Como tratar con un l’der incompetente

por

Roger Smalling, D.Min

www.espanol.visionreal.info

 

Estimado Dr. Smalling:

Trabajo en una organizaci—n cristiana, donde mi supervisor me da —rdenes, luego olvida que las ha dado y me culpa del resultado. Ya no conf’o en Žl y necesito saber c—mo tratar con esta persona.

Siempre he sentido que Dios es quien designa a quienes son mis l’deres, de manera que si me opongo a mi supervisor, estar’a yendo en contra de Dios. SŽ tambiŽn que debo compartir en el sufrimiento de Cristo y no quiero entristecer al Esp’ritu Santo. Solo necesito saber c—mo someterme a esta autoridad que parece ser incompetente.

Raquel

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Querida Raquel:

Lo he sufrido en carne propia.

Partes de mi libro Liderazgo cristiano fueron inspiradas por el estrŽs de Çtener que trabajarÈ bajo l’deres incompetentes. Creo que lo œnico peor ser’a una enfermedad terminal.

He dicho Çtener que trabajarÈ porque eso era lo que yo supon’a. A la larga, pude caer en cuenta de que no ten’a que hacer tal cosa. Yo hab’a decidido hacerlo, simplemente porque pensaba que era mi tarea como cristiano, el someterme a l’deres incompetentes. No encuentro ningœn mandato en el Nuevo Testamento en que se nos ordene a los cristianos someternos a ese tipo de liderazgo, cuando Žste genera estrŽs y descontento en nuestro caminar con Cristo.

Alguna vez, alguien me aconsej—: —Cargue el estrŽs en aquellos que lo causan. Si no encuentra formas de hacerlo, entonces ret’rese.

Afortunadamente, he tenido formas de cargar ese estrŽs sobre los que lo causaron pues nuestra denominaci—n tiene un sistema de cortes dentro de la iglesia. Por tanto, pod’a usar la amenaza de una corte, junto a documentaci—n requerida, para obtener resultados. Las disculpas llegaban. El estrŽs se aliviaba.

En otra circunstancia, un amigo me aconsej—: —Roger, debes comenzar a orar que Dios te lleve a gente ’ntegra con quien trabajar. Eso fue como un soplo divino a mi esp’ritu. Supe que Dios me estaba indicando: —No debes trabajar con gente sin integridad.

Fue as’ c—mo lleguŽ a otra organizaci—n, donde nos tratamos con la cortes’a y respeto acorde a la imagen de Dios y como colegas en el ministerio. Un verdadero oasis.

En resumen, debe comprender sus derechos en Cristo. Nadie tiene el derecho moral de pasar por alto la dignidad que Dios le otorga ni de maltratarle. Corregir errores es un asunto aparte.

Usted tiene derecho:

á      A ser tratada con el respeto y gentileza debidos a todo ser humano.

á      A ser feliz. Cristo compr— la felicidad para usted. No permita que nadie se la robe.

á      A estar libre de acusaciones sin fundamento o ser echada la culpa por otro.

á      A acudir a un mediador y presentar sus problemas a su autoridad espiritual, sea a su esposo y/o a los l’deres de su iglesia. Estos no son chismes. Esto cae bajo la responsabilidad suya y de la organizaci—n. Usted no est‡ obligada a sufrir en silencio.

Su l’der o supervisor no tiene el derecho a:

á      Tratarle con desdŽn.

á      Culparle por los errores que Žl comete.

á      Exigir autoridad espiritual sobre usted o de ser su consejero espiritual. Esta es una funci—n de su esposo en primer lugar, y de los l’deres de su iglesia. Su supervisor tiene —œnicamente— derechos administrativos sobre usted. La condici—n de ser una organizaci—n cristiana es irrelevante.

Unas sugerencias:

á      Aclare a su l’der que necesita las directivas por escrito para evitar malos entendidos.

á      Mantenga por escrito una lista de incidentes.

Si llega el momento en que deba defenderse de esta persona, delante de autoridades m‡s altas, usted dispondr‡ de un portafolio de hechos. Usted no necesitar‡ acusarlo ante sus superiores. Los papeles mostrar‡n la verdad y los superiores llegar‡n a sus propias conclusiones en cuanto a la competencia o incompetencia.

á      Usted indica que Ònunca le he dicho a nadie sobre esto que Žl haceÓ. ÀPor quŽ no? Usted tiene el derecho a un grupo de consejeros personales que le gu’en en este problema. Esto no constituye chisme. Su esposo, y tal vez un par de creyentes maduros podr’an ser su comitŽ personal de consejeros que le ayuden.

Si se halla en una posici—n de ser acusada, solo diga: Vuelvo despuŽs de discutirlo con mi grupo de apoyo de la iglesia.

En resumen, refuto algunas de sus suposiciones.

á      Su analog’a sobre Cristo y su sufrimiento es errada. ÀPor los pecados de quiŽn est‡ muriendo usted? Jesœs sufri— persecuci—n por defender la verdad. Usted no est‡ sufriendo persecuci—n. Lo que usted sufre es por la ineptitud de un l’der en una instituci—n que —de paso— es cristiana. Su condici—n de cristiana no justifica la ineptitud ni le excusa a ese l’der de su responsabilidad.

á      Usted tambiŽn dice que no quiere entristecer al Esp’ritu Santo. Es posible que el Esp’ritu Santo ya estŽ entristecido por razones que usted ni se las sospecha. Puede ser porque usted ha permitido un abuso a la imagen de Dios. Esa imagen es usted misma.

á      Otra suposici—n cuestionable es, ÒSolo necesito saber c—mo someterme a dicha persona.Ó

No tiene que someterse. Lo que debe hacer es lidiar con este maltrato. Es tan errado someterse en silencio al maltrato de un cristiano, como lo es que Žl la maltrate. Jesœs dijo: Si tu hermano peca contra ti, reprŽndeloÉ

Uno de los mejores supervisores con quien he trabajado, dijo que una vez se hallaba en un dilema del mismo tipo que yo pasaba. El me dijo, —Me di cuenta que ten’a tres opciones: Cambiar a la otra persona, cambiarme a m’ mismo o cambiar de circunstancias—. En el caso de Žl, lleg— a la conclusi—n de que las dos primeras eran imposibles, entonces se retir— de ese trabajo y vino a ser el jefe de departamento de un ministerio mejor que el anterior.

En su caso, va a requerir una gran dosis de valent’a moral, haga lo que haga.  Esto puede ser lo que el Esp’ritu Santo quiere que aprenda por esta experiencia.

Aprecio mucho su dedicaci—n a la obra del Se–or. Oraremos por usted.

En Cristo,

Roger

 

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Liderazgo Cristiano

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