por
Roger Smalling, D.Min
www.espanol.visionreal.info
Lo
siguiente es un ensayo basado en mi respuesta a una pregunta de mi sobrino
Pablo, un ministro novato. Pablo me pregunt— si yo creo en la doctrina de una vez salvo, siempre salvo y cual
ser’a una respuesta racional segœn mi criterio. Mi respuesta est‡ abajo.
Tu
carta fue una sorpresa agradable porque me da oportunidad explorar un tema de
profunda interŽs para todo cristiano.
Voy a
tratar de refrenarme para no darte m‡s de lo que me preguntas, pero mi esfuerzo
probablemente no tendr‡ Žxito. El peligro de hacer preguntas a un te—logo es
que puede recibir un exceso de palabras. Esto se debe, no solamente a mi
temperamento, sino tambiŽn a la naturaleza del tema. Tengo la tendencia a
ense–ar mas de lo preguntado. Por favor perdona esto considerando que es el
menor de mis pecados.
Antes
de responder tu pregunta sobre los textos espec’ficos, es importante definir algunos
tŽrminos y establecer algunos par‡metros. La doctrina que describes como una vez salvo, siempre salvo se la llama
con m‡s precisi—n la doctrina de la seguridad
eterna. El punto de vista opuesto es conocido como arminianismo.
Ninguno
de estos tŽrminos es adecuado por varias razones. Una, el arminianismo
realmente se refiere a un sistema completo de teolog’a, del cual, la pŽrdida de
la salvaci—n es solamente un aspecto. La seguridad eterna fue un tŽrmino muy
usado por los reformadores, pero ellos no lo usaban en el sentido en el cual
los bautistas lo usan ahora. Si no te importa, algunas veces voy a referirme a
la seguridad eterna como el punto de vista bautista.
Estos
dos puntos de vista son acaloradamente disputados, como tu sabes. Sin embargo,
lo que la mayor’a no se da cuenta es que estas dos posiciones no son las œnicas
opciones. En efecto, hay una tercera perspectiva que se llama la preservaci—n y
perseverancia de los santos, que es la que yo sostengo y es la que los
reformados mantuvieron, as’ como tambiŽn las iglesias reformadas hoy en d’a,
tales como las presbiterianas, reformadas cristianas, etc.
Quiz‡s
es incorrecto referirse a esta opci—n como una tercera perspectiva, porque en
realidad las otras dos posiciones son perversiones hist—ricas de esta y
desarrolladas fuera de ella.
Ahora
defino algunos tŽrminos:
Seguridad
eterna: Esta doctrina sostiene que un cristiano nacido de nuevo no puede, bajo
ninguna circunstancia, perder su salvaci—n. Una vez que Žl, por su libre
voluntad, ha hecho la decisi—n de ser nacido de nuevo, Dios deposita el regalo
de la vida eterna en Žl. Ese regalo no se lo quitar‡ bajo ninguna condici—n,
sin importar la conducta o de una apostas’a de la fe.
Los cristianos
resbaladizos ir‡n al cielo.
Esta
doctrina sostiene que un cristiano nacido de nuevo puede, a travŽs de la
reversi—n a una vida de pecado o a la apostas’a de la fe, perder su salvaci—n y
estar eternamente perdido.
Esta
doctrina sostiene que Dios tiene un pueblo elegido y justificado, escogido
desde antes de la fundaci—n del mundo, a quien Žl preserva, en œltima
instancia, de caer en condiciones que pondr’an en riesgo su salvaci—n eterna.
Aunque la preservaci—n es un regalo de la Gracia de Dios, Žl usa medios
concretos y pr‡cticos para asegurarla.
El
medio principal que Žl usa es el esfuerzo propio del creyente en perseverar, el
cual Dios estimula a travŽs de exhortaciones, advertencias, castigos, la palabra,
compa–erismo cristiano, etc.. Algunas veces voy a referirme a esta doctrina
como el punto de visto reformado.
Toma en cuenta que la doctrina de la preservaci—n
y la perseverancia concuerda con las otras dos posiciones en algunos aspectos,
pero difiere en otros. Con el punto de vista Bautista, coincide en que los
creyentes nacidos de nuevo no pierden su salvaci—n, pero establece que existen
condiciones por las cuales esto podr’a suceder. Una vida de pecado o de
apostas’a son condiciones totalmente leg’timas por las cuales un creyente puede
verdaderamente perder su salvaci—n y debe tener cuidado al respecto, pero
afirma que Dios preserva a Su pueblo de llenar esas condiciones. Note que Jeram’as 32:40 es un ejemplo de como Dios usa el temor como
un medio de preservaci—n ... pondrŽ mi
temor en el coraz—n de ellos, para que no se aparten de mi.
TambiŽn
discorde con la posici—n bautista al definir cual es la base de la esperanza
del creyente. La posici—n bautista basa la esperanza del creyente en su
elecci—n de ser nacido de nuevo, luego de lo cual, Dios le da vida eterna. La preservaci—n
y la perseverancia basa la esperanza del creyente en el decreto electivo de
Dios y en la justificaci—n.
La justificaci—n significa que Dios imputa
la justicia perfecta de Cristo a un creyente y por tanto no acepta las
acusaciones que cualquiera haga en contra de Žl. Ver en Romanos Cap’tulo Cuatro
la idea de imputaci—n. TambiŽn ver en Romanos 8:33 la idea de que Dios no
acepta acusaciones en contra de sus elegidos y justificados. Note tambiŽn en
8:30 como aquellos justificados, ser‡n glorificados. El punto de vista reformado
siente que la posici—n bautista coloca su esperanza en la voluntad y actividad
del hombre, m‡s bien que en Dios. En efecto, esta cr’tica posterior puede
tambiŽn apuntar en contra de la posici—n arminianos.
Por
tanto, la posici—n reformada afirma que, parad—jicamente, ambas posturas
cometen el mismo error b‡sico pero desde diferentes puntos de partida.
La preservaci—n
y la perseverancia coincide con la posici—n arminiana, en que ambas establecen
que en verdad existen condiciones por las cuales un cristiano puede perder su
salvaci—n y que la responsabilidad descansa sobre los hombros de los creyentes
para perseverar a travŽs de los medios que Dios ha provisto. Est‡ en desacuerdo
con los arminianos porque estos suponen que lo dicho anteriormente prueba, que
tal cosa, como perder la salvaci—n, en verdad ha pasado a los creyentes. El
punto de vista reformado establece que esto es un error l—gico. Solo porque una
cosa es hipotŽticamente posible, no prueba que alguna vez haya sucedido o que
alguna vez pasar‡. Un principio fundamental de l—gica es que las hip—tesis no
son hechos, forzosamente.
La preservaci—n
y la perseverancia tampoco concuerda con el arminianismo porque este conduce a
un falso evangelio, es decir a una doctrina en la que al final, la salvaci—n
depende, en parte, de las buenas obras.
Tal
evangelio es una apostas’a. Los arminianos siempre niegan enf‡ticamente que ellos
creen en una salvaci—n pero obras, pero ninguno ha mostrado razones
convincentes de su negativa.
Es
f‡cil ver porquŽ la acusaci—n arminiana, de que la seguridad de la salvaci—n
provee una licencia para pecar, cae m‡s sobre el punto de vista bautista que
sobre el reformado. DespuŽs de todo, el primero niega que el pecado y la
apostas’a representen un peligro real.
Es
tambiŽn f‡cil darse cuenta que la preservaci—n y la perseverancia son
correctas, porque en la misma Biblia, existen advertencias a los creyentes
sobre las consecuencias de la apostas’a y el pecado con promesas de seguridad
eterna. Dios no est‡ bromeando cuando Žl nos da tales advertencias. No hay
necesidad de explicarlas. Los peligros son reales, pero tampoco Žl nos est‡
cuenteando sobre sus promesas p‡ctales de preservaci—n.
Perm’teme
sugerirte que tomes una concordancia completa y busques la palabra preservar y sus derivados: Preservaci—n,
preservando, preservad, etc. ÀNo ense–a la Biblia que Dios es soberano, y que
el hombre es tambiŽn responsable de sus actos? Los reformadores as’ lo
percibieron y no se sintieron intranquilos con ninguna de las l’neas de los
vers’culos.
Ya
sabes que la Biblia no dice literalmente Òlos cristianos pueden o no pueden
perder su salvaci—nÓ. La resoluci—n tiene que ser por tanto con conclusiones
sacadas de evidencia disponible. ÀEs leg’timo decir Òla Biblia dice tal y tal
cosaÓ, en base a una conclusi—n no establecida directamente en la Escritura?
Si. De lo contrario, tendr’amos que abandonar la doctrina de la Trinidad, la
mayor evidencia de la deidad de Cristo, o cualquiera que sea la posici—n que
mantengamos con respecto a la profec’a de los tiempos finales y muchas otras
cosas. Las opiniones no establecidas directamente pueden ser doctrinas v‡lidas,
asumiendo por supuesto, que estas incorporan toda evidencia disponible.
La
pregunta entonces es: De las tres opciones, Àcu‡l incorpora mejor la suma de la
evidencia b’blica sobre este asunto? Ahora paso a analizar algunos textos
espec’ficos, como me pediste.
Parte
de la respuesta tiene que ver con lo que dije arriba. Estos vers’culos pueden
ser tomados como una exhortaci—n para evitar la apostas’a y sus consecuencias.
Ellos no prueban que tal cosa ha pasado realmente a alguien. Esta respuesta
supone que los vers’culos se refieren a los cristianos nacidos de nuevo.
Sin embargo, tengo un problema con la
respuesta anterior. El problema es gramatical. Note los pronombres ellos y les. La gram‡tica nos ense–a que un pronombre reemplaza un nombre
previamente establecido. Si determinamos cuidadosamente el origen de estos
pronombres, llegamos al vers’culo uno de 2Pedro 2:
Pero hubo tambiŽn falsos profetas entre el pueblo, como habr‡ entre vosotros falsos maestros, que introducir‡n encubiertamente herej’as destructoras, y aœn negar‡n al Se–or que los rescat—, atrayendo sobre s’ mismos destrucci—n repentina.
Observe
que el texto se est‡ refiriendo a profetas falsos quienes se han infiltrado en
la iglesia, profesando ser creyentes, cuando en realidad son reprobados
disfrazados.
Pero
ÀQuŽ acerca de É escapar de las
contaminaciones del mundo a travŽs del conocimiento de Cristo É ? No hay
problema. Los monjes han hecho esto por siglos sin ser salvos. El conocimiento
de Cristo unido a una fuerte voluntad y trabajo duro ha producido justicia
externa en muchos quienes est‡n ahora en el infierno.
Hebreos
ocupa un lugar especial. Para comentar sobre estos vers’culos y aquellos del Cap’tulo
Seis, tenemos que mirar el prop—sito del libro como un todo.
ÀQue
significan, pues, estos vers’culos que los arminianos usan para decir que los cristianos
pierden su salvaci—n?
El
escritor estaba tratando con un problema especial del primer siglo entre los
convertidos del juda’smo. Algunos ten’an un pie en la sinagoga y el otro en la
iglesia. Quer’an el juda’smo y la cristiandad al mismo tiempo.
Ellos
solo iban a la iglesia ocasionalmente. De esto proviene la exhortaci—n de no dejar
de congregarnos. Era realmente dif’cil decir si ellos eran salvos o no. El
intento total del escritor es advertir que ellos no pod’an estar indecisos. A
no ser que ellos dejaran los principios fundamentales del juda’smo y se
comprometieran totalmente a Cristo, no habr’a salvaci—n para ellos. No pueden
ser salvos por una mezcla de ley y gracia, porque tal mezcla es una
contradicci—n de tŽrminos. El texto arriba toca el peligro de estas personas
sin que el escritor emita juicio sobre si ellos son salvos o no.
Si este
texto indica que los creyentes genuinos pierden su salvaci—n, entonces tenemos
un problema con el verso 26. El texto prueba m‡s de lo que el arminiano quiere decir, porque supone que Žl est‡ hablando
a personas nacidas de nuevo, luego debemos concluir que si un cristiano peca
despuŽs que es salvo, Žl nunca puede ser perdonado!.
Esto
hace que el volver a la vieja vida, sea un pecado imperdonable, sin garant’a
b’blica. Pero ningœn arminiano cree esto, por ende,
Žl no puede usar este texto para probar su posici—n.
El
autor est‡ probando un punto en la forma m‡s forzosa que conoce. El muestra que
as’ como un jud’o en el Antiguo Testamento estaba perdido sin misericordia si
rechazaba la Ley de MoisŽs, de igual forma, bajo el Nuevo Testamento, si
rechazaba a Cristo, no podr’a esperar m‡s misericordia que bajo la ley.
ÀC—mo
se puede alguien pisotear al hijo de
Dios e insultar el Esp’ritu de gracia?
Estos jud’os, a medio cocer, estaban haciendo esto para retornar a la sinagoga
y a la ley. Esto insultaba a la gracia y contaba como comœn la sangre de Cristo implicando que la cruz no fue suficiente
para salvarlos.
El
texto no tiene la intenci—n de tratar el asunto de los cristianos que vuelven a
la vida vieja, sino mas bien con jud’os que profesaban ser creyentes pero que
no deseaban abandonar su dependencia al juda’smo.
El pasaje
debe ser tomado en el contexto del cap’tulo como un todo. Note que este puede,
y debe, ser dividido en dos partes distintas, separadas por el verso 9:
Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvaci—n, aunque hablamos as’.
Al
final del cap’tulo, el pueblo del versiculo nueve
presenta las caracter’sticas siguientes: Son amados de Dios —un tŽrmino nunca usado excepto cuando se
refiere al pueblo de Dios— son salvos, ministran a los santos, trabajan
para Dios y muestran amor. Tienen una esperanza segura y constante y son
participantes del pacto inmutable de gracia.
Es
evidente que el pueblo, en la parte final del cap’tulo, ya no es el mismo que
era en la primera parte. En la parte final, Žl est‡ obviamente hablando sobre
los salvos. Por tanto, se sigue que el pueblo en la primera parte no era salvo.
El arminiano supone que los versos 1 a 8 se refieren a cristianos
genuinos.
Esto no
puede ser el caso puesto que los cristianos genuinos son el t—pico de los
versos 9 a 20. Creo que la frase los principios rudimentarios de Cristo no se
refiere a doctrinas distintivas de la cristiandad por las razones siguientes:
Me
parece peculiar que para sustentarse, los arminianos se refieren a Hebreos,
cuando este libro fue en verdad escrito para demostrar la certeza y eficacia
del ministerio de Sumo Sacerdote de Cristo para todos aquellos efectivamente
llamados. Hebreos 9:14-15. Hebreos fue escrito para dar seguridad al sincero, y
aterrorizar, al mismo tiempo, a los falsos maestros. Parece un caso de no ver
el bosque debido a los ‡rboles.
Es
suficiente por ahora. DisfrutŽ la oportunidad de gustar algo de teolog’a y
espero que sea de bendicion.
Con
amor,
Roger y
Dianne
A muchos de los que disfrutaron de este ensayo,
tambiŽn les gust— nuestro libro
S’, Jesœs
Impreso, Kindle, PDF
Otras obras por Dr. Smalling se ven
a
http://espanol.visionreal.info/
[1] 2Ped. 2:20 Ciertamente, si
habiŽndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Se–or y Salvador Jesucristo, enred‡ndose otra vez en ellas son vencidos, su postrer
estado viene a ser peor que
el primero. 21 Porque
mejor les hubiera sido no haber conocido
el camino de la justicia, que despuŽs de haberlo conocido, volverse atr‡s del santo mandamiento que les fue dado. 22 Pero les ha acontecido
lo del verdadero proverbio:
El perro vuelve a su v—mito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.