Lecturas de tarea
 Introducci—n a la eclesiolog’a reformada

 

1.    ÀEs necesaria una lista de membres’a en la iglesia?   ÉP.2

 

2.   El principio representativo en la Biblia   ÉP.5

 

3.   Las distinciones entre ancianos docentes y ancianos gobernantes  ÉP.8

 

4.   Los peligros de las jerarqu’as   ÉP.26

 

5.   Los oficios extraordinarios: Ap—stoles y profetas   ÉP.28

 

6.   La ordenaci—n de mujeres: ÀEs l’cita?  ÉP.32

 

7.   Sobre la ordenaci—n de las mujeres al oficio de diaconiza   ÉP.38

 

8.   Mœsica en culto   ÉP.43

 

9.   Salmodia   ÉP.46

 

Nota: Todos estos ensayos son obra de Roger Smalling excepto los nœmeros 2 y 6.

 

 


 

ÀEs necesaria una lista de membres’a de la iglesia?

Algunos cristianos sostienen que los œnicos requisitos en el Libro de los Hechos para ser miembro de una iglesia local fueron el bautismo y una profesi—n cre’ble de fe. Por lo tanto, Àpor quŽ necesita m‡s para ser miembro oficial de la iglesia?

 

Echemos un vistazo a varios factores hist—ricos, b’blicos y l—gicos.

El significado de EKKLESIA

Segœn los lex—grafos en griego, esta palabra esta palabra contiene en s’ el concepto de una membres’a definida. ÒÉun conjunto de personas constituido por una membres’a bien definida.Ó [1] Otros tŽrminos se usan para describir una multitud de personas.

 

Es usada unas 100 veces in la LXX en textos que implican a un conjunto de jud’os como la asamblea del Se–or, refiriŽndose a la congregaci—n de los israelitas para o’r una proclamaci—n de Dios. [2]

Historia de la Iglesia: Los primeros conversos ya fueron catequizados

Los historiadores de la iglesia nos dicen que a partir de la segunda mitad del primer siglo, la iglesia requer’a que los candidatos a la membres’a comprendieran lo que la iglesia cree, c—mo se rige, adem‡s de los privilegios y responsabilidades. Esto requer’a una instrucci—n a veces extensa. Un nombre dado por los primeros cristianos a tales candidatos es el de catecœmeno, del cual obtenemos la palabra catecismo.

 

Los convertidos al cristianismo en el primer siglo ya hab’an recibido a–os de instrucci—n en las escrituras antes de o’r el evangelio.

 

Los primeros convertidos fueron jud’os. Todos los ni–os jud’os estaban obligados a estudiar las Escrituras desde una edad temprana. Esto inclu’a las Escrituras, adem‡s de la tradici—n e historia jud’a. A mediados de la adolescencia, ya ten’an a–os de formaci—n, sin contar otras ense–anzas impartidas durante su asistencia regular a la sinagoga.

 

Cuando Pedro predic— sus dos sermones registrados en Hechos, se dirig’a a aquellos que sab’an que hay un solo Dios, quiŽnes forman Su pueblo, quŽ significa la elecci—n, la expiaci—n y cu‡l es la ley moral de Dios. TambiŽn sab’an sobre el bautismo y cre’an en un Mes’as venidero. Lo œnico que les faltaba era el nombre del Mes’as.

 

ÀPero quŽ de los conversos gentiles? Los conversos gentiles en tiempos de Pablo eran prosŽlitos al juda’smo o indagadores del juda’smo. Eran gentiles temerosos de Dios y familiarizados con los conceptos b‡sicos del Antiguo Testamento. Pablo predicaba en las sinagogas, donde los mencionados estaban presentes.

 

En resumen, los conversos en el libro de los Hechos, tanto jud’os como gentiles, estaban ya pre-catequizados a travŽs de a–os de ense–anza.

Historia post-apost—lica

Durante los œltimos dos mil a–os, algunas formas no-b’blicas de gobierno eclesi‡stico y/o de teolog’a desviada se han infiltrado entre cristianos. La iglesia primitiva no tuvo que hacer frente a la mayor parte de ellas. Hoy en d’a, algunos de estos errores se han generalizado entre los evangŽlicos, por lo que es imperativo que los miembros comprendan c—mo nos diferenciamos de otros movimientos y por quŽ.

Gobierno de la iglesia, en el occidente

La cultura occidental es individualista y democr‡tica. Sin embargo, el gobierno de la iglesia b’blica no es ni lo uno ni lo otro. De hecho es un pacto-comunidad y teocr‡tico, administrado por los ancianos ordenados. (1Tim.5:17) Los cristianos occidentales normalmente asumen que la iglesia debe ser dirigida democr‡ticamente ya que el gobierno civil es democr‡tico. Esta suposici—n es incorrecta. El reino de Dios no es una democracia. ÀC—mo podemos esperar inducir a la gente a su membres’a si nunca se les ha ense–ado la diferencia?

Teolog’a

ÀQuŽ dir‡ la junta de la iglesia si una camarilla de miembros quiere derribar la doctrina de la Trinidad por voto congregacional? Recibir a personas en calidad de miembros en la iglesia que no tengan claro lo que representa, es una f—rmula para la divisi—n y la confusi—n.

Una recomendaci—n de la Confesi—n de Westminster

La Asamblea de Westminster de 1648 en Inglaterra, arm— una declaraci—n de los principios fundamentales de la teolog’a protestante. Presbiterianos, bautistas y algunos otros la aceptan en diversas formas como su est‡ndar de fe. La Confesi—n de Westminster reconoci— que algunas pr‡cticas de gobierno de la iglesia pueden ser necesarias aunque no estŽn espec’ficamente ordenadas en las Escrituras. El sentido comœn y los principios cristianos nos pueden guiar y podemos contar eso como b’blico.

 

... Y que hay algunas circunstancias relativas a la adoraci—n de Dios, y el gobierno de la iglesia, comunes a las acciones y sociedades humanas, que deben ser ordenados por la luz de la naturaleza y de la prudencia cristiana, de acuerdo con las reglas generales de la Palabra, que siempre debe ser respetadas. WCF 1-6.

No necesitamos un cap’tulo y vers’culo para justificar todo lo que hacemos en el gobierno de la iglesia. Siempre que una pr‡ctica administrativa se ajuste a las normas del sentido comœn, la conducta cristiana y los principios generales de la escritura, podemos considerarla b’blica. Sin embargo, s’ vemos vers’culos de los cuales podemos extraer inferencias fuertes para el directorio de la membres’a de la iglesia oficial.

Inferencias s—lidas

La Iglesia Presbiteriana en AmŽrica, una denominaci—n muy conservadora, hizo un estudio sobre este punto y lo public— en su libro, documentos de posici—n, que se ocupa de cuestiones doctrinales secundaras.

 

... La evidencia clara de la Escritura es que la iglesia debe mantener una lista de los miembros. El modelo supremo para nuestra lista de miembros es la lista de miembros del cielo (ƒxodo 32:32,33; Daniel 12:1, Lucas 10:20; Filipenses 4:3; Apocalipsis 13:8; 20:12,15).

El patr—n b’blico es que el nuevo creyente debe ser ÒcontadoÓ y Òa–adido" a la lista de miembros de la iglesia local (Hechos 2:41,47; 6:7, 1 Timoteo 5:09).

Los miembros podr’an ser omitidos de la lista (1 Corintios 5:2.)- a m‡s de solamente estar f’sicamente impedido, ya que incluso los no creyentes pueden asistir al culto cristiano (1 Corintios 14:23)- o ser reinscritos (2Corintios 2:6-7).

Es imposible tener una disciplina coherente sin tal lista. Hab’a una lista de viudas para prop—sitos diaconales (I Timoteo 5:9).

Los ancianos deben conocer a sus ovejas y ser responsables del cuidado de la grey confiada a ellos, esto exige saber quiŽnes son, es decir, exige una lista o n—mina (Hebreos 13:7,17-19; 1 Tesalonicenses 5: 11-14; 1 Pedro 5:2; Hechos 20:28).

La iglesia apost—lica utilizaba cartas de transferencia o recomendaci—n (Hechos 18:27, Romanos 16:1-2, 2 Corintios 3:1, 8:23-24), ejemplos de estas cartas incluyen Filem—n y 3 Juan. Los asuntos entre iglesias eran realizados por quienes contaban con cartas de referencia (1 Corintios 16:3; 2 Corintios 8:16-h24).

Concluimos, pues, que se requiere ser creyente profeso para ser inscrito como miembro de una iglesia evangŽlica; adem‡s ponerlo como condici—n para tomar la Cena del Se–or es compatible con una pr‡ctica b’blica s—lida.

Conclusi—n

Un directorio de membres’a de la iglesia espec’fica, a m‡s de una preparaci—n anterior a ser incorporado en la lista de miembros de una iglesia local demuestra ser algo razonable, necesario y b’blico.

 


El principio representativo en la Biblia 



por 
Dr. Morton Smith
Presidente del Seminario Presbiteriano 
Greenville, NC, EEUU.
Traducido y editado bajo los auspicios de 
Roger Smalling

Notaci—n sobre Dr. Smith

Smith es uno de los fundadores de la denominaci—n conservadora, Iglesia Presbiteriana de las AmŽricas en 1973. Fue el primer moderador de la primera asamblea general, moderador de la misma en el a–o 2002. Es reconocido como uno de los expertos destacate en la denominaci—n sobre gobierno eclesi‡stico, Libro de Orden y ley jur’dica reformada.]

Notaci—n del traductor

Esta obra es un compendio de fragmentos de la obra original sobre el gobierno eclesi‡stico en general, los cuales han sido seleccionados para facilitar el enfoque sobre el tema del principio representativo en la eclesiolog’a reformada. Toda nota de pie de p‡gina corresponde al traductor, no al autor. Estas notas se incluyen para interpretar y aclarar el pensamiento del Dr. Smith, conocido personalmente por el editor.

<><><> 

De MoisŽs al exilio: El desarrollo del ancianato en Israel

El ancianato aparece a principios del libro de ƒxodo. Los ancianos de Israel ya estuvieron presentes durante del Žxodo y su autoridad era ya reconocida por el pueblo. Ex. 3: 16-18; Ex. 4:29; Ex. 12:21

El ancianito precede a la vida nacional de Israel: la Pascua fue instituida por los ancianos. Ex.12:3,6,21 f)

 

La instituci—n del ancianato es fundamental en la historia de Israel, es la base permanente de toda otra organizaci—n nacional o pol’tica y permiti— el desarrollo de un esp’ritu reverente a la ley y la justicia, as’ como ante la autoridad legalmente instituida. Cada pueblo ten’a su cuerpo representativos de ancianos, el cual actuaba en conjunto, no de manera individual, en cuestiones relativas a la ley de Dios. Los ancianos eran escogidos por el pueblo o al menos su nombramiento era dado con el consentimiento del pueblo.

 

La instituci—n del ancianato prevaleci— a pesar de que todas las dem‡s instituciones nacionales desaparecieron luego de la conquista de Israel; demostrando ser la instituci—n m‡s arraigada e indestructible. Encontramos durante el cautiverio, que los ancianos se reunieron con Ezequiel para o’r la Palabra del Se–or (Ez. 14:1-6; 20:1-5,27f)

 

Bannerman cita varios dichos rab’nicos con respecto al ancianato, para ejemplificar sobre el supremo honor que ocupan los ancianos en la mentalidad jud’a: 
[Notaci—n: Bannerman es un autor antiguo que Smith aprecia.]

"Uno debe tratar a un anciano como a un pr’ncipe... En todo momento han sido los ancianos quienes sostienen la existencia de Israel. Su responsabilidad es enorme... por eso, se establece el concilio de ancianos, para que se comparta la responsabilidad entre algunos" 

Cabe resaltar este œltimo punto: el pueblo hebreo adopta la modalidad de concilio para la toma de decisiones, las cuales se dan por consenso entre los m‡s sabios.

El principio representativo ƒxodo 18:13-10-28

El principio representativo se destaca en al ancianato y surge cuando Metro, suegro de MoisŽs, propone el establecimiento de un sistema graduado de cortes, el cual ayudar’a a MoisŽs en su tarea de gobernante y juez del pueblo. Aunque la palabra "anciano" no se aplica exactamente en este contexto, se puede observar que tanto los requisitos como las funciones corresponden al cargo de un "anciano". Las mismas cualidades espirituales corresponden a un "anciano," segœn el Ap—stol Pablo, 1Tim.3.

 

En Nœmeros 11 se observa un paso adicional en la organizaci—n de la sociedad , en el nombramiento de 70 quienes ya eran ancianos, los cuales fueron escogidos como un tipo de cuerpo ejecutivo especial dentro del cuerpo general de ancianos (Nœmeros 11:16-25).

Samuel Miller opina sobre este texto:

 

En Žste y otros pasajes se puede ver que 70 eran los ancianos que reg’an sobre la naci—n, existiendo adem‡s ancianos sobre cincuenta, cientos o miles de individuos, encargados del gobierno en sus respectivas regiones. Los ancianos existieron en el tiempo de JosuŽ, de los Jueces, de los Reyes y aparecieron en todo evento pœblico, especialmente durante la Žpocas m‡s felices de los reinados... hasta que se estableci— el sistema de sinagogas, como la manera ordinaria de instrucci—n popular y ordenaci—n.

Como parte del cargo del anciano y el principio representativo, naci— la idea del auto-gobierno, as’ "cada aldea o pueblo ten’a su propio cuerpo de representantes del lugar". Bajo el sistema sinagoga que se desarroll— posteriormente, estos ancianos eran escogidos por el pueblo...

Otro aspecto que se cultiv— por medio del sistema representativo fue el sentido de unidad, pues el pueblo expresaba su voz a travŽs de sus ancianos. Los actos del pueblo eran descritos como actos de la congregaci—n que el anciano representaba (cf. Ex.4:29ff; 12:3,21; Jos.24:1,2,19,21; I Sam. 8:4, 7 , 10, 19ff.) 



 

La decisi—n de los ancianos era la de la congregaci—n, incluso si Žsta difer’a con sus ancianos. En ocasiones, estas diferencias provocaban una modificaci—n en la decisi—n de los ancianos. Se puede ver que eran verdaderos representantes del pueblo y el siguiente pasaje lo ilustra claramente: JosuŽ 9:15-21.

 

Estos principios b‡sicos del gobierno b’blico se extienden incluso hasta la Žpoca cristiana y podemos ver los preparativos divinos que se proyectan m‡s all‡ de la historia de Israel.

Del Exilio al Tiempo de Cristo : La organizaci—n de la sinagoga 



El ancianato y la sinagoga

El gobierno de la sinagoga estaba a cargo de un consistorio de ancianos, haya sido Žste escogido por el pueblo o por el Sanedr’n (consejo de 70 ancianos sobre la naci—n), con el consentimiento de la congregaci—n.

 

Cuando uno de los ancianos era nombrado para la ense–anza, por ejemplo, era apartado para esta responsabilidad por medio de la imposici—n de manos de los dem‡s ancianos. El requisito de qu—rum para actos judiciales era de tres.

Funciones de los ancianos

Ense–anza
Se desarrolla un grupo de maestros eruditos conocidos como los "escribas", los cuales eran preparados en la Ley y su interpretaci—n. Por ejemplo, Esdras era sacerdote y escriba a la vez (Esdras 7:6) ver Mateo 23:2f, 6f

 

Gobierno
Control total en lo relacionado a la adoraci—n, disciplina de los miembros, finanzas y cuidado a los pobres. Incluso se aplicaba disciplina como el latigueo o incluso la expulsi—n de la sinagoga. (Mat. 10:17)

Incorporaci—n de los principios eclesiol—gicos al sistema de sinagogas

Transici—n de la adoraci—n a travŽs del sacerdote a la adoraci—n del pueblo mismo, dirigido por hombres escogidos por ellos igualmente.

 

Se pone gran Žnfasis en los derechos y deberes de cada individuo o miembro, pero sin jerarqu’a. Los ancianos eran elegidos por el pueblo, sin considerar requisitos geneal—gicos.

 

Su organizaci—n es simple, pero a la vez fuerte y el‡stica, propia de un gobierno eclesi‡stico al estilo representativo.

El principio representativo en la iglesia apost—lica

La Iglesia Cristiana, tanto en su gobierno como en su forma de adoraci—n, ya sea gentil o jud’a, nace de la sinagoga, sin ninguna ruptura del desarrollo continuo de la educaci—n providencial del pueblo de Dios, durante todos los siglos que le antecedieron.

 

Es as’ como no se perdieron las lecciones aprendidas a travŽs de generaciones enteras, en cuanto al valor de una libertad regulada que combina el orden en la adoraci—n y la flexibilidad y fuerza de un sistema presbiteriano. La antigua instituci—n del ancianato se traslada - sin cambios notables- de la iglesia del Antiguo Testamento a las iglesias de los ap—stoles.

 


Las distinciones entre ancianos docentes
y ancianos gobernantes



Segœn las normas 
de la Iglesia Presbiteriana de las AmŽricas

 

Revisado y aprobado por Pastores del Presbiterio de Carolina del Oeste, PCA

Junio, 2000

 

Introducci—n

El prop—sito de esta tesis es apoyar de la Escritura las distinciones Presbiterianas tradicionales entre los ancianos docentes y gobernantes. Todos estamos de acuerdo que el tŽrmino "anciano" se refiere a una clase de l’der. La pregunta es si dos oficios de anciano existen dentro de una clase, o si algunas distinciones son meramente descriptivas de diferentes funciones.

 

El asunto tiene consecuencias pr‡cticas, que ha llevado m‡s all‡ de una divisi—n teol—gica. ÀQuiŽn tiene autoridad para administrar la palabra y los sacramentos a una congregaci—n local? ÀA quiŽn es delegada la funci—n de discipular la iglesia local y llevarla a la completa obediencia a Cristo? ÀTiene un oficio el derecho de gobernar al otro?

En su lugar, esto justificar‡ las medidas tradicionales que los Presbiterianos han tomado para asegurar la continuaci—n de estas distinciones.

 

En esta tesis, demostrarŽ de la escritura y tres proposiciones l—gicas:

Existe una clase de anciano con dos ordenes de oficiales:
Anciano docente y anciano gobernante. Aunque ellos tienen ciertas funciones que se sobreponen, sus llamados y ordenaciones son diferentes. 

Las dos ordenes de oficiales son iguales en autoridad gubernamental en las cortes de la iglesia. El uno no gobierna sobre el otro.

 

Este concepto es llamado "paridad" dentro de los c’rculos presbiterianos.

Al anciano docente solo es delegada la autoridad de predicar y ense–ar la palabra a la congregaci—n, y administrar los Sacramentos. Estos tienen la responsabilidad de pastorear y discipular a todos los miembros de la congregaci—n, incluyendo a los ancianos gobernantes.


Procedimiento de la tesis

ProcederŽ mostrando primero cual es la posici—n de la PCA en estos puntos en la Parte Uno, siguiendo en la Parte Dos con justificaciones escriturales. Esto sigue el patr—n de los Est‡ndares de Westminster, que establece lo que creemos, presentando a continuaci—n las evidencias escriturales.

 

La segunda parte clarifica que estas distinciones no son el producto de la tradici—n pero est‡n basadas en la continuidad de la Biblia, comenzando desde el tiempo de MoisŽs hasta las Ep’stolas del Nuevo Testamento.

 

 

 

 

 

PARTE UNA

ÀCual es la posici—n PCA con respecto a estas tres proposiciones?

ÀSon diferentes los oficios de ancianos docentes y gobernantes?

A continuaci—n, se muestra un diagrama tomado de la PCA Position Digest Parte V, pag. 456

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El diagrama indica que aunque hay una clase de oficio llamado Òanciano", no obstante los ancianos docentes y gobernantes NO son los mismos oficiales.

 


La declaraci—n oficial de la PCA es como sigue

Recomendaci—n No.1:

 

Que la Asamblea General afirma que la Escritura ense–a que en adici—n al oficio fundamental de todos los creyentes, hay tambiŽn clases especiales y perpetuas de oficios en la Iglesia, anciano y di‡cono, y que hay dentro de la clase de anciano dos —rdenes, docente y gobernante.
Adoptado, 7 Asamblea General, 1979
Position Papers, Vol.5, P.457

Nuestros est‡ndares por consiguiente reconoce una clase de anciano, dividido en dos —rdenes: anciano gobernante y anciano docente. Un anciano gobernante no se convierte en un anciano docente meramente porque el ense–a una clase o da una prŽdica. Ni un anciano docente llega a ser un anciano gobernante porque el ejerce algunas funciones administrativas. La diferencia entre ellos no es una funci—n particular en un momento dado. Ellos pertenecen a —rdenes diferentes, segœn la posici—n mantenida por la PCA.

 

(Defensa escritural seguir‡ en la Parte Dos) 
ÀReconoce la PCA el concepto de "paridad" en el gobierno entre los dos oficios?

 

Si. El siguiente diagrama ilustra:

 

 

 

 

 

Este diagrama representa el concepto de paridad gubernamental. Note que los dos oficios se sobreponen. Juntos, gobiernan la congregaci—n pero no se gobiernan el uno al otro. 1 Ti. 5:17

 

 

 

 

 

 

ÀQuiŽn tiene la autoridad para predicar la Palabra de Dios en los pœlpitos de la PCA?

El catecismo mayor establece:

 

PREGUNTA 158. ÀPor quiŽn debe ser predicada la Palabra de Dios?

RESPUESTA. La palabra de Dios debe ser predicada por aquellos que est‡n dotados de las cualidades suficientes y aprobados de la manera debida para este oficio.

Aparece una ligera ambigŸedad en esta declaraci—n. Tradicionalmente, ha sido entendido que Westminster delega a los ancianos docentes ordenados, aunque el tŽrmino pastor o ministro no se use. DespuŽs de todo, ÀQuŽ pasar’a si un anciano gobernante puede predicar mejor que un anciano docente cualquiera? La Asamblea PCA de 1979 responde:

 

Recomendaci—n No.4:

 

La Asamblea General reafirma la posici—n presbiteriana hist—rica expresada en LC 158, que nadie debe predicar el Evangelio sino aquellos quienes son llamados y dotados de Dios; y por consiguiente solamente aquellos hombres que son ordenados o licenciados apropiadamente pueden predicar en los pœlpitos de la PCA; y que a los ancianos gobernantes se les permite y anima a renovar la pr‡ctica hist—rica de exhortar al pueblo de Dios. Adoptado, P. 457-458

Esta recomendaci—n se enlaza a la recomendaci—n No. 5 que trata con la relaci—n del pastor con el Consistorio. De esto vemos que la PCA considera el pœlpito como el dominio habitual del anciano docente, no obstante el anciano gobernante puede ejercer cualquiera de los dones ministeriales de exhortaci—n que el posea en otros dominios y circunstancias.

 

En la PCA, no es aceptada la pr‡ctica de programar dentro de la agenda de prŽdicas regulares de la iglesia, aquellos que no son ordenados como ancianos docentes. 

ÀQuien tiene autoridad para administrar los Sacramentos?

 

La Confesi—n de Fe de Westminster afirma:

 

Solo hay dos Sacramentos instituidos por Cristo nuestro Se–or en el evangelio; y son el Bautismo y la Cena del Se–or; ninguno de los cuales debe ser administrado sino por un ministro de la Palabra legalmente ordenado. Cap’tulo 27, Art.4.

Catecismo mayor

 

PREGUNTA 169. À De quŽ manera mand— Cristo que fuesen dados y recibidos en el sacramento de la Cena del Se–or?

RESPUESTA. Cristo mand— que los ministros de la palabra, en la administraci—n del sacramento de la Cena del Se–or,...

PREGUNTA 176. ÀEn quŽ son semejantes el sacramento del Bautismo y el de la Cena del Se–or?

RESPUESTA. ... ambos son sellos del mismo pacto, deben ser administrados por ministros del evangelio y no por otras personas;...

Considerando esto, esta claro que la posici—n de los Est‡ndares de Westminster es que los ministros del Evangelio y s—lo estos, tienen la autoridad para ministrar los sacramentos en nuestras iglesias.

 

La declaraci—n oficial de la PCA es como sigue

 

Recomendaci—n No. 8:

 

La Asamblea General afirma que de acuerdo con los Est‡ndares Confesionales de la Iglesia, solamente ancianos docentes ordenados legalmente pueden administrar los Sacramentos.
Adoptado, 7th Asamblea General, 1979
Position Paperas, Vol.5, P.461

Como justificaci—n para esta recomendaci—n, el comitŽ hizo dos se–alamientos:

 

Si la PCA quisiera hacer cambios mayores en cuanto a que los ancianos gobernantes administren los sacramentos ser’a necesario mayores cambios en los est‡ndares confesionales. Aunque los est‡ndares no deben ser puestos sobre la Escritura como una regla de fe y pr‡ctica, sin embargo hemos dado un fuerte testimonio de su validez y veracidad frente a las Escrituras y los cambios s—lo podr’an hacerse cuando haya una clara y grande evidencia de que b’blicamente est‡n errados. No encontramos tal evidencia en el caso de la administraci—n de los sacramentos. Position Papers, Vol.5, P.460


Es de notar aqu’ que el ComitŽ consider— que el peso de la prueba est‡ en aquellos que se oponen a nuestros est‡ndares, para que prueben lo contrario, en lugar de que el ComitŽ pruebe la validez de los mismos. Luego el ComitŽ a–ade:


La administraci—n de los sacramentos, por su propia naturaleza, es un ejemplo de la proclamaci—n de la Palabra de Dios y ... deber’a ser realizada s—lo conjuntamente con la predicaci—n de la Palabra.

Position Papers, Vol.5, P.460

En el contexto, el comitŽ al reconocer que solamente los ancianos docentes tienen autoridad para proclamar la Palabra regularmente desde el pœlpito, entonces, por necesidad l—gica, solamente estos tienen la autoridad para administrar los Sacramentos, que la Palabra autoriza.



ÀCuantas ordenaciones?

ÀReconoce la PCA una sola ordenaci—n para el oficio de anciano, o reconoce dos ordenaciones, como son, una para los ancianos docentes y otra para los ancianos gobernantes?

 

La declaraci—n oficial de la PCA dice como sigue:

 

Recomendaci—n No.7:

Nosotros afirmamos que la ordenaci—n de ancianos es para una orden particular al interior de la clase de ancianos, sea para el anciano docente o para el anciano gobernante. Ambas —rdenes de ancianos incluyen ciertas funciones las cuales est‡n descritas en la Escritura, ... {aqu’ sigue una lista larga y tediosa} ... Adicionalmente, la orden de anciano docente incluye la funci—n de la predica pœblica de la palabra y la administraci—n de los Sacramentos; adem‡s de ciertas cosas requeridas en los patrones contempor‡neos de la vida de la iglesia como son oficiaci—n de las ceremonias de matrimonios y funerales. Adoptado, 7th Asamblea General, 1979 Position Papers, Vol.5, P.459-460

La PCA reconoce dos ordenaciones diferentes, porque el oficio del anciano docente incluye funciones que el de anciano gobernante no contempla. La diferencia entre las dos no est‡ solamente en realizar la funci—n particular de administrar la Palabra y los Sacramentos. Es un llamado y ordenaci—n para realizar estas funciones.

ÀCu‡l es la posici—n de la PCA en relaci—n a la igualdad de votantes?

La declaraci—n oficial de la PCA dice lo siguiente:

 

Recomendaci—n No.5, Punto A3:

Las cortes de la Iglesia que estŽn sobre el nivel del Consistorio buscan expresar la paridad con un balance numŽrico entre los ancianos docentes y gobernantes. A nivel del Consistorio usualmente hay s—lo un anciano docente, o a lo m‡s unos pocos, frente a un nœmero m‡s grande de ancianos gobernantes. Ayuda a preservar la paridad d‡ndole la moderaci—n a uno de la minor’a de ancianos docentes. Adoptado, Asamblea General, 1979, Position Papers, P.458

La recomendaci—n No.5 es una larga y tediosa respuesta a una sugerencia hecha por una Iglesia en la Florida en la que dec’a que un anciano gobernante pod’a moderar el Consistorio en vez de que el pastor sea autom‡ticamente el Moderador del Consistorio. La recomendaci—n reafirma la practica en la PCA de que el pastor es el moderador y rechaza la sugerencia de la iglesia de la Florida. Debido a que la resoluci—n es bastante larga, resumimos las razones a continuaci—n:

 

1. El Concilio de JerusalŽn, de Hechos 15, estuvo presidido por un anciano docente. Este es el precedente b’blico.

 

2. La pr‡ctica general de las iglesias desde el tiempo de los Ap—stoles ha sido que las iglesias locales estŽn presididas por sus ministros. Se ha demostrado que esto es beneficioso.

 

3. Cualquier otra cosa ser’a un rompimiento de la pr‡ctica reformada de 400 a–os.

 

4. Esta pr‡ctica ayuda a guardar la paridad debido a que los ancianos docentes, normalmente, son la minor’a en el Consistorio.



 

5. Debido a que el anciano docente es un miembro del Presbiterio, su conexi—n con el mismo ayuda a fortalecer los lazos de unidad entre la iglesia local y el Presbiterio.

 

6. Cuando el anciano docente NO ES el Moderador del Consistorio, entonces puede haber el peligro de que este sea considerado como un mero secretario en lugar de un Ministro de la Palabra.

La introducci—n a la recomendaci—n tambiŽn menciona que cuando una iglesia elige un Pastor, ellos le est‡n eligiendo, de manera autom‡tica, como el Moderador del Consistorio.

Se puede entonces deducir que la PCA se esfuerza en preservar la paridad en la representaci—n al interior de las cortes. En los casos en que la paridad no se puede alcanzar, se aconseja que otras formas administrativas sean implementadas para conseguir la paridad.

Ha sido dicho por algunos que la posici—n de la PCA en relaci—n a estos puntos es mera tradici—n. ÀTienen estas posiciones un precedente hist—rico anterior al de Norte AmŽrica?

 

Aunque la tradici—n no es autoritativa, ella tiene valor en cuanto revela la verdadera naturaleza de la historia y pr‡ctica de la reforma. Si la posici—n de la PCA est‡ de acuerdo con la pr‡ctica reformada a travŽs del tiempo, entonces los misioneros norteamericanos no han ense–ado su cultura.

Las citas a continuaci—n viene de las Confesiones de Fe de varias culturas y lenguas, que se remontan al siglo XVI. Nuevamente, reconocemos que la tradici—n no es autoritativa. La Biblia es autoritativa. Ellas tampoco son referencias de una cultura. Una revisi—n de la historia puede dar un sentido de cautela a aquellos que podr’an desviarse de la norma establecida.

 

Observe las citas siguientes de Confesiones Reformadas antiguas, cuyas fechas se anexan:

 

Confesi—n HelvŽtica: 1536
...que los misterios de las Escrituras sean diariamente expuestos y explicados por ministros calificados...

Art’culos de Lausana, Suiza: 1536
Dicha Iglesia no reconoce otro ministro excepto a aquel que predica la Palabra de Dios y administra los Sacramentos.

La Confesi—n de Ginebra, 1536 por Juan Calvino
Nosotros no reconocemos a otros pastores en la Iglesia sino a los pastores fieles de la Palabra de Dios, que alimentan las ovejas de Jesucristo....

Nosotros creemos que los Ministros de la Palabra de Dios y los ancianos y di‡conos, deben ser elegidos a sus respectivos oficios mediante una elecci—n legal de la Iglesia.... 


Confesi—n de Fe Francesa: 1559
...nosotros creemos que el orden de la Iglesia, establecido por su autoridad, debe ser sagrado e inviolable, y que, por lo tanto, la Iglesia no puede existir sin pastores para la instrucci—n, a quienes debemos respetar y escuchar reverentemente, cuando ellos han sido llamados de manera apropiada y ejercen su oficio fielmente.

Las pr‡cticas de la PCA tienen su origen en un movimiento trans cultural hace 400 a–os, conocido como la Reforma.

PARTE DOS

Evidencias escriturales para las posiciones de la PCA

Es correcto usar el Antiguo Testamento como una gu’a para la eclesiolog’a del Nuevo Testamento? No es solamente correcto, es obligatorio segœn el ap—stol Pablo:

 

ÀNo sabŽis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los.25 que sirven al altar, del altar participan? As’ tambiŽn orden— el Se–or a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio. 1Cor. 9:13-14

 

Pablo arguye por el mantenimiento a tiempo completo de los ministros del Nuevo Testamento sobre las bases de sus contrapartes del Antiguo Testamento, los Sacerdotes. El ve el servicio sacerdotal en el altar como un tipo del ministro del Evangelio. Como el Sacerdote viv’a exclusivamente de este servicio por un especial llamado de Dios, as’ los ministros del Nuevo Testamento tienen que vivir exclusivamente de la predicaci—n del Evangelio.

 

Pablo, usando este argumento, revela que el considera leg’timo aplicar los principios generales del Antiguo Testamento como el patr—n para la Eclesiolog’a del Nuevo Testamento. El uso de una pregunta ret—rica demuestra que Pablo considera la respuesta obvia. El habla a los Cristianos como si ellos deben saber estas cosas de su conocimiento del Antiguo Testamento.

 

Como los Sacerdotes del Antiguo Testamento, este es un llamado para el ministerio del Evangelio que no viene a todo el mundo.

Heb. 5:4 Y nadie toma para s’ esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aar—n.

Pablo declara que los Sacerdotes del Antiguo Testamento fueron prototipos de lo que los ministros del Nuevo Testamento predicar’an. El argumento de Pablo en 1Corintios 9 llega a ser significativo si la Eclesiolog’a del Nuevo Testamento no sigue el patr—n del Antiguo Testamento.

 

Pablo no animar’a a los ancianos gobernantes a renunciar a sus ocupaciones seculares para predicar a tiempo completo. Su concepto apoya el punto de vista de dos oficiales con distintos llamados y ordenaciones.

De igual forma, en Romanos 15:16 Pablo usa la terminolog’a del Antiguo Testamento para describir su servicio como un predicador del Evangelio:

para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Esp’ritu Santo

 

La palabra "ministro" aqu’ es leitourgos y la palabra "ministrando" es hierourgeo. Ambas palabras se refieren al ministerio de los Sacerdotes en el Antiguo Testamento

Conclusi—n

Hemos establecido dos factores de estos textos:

 

La Eclesiolog’a del Nuevo Testamento est‡ basada en los patrones del Antiguo Testamento. No somos libres, por tanto, para interpretar la Eclesiolog’a del Nuevo Testamento sin referencia a los principios generales del Antiguo Testamento.


 

Ambos Testamentos indican, como Pablo demuestra, que algunos son llamados para el ministerio de la Palabra y los Sacramentos y algunos no. Aquellos que son llamados, son llamados a tiempo completo como regla.

ÀSomos libres de limitar nuestro entendimiento de la Eclesiolog’a al Nuevo Testamento solamente?

 

Definitivamente no. La hermenŽutica reformada examina la continuidad de la Biblia como un todo. Si estamos de acuerdo que el Nuevo Testamento tiene autoridad sobre el Antiguo Testamento como la revelaci—n final, no obstante, si algo parece contradecir el principio de continuidad, algo est‡ equivocado y necesitamos regresar y revisar de nuevo. Nuestras conclusiones deben siempre ser cumplimientos del Antiguo Testamento, no negaciones.

Este punto de vista global de la Escritura, al tratar con preguntas de eclesiolog’a no es nuestra propia moderna interpretaci—n. Los autores de Westminster, en su folleto, La Forma de Gobierno Eclesi‡stico establecen:

 

De la misma manera que hubieron ancianos del pueblo junto a los Sacerdotes y levitas en la iglesia jud’as para su gobierno, de la misma manera Cristo, quien instituy— el gobierno de la iglesia y los gobernantes eclesi‡sticos, El suministr— algunos en su iglesia adem‡s de los ministros de la palabra, con dones para el gobierno y con la comisi—n de ejercerla cuando sean llamados para hacerlo, quienes deben juntarse con el ministro en el gobierno de la iglesia. A quienes en las iglesias reformadas comœnmente se les llama ancianos. P.402. Citado en el PCA Digest, Vol.5, P.476

Precedentes en el Antiguo Testamento 
del gobierno eclesi‡stico en el Nuevo Testamento

ÀVemos dos oficios de liderazgo espiritual en el Antiguo Testamento?

Si.

 

Antes de avanzar, aclaremos un punto. Se ha dicho que los ancianos de Israel fueron meros pol’ticos, autoridades civiles y gobernadores, no l’deres espirituales. Ambos Testamentos, sin embargo, hacen una distinci—n entre los ancianos de Israel y los l’deres de Israel.

En el Antiguo Testamento:

2Reyes 10:1 ....Y Jehœ escribi— cartas y las envi— a Samaria a los principales de Jezreel, a los ancianos..........

Esdras 10:8 .......conforme al acuerdo de los pr’ncipes y de los ancianos.......

En el Nuevo Testamento:

Hechos 4:5 ....se reunieron en JerusalŽn los gobernantes, los ancianos y los escribas

Hechos 4:8 Entonces Pedro, lleno del Esp’ritu Santo, les dijo: gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel

Principio uno

Dos oficios de liderazgo espiritual relacionados existieron desde el principio.

Nœm. 11:16,24-25 Entonces Jehov‡ dijo a MoisŽs: Reœneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tu sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tr‡elos a la puerta del tabern‡culo de reuni—n, y esperen all’ contigo.

24 Y sali— MoisŽs y dijo al pueblo las palabras de Jehov‡; y reuni— a los setenta varones de los ancianos del pueblo, y los hizo estar alrededor del tabern‡culo.

25 Entonces Jehov‡ descendi— en la nube, y le habl—; y tom— del esp’ritu que estaba en Žl, y lo puso en los setenta varones ancianos; y cuando pos— sobre ellos el esp’ritu, profetizaron y no cesaron

Note aqu’ lo siguiente:

á      Tanto el Sacerdote (MoisŽs) como los ancianos se gozaron con el mismo Esp’ritu de Dios y sus manifestaciones.


á      Ambos compart’an la autoridad sobre la congregaci—n. Pero el Sacerdote reten’a para s’ las funciones sacramentales.

Este texto muestra que el rol de los ancianos era una funci—n espiritual, no solo un nombramiento pol’tico. Sin embargo, su participaci—n espiritual nunca se la mir— como equivalente para la afiliaci—n de los ministerios en las funciones del Sacerdote.



Principio dos

La Palabra de Dios fue delegada a ambos tipos de l’deres, primero a los Sacerdotes (aquellos con autoridad sacramental) luego a los ancianos del pueblo.

Debut. 31:9 Y escribi— MoisŽs esta ley, y la dio a los Sacerdotes hijos de Lev’, que llevaban el arca del pacto de Jehov‡, y a todos los ancianos de Israel.

Ex. 19:7 Entonces vino MoisŽs, y llam— a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehov‡ le hab’a mandado.

Principio tres

Los ancianos participaban en funciones sacramentales, bajo la autoridad y liderazgo de los Sacerdotes. Pero estos oficios y funciones nunca fueron confundidos.

Lev. 4:13-17 'Si toda la congregaci—n de Israel hubiere errado, y el yerro estuviere oculto a los ojos del pueblo, y hubieren hecho algo contra alguno de los mandamientos de Jehov‡ en cosas que no se han de hacer, y fueren culpables;

Luego que llegue a ser conocido el pecado que cometieren, la congregaci—n ofrecer‡ un becerro por expiaci—n, y lo traer‡n delante del tabern‡culo de reuni—n 15 Y los ancianos de la congregaci—n pondr‡n sus manos sobre la cabeza del becerro delante de Jehov‡, y en presencia de Jehov‡ degollar‡n aquel becerro en el tabern‡culo de reuni—n 17 y mojar‡ el Sacerdote su dedo en la misma sangre, y rociar‡ siete veces delante de Jehov‡ hacia el velo

 

Note que los ancianos participaban en el proceso , pero el Sacerdote ofrec’a la sangre. Por consiguiente, los ancianos participaban en un forma que la gente comœn no pod’a. Esto, sin embargo, no causaba ninguna confusi—n entre el anciano y el Sacerdote. Ningœn anciano pensaba que el ten’a autoridad sacramental debido a esto.

Principio cuatro

Los ancianos eran principalmente representantes del pueblo. Esto es demostrado en ambos testamentos por el repetido tŽrmino "ancianos del pueblo". ƒxodo 19:7; Nœmeros 11:16 y 11:24; Jerem’as 19:1; Mateo 21:23, 26:3, 26:47 y 27:1; Lucas 22:66

 

Las conclusiones son inevitables:

á      Hubo una congregaci—n

á      Hubo una categor’a de oficiales oficiando en los altares cuya funci—n fue proclamar la Palabra de Dios al pueblo y ofrecer sacrificios, por ejemplo los sacramentos. Estos representaban a Dios para el pueblo.

á      Hubo una categor’a de oficiales ayudando a los superiores, cuya funci—n principal fue gobernar

á      Hubo algunas sobre posiciones de ambas participaciones gubernamental y sacerdotal pero las distinciones entre las dos clases de oficiales nunca fue confundida.

 

Note tambiŽn que no puede ser argŸido que los ancianos eran meramente oficiales gubernamentales de la naci—n y que no hay correspondencia entre estos y los ancianos del Nuevo Testamentos, porque:
1. Ellos fueron bautizados en el mismo Esp’ritu que MoisŽs. Por tanto, su llamado era un llamado espiritual de Dios.
2. A ellos tambiŽn les fue delegado salvaguardar la Palabra de Dios
3. Ellos ten’an un derecho limitado para participar en el ofrecimiento de los sacrificios.

 

Por tanto, los ancianos del Antiguo Testamento que cooperaban con los l’deres espirituales para gobernar al pueblo, podr’an ser considerados muy apropiadamente como ancianos gobernantes.

Los Jud’os conservaron esto a travŽs de los tiempos del Nuevo Testamento. Note el siguiente texto de Lucas 22:66,

Cuando era de d’a, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales Sacerdotes y los escribas, y le trajeron al concilio, diciendoÉ

Este vers’culo es interesante porque es uno de tres en el cual la palabra griega "Presbiterio" ocurre en el Nuevo Testamento. Una traducci—n literal ser’a: "Y al mediod’a, el Presbiterio del pueblo se reuni—, ambos, Sacerdotes y escribas y le trajeron al concilio"

 

Note aqu’ que la palabra Presbiterio es definida como un cuerpo compuesto de Sacerdotes (aquellos con funciones sacramentales), acompa–ados por los escribas, (aquellos sin tales funciones).

 

Obviamente este Presbiterio no era uno cristiano. No obstante, refleja la continuidad a travŽs de la Biblia de un concepto general de gobierno que los Ap—stoles adoptaron despuŽs.

 

Conclusi—n: Vemos de estos textos que existi— una categor’a de l’deres espirituales en el Antiguo Testamento, llamados Sacerdotes, que oficiaban en el altar, proclamaban la Palabra por medio de prototipos, y ofrec’an sacrificios. TambiŽn existi— otra categor’a de l’deres espirituales, que ten’an funciones gubernamentales, pero no eran pol’ticos. Su oficio era espiritual en naturaleza y participaban a veces con los Sacerdotes en funciones sacramentales.

Cumplimientos en el Nuevo Testamento de los precedentes en el Antiguo Testamento

Evidencia neo testamentaria uno

El Patr—n En 1Tim.5:17

Los ancianos que gobiernen bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y ense–ar.

Note del contexto y el vers’culo los siguientes hechos:

á      Hay una congregaci—n.

á      Hay oficiales cuya funci—n principal es trabajar predicando y ense–ando la Palabra, aunque ellos tambiŽn gobiernan. Por extensi—n l—gica, esto debe incluir tambiŽn los Sacramentos, puesto que la Palabra es la que autoriza los Sacramentos.

á      Hay oficiales cuya funci—n principal es gobernar, y no la predicaci—n y ense–anza de la Palabra. Por extensi—n l—gica, esto debe tambiŽn excluir las funciones sacramentales.

á      Hay una clara sobre posici—n en la forma en que el texto utiliza las palabras.

 

ÀCu‡l precisamente es la diferencia entre esto y el patr—n del Antiguo Testamento? Muy poco en principio. Puesto que all’ aparece una continuidad de gobierno entre los dos testamentos, estamos justificados en aplicar los mismos principios. Esto aclara la ambigŸedad en 1Ti. 5:17, as’ como la continuidad del Pacto aclara la ambigŸedad en el Nuevo Testamento con respecto a los sacramentos.

Evidencia neo testamentaria dos

El uso de la palabra 'ministro' en las Escrituras

 

Un estudio de este tŽrmino a travŽs de la Escritura es complejo puesto que traduce varias palabras griegas y hebreas. Las palabras tienen varios usos, muchos de los cuales son figurativos.

 

Cuando es usado en el Antiguo Testamento en referencia a ministrar la Palabra al pueblo, est‡ en conexi—n con los Sacerdotes. Los dos tŽrminos, ministro y Sacerdote son usados juntos 41 veces en el Antiguo Testamento. Textos ejemplos son:

Jera. 33:21 ... y mi pacto con los levitas y Sacerdotes, mis ministros.

Joel 2:17  lloren los Sacerdotes, ministros de Jehov‡......

En el Nuevo Testamento, el tŽrmino se asocia frecuentemente con cualquiera de aquellos oficios en Efesios 4:11 asociado con ministraci—n y discipulado del Cuerpo de Cristo. Ejemplos:

á      Ap—stoles: Hch.1:25 para que tome la parte de este ministerio y apostolado... Hch. 6:4 y nosotros persistiremos en la oraci—n y en el ministerio de la palabra.

á      Pastores: (Note que Timoteo era un pastor. Por eso 1 y 2 de Timoteo son llamadas cartas pastorales).

1Tes. 3:2.. y enviamos a nuestro hermano Timoteo, servidor de Dios y colaborador nuestro en el evangelio de Cristo, para confirmaros y exhortaros respecto a vuestra fe. 1Tim. 4:6  Si esto ense–as a los hermanos, ser‡s buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido.

 

Conclusi—n: Ambos Testamentos sostienen una distinci—n con respecto a aquellos llamados para predicar la Palabra de Dios al pueblo versus cualquier otro oficio eclesi‡stico.

Evidencia neo testamentaria tres

Timoteo, pastor organizador

 

En 1Timoteo 3, vemos las calificaciones del car‡cter para los ancianos. ÀC—mo explicamos que en este texto no existe distinci—n entre ancianos gobernantes y docentes?

 

Esta pregunta surge de un error en comprender la naturaleza de las Ep’stolas Pastorales. Recordemos quien era Timoteo y que estaba haciendo.

 

Timoteo era un pastor organizador, enviado por Pablo a poner las iglesias en orden. Vemos esto en los siguientes textos:

Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Se–or, el cual os recordar‡ mi proceder en Cristo, de la manera que ense–o en todas partes y en todas las iglesias. 1Cor. 4:17

y enviamos a Timoteo nuestro hermano, servidor de Dios y colaborador nuestro en el evangelio de Cristo, para confirmaros y exhortaros respecto a vuestra fe.

Observe estos puntos claves: 1Tes. 3:2

 

Timoteo era un ministro. 
Es llamado "servidor de Dios" en 1 Tes.3:2
Hab’a sido ordenado por un presbiterio en 1Timoteo 4:14.
El hab’a sido enviado por Pablo para "confirmar" en la fe a las iglesias que Pablo hab’a dejado. (1Corintios 4:17)
Hab’a sido instruido para encontrar hombres fieles capases de ense–ar a otros. (2Timoteo 4:2)
El ten’a autoridad para ordenar ancianos. (1Timoteo 5:22)

 

A partir de estos puntos deducimos que las Ep’stolas de Timoteo son instrucciones a un pastor joven sobre como organizar una iglesia. En el cap’tulo 3, Pablo le da a Timoteo algunas calificaciones del car‡cter para los ancianos. Es posible, por tanto, que cuando Pablo escribi— este cap’tulo, estuviera pensando principalmente en los ancianos gobernantes.

 

Esto puede explicar el uso de "obispado" en el verso1 en lugar de "maestro" o "pastor": Si alguno anhela obispado, buena obra desea. El tŽrmino "obispo" aqu’ es episcopios, que significa obispado o supervisor. Supervisi—n es principalmente una funci—n gubernamental.
Note tambiŽn el uso de "apto para ense–ar" en el verso 2. Un anciano gobernante debe ser m‡s que apto para ense–ar. El debe ser un maestro, capaz de refutar, reprender a sus oponentes y defender la sana doctrina con eficacia, 1Timoteo.1:9.

 

Esto requiere un buen manejo de argumentos y herramientas did‡cticas, lo cual no es mencionado en el cap’tulo 3. Pero se mencionan en todas partes en las ep’stolas, dirigidas a Timoteo, un ministro ordenado.

 

Observe tambiŽn que en 2Timoeo 2:2, Pablo le dice a Timoteo que encuentre hombres fieles que puedan ense–ar a otros. Es improbable que Pablo se pase a los ancianos gobernantes en esto, si ellos exist’an. Aparentemente Pablo estaba instruyendo a Timoteo como formar su consistorio.

 

Si es as’, se hace verdaderamente dif’cil tomar cualquier texto de las cartas pastorales para defender la posici—n de un solo oficio!

Evidencia neo testamentaria cuatro

La funci—n de "discipular" del pastor-maestro en Efesios 4:11-16.

En este texto, vemos tanto los t’tulos y funciones de los ministros de la Palabra. La sentencia larga en vers’culo12:6 describe las metas de su ministerio hacia todos los cristianos. Estas son: equipar cristianos para el ministerio, ense–arles el conocimiento del hijo de Dios, madurarlos en Cristo, afirmarlos en sana doctrina y en general, llevarlos al crecimiento.

 

La palabra discipular resume todo esto. Los medios por los cuales ellos lo hacen es la ense–anza de la Palabra.

 

Note que el anciano gobernante no es mencionado en este texto. Si lo fuera, tendr’amos una contradicci—n porque ninguno de nosotros creemos que el ministerio de la ense–anza es la funci—n principal de los ancianos gobernantes.

 

Esto en cambio sugiere un distinci—n entre los dos oficios, la cual es una diferencia de oficio, mas bien que una mera coincidencia de funci—n.

 

En el V.10-12, vemos que Cristo ha dado dones a los hombres. ÀCu‡les son estos dones? Son los hombres del vers’culo 11 que Cristo ha dado a la iglesia para llevarlos a la madurez.

 

Esto no puede l—gicamente ser dicho de la misma forma de todos los oficiales de la iglesia . De otra manera, todos ser’amos maestros.

 


Dunckerley expresa esto con gran claridad.

 

No es simplemente que El da a algunos hombres los dones para funcionar como Ap—stoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Es que los hombres que son ap—stoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros son dados a la iglesia para ministrar la Palabra y equipar a los santos para otras formas de ministerio
Position Papers, Vol.5, P.484.



ÀQuiŽnes deben ser discipulados? Todos los miembros del cuerpo de Cristo , incluyendo los ancianos gobernantes. En este texto de Efesios, vemos que nadie es excluido. La posesi—n de un t’tulo eclesi‡stico no exime a nadie de la congregaci—n de ser discipulado.

Conclusi—n

A partir del texto de Efesios solamente, deducimos una distinci—n no solamente de funci—n sino tambiŽn de oficio entre ancianos.

Evidencia neo testamentaria cinco

Maestros y administradores, 1Corintions 12:28

Dios ha puesto en la iglesia primeramente Ap—stoles, segundo profetas, tercero maestros, luego los que hacen milagros, despuŽs los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. 1Cor.12:28

 

Pablo pone oficiales y dones en un orden espec’fico, basado en la importancia del don con respecto a la edificaci—n de la iglesia. De ninguna manera esto contradice el concepto de paridad de voz y voto en las cortes de la iglesia. Pablo est‡ hablando sobre la edificaci—n del cuerpo de Cristo, no de la relaci—n entre los oficiales en tŽrminos de gobierno.

 

Observe que el tercer ministerio-don en la iglesia es el de ser maestro. Dif’cilmente se podr’a argŸir que los pastores no est‡n incluidos, puesto que ya hemos visto que el tŽrmino "pastor" est‡ enlazado inseparablemente con "maestro" en Efesios 4:11, como un solo oficio.

 

Siguiendo en 1Corintios 12:28, m‡s abajo, leemos "los que administran". Esto debe incluir ancianos gobernantes, puesto que la administraci—n es su funci—n.
Por consiguiente, este texto sostiene una distinci—n entre los dos oficiales por listado y enumeraci—n de los mismos.

 

Nota importante: Usando este texto no se intenta apoyar la noci—n Episcopal que el anciano docente es superior a los otros ancianos en autoridad gubernamental. El no lo es. Se intenta demostrar la distinci—n, no inherente a la superioridad personal. Podemos solamente especular los motivos que tuvo Pablo para poner la lista en esta forma. Quiz‡ fue porque el funcionamiento correcto de los otros dones debe estar basado en la Palabra, ense–ada sanamente.

Resumen de evidencias b’blicas

Ha sido demostrado por las Escrituras en la secci—n de arriba que existe en ambos Testamentos una categor’a de l’deres espirituales para quienes la Palabra de Dios ha sido especialmente delegada, a fin de ministrarla al pueblo de Dios. Puesto que este es su llamado y ministerio, en el Antiguo Testamento estos son llamados Sacerdotes y profetas y en el Nuevo Testamento, son llamados Pastores-Maestros. (Efesios 4:11-16)

 

PARTE TRES

Preguntas y respuestas generales

La funci—n de discipulado del Pastor-Maestro, junto con su funci—n exclusiva de administrador de la Palabra y los Sacramentos, ÀLo hace superior en rango a los ancianos gobernantes? NO.

No puedo encontrar ni un solo escritor presbiteriano que asegure que estas funciones hagan superior en rango al anciano docente, en tŽrminos de autoridad gubernamental. Cuando los escritores de la PCA afirman consistentemente la exclusividad de la funci—n sacramental del anciano docente, son muy cuidadosos de asegurar la paridad de los ancianos gobernantes en tŽrminos de la administraci—n de la iglesia.

 

Segœn el pensamiento episcopal, la funci—n de discipulado autom‡ticamente asume una superioridad en rango. Esto puede parecer natural para algunas personas, pero es una conclusi—n no racional. ÀPor quŽ la habilidad de ense–ar, conceder’a a una persona, mayor voz y voto que una que no ejerce la ense–anza? Ningœn escritor de la PCA asume una superioridad gubernamental bas‡ndose en la autoridad para ministrar la Palabra y los Sacramentos.

 

Por consiguiente, asegurar la autoridad espiritual de los ancianos docentes en lo que respecta a discipular, predicar, ense–ar o administrar los sacramentos no es, en ningœn sentido de la palabra, una afirmaci—n Episcopal. No hay raz—n para asumir que reconocer tal autoridad debe necesariamente llevar a una forma de jerarquismo.

 

Observe el Diagrama 2: 

 

 

 


Este diagrama representa el concepto de paridad gubernamental. F’jese que los dos oficios se sobreponen. Juntos, gobiernan la congregaci—n, pero no se gobiernan el uno al otro.

Ahora observe el diagrama 3:


 

 

 

 

 

 

En este diagrama, notamos que los ancianos gobernantes son objetos del ministerio de los ancianos docentes porque ellos tambiŽn son miembros de la congregaci—n. Observe que los ancianos docentes tienen esta relaci—n con los ancianos gobernantes, no debido a una superioridad en rango sino porque los ancianos gobernantes son miembros de la congregaci—n.

 

ÀQuŽ pasa si los ancianos gobernantes rehœsan aceptar o reconocer que deben ser discipulados por los ancianos docentes?

 

Diagrama 4:

 

 

 

 

 

El ministerio de los ancianos docentes puede ser estorbado en perjuicio no solo de la congregaci—n, sino de los ancianos gobernantes tambiŽn. Esto pasa si los ancianos gobernantes se confunden e imaginan que el concepto de paridad gubernamental significa que ellos no necesitan ser discipulados por los ancianos docentes.

 

 

Est‡ muy claro en ciertos textos que los ancianos gobernantes tambiŽn tienen una relaci—n pastoral con la congregaci—n. ÀNo apoya esto el punto de vista de que son iguales a los ancianos docentes, y que tambiŽn son "pastores"? No.

 

Este es un error l—gico. La palabra "pastor", la cual significa "apacentador" es usada en Efesios 4:11 con el t’tulo de "pastor-maestro". Entonces vemos en Hechos 20:28 que la palabra "apacentar" es la forma verbal del nombre apacentador. Esto parecer’a apoyar a la opini—n mencionada arriba.

 

Una falacia aparece aqu’. El mero hecho de que hay superposici—n dentro de las funciones de los dos oficios no prueba nada. Ejemplo: Pedro se llam— a si mismo un anciano mientras se dirig’a a los ancianos en 1 Pe. 5:1. Sin embargo Pedro era ap—stol ÀDebemos concluir de esto que los ancianos son todos Ap—stoles? Ào que no hay distinci—n entre ap—stol y anciano?

ÀCu‡l es la autoridad Escritural por la cual la Confesi—n de fe de Westminster asegura que solamente ministros ordenados pueden administrar los sacramentos?

Este es uno de aquellos puntos sobre los cuales la Confesi—n dice que es una "consecuencia necesaria.....deducida de las Escrituras" 11 No existe ningœn texto ordenando que solamente los ancianos docentes administren los sacramentos. Pero la naturaleza de su ministerio obliga esta deducci—n.

 

Note los prototipo del Sacerdote en el Antiguo Testamento. A estos solo fueron dadas las funciones combinadas de proclamar la Ley y administrar los sacrificios, los cuales eran prototipos del ministerio del Nuevo Testamento, como el ap—stol Pablo mencion— en 1Corintios 9.

 

Estas dos funciones est‡n unidas inseparablemente. La administraci—n de la Ley significaba tambiŽn administrar los sacrificios.

De la misma forma, para ciertos oficios del nuevo Testamento es delegada la ministraci—n de la palabra de Dios al Pueblo. Pero la misma Palabra no puede ser ministrada sin tambiŽn administrar los sacramentos porque los dos est‡n inseparablemente unidos.

 

La conclusi—n es forzada.

ÀEn quŽ apoyo escritural se basa la PCA para afirmar que los dos oficios tienen diferentes ordenaciones?

Tenemos aqu’ otra "consecuencia necesariaÓ, es decir una situaci—n en que ninguna declaraci—n existe en la Biblia, pero en que la conclusi—n sigue inevitablemente de factores mencionadas en las Escrituras.

 

Los sacerdotes en el Antiguo Testamento recibieron una ordenaci—n especial, distinta de la de los profetas y ancianos. En Nœmeros 8, vemos la prescripci—n para la ordenaci—n de los sacerdotes.

Conclusi—n

La continuidad de ambos Testamentos demuestra que los dos oficios siempre han existido dentro de una clase de anciano: ancianos docentes y gobernantes. Existe una superposici—n de funciones ocurre dentro de los dos oficios. Ambos tienen autoridad gubernamental en comœn, pero solo los ancianos docentes ministran la Palabra de Dios y los sacramentos. Los ancianos docentes usan estas responsabilidades particulares para cumplir su rol de pastorear y discipulado al pueblo de Dios.

 

A muchos de los que disfrutaron de este ensayo, tambiŽn les gust— nuestro libro Liderazgo cristiano.


 

Los peligros de las jerarqu’as
en organizaciones cristianas

Las jerarqu’as tienden a estimular lo peor en la naturaleza humana ca’da

Mt.20:20-28; (esp. V.25-26);Lc.22:25-26

Algunos de estos aspectos son:

Arrogancia

Oficiales tienden a sentirse superior a otras. Las jerarqu’as proveen para esto al dar rangos, uno superior al otro. El oficial supone: ÒYo tengo un rango superior porque soy una persona superiorÓ.

Ambici—n imp’a

Una persona ve a otra en un rango superior y se dice a s’ mismo: ÒEse no es mejor que yo. En efecto, yo puedo hacer mejor su trabajo. ÀPor quŽ no tengo yo esa posici—n?Ó.

Politiquer’a sucia

Si una persona quiere un rango superior, puede ceder a la tentaci—n de manipular y pol’tica para obtenerlo. Esto es moralmente cuestionable adem‡s de ser una pŽrdida de esfuerzos que podr’a ser gastado en trabajo productivo.

 

El ap—stol Santiago indica: Porque donde hay celos y contenci—n, all’ hay perturbaci—n y toda obra perversa. Stg. 3:16. El tŽrmino Òobra perversaÓ se traduce faulon pragma, literalmente Ònegocios sucios.Ó[3] La moderna frase Òpolitiquer’a suciaÓ lo expresa bien.

Echar la culpa a otro

Esta es una forma de cobard’a moral. La naturaleza humana tiende a culpar a los subordinados cuando algo sale mal. Es una forma de cobard’a moral. Culpar a otro fue la primera reacci—n de Ad‡n despuŽs de la ca’da (GŽnesis 3).

 

Imagine un hombre subiendo una carga por una escalera. Si el hombre que est‡ arriba deja caer su carga, Àd—nde cae? Sobre el hombre que est‡ en el rango directamente abajo, quien la descarga sobre el hombre debajo de Žl. El pobre que est‡ en el rango al fondo recibe encima toda la carga.

Agradar a los hombres

Puesto que en la jerarqu’a el rango de una persona depende de la buena voluntad del rango superior, esta persona se ve tentada a agradar al hombre que est‡ sobre Žl en lugar de agradar a Dios.

PŽrdida de personal competente

Segœn el Dr. Peter, en El principio de Peter, las jerarqu’as tienden a sacar a las personas que cuestionan la forma en que se hacen las cosas, aunque estas sean muy competentes.[4]

 

Una jerarqu’a, como cualquier organismo, se enfoca m‡s en perpetuar su propia existencia que en su producci—n de bienes. Las personas que Òvuelcan el boteÓ por cuestionar como se hacen las cosa, ser‡n sacadas del bote. No importa si ellos estaban entre los pocos que remaban.

Desprecio de la autoridad espiritual de los oficiales ordenados

Menciono este aspecto al œltimo para enfatizarlo, y no porque sea el menos importante. En efecto, lo considero el problema m‡s serio generado por las estructuras autoritarias. Dentro de las organizaciones cristianas, los l’deres algunas veces actœan como si sus t’tulos o rangos dados por el hombre, negaran la autoridad espiritual de los oficios b’blicos.

 

La Palabra de Dios otorga ciertos derechos y privilegios a todos los oficiales ordenados en el cuerpo de Cristo. Las estructuras jer‡rquicas no hacen caso de esto. Ver lecci—n 8 por m‡s sobre esto.


 

Los oficios extraordinarios

É edificados sobre el fundamento de los ap—stoles y profetas, siendo la principal piedra del ‡ngulo Jesucristo mismo, Efes. 2:20

Y Žl mismo constituy— a unos, ap—stoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, Efes. 4:11

 

El movimiento reformado divide los oficios mencionados en los vers’culos en dos categor’as: ordinarios y extraordinarios. La diferencia tiene que ver con la existencia o no del oficio hoy en d’a. Los oficios ordinarios son los de evangelista y pastor-maestro. Los extraordinarios son ap—stoles y profetas.

 

Los te—logos reformados piensan que los oficios extraordinarios eran fundamentales para el establecimiento del movimiento Cristiano. La funci—n de Žstos estaba basada en las revelaciones especiales que recibieron.

 

Estos dos oficios ten’an funciones interconectadas; el establecimiento del movimiento Cristiano y la revelaci—n especial para poder hacerlo. Desde el punto de vista reformado, no hay necesidad de la continuaci—n de ese oficio extraordinario debido a que las escrituras ya han sido completadas y de que el movimiento Cristiano ya ha sido puesto en marcha. 

 

El siguiente material describe las evidencias b’blicas que apoyan este punto de vista. 

 

Ap—stoles

Las razones por quŽ el movimiento reformado rechaza la existencia de ap—stoles hoy son:

 

1)   Los ap—stoles fueron especialmente comisionados por la persona presente de Cristo mismo. Jn.20:21-22

 

2)   Tienen que haber visto el Se–or Jesucristo en la carne y testigos de su resurrecci—n. Hch.1:21-22; 3:15; 1Cor.9:1

 

3)   Los ap—stoles mismos reconoc’an que solo hab’a doce ap—stoles. Hechos 1:24-26

 

4)   Sus nombres y solo de ellos son inscritos en la ciudad celestial Apoc.21:14.

5)   Sus declaraciones son autoritativas como declaraciones de Cristo. 1Cor.14:37

1.     

6)   Top of FormTop of FormBottom of FormEllos ten’an la autoridad para establecer la iglesia cristiana como los arquitectos del cuerpo de Cristo en el mundo. 1Cor.3:10

 

7)   Se–ales especiales los acompa–aban. 2Cor.12:12

 

 

Unas preguntas

ÀPor quŽ en Hechos 14:4,14 BernabŽ parece ser incluido en el tŽrmino ap—stol, aunque no fue incluido entre los doce?

 

El punto de vista reformado es que Žl fue llamado eso debido a su asociaci—n con un equipo apost—lico y por comodidad literaria de Lucas. Se trataba de una narraci—n hist—rica, no una lecci—n de la eclesiolog’a.

 

Parecer ser una hermenŽutica dŽbil para depender de tales obscuridades para revocar las evidencias claras ya citadas arriba.

 

Profetas

El asunto con respecto a la continuaci—n del oficio de profeta presenta complicaciones exegŽticas mayores a la de la continuaci—n de los ap—stoles. Esto se debe a la necesidad de distinguir entre tres grupos de factores:

 

1)   La diferencia entre los profetas del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento. ÀSon los profetas iguales, o tienen distinciones?

 

2)   La diferencia entre el don y el oficio. Si el oficio de profeta ya no existe, Àsignifica esto que el don de la profec’a ya no existe en ningœn sentido?

2.    

3)   La diferencia entre revelaci—n e inspiraci—n. Si no existe nueva revelaci—n desde los d’as de los profetas, Àimplica esto necesariamente que hoy en d’a ninguna proclamaci—n es inspirada?

 

Independientemente de los puntos de vista entre los te—logos reformados acerca de la continuaci—n de los dones espirituales, todos est‡n de acuerdo de que en los tiempos apost—licos, los profetas del Nuevo Testamento eran diferentes a los del Antiguo Testamento.

Profetas del Antiguo Testamento versus los del Nuevo Testamento

Primero, Jesœs fue bastante claro al decir que el linaje de profetas del Antiguo Testamento termin— con Juan el Bautista.

 

La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en Žl. Lc. 16:16

 

A pesar de que el reino de Dios era representado por Israel en el Antiguo Testamento, Jesœs da a entender que el reino ahora ha llegado a su cumplimiento en ƒl, por lo tanto ya no se necesitan a los profetas del Antiguo Testamento.

 

Si alguien asegura que el oficio de los profetas del Nuevo Testamento existe hoy en d’a, las funciones de Žstos deben ser claramente diferentes a las de los profetas del Antiguo Testamento. Los profetas del Antiguo Testamento son distintos en tres aspectos fundamentales que parecen ser incompatibles con la pol’tica del Nuevo Testamento.

Gu’a infalible

Las palabras del profeta del Antiguo Testamento eran infaliblemente las palabras de Dios. La desobediencia llevaba a juicio divino. Esta infalibilidad hacia de las palabras del profeta una gu’a divina para la gente. Muchas veces el pueblo de Dios era guiado por ƒl por medio de este elemento de directivas infalibles e inspiradas.

 

La infalibilidad es una caracter’stica rechazada en las profec’as del Nuevo Testamento.

 

Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los dem‡s juzguen. 1Cor. 14:29

 

En el Antiguo Testamento no existe evidencia de que los profetas hayan sido sometidos a evaluaci—n humana.

 

Cuando el profeta Agabo en Hechos 21:10-12 profetiz— que Pablo seria atado por sus enemigos en JerusalŽn, Pablo no tom— la profec’a como una gu’a divina, sino m‡s bien se dej— guiar por el Esp’ritu Santo.

Rendici—n de cuentas

Los profetas del Antiguo Testamento le rend’an cuentas solamente a Dios y no a una entidad eclesi‡stica tal como la sinagoga.

 

El texto mencionado en 1Corintios 14:29 es suficiente para demostrar que las declaraciones profŽticas en el Nuevo Testamento estaban sujetas a la evaluaci—n del cuerpo de Cristo dentro de la iglesia Cristiana. Pablo exhorta a los creyentes en 1Tes 5:20-21,

 

No menospreciŽis las profec’as. Examinadlo todo; retened lo bueno. 1Tes. 5:20-21

 

Este verso demuestra el derecho que tiene el cuerpo de creyentes cristianos de rechazar una profec’a si esta falla en cumplir con ciertos est‡ndares. No est‡ claro en el pasaje cuales son dichos est‡ndares. El punto central sin embargo, es que los creyentes hoy en d’a tienen el derecho de juzgar a los profetas y a sus profec’as, este es un derecho que los santos del Antiguo Testamento no ten’an.

El don especial del Esp’ritu Santo

Los profetas del Antiguo Testamento eran dotados con una llenura especial del Esp’ritu Santo. En el Nuevo Testamento todas las personas que pertenecen a Dios tienen el Esp’ritu Santo.

 

En el Nuevo Testamento, todos son bautizados con el Esp’ritu Santo en el momento en que la persona pone su fe en Cristo. Esto da como resultado una distribuci—n de dones espirituales entre los creyentes que en el Antiguo Testamento eran un privilegio œnicamente de los profetas y no estaban disponibles para todo el pueblo de Dios. Veamos 1Cor.12:1,

 

Porque por un solo Esp’ritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean jud’os o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Esp’ritu.


Oficio versus don

En ninguno de los Testamentos ha existido nunca un profeta que haya sido ordenado al oficio de profeta a travŽs de una autoridad eclesi‡stica. Los profetas del Antiguo Testamento parec’an ser independientes de cualquier otra autoridad que no sea Dios mismo y no deb’an rendir cuentas a nadie.

 

Sin embargo, vemos a lo largo de ambos Testamentos que exist’an personas que profetizaban a pesar de no ser profetas. Saœl, el rey de Israel profetiz—. Los setenta ancianos profetizaron en el tabern‡culo de MoisŽs y nunca m‡s. Estos no eran profetas, sin embargo ejercieron el don en circunstancias especiales.

 

As’ tambiŽn, en 1Corintios 14:31, Pablo dice podŽis profetizar todos. Esto no significa que toda la congregaci—n estaba llena de personas que ten’an el oficio de profetas.

 

En el Nuevo Testamento, observamos a los ap—stoles ordenando ancianos en cada iglesia pero nunca ordenando profetas.

 

Por lo tanto, concluimos que cualquier anuncio profŽtico hoy en d’a no prueba la existencia del oficio.

 

Algunos bas‡ndose en Ef.2:20 han argumentado que los profetas del Nuevo Testamento tienen una funci—n autoritativa en la iglesia. Los te—logos reformados rechazan esta interpretaci—n basados en que el tŽrmino profetas usado en este texto se refiere a los profetas del Antiguo Testamento. N—tese el contexto.

 

As’ que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, 20 edificados sobre el fundamento de los ap—stoles y profetas, siendo la principal piedra del ‡ngulo Jesucristo mismo, Efesios. 2:19

 

Pablo argumenta el por quŽ los gentiles que hab’an sido previamente excluidos del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, son ahora miembros de la familia de Dios a travŽs de la obra de Cristo. Por lo tanto, el tŽrmino profeta usado en este texto se refiere œnicamente a los profetas del Antiguo Testamento.

 

Los ap—stoles citaban a los profetas del Antiguo Testamento por la autoridad que estos representaban. No existe record alguno de que algœn ap—stol haya citado a profetas del Nuevo Testamento. Si fuera cierto que los profetas del Nuevo Testamento eran un componente fundamental del gobierno eclesi‡stico, los ap—stoles deber’an haber citado a alguno de ellos. Los ap—stoles se afirmaban entre s’ como piezas fundamentales de la iglesia pero nunca citaron a ninguna otra autoridad m‡s que a los profetas del Antiguo Testamento.

 La naturaleza limitada de la profec’a del Nuevo Testamento

Pablo dijo,

Pero el que profetiza habla a los hombres para edificaci—n, exhortaci—n y consolaci—n. 1Cor. 14:3

 

Este vers’culo parece indicar una funci—n principalmente pastoral dentro de la iglesia en lugar de la predicci—n de eventos o revelaciones doctrinales.

Revelaci—n versus inspiraci—n

Los te—logos reformados concuerdan en que no existen nuevas revelaciones doctrinales aparte de las escrituras, es decir de la Biblia. Esto es diferente a la inspiraci—n del Esp’ritu Santo en tŽrminos personales para guiar nuestras vidas o a su unci—n en un mensaje o ense–anza. Esta inspiraci—n que nos ha sido dada es el patrimonio de Dios para su pueblo hoy en d’a.

En Apoc.19:10 leemos, porque el testimonio de Jesœs es el esp’ritu de la profec’a. Esto podr’a significar que el cuerpo de Cristo en su totalidad es el profeta de Dios para el mundo. Podr’a ser el cumplimiento de la declaraci—n de MoisŽs en Num.11:29, Ojal‡ todo el pueblo de Jehov‡ fuese profeta, y que Jehov‡ pusiera su esp’ritu sobre ellos.

El simple hecho de que el oficio profŽtico ya no exista, no excluye las otras funciones del don que son la edificaci—n, exhortaci—n y consolaci—n.

Conclusi—n

A pesar de que es un asunto complicado, segœn la teolog’a reformada el peso de la evidencia parece indicar que el oficio de la profec’a no est‡ vigente hoy en d’a. Sin embargo, es dif’cil encontrar bases claras para excluir ciertos aspectos pastorales del don de la profec’a que se continœan manifestando hoy en d’a.

 


 

La ordenaci—n de mujeres: ÀEs l’cita?  
Por Dr. Jorge Knight



 

[Editado y traducido bajo auspicios de 
Roger Smalling
con permiso de Presbyterian and Reformed Publishers, 
derechos reservados por P&R, 2004.
Titulo original: El papel de las relaciones entre
 hombres y mujeres en el Nuevo Testamento]

El cuadro escritural

G‡latas 3:28 Ya no hay jud’o ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay var—n ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesœs.

 

Con estas palabras, el Ap—stol Pablo elimina cualquier caracter’stica Žtnica, nacional, racial, social o de gŽnero, como determinante de la aceptaci—n espiritual en Cristo Jesœs. La fe en Cristo es lo œnico que establece la unidad e igualdad entre todos los creyentes (ef. 1Cor. 12)

Hechos a la imagen de Dios

La base teol—gica de esta afirmaci—n de igualdad es la hechura de todo ser humano a la imagen de Dios (cf. Hechos 17:26), imagen que es restaurada y re-creada en Cristo (Col. 3:10, 11; Rom. 8:29; 2Cor 3:18).

 

As’ pues, lo que se afirma en G‡latas 3:28 se reitera en Colosenses 3:10, con respecto a la renovaci—n de esta imagen cuando estamos en Cristo. Pablo reafirma la ense–anza antiguo testamentaria de GŽnesis 1:27, de que la calidad de esta imagen est‡ presente tanto en el hombre como en la mujer y que, ya por la creaci—n, ya por la redenci—n, esta igualdad ha sido establecida y re establecida por Dios mismo.

 

TambiŽn el ap—stol Pedro recalca sobre esta igualdad, al mencionar al marido y su esposa como coherederos de la gracia de la Vida (1Pedro 3:7), cabe resaltar que la afirmaci—n de Pedro se dŽ justamente en un pasaje en que se menciona que las esposas deben estar en sumisi—n a su esposo (3:1).

 

Se ver‡ luego que, en los discursos de Pablo, ambos aspectos, es decir la igualdad en calidad de portadores de la imagen de Dios y las diferencias entre los gŽneros, son tratados como el resultado del orden divino de la Creaci—n. Estos dos aspectos son esenciales en el asunto de la Ordenaci—n de Mujeres, pues, aunque en GŽnesis1:27 y G‡latas 3:28 se expresa la igualdad, en porciones posteriores (GŽnesis 2:18-25 y Efesios 5:22-23, especialmente vs23 y 31), se a–ade que la mujer debe estar en sumisi—n a su marido, quien es su "cabeza".

 

Las dos facetas de la creaci—n se manifiestan en las Escrituras; las diferencias de gŽnero no cancelan la igualdad espiritual. Paralelamente, nuestra igualdad como im‡genes de Dios no anula nuestras diferencias de gŽnero masculino o femenino (1Pedro 3:1-7, Efesios 5:22-33).

 

Si no se pierden de vista estos juegos de factores involucrados en el asunto, no debe sorprendernos el que Pablo apele a las mismas diferencias creadas, en lo que corresponde a oficios y gobierno eclesi‡stico. Se puede as’ comprender y ver c—mo estos factores determinan la ubicaci—n de los sexos dentro del gobierno y ense–anza en la iglesia.

Tres pasajes expl’citos

Analicemos estos tres pasajes: 1Tim. 2:11-15; 1Cor 11:1-16; 1Cor 14:33b; 1Tim. 2:11-15

Este texto expresa mas claramente el juicio y las razones del Ap—stol Pablo en cuanto al tema que nos ocupa.

 

El trasfondo de 1Tim 2:11-15 es que Pablo escribe a Timoteo para instruirle sobre la vida de la iglesia. (1Timoteo 3:14 y 15)

 

En el Cap’tulo 2, Pablo escribe sobre la oraci—n, con particular referencia a la responsabilidad de los hombres; luego trata sobre las mujeres y la necesidad de la modestia en su vestido y presentaci—n (2:9-10).

 

DespuŽs de una instrucci—n a las mujeres de que deben aprender en silencio, con toda sujeci—n, regresa al tema de la relaci—n marido-esposa. Subraya de manera expl’cita el aspecto de sumisi—n y da una negaci—n rotundas: Porque no permito a la mujer, ense–ar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. (v. 12)

 

Lo que se proh’be en dicho pasaje es ense–ar (dudasen) y ejercer dominio (authentein). Sin embargo, la prohibici—n no es absoluta, pues Pablo mismo aclara que una mujer no puede dedicarse a ciertas actividades con relaci—n al hombre (andros). La prohibici—n no es de que una mujer no puede ense–ar del todo, sino que no puede hacerlo en respecto de los hombres ni tener autoridad sobre ellos en la vida de la iglesia (cf. Tito 2:3-4).

 

Algunos han sugerido que la prohibici—n mencionada tendr’a solamente que ver con la relaci—n esposo-esposa. Aunque es verdad que estas dos palabras griegas se usan para designar esposo y mujer, tambiŽn son usadas de forma m‡s general para referirse a hombre y mujer. Sin embargo, en el contexto no existe evidencia de que se restrinjan a esta forma, al contrario, los tŽrminos aparecen en su forma m‡s general en los versos 8.9 y 10, por lo tanto en el V.11. Entonces, la prohibici—n del Ap—stol es referente a los gŽneros, no solo al aspecto matrimonial.

 

Las razones de Pablo para tal prohibici—n (no permito) se da en los vers’culos 12 y 14: la primera tiene que ver con el orden de la creaci—n de var—n y mujer (Ad‡n y Eva). Esta determina el orden divino en cuanto a la autoridad: el que fue primero creado tendr‡ autoridad sobre quien fue creada en segundo lugar. Estar‡ ella en sumisi—n.

 

La segunda raz—n tiene que ver con la ca’da del hombre y el hecho de que la mujer, Eva, fuera enga–ada. Pablo no se extiende en esta raz—n y nos obliga a contentarnos con la brevedad de su afirmaci—n. Uno puede conjeturar solamente que el Ap—stol estar’a advirtiendo, al citar el enga–o que sufri— Eva, de que los efectos son desastrosos cuando se traspone el orden de autoridad que Dios estableci—.

 

Es notable que Pablo no se refiera a ningœn aspecto cultural en este pasaje, sino que m‡s bien aluda a una de las razones mas fundamentales : el orden de la creaci—n en cuanto a la relaci—n hombre-mujer. No se puede citar nada que sea m‡s determinante e importante que el orden original de la creaci—n. Pablo sigue el ejemplo del mismo Cristo al tratar la cuesti—n b‡sica de la relaci—n hombre-mujer, cuando cita la acci—n creadora de Dios Padre.

1Corintios 11:1-16. Significado de las razones de pablo

 

El argumento (o raz—n) presentado en I Timoteo 2:13,14 se desarrolla en 1Corintios 11:1-16, donde se trata acerca de una costumbre de las mujeres de Corinto. Pablo argumenta que la libertad cristiana en cuanto a costumbres, no nos permite descartar aquello ya establecido como norma en la edad apost—lica.

 

Pero quiero que sep‡is que Cristo es la cabeza de todo var—n, y el var—n es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo. 1Cor. 11:3

 

De esta manera se establece la autoridad o "cabeza", apelando al orden de "cabezas" entre Cristo, el hombre y Dios. A la vez, el concepto se expresa en tal forma que no rebaja ni al ser mismo ni su honor.

 

La autoridad de Dios en relaci—n al Cristo encarnado, en ninguna manera rebaja la honra o dignidad de la deidad encarnada. No existe amenaza alguna de indignidad por esta sumisi—n. Se da la cadena de subordinaci—n, con todas sus implicaciones, como soporte -justamente- cuando la objeci—n se levante, en lo que tiene que ver con la autoridad del hombre sobre la mujer.

 

El Ap—stol enfoca su argumento en el contraste de la gloria del hombre y la de la mujer: del hombre dice que Žl es la gloria de Dios y de la mujer dice que es la gloria del var—n. (V.7). Esta evaluaci—n de las glorias respectivas se basa en que el hombre fue creado por Dios y luego la mujer fue creada del hombre. As’, el hombre refleja a Aquel quien lo cre— y la mujer refleja la gloria de aquel del cual sali—, es decir del hombre.

 

Este argumento continœa en los versos del 8 al 10, en cuanto al orden de la creaci—n y el significado de este orden en cuanto a la mujer. 1Corintios 11:8 dice Porque el var—n no procede de la mujer, sino la mujer del var—n.

 

La importancia de este orden, tambiŽn se menciona en 1Timoteo 2:13 y se afirma en el v. 9: y tampoco el var—n fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del var—n . Este orden no se basa en la ca’da de Ad‡n, ni tampoco en la maldici—n mencionada en GŽnesis 3:16, sino que se basa en el orden mismo de la creaci—n. Pablo concluye esta secci—n diciendo que dicho orden debe ser respetado a causa de los ‡ngeles (v.10), refiriŽndose aparentemente a que los seres sobrenaturales desean ver que el orden creador de Dios sea respetado y el honor de Dios sea manifestado.

 

Para evitar cualquier malentendido sobre la cuesti—n de los papeles respectivos de hombre y mujer, Pablo a–ade en los v.11-12 (como lo hiciera Pedro) algo sobre la igualdad espiritual e interdependencia natural del hombre y la mujer. Esta dependencia mutua se a–ade para la dignidad masculina, no para negar el argumento previo. Nuevamente, la relaci—n entre los papeles, basada en la dependencia mutua, puede correlacionarse con la cuesti—n de la autoridad, sin disminuir ninguno de los dos aspectos.

 

Aunque algunos sostienen que este pasaje no se refiere a hombre-mujer, sino a marido-esposa, esta interpretaci—n es muy poco veros’mil.

 

1Corintios 14:33-38. Mandamientos apost—licos y sus argumentos

Este pasaje se encuentra dentro de un cap’tulo dedicado al uso de los dones espirituales. En esta secci—n, Pablo trata acerca de la cuesti—n de cu‡ndo es aconsejable hablar y/o cu‡ndo guardar silencio. Dentro de este cuadro, Pablo se dirige a las mujeres con dos palabras claves del griego,

 

(laleo=hablar; y sigao= guardar silencio.) Dios no es un Dios de confusi—n, sino de paz (v.33).Tal como para el hablar en lenguas, as’ ciertas reglas deben prevalecer en cuanto al comportamiento de las mujeres.

 

El prohibir hablar a las mujeres (v.34) y el silencio que se les demanda, se explica por dos factores: primero, el hablar (laleo) debe ser interpretado de acuerdo con el contexto, la correlaci—n entre hablar y guardar silencio es paralela en 1Timoteo 2:11-14, donde se proh’be que la mujer ense–e a hombres. Esta explicaci—n parece tambiŽn apropiada para 1Corintios 14. Por lo tanto, se proh’be a la mujer hablar en la iglesia, porque constituir’a una violaci—n del orden divino en cuanto a su papel respecto del hombre. Esta prohibici—n de que las mujeres ense–en en la iglesia, se extiende hasta el vers’culo 35 en lo de hacer preguntas.

 

Vale notar las razones para esta prohibici—n: Pablo apela a la necesidad de sumisi—n, la misma que ser’a pasada por alto al hablar y dice que la misma Ley ense–a as’ (v.34). Lo m‡s probable es que Pablo tenga en mente el mismo texto de la ley que cit— en I Timoteo 2 y 1Corintios 11, en cuanto al orden de la creaci—n. Entonces, la violaci—n de la sumisi—n es la que har’a vergonzoso para una mujer el dirigirse al pœblico en la iglesia.

Conclusi—n de los tres textos

Concluimos de estos pasajes, que Pablo puso el fundamento y regla que proh’be a la mujer ense–ar a la iglesia y/o gobernar a los hombres dentro de la misma.

 

Esta prohibici—n universal se basa en el orden creador divino que establece la relaci—n hombre-mujer. Se debe notar que son textos b’blicos, no ilustraciones o mandamientos; adem‡s, que las razones dadas no son basadas en costumbres de una cultura. La base de todo es la manera en que Dios orden— que sea la relaci—n hombre-mujer en cuanto al gŽnero de cada uno.

 

Este orden creador y el papel de autoridad o sumisi—n aparecen en cada texto b’blico pues proveen el œnico fundamento v‡lido para el papel de cada uno de los esposos en el matrimonio. Descartar esta relaci—n en lo que respecta a las funciones de la iglesia en su ense–anza y su gobierno, como solo aspectos culturales, llevar’a adem‡s a negar tambiŽn los papeles respectivos de cada sexo dentro del matrimonio.

 

Igualmente, la preservaci—n de los papeles de cada sexo en el matrimonio, demanda la preservaci—n de los papeles de los sexos en el gobierno de la iglesia, basado tambiŽn en la creaci—n original.

 

El hecho de que no hay esclavo ni libre; no hay var—n ni mujer (G‡l. 3:28) no niega la ense–anza de 1Timoteo 2 y 1Corintios 14, as’ como no niega la masculinidad del hombre o la feminidad de la mujer, ni anula sus papeles dentro de la familia (cf. Ef. 5:22).

Las mujeres que oran y profetizan

La actividad de orar y la de profetizar entran en una categor’a diferente a las de ense–ar y gobernar con autoridad y, por lo tanto no son prohibidas en 1Corintios 14 (o 1Timoteo 2).

 

Otros pasajes sobre el papel de la mujer en la iglesia 

La exclusi—n de las mujeres de los oficios de ense–anza y gobierno en la iglesia dada en 1Timoteo 2:11-15 y 1Corintios 14:33-37 no debe ser tomada como si fuera todo lo que dice el Nuevo Testamento sobre el papel de la mujer en la iglesia. Otros textos indican que la mujer se debe involucrar en obras de misericordia y tambiŽn en labores de maestra.

 

Ejemplo: Las mujeres mayores deben ense–ar a las m‡s j—venes. Priscila y Aquila fueron un equipo inseparable (marido-esposa) que explicaba el camino de Dios a Apolos (Hechos 18-26).

Conclusiones 



¥ Los hombres y las mujeres son iguales como portadores de la imagen de Dios; tambiŽn son iguales en su situaci—n espiritual ante Dios.

 

¥ Los hombres y las mujeres manifiestan diferencias en su sexualidad, la misma que fue creada y ordenada as’ por Dios, por lo tanto las mujeres est‡n en sumisi—n a los hombres en el hogar y en la iglesia y est‡n excluidas de los oficios de gobierno y ense–anza (Ef. 5:22; 1Tim2:11-15; 1Cor. 14:33b-37; cf. 1Tim. 3:4-5)

 

¥ Las mujeres tienen otras funciones que cumplir en la iglesia en su calidad de miembros, ya sea como maestras de ni–os o de otras mujeres (1Timoteo 3:11, 5:9, 10 y siguientes, Tito 2:3)

 


Sobre la ordenaci—n de mujeres al oficio de diaconisa 

Es caracter’stico de las cuestiones teol—gicas de menor importancia, que exista alguna evidencia de cada lado. En algunos casos, tales como este, las evidencias teol—gicas son escazas. Sin embargo, la hermenŽutica correcta nos conduce a determinar en donde est‡ el peso m‡s grande de la evidencia, ya sea grande o peque–a la totalidad de la evidencia existente.

 

La intenci—n de este breve estudio es demostrar que el punto de vista tradicional, generalmente apoyado por las iglesias reformadas hasta este siglo, es la posici—n que contiene el peso m‡s grande de las evidencias.

La diferencia entre t’tulos y funciones

La palabra di‡cono viene del verbo griego diakonizomai que significa, servir. El nombre griego diakonos derivado de ese verbo, significa simplemente un siervo. Esto presenta una complicaci—n cuando estudiamos la cuesti—n del oficio del di‡cono, porque a menudo la Biblia usa estas palabras sin referirse al oficio mismo, sino solamente como una descripci—n de alguna actividad de servicio realizado. DespuŽs de todo, es normal que los cristianos sirvan a Dios o a la iglesia sin t’tulos de oficio. Los di‡conos son ÒsiervosÓ. Pero no todos los que sirven son di‡conos.

 

Por lo tanto, en algunos estudios teol—gicos, es necesario distinguir entre el uso titular de un tŽrmino, versus su uso funcional. La pregunta es, entonces, cuando el tŽrmino griego diakonos es aplicado a una persona, Àc—mo lo distinguimos del oficio de di‡cono versus una simple descripci—n de una funci—n que un cristiano est‡ realizando, sin tener t’tulo del oficio?

     

Normalmente el contexto lo indica. Hay ejemplos de uso funcional, no titular, de la palabra griega diakonos.

 

(Nota: En los textos b’blicos citados, la palabra castellana que traduce la palabra griega diakonos est‡ subrayada.)

De la funci—n apost—lica de Pablo

...del evangelio que habŽis o’do...del cual yo Pablo fui hecho ministro. Y tambiŽn V.24&25- ...su cuerpo, que es la iglesia; de la cual fui hecho ministro, segœn la administraci—n de Dios que me fue dada para con vosotros...Col.1:23 Édel evangelio, del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios...me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio... Ef.3:6-8

 

En estos textos, Pablo usa la palabra diakonos para describir su funci—n apost—lica en el servicio del evangelio, en beneficio de los gentiles y de su rol en la formaci—n del Cuerpo de Cristo. No lo vemos realizando funciones diaconales en ninguna iglesia local. Claramente, el uso de la palabra diakonos en este contexto es funcional, no titular.

 

Del ministerio pastoral de Timoteo

Si esto ense–as a los hermanos, ser‡s buen ministro de Jesucristo... 1Tim.4:6

De T’quico como mensajero de pablo y miembro de un equipo misionero apost—lico

...os lo har‡ saber T’quico, amado hermano y fiel ministro y consiervo en el Se–or, Col.4:7

De Epafras como fundador de una iglesia

como lo habŽis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros,

De los magistrados en el desarrollo de su funci—n para mantener el orden civil

...pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Ro.13:4

De la actitud de servicio que debe tipificar todo Cristiano

Mas entre vosotros no ser‡ as’, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros ser‡ vuestro servidor,É Mt. 20:26

De Cristo mismo en su ministerio a los Jud’os

...que Cristo Jesœs vino a ser siervo de la circuncisi—n para mostrar la verdad de Dios... Rom. 15:8

En ninguno de estos ejemplos se refiere la palabra diakonos a un oficio en la iglesia local. En realidad, un estudio completo de esta palabra revela que tal uso funcional, sin referencia a t’tulos de oficio, es la manera ordinaria en que la palabra se emplea. Es decir, no se debe imaginar que la palabra diakonos se refiere al t’tulo de un oficio excepto si el contexto comprueba que es as’.

El caso de Febe

Esto nos trae al caso de Rom.16:1, donde la palabra diakonos es usada en su forma femenina, refiriŽndose a una mujer de la Iglesia de Cencera que se llamaba Febe.

     

Para usar a Febe como evidencia de la existencia de diaconisas ordenadas en el iglesia primitiva, los proponentes est‡n obligados a demostrar que el uso del tŽrmino diakonos como se aplica aqu’, es tambiŽn titular y no funcional solamente. Es decir, que se refiera no solamente a una actividad de servicio desempe–ada por Febe, sino tambiŽn a un t’tulo de oficio ordenado que ella hab’a recibido. ÀQuŽ evidencia contextual existe para comprobar esto? NINGUNA.

 

Nada en absoluto indica en el contexto que Febe ten’a el oficio de diaconisa. Podr’a ser simplemente una descripci—n de una actividad que ella realiz— en la iglesia, con t’tulo o no. No es m‡s l—gico presuponer que Febe fue ordenada para el oficio de diaconisa, solo porque la palabra diakonos se le aplic— a ella, que de presuponer lo mismo para el Ap—stol Pablo.

 

Por esta raz—n, el caso de Febe debe ser descartado como evidencia para esta cuesti—n, porque no comprueba absolutamente nada.

Argumento de 1Timoteo 3

Es interesante notar, que este texto es el œnico en la Biblia donde el contexto indica claramente que el tŽrmino diakonos tiene que ser interpretado como el t’tulo de un oficio en la iglesia local.

 

Los siguientes puntos deben ser observados en 1Timoteo 3:

 

Todo lo que se dice aqu’ sobre los ancianos, se aplica tambiŽn a los di‡conos con respecto a las calificaciones del car‡cter. Esto se ve por la frase, Los di‡conos asimismo... (V.8) Entre estas calificaciones de car‡cter, se subraya que el ÔobispoÕ tiene que ser casado con una sola mujer. TambiŽn tiene que gobernar bien su casa. Esto implica el gŽnero masculino solamente. Esta calificaci—n se repite con respecto a los di‡conos en el V.12.

 

Estos oficios tienen que ser deseados por ÒalgunoÓ. El gŽnero masculino se usa aqu’.

 

En el vers’culo 11, leemos que Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo.

     

Tres interpretaciones posibles han sido ofrecidas por los te—logos con respecto a este vers’culo. Estas son:

1.    El vers’culo se refiere a esas mujeres que fueron ordenadas para el oficio de anciano o para el oficio de di‡cono. Algunos liberales usan esta interpretaci—n para justificar la ordenaci—n de las mujeres a ambos oficios.

2.   Este vers’culo se refiere a las mujeres que son ordenadas para el oficio de di‡cono solamente, ej., diaconisas.

3.   El vers’culo se refiere a las esposas de los hombres que son ordenados para uno de los dos oficios mencionados.

 

En vista de que existen tres interpretaciones posibles, el vers’culo tiene que ser descartado como evidencia para la cuesti—n que estamos considerando. El texto se refiere, por lo menos, a las mujeres de cualquier oficial de la iglesia, porque de otro modo, esto no ser’a gobernar bien su casa. Por lo tanto, debido al contexto, el punto C de arriba es una interpretaci—n absolutamente necesaria.

 

Pero lo mismo no es verdad respecto a las opciones A y B. Son posibles pero no necesarias. Por lo tanto, ni A ni B pueden ser consideradas como apoyo para una doctrina de diaconisas, porque el contexto no obliga tales interpretaciones. Si los proponentes de la ordenaci—n de diaconisas desean apoyar su punto de vista con algœn vers’culo, tendr‡n que hacerlo en base a otro texto y no con este.

 

Desafortunadamente para ellos, no existe ningœn otro.

Argumento de Hechos Cap’tulo 6

Se acepta en casi todas las denominaciones que este cap’tulo habla de la elecci—n de los primeros di‡conos. Es notable que todos fueron varones.

 

Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio... V.3

Los proponentes de diaconisas contestan que no es forzosamente cierto que no se eligieron mujeres en ocasiones posteriores, s—lo porque los primeros di‡conos fueron hombres.

 

Sin embargo, es notable que los ap—stoles no dijeron, ÒpersonasÓ, sino especificaron el gŽnero masculino con la palabra, ÒvaronesÓ. Es dif’cil encontrar en el contexto circunstancias especiales diferentes de las de hoy en d’a que requer’a que los candidatos diaconales sean varones. Ten’a que ser por una convicci—n de la parte de los ap—stoles, no porque la situaci—n era distinta de las que encontramos hoy.  

Argumento de la imagen de Dios: 1Corintios 11

Porque el var—n no debe cubrirse la cabeza, pues Žl es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del var—n. V.7

 

Los hombres son la imagen de Dios en un sentido particular en el cual las mujeres no la son. Aunque puede molestarle al gŽnero femenino o’r esto, no obstante la conclusi—n es inescapable. Aunque las mujeres son realmente la imagen de Dios tambiŽn, esta imagen es derivada a travŽs del hombre, antes que directamente de Dios. El hombre, aparte de la mujer, es llamado Òimagen de DiosÓ en las Escrituras. Pero la mujer nunca se designa as’ aparte del hombre.

 

ÀC—mo se relaciona esto a la cuesti—n del diaconado? Tiene que ver con la clase de Òimagen de DiosÓ que deseamos proyectar a la congregaci—n y al mundo.

 

Aunque se puede argumentar que el oficio de di‡cono es solamente el de siervo, no obstante, todos los oficiales de la iglesia son representantes de la iglesia al pœblico en general. La iglesia, en cambio, es la representante de Dios en la tierra. El gŽnero femenino no es lo que las Escrituras proyecta a la humanidad como la imagen de Dios.

 

Parece cuestionable, pues, que las mujeres estŽn encargados de oficios eclesi‡sticos frente a la iglesia y al mundo.

Argumento del concepto de la autoridad

Ha sido argumentado que el oficio de di‡cono no contiene autoridad en el sentido de liderazgo. Correcto. Sin embargo, esto no significa que no contenga autoridad ninguna. Aunque este oficio est‡ en sumisi—n al de los ancianos, tiene todav’a autoridad dentro del campo de sus actividades de servicio. La idea de un oficio sin autoridad de ninguna clase es intr’nsecamente absurdo.

 

El concepto mismo de ÒoficiosÓ implica autoridad de alguna clase, aunque limitada. Al ordenarle a una mujer para un oficio es, por lo tanto, ordenarle para alguna posici—n de autoridad. Esto parece contrario al concepto Paulino de la funci—n de la mujer como no-autoritaria en la iglesia.

Argumento de la tradici—n

La Biblia, no la tradici—n, es el ‡rbitro final de la verdad. Esto fue, en realidad, la base del movimiento Reformado. Pero los reformadores no echaron fuera las tradiciones solamente porque eran tradiciones, sino solamente cuando se ve’an obligados, debido a las ense–anzas de la Escritura. El capricho del hombre, por lo tanto, no es fundamento suficiente para echar fuera una tradici—n.

 

Por cuatrocientos a–os el movimiento reformado ha negado los oficios de la iglesia a las mujeres. Si esta tradici—n es err—nea, entonces debe ser cambiada inmediatamente. Pero el peso de las pruebas reside con aquellos quienes arrojar’an esta tradici—n.

 

A la conciencia de cada uno, le dejo la tarea de decidir si los que quieren ordenar a mujeres a un oficio eclesi‡stico, poseen tal peso de pruebas.

 


Mœsica en culto: 
 ÀHimnos antiguos o coros nuevos?

 

En Colombia, un creyente vino para analizar las Doctrinas de la Gracia a travŽs de nuestra literatura. Nunca lo hemos conocido cara a cara. El y su hermana han estado involucrados desde entonces en la plantaci—n de una iglesia reformada. El me escribi— preguntando que clase de mœsica es apropiada en un culto reformado, si contempor‡nea o himnos tradicionales.

 

Esta es mi respuesta:

Mi querido hermano,

La mœsica es tan importante en el culto, que su pregunta no es trivial y amerita una respuesta extensa. Puesto que la mœsica es un elemento clave en la adoraci—n y la adoraci—n es la funci—n principal de los cristianos, segœn Juan 4:24, su inquietud deja de ser una pregunta de simple gusto personal. Sabiendo esto, tenemos la obligaci—n de considerar el asunto a la luz de la raz—n y de la Escritura.

 

El desacuerdo con su hermana puede ser el resultado del cambio que a ustedes dos los ha llevado hacia la fe reformada en primer lugar.....re-examinen sus presuposiciones. Llegar a una convicci—n s—lida es un sentimiento mucho m‡s agradable que la satisfacci—n simple de un gusto personal, pero una convicci—n inamovible no viene f‡cilmente.

 

Me gustar’a proponer tres principios sobre los cuales usted puede fundamentar sus decisiones sobre la mœsica. Toda mœsica, en el servicio de adoraci—n, debe contener los tres elementos siguientes: Dios-cŽntrica Culturalmente relevante Art’sticamente buena Cada elemento merece una tesis. Cada uno es defendible b’blicamente.

 

Mœsica Dios-cŽntrica El prop—sito de un culto de adoraci—n, es adorar, lo cual parece evidente pero aparentemente no es obvio para muchas iglesias. El prop—sito no es entretenimiento, ni hacernos sentir mejor, ni atraer pecadores. Todo esto puede ocurrir durante la adoraci—n y pasa con frecuencia. Sin embargo, esto nunca debe ser confundido con el prop—sito.

 

Recuerde, en un servicio de adoraci—n, la œnica audiencia es Dios. Nosotros estamos all’ para Su placer, Su honor y Su aprobaci—n. Estamos tocando para El, no El para nosotros. Estamos all’ no solamente para obtener una bendici—n, sino para devolver una bendici—n que ya hemos recibido.

 

Si la canci—n enfoca en nuestra experiencia personal con Dios, ÀEs una canci—n "Dios cŽntrica"? Menciono esto porque algunos reformados sienten que las canciones cristianas contempor‡neas enfocan mucho en "Yo" y "Mi". Ellos argumentan que la nueva alabanza es muy yo-cŽntrica porque enfatiza la experiencia personal con Dios, en lugar de Dios mismo. No estoy convencido de que ellos estŽn en lo correcto. Los Salmos est‡n llenos de expresiones acerca de nuestra experiencia con Dios. "Yo amo al Se–or, pues ha o’do mi voz" Salmos 116:1. Salmos como estos, est‡n llenos de escritura y para mi son Dios CŽntrico, aœn si los pronombres "yo" y "mi" se destacan. Ellos glorifican a Dios en la experiencia del hombre con Dios.

 

Mœsica "Dios-cŽntrica" tambiŽn significa teol—gicamente buena. Las canciones deben estar libre de errores doctrinales, no importa cuan bonita sea la melod’a o cuan popular sea la canci—n. Es f‡cil terminar predicando el arminianismo a travŽs de la mœsica y despuŽs el calvinismo con un serm—n. He visto hacer esto con frecuencia, incluyendo en las iglesias reformadas.

 

Toda adoraci—n debe glorificar los atributos de Dios, particularmente aquellos que El enfatiza en Su Palabra. Algunos atributos reciben m‡s Žnfasis que otros. En orden de frecuencia, estos parecen ser: Su santidad, Su fidelidad a Su Pacto y Su toda-suficiencia. Todos est‡n resumidos en Su Hijo, Jesœs. Me gusta verlos reflejados en la mœsica, ya sea en los himnos antiguos o en las canciones contempor‡neas.

 

La mœsica Dios-cŽntrica es reverente. El concepto de reverencia es tan vital en la adoraci—n b’blica que sin reverencia la adoraci—n no puede ser definida como tal.

 

Sin embargo, reverente no significa solemne, ni significa viejo. La reverencia tiene que ver con una actitud de gran respeto. Es posible expresar gran gozo en una manera reverente. La reverencia puede incluso expresarse en voz alta: Aclamad a Dios con voz de jœbilo Salmos 47:1.

 

Algunos imaginan que porque un coro es cantado con gusto y un golpe r‡pido es irreverente. No lo es necesariamente.

 

La mœsica debe ser culturalmente relevante. ÀQuŽ sentido tiene traducir himnos escoceses del siglo 16 a un espa–ol corriente y cantarlos en Colombia? Aquellos himnos reflejan una cultura muerta por generaciones. ÀC—mo pueden los Colombianos sentirse relacionados con himnos que no conocen? Aunque nuestro enfoque est‡ en agradar a Dios, vamos a dar la impresi—n que mantenemos creencias y pr‡cticas totalmente extra–as a la comunidad que nos rodea. Eso no es honrar a Dios tampoco.

 

Si debemos traducir los himnos ingleses a espa–ol, al menos deber’amos hacerlo de tal forma que uno pueda asumir que fueron escritos en Colombia.

 

Mœsica art’sticamente buena Para el alivio de mis amigos, abandonŽ el viol’n hace muchos a–os. As’ que no soy un experto en mœsica. Sin embargo, recalco que tomŽ un curso universitario en Historia de la Mœsica. El profesor explic— el criterio usado para evaluar los mŽritos art’sticos de una pieza, los cuales son: Originalidad, melod’a, ritmo y balance.

 

La pieza debe contener una melod’a o no es mœsica. TambiŽn debe tener ritmo. Ambos elementos deben estar en balance, el uno no debe sobrepasar al otro.

 

A menudo hemos escuchado canciones en las cuales los tambores se tocan tan fuerte que ahogan la melod’a. Esto es art’sticamente un desbalance y ocurre f‡cilmente cuando se permite a mœsicos j—venes inmaduros, tocar la mœsica como ellos quieren. Me alegr— que mencionara los tambores en particular.

 

Algunas iglesias no los permiten porque algunos j—venes no pueden resistir la tentaci—n de hacer gala de lo bueno que son.

 

Con frecuencia, a los j—venes les gusta participar en el grupo de alabanza porque les da una oportunidad de tocar ante una audiencia. Nosotros toleramos motivaciones inmaduras como esta, y tambiŽn en otras ‡reas de la juventud entusiasta. Lo que NO es tolerable es dejar que los j—venes decidan que mœsica va a ser tocada en el servicio matutino o permitir que la toquen como ellos quieren. A menudo, los j—venes no tienen el entendimiento teol—gico o la madurez espiritual para discernir lo que es apropiado, ni siquiera un buen sentido art’stico. Esto es verdad aun cuando ellos toquen bien los instrumentos. Su participaci—n debe siempre estar bajo la autoridad de los ancianos de la iglesia.

 

Usted y yo sabemos como se hace la mœsica en muchas iglesias evangŽlicas en LatinoamŽrica. El grupo de j—venes con unos pocos mœsicos sin experiencia, escogen al azar algunos coros animados y los tocan en el servicio de adoraci—n. El resultado, casi siempre, se parece m‡s a un grupo de rock fracasado que a un grupo de alabanza. Esto est‡ muy lejos de honrar al Se–or.

 

ÀDebe la mœsica ser r‡pida o lenta? La mayor’a de los l’deres de alabanza comienza con mœsica animada y luego sigue con piezas solemnes para preparar al pueblo para el serm—n. Este parece ser un patr—n que funciona bien para muchas iglesias.

 

ÀCual entonces es la respuesta final a su pregunta? ÀDebe usar canciones contempor‡neas o himnos antiguos? Use ambos, siempre y cuando satisfagan los criterios indicados arriba.

 

Es verdad que algunos coros contempor‡neos son superficiales y egocŽntricos. Por otro lado, no todos los himnos antiguos tienen profundidad espiritual.

 

ÀHimnos tradicionales o mœsica contempor‡nea? RecuŽrdese de la palabra final del Ap—stol Pablo en lo de cuestiones dudosas: Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estŽis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. G‡l.5:1

 

Los pastores de all‡ pueden ayudarle a enfrentar las presiones especiales que los creyentes reformados han experimentado en AmŽrica Latina.

 

Que el Se–or le de fuerzas en Colombia.

 

En Sus lazos,

 

Roger

 


Salmod’a

El tŽrmino Salmod’a es usado por algunos maestros reformados para afirmar que solo se deber’an cantar Salmos en los tiempos de adoraci—n pœblica. Estos maestros presentan argumentos elaborados para demostrar que no es b’blico cantar cualquier otro tipo de canciones. Algunos de los que sostienen este punto de vista tambiŽn excluyen el uso de instrumentos musicales.

 

Un amigo me escribi— pidiŽndome que le explique mi punto de vista con respecto a la Salmod’a. Mi respuesta le sorprendi—.

Querido Karl,

No he invertido en el estudio de la Salmod’a el tiempo que quiz‡s piensas que se merece. Esta decisi—n la tomŽ porque estoy convencido de que este tema merece poco estudio. El Nuevo Testamento refleja una posici—n que hace del estudio detallado de la Salmod’a una tarea innecesaria.

 

Quitemos la mirada de reglas y pong‡mosla en Cristo. En hacer esto, nace un nuevo sentimiento de libertad y gozo a travŽs del Nuevo Testamento.

 

Algunos pueden argumentar que la palabra sentimiento es muy vaga y que puede ocasionar caos. Libertad es una palabra dif’cil de definir porque es intangible. Es por esa raz—n que me siento inc—modo cuando alguien pide vers’culos de respaldo en el asunto de la adoraci—n.

 

No podemos ignorar el sentimiento del Nuevo Testamento, sin importar cuan impreciso pueda ser ese tŽrmino. Por esta raz—n, por el momento rechazo la ense–anza de la Salmod’a, ya que muestra un sentimiento diferente al de la espontaneidad y el gozo que se ven en el Nuevo Testamento.

 

S’, la libertad es riesgosa. Pero es precisamente ese riesgo el que Dios quiere que tomemos.

 

La estructura de la Biblia es igual a la de un corno FrancŽs, que comienza estrecho en la boquilla y es ancho a la salida. El Antiguo Testamento es restrictivo, as’ como la boquilla estrecha del corno. El Nuevo Testamento declara una libertad de expresi—n en nuestro servicio a Dios, siempre y cuando estŽ dentro de las directrices generales.

 

Los que apoyan la idea de la Salmod’a tratan la relaci—n entre el Antiguo y el Nuevo Testamento como una persona que desaprueba la forma del corno FrancŽs. Dichas personas toman un martillo y laboriosamente hacen que la salida de este instrumento sea estrecha, al igual que la boquilla. Luego la presentan con una sonrisa satisfecha, contentos de que con su trabajo y visi—n han transformado el corno FrancŽs a su forma correcta.   

 

Quiz‡s el tono del corno suena mejor para ellos. Pero para m’, suena vac’o.

 

La libertad art’stica sufre da–o cuando es confrontada con la Salmod’a. El ejemplo m‡s claro que he visto es lo que uno de sus allegados hizo con la majestuosa obra de Lutero ÒPoderosa FortalezaÓ. ƒl reemplaz— la letra original con un Salmo, pero no el Salmo as’ como aparece en las escrituras. Tuvo que reorganizar las palabras para que se ajusten al ritmo y las rimas del himno.

 

Reemplaz— la magn’fica poes’a de Lutero con un Salmo reorganizado. ÀEl resultado? Magnifica poes’a reemplazada por poes’a pobre. ÁQue tragedia!

 

No deseo cometer sacrilegio cuando admito que algunos Salmos son art’sticamente inferiores a algunas poes’as fuera de la Biblia. El prop—sito y valor de un Salmo es primariamente en su inspiraci—n divina y la verdad que Žste transmite. Los mŽritos art’sticos son secundarios. El himno de Lutero supera art’sticamente a muchos de los Salmos en calidad, incluyendo en mi opini—n, al Salmo usado para reemplazar sus palabras. La cualidad de inspiraci—n de un Salmo no es justificativo suficiente para reemplazar una obra de arte extraordinaria con una obra mediocre. DespuŽs de todo, el himno de Lutero expresa magn’ficamente el significado de los Salmos.

 

La poes’a Hebrea estaba basada en el ritmo del pensamiento, no en la mŽtrica y la rima. Ellos cantaban mœsica que parecer’a extra–a para nuestros o’dos occidentales contempor‡neos. No podr’amos adaptarnos al uso de los Salmos de la forma en la que los Hebreos lo hac’an. Incluso los m‡s apasionados allegados a la Salmod’a concuerdan con esto. ÁFue fascinante ver que el hombre que reescribi— el himno de Lutero reorganice las palabras del Salmo para que rimen! Ni siquiera Žl no pudo escapar a su propia cultura.

 

Existen momentos en mi vida en los que preferir’a ser un poeta y no un te—logo. Uno de esos momentos es cuando estoy adorando.

 

Algunos maestros reformados tienden a interpretar la vida del Nuevo Testamento a la luz del Antiguo Testamento. Esto parece ser un retroceso. Cada vez que empiezo a prohibir cosas que no se hallan prohibidas en el Nuevo Testamento, una alarma suena en mi mente. El legalismo podr’a estar al acecho. Cuando el legalismo entra, el Esp’ritu Santo sale. ƒl prefiere morar en medio de gente libre. 

 

La Ley es un maestro que nos lleva a Cristo. Antes de la venida de Cristo, Dios trataba a su pueblo como a ni–os. Ten’a que hacerlo as’ porque ellos actuaban como ni–os mimados la mayor’a del tiempo. En Cristo, ƒl nos trata como adultos responsables. Eso requiere que nos soltemos de la mano del maestro. A pesar de que somos hijos de Dios para siempre, no debemos confundir ser como ni–os con ser inmaduros.

 

Hay algo extra–o en ver a un adulto caminando por la calle agarrado de la mano de un maestro.

 

Un allegado de la Salmod’a me pregunt— si escuchŽ una exposici—n detallada de su posici—n. Le respond’, ÒNo, no lo he hecho. Tampoco estoy interesado en hacerlo porque cuando acabes tu explicaci—n, yo escribirŽ G‡latas 5:1 encima de todos tus argumentos.Ó Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estŽis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.

 

Abrazos,

Roger

 

 



[1] Louw y Nida, Texto Griego, Accordance Bible Software.

[2] Deut.23

 

[3].   Accordance Bible Software. Oaktree Company: Temecula, CA, 1999.

[4].    Ibid, P.69