¿Quién es el Espíritu Santo?
Fe, fobias y fantasías
por
Roger Smalling, M.Div
El Dr. Roger Smalling y su esposa Diana son misioneros en América Latina con la Iglesia Presbiteriana en América, una rama teológicamente conservadora del movimiento reformado. Se dedican a capacitar a cristianos latinoamericanos en principios de liderazgo bíblico y teología sólida.
Roger enseña extensamente por toda América Latina a través de Zoom como profesor del Seminario Internacional de Miami.
Guías de estudio, ensayos y cursos escritos por los Smallings están disponibles en su sitio web tanto en español como en inglés en:
PARTE UNO: IDENTIDAD DEL ESPIRITU SANTO
Capítulo 1: El lugar del Espíritu Santo en la Trinidad
Capítulo 2: Errores comunes sobre la Trinidad
Capítulo 3: La esencia del Espíritu Santo
Capítulo 4: La persona del Espíritu Santo
Capítulo 5: Relaciones del Espíritu Santo
Capítulo 6: Ministerios del Espíritu Santo
SEGUNDA PARTE: LLENURA Y PODER
Capítulo 7: Bautismo en el Espíritu Santo, perspectiva reformada
Capítulo 8: Bautismo en el Espíritu Santo, perspectiva pentecostal
Capitulo 9: ¿Qué es la blasfemia contra el Espíritu Santo?
Capítulo 10: ¿Existen hoy en día los dones milagrosos?
Capítulo 11: Cesacionismo examinado
Capítulo 12: Profecía – ¿Lícita o no?
Capítulo 13: La sanidad – ¿Lícita o no?
Capítulo 14: La sanidad, una perspectiva moderada
Capítulo 15: Lenguas - ¿Legítimas o no?
Capítulo 16: Cómo evaluar los dones
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén. 2 Corintios 13:14 [1]
Si tenemos comunión con el Espíritu Santo, cuanto más lo comprendamos, mejor será dicha comunión. Un estudio de la persona, la presencia y el poder del Espíritu Santo nos ayudará a ello.
Hoy en día existe más controversia sobre el Espíritu Santo que en cualquier otro período de la historia de la Iglesia. ¿Cómo respondemos a las preguntas que inevitablemente surgen?
Un estudio de todo lo relacionado con el Espíritu Santo ocuparía volúmenes. Como ministro enfocado en América Latina, enfatizaré temas relevantes para ese contexto.
La segunda parte aborda temas candentes. Con la aparición de los movimientos pentecostales y carismáticos, los debates sobre la actuación del Espíritu Santo y los dones espirituales han cobrado importancia.
Examinaremos tres de los dones más controvertidos: la profecía, la sanidad y el hablar en lenguas. El autor mantiene una perspectiva moderada: los dones espirituales existen hoy en día, pero no necesariamente con la misma frecuencia o propósitos que en la era apostólica.
Aunque esta parcialidad es evidente, el autor intenta presentar otras perspectivas expresadas por sus proponentes. Los alumnos son libres de disentir sin que ello afecte a su calificación.
Ciertos temas bíblicos importantes carecen de un discurso directo en las Escrituras, como la Trinidad o incluso algunos datos sobre la deidad de Cristo. Inferimos la verdad a partir de indicios en discusiones sobre otros temas. A esto se le llama «lógica inferencial», es decir, sacamos conclusiones reuniendo datos sobre el tema. Si las pruebas son suficientes, consideramos la conclusión tan válida como si estuviera expresada en lenguaje directo.
Lo mismo ocurre con la pneumatología. Reunimos datos sobre el Espíritu Santo a partir de las cosas que hace con las personas en la Biblia, junto con comentarios de los apóstoles sobre él en el contexto del bienestar espiritual de los creyentes y el crecimiento de la Iglesia.
El Espíritu Santo es un ser consciente, que piensa, habla, guía, conduce, reprende e inspira.
Para comprender la Trinidad, Dios Padre quiere que pensemos en ciertos términos que llamamos atributos. Por ejemplo, el Padre y el Hijo son tan santos como el Espíritu Santo. Estas designaciones nos ayudan a comprender la actividad de Dios en su plan de salvación. Dios Padre gobierna, el Hijo compra nuestra salvación y el Espíritu Santo la aplica.
En la creación, el Padre es el arquitecto, el Hijo es el constructor y el Espíritu Santo le infunde vida. Sin embargo, en la Escritura vemos una constante superposición de atributos y actividades. El Espíritu Santo no es una fuerza mística sin inteligencia como enseñan algunos.
La Trinidad ontológica trata sobre cómo los miembros se relacionan entre sí. También trata de la esencia, la autoridad y los atributos. El término proviene del griego ontos, «ser». ¿Qué son los miembros de la Trinidad en su «ser»? ¿Tienen la misma esencia? ¿Tienen la misma autoridad?
Las sectas falsas se identifican rápidamente por las preguntas anteriores. Por ejemplo, los Testigos de Jehová afirman que el Espíritu Santo es una fuerza mística e impersonal que emana del Padre. Esto es una negación de su naturaleza eterna, así como de su igualdad en autoridad con el Padre.
El enfoque ontológico también hace hincapié en la unicidad de Dios. Hay un Dios, no tres. Esto puede parecer contraintuitivo, pero es matemáticamente sólido. Por ejemplo, 1x1x1=1. No importa cuántas veces se multiplique el número uno por sí mismo, la respuesta es siempre uno. Por lo tanto, la idea de tres en uno y uno en tres, sin que cada uno sea un tercio del todo, es lógicamente sólida.
Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Deut. 6:4
La Trinidad económica trata de cómo los miembros se relacionan con nosotros, especialmente en lo que se refiere a la salvación de los elegidos. El Padre envía al Hijo a pagar el precio de la salvación, y el Espíritu Santo lo aplica al creyente. Estos papeles son distintos, aunque se solapan, de modo que por su propia naturaleza requieren una jerarquía de autoridad.
Iguales en autoridad: El Hijo y el Espíritu Santo están subordinados al Padre en cuanto a sus funciones. Esto se refiere solo a sus funciones, no a sus personas. Juan 5:18; Filipenses 2:6
El Hijo es engendrado eternamente por el Padre; engendrado, no hecho, (Juan 1:18). En griego se utiliza el participio presente continuo en Romanos 1:3, genomenou. Esto significa que no es un ser creado ni inferior al Padre.
Louis Berkhof lo explica diciendo que la relación entre la primera persona y la segunda es como la relación entre el sol y la luz que este produce. Sin el sol, no hay luz. Pero sin emanación de luz, el sol no sería el sol.[2]
Mirar a la Trinidad desde estas dos perspectivas simultáneamente mantiene nuestra teología en equilibrio. Las herejías relativas a la Trinidad se deben a desequilibrios en la perspectiva ontológica-económica. El paralelismo de la unidad frente a la diversidad es probablemente el mejor enfoque para nuestra limitada comprensión. Esto nos ayuda a comprender el papel del Espíritu Santo en la Trinidad.
El Credo de Atanasio, llamado así por el obispo del siglo IV Atanasio, fue escrito alrededor del siglo V, y ha sido adoptado por católicos y protestantes como la mejor expresión de la Trinidad.
La doctrina de la Trinidad equilibra dos extremos. Dios es uno en esencia, pero tres en persona. Cada miembro de la Trinidad es igual en poder, dignidad y autoridad. Sin embargo, cada miembro no es un tercio del todo. El «escudo» del credo atanasiano lo describe bien:
Antropomorfismo: Del griego anthropos= hombre; morphos= forma. Esta perspectiva presenta a Dios como un ser enorme con forma humana. Este tipo de pensamiento es normal en los niños, porque su desarrollo cognitivo carece de la capacidad de manejar abstracciones como la infinidad o la eternidad. En los cristianos maduros, esto es inapropiado, aunque es sorprendente cuántos piensan en tales términos. Es importante que los maestros clarifiquen este concepto a sus alumnos, porque luego distorsionarán otras doctrinas.
Respuesta: Una manera eficaz de
evitar el antropomorfismo es enseñar que Dios es infinito y, por tanto, no tiene
cuerpo. El infinito no puede tener limitaciones por la propia naturaleza del
término. Es imposible que un cuerpo sea omnipresente.
Salmo 139:8
Tri-teísmo: Que tres dioses colaboran tan estrechamente que parecen uno solo. Este error es sostenido por el mormonismo.
Respuesta: Muestre versículos que declaren que no hay otro Dios sino uno. Deuteronomio 6:4, 1 Corintios 8:4
Modalismo: La opinión de que Dios es una sola persona pero se manifiesta de vez en cuando como personas diferentes. Unas veces se manifiesta como Padre, otras como Hijo y en ocasiones, como Espíritu Santo. Esta herejía fue inventada por Sabelio en Egipto hacia el año 250 D.C. y a veces se denomina sabelianismo. Fue declarada herética por varios concilios eclesiásticos de los siglos III y IV.
Respuesta: Los miembros de la Trinidad a veces hablan entre ellos. Por ejemplo, en el Capítulo 1 de Hebreos, vemos a Dios Padre dirigiéndose al Hijo como Dios y usando repetidamente el pronombre «tú».
Jesús solo: Que Jesús es Dios y no hay Padre ni Espíritu Santo. Las palabras «Padre» y «Espíritu Santo» son, en realidad, manifestaciones de Jesús con diferentes papeles.
Respuesta: Esta herejía es refutada por textos como 1Juan 2:22. Observe la frase «el Padre y el Hijo». En griego, el artículo el aparece antes de ambos sustantivos, lo que implica una distinción de personas. Si Juan quisiera decir que el Hijo es realmente el Padre, sin distinción de personas, habría eliminado el artículo definido el, antes de la palabra «Hijo». Esto se ajustaría a la regla Granville-Sharp, que significa «el Padre que es el Hijo». Observe los términos vehementes que Juan utiliza para describir a los que niegan esta relación entre el Padre y el Hijo: mentirosos y anticristos.
Unitarismo: La opinión de que Dios es una sola persona y no hay Trinidad. Según este concepto, Jesús no fue Dios encarnado, sino simplemente un hombre inspirado por Dios.
Respuesta: Un buen punto de partida es Juan 1:1-14. En este pasaje, vemos que el logos divino es Dios y estaba con Dios antes de hacerse carne y habitar entre nosotros. Otro buen pasaje es Filipenses 2:1-8.
Defensas contra el antitrinitarismo (los Testigos de Jehovah, Jesús Solo, el modalismo, etc.).
En las Escrituras, los miembros de la Trinidad se dirigen o se refieren a sí mismos como tú o yo. Hebreos 1:8; Juan 12:28
Jesús envía al Espíritu Santo para que le sustituya en la Tierra mientras él mismo va a la diestra del Padre. Juan 16:7; Marcos 16:19
Bautismo de Jesús, Marcos 1:10,11 Las tres Personas de la Trinidad actúan simultáneamente y, sin embargo, se describen como localizadas. Aunque las tres son infinitas en esencia, esto pone de relieve la distinción de las Personas. Aquí, Dios condesciende con nuestra limitada humanidad y muestra a cada miembro por separado durante el bautismo de Jesús. El Padre habla desde el cielo, Jesús está en la Tierra y el Espíritu Santo desciende.
Distinciones de Personas en 1Juan 2:22- La cláusula, «el Padre y el Hijo» está correctamente traducida. En griego, la palabra «y» traduce la palabra kai, con el artículo «el» adjunto. Esto subraya la clara distinción entre el Padre y el Hijo.
La fórmula bautismal es: …bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. (Mateo 28:19) La gramática griega vuelve a venir en nuestra ayuda. La palabra «nombre» está en singular (onoma no onomata) y significa que hay un solo nombre, no tres. Por tanto, un Ser en tres Personas. El nombre singular de Dios en este texto es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Los teólogos utilizan el término «esencia» para describir lo que Dios es, como espíritu. Evitan el término «sustancia» para no confundirlo con la sustancia física.
El Espíritu Santo posee los mismos atributos incomunicables de deidad que el Padre. El término «incomunicable» hace referencia a aquellos atributos que no pueden estar en común con un ser finito.
Estos incluyen eterno (Hebreos 9:14), omnisciente (1 Corintios 2:10,12), infinito (Salmo 139:7,8) y todopoderoso (Romanos 15:19). Si el Espíritu Santo comparte estos mismos atributos como Dios, también debe compartir la misma esencia y, por lo tanto, es Dios.
En este texto, se aprecia claramente la distinción entre las dos personas de la Trinidad, el Padre y el Espíritu Santo. El Espíritu tiene una mente y escudriña la mente del Padre.
En el Nuevo Testamento, el nombre «Dios» aparece 89 veces en conexión con la palabra «Padre». Por lo tanto, siempre que encontramos el término «Dios» por sí mismo, entendemos que significa «Dios Padre» (1 Cor. 1:3).
Observa las distinciones en 1 Corintios 2 entre la mente de Dios y el Espíritu de Dios:
· El Espíritu escudriña las profundidades de Dios.
· Pablo ilustra la distinción entre Dios y el Espíritu Santo, estableciendo un paralelismo entre el espíritu de una persona que está en él y la persona misma.
· El Espíritu de Dios comprende los pensamientos de Dios. Esto muestra dos mentes en acción.
Esta doctrina significa que el Espíritu Santo es engendrado tanto del Padre como del Hijo. El término proviene del latín filios, que significa «hijo». Esta doctrina se añadió al Credo de Nicea y provocó la división entre las iglesias occidentales bajo Roma y las iglesias ortodoxas griega y rusa bajo Constantinopla. Las iglesias orientales sostienen que el Espíritu Santo es engendrado únicamente por el Padre.
La frase «y del Hijo» apareció por primera vez en el siglo VI, pero la división tuvo lugar en 1054 y se conoce en la historia como el Gran Cisma.
Las iglesias orientales afirman que esta doctrina desprecia la personalidad del Espíritu Santo y roza la blasfemia. Las iglesias occidentales insisten en que esta no es la intención, ya que las Escrituras declaran lo siguiente:
· El Espíritu Santo es enviado tanto por el Padre como por el Hijo, Juan 15:26.
· Se le llama Espíritu de Cristo en Romanos 8:9 y 1Pedro 1:11.
· La redención en Cristo es obra del Espíritu Santo (Hebreos 9:14).
· Se utiliza el término «Espíritu de Jesús» indistintamente con el Espíritu Santo en Hechos 16:7.
· Los apóstoles fueron enviados por el Espíritu Santo en Hechos 13:4.
· Sabemos que el Espíritu Santo reemplazó a Cristo en la Tierra. Jesús dijo que enviaría al Espíritu Santo. Juan 14:16
De las consideraciones anteriores resulta difícil deducir cómo se denigra al Espíritu Santo, ya que es generado tanto por el Padre como por el Hijo. El Hijo mismo es generado por el Padre, pero tiene la misma autoridad y dignidad. Obviamente, la generación no disminuye su persona.
El filioque se encuentra en las confesiones reformadas, de origen occidental.
A primera vista, parece extraño que una doctrina tan oscura dividiera a la Cristiandad en mitades irreconciliables. ¿Hubo causas ocultas?
El oriente y el occidente nunca se han llevado bien, ni políticamente ni religiosamente. Las normas culturales, las cosmovisiones, las prioridades y los valores son diferentes. Estos factores probablemente tuvieron más que ver con el Gran Cisma que la doctrina.
Otra dinámica que contribuye es la lucha por el poder. La competencia por el dominio de la región entre Roma y Constantinopla es un hecho histórico.
A lo largo de la historia de la Iglesia, algunos movimientos han intentado presentar al Espíritu Santo como una fuerza no personal o como una metáfora del poder de Dios en general. Los Testigos de Jehová, los modalistas, Jesús Solo y los Unitarios sostienen tales puntos de vista.
¿Cómo demostramos a partir de las Escrituras y la lógica, la personalidad única del Espíritu Santo dentro de la Trinidad?
El Espíritu tiene una mente e intercede por los creyentes, Romanos 8:26. Es una personalidad consciente, Romanos 8:27. Observe que en este versículo, Pablo distingue entre la mente del Espíritu y la mente de Dios Padre. Se trata de dos mentes diferentes. Por lo tanto, el término «Espíritu» no puede ser una metáfora de la mente de Dios Padre.
Él tiene una voluntad y distribuye los dones
espirituales en consecuencia.
1 Corintios 12:11
El Espíritu habla Juan 16:13, guía Lucas 4:1, convence Juan 16:8, profetiza 2 Pedro 1:21, puede ser contristado Efesios 4:30 y ama Romanos 5:5.
Las Escrituras hablan en ocasiones del poder del Espíritu como un atributo separado de su Persona. Esto no tendría sentido si el Espíritu Santo no fuera más que el poder mismo, una mera emanación del Padre. Hechos 10:38; 1 Cor. 2:4
Decir que el Espíritu Santo no es más que un poder y no una personalidad es como decir «el amor es Dios» solo porque el amor es un atributo clave de Dios y, por tanto, Dios no es una entidad personal. La teología liberal se inclina hacia esto. Cuidado con ella.
No podemos tener comunión con una fuerza impersonal.
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén. 2Cor. 13:14
Todos los miembros de la Trinidad comparten los mismos atributos personales. En su representación para nosotros en la salvación, cada uno muestra un atributo particular. Aunque los miembros de la Trinidad son igualmente santos, el Espíritu Santo nos representa la santidad de Dios de una manera especial.
Sectas como los Testigos de Jehová señalan el pronombre neutro en griego para justificar su enseñanza de que el Espíritu Santo es una fuerza impersonal. El sustantivo griego «espíritu» (pneuma) es neutro y requiere un pronombre neutro. El uso del neutro no niega la personalidad del Espíritu Santo. Usar el género femenino para “mesa” en español, no implica que una mesa tenga las características de una mujer.
Haciendo caso omiso de la gramática griega normal, Juan utiliza intencionadamente el pronombre masculino singular él, en referencia al Espíritu Santo, en lugar del neutro. Juan 16:8 (griego: Ekeinos no ekeinon) Aparentemente Juan quiso aclarar la personificación del Espíritu Santo mediante el uso excepcional del pronombre masculino singular.
A lo largo de los siglos, los cristianos han expresado que el Espíritu Santo parece ambiguo. Pueden imaginarse bien a Jesús y a Dios Padre, pero no tanto al Espíritu Santo.
Esto es de propósito. El papel del Espíritu Santo es exaltar a Cristo. Juan 16:13,14
Él desvía deliberadamente la atención de sí mismo. Es una verdad notable que el Espíritu Santo es más efectivo donde Cristo es más exaltado. Los teólogos llaman a esto, la humildad del Espíritu Santo, un aspecto encantador de su persona, así como un ejemplo para nosotros.
Procede del Padre, Juan 15:26.
Nos comunica solo lo que le ha dado el Padre, Juan 16:13.
Conoce plenamente la mente del Padre, 1 Corintios 2:11.
El nacimiento virginal fue operado por el Espíritu Santo, Lucas 1:35.
Jesús fue guiado por el Espíritu, Mateo 4:1.
Jesús resucitó por el Espíritu Santo, Romanos 8:11.
Sustituye a Cristo en la Tierra, Juan 14:16,17.
Fuente de profecía e inspiración de las Escrituras, 1 Pedro 1:10,11.
Regenera, demora, llama, enseña, convence, guía, santifica y sella a los elegidos.
Los cristianos hablan a menudo de que Cristo está en ellos, y esto es aceptable aunque teológicamente inexacto. Cristo está en el cielo, a la diestra de Dios. Nuestra unión con Cristo es por el Espíritu Santo y esta unión nos hace parte del cuerpo de Cristo.
Proveedor de dones espirituales, 1 Corintios 12:7-11.
Un poder de convicción, Juan 16:8.
Una influencia restrictiva, 2 Tesalonicenses 2:6. [3]
La doctrina del Espíritu Santo no se desarrolla en el Antiguo Testamento. Sólo dos versículos utilizan el término.
Y no quites de mí tu santo Espíritu. Salmos 51:11
Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu; por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos. Is. 63:10
Un judío del Antiguo Testamento probablemente consideraría que no es más que una expresión poética de que Dios es santo. Sin embargo, los escritores del Nuevo Testamento atribuyen sistemáticamente la inspiración del Antiguo Testamento al Espíritu Santo.
· El escritor de Hebreos, por ejemplo, cita el Salmo 95:7-11 y atribuye las palabras al Espíritu Santo. En Hebreos 9:8, atribuye la simbología de los utensilios del tabernáculo al Espíritu Santo, aunque el Espíritu Santo no se menciona específicamente en esos textos.
Un judío que escuchara esta frase probablemente la consideraría una referencia a una actividad divina especial, sin pensar en ella como una entidad distinta de Dios Padre.
En el Nuevo Testamento, sin embargo, la frase «Espíritu del Señor» puede considerarse un sinónimo del Espíritu Santo. Lo vemos a través de una serie de acontecimientos al comienzo del ministerio de Jesús. En Lucas 3:21, vemos el Espíritu Santo descendiendo sobre Jesús en forma visible,
y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma,
Después de esto, en Lucas 4:18, vemos a Jesús en su ciudad natal declarando su mesianidad citando a Isaías 61:1,
El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos…
Por tanto, el Espíritu Santo que vino sobre él en su bautismo es el Espíritu del Señor. Los términos son sinónimos. Parece aceptable suponer que se trata del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento donde vemos el Espíritu del Señor, aunque el término pueda usarse de forma diferente.
Lo mismo ocurre con la frase, «mi Espíritu», como en Joel 2:28, que Pedro cita y describe en Hechos 2 como profética de la efusión del Espíritu Santo en Pentecostés.
La mayoría de las doctrinas del Nuevo Testamento, incluida la del Espíritu Santo, tienen sus raíces en el Antiguo Testamento y no se desarrollaron y comprendieron claramente hasta la venida del Mesías.
Hay indicios de que puede ser así.
En el ministerio de Juan el Bautista, declaró,
Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo. Marcos 1:8
Parece extraño que Juan utilizara este término a menos que supusiera que su audiencia sabía de lo que estaba hablando.
Del mismo modo, Pedro mencionó el Espíritu Santo dos veces en su sermón de Pentecostés; la primera como explicación de por qué los discípulos hablaban en lenguas, y la segunda como don prometido a los que se arrepintieran.
En la defensa de Pedro ante el Sanedrín en Hechos 5:32 declara,
el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.
Es inconcebible que dijera esto, si los líderes judíos no tenían ningún concepto del Espíritu Santo. No parecería haber razón para su ira contra Pedro si no supieran nada del Espíritu Santo.
Esteban, ante el Sanedrín, los acusa de resistirse siempre al Espíritu Santo como hicieron sus antepasados, Hechos 7:51.
En Hebreos, el escritor utiliza el término Espíritu Santo cinco veces de una manera tan casual que parece asumir que sus lectores tienen una comprensión clara de la doctrina.
El Padre planeó nuestra salvación. Jesús la compró. El Espíritu Santo la aplica.
Esta explicación simplista ayuda a la gente a comprender el papel del Espíritu Santo en la redención.
Todo lo relacionado con la salvación, la vida espiritual y el crecimiento de la Iglesia está bajo la autoridad y el poder del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo reemplaza a Jesucristo en la Tierra. La Iglesia no reemplaza a Jesús, solo lo representa. Esta es una diferencia critica entre nosotros y la Iglesia Católica Romana.
En el Catolicismo, el Papa reemplaza a Jesús, no solo lo representa. En su Tiara, está escrito en Latín, Vicarius Filii Dei: «El Vicario (reemplazo) de Cristo». Como tal, supuestamente tiene el poder de perdonar pecados, liberar a la gente del purgatorio, decretar cuál es la doctrina correcta y funcionar como cabeza de la Iglesia como si fuera Cristo. Tiene las llaves del infierno y de la muerte.
Esto convierte a la Iglesia no solo en portadora del mensaje de salvación, sino con el poder de dispensar la salvación misma. Esto es una blasfemia.
Cada una de las obras del Espíritu Santo requeriría un largo ensayo. Aquí tocaremos algunas que pueden llevar a malentendidos.
¿Está Cristo en nosotros? Sí y no. La persona de Cristo está sentada a la derecha del Padre. El Espíritu Santo está en el creyente como su representante y reemplazo.
Toda instrucción y crecimiento espiritual es por el Espíritu Santo en el lugar de Cristo.
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. Juan 14:26
La experiencia del testimonio interior del Espíritu Santo al creyente se enseña en las Escrituras.
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Romanos 8:16
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. 1Juan 4:13
La Confesión de Westminster (CFW) menciona el testimonio del Espíritu Santo para autentificar la palabra de Dios.
No obstante, reconocemos que la iluminación interior del Espíritu de Dios es necesaria para una comprensión salvífica de las cosas reveladas en la Palabra.
CFW Capítulo 1, Artículo 6
¿Habla el Espíritu Santo interiormente a los creyentes de hoy para guiarles en sus decisiones y actividades personales?
Sí, así es. Grudem lo expresa comentando el verbo griego AGO (yo conduzco).
Cuando los lectores del primer siglo... vieron que Pablo usaba este verbo para hablar de ser «guiados» por el Espíritu Santo, lo habrían entendido como una guía detallada y específica en las diversas elecciones y decisiones de la vida diaria. ...no es simplemente la impartición de conceptos morales generalizados... es una guía real a través del camino de la vida... [4]
Este punto es importante. Algunos teólogos reformados temen tanto lo que llaman «revelaciones extrabíblicas» que cierran la puerta a las experiencias espirituales subjetivas. Parte de ese miedo está justificado. Es cierto que falsas enseñanzas y comportamientos insensatos han entrado en algunas iglesias por parte de personas que dicen ser «guiadas por el Espíritu».
Pero lo contrario también es cierto. Los cristianos a menudo testifican de un impulso interno para hacer algo que resultó ser de Dios. Los creyentes necesitan cultivar el arte de ser guiados por el Espíritu, teniendo en cuenta que el Espíritu siempre guía de acuerdo con los principios morales bíblicos.
Una paz, o la falta de ella, puede ser una señal de Dios.
Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, … Colosenses 3:15
En persecuciones
Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; 12 porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir. Lucas 12:11,12
Este texto no puede significar un análisis exegético de un texto bíblico mientras se está en una celda de la cárcel esperando el juicio.
Discernimiento de la condición espiritual de los demás
Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.1 Corintios 2:16
Los no regenerados no pueden entendernos, pero nosotros los entendemos a ellos. Esto es porque, tenemos la mente de Cristo.
Simeón
Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. 26 Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. 27 Y movido por el Espíritu, vino al templo. Lucas 2:25,26
No dejes que nadie te robe tu experiencia personal del Espíritu Santo por una paranoia sobre «revelaciones extra-bíblicas». A los que niegan la dirección personal y subjetiva del Espíritu Santo, solo tengo una cosa que decirles: ¡Usted debe nacer de nuevo!
Juan 3:3
El Espíritu Santo es una entidad, no una emoción. Sin embargo, imparte emociones.
…porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Romanos 14:17
y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 14:17
Nunca se nos ordena pedir una manifestación del Espíritu Santo para sentir una emoción. Ni la presencia ni la ausencia de emoción es evidencia de la participación del Espíritu Santo. Cuando el Espíritu Santo imparte emoción, es para generar alabanza a Dios.
Ayuda en la oración, Romanos 8:26
Santifica, Romanos 15:16
Llama al servicio, Hechos 13:2
Unge para predicar y enseñar, 1 Pedro 1:12
Resurrección de los creyentes al regreso de Cristo, Romanos 8:11
El acto de nacer de nuevo es obra del Espíritu Santo.[5] Esto sucede por un derramamiento del Espíritu Santo sobre un pecador, resultando en la transformación necesaria para que la persona sea justificada por gracia y reciba la vida eterna. [6]
De Parte Uno aprendemos...
Como tercer miembro de la Trinidad, el Espíritu Santo es plenamente Dios con todos los atributos de la deidad: omnipotencia, omnisciencia, omnipresencia, eternidad y es de la misma esencia que el Padre y el Hijo.
· La Escritura muestra su personalidad individual mediante atributos de mente y voluntad a través de los cuales realiza ciertas funciones distintas de los demás miembros. No es una mera emanación impersonal de poder de Dios Padre.
· Él reemplaza a Cristo en la Tierra en todas las funciones de la deidad relacionadas con los creyentes. Estas incluyen la regeneración, la enseñanza, la presencia divina interior, la guía, la inspiración y el sellamiento de los elegidos para la salvación.
1. ¿Qué es la Trinidad ontológica?
2. ¿Qué es la Trinidad económica?
3. ¿Qué es el Credo de Atanasio?
4. ¿Hay alguna diferencia en los atributos entre el Espíritu Santo y el Padre?
5. Describe el antropomorfismo y refútalo.
6. Describe el tri-teísmo y refútalo.
7. Describe el modalismo y refútalo.
8. Describe la doctrina de Jesús Solo y refútala.
9. Describe el unitarismo y refútalo.
10. Menciona dos pasajes de las Escrituras que muestren distinciones de personas en la Trinidad.
11. ¿Cuáles son los atributos incomunicables?
12. Muestra con las Escrituras cómo los atributos incomunicables se aplican al Espíritu Santo y lo que eso demuestra acerca de él.
13. Muestra cómo las Escrituras distinguen entre Dios el Padre y Dios el Espíritu Santo.
14. ¿Qué es la doctrina del filioque?
15. Da al menos dos pruebas bíblicas de la doctrina del filioque.
16. Muestra con las Escrituras que el Espíritu Santo tiene una mente distinta a la de Dios Padre.
17. Demuestra con las Escrituras que el Espíritu Santo no es una fuerza impersonal.
18. ¿Qué se entiende por la humildad del Espíritu Santo?
19. ¿Cómo se relaciona el Espíritu Santo con el Padre?
20. ¿Cómo se relaciona el Espíritu Santo con el Hijo?
21. Muestra que el término «Espíritu del Señor» se refiere al Espíritu Santo en el Nuevo Testamento.
22. ¿Qué significa que el Espíritu Santo reemplace a Jesús en la tierra?
23. Describe algunas de las obras internas del Espíritu Santo en la vida del creyente.
24. Muestra cómo opera el Espíritu Santo en la regeneración.
¿Qué es el bautismo en el Espíritu Santo?
¿Existen hoy los dones espirituales sobrenaturales?
El término «bautismo en el Espíritu Santo» se ha vuelto controversial en nuestros días debido a algunos movimientos pentecostales y carismáticos. Una enorme cantidad de falsa doctrina ha crecido alrededor del tema y debemos saber cómo abordarlo.
El término es bíblico, aunque gran parte de la teología que lo rodea en nuestros días no lo sea. Se encuentra en el pronunciamiento de Juan el Bautista (Marcos 1:8), en la profecía del propio Jesús (Hechos 1:5) y en las enseñanzas de Pablo, (1 Cor. 12:13).
Estudiaremos este tema desde dos perspectivas: reformada y pentecostal.
La teología reformada sostiene que el bautismo en el Espíritu Santo es sinónimo de regeneración, de nacer de nuevo. Esta es nuestra conversión a Cristo, y ninguna experiencia posterior a la conversión debe llevar esta etiqueta.
El Espíritu Santo se derrama sobre los pecadores arrepentidos, regenerándolos y haciendo que confíen en Cristo, sean justificados por la gracia, reciban el don de la vida eterna y se conviertan en miembros del cuerpo de Cristo. Este es nuestro «bautismo en el Espíritu Santo». Este punto de vista es sostenido por los bautistas, presbiterianos y la mayoría de las iglesias no pentecostales.
Esta perspectiva se basa en las epístolas más que en el Libro de los Hechos. Los eruditos reformados reconocen el concepto de revelación progresiva; las epístolas tienen precedencia sobre los libros históricos, como Hechos, y tienen la última palabra en doctrina. Para más información sobre esta regla, véase más adelante la sección sobre el pentecostalismo.
Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. 1Cor. 12:13
El bautismo en el Espíritu Santo es lo que nos une al cuerpo de Cristo. Esto no puede ser otra cosa que nuestra conversión, porque de lo contrario nos veríamos obligados a decir que es posible ser salvo sin estar unido a Cristo.
El siguiente pasaje trata de la secuencia de acontecimientos en nuestra salvación y muestra la clara conexión entre el derramamiento del Espíritu Santo y nuestra salvación.
…nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, 6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, 7 para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. Tito 3:5-7
Fíjate en estos puntos:
· La salvación se realiza mediante el derramamiento del Espíritu Santo. Es evidente que se trata de un bautismo.
· Esto resulta en la justificación por gracia.
· A través de esta experiencia, recibimos el don de la vida eterna. Estos detalles muestran que el derramamiento del Espíritu Santo no puede ser una experiencia separada de la salvación.
Los pentecostales, sin embargo, afirman que el derramamiento del Espíritu Santo para nuestra salvación y el derramamiento del Espíritu Santo para nuestra capacitación son dos bautismos separados y distintos. No hay nada en las epístolas que justifique tal postura.
Consideraremos ahora el punto de vista pentecostal.[7]
El pentecostalismo asume que dos cosas sobre la experiencia cristiana en el Libro de los Hechos deben ser la experiencia de los cristianos a lo largo de la era de la Iglesia:
· Recibir el Espíritu Santo es una experiencia separada de la conversión a Cristo.
· Hablar en lenguas como la señal de que una persona ha recibido el Espíritu Santo.
Los pentecostales se basan en el Libro de los Hechos para apoyar esta perspectiva. Hay varios ejemplos de una efusión del Espíritu Santo después de la conversión. Estos incluyen:
· El Día de Pentecostés. Los discípulos ya eran creyentes y ya habían recibido cierta medida del Espíritu Santo, según Juan 20:22.
· Los creyentes samaritanos habían recibido el evangelio y creído en Jesús, pero no habían recibido el Espíritu Santo. Pedro y Juan fueron enviados desde Jerusalén para administrar la bendición del Espíritu Santo. (Hechos 8: 14-16)
· Los cristianos efesios no habían recibido el Espíritu Santo aunque eran creyentes en Jesús por haber oído el testimonio de Juan el Bautista. Recibieron el Espíritu Santo por la imposición de manos de Pablo. (Hechos Capítulo 19)
Este punto de vista ignora dos principios hermenéuticos.[8]
· La regla de la revelación progresiva.
· La regla de los imperativos.
La última revelación sustituye a la primera como la palabra final en lo de doctrina y práctica. La Biblia es claramente un libro progresivo. La redención y el reino de Dios se desarrollan gradualmente.
Por ejemplo, el Nuevo Testamento sustituye al Antiguo Testamento y tiene la última palabra sobre las enseñanzas del Antiguo Testamento. Todo el libro de Hebreos se basa en este principio.
Mucha mala doctrina ha sido inventada por personas que toman narraciones o leyes del Antiguo Testamento y las arrastran a la vida cristiana sin autorización del Nuevo Testamento.
El mismo principio se aplica al Nuevo Testamento. Los Evangelios y los Hechos proporcionan un trasfondo histórico a las epístolas que, a su vez, fueron escritas para instruir a los cristianos en cuanto a la doctrina y la práctica a lo largo de la era eclesiástica. Las doctrinas de las epístolas y los libros históricos se solapan, al igual que ocurre entre el Nuevo Testamento y el Antiguo. No obstante, en caso de duda sobre lo que los cristianos deben practicar hoy, las epístolas tienen la palabra final.
El movimiento pentecostal asume un rotundo sí. El movimiento reformado responde con un no, igualmente rotundo.
· La razón de la respuesta reformada es que el punto de vista pentecostal no respeta la regla de la revelación progresiva mencionada anteriormente.
· El Libro de los Hechos registra un período de transición de unos 70 años entre la dispensación de la ley del Antiguo Testamento y la dispensación de la gracia del Nuevo Testamento. Es ilógico suponer que un período de transición sea la norma para toda la era de la Iglesia.
· Las propias epístolas contradicen los presupuestos pentecostales. Según 1 Corintios 12:13, el Espíritu Santo se recibe en el momento de la conversión. Esto nos une al cuerpo de Cristo. Según Tito 3:5-8, el derramamiento del Espíritu Santo sobre los pecadores resulta en la regeneración. Esta es nuestra conversión y no es una experiencia posterior a la conversión.
· El Libro de los Hechos es una extensión del Evangelio de Lucas y su propósito es ser una narración histórica, no un modelo para la era de la Iglesia. Si comparamos el primer versículo de cada uno de estos libros, esto queda claro. Lucas nos dice en Lucas 1:1 que lo escribió como una narración histórica para que Teófilo comprendiera el fundamento fáctico de su fe. Luego, en Hechos 1:1, le dice a Teófilo que este segundo libro es una adición a la primera narración. Nada en Hechos sugiere que el propósito de Lucas fuera que esta narración fuera un precedente detallado de la era de la Iglesia.
· Nada en las epístolas sugiere una experiencia secundaria posterior a la conversión que separe a los cristianos en categorías distintas, superiores frente a inferiores. Por lo tanto, los derramamientos del Espíritu Santo posteriores a la conversión en Hechos no pueden utilizarse como la doctrina definitiva del Espíritu Santo en la Iglesia actual. Cualquier enseñanza que divida el Cuerpo de Cristo de esta manera es anti bíblica y conduce al orgullo espiritual.
Una narración no es necesariamente una orden de hacer lo mismo. Imperativo es un término gramatical que significa «mandamiento».
Otra forma de decirlo es: «descripción no es proscripción». Que una narración describa un fenómeno, no significa necesariamente que debamos hacer lo mismo. Lucas, como buen historiador, se limita a describir lo que ocurrió, no a insinuar que se repita lo mismo. Podría ocurrir, pero exigirlo es absurdo.
Solo porque algunas personas en la era apostólica hablaban en lenguas, no prueba que todos los cristianos desde entonces deban experimentar el mismo don.
Los errores en teología no invalidan las experiencias espirituales. Los cristianos pueden tener diversas experiencias con el Espíritu Santo y luego calificarlas erróneamente.
Las experiencias de estar lleno del Espíritu Santo después de la conversión son bíblicas. Así como los avivamientos han ocurrido a lo largo de la historia de la iglesia, los avivamientos personales e individuales y los dones nacidos del Espíritu pueden ocurrir en cualquier momento.
Los apóstoles ya habían sido llenos del Espíritu Santo el día de Pentecostés, pero recibieron otra llenura del Espíritu Santo después de ser perseguidos por el Sanedrín.
Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. Hechos 4:31
Un compañero del evangelista D.L. Moody le preguntó una vez por qué rezaba siempre para ser lleno del Espíritu Santo. Moody respondió: «Tengo fugas».
Podemos juzgar la teología no bíblica utilizada para fundamentar la experiencia de otra persona, pero eso no invalida la experiencia. Tampoco su débil teología debería impedirnos buscar nuestras propias experiencias con el Espíritu Santo.
Aunque el movimiento carismático es una rama del pentecostalismo, difiere en que los carismáticos no consideran que hablar en lenguas sea el signo necesario de un «bautismo en el Espíritu Santo» posterior a la conversión, aunque pueda ocurrir. Tampoco suscriben todos los matices y prácticas culturales del pentecostalismo clásico, algunos de los cuales pueden reflejarse en un culto desordenado.
Algunos carismáticos están de acuerdo en que la experiencia de conversión puede ser la única llenura del Espíritu Santo que algunos reciban, aunque las manifestaciones de dones espirituales puedan venir después. Tienden a evitar dividir a los cristianos en categorías superiores e inferiores.
Los carismáticos a menudo comparen la perspectiva pentecostal de la sanidad garantizada por la fe.[9]
En sus inicios, el movimiento carismático parecía ser un renacimiento de los dones espirituales que habían sido descuidados por las denominaciones. Sin embargo, a partir de la década de 1970, el movimiento fue secuestrado por una secta con sede en Oklahoma llamada Palabra de Fe, ahora conocida como el evangelio de la prosperidad.[10]
Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. Mt.12:31,32
Se han ofrecido complejas interpretaciones para explicar este pecado, aunque no parece haber ninguna buena razón para complicarlo. La cláusula, hable contra el Espíritu Santo, parece suficientemente clara. Decir a sabiendas, consciente e intencionadamente, cosas malas sobre el Espíritu Santo debería entrar en esta categoría.
Puede haber varias maneras de cometer este pecado. Una forma sería atribuir las obras de Cristo a Satanás, que es lo que los fariseos parecían estar haciendo.
Algunos han sugerido que es imposible cometer este pecado hoy en día porque solo se aplicaba a las acciones de los fariseos en aquella época. No parece haber muchas razones para suponer tal limitación.
Otros sostienen que el rechazo voluntario de Cristo hasta la muerte es el pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo. El rechazo persistente ciertamente resultará en condenación eterna, pero ese no es el tema del texto.
Ocasionalmente nos encontramos con un creyente que teme haber cometido este pecado. Grudem consuela a tal persona con esta declaración:
El hecho de que el pecado imperdonable implique una dureza de corazón y una falta de arrepentimiento tan extremas indica que aquellos que temen haberlo cometido y, sin embargo, siguen teniendo dolor por el pecado en su corazón y desean buscar a Dios, no entran en la categoría de los que son culpables de él. [11]
Afirmaciones sobre el Espíritu Santo dichas en ignorancia e incredulidad no calificarían como este pecado.
La blasfemia contra el Espíritu Santo puede ser un pecado excepcionalmente raro. Parecería requerir una comprensión mínima de quién es el Espíritu Santo y lo que hace. Entonces hablar contra él a sabiendas e intencionalmente constituiría este pecado.
De la Parte Dos aprendemos...
El término «bautismo en el Espíritu Santo» se interpreta de manera diferente por parte de varios grupos.
· Los reformados: el término se refiere a la efusión del Espíritu Santo sobre los pecadores, que resulta en la regeneración, la fe en Cristo y la justificación.
· Pentecostal: un derramamiento del Espíritu Santo sobre los cristianos después de la conversión para capacitarlos para el ministerio, tipificado por el hablar en lenguas.
La blasfemia contra el Espíritu Santo se ha definido de diversas maneras como el rechazo final de Cristo, la atribución de las obras de Cristo a Satanás o simplemente hablar mal del Espíritu Santo.
Existe un debate dentro del cristianismo sobre si los dones espirituales milagrosos continúan hoy en día. Este debate recibe el nombre de la controversia continuista/cesacionista.
25. ¿Cuál es el punto de vista reformado del bautismo en el Espíritu Santo?
26. ¿Cuál es el punto de vista pentecostal del bautismo en el Espíritu Santo?
27. ¿Cuál es la regla hermenéutica de la revelación progresiva?
28. ¿Cómo se aplica la regla de la revelación progresiva en el estudio del bautismo en el Espíritu Santo?
29. ¿Es el Libro de los Hechos un modelo para la era de la Iglesia?
30. ¿Cuál es la regla hermenéutica de los imperativos?
31. ¿Cuáles son algunos puntos de vista diferentes sobre lo que es la blasfemia contra el Espíritu Santo?
Pablo dice que no quiere que estemos desinformados sobre los dones espirituales. (1 Corintios 12:1) Sin embargo, hasta hoy en día, existe ambigüedad en el estudio de los mismos. Algunos dones están parcialmente definidos mientras que otros no lo están en absoluto.
Si los dones fueran definidos en detalle, podría causar más enfoque en el Espíritu Santo que en Cristo y las necesidades de su cuerpo, la iglesia.
Sabemos que la palabra de conocimiento tiene algo que ver con el conocimiento, pero ¿sobre qué? La palabra de sabiduría debe ser diferente de la palabra de conocimiento o no estaría listada por separado. Tiene algo que ver con la sabiduría aparte de los datos adquiridos a través del estudio, pero más allá de eso, no podemos estar seguros.
En este estudio, dejaremos de lado los dones que funcionan dentro de los atributos naturales de la personalidad, como la enseñanza, la administración o las ayudas. Estos no son controversiales. Miraremos específicamente tres dones sobrenaturales: Profecía, sanidad y lenguas.
Existe una gran variedad de puntos de vista, que a menudo se solapan. En aras de la brevedad, las clasificaremos en tres secciones principales: El continuismo pleno, el continuismo modificado y el cesacionismo pleno.
Antes de empezar, debemos preguntarnos, ¿dónde está la carga de la prueba?
Todos los continuistas, tanto los pentecostales como los moderados, insisten en que no recae sobre ellos la carga de probar nada porque los dones espirituales se enseñan en el Nuevo Testamento. En ninguna parte se insinúa que terminen con los apóstoles o con la finalización del canon bíblico. Por tanto, dicen que el continuismo es la configuración por defecto del Nuevo Testamento.
El cese de los dones, argumentan los continuistas, sería un acontecimiento tan monumental que los apóstoles lo habrían predicho. Después de todo, Juan predijo el destino de las iglesias en Apocalipsis 1-3. Por lo tanto, los argumentos a favor del continuismo consisten principalmente en refutar las afirmaciones cesacionistas.
Algunas Escrituras parecen indicar que los apóstoles asumieron que los dones espirituales continuarían hasta la segunda venida de Cristo.
…como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, 7 de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; 8 el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo.
La manifestación de Jesús y el día de nuestro Señor Jesucristo sólo pueden referirse a la segunda venida. La palabra manifestación en griego es «apocalipsis», el título griego del último libro de la Biblia, que de hecho, trata de la venida de Cristo.
Claramente llegará el día en que las profecías pasarán, las lenguas cesarán y el conocimiento pasará. Los cesacionistas afirman que esto se refiere a la finalización del canon de la Biblia, después de la partida de los apóstoles. Esto, dicen, es lo perfecto, porque afirman que la Biblia es la perfecta Palabra de Dios.
Los continuistas señalan que Pablo parece ampliar este punto más adelante en la misma carta:
… pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. 9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. 11 … Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. 1 Cor. 13:8,9,11
Los continuistas replican que la interpretación cesacionista no es correcta por varias razones:
· El versículo 12 dice: Porque ahora vemos borrosamente por un espejo, pero entonces veremos cara a cara. ¿Dónde está la nariz en la portada de la Biblia? ¿Dónde están los labios? ¿Los dientes? ¿Las cejas? Los libros no tienen rostro. Aunque la Biblia es la perfecta Palabra de Dios, Pablo está hablando de la venida de una persona, no de un libro. Se está refiriendo a la venida de una persona, el Señor Jesucristo, quien traerá el reino perfecto de Dios a la Tierra, como Pablo declaró en el Capítulo 15. Por lo tanto, los dones continuarán hasta la venida de Cristo.
La interpretación cesacionista de 1 Corintios 13 tiene otros problemas.
· El versículo 8 dice que el conocimiento pasará. El texto declara, entonces conoceré como fui conocido, (versículo 12). Sería extraño suponer que conocemos a Jesús tan bien como él nos conoce a nosotros, simplemente porque tenemos la Biblia.
Los continuistas afirman que los cesacionistas no han presentado pruebas convincentes.
Este punto de vista sostiene que todas las manifestaciones milagrosas y dones espirituales del Nuevo Testamento están disponibles para los cristianos de hoy, y son accesibles con la misma intensidad y frecuencia. El Libro de los Hechos es el modelo para toda la era de la Iglesia.
Los pentecostales y algunos carismáticos aseveran esto.
Una perspectiva moderada contempla una postura intermedia entre el continuismo pleno y el cesacionismo.
Los dones espirituales descritos en las epístolas, especialmente en Romanos y Primera de Corintios, están a disposición de la Iglesia actual, pero con menor intensidad y frecuencia que en el Libro de los Hechos.
Las señales y maravillas extraordinarias que tipificaron la era apostólica no son características de la dispensación actual de la iglesia, aunque han ocurrido en avivamientos ocasionales a lo largo de la historia. Los dones espirituales hoy en día no tienen autoridad doctrinal y solo se utilizan para animar a los creyentes y edificar la Iglesia.
Existe una diferencia entre los señales y prodigios descritos en el Libro de los Hechos y los carismata de las epístolas. Los primeros existieron para el establecimiento de la Iglesia, mientras que los segundos surgieron para su continuación. En esto, el continuista moderado puede estar de acuerdo con el cesacionista hasta cierto punto.
Los llamados «dones de señales», como la profecía, carecen de la autoridad e infalibilidad de la profecía del Antiguo Testamento y pueden estar sujetos a errores humanos en sus manifestaciones. Quienes reclaman autoridad o credibilidad sobre la base de una experiencia espiritual están equivocados. La única autoridad es la Escritura.
El continuista moderado puede estar de acuerdo con el cesacionista en que las Escrituras son la única autoridad para la doctrina y la práctica, y en que los oficios de apóstol y profeta, si existen hoy, no tienen autoridad doctrinal fundamental y se limitan a la edificación, la exhortación y la consolación de los creyentes.
Las epístolas son el modelo para la época de la Iglesia, no el Libro de los Hechos. Aunque puede haber algunas superposiciones, los Hechos proporciona el trasfondo histórico.
Los cesacionistas sostienen que ciertos dones espirituales, que ellos llaman dones de señales, desaparecieron de la Iglesia después de la era apostólica y no han vuelto a ocurrir desde entonces. Estos incluyen profecía, lenguas, interpretación de lenguas, palabra de conocimiento, palabra de sabiduría y dones de sanidades. Deducen que quienes afirman poseer estos dones hoy en día están equivocados.
El Libro de los Hechos no es un modelo a seguir por la Iglesia, sino solo el trasfondo histórico de las epístolas que son el modelo.
La manifestación de un don espiritual no demuestra nada acerca de la persona. Ni siquiera prueba que una persona esté salvada.
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23
Jesús dejó esto claro con la frase, «Nunca os conocí». Ellos nunca fueron cristianos ni descarriados. Jesús los rechazará porque eran obradores de iniquidad.
Algunas personas religiosas no salvas, tratan de compensar el pecado haciendo buenas obras. Su problema no es la falta de celo, porque tienen mucho de eso. Su problema es la falta de arrepentimiento, que tratan de compensar sus pecados haciendo obras para Jesús. Habrá personas que no entienden esto. No hay sustituto para el arrepentimiento.
En este texto no se sugiere que los milagros y los dones fueran falsos. ¿Cómo se explica esto? Tal vez la respuesta esté en el propio nombre de Jesús. Algunos dirán: «¿No profetizamos en tu nombre?» Dios podría estar honrando el nombre de Jesús a pesar de la corrupción de la persona que lo pronuncia.
El cesacionismo es el punto de vista más sostenido por la rama reformada de la teología, junto con los bautistas y algunas denominaciones arminianas como los nazarenos. Afirma que ciertos dones espirituales mencionados en las epístolas desaparecieron de la Iglesia después de la muerte de los apóstoles; o desaparecieron después de que se completara el canon de las Escrituras.
Estos dones, llamados «dones de señales», son profecía, palabra de ciencia, palabra de sabiduría, milagros, dones de sanidades, lenguas e interpretación de lenguas. A veces se llaman «carismata», la palabra griega para dones espirituales
Los milagros del Nuevo Testamento siempre implican algún tipo de sanación. Algunos milagros católicos se apartan mucho de las normas tipificadas en los Hechos de los Apóstoles. Por ejemplo, en el catolicismo los «stigmata», como las supuestas apariciones de llagas de Cristo en el cuerpo de una persona, no tienen nada que ver con sanaciones o beneficios para nadie. Estas apariciones supuestamente son signos del favor divino. San Francisco de Asís decía que las tenía.
Otros supuestos milagros de la Iglesia católica implican prácticas idolátricas y, por tanto, no pueden proceder del Espíritu Santo. Por ejemplo, las sanaciones en nombre de María en Lourdes y otros lugares, para simplemente fomentan el pecado de idolatría practicado por la población católica.[12]
Un hito importante en el desarrollo de la posición cesacionista fue Counterfeit Miracles (Milagros Falsificados) de B. B. Warfield en 1918. Esto solidificó y categorizó los principales argumentos del cesacionismo y es un texto estudiado y venerado por los cesacionistas actuales.[13]
El propósito de las señales y prodigios realizados por los apóstoles era autentificar su ministerio para el establecimiento del movimiento cristiano. Una vez logrado esto y escritas las últimas Escrituras, los milagros dejaron de ser necesarios.
Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros. 2 Cor. 12:12
El cesacionista interpreta este versículo en el sentido de que las señales y prodigios se daban a los apóstoles. Ya que no hay apóstoles hoy, entonces los dones necesarios para señales y maravillas tampoco existen.
La palabra de Dios es totalmente suficiente para el crecimiento de la Iglesia y por lo tanto no se necesita nada más. La Biblia es una guía adecuada de Dios por sí misma y por lo tanto los dones de señales disminuyeron y desaparecieron después de la era apostólica.
La Escritura es la autoridad final de Dios. Por lo tanto, no son necesarias más revelaciones y, si las hubiera, deberían canonizarse como parte de la Biblia. Para apoyar esto, los cesacionistas apelan a 1 Timoteo 3:16,17.
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
Los cesacionistas utilizan el término «revelación extra-bíblica» para describir las revelaciones de cualquier tipo fuera de la Biblia, ya sean doctrinales, de orientación personal o de cualquier otro tipo. Rechazan todas esas revelaciones como ilegítimas.
Abrir la puerta a los dones espirituales conduce al desorden y a menudo a falsas enseñanzas y problemas en la Iglesia.
Como ya se ha mencionado, los principales argumentos continuistas consisten en refutar las afirmaciones cesacionistas.
Según Hechos 14:3, los milagros autentificaban el mensaje de la gracia en sí, no una persona o un oficio eclesiástico en particular. No hay ninguna razón por la que el evangelio no necesite autentificación hoy en día.
De hecho, la Biblia indica que uno de los propósitos de las señales y prodigios era autentificar a los apóstoles. Sin embargo, no se deduce que este fuera el único propósito. Otros, como Esteban y Felipe, realizaron milagros, y no eran apóstoles.
El argumento cesacionista encarna aquí lo que se llama una falacia de la extensión: suponer un solo propósito elimina todos los demás posibles propósitos.
Un cesacionista típicamente pregunta: «¿Qué falta en la Biblia para que necesitemos más revelaciones, como profecía o lenguas?». El continuista puede responder: «¿Qué le falta a la Biblia para que practiquemos la oración, asistir a la Iglesia o tomar la Cena del Señor?».
El cesacionista utiliza mal el concepto de suficiencia y confunde el asunto.
Imagine que sostiene un libro en cada mano: una novela y un manual de jardinería. Cada libro es suficiente para su propósito. Cuando leemos la novela, el propósito de entretenimiento está cumplido. Cuando terminamos de leer el manual de jardinería, no ha cumplido su propósito. El manual no puede plantar un jardín. Nos dice cómo hacerlo.
Visto así, la Biblia no es suficiente por sí misma, como tampoco lo es leer un manual de jardinería para plantar un jardín. Necesita personas y herramientas para cumplir su propósito. Los dones espirituales son las herramientas.
Otra falacia de las definiciones. En efecto, el término «revelación» se refiere en las Escrituras a la autoridad apostólica final. También se utiliza en el sentido no autoritativo de un impulso del Espíritu Santo para que un cristiano edifique, exhorte y consuele a otros creyentes.
Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. 1Cor. 14:3
Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. 1Cor. 14:29
En 1 Corintios 14:30, la palabra utilizada es revelado.
¿Hay revelaciones continuas en la vida de la Iglesia? Las propias Escrituras indican que sin duda las hay, aunque dentro de unos límites definidos. Como se mencionó en el Capítulo 6, la guía personal del Espíritu Santo y su testimonio interno se enseñan claramente en las Escrituras. Ninguna de ellas propone revelaciones continuas sobre doctrina.
El cesacionismo, en un principio, parece un muro impenetrable de sana teología hasta que se examina más de cerca. Entonces aparece como un castillo de naipes construido con falacias lógicas. Estas incluyen la falacia de definición, la falacia de extensión y la culpabilidad por asociación.
Pablo nunca desautorizó la validez de los dones solo porque los corintios abusaran de ellos. Les felicitó por usarlos, pero les reprendió por practicarlos incorrectamente. Los abusos de los dones no pueden servir como argumento válido para el cesacionismo.
Los corintios también abusaron de la Cena del Señor. Por la misma lógica, uno también podría sugerir que se descarte la Cena del Señor porque se abusó de ella.
¿Vale el riesgo por los beneficios? Pablo parece pensar que sí.
Señalar la falta de lógica rara vez tiene efecto en el cesacionista, porque ni la lógica ni las Escrituras están detrás de ello. La base real es el miedo. El miedo al pentecostalismo, el miedo a perder el control, el miedo a lo sobrenatural, el miedo a la falsa doctrina está en la raíz del cesacionismo.
Hasta cierto punto, esto puede ser legítimo. Estos temores pueden aliviarse renunciando por completo a los dones. Este es el enfoque más fácil. El enfoque más difícil es aprender a cultivarlos adecuadamente, como Pablo animó a los corintios.
Un gran problema de la enseñanza de una perspectiva equilibrada de los dones espirituales hoy en día es que la mayoría de la gente conoce el modelo pentecostal como ejemplo de dones espirituales. Enseñar los dones espirituales sin que la gente piense en el pentecostalismo es prácticamente imposible hoy en día.
La gente me ha preguntado: «Si los dones espirituales son para hoy, ¿cómo se explica tal o cual fenómeno en las reuniones pentecostales?» Esto es culpabilidad por asociación y sigue un silogismo erróneo, una falacia de lógica:
Los pentecostales creen en los dones espirituales y entre ellos ocurren cosas extrañas.
Usted cree en los dones espirituales.
Por lo tanto, está obligado a justificar lo que sucede entre los pentecostales.
Merece la pena recordar esta cita del difunto Dr. Walter Martin,
No soy pentecostal. No hablo en lenguas. Sin embargo, eso no significa que vaya a ser engañado para sostener una perspectiva que es irracional, históricamente falsa y contraria a la exégesis bíblica sana. [14]
Los continuistas señalan que no existe garantía bíblica para categorizar los dones espirituales de esta manera. Para eliminar cualquier don categorizándolo de esta manera, se necesitaría autorización apostólica, y esta no se encuentra en las Escrituras.
Además, no parece haber ninguna razón por la que los dones espirituales sobrenaturales no puedan hoy apuntar a las Escrituras mismas, a su autenticidad o incluso al evangelio mismo. La pregunta es: ¿por qué el evangelio necesita menos autentificación hoy que en el siglo I?
Predecir el futuro nos viene a la mente cuando oímos la palabra «profecía». Este es un significado legítimo del término, pero no el sentido primario del griego original.
El griego «profeceías» significa, «anunciar, expresar la voluntad de Dios.» Esto podría incluir la predicción del futuro, pero en el uso neo testamentario es más probable que sea exhortativo. Esto es lo que Pablo quiso decir en 1 Corintios 14:3,
Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.
Un estudio del don de profecía en el Nuevo Testamento revela rápidamente una aparente contradicción. Jesús dejó claro en su defensa de Juan el Bautista, que Juan era el último de los profetas y que la nueva dispensación del reino de Dios había llegado. (Lucas 16:16)
En Hebreos 1:1,2, encontramos un aparente cambio en la forma en que Dios habla a su pueblo en esta dispensación. Esto resulta bastante claro hasta que nos fijamos en:
• Había profetas en Antioquía (Hechos 13:1).
• En el libro de los Hechos, vemos que Acabo fue llamado profeta y profetizó (Hechos 11:28).
• Se practicaba la profecía en la Iglesia de Corinto (Capítulo 14) y Pablo los felicitó por ello.
• En 1 Tesalonicenses 5:13 se nos ordena no despreciar la profecía.
• Parece en 1 Corintios 13 que la profecía continuará hasta la segunda venida de Cristo. Por lo tanto, existe hoy en día.
Tanto los continuistas moderados como los cesacionistas luchan por conciliar estas dos corrientes de las Escrituras.
Perspectiva continuista que se basa en una profecía
Esta perspectiva insiste en que el ministerio profético del Antiguo Testamento es aplicable hoy en día.
Existen diferentes opiniones entre los pentecostales sobre cómo funciona esto en la era actual. Las principales denominaciones pentecostales aceptan que cualquier miembro de la Iglesia puede profetizar y que el contenido habitual es exhortativo, no condenatorio ni autoritario.
Unos pocos mantienen la idea del Antiguo Testamento de autoridad absoluta y obediencia a sus «profetas». La desobediencia al profeta de una Iglesia local puede resultar en la disciplina de un miembro.
Los pentecostales no elevan las profecías al nivel de autoridad bíblica.
El oficio profético del Antiguo Testamento difiere radicalmente del ministerio profético del Nuevo Testamento en estos aspectos:
· Infalibilidad: Los profetas del Antiguo Testamento eran infalibles cuando hablaban en nombre del Señor.
· Autoridad: Sus pronunciamientos eran directivas de Dios que requerían obediencia incuestionable. Desobedecer al profeta era motivo de castigo.
· Énfasis en el juicio: Esto se nota en todos los libros proféticos del Antiguo Testamento y generó el dicho «profetas de juicio».
· Guía: Los profetas del Antiguo Testamento eran los guías del pueblo junto con los sacerdotes.
·
Superior dotación espiritual: El Espíritu Santo les
fue dado en una medida no disponible para el pueblo de Dios en general. ...el
espíritu de Cristo en ellos...
1 Pedro 1:11
El ministerio profético del Nuevo Testamento difiere del oficio del Antiguo Testamento en estos aspectos:
· Falible: En cuanto a la profecía, Pablo dice a los Corintios,
Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. 1Cor. 14:29
Al someter la declaración a la evaluación de la Iglesia, queda claro que la profecía del Nuevo Testamento es falible y no autoritativa:
· Propósito limitado: Edificación, exhortación y consuelo. (1 Corintios 14:3) Nótese el tono positivo coherente con el mensaje de gracia y la ausencia de lenguaje sentencioso.
· Disponible: Parece estar disponible para la Iglesia en su conjunto más que para un solo individuo. 1 Corintios 14:31
Esto sugiere que no es necesario ser un profeta para poder profetizar en esta dispensación. Por tanto, la cuestión de si existe el oficio de profeta en la actualidad es irrelevante para nuestra consideración.
Igualdad espiritual: todos los miembros del cuerpo de Cristo tienen el Espíritu Santo.
y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. 1 Corinthians.12:13
Un continuista moderado puede estar de acuerdo en que el ministerio profético del Antiguo Testamento ya no es relevante en una dispensación de gracia. Sin embargo, esto parece débil para negar la existencia de la profecía del Nuevo Testamento dentro de los límites bíblicos descritos por Pablo.
El hecho de que un fenómeno se cancele para un fin no significa que no pueda existir para otros fines.
Los cesacionistas sostienen, basándose en Lucas 16:16 y Hebreos 1:1, que Dios ya no habla a través de los profetas, sino solo por medio de su Hijo, que nos ha dado su palabra como autoridad final.
La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él. Lucas 16:16
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, Heb. 1:1
Ahora que ha llegado la dispensación de la gracia, con la finalización del canon de las Escrituras, el ministerio profético ya no es necesario. Los profetas y las profecías no existen hoy en día. Los que dicen ser profetas son falsos.
Los cesacionistas apelan a veces a Efesios 2:19,20,
Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, 20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
Interpretan este texto en el sentido de que los apóstoles y los profetas pusieron los cimientos de la Iglesia y no hay nada que añadir. Por lo tanto, ni los apóstoles ni los profetas son necesarios hoy en día y tampoco lo son tales dones.
¿Qué hay de los ejemplos de profecías en el Libro de los Hechos y las epístolas? El cesacionista argumenta que se trata de concesiones especiales para el período de transición entre dispensaciones.
Algunos cesacionistas dicen que las referencias del Nuevo Testamento a la profecía significan predicar el Evangelio y nada más. [15]
Juan el Bautista estaba bajo la dispensación de la ley y ministraba exactamente como lo haría un profeta del Antiguo Testamento.
· Juan enfatizaba el juicio sobre la nación, en particular sobre los líderes, como lo hacían los profetas del Antiguo Testamento. Esto contrasta con el énfasis del Nuevo Testamento en la gracia y la misericordia.
· Juan aplicó la Ley de Moisés a Herodes en relación con un matrimonio ilícito con la esposa de su hermano.
· Juan aplicó la justicia por obras a soldados y recaudadores de impuestos. Un apóstol nunca predicaría este tipo de mensaje a los incrédulos.
· El bautismo de Juan no era el bautismo cristiano, según Hechos 19.
Por lo tanto, Lucas 16:16 dice que Juan era el último de una línea de profetas de la dispensación del Antiguo Testamento. Al declarar sobre Juan que el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él, Jesús estaba anunciando una nueva dispensación del reino de Dios. Los de la dispensación de la gracia tienen mayor prominencia que los del Antiguo Testamento.
Es difícil comprender por qué debería cesar todo ministerio profético si la nueva dispensación es superior a la antigua. Por lo tanto, nada en Lucas 16:16 es relevante para el punto cesacionista.
Sí, ahora Dios habla a través de su Hijo y no a través de los profetas del Antiguo Testamento. Pero el Hijo, a su vez, ha dado dones a los hombres[16] bajo su liderazgo. Estos dones incluyen oficios, ministerios y dones espirituales otorgados por el Espíritu Santo. Hebreos 1:1 no viene al caso.
Se puede decir que sí hay un profeta en el mundo de hoy. Es el cuerpo de Cristo. En Apocalipsis 19:10 leemos que el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía. ¿Podría ser esto lo que Pablo quiso decir en 1 Corintios 14 cuando dijo: «Todos ustedes pueden profetizar»? Un cesacionista no debería tener ninguna objeción a esto.
Analizaremos la sanidad desde tres perspectivas: Continuista plena, continuista moderada y cesacionista.
Este don está en plural: Dones de sanidades, (1 Corintios 12:28.) El porqué del plural es cuestión de especulación.
El pentecostalismo histórico sostiene estas tres premisas:
· La sanidad está en la expiación, el sacrificio de Cristo. 1 Pedro 2:24
· La sanidad está garantizada para cualquier creyente que ejerza suficiente fe. Marcos 8:17; Santiago 5:14-16
· Siempre es la voluntad de Dios que una persona sea sanada. 3Juan 2
Por «sanidad en la expiación», los pentecostales entienden que Jesús murió por nuestras enfermedades, igual que por nuestros pecados. Si creemos en él para el perdón de los pecados, también deberíamos poder creer en él para la sanidad. Esto forma parte de nuestra herencia en Cristo tanto como el perdón de los pecados.
quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.
Cuando se trata del tema de la sanidad, los pentecostales o carismáticos suelen decir: «¡Por sus heridas habéis sido sanados!». Este pasaje se considera una prueba irrefutable de que la sanación física está en la expiación y depende del nivel de fe de cada uno.
La interpretación de 1 Pedro 2:24 gira en torno al tiempo pasado de «sanar». Para los pentecostales, nuestra sanidad física es un hecho legalmente consumado, tan fácilmente disponible como nuestra salvación del pecado. Puesto que una se obtiene solo por la fe, la otra también está disponible. El único obstáculo es la incredulidad. No hay razón más legítima para estar enfermo que continuar en el pecado. Todos los síntomas de enfermedad son mentiras del enemigo y deben ser rechazados.
Recibir la sanidad
Se oyen ciertas frases, como «recibe tu sanidad». Con esto, se quiere decir que la sanidad es un don que ya existe en el ámbito espiritual porque nos fue comprado por Cristo, y que nos corresponde a nosotros recibirlo con fe.
Para recibirla, puede ser necesario confesar que ya la tenemos espiritualmente antes de que se manifieste la sanación. Apoyan esto en textos como,
Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
A partir de una frase de Mateo 8:17, «El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias», los pentecostales deducen que no tenemos por qué cargar con ellas. Lo demostró sanando a todos los que le rodeaban. Todo lo que tenemos que hacer es confiar en Él para que nos quite la enfermedad, porque en realidad no nos pertenece.
Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; 17 para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.
El punto clave del pasaje de Santiago 5 es la frase «la oración de fe». Se presenta para apoyar la opinión de que un grado suficiente de fe producirá la sanación.
¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. 15 Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; Santiago 5:14,15
Los pentecostales interpretan la cláusula «que tengas salud, así como prospera tu alma», que se encuentra en 3 Juan 2, en el sentido de que siempre es la voluntad de Dios sanar. La aptitud espiritual produce buena salud.
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.
La conclusión lógica es que si un creyente está enfermo, la causa es la incredulidad. Muchos pentecostales no apoyan tales extremos. La experiencia personal con la enfermedad o con creyentes fieles que siguen enfermos, tiende a moderar estas opiniones. Muchos aceptan que la sanidad se «manifestará» en la resurrección, cuando Cristo regrese.
¿Y qué pasa con la frase de 1 Pedro 2:24, «por cuya herida fuisteis sanados»?
Este versículo no tiene nada que ver con la sanidad física.
Al hombre común, le viene a la mente la idea de enfermedad física cuando ve la palabra «sanar», porque así es como normalmente usamos el término. Esto no es necesariamente así en el griego original.
El Nuevo Testamento usa tres palabras griegas básicas para «sanidad». Una de ellas es THERAPEUO, que significa sanidad física (literalmente, «curar»). Otra, SOZO, significa «salvar» y a menudo se usa para la sanidad física porque la persona es salvada de las consecuencias de la enfermedad. La tercera, HIAOMAI, es la que se utiliza en 1 Pedro 2:24 y significa «curar».
Este último término tiene la peculiaridad de adoptar el sabor de su contexto. Si se trata de algo espiritual, la palabra significa sanidad espiritual. Si se trata de algo físico, significa sanidad física. Para interpretar este verbo, hay que preguntarse: ¿El objeto del verbo es algo espiritual o físico? La interpretación correcta se dará en consecuencia.
Aplicando este principio a 1 Pedro 2:24, descubrimos que Pedro se refiere a una cosa espiritual: el pecado. Por las heridas de Cristo hemos sido sanados de la enfermedad del pecado, un concepto que encaja perfectamente con la teología y el énfasis de todo el libro de 1 Pedro.
Si Pedro quería dejar claro que se refería a la sanidad física, habría utilizado THERAPEO en lugar del ambiguo IAOMAI.
La Biblia habla a menudo de la salvación como sanidad. En Hechos 28, Pablo cita a Isaías.
Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad. Isaías 6:10
Tanto en Hechos como en Isaías, la sanidad consiste en la limpieza de la culpa moral. Teniendo en cuenta el contexto y el uso de las palabras, está claro que 1 Pedro 2:24 no apoya la sanidad física en la expiación y, desde luego, no la garantiza en esta vida.
La sanidad no está en la expiación, aunque hoy en día se producen sanidades divinas. Tampoco está garantizada, ya que depende de un cierto nivel de fe.
En Romanos 8:19-23, Pablo aclara que la creación física aún no ha sido redimida de los efectos de la caída. Somos salvos de la culpa de la caída, pero no de los efectos físicos de la maldición de Dios sobre la creación, de la que forman parte nuestros cuerpos.
Cuando leemos Romanos 8 en su totalidad, vemos que Pablo divide la obra salvadora de Cristo en dos partes: una que se aplica ahora y otra que se aplicará después. En la primera parte, deja claro que no hay condena por el pecado en esta vida presente. No tenemos que esperar para disfrutar de ello.
En contraste, más adelante en el capítulo, explica que aún no hemos sido liberados de los efectos de la caída en nuestros cuerpos físicos. Tenemos que esperar para eso.
…nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
Esto nos dice claramente que esperamos la redención de nuestros cuerpos. La obra de Cristo en la cruz por nuestros pecados no está en la misma categoría que nuestra sanidad física. La sanidad espiritual de la culpa del pecado está garantizada por ahora; la sanidad física no lo está, incluso si creemos que lo está en la expiación.
En resumen, estamos salvados de la condenación de la Ley, pero aún no de los efectos de la caída. Las sanaciones milagrosas que ocurren ahora pueden ser presagios de la gran sanación que tendrá lugar en la resurrección.
¿Por qué «gemimos»? Nuestros cuerpos físicos se enferman, se lastiman, envejecen y mueren porque nuestra adopción como hijos de Dios aún no se ha completado. Lo físico debe alcanzar a lo espiritual, y esperamos a que eso suceda.
Si la salud perfecta estuviera garantizada ahora, no habría lugar para gemir, y si siempre fuera la voluntad de Dios que alguien se sanara, toda la creación ya habría sido restaurada.
Incluso si este versículo significara que la sanidad física está en la expiación, no probaría cuándo ni cómo ocurriría; podría ser instantánea, gradual, milagrosa, sin medios médicos o incluso en esta vida.
Nuestra perfección moral también se logró en el Calvario. ¿Alguno de nosotros ya es perfecto? La santificación es tanto un hecho legal como un proceso. Incluso si la interpretación pentecostal de 1 Pedro 2:24 es correcta, la cuestión del momento y la aplicación de Dios sigue abierta.
Incluso si 1 Pedro 2:24 enseñara la sanidad física en la expiación, apoyar una sanidad garantizada en esta vida o por medios milagrosos sin medicina es realmente débil.
Vimos en el capítulo anterior la cláusula: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias. La clave para entender este versículo está en las palabras anteriores, para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías,…
¿Qué se estaba cumpliendo? La cita es de Isaías 53, en relación con la identidad del Mesías. En el versículo 4, Isaías nos dice que el Mesías tendría un ministerio de sanidad extraordinario.
Por eso Mateo utilizó la cláusula «para que se cumpliese». Jesús demostró su mesianismo mediante un ministerio de sanidad sin precedentes. Esto sucedió antes de la crucifixión de Jesús. Este evento cumplió la profecía. Se trató de un suceso único y no dice nada acerca de la sanación en la expiación.
¿Garantiza Santiago 5:14-16 que la sanidad depende de un grado especial de fe?
Este pasaje es un procedimiento bíblico para orar por los miembros de la Iglesia que padecen dolencias físicas. La cuestión es si garantiza la sanación en función de un grado suficiente de fe.
El texto dice que «la oración de fe salvará al enfermo.» Podemos preguntarnos: «¿la fe de quién?».
Los ancianos, y no el enfermo, realizan la oración de fe. El texto no menciona que se exija fe a la persona enferma. Aunque Jesús y los apóstoles solían esperar que quienes recibían oración tuvieran fe, no es esencial en todos los casos, especialmente en los graves.
Aunque todos los creyentes pueden orar por los enfermos, los líderes deben estar preparados para aconsejar a aquellos con problemas difíciles de salud o de pecado. En este contexto, la frase «oremos por él» se refiere a los ancianos.
Santiago da consejos sobre el funcionamiento de la Iglesia local en general, no afirmando necesariamente una promesa de sanación absoluta para todas y cada una de las dolencias según el nivel de fe de cada uno.
Un examen más detallado de este texto muestra que presta poco apoyo al punto de vista pentecostal de la sanidad absoluta garantizada por la fe para todas las aflicciones, aunque supone un fuerte estímulo para hacer de la oración por los enfermos una parte proactiva de la vida de la Iglesia.
Los pentecostales y carismáticos asumen de 3Juan 2 que siempre es la voluntad de Dios que los creyentes sean sanados. Esta interpretación conlleva serios problemas.
En este versículo no hay cláusulas condicionales.
Una cláusula condicional es la parte de una oración que establece la condición para que suceda otra cosa. A menudo, estas cláusulas se introducen con la palabra «si», como en la oración «Si crees, entonces serás salvo». El «si» introduce la condición y el «entonces» es el resultado.
La lengua griega es precisa en cuanto a las cláusulas condicionales. Siempre que se habla de una condición, se utilizan ciertas construcciones gramaticales para indicarlo. El versículo no contiene cláusulas condicionales y solo expresa un buen deseo por parte de Juan. Esto significa que el versículo no da instrucciones a Gayo sobre lo que debe creer o hacer.
Se trata de una oración, no de una promesa.
La expresión «yo deseo» puede traducirse como «yo oro», según el contexto. A partir de esto, los pentecostales asumen que Dios está declarando su voluntad a todos los creyentes. Sin embargo, se trata de una oración, no de una promesa.
El Diccionario Expositorio de Vine[17] afirma que, incluso cuando se traduce esta palabra como «yo deseo», como en 3 Juan 2, el significado sigue indicando que se trata de una oración.
Esta epístola sigue el modelo del formato de carta típico del siglo I. William Barclay, uno de los eruditos más destacados del mundo, señala esto citando al capitán de un barco pagano, que utiliza una redacción casi idéntica a la que se encuentra en 3Juan 2. Se trata de un saludo habitual en el siglo I.
Dado que este versículo solo refleja los deseos de Juan para Gayo, no puede interpretarse como una declaración de Dios para todo el cuerpo de Cristo, ni debe verse como una promesa.
Ninguna de las tres premisas presentadas por el pentecostalismo es bíblica. La sanidad no depende de la expiación, ni se garantiza mediante un nivel especial de fe; además, el Nuevo Testamento no enseña que siempre sea la voluntad de Dios sanar.
Sin embargo, la sanidad divina ocurre hoy en día y debemos orar por los enfermos. Dios es soberano en su obra en cada creyente y no podemos acusar a otros de falta de fe porque estén enfermos. La manera normal en que Dios obra es a través de los medios prácticos que él ha proporcionado, como los médicos y la gracia general de Dios. No es falta de fe recurrir a ellos.
«¡El acoso de los cristianos de mi iglesia es casi tan malo como el cáncer!», dice Judith, temblando. «No puedo soportarlo más y estoy a punto de dejar la iglesia». Había acudido a nosotros en busca de oración y consejo.
Esta joven con cáncer de colon pospuso su operación todo lo posible mientras buscaba a Dios para su sanación. A pesar de su fe, Dios no la sanó por medios milagrosos. Siguió asistiendo a su popular iglesia carismática, donde en cada reunión se le acercaban cristianos para decirle: «¡Oh, Judith, ojalá creyeras en Dios para tu sanación!». Tales comentarios calaron hondo en sus ya angustiadas emociones.
Llegó un momento en que la operación era inaplazable. Su esposo, Tom, la llevó al hospital antes de que su condición se volviera inoperable.
«Mientras esperaba la operación —cuenta Judith—, no paraban de venir cristianos con libros sobre la fe para que los estudiara. Apenas podía sostener un libro, y mucho menos leerlo. Me decían: "Si tienes suficiente fe, no tendrás que pasar por esta operación". Yo creía con todas mis fuerzas. Pero como Dios no me sanaba, empecé a sentirme más culpable. Peor aún eran las insinuaciones de que podía estar albergando un pecado secreto. Esto casi me saca de mis casillas».
La cirugía fue un éxito, pero cuando regresó a la iglesia, una señora le dijo con voz triste: «Cuánto siento que te hayan operado. Ojalá hubieras tenido fe para curarte. No habrías tenido que pasar por esto». Ese comentario le sentó peor que la incisión.
Disculpe el juego de palabras, pero la doctrina pentecostal sobre la sanidad es muy poco saludable. Casi mata a Judith.
Por observación, puedo decir que no ocurren más sanidades genuinas que otras ramas del cristianismo. Puede que simplemente se enfoquen más de ellas.
Los cesacionistas absolutos suelen considerar la sanidad como uno de los «dones de señales» que han desaparecido de la Iglesia. Cuando ocurre, es algo extremadamente raro y no debe considerarse la norma.
La unción con aceite, como se enseña en Santiago 5, no se practica, ya que se considera inapropiada para nuestros días.
Este don controvertido nunca debió serlo. En nuestras décadas de ministerio en América Latina, participando en numerosas plantaciones de iglesias, nunca hemos tenido confusión, división o disensión acerca de este don.
¿La razón? Nunca hemos enseñado ninguno de los dos falsos extremos: ni que el don de lenguas haya pasado ni que todos los que están llenos del Espíritu Santo lo experimentarán.
Pablo pregunta: «¿Hablan todos lenguas?» (1 Corintios 12:30). La pregunta requiere una respuesta negativa. Es una pregunta retórica. El griego original utiliza una partícula intraducible llamada «explicativo ME». Esto requiere una respuesta negativa a cualquier pregunta en la que se encuentre. Algunas traducciones traducen la pregunta de Pablo como «No todos hablan en lenguas, ¿verdad?» Esto significaría: «¿No es verdad que no todos hablan en lenguas?».
Sin embargo, en 1 Corintios 12:13 vemos que todos los corintios habían sido bautizados en el Espíritu Santo.
Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
El significado es claro si comparamos estos dos versículos: Todos los creyentes de Corinto fueron bautizados en el Espíritu Santo, unidos al cuerpo de Cristo y hechos beber de ese mismo Espíritu. Sin embargo, no todos hablaban en lenguas.
Se trata de un ejemplo significativo de la regla de la revelación progresiva. La carta a los Corintios interpreta y perfecciona esta enseñanza en relación con los relatos del Libro de los Hechos. Mientras que los Hechos describen cómo se utilizaban las lenguas en la fundación del movimiento cristiano, la epístola proscribe y limita su uso a lo largo de la era eclesiástica.
Pablo sigue explicando cómo se llega a abusar de este don, pero ese es otro tema.
Los cesacionistas se apresuran a señalar lo divisivas que han sido las lenguas. Este argumento tiene cierta validez, pero es irrelevante. Toda doctrina en la historia de la Iglesia ha causado división en algún momento.
Esta acusación es contraproducente porque los cesacionistas también han sido conocidos por causar división. Ellos pueden objetar, incluso aunque las personas con este don no sostengan la perspectiva de que todos deben tenerlo.
… y no impidáis el hablar lenguas; 1 Corintios 14:39
Un amigo mío hablaba con un colega que le decía que había prohibido a ciertas personas practicar la lengua, incluso en privado, porque le parecía una tontería. Mi amigo le contestó: «¿Ya te has arrepentido de ese pecado?». Esto escandalizó a su colega, que le preguntó qué quería decir. Mi amigo citó el versículo anterior y explicó que se trataba de un mandamiento de Dios. Por lo tanto, prohibir a la gente hablar en lenguas es un pecado.
Las únicas limitaciones que Pablo impone sobre este don o cualquier otro, tienen que ver con conductas desordenadas, orgullo espiritual o presionar a otros para que practiquen el mismo don.
Cualquier enseñanza que divida a los cristianos en categorías superiores e inferiores basándose en una sola experiencia espiritual es falsa. Conduce al orgullo espiritual. Esto puede ser un problema. Aquellos que no han hablado en lenguas son vistos como carentes del Espíritu Santo y, por lo tanto, espiritualmente inferiores, sin importar su compromiso con Cristo y su vida piadosa.
Las epístolas describen la espiritualidad como un crecimiento progresivo mediante el uso de los medios prácticos que Dios nos ha dado: la Biblia, la oración y la comunión con la Iglesia.
Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis.
1 Corintios 14:1
¿Seguid el amor? ¿Qué tiene eso que ver con los dones espirituales? El amor nos impulsa a querer ayudar a los demás. ¿Alguna vez has querido ayudar a alguien y no has podido hacerlo? Ahí es donde nace el ferviente deseo de los dones espirituales. El amor y los dones espirituales están relacionados. Por eso está la palabra «y».
Procurad los dones espirituales. Eso significa tener un deseo fuerte. Un amigo expresó en una ocasión una actitud pasiva hacia los dones espirituales diciendo: «Estoy abierto a lo que Dios pueda darme». ¿Cómo encaja eso con el procurad los dones espirituales. Él no dijo estar abierto a ellos. Dijo que los deseáramos fervientemente. Una actitud pasiva no muestra ni fe ni amor y no producirá ningún resultado.
Los dones de Dios rara vez llegan completamente maduros. Cada don tiene múltiples facetas y el cristiano sabio estudiará su don y se convertirá en un especialista en él. Esto canaliza y refina el don, integrándolo en la personalidad del individuo según el plan de Dios. Quienes tienen el don de la predicación necesitan estudiar todo lo que encuentren sobre cómo predicar.
Pablo insinúa esto en Romanos 12:6-8. Cualquiera que sea el don que una persona tenga, debe dominarlo.
Por ejemplo, una persona con el don de ayuda debe aprender sobre sabiduría y discernimiento para ayudar a los demás sin crear dependencia. Otros creyentes maduros que tengan este don pueden ser de gran ayuda.
A veces Dios concede dones extraordinarios a las personas más ordinarias, incluso a las más indignas. Esto debería animarnos.
Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis. 1Cor. 14:1
… pero hágase todo decentemente y con orden. 1Cor. 14:40
Hoy en día abundan los abusos con los dones espirituales, al igual que ocurrió con los corintios. Es legítimo poner en duda algunas manifestaciones que se han hecho pasar por genuinas. No es legítimo rechazar los dones espirituales extraordinarios por ese motivo. Hacer eso es teología basada en el miedo. Los temores son...
· Miedo a caer en los extremos de ciertos movimientos.
· Miedo a perder el control de uno mismo o a permitir el desorden en las reuniones.
· Miedo a una enseñanza antibíblica que pueda venir a través de supuestas manifestaciones espirituales.
Estas reticencias se disipan cuando aplicamos los criterios bíblicos para distinguir lo genuino de lo falso. Una vez que estos principios están arraigados en nuestras mentes, somos libres para desear fervientemente los dones espirituales y disfrutar de un nuevo sentido de seguridad al evaluar las manifestaciones espirituales. A continuación se presentan cuatro criterios para evaluar la legitimidad de cualquier supuesto fenómeno espiritual:
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; … El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Juan 16:13,14
Dios dio el Espíritu Santo para glorificar a Jesucristo. Su misión es atraer la atención hacia Cristo, no hacia sí mismo. Si otra persona, doctrina, movimiento o incluso un «don» recibe más gloria que Cristo, algo va mal. Si solo se glorifica a Cristo, entonces podemos asumir con seguridad que la manifestación es de Dios.
Hágase todo para edificación.1 Corintios 14:26
El perfeccionamiento y la santificación de su pueblo es el objetivo de Dios en la Iglesia. ¿Lleva a eso? ¿Produce desorden? ¿Resulta en una mejor comprensión de la sana doctrina? ¿O introduce cuestiones dudosas y confusas? ¿Es la enseñanza bíblicamente sólida?
… pero hágase todo decentemente y con orden. 1Cor. 14:40
Pablo establece normas para mantener el orden en el uso de los dones espirituales. ¿Se respetan estas normas?
Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. 1Cor. 14:29
Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso. Heb. 13:17
¿Muestra la persona disposición a someterse a evaluación y corrección? ¿O insinúa que está por encima de ello, alegando que su supuesto don procede del Espíritu Santo? Esto último es orgullo espiritual. Las manifestaciones de dones sobrenaturales no son autoritarias en esta dispensación. Nuestra única autoridad es la Escritura.
Los cesacionistas utilizan el término «dones de señales» para referirse a los dones que son claramente sobrenaturales y no pueden atribuirse a causas naturales. Estos incluyen profecía, lenguas, interpretación de lenguas, el don de milagros, palabra de conocimiento, palabra de sabiduría y dones de sanidades.
Se llaman «señales» porque indican la autenticidad de los apóstoles y del mensaje de gracia que predicaban. Hoy en día, los cesacionistas dicen que las señales ya no son necesarias porque las Escrituras sustituyen a estas como indicador del mensaje de gracia.
Los continuistas señalan que no existe ninguna justificación bíblica para categorizar los dones espirituales de esta manera. Para eliminar cualquier don categorizándolos así se requeriría autorización apostólica, y tal no se encuentra en las Escrituras.
Además, no parece haber ninguna razón por la que los dones espirituales sobrenaturales de hoy no puedan apuntar a las Escrituras mismas y a su autenticidad o incluso al evangelio mismo. ¿Por qué el evangelio necesita menos autentificación hoy que en el primer siglo?
El término «señales y prodigios» solo aparece en el Libro de los Hechos, excepto en un par de ocasiones en las que Pablo lo aplica a su propio ministerio. Por el contrario, el término carismata solo se encuentra en las epístolas, nunca en el Libro de los Hechos.
Como defensa de su postura, algunos continuistas moderados destacan la diferencia entre señales y prodigios en el Libro de los Hechos y carismata en las epístolas.
Los dos son similares, con algunos traslapos, pero son como la diferencia entre un género y una especie en biología. Pueden estar en la misma categoría general, pero no son exactamente lo mismo.
Si esta distinción es correcta, entonces los continuistas moderados pueden aceptar una diferencia entre la era apostólica y la actual dispensación eclesiástica sin abandonar los dones espirituales para hoy. La era apostólica se caracterizó por manifestaciones milagrosas extraordinarias con una frecuencia que podría clasificarse como señales y prodigios. Esto estableció el movimiento cristiano sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, como dijo Pablo en Efesios 2:20.
Es como la diferencia entre construir una casa y vivir en ella. Las herramientas para una no son las mismas que para la otra. Puede que algunas sean similares, pero son circunstancias diferentes.
El cesacionista argumenta que ahora que se han puesto los cimientos, lo milagroso ya no es necesario. Si con el término «milagroso» se refieren a milagros apostólicos extraordinarios y frecuentes, los continuistas pueden estar de acuerdo con eso. Si el cesacionista se refiere a cualquier manifestación milagrosa o sobrenatural, entonces los continuistas moderados deben estar en desacuerdo en este punto.
Esta perspectiva cesacionista parece implicar una falacia de extensiones. Supone que los carismata de las epístolas están en la misma categoría que las señales y prodigios apostólicos y que la única finalidad de todo lo sobrenatural es fundacional.
Las epístolas, sin embargo, no confirman esto. Los «carismata» de las epístolas, argumentan los continuistas, cumplen un propósito diferente: el crecimiento de la Iglesia, no su fundación. Esto permite que los dones espirituales se produzcan de forma regular y ordenada, sin los intentos fallidos y frustrados de los pentecostales de duplicar la era apostólica.
Una vez establecidos los criterios bíblicos, la teología basada en el miedo desaparece. Esto nos libera para ser proactivos en la búsqueda de los dones espirituales como la Escritura ordena. Podemos evaluar cualquier manifestación espiritual con un mayor sentido de confianza. Esto nos permite exaltar a Cristo aun mas.
Durante los cuatro primeros siglos después de Cristo, las dos principales preocupaciones de los padres de la Iglesia primitiva eran cómo evitar la persecución y, al mismo tiempo, refutar las principales herejías. Las citas sobre los dones espirituales son escasas y aparecen en el contexto de temas más urgentes para ellos en aquella época.
De las pocas citas que tenemos, se deduce que los dones espirituales continuaron mucho después de la era apostólica, aunque no de forma tan espectacular. Hacia los siglos V y VI, parece haber una disminución de los dones en general.
Los cesacionistas afirman que esta disminución apoya su perspectiva. Los continuistas, como Jack Deere,[18] sugieren que tal disminución puede deberse al aumento de la apostasía, ya que la Iglesia incorporó filosofías y prácticas grecorromanas. El Espíritu Santo se retiraría naturalmente de tales.
A continuación, se muestran algunas citas de los primeros padres de la Iglesia, extraídas de un excelente artículo sobre este tema: [19]
Justino Mártir (m.165), en su Diálogo con Trifón, comenta: «Los dones proféticos permanecen entre nosotros hasta nuestros días». [20]
Ireneo (m. 202) fue alumno de Policarpo, discípulo del apóstol Juan. Escribió en su obra «Contra las herejías», libro V, vi.: «De la misma manera oímos también a muchos hermanos en la Iglesia que poseen dones proféticos, y que por el Espíritu hablan toda clase de lenguas, y sacan a luz, para beneficio general, las cosas ocultas de los hombres y declaran los misterios de Dios, a quienes también los apóstoles llaman espirituales».
«Los que en verdad son sus discípulos, recibiendo de Él la gracia, hacen en su nombre [milagros], a fin de promover el bienestar de otros hombres, según el don que cada uno ha recibido de Él. En efecto, algunos expulsan a los demonios con certeza y verdad, de modo que los que así han sido purificados de los espíritus malignos con frecuencia creen [en Cristo] y se unen a la Iglesia. Otros tienen presciencia de las cosas por venir: ven visiones y pronuncian expresiones proféticas. Otros sanan a los enfermos imponiéndoles las manos, y quedan sanos. Además, como ya he dicho, incluso los muertos han resucitado y han permanecido entre nosotros durante muchos años.... El nombre de nuestro Señor Jesucristo incluso ahora confiere beneficios [a los hombres], y cura completa y eficazmente a todos los que en cualquier lugar creen en Él».[21]
Origen (185-253 D.C.) Declaró haber sido testigo presencial de muchos casos de exorcismo, sanidad y profecía, aunque se negó a registrar los detalles, para no provocar la risa y el desprecio de los incrédulos.
Crisóstomo (m. 407) Escribiendo sobre 1 Corintios y el don de lenguas dijo, «Todo este lugar es muy oscuro; pero la oscuridad es producida por nuestra ignorancia de los hechos referidos y por su cesación, siendo tales como entonces solían ocurrir pero ahora ya no ocurren. ¿Y por qué no ocurren ahora? Pues mira ahora, también la causa de la oscuridad nos ha producido de nuevo otra pregunta: a saber, ¿por qué sucedían entonces y ahora ya no?». (347- 407 D.C.) [22]
Agustín (m. 430) En una homilía sobre la 1ª Epístola de Juan, Agustín comentó que hablar en lenguas era un milagro adecuado para la Iglesia primitiva, pero que ya no era evidente en su propio tiempo. En los capítulos 8 y 9 del libro XXII de su «Ciudad de Dios», escrito alrededor del año 415 D.C., Agustín señaló que los milagros de su época no eran tan espectaculares o notables como los de los albores del cristianismo, pero que seguían ocurriendo.[23]
De la Parte Tres aprendemos...
Existen tres perspectivas principales con respecto a la controversia de los dones de profecía, sanidad y lenguas.
· La perspectiva Pentecostal: Estos dones continúan hoy igual que en la era apostólica. Si no se manifiestan, puede haber falta de fe.
· Perspectiva continuista moderada: estos dones continúan, pero no con la misma intensidad o frecuencia que en la era apostólica. Dios tiene el control soberano de cómo y cuándo pueden manifestarse, y es libre de actuar con o sin la cooperación humana.
· Perspectiva cesacionista: los dones arriba mencionados cesaron con el fin de la era apostólica. Aquellos que piensan que los poseen están equivocados.
· Los dones o manifestaciones espirituales pueden evaluarse según los criterios que se encuentran en las Escrituras.
32. ¿Qué es el continuismo?
33. ¿Qué es el cesacionismo?
34. ¿Cuál es la diferencia en la interpretación de 1 Corintios 13 entre los continuistas y los cesacionistas?
35. ¿Qué es el continuismo moderado?
36. ¿Cuáles son los llamados regalos de signos?
37. Describe dos de los argumentos cesacionistas para el cese de los dones espirituales. A continuación, dé las respuestas continuistas a cada uno.
38. Según el autor, ¿por qué el cesacionista rechaza los dones espirituales?
39. ¿Cuál es la definición bíblica de la profecía del Nuevo Testamento?
40. Describe brevemente el punto de vista continuista completo de la profecía.
41. Describe brevemente el punto de vista continuista moderado de la profecía.
42. Describe brevemente el punto de vista cesacionista de la profecía.
43. ¿Cuáles son algunas diferencias entre el ministerio profético del Antiguo Testamento y el del Nuevo Testamento?
44. ¿Cuáles son las premisas de la perspectiva pentecostal de la sanación?
45. ¿Qué significa la idea de la sanación en la expiación?
46. Describe la interpretación pentecostal de 1 Pedro 2:24.
47. Refuta la interpretación pentecostal de 1 Pedro 2:24.
48. Muestra en Romanos 8 por qué la sanidad de nuestros cuerpos no es necesariamente garantizada hoy en día.
49. Demuestra la debilidad en la interpretación pentecostal de Mateo 8:17.
50. ¿Cuáles son algunos de los peligros de la perspectiva continuista de la curación?
51. Partiendo de la premisa de que el don de lenguas sigue vigente hoy en día, muestra con las Escrituras por qué no es para todos.
52. Describe al menos dos criterios para evaluar la legitimidad de las manifestaciones espirituales.
Berkhof, Louis. Teología Sistemática. Eerdmans Publicadores. Grand Rapids, MI, 1938
Deere, Jack. Sorprendido por el poder del Espíritu. Zondervan Publicadores. Grand Rapids, MI, 1993
Grudem, Wayne. Systematic Theology. Zondervan Publicadores. Grand Rapids, MI, 1993
Agustín, 56
Antropomorfismo, 7
Bautismo en el Espíritu Santo, 21, 23
Blasfemia, 9, 16, 27, 28
Carismata, 31, 33, 53, 54
cesacionismo
cesacionista, 33
Cesacionismo, 30, 31, 32, 33, 35, 36
Cesacionismo pleno, 32
Continuismo moderado, 31
Continuismo pleno, 31, 42
continuista, 31, 34, 35, 38, 39, 40, 42, 47, 56
Credo de Atanasio, 6
Crisóstomo, 56
Dones de señales, 31, 32, 33, 34, 37, 48, 53
Espíritu Santo en el Antiguo Testamento, 13, 14
Filioque, 9, 10
Gran Cisma, 9, 10
Guía personal, 17
Ireneo, 55, 59
Jesús solo, 7
Justino Mártir, 55
Lenguas, don de, 49, 56
Miedo, 36, 52
Modalismo, 7
Movimiento carismático
Carismaticos, 25
Orgullo espiritual, 24, 50, 53
Origen, 55
Pentecostal
Pentecostalismo, 22, 23, 24, 25, 31, 36, 37, 42, 45, 46, 48, 59
Profecía, 3, 13, 21, 31, 32, 33, 35, 38, 39, 40, 41, 46, 53, 55, 56
Reemplazo, 16
regeneración, 19, 21, 24, 27
Regla de los imperativos, 23, 24
Revelación continua, 34, 35
Revelación progresiva, 21, 23, 24, 49
Sanidad
Sanación, 3, 25, 29, 42, 43, 44, 45, 46, 47, 48, 55, 56
Señales y prodigios, 53
Suficiencia de las Escrituras, 35
Suposición apostólica, 30
Trinidad económica, 5
Trinidad ontológica, 5
Tri-teísmo, 7
Unitarismo, 7
[1] Todas las citas proceden de la RVR, salvo que se indique lo contrario.
[3] Este texto no nombra al Espíritu Santo en particular como agente restrictivo. Sin embargo, los eruditos suelen atribuir este texto al Espíritu Santo a falta de otra explicación plausible.
[4] Grudem, Teología Sistemática, P.786
[5] Juan 3:5-8
[6] Tito 3:4-8
[7] Los orígenes y el desarrollo del movimiento pentecostal quedan fuera de los límites de este estudio. El alumno puede encontrar información al respecto en un texto de historia eclesiástica.
[8] La hermenéutica es la ciencia de la interpretación de la literatura. Sigue reglas de sentido común y se aplica normalmente en los estudios bíblicos. Es fácil encontrar cursos y libros sobre hermenéutica.
[9] En una ocasión, de visita en el Reino Unido, se dirigió a un grupo de líderes eclesiásticos. Como texto eligió Efesios 5:18, donde Pablo insta a los destinatarios de su carta a «estar llenos del Espíritu». Moody señaló que esta frase puede traducirse legítimamente como «Seguid llenos del Espíritu».
Al oír esto, un vicario objetó. ¿Por qué tengo que seguir siendo lleno del Espíritu? Yo fui lleno del Espíritu en mi conversión» https://www.moody.edu/about/our-bold-legacy/d-l-moody/
Necesito seguir siendo lleno del Espíritu», respondió Moody, “porque tengo fugas”.
[10] Para una exposición de este movimiento, véase mi libro El Evangelio de la Prosperidad: Carismáticos heridos
[11] Grudem, Teología Sistemátic, P.640
[12] https://sacredheartfla.org/about-us/being-franciscan/fraciscan-feast-days/the-feast-of-the-stigmata-of-st-francis-of-assisi/
[13] Warfield, B.B. Milagros falsificados 1918
[14] Esta fue una cita que le escuché personalmente durante una conferencia en una iglesia de la Asamblea de Dios en California, hace varias décadas.
[15] Una opinión defendida por John MacArthur en uno de sus vídeos de YouTube.
[16] Ef.4:8
[18] Deere, Jack. Sorprendido por el poder del Espíritu. Zondervan, Grand Rapids, MI 1993
[20] Justino Marty. Diálogo con Trifón. Capitulo 82
[21] Ireneo. Contra herejías. Clásicos Cosimo, pp. 847
[22] Prestado de Piney.com. Homelía 29