A menudo me dicen que el estilo de mi
ense–anza y mis gu’as de estudio son Òclaros y f‡ciles de entenderÓ, aunque el
tema pueda resultar complicado. Es as’ que, un l’der de seminario me sugiri—: ÒÀPor quŽ no escribe usted un art’culo sobre c—mo redactar gu’as de
estudio efectivas para nuestros estudiantes?Ó
El
primer paso para escribir una gu’a de estudio efectiva es imaginar a un
individuo en particular como tu objetivo. Diluimos nuestra efectividad si
tratamos de acomodar a un grupo entero con sus diferentes niveles de
comprensi—n.
A
medida que usted escribe, imagine a alguien que a usted le resulte familiar,
presente o pasado, que pueda estar interesado en el tema. Este ser‡ su pœblico
objetivo. Mientras usted escribe su gu’a de estudio, imag’nese a usted mismo
conversando con esa persona.
Olv’dese
de la elocuencia. Algunos escritores parecen m‡s interesados en demostrar sus
cualidades literarias y su extenso vocabulario que en comunicar la verdad.
Recuerde el mandato de Pablo en 1Corintios 2:1,
As’ que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabidur’a.
Pregœntese
usted mismo, ÀquŽ es lo verdaderamente importante para su audiencia? Es una
madre de ni–os peque–os? De este modo sabremos de antemano sus prioridades.
Probablemente esa madre no tendr‡ interŽs en recordar aquello que no afecte su
vida. Por ejemplo, si estuviŽramos ense–ando acerca de la soberan’a de Dios,
esto afectar‡ la forma en la que ora y su relaci—n con las promesas de Dios. O,
c—mo el pecado original le afecta a ella o a sus hijos.
Aunque
ella olvide el vocabulario teol—gico, comunicar‡ las verdades a los dem‡s con
la autenticidad nacida de su propia experiencia.
No se
concentre en el estudiante m‡s dŽbil de la clase. Eso puede provocar que usted
pierda agudeza y provoque aburrimiento en los dem‡s.
Exprese
c—mo esa ense–anza le afecta personalmente. Ilustre la forma en la cual usted
la aplica para resolver problemas o producir cambios positivos. Esto les provee
la promesa de implicaciones pr‡cticas para la vida.
ÀEstamos preparando eruditos o
capacitando cristianos efectivos? La respuesta a esa pregunta determinar‡ el
resultado de su escrito.
Crece en la gracia y en el conocimiento de nuestro Se–or Jesucristo. 2Pedro 3:18
El
prop—sito de la educaci—n Cristiana es el crecimiento en la gracia para poder
estar preparados para el ministerio. El ministerio es, en realidad, un estilo
de vida. Cuando sea apropiado, muestre c—mo cada punto es relevante para eso.
Si usted no puede presentar eso, considere eliminar ese punto.
Evite
la tentaci—n de querer impresionar a otros te—logos. Hacer eso es la peor forma
de preparar una gu’a de estudio efectiva. ÀUsted encuentra interesante y
emocionante el material escrito por te—logos para otros te—logos?
Proporcione
una lista de recursos para aquellos que deseen entrar en su tema desde una
perspectiva teol—gica m‡s profunda.
No
todas las verdades han sido creadas de la misma manera. No servimos el postre
como plato fuerte.
Las
verdades que a usted lo inspiran podr’an no ser esenciales para su objetivo
principal. Algunos trabajan sobre temas obviamente interesantes para ellos.
Podr’an estar simplemente entreteniŽndose a s’ mismos.
Un
pastor se encontraba predicando acerca de la historia de la localidad Israelita
de Mizpah. Mientras tanto, las personas de su audiencia estaban sufriendo de
varios problemas en su vida. Otros se encontraban aburridos. Este predicador
era el œnico interesado en el tema.
ÀPodr’a
usted resumir en una sola oraci—n el punto principal de toda su gu’a de
estudio?
La
descripci—n en una sola frase de mi curso sobre Eclesiolog’a Reformada es: El gobierno b’blico de la iglesia consiste
en comitŽs de ancianos ordenados.
Mi gu’a
de estudio sobre las doctrinas de gracia: La
salvaci—n es solo por gracia a travŽs de solo la fe, aplicada por Cristo a
causa de su sacrificio perfecto.
Otro
ejercicio œtil es el de resumir en tres frases los puntos esenciales que sus
estudiantes deben comprender para tener una perspectiva general del curso.
En
algunas culturas, el sistema educativo tiende a desalentar el pensamiento
creativo e independiente. Los ni–os copian el material en un cuaderno para
memorizarlo y repetirlo en un examen. Ese procedimiento involucra muy poco
razonamiento y ciertamente nada de creatividad.
Dicha
Òeducaci—nÓ puede ser el producto de una historia cargada de dictadores, tanto
pol’ticos como religiosos. Los dictadores prefieren evitar que su gente razone
con mucha profundidad. Los ciudadanos podr’an desarrollar ideas peligrosas a la
dictadura tales como la libertad o la democracia. As’ que, a los ni–os se les
ha ense–ado que el ÒaprendizajeÓ implica memorizar y obedecer lo que se les ha
ense–ado.
Uno de
nuestros estudiantes dijo: ÒSolo d’game en que creer y yo
lo escribirŽÓ. Ella estaba mostrando su disconformidad con uno de nuestros
mŽtodos inductivos. Algunos sienten esta disconformidad inicialmente porque sus
mentes han sido muy raras veces desafiadas a evaluar evidencias por ellos
mismos. Una vez que ellos se acostumbran a aprender de manera inductiva, la
incomodidad desaparece y la llevan con deleite y alegr’a.
Un
detective que investiga un crimen recoge pruebas sin prejuicios y saca una
conclusi—n. Esto es inductivo. ƒl no se propone probar la culpabilidad ni la
inocencia de nadie.
Un
fiscal, por otra parte, en posesi—n de la evidencia recabada por el detective,
afirma en la corte que demostrar‡ la culpabilidad de determinado sospechoso. A
continuaci—n, enumera las pruebas para probar su declaraci—n. Eso es deductivo.
Un
detective que se dedica a probar la culpabilidad de una persona est‡
parcializado. Un fiscal que deja de exponer su caso en la corte antes de
proceder no est‡ cumpliendo con su funci—n.
Existen
dos formas de convencer a una clase acerca de un punto:
á
Darles primero la evidencia y luego preguntarles quŽ es lo que esa
evidencia prueba. Eso es inductivo.
á
Decirles lo que creer y luego mostrarles la evidencia que les pruebe
que usted est‡ en lo correcto. Eso es deductivo.
Ninguna
de las dos aproximaciones es correcta o incorrecta. Todo depende de lo que
estemos haciendo.
Los sermones
tienden a ser deductivos. El predicador establece una creencia y luego muestra
la evidencia en la Biblia. Esto es necesario debido a que normalmente no existe
di‡logo entre el predicador y su audiencia.
La
mayor’a de los libros han sido escritos de manera deductiva por esa misma
raz—n. Generalmente, las personas leen libros no ficci—n porque est‡n
interesados en obtener los datos relativos al tema planteado.
Cuando
los estudiantes sienten que han encontrado una verdad por sus propios medios,
se apropian de ella. Al apropiarse de esa verdad, ven implicaciones para su
vida que la mera memorizaci—n es incapaz de proveer.
En mi
opini—n, el acercamiento inductivo es la mejor opci—n para grupos peque–os
donde la interacci—n es posible. Los beneficios superan los inconvenientes en
la preparaci—n de estas gu’as de estudio.
ÀExiste
un inconveniente? Las gu’as de estudio inductivo son m‡s dif’ciles de escribir,
requieren m‡s tiempo y requieren m‡s creatividad. El formato puede ser m‡s
tedioso.
A largo
plazo, el enfoque inductivo paga grandes dividendos para el profesor. El acto
de ense–ar es menos estresante porque los estudiantes est‡n haciendo el trabajo.
Un dictum sobre ense–anza dice: Si
usted est‡ trabajando en la clase m‡s que sus estudiantes, entonces cambie su
estilo. Permita a sus estudiantes hacer el trabajo.
Un
psic—logo en el siglo pasado con el nombre de Carl Rogers invent— la consejer’a
no-dirigida. La idea era evitar decirle al paciente lo que deb’a hacer, y
dejarlo llegar a la conclusi—n por su cuenta, bas‡ndose en un m’nimo de
orientaci—n del consejero. Rogers cre’a que el consejero deber’a ser un facilitador y no un maestro.
El
enfoque de Rogers se bas— en la suposici—n humanista de que la naturaleza de la
humanidad es buena. Al hacer uso de esa bondad innata, una persona deber’a
llegar a la conclusi—n correcta por sus propios medios.
Esta
idea se infiltr— en el sistema escolar estadounidense por un tiempo. Se supon’a
que los profesores deb’an considerarse a s’ mismos como facilitadores del
aprendizaje. ÀResultado? ÁDesastre! Los estudiantes no estaban aprendiendo.
Un
cristiano bien informado les podr’a haber dicho a esos educadores por quŽ su
enfoque estaba condenado al fracaso. Somos criaturas ca’das. En esa naturaleza
ca’da, los maestros son indispensables.
No
existe el don de facilitador en la Biblia. Si los seres humanos ca’dos hubieran sido
capaces de descubrir la verdad por s’ mismos,
no necesitar’an un Salvador. Si las personas regeneradas fueran capaces de
madurar en Cristo por s’ solas, no necesitar’an pastores ni maestros.
No deje
que la idea del facilitador le impida
declarar la verdad claramente. El enfoque inductivo es simplemente una forma de
hacerlo. Usted es el maestro. ÁEnse–e!
Aunque
en el Seminario Internacional de Miami (MINTS) usamos el tŽrmino facilitador, esto se entiende en el sentido de un maestro principiante que se
encuentra tomando el curso y ense–‡ndolo y aprendiendo habilidades did‡cticas
en el proceso.
A pesar
de nuestra condici—n ca’da, somos todav’a a imagen de Dios con la capacidad de
razonar. Debemos respetar esa imagen en nuestros estudiantes. A pesar de que
nuestra ense–anza debe ser impartida con autoridad, no necesita ser
autoritaria. Reconocemos en nuestros estudiantes la capacidad de razonar y nuestra
tarea como profesores es ayudarles a aprender c—mo usarla.
Por un
lado, respetamos la capacidad de los estudiantes de razonar m‡s all‡ de la mera
memorizaci—n. Sin embargo, honramos nuestro propio don y oficio de maestros de
ense–ar con autoridad.
Dios
puso sus tesoros en vasijas de barro,
los seres humanos. La gu’a de estudio no es un sustituto para un profesor de
carne y hueso. Usted como maestro es esencial. La gu’a de estudio nunca es un
sustituto para usted.
En caso
de duda sobre c—mo proceder, comience con la palabra de Dios cada que sea
posible. Proporcione algunos vers’culos con una pregunta: ÒÀQuŽ nos dicen estos
vers’culos acerca de este punto?Ó
Ejemplo:
En mi curso de eclesiolog’a preguntŽ: ÒÀCu‡les son las funciones de los ancianos en Hechos
20?Ó
Los
estudiantes descubren las respuestas por s’ mismos. Se apropian de la
conclusi—n porque la palabra de Dios la ense–a y no porque el maestro les dice
en lo que deb’an creer.
Esto le
da al maestro la oportunidad de elaborar porque el material ya ha captado la
atenci—n de los estudiantes. Esto se convierte en algo similar a un di‡logo y
hace de la clase mucho m‡s interesante.
Comparta
la forma en la que el material le ha afectado personalmente. Esto saca el tema
de lo abstracto y lo coloca en la vida real. Podr’amos
terminar mostr‡ndole a la gente c—mo obtener un t’tulo en vez de prepararlos
para la vida y el ministerio.
Introduzca
el punto con experiencias personales cortas cuando sea apropiado.
En una
conferencia sobre guerra espiritual, empecŽ con: "Un perro enorme me atac—
mientras caminaba por el parque." Eso llam— su atenci—n. El perro estaba
con una correa larga, les expliquŽ, por lo que no fui gravemente herido. Desde
all’, lleguŽ a una comparaci—n sobre c—mo lidiar con los ataques del diablo.
Dichas
historias deben ser cortas para evitar el uso de demasiado tiempo. Una anŽcdota
simple de dos o tres oraciones podr’a ser suficiente.
Si
dibujamos una imagen en la mente del estudiante, especialmente de aquellos
acontecimientos con los cuales est‡n familiarizados, aumentamos la capacidad de
retenci—n. La Biblia las llama par‡bolas.
Mientras
estaba en la escuela secundaria, considerŽ la posibilidad de hacer una carrera
en biolog’a debido a un profundo interŽs en la naturaleza. Me acerquŽ al
profesor y le preguntŽ acerca de las cualidades que deb’a tener para
convertirme en un bi—logo. Entre otras cosas, dijo que deb’a ser capaz de
dibujar lo bastante bien como para ilustrar una criatura que podr’a haber
observado en caso de no tener una c‡mara. Debido a que no soy capaz de dibujar
un c’rculo con apariencia circular, ese requisito representaba un problema.
Ambos estuvimos de acuerdo en que considerar otra carrera en vez de la biolog’a
ser’a una mejor opci—n.
En mis
gu’as de estudio, el lector notar‡ algunos gr‡ficos ocasionales, generalmente
figuras geomŽtricas simples, como c’rculos, cuadrados, tri‡ngulos, flechas o
una combinaci—n de Žstas. Aprecio mucho a las computadoras porque son capaces
de dibujar c’rculos circulares.
Con un
poco de imaginaci—n, la mayor’a de las ideas pueden ser ilustradas por una
simple figura geomŽtrica o una combinaci—n de las mismas.
ÀCu‡l
de las figuras mencionadas anteriormente podr’amos usar para describir a la
Trinidad? El tri‡ngulo, obviamente. ÀCu‡l para describir la eternidad? El
c’rculo.
ÀC—mo
podr’amos combinar un tri‡ngulo y un c’rculo para mostrar que la Trinidad es
eterna?
Supongamos
que necesitaba refutar la falsa ense–anza de que Jesœs es un dios creado. Este
simple gr‡fico, respaldado por las Escrituras, ser’a una poderosa herramienta
para arraigarlo en las mentes de los estudiantes.
Utilice
este tipo de gr‡ficos con moderaci—n. Si agregamos demasiados, nuestro manual
podr’a parecerse a un libro infantil para colorear.
ÁEvite
los gr‡ficos con colores! Utilice blanco y negro. En algunas clases, se
acostumbra fotocopiar el manual del alumno y distribuirlo al principio del
curso. Los gr‡ficos con colores fotocopiados en blanco y negro suelen aparecer
atroces y requieren m‡s tinta de lo que ameritan.
En
cualquier drama televisivo, los guionistas deben diferenciar al buen chico del
malo. No vemos ningœn t’tulo en la pantalla que diga "este es el chico
malo". Si vemos que un personaje est‡ haciendo cosas malas y se encuentra
orgulloso de ello, sabemos que es el malo.
Luego,
vemos a otro personaje disgustado por todo lo malo que est‡ sucediendo o
haciendo algo heroico o amable para alguien. Todo esto identifica al bueno. No
vemos ningœn subtitulo que diga: Òel chico buenoÓ.
Esta es
la diferencia entre mostrar y decir. Los buenos guionistas siempre lo hacen. Es
una forma inductiva. Mantenga esto en mente cada vez que cuente alguna anŽcdota
para ilustrar sus lecciones.
Mientras
ense–aba las doctrinas de la gracia en Ecuador, un estudiante desafiaba
frecuentemente mis afirmaciones. Sent’a que en su caso ser’a mejor evitar
cualquier discusi—n. As’ que, cada vez que hacia una pregunta provocativa,
simplemente escrib’a referencias de las Escrituras en la pizarra, le dec’a que
las buscara y que las leyera a la clase. Esto evitaba cualquier confrontaci—n.
Su
actitud cambi— eventualmente. M‡s adelante, Žl confes— que estaba tratando de
ser deliberadamente provocativo, pero que se dio cuenta que no pod’a argŸir con
las Escrituras, as’ que decidi— permanecer en silencio y escuchar.
Incluso
los ap—stoles tuvieron cuidado al utilizar las Escrituras. En la gran
disertaci—n de Pablo sobre el significado del evangelio, en la Ep’stola a
los Romanos, se refiri— a
las Escrituras del Antiguo Testamento como el fundamento de sus argumentos.
Tom— las experiencias de Abraham y las elabor— como prueba de su doctrina.
Pablo
podr’a haber adoptado un enfoque autoritario y haberle dicho a sus lectores que
deb’an creerle por ser ap—stol. Y aunque ten’a autoridad apost—lica, esto no
parec’a ser lo primero en su ense–anza. La Escritura era lo primero.
Algunos
temas, como la historia, pueden no ser propicios para esto. Haga concesiones
cuando sea necesario.
Cuando
escribo un curso, produzco dos gu’as de estudio, una para el profesor y otra
para los estudiantes. Esto suena como un doble trabajo, pero no lo es.
El
manual del maestro viene primero porque contiene instrucciones para el maestro
junto con las respuestas a las preguntas. Estos elementos privados deber’an
estar en otra fuente, tal vez m‡s peque–a, con sangr’a o de otro color. Cuando
estŽ listo para producir el manual del estudiante, haga una copia del manual
del profesor y elimine todos los elementos privados dirigidos hacia el
profesor. Esto le toma poco tiempo. El resultado es el mismo texto b‡sico para
ambas gu’as de estudio, sin lugar a confusi—n.
DespuŽs
del curso, le facilito la gu’a del maestro a los estudiantes, en caso de que
ellos quieran ense–arlo.
Observe
el siguiente esquema tradicional y pregœntese si lo encuentra atractivo:
I. Punto principal
a.Sub punto
b. Sub punto
i. Sub-sub punto
ii. Sub-sub punto
Personalmente,
lo encuentro aburrido y poco atractivo.
ÀLa
l—gica tiene que ser aburrida y poco atractiva? El esquema tradicional lo es.
Peor aœn, es un problema poder trabajarlo en la mayor’a de procesadores de
texto, toma mucho tiempo hacerlo correctamente.
Un
formato atractivo es el de encabezados o t’tulos H como el de Microsoft Word.
Yo utilizo s—lo los tres primeros, H1, H2, H3, tal y como lo he hecho en este
art’culo. Si no est‡ familiarizado con esta funci—n de estilo de Word, vaya a
la web y busque un tutorial. Ser‡ un tiempo bien invertido y despuŽs se
preguntar‡ c—mo alguna vez escribi— sin ellos.
Si est‡
escribiendo sus lecciones a mano, un buen truco es el de utilizar sangr’a en
los subt’tulos y usar dos marcadores de colores diferentes. Quiz‡s verde para los puntos principales,
y amarillo para los
sub-puntos.
Ejemplos
de encabezados: Los tres principales t’tulos en Microsoft Word son el H1, como
en este T’tulo en H1. Los H2 son los principales subt’tulos
as’ como bold italic tama–o 14 para distinguirlos con claridad de los
t’tulos H1. Luego le siguen los sub-puntos H3 con sangr’a
tama–o menor 12 cafŽ para distinguirlos de los primeros subt’tulos.
Nada
nos limita dentro de estos formatos de texto, en particular para los
encabezados. Somos libres de usar cualquier fuente, tama–o, color o atributo
que deseemos. Lo maravilloso de usar los encabezados H es que podemos
cambiarlos todos a la vez a travŽs de nuestro documento simplemente cambiando
uno de los textos H, como en un estilo H3, por ejemplo. Luego, en el
recuadro de Estilos del menœ, seleccionamos Actualizar para coincidir con la
selecci—n. Se cambiar‡ cada encabezado H3 de todo el documento.
Otras dos razones importantes para usar los
encabezados H son:
á
Los buscadores de internet localizan mejor los documentos porque los
robots buscan los encabezados H.
á Si subimos un documento a una
Kindle de Amazon, la misma genera autom‡ticamente la tabla de contenido basada
en los encabezados H1. Si le damos un formato de encabezados H1 a nuestros
t’tulos de cap’tulos, entonces estos se convertir‡n en la tabla del contenido generada
autom‡ticamente. Esto evita que tengamos que hacerlo nosotros mismos.
Evite enumerar
art’culos numŽricamente
si la lista es corta, tal como tres o cuatro puntos. Vi–etas simples como las de arriba tienen m‡s
atractivo para los ojos. Utilizo las vi–etas generadas manualmente, no las de
autoformato. A veces el Internet desordena las vi–etas creadas por Word.
En el
teclado de una Mac, el bot—n manual est‡ encima del nœmero 8, accesible con la
tecla de opci—n.
Utilizo
listas numeradas para las preguntas de examen en las gu’as de estudio porque es
m‡s f‡cil revisarlas con los estudiantes.
A medida
que se desplaza a travŽs de este estudio, ÀEncuentra algœn punto que no le
qued— claro acerca del formato? ÀHay algœn lugar donde el esquema tradicional
lo har’a m‡s claro o m‡s atractivo?
Los
estudios cient’ficos sobre memorizaci—n muestran que la retenci—n aumenta
dr‡sticamente si el material es revisado inmediatamente despuŽs de la lecci—n.
Es por eso que, a menudo incluyo dos elementos como parte de esa revisi—n al
final de cada lecci—n: Declaraciones sumariales y cuestionarios.
Al final de
cada lecci—n a–ado: De esta lecci—n aprendemos ...
Luego le
sigue una serie de vi–etas de una sola l’nea de los elementos clave en la
lecci—n. Esto es m‡s f‡cil de escribir y m‡s pr‡ctico que un resumen en prosa.
El profesor podr’a recolectar de estas declaraciones sumariales para preparar
el examen final.
A menudo
incluyo un breve cuestionario al final de cada lecci—n. Algunos estudiantes
disfrutan el desaf’o. Un estudiante lee una pregunta en voz alta y los dem‡s responden.
Esto da a los estudiantes la oportunidad de mostrar al maestro que han captado
el material. La mayor’a de los estudiantes disfrutan de la competencia.
Hacer esto
podr’a generar discusiones en caso de que algœn alumno desaf’e una respuesta.
Esto es muy saludable, ya que ayuda a enraizar el tema en sus mentes. Por otro
lado, el maestro podr’a generar un di‡logo al preguntar a los estudiantes por
quŽ una respuesta es una cosa y no otra.
Un
beneficio psicol—gico se a–ade para los laicos que han estado fuera de la
escuela por algunos a–os. Algunos se sienten intimidados por los estudios
formales, y no se creen capaces de aprobar los ex‡menes. Entonces, cuando lo
hacen bien en estos peque–os concursos, ganan confianza e incluso sobresalen.
Las
preguntas con verdadero-falso son las m‡s f‡ciles de escribir. El profesor
puede incorporar algunas de estas en el examen final. Esto le ahorra tiempo de
preparaci—n al maestro.
Otros ensayos y libros por el Dr. Smalling se ven a
www.espanol.visionreal.info