por
Roger Smalling, D.Min
Algunos cristianos sostienen que los œnicos requisitos en el Libro de los Hechos para ser miembro de una iglesia local fueron el bautismo y una profesi—n cre’ble de fe. Por lo tanto, Àpor quŽ necesita m‡s para ser miembro oficial de la iglesia?
Echemos un vistazo a varios factores hist—ricos, b’blicos y l—gicos.
Segœn los lex—grafos en griego, esta palabra contiene en s’ el concepto de una membres’a definida: ÒÉun conjunto de personas constituido por una membres’a bien definidaÓ [1]. Otros tŽrminos se usan para describir una multitud de personas.
Es usada unas 100 veces in la Septuaginta[2] en textos que implican a un conjunto de jud’os como la asamblea del Se–or, refiriŽndose a la congregaci—n de los israelitas para o’r una proclamaci—n de Dios[3].
Los historiadores de la iglesia nos dicen que a partir de la segunda mitad del primer siglo, la iglesia requer’a que los candidatos a la membres’a comprendieran lo que la iglesia cree, c—mo se rige, adem‡s de los privilegios y responsabilidades. Esto requer’a una instrucci—n a veces extensa. Un nombre dado por los primeros cristianos a tales candidatos es el de catecœmeno, del cual obtenemos la palabra catecismo.
Los convertidos al cristianismo en el primer siglo ya hab’an recibido a–os de instrucci—n en las Escrituras antes de o’r el evangelio.
Los primeros convertidos fueron jud’os. Todos los ni–os jud’os estaban obligados a estudiar desde una edad temprana. Esto inclu’a las Escrituras, adem‡s de la tradici—n e historia jud’a. A mediados de la adolescencia, ya ten’an a–os de formaci—n, sin contar otras ense–anzas impartidas durante su asistencia regular a la sinagoga.
Cuando Pedro predic— sus dos sermones registrados en Hechos, se dirig’a a aquellos que sab’an que hay un solo Dios, quiŽnes forman su pueblo, quŽ significa la elecci—n, la expiaci—n y cu‡l es la ley moral de Dios. TambiŽn sab’an sobre el bautismo y cre’an en un mes’as venidero. Lo œnico que les faltaba era el nombre del mes’as.
ÀPero quŽ de los conversos gentiles? Los conversos gentiles
en tiempos de Pablo eran prosŽlitos al juda’smo o indagadores del juda’smo. Eran
gentiles temerosos de Dios y familiarizados con los conceptos b‡sicos del
Antiguo Testamento. Pablo predicaba en las sinagogas, donde los mencionados
estaban presentes.
En resumen, los conversos en el libro de los Hechos, tanto jud’os como gentiles, estaban ya pre-catequizados a travŽs de a–os de ense–anza.
Durante los œltimos dos mil a–os, algunas formas no b’blicas de gobierno eclesi‡stico y/o de teolog’a desviada se han infiltrado entre cristianos. La iglesia primitiva no tuvo que hacer frente a la mayor parte de ellas. Hoy en d’a, algunos de estos errores se han generalizado entre los evangŽlicos, por lo que es imperativo que los miembros comprendan c—mo nos diferenciamos de otros movimientos y por quŽ.
La cultura occidental es individualista y democr‡tica. Sin embargo, el gobierno de la iglesia b’blica no es ni lo uno ni lo otro. De hecho es un pacto-comunidad y teocr‡tico, administrado por los ancianos ordenados. (1Timoteo 5:17) Los cristianos occidentales normalmente asumen que la iglesia debe ser dirigida democr‡ticamente ya que el gobierno civil es democr‡tico. Esta suposici—n es incorrecta. El reino de Dios no es una democracia. ÀC—mo podemos esperar inducir a la gente a su membres’a si nunca se les ha ense–ado la diferencia?
ÀQuŽ dir‡ la junta de la iglesia si una camarilla de miembros quiere derribar la doctrina de la Trinidad por voto congregacional? Recibir a personas en calidad de miembros en la iglesia que no tengan claro lo que representa, es una f—rmula para la divisi—n y la confusi—n.
La Asamblea de Westminster de 1648 en Inglaterra, arm— una declaraci—n de los principios fundamentales de la teolog’a protestante. Presbiterianos, bautistas y algunos otros la aceptan en diversas formas como su est‡ndar de fe. La Confesi—n de Westminster reconoci— que algunas pr‡cticas de gobierno de la iglesia pueden ser necesarias aunque no estŽn espec’ficamente ordenadas en las Escrituras. El sentido comœn y los principios cristianos nos pueden guiar y podemos contar eso como b’blico.
...Y que hay algunas circunstancias relativas a la adoraci—n de Dios, y el gobierno de la iglesia, comunes a las acciones y sociedades humanas, que deben ser ordenados por la luz de la naturaleza y de la prudencia cristiana, de acuerdo con las reglas generales de la Palabra, que siempre debe ser respetadas. WCF 1-6.
No necesitamos un cap’tulo y vers’culo para justificar todo lo que hacemos en el gobierno de la iglesia. Siempre que una pr‡ctica administrativa se ajuste a las normas del sentido comœn, la conducta cristiana y los principios generales de la escritura, podemos considerarla b’blica. Sin embargo, s’ vemos vers’culos de los cuales podemos extraer inferencias fuertes para el directorio de la membres’a de la iglesia oficial.
La Iglesia Presbiteriana en AmŽrica, una denominaci—n muy conservadora, hizo un estudio sobre este punto y lo public— en su libro, Documentos de posici—n, que se ocupa de cuestiones doctrinales secundaras.
Ò... La evidencia clara de la Escritura es que la iglesia debe mantener una lista de los miembros. El modelo supremo para nuestra lista de miembros es la lista de miembros del cielo (ƒxodo 32:32,33; Daniel 12:1, Lucas 10:20; Filipenses 4:3; Apocalipsis 13:8; 20:12,15).
ÒEl patr—n b’blico es que el nuevo creyente debe ser ÔcontadoÕ y Ôa–adidoÕ a la lista de miembros de la iglesia local (Hechos 2:41,47; 6:7, 1Timoteo 5:9).
ÒLos miembros podr’an ser omitidos de la lista (1Corintios 5:2.)— a m‡s de solamente estar f’sicamente impedido, ya que incluso los no creyentes pueden asistir al culto cristiano (1Corintios 14:23)— o ser reinscritos (2Corintios 2:6,7).
ÒEs imposible tener una disciplina coherente sin tal lista. Hab’a una lista de viudas para prop—sitos diaconales (1Timoteo 5:9).
ÒLos ancianos deben conocer a sus ovejas y ser responsables del cuidado de la grey confiada a ellos, esto exige saber quiŽnes son, es decir, exige una lista o n—mina (Hebreos 13:7,17-19; 1Tesalonicenses 5: 11-14; 1Pedro 5:2; Hechos 20:28).
ÒLa iglesia apost—lica utilizaba cartas de transferencia o recomendaci—n (Hechos 18:27, Romanos 16:1-2, 2 Corintios 3:1, 8:23-24), ejemplos de estas cartas incluyen Filem—n y 3Juan. Los asuntos entre iglesias eran realizados por quienes contaban con cartas de referencia (1Corintios 16:3; 2Corintios 8:16-24).
ÒConcluimos, pues, que se requiere ser creyente profeso para ser inscrito como miembro de una iglesia evangŽlica; adem‡s ponerlo como condici—n para tomar la Cena del Se–or es compatible con una pr‡ctica b’blica s—lidaÓ.
Un directorio de membres’a de la iglesia espec’fica, a m‡s de una preparaci—n anterior a ser incorporado en la lista de miembros de una iglesia local demuestra ser algo razonable, necesario y b’blico.
A muchos de los que
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