por
Roger Smalling, D.Min
Un
creyente colombiano, que iniciaba una iglesia reformada, me escribi—
preguntando sobre las limitaciones de las mujeres que desean hablar a la
congregaci—n. ƒl dice:
ÒMe gustar’a saber su opini—n sobre el rol de las mujeres en la
iglesia.
ÒNosotros aceptamos la sumisi—n de las mujeres en la iglesia y creemos
que ellas no pueden ser ordenadas, que no pueden predicar o tener autoridad
sobre los varones, ni gobernar en la iglesia, pero tenemos dudas sobre algunas
de las aplicaciones de esto.
ÒTenemos una hermana, graduada en sicolog’a, quien se ha ofrecido para
dar algunas charlas en la iglesia sobre la sicolog’a desde una perspectiva
b’blica. Nos preguntamos si esta hermana debe dar las charlas solamente a las
mujeres o tambiŽn a mi y a otros varones.Ó
Mi
respuesta fue:
Evidentemente,
Dios est‡ concediŽndole ocasiones para definir los par‡metros de trabajo de su
iglesia, lo cual indica que Dios considera sus esfuerzos merecedores de gran
atenci—n, indicando que su trabajo tiene futuro.
Antes
de contestar la pregunta, me gustar’a repetir algo que dije anteriormente.
Recuerde la diferencia entre una ley y un principio. Las leyes son absolutas.
Violar una ley es una transgresi—n. Un principio, en cambio, es una idea
general para guiar en la pr‡ctica ordinaria. Violar un principio no es
necesariamente una transgresi—n y puede tener muchas excepciones.
Tal
como hice en la correspondencia previa, prefiero exponer algunos principios
como puntos de referencia en lugar de dar una respuesta simplista.
El
asunto involucra una pregunta simple: ÀEjercer‡ esta mujer una funci—n que es
del dominio exclusivo de un ministro ordenado? A travŽs de la Biblia, ciertas
funciones aparecen como de dominio propio y exclusivo de los ministros
ordenados, las cuales son:
Estas
funciones implican autoridad espiritual sobre el pueblo de Dios mediante la
predicaci—n y la ense–anza.
Tanto
los sacerdotes del Antiguo Testamento como los ministros del Nuevo Testamento
parecen tener estas funciones. En teolog’a, las llamamos Òfunciones sacerdotalesÓ, las cuales normalmente se celebran en los
cultos formales.
Por
tanto, con respecto a la propuesta de esta dama en su iglesia, yo me har’a
estas preguntas: ÀSe convoc— la conferencia a la misma hora y en el mismo lugar
donde la congregaci—n se reœne normalmente para el culto pœblico? ÀEs el
prop—sito de la reuni—n exponer la Palabra de Dios a la congregaci—n? Basado en
la informaci—n que usted me da, concluyo que el prop—sito de la reuni—n no es
el culto pœblico. Lo que ella va a exponer es sicolog’a, no la Biblia. No es un
serm—n. No es una lecci—n b’blica. Es una conferencia.
No
encuentro ninguna violaci—n de los principios b’blicos aqu’ porque nada de esto
tiene que ver con las Òfunciones sacerdotalesÓ.
Como
l’der cristiano, es su responsabilidad proveer a todos los miembros de la
iglesia amplias oportunidades para que ellos puedan manifestar sus dones,
cualesquiera que estos sean.
Usted
sabe esto o no har’a la pregunta. Una mujer puede poseer cualquier don
espiritual, incluyendo el mayor en esta dispensaci—n, es decir, la ense–anza,
pero ella no puede duplicar las funciones de un ministro ordenado,
administrando la Palabra de Dios y los sacramentos a la congregaci—n.
Algunas
iglesias reformadas han pecado contra las mujeres al no permitirles expresar
ampliamente sus dones. Hacer esto es un error, tan serio como el ordenarlas. Si
yo tuviera que escoger, preferir’a una mujer que traspase las limitaciones
b’blicas inadvertidamente, antes que despojarla de sus dones. Obtener una cosa
que no merecemos parece m‡s consistente con la gracia que echar a perder una
bendici—n que ya tenemos.
Por
tanto, si debe arriesgarse a cometer un error, h‡galo en el lado de la libertad
mas bien que en el de la ley. Las oportunidades de agradar a Dios son mejores.
Ignore a los fariseos.
Afortunadamente
es f‡cil evitar los riesgos. Las iglesias reformadas hacen esto para tener una
mujer parada en frente del pœlpito. Esto, no es porque el pœlpito sea sagrado.
Ningœn mueble, en esta dispensaci—n es sagrado.
Pero,
en las mentes de muchas personas de la congregaci—n, el pœlpito representa el
lugar donde la autoridad espiritual y el liderazgo son expresados a travŽs de
la predicaci—n de la Palabra.
Ayuda
tambiŽn en hacer las reuniones en otra sala que la sala principal donde se
celebran los cultos. Otra forma de evitar confusi—n es disponer que un anciano
presida las reuniones. La reuni—n puede ser anunciada as’: ÒConferencia sobre sicolog’a
cristiana. Expositora: Dra. S‡nchez. Preside anciano FulanoÓ.
De esta
forma queda muy claro que no es su intenci—n causar confusi—n entre el rol de
un ministro y el rol de la mujer compartiendo sus conocimientos especiales. Sin
embargo, tenga cuidado de crear muchas reglas y restricciones. Ser’a un error
rid’culo comenzar una iglesia dedicada al concepto de la gracia y al mismo
tiempo atarla con un mont—n de reglas. Recuerde este dicho: ÇLa cosa que las leyes
producen m‡s, es m‡s leyesÈ. Mejor aœn, recuerde este pensamiento de Pablo:
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estŽis otra vez sujetos el yugo de esclavitud. G‡latas 5:1
En sus
lazos de libertad,
Roger
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