Un cristiano escribi— y pregunt— : ÀC—mo puede Dios limitar el pecado y controlar las circunstancias de su manifestaci—n, sin ser culpable de ser la causa del pecado?
—David

ƒl utiliz— el ejemplo de Absal—n que cometi— incesto con las esposas de David y demostr— que fue Dios mismo quien levant— a Absal—n contra David como juicio. Sin embargo, Absal—n fue considerado culpable, aunque sus pecados fueron decretados por Dios. ÀC—mo puede Dios estar exento del cargo de ser la causa del mal?

*************

 

Querido David,

 

Su pregunta presenta una rama entera de la teolog’a llamada teodicea que trata de la bondad de Dios y la presencia del mal. Este es un aspecto dif’cil de la teolog’a y la filosof’a porque involucra el libre albedr’o, la justicia y la soberan’a de Dios. ÀHasta que punto esta libre la voluntad humana? ÀUn decreto divino implica la aplicaci—n de la fuerza? ÀEs la presencia del mal algo bueno?

 

Existen respuestas parciales, pero solo son parciales y pueden no satisfacer mentes inquisitivas como la suya. DespuŽs de considerar algunas de las respuestas, se ha de llegar a un punto en el que debe decidir si va a estar satisfecho con las respuestas parciales.

 

Recuerde, estamos tratando con una mente infinita que ve el final desde el principio y no ha revelado todo acerca de sus prop—sitos eternos.  Dios es amable al darnos respuestas parciales debido a que la mera existencia de lo parcial sugiere que las respuestas finales deben existir en algœn lugar o en algœn momento, aunque todav’a no estamos preparados para verlos. En algœn momento debemos decidir confiar en ƒl o no hacerlo.

 

Echemos un vistazo al ejemplo supremo de la interacci—n entre el bien y el mal y el resultado de esta: la traici—n y la crucifixi—n de Cristo como se describe en la oraci—n de los ap—stoles en Hechos 4:27, 28.

 

Porque verdaderamente se juntaron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesœs, al cual ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los Gentiles y los pueblos de Israel, 28 Para hacer lo que tu mano y tu consejo hab’an antes determinado que hab’a de ser hecho.

 

Al mirar la oraci—n completa a partir del vers’culo 24, observamos estos detalles:

 

 

 

 

Nada de eso es particularmente debatido. Luego viene una de las declaraciones m‡s notables en el estudio de la teodicea:

 

Los ap—stoles afirman que los enemigos de Cristo se reunieron para hacer lo que Dios los predestin— a hacer, sin embargo, esas personas actuaron libremente. Todo fue hecho por su plan.

 

Note tambiŽn que los ap—stoles no tuvieron problemas filos—ficos con nada de esto. ÀPor quŽ no?

 

Aqu’ es donde entran las respuestas parciales.

 

Vieron claramente los resultados de la traici—n y la crucifixi—n de Jesœs: la salvaci—n de todos los creyentes a lo largo de los siglos. Vieron que un bien infinitamente mayor sali— del mal que de la importancia del mal mismo en ese momento. Fue tan bueno [el bien que result—] que hace que el mal [que se hizo] retroceda en insignificancia.

 

Podemos deducir del tono de los ap—stoles que no ve’an ninguna raz—n para que una mente santa y omnisciente no pudiese utilizar el mal como una herramienta para producir la gracia, la gloria y la santidad para su pueblo. No es intr’nsecamente incorrecto que Dios decrete que a las personas malvadas se les permita hacer lo que quieran, si el resultado final es bueno.

 

ÁQuŽ paradoja tan incre’ble! ÀQuŽ general militar organizar’a deliberadamente su propia derrota como la herramienta principal para la victoria? Ningœn humano piensa as’, lo que demuestra que todo el plan no era humano.

 

Debido a que la crucifixi—n est‡ en el pasado, observamos este patr—n con precisi—n. La retrospectiva es precisa. ÀPero quŽ hay del presente? Ào el futuro? ÀEs posible que Dios est‡ ahora llevando a cabo el mismo tipo de patr—n estratŽgico, de los cuales la traici—n y crucifixi—n de Jesœs fue el ejemplo supremo?

 

Si podemos percibir la justicia de Dios en el pasado, en la forma en que us— el mal para producir un bien mayor, Àpodemos confiar en ƒl en el futuro?

 

ÀSer’a tal estrategia divina algo excepcional? Vamos a ver algunos ejemplos :

 

ÀFue la apostas’a de Israel en el Antiguo Testamento algo bueno o malo? Obviamente, la apostas’a es algo malo e Israel consigui— el castigo que merec’a. Sin embargo, Àes malo que tengamos los libros de Isa’as, Ezequiel, Jerem’as, Daniel y los Profetas Menores, con todas sus exhortaciones, sœplicas de santidad y predicciones de un Mes’as venidero con las glorias que le seguir’an? ÀNos agradar’a que esos libros se eliminen porque la apostas’a es algo malo?

 

ÀY quŽ hay de la ca’da de Ad‡n? ÀFue buena la desobediencia de Ad‡n? Ciertamente no. No solo estuvo mal, sino que la consecuencia trajo cuatro cosas sobre sus descendientes: pecado, muerte, juicio y condena. (Romanos 5: 12-19) Esa es una carga pesada para llevar.

 

Por supuesto, existen las cuatro cosas provistas por el Segundo Ad‡n: Sabidur’a, justicia, santificaci—n y redenci—n. (1 Corintios 1:30) Esas cuatro cosas pueden sonar un poco ambigua por el momento, pero vamos a tener toda la eternidad para descomprimir cada una de ellas y disfrutar de su contenido.

 

El dilema del libre albedr’o

Hemos visto la voluntad de Dios y la estrategia a largo plazo. Ahora veamos la voluntad de las personas involucradas.

 

ÀOblig— Dios a Poncio Pilato, Herodes y los jud’os a hacer algo que no quer’an hacer? Claramente no. Nada indica que estaban actuando bajo compulsi—n. Actuaron libremente.

 

ÀPodr’an haber hecho lo contrario con un mejor conocimiento? S’. Pablo lo dijo. 1 Corintios 2:7, 8 dice:

 

Mas hablamos sabidur’a de Dios en misterio, la sabidur’a oculta, la cual Dios predestin— antes de los siglos para nuestra gloria, 8 la que ninguno de los pr’ncipes de este siglo conoci—; porque si la hubieran conocido, nunca habr’an crucificado al Se–or de gloria.

 

ÁEsta es una declaraci—n notable! Si los gobernantes mencionados en este vers’culo hubieran conocido la sabidur’a oculta de Dios, no habr’an crucificado a Cristo. ÀPor quŽ Dios ocult— eso de ellos? Porque es sabidur’a destinada a nuestra gloria, no la de ellos.

 

Su pregunta original se expres— utilizando el incidente con Absal—n. Dios decret— el juicio sobre David y que su aplicaci—n ser’a al permitir que Absal—n cometiera incesto con las esposas de David. Un decreto no es igual que el acto que cumple el decreto. Decir que hay que hacer algo no es lo mismo que hacerlo usted mismo.

 

Eso puede no responder nuestras preguntas como nos gustar’a. La audacia de Dios al hacer este tipo de cosas genera emociones junto con preguntas. Podr’an ser dudas con miedos; o confianza con asombro. La elecci—n es nuestra.

 

Al mirar hacia atr‡s en los eventos que rodearon a Jesœs, vemos que la estrategia divina no es fundamentalmente diferente a la que involucra el juicio sobre David. La retrospectiva es f‡cil. La previsi—n es dif’cil. Durante los tres a–os que los ap—stoles estuvieron con Jesœs, entendieron poco sobre el plan de Dios. Lo poco que entendieron estaba distorsionado. Incluso despuŽs de la resurrecci—n, durante los d’as previos a su ascensi—n, supusieron que Jesœs podr’a ser un l’der militar y restaurar a Israel. (Hechos 1:6)

 

Esto plantea la pregunta: ÀFue la traici—n y la crucifixi—n de Jesœs la mejor muestra posible de la santidad de Dios con el prop—sito de lograr la salvaci—n? ÁSi! En el jard’n de Getseman’, Jesœs or—, pidiŽndole al Padre que le quitara esta copa de sufrimiento, si es posible. (Mateo 26:39)

 

Al parecer, nada m‡s era posible. ÀPor quŽ? Porque Dios es infinitamente santo. Por lo tanto, cualquier cosa que haga debe reflejar ese atributo de la mejor manera posible.

 

En este momento, estamos en la misma postura que los disc’pulos antes de la crucifixi—n. Todav’a no vemos el cuadro completo. De hecho, es posible que ahora no veamos m‡s nuestra propio cuadro mejor que los disc’pulos en su epoca.

 

Sin embargo, podemos razonarlo. La primera venida de Cristo implic— una estrategia divina que mostraba la santidad de Dios en el contexto de la depravaci—n humana de una manera que no podr’a suceder de otra manera.

 

ÀEn la segunda venida de Cristo, nos hallaremos nosotros en la misma postura que los disc’pulos estaban cuando oraban aquella oraci—n en Hechos cap’tulo 4? ÀMiraremos hacia atr‡s y veremos que de todas las formas en que Dios pudo haber mostrado su santidad, este mundo actual fue la mayor de todas las posibilidades?

 

Al principio, le advert’ que las respuestas a sus preguntas solo ser’an parciales. Esto nos hace enfrentar una elecci—n moral. O estar satisfechos con lo parcial y, por lo tanto, confiar en Dios con el resto, o exigir respuestas completas antes de confiar en ƒl.

 

Se nos han dado suficientes pistas para ver que el decreto de Dios de permitir malas acciones a lo largo de la historia es sagrado porque vemos el resultado. Por lo tanto, nuestra fe en ƒl no es ciega. Miope s’ lo es, pero no es ciega.

 

Parece que, por el momento, debemos estar satisfechos con eso.

 

Suyo en sus lazos,

 

Roger

 

 

 


 

A Christian wrote and asked, How can God limit sin and control the circumstances of its manifestation, without being guilty of being the cause of sin?

      —David

 

He used the example of Absalom who committed incest with the wives of David and showed it was God himself who raised up Absalom against David as judgment. Yet Absalom was considered guilty, even though his sins were decreed by God. How can God be exempt from the charge of being the cause of evil?

 

*********

 

Dear David,

 

Your question brings up an entire branch of theology called theodicy which deals with the goodness of God and the presence of evil. This is a difficult aspect of theology and philosophy because it involves free will, justice and GodÕs sovereignty. To what decree is the will free? Does a divine decree involve application of force? Is the presence of evil a good thing?

 

Partial answers exist but they are partial only and may not satisfy inquisitive minds such as yours. After considering some of the answers, you will come to a point where you must decide if you will be satisfied with partial answers.

 

Remember, we are dealing with an infinite mind which sees the end from the beginning and has not revealed everything about his eternal purposes. God is gracious to give us partial answers because the mere existence of the partial suggests that final answers must exist somewhere or at some time, though we are not yet equipped to see them. At some point we must decide to trust him or not.

 

LetÕs take a look at the supreme example of the interplay between good and evil and the outcome of it — the betrayal and crucifixion of Christ as described in the apostleÕs prayer in Acts 4:27,28 —

 

 Éfor truly in this city there were gathered together against your holy servant Jesus, whom you anointed, both Herod and Pontius Pilate, along with the Gentiles and the peoples of Israel, 28 to do whatever your hand and your plan had predestined to take place.

 

As we look at the entire prayer starting from verse 24, we note these particulars:

 

 

 

 

None of that is particularly controversial. Then comes one of the most remarkable statements in the study of theodicy:

 

The apostles state that the enemies of Christ gathered together to do what God predestined them to do, yet those people acted freely. Everything was done by his plan.

 

Notice also the apostles had no philosophical problems with any of this. Why not?

 

Here is where partial answers come in.

 

They saw clearly the results of the betrayal and crucifixion of Jesus — the salvation of all believers throughout all the ages. They saw an infinitely greater good came out of the evil than the significance of the evil itself at the time. It was so great a good that it makes the evil recede into insignificance.

 

We can deduce from the tone of the apostles that they saw no reason why an omniscient holy mind could not use evil as a tool to produce grace, glory and holiness for his people. It cannot be intrinsically wrong to decree that evil people should be allowed to do as they please, if the final outcome is good.

 

What an incredible paradox! What military general would deliberately arrange his own defeat as the main tool for victory? No human thinks like this, which shows that the entire plan was not human.

 

Because the crucifixion is in the past, we observe this pattern accurately. Hindsight is accurate. But what about the present? Or the future? Is it possible that God is now working out the same kind of strategic pattern, of which the betrayal and crucifixion of Jesus was the supreme example?

 

If we can perceive the righteousness of God in the past, in the way he used evil to produce a greater good, then can we trust him with the future?

 

Is such a divine strategy exceptional? LetÕs look at some examples:

 

Was the apostasy of Israel in the Old Testament a good thing or a bad thing? Obviously apostasy is a bad thing and Israel got what it had coming. However, is it a bad thing that we have the books of Isaiah, Ezekiel, Jeremiah, Daniel and the Minor Prophets, with all their exhortations, pleas for holiness and predictions of a coming messiah with the glories to follow? Would we be pleased that those books be removed because apostasy is a bad thing?

 

And what about the fall of Adam? Was AdamÕs disobedience a good thing? Certainly not. It was not only wrong but the consequence brought four things on his descendants: Sin, death, judgment and condemnation. (Romans 5:12-19) ThatÕs a heavy load to carry.

 

Of course there are the four things provided by the Second Adam: Wisdom, righteousness, sanctification and redemption. (1Corinthians 1:30) Those four things may sound a bit ambiguous for the moment but we will have all eternity to unpack each one and enjoy their contents.

The free will dilemma

We have looked at GodÕs will and long-term strategy. Now letÕs look at the will of the people involved.

 

Did God oblige Pontius Pilate, Herod and the Jews to do anything they did not want to do? Clearly not. Nothing indicates they were acting under compulsion. They acted freely.

 

Could they have done otherwise with better knowledge? Yes. Paul said so. 1Corinthians 2:7,8 says,

 

But we impart a secret and hidden wisdom of God, which God decreed before the ages for our glory. 8 None of the rulers of this age understood this, for if they had, they would not have crucified the Lord of glory.

 

This is a remarkable statement! If the rulers mentioned in this verse had known the hidden wisdom of God, they would not have crucified Christ. Why did God hide it from them? Because it is wisdom intended for our glory, not theirs.

 

Your original question was expressed using the incident with Absalom. God decreed judgment on David and that the application of it would be by allowing Absalom to commit incest with DavidÕs wives. A decree is the not same as the act that fulfills the  degree. Saying that a thing must be done is not the same as doing it yourself.

 

That may not answer our questions as we may like. GodÕs boldness in doing this sort of thing generates emotions along with questions. It could be doubts with fears; or trust with awe. The choice is ours.

 

As we look back on the events surrounding Jesus, we see the divine strategy is not fundamentally different than that involving judgment on David. Hindsight is easy. Foresight is hard. During the three years the apostles were with Jesus, they understood little about GodÕs plan. The little they grasped was distorted. Even after the resurrection, during the days before his ascension, they supposed Jesus might be a military leader and restore Israel. (Acts 1:6)

 

This brings up the question: Was the betrayal and crucifixion of Jesus the best possible display of GodÕs holiness for the purpose of bringing about salvation? Yes! In the garden of Gethsemane, Jesus prayed, asking the Father to remove this cup of suffering from him, if it is possible. (Matthew 26:39)

 

Apparently nothing else was possible. Why? Because God is infinitely holy. Therefore, whatever he does must reflect that attribute in the greatest possible way.

 

At this point in time, we are in the same posture as the disciples before the crucifixion. We donÕt see the whole picture yet. In fact, we may not be seeing any more of our own picture now then the disciples did in their time.

 

We can, however, reason it through. The first coming of Christ involved a divine strategy that displayed the holiness of God against the backdrop of human depravity in a manner that could not happen otherwise.

 

At the second coming of Christ, will we find ourselves in the same posture as the disciples were when they prayed that prayer in Acts Chapter 4? Will we look back and see that of all the ways God could have displayed his holiness, this current world was the greatest of all possibilities?

 

I warned you at the beginning that the answers to your questions would only be partial. This causes us to face a moral choice. Either be satisfied with the partial and therefore trust God with the rest, or demand full answers before we trust him.

 

We have been given enough clues to see that GodÕs decree to permit evil actions throughout history is holy because we see the outcome. Therefore, our faith in him is not blind. Shortsighted indeed, but not blind.

 

It appears that for time being, we must be satisfied with that.

 

Yours in His bonds,

Roger

 

 


 

Un cristiano escribi— y pregunt— : ÀC—mo puede Dios limitar el pecado y controlar las circunstancias de su manifestaci—n, sin ser culpable de ser la causa del pecado?

              —David

 

ƒl utiliz— el ejemplo de Absal—n que cometi— incesto con las esposas de David y demostr— que fue Dios mismo quien levant— a Absal—n contra David como juicio. Sin embargo, Absal—n fue considerado culpable, aunque sus pecados fueron decretados por Dios. ÀC—mo puede Dios estar exento del cargo de ser la causa del mal?

 

*********

 

Querido David,

 

Su pregunta presenta una rama entera de la teolog’a llamada teodicea que trata de la bondad de Dios y la presencia del mal. Este es un aspecto dif’cil de la teolog’a y la filosof’a porque involucra el libre albedr’o , la justicia y la soberan’a de Dios. ÀHasta que punto est‡ libre la voluntad humana? ÀUn decreto divino implica la aplicaci—n de la fuerza? ÀEs la presencia del mal algo bueno?

 

Existen respuestas parciales, pero solo son parciales y pueden no satisfacer mentes inquisitivas como la suya. DespuŽs de considerar algunas de las respuestas, se ha de llegar a un punto en el que debe decidir si va a estar satisfecho con las respuestas parciales.

 

Recuerde, estamos tratando con una mente infinita que ve el final desde el principio y no ha revelado todo acerca de sus prop—sitos eternos.  Dios es amable al darnos respuestas parciales debido a que la mera existencia de lo parcial sugiere  que las respuestas finales deben existir en algœn lugar o en algœn momento, aunque todav’a no estamos preparados para verlos. En algœn momento debemos decidir confiar en ƒl o no hacerlo.

 

Echemos un vistazo al ejemplo supremo de la interacci—n entre el bien y el mal y el resultado de esta: la traici—n y la crucifixi—n de Cristo como se describe en la oraci—n de un ap—stol en Hechos 4:27, 28.

 ...27Porque verdaderamente se juntaron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesœs, al cual ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los Gentiles y los pueblos de Israel, 28 Para hacer lo que tu mano y tu consejo hab’an antes determinado que hab’a de ser hecho.

Al mirar la oraci—n completa a partir del vers’culo 24, observamos estos detalles:

 

 

 

 

Nada de eso es particularmente debatido. Luego viene una de las declaraciones m‡s notables en el estudio de la teodicea:

 

Los ap—stoles afirman que los enemigos de Cristo se reunieron para hacer lo que Dios los predestin— a hacer, sin embargo, esas personas actuaron libremente. Todo fue hecho por su plan.

 

Note tambiŽn que los ap—stoles no tuvieron problemas filos—ficos con nada de esto. ÀPor quŽ no?

 

Aqu’ es donde entran las respuestas parciales.

 

Vieron claramente los resultados de la traici—n y la crucifixi—n de Jesœs: la salvaci—n de todos los creyentes a lo largo de los siglos. Vieron que un bien infinitamente mayor sali— del mal que de la importancia del mal mismo en ese momento. Fue tan bueno [el bien que result—] que hace que el mal [que se hizo] retroceda en insignificancia.

 

Podemos deducir del tono de los ap—stoles que no ve’an ninguna raz—n para que una mente santa y omnisciente no pudiese utilizar el mal como una herramienta para producir la gracia, la gloria y la santidad para su pueblo. No es intr’nsecamente incorrecto que Dios decrete que a las personas malvadas se les permita hacer lo que quieran, si el resultado final es bueno.

 

ÁQuŽ paradoja tan incre’ble! ÀQuŽ general militar organizar’a deliberadamente su propia derrota como la herramienta principal para la victoria? Ningœn humano piensa as’, lo que demuestra que todo el plan no era humano.

 

Debido a que la crucifixi—n est‡ en el pasado, observamos este patr—n con precisi—n. La retrospectiva es precisa. ÀPero quŽ hay del presente? Ào el futuro? ÀEs posible que Dios est‡ ahora llevando a cabo el mismo tipo de patr—n estratŽgico, de los cuales la traici—n y crucifixi—n de Jesœs fue el ejemplo supremo?

 

Si podemos percibir la justicia de Dios en el pasado, en la forma en que us— el mal para producir un bien mayor, Àpodemos confiar en ƒl en el futuro?

 

ÀSer’a tal estrategia divina algo excepcional? Vamos a ver algunos ejemplos :

 

ÀFue la apostas’a de Israel en el Antiguo Testamento algo bueno o malo? Obviamente, la apostas’a es algo malo e Israel consigui— el castigo que le vendr’a. Sin embargo, Àes malo que tengamos los libros de Isa’as, Ezequiel, Jerem’as, Daniel y los Profetas Menores, con todas sus exhortaciones, sœplicas de santidad y predicciones de un Mes’as venidero con las glorias que le seguir’an? ÀNos agradar’a que esos libros se eliminen porque la apostas’a es algo malo?

 

ÀY quŽ hay de la ca’da de Ad‡n? ÀFue buena la desobediencia de Ad‡n? Ciertamente no. No solo estuvo mal, sino que la consecuencia trajo cuatro cosas sobre sus descendientes: pecado, muerte, juicio y condena. (Romanos 5: 12-19) Esa es una carga pesada para llevar.

 

Por supuesto, existen las cuatro cosas provistas por el Segundo Ad‡n: Sabidur’a, justicia, santificaci—n y redenci—n. (1 Corintios 1:30) Esas cuatro cosas pueden sonar un poco ambigua por el momento, pero vamos a tener toda la eternidad para descomprimir cada una de ellas y disfrutar de su contenido.

El dilema del libre albedr’o

Hemos visto la voluntad de Dios y la estrategia a largo plazo. Ahora veamos la voluntad de las personas involucradas.

 

ÀOblig— Dios a Poncio Pilato, Herodes y los jud’os a hacer algo que no quer’an hacer? Claramente no. Nada indica que estaban actuando bajo compulsi—n. Actuaron libremente.

 

ÀPodr’an haber hecho lo contrario con un mejor conocimiento? S’. Pablo lo dijo. 1 Corintios 2:7, 8 dice:

7 Mas hablamos sabidur’a de Dios en misterio, la sabidur’a oculta, la cual Dios predestin— antes de los siglos para nuestra gloria, 8 la que ninguno de los pr’ncipes de este siglo conoci—; porque si la hubieran conocido, nunca habr’an crucificado al Se–or de gloria.

ÁEsta es una declaraci—n notable! Si los gobernantes mencionados en este vers’culo hubieran conocido la sabidur’a oculta de Dios, no habr’an crucificado a Cristo. ÀPor quŽ Dios ocult— de ellos? Porque es sabidur’a destinada a nuestra gloria, no la de ellos.

 

Su pregunta original se expres— utilizando el incidente con Absal—n. Dios decret— el juicio sobre David y que su aplicaci—n ser’a al permitir que Absal—n cometiera incesto con las esposas de David. Un decreto no es igual que el acto que cumple el decreto. Decir que hay que hacer algo no es lo mismo que hacerlo usted mismo.

 

Eso puede no responder nuestras preguntas como nos gustar’a. La audacia de Dios al hacer este tipo de cosas genera emociones junto con preguntas. Podr’an ser dudas con miedos; o confianza con asombro. La elecci—n es nuestra.

 

Al mirar hacia atr‡s en los eventos que rodearon a Jesœs, vemos que la estrategia divina no es fundamentalmente diferente a la que involucra el juicio sobre David. La retrospectiva es f‡cil. La previsi—n es dif’cil. Durante los tres a–os que los ap—stoles estuvieron con Jesœs, entendieron poco sobre el plan de Dios. Lo poco que entendieron estaba distorsionado. Incluso despuŽs de la resurrecci—n, durante los d’as previos a su ascensi—n, supusieron que Jesœs podr’a ser un l’der militar y restaurar a Israel. (Hechos 1:6)

 

Esto plantea la pregunta: ÀFue la traici—n y la crucifixi—n de Jesœs la mejor muestra posible de la santidad de Dios con el prop—sito de lograr la salvaci—n? ÁSi! En el jard’n de Getseman’, Jesœs or—, pidiŽndole al Padre que le quitara esta copa de sufrimiento, si es posible. (Mateo 26:39)

 

Al parecer, nada m‡s era posible. ÀPor quŽ? Porque Dios es infinitamente santo. Por lo tanto, cualquier cosa que haga debe reflejar ese atributo de la mejor manera posible.

 

En este momento, estamos en la misma postura que los disc’pulos antes de la crucifixi—n. Todav’a no vemos la imagen [el cuadro] completo. De hecho, es posible que ahora no veamos m‡s nuestra propia imagen mejor que los disc’pulos en su momento.

 

Sin embargo, podemos razonarlo. La primera venida de Cristo implic— una estrategia divina que mostraba la santidad de Dios en el contexto de la depravaci—n humana de una manera que no podr’a suceder de otra manera.

 

ÀEn la segunda venida de Cristo, nos hallaremos nosotros en la misma postura que los disc’pulos estaban cuando oraban aquella oraci—n en Hechos cap’tulo 4? ÀMiraremos hacia atr‡s y veremos que de todas las formas en que Dios pudo haber mostrado su santidad, este mundo actual fue la mayor de todas las posibilidades?

 

Al principio le advert’ que las respuestas a sus preguntas solo ser’an parciales. Esto nos hace enfrentar una elecci—n moral. O estar satisfechos con lo parcial y, por lo tanto, confiar en Dios con el resto, o exigir respuestas completas antes de confiar en ƒl.

 

Se nos han dado suficientes pistas para ver que el decreto de Dios de permitir malas acciones a lo largo de la historia es sagrado porque vemos el resultado. Por lo tanto, nuestra fe en ƒl no es ciega. Miope s’ lo es, pero no es ciega.

 

Parece que, por el momento, debemos estar satisfechos con eso.

 

Suyo en sus lazos,

 

Roger