Falacias de la lógica arminiana

por

Roger Smalling, D.Min

www.espanol.visionreal.info

 

      Lo siguiente representa presuposiciones t’picas expresada por personas de la linea arminiana con el cual este autor ha conversado.

Dios no nos puede ordenar hacer algo que no podemos

O ÒDios no nos mandar’a hacer algo que no podemos hacerloÓ. Dios dio la Ley a MoisŽs, los Diez Mandamientos, para revelar lo que el ser humano no puede hacer, no aquello que s’ puede.

Esta premisa no corresponde a las Escrituras

Dios entreg— la ley por dos razones: para dar a conocer el pecado y aumentarlo para no dejar ninguna posibilidad de que el hombre declare su propia justicia. ÀPor quŽ? Porque en el contexto, el hombre no hace justicia. Como Mart’n Lutero le dijera a Erasmo: cuando termines todos tus mandatos y exhortaciones del Antiguo Testamento, yo escribirŽ Romanos 3:20 sobre todo aquello. ÀPor quŽ tratar de demostrar el libre albedr’o con exhortaciones del Antiguo Testamento, cuando Žstas fueron dadas para probar la pecaminosidad humana? Est‡n all’ para demostrar lo que no podemos hacer, no lo que s’ podemos. As’ es, Dios dio sus mandamientos que el humano no puede cumplir. Por lo tanto, dichos mandatos y exhortaciones no constituyen prueba del libre albedr’o. En ningœn sitio de la Escritura existe algœn indicio de que Dios dŽ —rdenes a los humanos para demostrar que son capaces de seguirlas.

Esta premisa es irracional

Puede existir un sin nœmero de razones para ordenar a alguien hacer algo, fuera de asumir que puede hacerlo. El prop—sito podr’a ser, como se mencion— antes, demostrar a la persona su incapacidad de seguir la orden. Por consiguiente, no se puede deducir NADA en cuanto a la capacidad, partiendo de la orden dada.

Si nuestro albedr’o es libre, no somos los responsables

O, Òsi no es libre, no es nuestra responsabilidadÓ. Esto quiere decir que si somos incapaces de tomar una decisi—n contraria, entonces nuestras voluntades no son libres. Por lo tanto, estamos completamente atados en el pecado y no podemos hacer nada aparte de pecar, quedando as’ libres de responsabilidad de tales pecados. Esto es irracional porque la suposici—n b‡sica es la idea de neutralidad.

La Biblia no presenta el concepto de libertad de esta forma

Segœn la Escritura, la libertad se describe como santidad. La suma libertad es la santidad absoluta. Siendo esto verdad, Dios es el ser m‡s absolutamente libre del universo. De otra forma, debemos decir que Dios es el ser m‡s esclavizado del universo porque El es el menos neutral en temas morales.

Asimismo, si afirmamos que la atadura elimina la responsabilidad, entonces la mejor manera de evitarnos la responsabilidad de nuestros pecados ser’a estar lo m‡s atados a ellos que fuera posible. El ebrio que est‡ atado al alcoholismo no ser’a responsable de sus actos. ÀDeberemos animar a que la gente peque lo que m‡s pueda, ya que no tienen responsabilidad alguna?

Toda la idea de una voluntad neutral es un absurdo

Si las decisiones de la voluntad no son determinadas por la naturaleza interna de la persona, entonces en quŽ sentido puede decirse que tales decisiones sean resultado de una decisi—n de la persona misma? ÀC—mo podr’a en realidad una decisi—n ser moral si es moralmente neutral?

Para que el amor sea real, debe existir la posibilidad de rechazo

Dios quiere que lo amemos libremente, no por obligaci—n. Por lo tanto, el ser humano ca’do debe ser capaz de amar a Dios. Pero, simplemente escoge amar otras cosas.

La Escritura nos ense–a que el amor a Dios es un producto de Su gracia

1Tim. 1:14 Pero la gracia de nuestro Se–or fue m‡s abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesœs.  

Si es necesaria la gracia para que podamos amar a Dios, es obvio que no ten’amos la capacidad de amarlo antes de que nos llegara la gracia. De aqu’ tambiŽn se desprende que no se nos es dada la gracia porque escojamos amar a Dios, sino que podemos amarlo porque nos fue dada Su gracia. La gracia tiene la iniciativa, no la virtud humana.

Esta premisa es similar a aquella que dice, ÒEs necesario que exista otra posibilidad de selecci—n para que exista libertadÓ. ÀSer‡ acaso que Dios entrega a los santos del cielo una posibilidad peri—dica de que lo odien, con el fin de ser ÒjustoÓ? ÀTuvo Jesœs alguna capacidad de odiar al Padre? ÀO su amor por el Padre reflejaba lo que en s’ mismo El es?

Si la fe es un don de la gracia, como ya lo vimos, entonces, Àpor quŽ resulta extra–o pensar que el amor no sea tambiŽn un don de gracia?

Una persona no puede ser castigada por lo que no puede dejar de hacer

Si Žste es el caso, entonces un cristiano no puede ser recompensado por algo que su nueva naturaleza le obliga a hacer. No olvidemos que la naturaleza del ser humano no es algo que Žste posee. Es algo que Žl es.

A muchos de los que disfrutaron de este ensayo,
tambiŽn les gust— nuestro libro

S’, Jesœs
Impreso, Kindle, PDF

Otras obras por Dr. Smalling se ven a
http://espanol.visionreal.info/