelio, sabiendo que ellos mismos estuvieron una vez deliberadamente en la misma condici—n de ceguera y perdici—n.  

 

ÁTœ puedes!    

Énuestra competencia proviene de Dios. 2Corintios 3:5

Pocos de nosotros somos apologistas entrenados, llamados a debatir con profesores universitarios. Todos nosotros, en el contexto de nuestro mundo personal, hemos sido llamados a estar preparados para responder a todo el que les pida raz—n de la esperanza que hay en ustedes. 1Pedro 3:15 (NVI)

Necesitamos conocer las respuestas, aunque sabemos que solamente las respuestas no son capaces de persuadir a las personas. Solo el Esp’ritu vivifica. 2Corintios 3:6

Sin importar cuan efectiva sea nuestro apologŽtica, la mayor’a de las personas la ignorar‡ para mantenerse en su autonom’a pecaminosa, excepto para cuantos el Se–or nuestro Dios llamare. Hechos 2:39

Esa fue la experiencia de Pablo en Atenas. La mayor’a rechaz— su perfecto argumento y algunos incluso se burlaron de Žl. Sin embargo, unos pocos, creyeron y fueron salvos.

Ese es el ministerio cristiano normal. Sino que lo necio del mundo escogi— Dios, para avergonzar a los sabios (1Corintios 1:27) Sus escogidos est‡n all‡ afuera. El quiere usarte para encontrarlos. As’ que toma lo que tengas y sal a buscarlos.  

 


Bibliograf’a

Collins, Francis. El lenguaje de Dios. Sim—n y Schuster: New York, NY, 2008.

Muestra c—mo el ADN es realmente un lenguaje impuesto a los qu’micos que resulta en estructuras vivas. Collins abandon— su ate’smo al darse cuenta de esto. Algo tŽcnico, pero comprensible para los legos. Buen testimonio personal al final.

Flew, Anthony. Hay un dios. HarperOne: San Francisco, CA, 2008.

Explica por quŽ Flew abandon— el ate’smo despuŽs de cincuenta a–os como presidente de la Sociedad Brit‡nica de Ate’smo. Muy filos—fico y dif’cil para quienes no est‡n familiarizados con el discurso complejo.

Gerstner, John. El problema del placer: Por quŽ cosas buenas les suceden a gente mala. Soli Deo Gloria Publicistas: Morgan, PA, 2002.

Un peque–o folleto que toma el enfoque opuesto al de la mayor’a de los estudios sobre el problema de la injusticia, al preguntarse por quŽ existe tanto bien en el mundo.

Lewis, C.S. Mero cristianismo. HarperOne: San Francisco, CA, 1980.

Basado en el argumento moral, Lewis intent— que este libro fuera evangel’stico. Bueno para compartir con los inteligentes escŽpticos.

Lewis, C.S. El problema del dolor. Harper Collins: New York, NY, 1996

Posiblemente la mejor refutaci—n jam‡s escrita objetando el argumento ate’sta basado en la existencia del mal. Bueno para darlo a los inteligentes escŽpticos.

McDowell, Josh. Evidencia que demanda un veredicto. Thomas Nelson Publicistas: Nashville, TN, 2017.

Un cl‡sico sobre las evidencias de Cristo como hijo de Dios. De intenci—n evangel’stica.

Ross, Hugh. Creaci—n y tiempo. Navpress: Colorado Springs, CO, 1994.

El astr—nomo Ross explica que la existencia de Dios desde el concepto de tiempo al mostrar una dimensi—n eterna que debe existir como la fuente del tiempo. Esto apoya el concepto de Dios como habitar la eternidad.

Ross, Hugh. El creador y el cosmos. Navpress: Colorado Springs, CO, 1993.

Explica por quŽ el Big Bang (la Gran Explosi—n) es una fuerte inferencia para la existencia de Dios.

Sproul, Gerstner y Linsley. ApologŽtica cl‡sica. Zondervan: Grand Rapids, MI, 1984.

La mejor defensa jam‡s escrita para los Cinco Caminos de Aquino. Altamente filos—fico y dif’cil, pero una excelente referencia para aquellos que desean profundizar en la apologŽtica. Termina con una refutaci—n de la apologŽtica presuposicional.

Barrow, John; Tipler, Frank. El principio cosmol—gico antr—pico. Prensa de la Universidad de Oxford: New York, NY, 1986.

Tratado cient’fico altamente tŽcnico que sugiere que el universo parece dise–ado para adaptarse a la vida de nuestro tipo.

 

 

 

 


Notas finales  

 



[1] El tŽrmino apologŽtica viene del Griego apolog’a, que significa la defensa de un punto de vista.

[2] Esta ilustraci—n no es original. Viene del evangelista Ray Comfort, el autor de  El camino del Maestro  programa de evangelismo.

[3] Hechos 20:21

[4] Tocamos este punto en el cap’tulo 13.

[5] Todas las citas de las Escrituras son de la Versi—n Est‡ndar InglŽs, excepto cuando se indique lo contrario.

[6] El retiro en Suiza donde Schaeffer recibi— intelectuales de todo el mundo.

[7] Por ejemplo, los astr—nomos han descubierto la existencia de planetas alrededor de estrellas distantes, aunque todav’a no hay un telescopio lo suficientemente fuerte como para ver uno. ÀC—mo lo hicieron? Al medir las perturbaciones de la estrella, movimientos leves causados por la fuerza gravitacional de un objeto en —rbita alrededor de ella. Los astr—nomos no solo infieren la existencia del planeta, ellos deducen masa, velocidad de rotaci—n, distancia de la estrella y si la misma tiene otros planetas. Esa es la naturaleza de las inferencias cient’ficas. Aunque los planetas aœn no son visibles para nosotros, los cient’ficos consideran que su existencia es un hecho establecido porque nada m‡s puede explicarlo.

[8] La otra filosof’a que Žl mencion— fue el existencialismo, en la cual dicho profesor asevera que todo cambia y que por lo tanto nada es eternamente verdadero o v‡lido. Yo discrepo de esa perspectiva basado en la pregunta: ÒÀCu‡ndo van a cambiar de parecer los existencialistas?Ó

[9] Recuerdo haber o’do que incluso algunos fil—sofos anticristianos, como George Bernard Shaw, han admitido que el cristianismo es l—gicamente auto consistente dadas las premisas en que se basa.

[10] Evolucionan muy lentamente como para observarlo directamente. Su desarrollo es observable por inferencias. 

[11] TomŽ una clase de Cosmolog’a en la Universidad para cumplir con el requerimiento de ciencia para mi t’tulo de profesor. Cosmolog’a es el estudio del universo y naturalmente estudiamos el Big Bang, la expansi—n del universo data de hace 14 billones de a–os. Un estudiante pregunt—, ÒÀAcaso la aparici—n del universo de aparentemente nada no indica la existencia de Dios?Ó El profesor respondi—, ÒEsa es una inferencia valida pero no es cient’ficamente comprobable. Yo personalmente soy agn—stico.Ó PensŽ en eso m‡s tarde y encontrŽ una contradicci—n en el agnosticismo del profesor. El afirma la veracidad del Big Bang (Gran Explosi—n) en base a datos inferenciales. Entonces, Àpor quŽ el Big Bang no es suficiente inferencia para la existencia de Dios como una certeza? El astr—nomo Hugh Ross afirma que es suficiente y describe esto en su libro El creador y el cosmos.

[12] En un curso de la Universidad, un profesor comento, ÒdespuŽs de todo, todo es relativo.Ó LevantŽ mi mano y preguntŽ, ÒÀEs esa una verdad absoluta o es solamente relativa a usted?Ó El profesor entendi— mi punto inmediatamente y retrocedi— en su punto diciendo, Òbueno, algunas cosas son absolutas, pero otras no lo son.Ó Esto es en s’ mismo contradictorio porque asume que un criterio absoluto puede existir para determinar la diferencia entre verdad absoluta y relativa. 

[13] Recuerdo en un curso de filosof’a que el profesor dijo que ningœn filosofo ha encontrado todav’a la manera de reconciliar el relativismo con el te’smo. Aunque muchos relativistas creen en Dios, lo hacen inconsistentemente.

[14] Formulado por primera vez por el fil—sofo griego Parmenides en el siglo sexto A.C. y posteriormente traducido al latino por estudiosos Romanos.

[15] Si preguntamos porque es inamovible, entramos en la falacia de regresi—n infinita. Si Dios fuera movibles o cambiara, Ànos preguntar’amos quien lo movi—? Sin importar cuan larga la cadena de causas es, seguimos con el problema de que al comienzo de la l’nea de causas debe existir algo inamovible que inicia todo.

[16] Algunas veces llamado Argumento Cosmol—gico. Yo evito ese tŽrmino porque confunde a las personas a pensar que nos enfocamos en la astronom’a como un argumento y ese no es el caso.

[17] Flew, Anthony. There Is a God. HarperOne: San Francisco, CA, 2008

[18] Un buen resumen del punto de vista de Aquino es su Summa de Summa, una sinopsis de su monumental Summa Teol—gica. Es un libro de 35 p‡ginas.  El titulo latino significa Resumen de los Resœmenes.  Su enfoque de la idea de la causa inm—vil es excelente.

[19] El nombre de la colega es Wikramasinghe, una matem‡tica inglesa nacida en Sri Lanka.  https://www.buckingham.ac.uk/directory/professor-chandra-wickramasinghe/

[20] Esto no tiene la intenci—n de aprobar la teolog’a de la evoluci—n actual de Collin. Est‡ ah’ para ilustrar que algunas profesiones en la rama de la ciencia no est‡n dispuestas a declararse ateos debido a los problemas de complejidad, aunque algunos escogen mantenerse neutrales bajo el termino agn—stico.

[21] Barrow, John; Tipler, Frank. EL PRINCIPIO COSMOLOGICO ANTROPICO. Oxford University Press: Nueva York, NY, 1986.

[22] Barrow, John; Tipler, Frank. EL PRINCIPIO COSMOLOGICO ANTROPICO. Oxford University Press: Nueva York, NY, 1986.

[23] Una clase en Youtube (En Ingles)): https://www.youtube.com/watch?v=xx0PRWbNc2U  

[24] Un ejemplo de esto es el venerado Arist—teles. El dedujo la creaci—n y ciertos atributos de Dios con precisi—n y lo llam— causa inicial.  Una buena explicaci—n (en inglŽs) puede ser encontrada en  http://www.logicmuseum.com/ontological/aristotleontological.htm 

[25] Louw and Nida. Greek Lexicon, number 32.60, Sociedades B’blicas Unidas, New York, NY. 1988.

[26] Louw and Nida, Greek Lexicon, number 31.12

[27] Louw and Nida, Greek Lexicon, number 12.43

[28] El tŽrmino doblepensar fue inventado por George Orwell en su libro de ciencia ficci—n NINETEEN Eighty-Four, publicado en 1949.

[29] Probablemente Epimenedes de Creta, alrededor del 600 A.C. Posiblemente el poeta al cual Pablo cito diciendo Òlos cretenses son siempre mentirosos.Ó (Tito 1:12)

[30] Tomado del poema de Arasto Phainomena – ÒApariciones,Ó 240 B.C.

[31] Se–alar los horrores que han cometido ciertas religiones es leg’timo. Se–alar las atrocidades cometidas por los movimientos ateos como el comunismo, es tambiŽn leg’timo. Los ateos pasan por alto el ultimo.

[32] Lewis, C.S. Mero cristianismo. Cap’tulo Uno: San Francisco, CA, 1980

[33] National Geographic. Chris Johns, nota del Editor, primera p‡gina, ÒUn asunto de Fe.Ó Marzo, 2017

[34] Lewis, C.S. Mero cristianismo, fin del cap’tulo uno

[35] Lewis, C.S. El problema del dolor Harper Collins: New York, NY, 1996

[36] El tŽrmino teol—gico para el problema de la injusticia en el mundo es teodicea, a partir de dos palabras griegas, theos - "Dios" y dikaios - "solo; justo."

[37] Los disc’pulos asumieron que el hombre estaba ciego por su propio pecado o el de sus padres. Jesœs aclar— que este no era el caso. Dios ten’a un plan para su propia gloria. Con este incidente, Jesœs mitig— nuestro derecho a suponer que la gente sufre cosas malas porque son malas. Eso podr’a ser cierto en algunos casos, pero no era cierto en este hombre ciego ni era cierto en el caso de Job en el Antiguo Testamento.

[38] Gerstner, John. El problema del placer: por quŽ les pasa cosas buenas a los malos Soli Deo Gloria Publicista: Morgan, PA, 2002.

[39] Es significativo que los rabinos de hoy sean ambiguos en cuanto a d—nde debe nacer el Mes’as. ÀEs esto una supresi—n de la verdad?

[40] El Dr. Michael Woodham obtuvo su doctorado de la Universidad de Alabama en 1966. Actualmente es director del Ministerio Alive Again en Miami, Florida.

[41] Excepto por Lucas y Marcos que entrevistieron a testigos oculares.